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Las características agroecológicas de las estrategias agrícolas indígenas


Durante siglos, los agricultores tradicionales de los países en desarrollo han creado y/o heredado sistemas agrícolas complejos adaptados a las condiciones locales. Esto permitió que millones de pequeños agricultores manejen de manera sostenible ambientes hostiles, satisfagan sus necesidades alimentarias y mantengan la integridad de los recursos naturales.

Sistemas adaptados al medio ambiente

Rendimientos sostenibles

En la agricultura de los campesinos de América Latina, la persistencia de más de tres millones de hectáreas bajo manejo tradicional en forma de terrenos elevados, terrazas, policultivos y sistemas agroforestales destaca el éxito que tuvieron las estrategias indígenas y constituye un tributo a la creatividad de los agricultores tradicionales. Estos microcosmos de agricultura tradicional ofrecen modelos promisorios para otras áreas porque promueven la biodiversidad, se desarrollan sin agroquímicos y sostienen rendimientos durante todo el año[212].

Un ejemplo son los chinampas de México que a mediados de los años 50 obtuvieron rendimientos de 3,5 y 6,3 toneladas por hectárea[213]. En esa época, eran los más altos rendimientos estables del país. Comparativamente, el promedio de los rendimientos de maíz en los Estados Unidos en 1955 era de 2,6 toneladas por hectárea y no superó las 4 toneladas por hectárea hasta 1965[214]. Sanders (1957) estimó que cada hectárea de chinampa podía producir el alimento suficiente para 15-20 personas por año en los niveles de subsistencia modernos. Los estudios más recientes indican que cada chinampero puede trabajar tres cuartos de hectárea de chinampa por año[215], lo que significa que cada agricultor puede mantener entre 12 y 15 personas.

Los sistemas campesinos en su mayoría son productivos a pesar del bajo uso de insumos químicos y en general la mano de obra agrícola obtiene un buen beneficio por unidad de insumo. El rendimiento de la energía de mano de obra que se gasta en una granja de maíz maya típica es suficientemente alto como para asegurar la continuidad del sistema actual. Para cultivar una hectárea de tierra, que en general produce 4 230 692 calorías, se requiere unas 395 horas; de esta manera, el trabajo de una hora produce aproximadamente 10 700 calorías. Una familia de tres adultos y siete niños consumen alrededor de 4 830 000 calorías de maíz por año, con lo cual una hectárea aporta los alimentos para una familia tipo de 5 o 7 personas [216].

Los sistemas campesinos en su mayoría son productivos a pesar del bajo uso de insumos químicos y en general la mano de obra agrícola obtiene un buen beneficio por unidad de insumo.

Rendimiento del trabajo

En estos sistemas también se dan índices de rendimiento favorables entre insumos y productos en términos de energía. En las laderas mexicanas, el rendimiento de maíz en los sistemas que dependen del trabajo manual es de 1 940 kg por hectárea aproximadamente y el coeficiente de insumo-producto es 11: 1. En Guatemala, los sistemas similares rinden unos 1 066 kg por hectárea de maíz, con un coeficiente de eficiencia de la energía de 4,84. El rendimiento por semilla plantada varía de 130 a 200. Cuando se utiliza tracción animal, no necesariamente aumenta el rendimiento pero la eficiencia de la energía baja a valores que oscilan entre 3,11 a 4,34. Cuando se usan fertilizantes y otros agroquímicos, los rendimientos pueden aumentar de 5 a 7 por hectárea, pero los coeficientes de energía son más ineficientes (menos de 2,5). La mayoría de los campesinos, sin embargo, son pobres y en general no tienen los recursos para comprar esos insumos, a menos que los agroquímicos estén subsidiados o consigan créditos.

Flujos de nutrientes equilibrados

La mayor parte de la producción de los productos básicos en las zonas tropicales de América Latina se realiza en policultivos. Más del 40 por ciento de la producción de mandioca, el 60 por ciento del maíz y el 80 por ciento de los frijoles se cultiva de manera combinada entre sí o con otros cultivos[217]. Por medio de la plantación intercalada, los agricultores cumplen simultáneamente con varios objetivos de producción y conservación. De esta manera, con cultivos mixtos, aprovechan la capacidad que tienen los sistemas agrícolas de volver a utilizar sus propios nutrientes almacenados y la tendencia de algunos cultivos de enriquecer el suelo con materia orgánica.

