Indice Página siguiente


PARTE I

CAPITULO 1
INTRODUCCION

La preocupación internacional por los bosques tropicales ha crecido intensamente durante la pasada década. Este período ha sido testigo de acontecimientos tales como: el comienzo del Programa de Acción Forestal Tropical (PAFT) como marco de actuación en el sector de los bosques tropicales, y la creación de la Organización Internacional de Maderas Tropicales (OITT) como foro para los consumidores y productores de madera tropical que actúan en el mercado internacional, así como el examen de los problemas de la deforestación a los más altos niveles internacionales, como son la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, los encuentros en la cumbre del Grupo de los siete países más industrializados y, por último, aunque no por ello menos importante, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Rio de Janeiro, Brasil, en junio de 1992. Al mismo tiempo, el proyecto de la FAO para la Evaluación de los Recursos Forestales de 1990 puso de relieve que la proporción y la escala de deforestación durante la pasada década fue aún mayor de lo previsto (FAO 1992c).

La cuestión primordial de cualquier solución al problema debe consistir en reconciliar la necesidad de desarrollo y de niveles mejores de vida de los países tropicales, basada en el uso sostenible de todos los recursos nacionales - incluyendo los bosques naturales - con la conservación de la capacidad de sus recursos genéticos para la renovación y adaptación al cambio de condiciones y necesidades. El problema es complejo, ya que está condicionado por otros aspectos de mayor amplitud, como el aprovechamiento de la tierra y el crecimiento demográfico, así como las repercusiones y las relaciones internacionales respecto de la deuda, el comercio y las ayudas. Parte de la dificultad que existe en la búsqueda de soluciones rápidas y efectivas reside en la gran complejidad de los bosques tropicales mismos. No hay uno, sino muchos miles de problemas en los bosques, no sólo en términos de las muchas variedades existentes de bosques xerofíticos, bosques higrofíticos, formaciones montañosas y costeras, sino también de las diferentes condiciones sociales y económicas que les rodean, y cada uno de esos problemas necesita un análisis y un tratamiento por separado.

La diversidad biológica es un aspecto de esta complejidad de los bosques tropicales que atrae ahora el interés internacional. Esto comporta una nueva apreciación de este particular valor de los ecosistemas forestales naturales, y se suma a sus valores de producción y medioambientales, los cuales, a menudo, han demostrado ser insuficientes para asegurar su protección. En las fórmulas aplicadas para determinar el valor económico de un área, las consideraciones sobre diversidad están en general escasamente representadas o son inexistentes, y se desestiman en comparación con las necesidades inmediatas de disponibilidad de tierras, la producción de alimentos y los beneficios procedentes, por ejemplo, de la producción intensiva de madera, mediante plantaciones de crecimiento rápido en lugar del bosque natural. Puesto que la población humana continúa aumentando, resulta cada vez más difícil de defender el coste de oportunidad de reservar extensas superficies sólo para conservar la diversidad biológica basándose en razones éticas y por unas “necesidades futuras” que a menudo no se concretan. Al mismo tiempo, las presiones para aumentar al máximo el volumen de madera obtenido a corto plazo y los beneficios procedentes de los bosques de producción, pueden constituir una creciente amenaza para la persistencia de los bosques naturales sometidos a sistemas de entresaca selectiva que reinviertan los fondos empleados y los beneficios en el cuidado y la ordenación de las áreas explotadas. Sin embargo, en la medida en que la conservación de la diversidad genética se pueda contemplar como uno de los servicios que presta el bosque natural sometido a una ordenación para usos múltiples, incluida la producción sostenible de madera a niveles apropiados, puede ser más fácil reconciliar los objetivos de desarrollo y conservación. La excepcional riqueza de los bosques tropicales respecto a la diversidad biológica ofrece en este sentido grandes posibilidades, siempre que se prevea de manera adecuada una ordenación eficaz.

Como consecuencia de la preferencia que se concede a otras opciones de usos de la tierra, la reducción progresiva en tamaño y el aislamiento creciente de las áreas de bosque natural que quedan en muchos países, se impone la necesidad de una ordenación cada vez más eficiente: en parte, para asegurar los máximos niveles de producción, con objeto de defender el bosque contra la creciente demanda de las poblaciones en crecimiento, pero también contra las crecientes tensiones que sufre el ecosistema a consecuencia de la pérdida del efecto “tampón” de las extensas superficies que rodean al bosque. Este cambio de situación puede producir efectos directos sobre las condiciones medioambientales en torno al bosque y también una influencia indirecta sobre los sistemas de reproducción y de dispersión de semillas de las especies arbóreas que dependen de vectores animales.

