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PRÓLOGO


En los últimos años, se ha reconocido cada vez más el potencial de las microfinanzas como instrumento para mitigar la pobreza. Centenares de millones de las personas más pobres del mundo necesitan acceso a servicios financieros o bien para poder contraer préstamos, o bien para ahorrar con seguridad pequeñas cantidades de dinero. Sin embargo, existen cada vez más pruebas empíricas de que el centrar demasiado la atención en la concesión de créditos ha provocado cargas de deuda excesivas y ha impedido el crecimiento. Como consecuencia de ello, muchos gobiernos, donantes y ONG están propugnando ahora un enfoque más equilibrado sobre la forma de financiar los esfuerzos para mitigar la pobreza, en el cual se anteponen al crédito el ahorro y otros servicios financieros.

Las críticas señalan frecuentemente que los pobres son demasiado pobres para ahorrar; sin embargo hay datos empíricos que contradicen este punto de vista demostrando que todo el mundo ahorra, incluso los pobres. Aunque no siempre se ve, los pobres ahorran de muchas formas diferentes, en especie o en dinero, para satisfacer sus necesidades diarias de consumo de alimentos, educación y asistencia de salud o para invertir en pequeñas empresas. Sin embargo, los pobres suelen tropezar con más dificultades que los menos pobres para acumular capital, ya que son más vulnerables a los riesgos causados por el mal tiempo o la mala salud, y tienen un acceso limitado a los mercados y a servicios de ahorro seguros.

Los enfoques de ahorro de grupo han dado buenos resultados cuando se han administrado de forma responsable y cuando sus miembros mismos han considerado el ahorro como un recurso. Muchos de estos éxitos se han obtenido cuando las mujeres han participado notablemente en su constitución y gestión, como se ha podido ver en el caso de la experiencia del Banco Grameen en Bangladesh. Estos sistemas, al ofrecer medios para acumular con seguridad sus ahorros, pueden ayudar a los pobres y desfavorecidos a acumular recursos productivos con mayor eficiencia. Los ahorros de grupo pueden contribuir también a crear una solidaridad entre los miembros y establecer una red de seguridad contra la explotación mediante el préstamo. Existen numerosas pruebas de ello en la amplia utilización de los sistemas formales e informales de ahorro de grupo en todo el mundo: grupos de ahorro y crédito rotativo, clubes de ahorro, bancos de aldeas, cooperativas de crédito, etc. El hecho de que estos grupos deban estar esencialmente autogestionados, ofrece la oportunidad de crear la autoconfianza en el grupo, lo que constituye el primer paso hacia la eliminación sostenible de la pobreza. Esperamos que este manual de consulta sobre el ahorro en grupo sea útil para quienes están dedicados a fortalecer la capacidad de autoayuda de los pobres y, haciéndolo, ayude a los pobres a construir un futuro mejor para sí mismos, sus familias y sus comunidades.

Maximiliano Cox

Director
Dirección de Desarrollo Rural
FAO


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