En África, la mayoría de los pequeños agricultores practican una u otra forma de cultivo alternado. Estos sistemas, mejorados a lo largo de los siglos, permitieron que los agricultores respondieran a los desafíos impuestos por sus entornos físicos y socioculturales. El sistema alternado, que implica que los cultivadores se desplazaran de un sitio a otro en búsqueda de selva virgen, se pudo sostener dada la existencia de tierras suficientes y una presión demográfica baja. El sistema de reposos rotativos es una variación muy usada en todas las regiones ecológicas de África subsahariana. Es un sistema extensivo de producción alimentaria en el que se despeja e incendia la selva natural, la selva secundaria o las zonas boscosas. Los agricultores seleccionan cuidadosamente los sitios, por medio de plantas guías que indican el crecimiento y la biomasa vegetal, que una vez incendiadas pueden producir cenizas con el mejor rendimiento químico. Los desmontes temporales se cultivan hasta que el rendimiento de los cultivos empieza a declinar, (en general 2 ó 3 temporadas de crecimiento), luego se abandona la tierra para que crezca un bosque o arbustos durante un período de 4 a 20 años. Durante este tiempo de reposo, la fertilidad del suelo se regenera y disminuyen los problemas de plagas y malezas. Sin embargo, este sistema no cumple sus funciones regenerativas cuando el tiempo de reposo queda reducido por razones de presión demográfica.

Control de plagas y enfermedades

Al plantar simultáneamente varios cultivos, la cantidad de predadores y parásitos puede aumentar, lo que evita a su vez la formación de plagas, y de esa manera se reduce la necesidad de usar insecticidas químicos caros y peligrosos (ver el Capítulo 2). Por ejemplo, en las llanuras tropicales, los policultivos de maíz-frijoles-calabaza sufren menos ataques de orugas, salta hojas -Homoptera Cicadellidae- y piojillos que los monocultivos similares, ya que esos sistemas albergan mayor cantidad de avispas parásitas.

Recuadro 4: Experimentación de los agricultores de Malawi

En 1993 un grupo pequeños agricultores de Malawi decidió comenzar una experiencia de autosustento utilizando prácticas orgánicas de mejora del suelo. Estos agricultores enfrentaban una productividad muy inferior a los niveles de subsistencia, suelos deteriorados y precios de insumos agrícolas en continuo aumento. Como resultado, crearon la Granja Demostrativa de Abono Orgánico de Lipangwe (LOMADEF), un pequeño establecimiento ubicado en un paisaje de grandes ondulaciones con el propósito de demostrar los beneficios de la agricultura orgánica y, más específicamente, para:

reducir la dependencia de los fertilizantes artificiales como medio de obtener una productividad sostenible del suelo;

infundir un sentido de confianza entre los agricultores;

establecer granjas demostrativas de una agricultura sostenible para pequeños agricultores, en primer lugar en el sur de la región central y luego en otras partes de Malawi, creando un grupo de entusiastas de la agricultura orgánica que luego puedan difundir el concepto;

usar la granja de demostración para que los agricultores de todo el país puedan visitarla y aprender las técnicas orgánicas.

La primera medida de LOMADEF fue el uso de abono animal en los campos. Mientras que los agricultores cercanos sufrían cultivos languidecentes y raquíticos, la granja LOMADEF tuvo resultados muy evidentes: se desarrollaron mejores cultivos. El interés de los vecinos por lo que veían en la granja alentó la formación de un club que comenzó a explorar los aspectos de la agricultura orgánica y a capacitar a todos los que se interesaran.

En el mismo año en que se formó el club, se recibieron fondos destinados a la granja modelo. En la temporada de 1994/95 (que fue muy seca) y en 1995/96 (un año mucho más húmedo), los agricultores observaron que el desempeño agrícola de la granja era mucho mejor que el de las granjas circundantes.