Los recursos genéticos constituyen la componente de diversidad genética en el bosque que se encuentra en uso actual o potencial, ya sea para producción o para mantener el bosque como un sistema en funcionamiento. La conservación de los recursos genéticos es absolutamente fundamental para el éxito a largo plazo de todas las otras formas de conservación de la diversidad (Riggs 1990) y es también esencial para la ordenación sostenible y productiva del ecosistema forestal donde estos recursos se encuentran. Hasta este punto, por tanto, la conservación in situ de los recursos genéticos forestales deberá reforzar la conservación y la ordenación de los bosques productivos y viceversa. Al mismo tiempo, los sistemas de parques nacionales y otras areas de protección total tienen también un papel esencial, particularmente en la conservación tanto de una diversidad biológica cuyos valores de uso o de existencia son muy inciertos, como de los recursos genéticos de especies de importancia económica. Sin embargo, el espacio cubierto por el bioma bosque tropical dentro de estos sistemas es limitada y nunca satisfarán todas las necesidades de la conservación de recursos genéticos. Se necesitan, por tanto, nuevos planteamientos que integren las actividades de conservación a nivel nacional para obtener un máximo efecto tanto en los bosques de producción como en los sistemas de areas de protección total.

La FAO posee un papel internacional destacado cuando se trata de asociar la ordenación de los bosques a la conservación de los recursos genéticos forestales, particularmente a través del Grupo de Expertos de la FAO en Recursos Genéticos Forestales establecido en 1968. Tras la publicación en 1975 del libro “Metodología de la Conservación de los Recursos Genéticos Forestales” (FAO 1975), la FAO publicó en 1984 el “Manual sobre conservación in situ de los recursos genéticos de especies leñosas tropicales” (Roche y Dourojeanni 1984). En estos documentos se analizaban los resultados y las actividades de conservación de los recursos genéticos en el sector forestal. En el último documento se publicaron tres estudios monográficos relativos a Camerún, Malasia y Perú, que, además, analizaban el papel de los sistemas de areas protegidas, incluidos los que se encuentran dentro de los bosques de producción, tales como las reservas de selva virgen en Malasia, las cuales fueron objeto de un examen detallado. Los principios y procedimientos establecidos en ambos documentos proporcionan todavía valiosas orientaciones sobre este tema. Desde entonces, la recopilación y la publicación de los estudios sobre las prácticas de ordenación en los bosques tropicales húmedos de Africa (FAO 1989b), Asia (FAO 1989c) y América Latina (FAO 1992a) junto con otros estudios más amplios del tema desde puntos de vista tanto de ordenación como ecológicos (por ej., Mergen y Vincent 1987; Wyatt-Smith 1987a; Poore 1989; Whitmore 1990; Gómez-Pompa y otros 1991), han proporcionado nuevas oportunidades para considerar el posible papel de los bosques de producción en relación con la conservación in situ de los recursos genéticos forestales. El Grupo de la FAO, en su séptima reunión en 1989, aprobó propuestas para actualizar y ampliar las orientaciones contenidas en la publicación de 1984 sobre la conservación in situ de especies madereras tropicales. Al hacer esto se decidió centrar los estudios sobre el papel que juegan los bosques tropicales sometidos a ordenación con vistas a la producción de madera u otros productos y servicios en la conservación de los recursos genéticos de las especies leñosas. Estas, particularmente los árboles más grandes y más longevos, son las que predominan a la hora de determinar el particular potencial genético del sistema.

