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Editorial

Dendroenergía

Dos decenios han transcurrido desde la última vez que Unasylva dedicó un número (Nº 133, 1981) a la dendroenergía, o energía producida por la madera. La preocupación central era entonces la escasez de leña: en un informe a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables, 1981, la FAO preveía que en 2000 casi 2 800 millones de personas en las regiones en desarrollo padecerían un déficit de leña, y que para 356 millones tal escasez sería aguda. Otras organizaciones estaban también alarmadas.

Por fortuna, estas predicciones no se han cumplido, y se ha progresado hacia la solución de algunos de los problemas relativos al uso de la dendroenergía en los países en desarrollo.

Subsisten ciertos problemas, tales como la deficiente gestión de los recursos, el trabajo que supone la recolección de leña (realizado sobre todo por mujeres y niños), la irregularidad del comercio y los problemas de contaminación y salud resultantes de la transformación ineficiente de la leña. La capacidad nacional para promover y regular sistemas de dendroenergía (es decir, todas las etapas en la producción, preparación, transporte, comercialización y uso de combustibles leñosos para su conversión en energía) es todavía débil en la mayoría de los países.

Este número empieza con una visión general, por M.A. Trossero, de los problemas y las oportunidades que se presentan al sector dendroenergético, no sólo en los países en desarrollo, que necesitan todavía combustibles leñosos en gran medida, sino también en los países industrializados, que están adoptando nuevas políticas energéticas y medioambientales orientadas a los combustibles renovables como alternativa a los combustibles fósiles.

A continuación, E. Remedio examina los estilos de vida en relación con la dendroenergía en la ciudad y la provincia de Cebú, Filipinas, donde el consumo, la producción y el comercio de leña y carbón vegetal tienen una larga tradición y siguen siendo importantes pese a la rápida urbanización. El artículo de Remedio tiene como complemento textos más breves sobre bioenergía y generación de empleo (J. Domec) y los problemas de contaminación del aire interior y salud derivados del uso de combustibles leñosos y las maneras de paliarlos (A. Koopmans).

Aunque a veces se necesitan subvenciones e incentivos para promover el uso de combustibles leñosos, en algunas situaciones la dendroenergía puede ser económica. G. Horgan examina la economía de la opción por combustibles leñosos en diferentes contextos de hogares e industrias.

El uso de carbón vegetal ha preocupado a los ecologistas por la sobreexplotación potencial de recursos forestales y la deforestación. Con la creciente urbanización de África, P. Girard nota una evolución hacia un mayor uso del carbón vegetal en lugar de la leña para cocinar y calentar los hogares. Propone dos maneras de evitar los problemas derivados del carbón vegetal,
a saber el uso de residuos de elaboración de la madera para hacer carbón vegetal y la aplicación de prácticas y reglamentaciones adecuadas de gestión forestal.

Para determinar los lugares en que hay riesgo de sobreexplotación de recursos forestales y arbóreos, la FAO ha elaborado un nuevo instrumento de planificación llamado Cartografía integrada de la oferta y la demanda de combustibles leñosos (WISDOM). Según la describen R. Drigo, O.R. Masera y M.A. Trossero, dicho instrumento combina la información geográfica sobre producción y consumo de combustibles leñosos para precisar las zonas en que es preciso intervenir para asegurar la sostenibilidad del uso de tales combustibles.

Durante más de medio siglo, la FAO ha recopilado y publicado estadísticas sobre producción y comercio de productos forestales, entre ellos combustibles leñosos. Las estadísticas correspondientes en FAOSTAT, base de datos estadísticos de la FAO, se han revisado recientemente mediante métodos mejorados de estimación de datos no disponibles. A. Whiteman, J. Broadhead y J. Bahdon describen los modelos usados para la revisión, y muestran cómo las revisiones influyen sobre las tendencias.

Contribuciones breves dispersas en el número tratan de temas como terminología de la dendroenergía (D. Thrän); dendroenergía y cambio climático; nuevas tecnologías de fabricación de carbón vegetal (H. Stassen); y evolución del comercio internacional de combustibles leñosos, en particular en países industrializados (A. Faaij).

Por último, fuera del tema general del número, un artículo de G. Kamwenda describe el sistema agrosilvopastoral ngitili en la República Unida de Tanzanía, sistema indígena para paliar la escasez de piensos en la estación seca e impedir la degradación del medio ambiente. El sistema consiste en cercar un espacio de vegetación permanente durante la estación lluviosa y abrirlo al pastoreo en el centro de la estación seca.

Las políticas dendroenergéticas deben ser globales; tienen que tener en cuenta factores socioeconómicos, culturales y medioambientales, para evitar, por ejemplo, los problemas de deforestación y degradación forestal que han causado a veces los incentivos para la promoción de combustibles leñosos. Los programas dendroenergéticos deben integrarse en programas forestales nacionales y coordinarse con otros sectores. Es preciso que representen toda la gama de intereses públicos y privados y que estén concebidos a la medida de las necesidades específicas de la región, el país o la comunidad de que se trate.

Los problemas del uso de combustibles leñosos se relacionan a menudo con el problema de la pobreza. La movilización de fondos para iniciativas dendroenergéticas sigue siendo la gran tarea pendiente. Se necesitan inversiones sobre todo en las zonas rurales en que la leña y el carbón vegetal son la principal fuente de energía y pueden ser un motor para la elevación del nivel de vida.

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