Muy pronto, el gobierno y varias ONG relacionadas con la actividad agropecuaria comenzaron a notar lo que estaba sucediendo. Desde entonces, invitaron a más de 1 200 agricultores a que observen los beneficios de la agricultura orgánica y aprendan algunas prácticas sencillas de cultivo. LOMADEF se ha extendido hasta contar con trece asociaciones en distintos lugares del país y sus miembros llegan hoy a las 200 personas.

Las experiencias de este tipo indican que los proyectos modelos manejados por agricultores que muestran tecnologías accesibles son muy atractivos para los pequeños agricultores. Un mayor número de granjas serviría de estímulo para que los agricultores adopten la agricultura orgánica y, de hecho, otras tecnologías de bajos costos.

Fuente: Kanjanga, 2002


Recuadro 5: Del algodón químico al algodón orgánico, Egipto

Se sabe que el algodón es uno de los cultivos que más sufre el ataque de plagas. En efecto, el 18 por ciento de los ingredientes activos químicos para la protección vegetal se utiliza en los campos de algodón, que sólo representa el 0,8 por ciento de la superficie cultivada del mundo. El uso intensivo de agroquímicos en la agricultura egipcia comenzó con la construcción de la represa de Aswan que detuvo las fértiles inundaciones del Nilo. En sólo 20 años, la cantidad total de plaguicidas en los cultivos de algodón alcanzó las 1 800 toneladas en 245 000 hectáreas, mientras que el rendimiento promedio de algodón crudo permaneció estable en los 2 250 kg por hectárea.

Como consecuencia de la experiencia positiva que se obtuvo con el cultivo biodinámico de hierbas, cereales y verduras, en 1990 se le solicitó a SEKEM que aplicara los métodos biodinámicos a la producción de algodón. Esto se realizó con la colaboración de científicos, agricultores, asesores y consumidores. Por primera vez, se utilizaron feromonas para controlar los insectos del algodón en los campos como parte de un concepto biodinámico holístico y, a pesar de muchas dudas, el sistema tuvo éxito. Cada vez más, las autoridades fueron adoptando métodos de control de insectos sin plaguicidas y hoy en día, se aplican en casi el 80 por ciento de los campos de algodón de Egipto. En el año 1995 el consumo total de plaguicidas en las regiones algodoneras quedó reducido a 320 toneladas en prácticamente la misma superficie cultivada. Mientras tanto, el rendimiento promedio de algodón crudo aumentó casi 30 por ciento para alcanzar los 3 000 kg por hectárea. Tras este éxito, SEKEM organizó la primera conferencia internacional sobre algodón orgánico en el Cairo.

Las granjas de algodón orgánico están localizadas en Fayoum, Kaliubea (una zona de delta al sur del país) y en Abou Matameer en el norte. Las variedades cultivadas son dos tipos de largo período combinados con trébol y/o las cebollas tempranas como cultivos adicionales. Las cebollas tienen el potencial de proteger las plantas contra las plagas y estimular la micorriza, contribuyendo al crecimiento de las plantas jóvenes de algodón durante las primeras semanas.

La siembra comienza a fines de febrero hasta principios de marzo. La fertilización del algodón biodinámico se basa en 45-60 m3/ha de abono animal compostado. Si ya no está incluido en el compost, se aplican 500 kg/ha de cenizas de leña y/o 600 kg/ha de fosfato mineral.

Después de algunos años de investigaciones de campo y mejoras continuas, se desarrolló un sistema de control de insectos basado solamente en sustancias naturales y feromonas. El diseño y la ubicación de las trampas de feromonas es fundamental porque de ello depende el éxito de la protección vegetal contra las plagas más importantes: el gusano de hoja, la lagarta rosada y la oruga de la cápsula del algodón. Los agricultores biodinámicos egipcios trabajan de manera conjunta con los científicos de diversos centros de investigación para desarrollar estos tratamientos.

El proceso de cultivo completo se realiza con la ayuda de asesores capacitados de larga experiencia. Dentro de la estructura en pequeña escala de las granjas de las zonas rurales, colaboran con los agricultores para observar el desarrollo de los insectos perjudiciales. Un equipo de expertos visita semanalmente las granjas, hace preguntas y resuelve problemas urgentes.

El último riego se realiza 30-40 días antes de la cosecha, lo que permite que las plantas de algodón maduren de manera pareja. Se estimula la maduración de las últimas cápsulas con la aplicación de una preparación biodinámica de cuarzo. Al igual que el algodón cultivado con técnicas convencionales, el algodón biodinámico se recoge a mano y en dos o tres vueltas.

A diferencia de las plantas convencionales, el algodón biodinámico permanece verde hasta la cosecha. Esto reduce los defectos de las fibras y aumenta la calidad. El algodón biodinámico también tiene fibras más elásticas y los demás parámetros de calidad son en general mejores que los del producto que se obtiene en las granjas convencionales.

Siguiendo ciertos pasos especiales de procesamiento, determinados por los expertos egipcios, el algodón se hila, teje, tiñe y finalmente se le da un acabado con aditivos sintéticos químicos utilizando medios térmicos y mecánicos. Con este material, la fábrica textil SEKEM confecciona ropa para bebés y niños de primera calidad. Las prendas fabricadas con algodón cultivado con técnicas biodinámicas se comercializan con la marca «Cotton PEOPLE organic».

Tienen dos canales de distribución. En primer lugar, la exportación a través del socio alemán Alnatur que provee a los principales mayoristas de Austria, Alemania y Suiza. En segundo lugar, a partir del año 1995, comenzó una intensa comercialización y distribución interna local a través de tres comercios SEKEM en El Cairo y una cadena minorista con diez comercios en El Cairo y Alejandría.

Fuente: Klaus Merkerns (comunicación personal)

La diversidad vegetal también ofrece un hábitat alternativo y recursos alimentarios, por ejemplo, polen, néctar y también lugares huésped para predadores y parásitos. En Tabasco, México, se encontró que los huevos y larvas de la plaga lepidopterana Diaphania hyalinata mostraban un índice de parasitismo del 69 por ciento en los policultivos, comparado con el 29 por ciento de los monocultivos. De igual modo, en el Valle del Cauca en Colombia, la larva de Spodoptera frugiperda sufre un mayor parasitismo y depredación en las mezclas de maíz y frijoles, debido a una serie de avispas Hymenopteras y escarabajos predadores, que en los monocultivos de maíz[218].

Debajo de la estructura simple del monocultivo de arroz asiático (sawah) hay un complejo sistema de controles naturales incorporados y diversidad genética[219]. Aunque estos sistemas prevalecen más en el sudeste asiático, los agricultores de arroz de las regiones tropicales de América Latina también cultivan variedades de arroz sensibles al fotoperíodo, adaptadas a las diferentes condiciones ambientales. Los agricultores intercambian semillas con sus vecinos porque notan que cualquiera de las variedades comienza a tener problemas de plagas si se la cultiva en la misma tierra durante años. La diversidad temporal, espacial y genética de los cultivos de las distintas granjas confiere una resistencia, al menos parcial, contra las plagas. En años recientes, los investigadores chinos iniciaron una campaña en Yunnan, para propiciar que los agricultores de diez municipios, en un área de 5.350 hectáreas, plantaran mezclas de variedades e híbridos locales de arroz en vez de monocultivos. La mayor diversidad genética redujo la incidencia del tizón del arroz en un 94 por ciento y aumentó los rendimientos totales en un 84 por ciento. Después de dos años, no fue necesario utilizar más fungicidas[220].

La diversidad temporal, espacial y genética de los cultivos de las distintas granjas confiere una resistencia, al menos parcial, contra las plagas.

Sistemas diversificados

Una característica saliente de los sistemas agrícolas tradicionales es su grado de diversidad genética en términos de diversificación espacial y temporal e integración de cultivos, árboles y/o animales. Esta estrategia campesina de distribuir el riesgo por medio de la variedad de plantas y animales estabiliza los rendimientos a largo plazo, promueve la diversidad alimentaria y aumenta las ganancias con bajos niveles de tecnología y con recursos limitados[221].

Combinaciones horizontales: sistemas de cultivos múltiples

En la mayoría de los sistemas de cultivos múltiples desarrollados por pequeños agricultores, la productividad en términos de productos cosechables por área unitaria es mayor que en los sistemas de cultivo único con el mismo nivel de manejo. El aumento en los rendimientos puede oscilar entre el 20 y el 60 por ciento. Una combinación de factores puede explicar estas diferencias, pero es de destacar la reducción de pérdidas por malezas, insectos y enfermedades y el uso más eficaz de los recursos disponibles de agua, luz y nutrientes[222].

En México, es necesario cultivar una parcela de 1,73 ha con monocultivo de maíz para producir la misma cantidad de alimento que la que se produce en una hectárea de maíz mezclado con frijoles. Además, el policultivo de maíz-calabaza-frijol produce hasta 4 toneladas por hectárea de materia seca que se incorporará al suelo, comparado con las 2 toneladas que se obtienen en el monocultivo de maíz. En Brasil, los policultivos que contienen 12 500 plantas de maíz y 150 000 plantas de frijoles por hectárea producen un 28 por ciento más de rendimiento[223].

Combinaciones verticales: agroforesería

Los agroecosistemas tropicales compuestos de campos cultivados y campos en reposo, huertas domésticas complejas y parcelas agroforestales contienen en general más de 100 especies vegetales. Estas plantas se usan para materiales de construcción, leña, medicamentos, alimentación de animales y alimentación humana. Entre los ejemplos que podemos mencionar se encuentran los sistemas de agroforestación de uso múltiple explotados por los Huastecas y los Lacandones de México, los indios Bora y Kayapó de la cuenca del Amazonas y muchos otros grupos étnicos que incorporan los árboles a sus sistemas de producción[224]. Algunos huertos domésticos son muy eficientes en cuanto al uso de la tierra e incorporan una variedad de cultivos con hábitos de crecimiento diferentes. El resultado es una estructura similar a las selvas tropicales, con especies diversas y una configuración en capas[225].

Recuadro 6: Café de Etiopía - naturalmente orgánico

Etiopía es el principal centro de origen y de diversidad genética de la planta de café arábica. Desempeñando un papel vital en la vida cultural y socioeconómica del país, el café arabica L. es el cultivo comercial más importante en la economía nacional (genera el 60 por ciento de las ganancias en divisas extranjeras). El veinticinco por ciento de la población etíope (15 millones) depende, directa o indirectamente, del café para su sustento.

Etiopía tiene la base genética más grande de café arabica del mundo, con unas 140 variedades locales conocidas. Esto ha producido una gran variabilidad en las características y disponiblidad de las diferentes plantas, que son resistentes a las plagas y enfermedades (por ejemplo, se identificaron 15 genotipos resistentes a la Antracnosis del cafeto) que además son de alto rendimiento y primera calidad. Gracias a la altitud apropiada, precipitaciones abundantes, temperaturas óptimas y suelos fértiles, el potencial del café es muy alto en Etiopía.

Los pequeños agricultores de café, que cultivan un promedio de media hectárea, son los productores principales de Etiopía, y dependen en su mayor parte de la mano de obra familiar. Hay cuatro tipos de sistemas de producción: café selvático, café semiselvático, café de huerta y café de plantación. El 95 por ciento del café que se produce con estos sistemas es orgánico.

Café selvático: representa aproximadamente el 10 por ciento de la producción total de café y se lo encuentra en el sur y sudoeste del país. Crece silvestre debajo de los árboles de la selva natural. Muestra una gran variedad y es de enorme valor por su resistencia a las enfermedades naturales. Las selvas tropicales de Etiopía son la fuente principal de la variabilidad genética de café arabia.

Café semiselvático: representa aproximadamente el 35 por ciento de la producción total de café y se lo encuentra en los mismos lugares que el café selvático. Al adquirir tierras selváticas para las granjas cafeteras, los agricultores entresacan y seleccionan los árboles para garantizar que los cafetos reciban luz de sol suficiente y sombra adecuada. Cortan las malezas una vez al año para facilitar la recolección de los granos de café.

Café de huerta: se cultiva en las cercanías de las casas, especialmente en las zonas del sur y este del país y representa el 35 por ciento de la producción total. Se espera que este método aumente con la introducción del sistema en el sudoeste de Etiopía. El café se planta en bajas densidades, entre 1 000 y 1 800 árboles por hectárea, se fertiliza más que nada con deshechos orgánicos y se lo intercala con otros cultivos.

Café de plantación: se refiere al café que se cultiva en plantaciones que pertenecen al estado y en las granjas de pequeños agricultores. En este sistema de producción, se utilizan determinados plantines recomendados y se practican las técnicas de espaciado, recubrimiento con paja y hojas secas, abono, desmalezado, regulación de la sombra y poda. Sin embargo, el café tiene todavía una gran diversidad de variedades porque los plantines en general son de origen silvestre. Sólo las plantaciones que pertenecen al estado usan fertilizantes y herbicidas químicos, y estas representan un 5 por ciento aproximadamente de la producción total. Las granjas de café manejadas por pequeños agricultores representan un 15 por ciento de la producción total de Etiopía.

Aunque no está certificado como orgánico, la mayoría de los compradores saben que la mayor parte del café etíope reúne las condiciones de un producto orgánico. La fertilidad del suelo se mantiene mediante el reciclado orgánico, es decir, a través de la caída de hojas, la poda y los residuos de los árboles de sombra y de café, y los productores utilizan fertilizantes orgánicos para complementar la fertilidad natural.

Fuente: Autoridad de Café y Té de la República Democrática Federal de Etopía, 1999

En los sistemas agrícolas parecidos a la selva, los ciclos de los nutrientes son estrictos y cerrados. En muchos sistemas de agroforestería tropical, tales como el café tradicional bajo árboles de sombra (por ejemplo Inga sp., Erythrina sp.), el total de nitrógeno que se desprende de las hojas de los árboles, los deshechos y la fijación simbiótica puede llegar a ser diez veces más alta que la producción de nitrógeno neto por cosecha, que en general promedia los 20 kg anuales por hectárea. En otras palabras, el sistema compensa ampliamente el nitrógeno que se pierde por cosecha con el subsidio aportado por los árboles de sombra. En los sistemas muy evolucionados, los investigadores han encontrado evidencias de sincronía entre los niveles máximos de la transferencia de nitrógeno al suelo por los deshechos en descomposición y los períodos de una alta demanda de nitrógeno por la floración y fructificación de las plantas de café[226].

Gracias a las condiciones de cultivo que se extienden durante casi todo el año, los agricultores indígenas pueden alternar la plantación y cosecha de cultivos y árboles para aumentar los rendimientos globales. Por ejemplo, los Bora plantan una gran diversidad de cultivos, incluyendo 22 variedades de mandioca amarga y dulce intercaladas con piñas tropicales, árboles frutales y otros cultivos anuales menores. En el Amazonas, los rendimientos de los Kayapo son casi 200 por ciento más altos que en los sistemas colonialistas y 175 por ciento que los de la ganadería[227]. En México, los indios Huastecas explotan una serie de campos cultivados, otros en reposo, huertos domésticos complejos y parcelas de selva que totalizan unas 300 especies. Las zonas que rodean las casas tienen por lo general entre 80 y 125 especies de plantas útiles, la mayoría plantas medicinales autóctonas[228].

Integración espacial: sistemas de cultivos y de animales

Muchos agricultores integran animales (ganado vacuno, porcino y aves de corral) en sus sistemas agrícolas. Además de proporcionar leche, carne y tracción, estos animales agregan otro nivel trófico al sistema, haciéndolo aún más complejo. Los animales se alimentan de los residuos de los cultivos y de las malezas, y tienen poco efecto negativo sobre la productividad agrícola. Esto sirve para que la biomasa que no se utiliza se convierta en proteína animal. La necesidad de alimentos para los animales también obliga a ampliar la base de cultivos para incluir especies vegetales que además son útiles para conservar los suelos y el agua. A menudo se plantan legumbres para aportar forraje de calidad, pero también sirven para mejorar el contenido de nitrógeno de los suelos[229]. El abono animal le devuelve al suelo materia orgánica.

Combinaciones temporales: rotaciones

No todos los agricultores confían en los sistemas diversificados en el espacio. Por ejemplo, en el sur de Brasil, las familias cultivan maíz, frijoles, porotos de soya y trigo en forma de monocultivos, utilizan tecnologías de bajos insumos y alcanzan rendimientos aceptables (2,7 toneladas por hectárea en maíz y 1,5 toneladas por hectárea en porotos de soya). Muchos de los agricultores han adoptado sistemas de labranza cero que conservan los suelos y mejoran los niveles de materia orgánica pero evitan la dependencia de los herbicidas que caracteriza a los monocultivos de labranza cero de gran escala. La clave del éxito agroecológico es el diseño de las rotaciones con cultivos de protección y abonos verdes que proporcionan una adecuada cobertura del suelo y permiten que se acumule la materia orgánica[230].

Esta estrategia campesina de distribuir el riesgo por medio de la variedad de plantas y animales estabiliza los rendimientos a largo plazo, promueve la diversidad alimentaria y aumenta las ganancias con bajos niveles de tecnología y con recursos limitados.

Sistemas agrícolas indígenas como modelos de diseño

Indudablemente, el conjunto de prácticas de manejo tradicional usadas por muchos agricultores de escasos recursos representa una rica experiencia en la creación de ecosistemas agrícolas bien adaptados a las circunstancias agroecológicas y socioeconómicas de los campesinos. En general, las técnicas que utilizan se adaptan muy bien a las condiciones locales. Tienden a depender más de los conocimientos que de los insumos, pero no todas son eficaces o se pueden aplicar en otros lugares, de modo que en general es necesario modificarlas y adaptarlas. El desafío es que esas modificaciones se basen en las razones y conocimientos de los campesinos.

Recuadro 7: Sistema de intensificación del arroz, Madagascar

El arroz es uno de los cultivos domesticados más antiguos y ha crecido en condiciones de riego durante más de 4 000 años. El Sistema de Intensificación del Arroz (SIA), desarrollado por Fr. Henri de Laulanié en Madagascar en los años 80 ha producido grandes aumentos en los rendimientos sin requerir la compra de nuevas semillas, fertilizantes químicos u otros insumos, y sólo necesitó cambios simples en el manejo del cultivo.

Existen seis prácticas claves que en su conjunto forman el SIA, de las cuales, cuatro se alejan drásticamente de las maneras en que los agricultores de todo el mundo han cultivado el arroz en regadío por milenios:

Se transplantan plantines muy jóvenes, de 8 o 15 días, cuando tienen sólo 2 hojas, ya que tienen más capacidad de ahijamiento que los plantines más grandes.

Se transplantan individualmente, en vez de los grupos usuales de tres o cuatro por mata, y de manera rápida y cuidadosa para evitar que se sequen y dañen.

Los plantines se transplantan siguiendo un esquema cuadrado con una distancia de 25 cm por 25 cm entre sí. Si las condiciones del suelo son buenas se puede aumentar a 50 cm por 50 cm, para permitir que las raíces tengan más espacio para extenderse y la parte aérea de la planta pueda crecer mejor.

En toda la fase del crecimiento vegetativo, los campos se mantienen bien aireados, en vez de inundados. Sin embargo, durante la fase reproductiva se mantiene una película fina de agua (de 1 a 3 cm), que se drena 25 días antes de la cosecha.

El desmalezado es importante ya que sin inundación el crecimiento de las malezas puede ser un problema. Se debe realizar unos 10 días después de haberse transplantado los plantines y luego cada 10 o 15 días.

Se recomienda aplicar compost para mejorar la estructura y la salud del suelo.

Estas técnicas de manejo han duplicado e incluso triplicado los rendimientos de arroz en casi todas las variedades. Los agricultores de la zona periférica del Parque Nacional Ranomafana en Madagascar, un área de selva tropical con alturas que oscilan entre los 400 y 1 200 m por encima del nivel del mar, obtienen rendimientos de arroz de regadío que promedian las 2 toneladas por hectárea. Sin embargo, los agricultores obtuvieron por medio de las técnicas SIA un promedio de 8,1 t/ha en las cinco temporadas (1994/5-1998/99). La cantidad de agricultores que utilizaron estas técnicas en esa época aumentó de 38 a 396, y algunos obtuvieron rendimientos de 14 a 16 t/ha. Los ensayos anteriores que se realizaron en el área con variedades de alto rendimiento y con fertilizantes químicos promediaron las 3 t/ha, alcanzando un máximo de 5 t/ha.

Es posible que el sistema de intensificación del arroz no pueda aplicarse en todas partes, como por ejemplo, en los lugares donde la mano de obra es limitada, ya que estas técnicas SIA requieren más trabajo y habilidades agrícolas específicas, o donde la infraestructura o la capacidad necesaria para proveer agua son insuficientes. No obstante, con ayuda de la Asociación Tefy Saina (una ONG malgache) y el Instituto Internacional Cornel para la Agricultura y el Desarrollo Alimentario, el SIA se difundió a China, Indonesia, Filipinas, Camboya, Nepal, Costa de Marfil, Sri Lanka, Cuba, Sierra Leone y Bangladesh, con resultados muy positivos.

Fuente: CIIFAD, 2002

Indudablemente, el conjunto de prácticas de manejo tradicional usadas por muchos agricultores de escasos recursos representa una rica experiencia en la creación de ecosistemas agrícolas bien adaptados a las circunstancias agroecológicas y socioeconómicas de los campesinos.

«Tala y quema» o «milpa» es quizá uno de los mejores ejemplos de una estrategia ecológica para manejar la agricultura en los trópicos. Por medio de un mosaico de parcelas con cultivos y otras en reposo, los agricultores captan la esencia de los procesos naturales de regeneración de los suelos, típica de cualquier sucesión ecológica.

Al comprender la lógica de la «milpa», el «abono verde», un descubrimiento contemporáneo, ha abierto un camino ecológico a la intensificación de la milpa en zonas donde ya no son posibles los largos períodos de reposo debido al crecimiento demográfico o a la conversión de los bosques en campos de pastoreo.

Uno de los sistemas tradicionales es el «frijol tapado» que se usa para producir frijoles en las laderas empinadas de las zonas de mediana altura de América Central, con grandes precipitaciones, donde se cultiva la mayor parte de la producción de frijoles de la región. Para comenzar el proceso, los agricultores eligen un campo en reposo que tenga dos o tres años de antigüedad y donde la vegetación leñosa domina los pastos. Si el período de reposo es menor de dos años, entonces los pastos cubrirán las plantas de frijoles que vayan apareciendo y la fertilidad del suelo no se habrá recuperado totalmente desde la cosecha anterior. A continuación, se cortan con machetes los senderos a través del campo. Luego se siembran al voleo las semillas de frijol en la vegetación en reposo. Por último, se corta la vegetación en reposo con semillas de frijol formando un colchón que se deja descomponer y que aporta nutrientes a las plantitas en pleno desarrollo. La cosecha se realiza aproximadamente doce semanas después de la siembra al voleo. En Costa Rica, los cálculos estimativos indican que el 60 o 70 por ciento de los frijoles del país se producen con el sistema de frijol tapado. Comparado con los métodos que insumen una mayor mano de obra y el uso de químicos, el sistema del tapado tiene una tasa de rendimiento mayor debido a sus bajos costos.

El sistema tapado permite la producción de frijoles para el consumo doméstico y para la venta y complementa de este modo los magros ingresos en épocas de penurias económicas. Los beneficios redituables son: i) evita el uso de químicos agrícolas caros y potencialmente tóxicos; y ii) requiere poca mano de obra. Se reduce la erosión del suelo porque la cubierta de vegetación evita que la tierra quede expuesta a las precipitaciones abundantes.

Las experiencias en América Central demuestran que los sistemas de maíz basados en «mucuna» son muy estables y permiten niveles de remndimiento respetables todos los años (en general entre 2 y 4 ha). En particular, el sistema parece reducir enormemente las condiciones extremas de sequía ya que la capa de paja y hojas secas conserva la humedad en el suelo. Al tener el nivel apropiado de humedad, los cultivos disponen de los nutrientes (N, P, K, Ca, Mg, etc.) necesarios. Además, la mucuna elimina las malezas (con excepción de R. cochinchinensis), ya sea porque la mucuna impide físicamente que germinen y se desarrollen o que sobrevivan por mucho tiempo, o porque el enraizado superficial de las malezas en la capa de desechos y su interfaz con el suelo permite controlarlas más fácilmente. Los datos muestran que este sistema, basado en los conocimientos de los agricultores y que implica una rotación constante de la mucuna y el maíz, se puede sostener durante quince años como mínimo, con un nivel de productividad razonablemente alto y sin disminución aparente de la base de recursos naturales[231].


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