La diversidad de los bosques tropicales es producto no sólo del gran número de especies presentes en una superficie determinada, sino de los cambios sucesivos en el tiempo, desde la colonización por especies pioneras de calveros o áreas despejadas hasta el bosque maduro “clímax”, a través de una compleja sucesión de etapas. Las fuerzas económicas y la demanda del mercado han producido sistemas de ordenación dirigidos a simplificar y truncar la complejidad natural y la sucesión por etapas en el bosque, para concentrar el potencial de crecimiento en, relativamente, pocas especies y en ciclos cortos de apeo, con una reinversión muy limitada en actividades de ordenación. Esta situación, en la cual los planteamientos económicos a corto plazo han dejado de lado frecuentemente la preocupación ecológica, ha estado condicionada por el valor aparentemente bajo de la producción por unidad de superficie del bosque, expresado en cuotas y valor por metro cúbico de madera apeada en el bosque. Generalmente, esto ha sido incompatible con el nivel de inversión en ordenación necesario para conservar los recursos genéticos, incluso de las especies más importantes desde el punto de vista económico, excepto quizás y ocasionalmente, en aquellas pertenecientes a asociaciones pioneras o de rápido crecimiento invasoras de los calveros. Incluso, aún contando con un conocimiento muy limitado de la composición específica y de la variación intraespecífica de los bosques, está claro que gran parte de los recursos genéticos útiles, o potencialmente útiles, están en peligro de desaparición. La solución de este problema depende de un amplio conjunto de medidas integradas, dentro del cual la investigación científica y la gestión profesional de los bosques son sólo parte de esa solución.

El rápido ritmo de los cambios en la demanda y en las oportunidades de mercado, a menudo ha invalidado los objetivos de la ordenación y los programas de recogida de datos o las medidas silvícolas aplicadas para conseguirlos. El peligro de adoptar objetivos demasiados estrechos y a corto plazo es aún mayor cuando se trata de la conservación de los recursos genéticos, la cual tiene que considerar los posibles cambios en las necesidades y en las oportunidades a lo largo de períodos mucho más largos que los que suponen uno o dos turnos de corta. Es probable que estos cambios incluyan los rápidos avances en los medios empleados en manejar, manipular y recombinar el material genético. Al mismo tiempo, los avances en la tecnología de la información están transformando las posibilidades para interpretar grandes y complejos conjuntos de datos destinados a una mejor comprensión y uso de las relaciones funcionales en la ordenación de los bosques. Estos avances aumentan en gran medida las posibilidades de una ordenación para uso múltiple que incluya la conservación de los recursos genéticos. Un aspecto muy importante de estos planteamientos basados en el uso múltiple, tanto en lo relativo a la seguridad a largo plazo del ecosistema forestal como a la conservación de la diversidad genética, es la incorporación, dentro del sistema de ordenación, de los productos forestales no madereros y de los intereses de las comunidades locales.

Mientras en el pasado, con unos recursos más limitados para ordenar la complejidad del sistema y con unos objetivos en la ordenación más estrechos, la respuesta frente a la diversidad del bosque consistía en simplificar el sistema, concentrando las medidas de intervención en unas pocas especies - a menudo con resultados imprevisibles e inesperados -, en la actualidad, se ha visto que gran parte del valor actual y futuro del bosque natural reside en su diversidad genética. Una respuesta futura más apropiada para la ordenación de la diversidad será una mayor diversidad en la ordenación. Esto se puede conseguir de varias maneras y a varios niveles: desde el uso múltiple dentro de una misma área de bosque - ya sea simultáneamente, ya en etapas sucesivas, mediante la ordenación separada por tramos o cuarteles - hasta la ordenación integrada y diversificada de todo el patrimonio forestal nacional, abarcando bosques de producción, bosques protectores, áreas de conservación genética, redes de areas protegidas, y áreas que combinen dos o más de estas funciones.

Incluso para la ordenación de recursos genéticos cuyo dominio natural sobrepasa los límites de la nación, las fronteras definen la última unidad de ordenación efectiva, en la cual la libertad y la eficacia para actuar deben ser acrecentadas además por la cooperación internacional. En última instancia, es el gobierno nacional el que ostenta el poder para formular las políticas necesarias sobre el territorio y el uso de los recursos que determinen la posibilidad de practicar la ordenación sostenida de los bosques y la conservación de la diversidad biológica de la nación y de sus recursos genéticos.

Cada país y, en gran medida, cada área forestal, son únicos en términos de sus recursos genéticos y de las estrategias apropiadas a nivel nacional y local de ordenación de los bosques, tanto desde el punto de vista productivo como de objetivos de conservación. Las posibilidades de éxito de los intentos de encontrar soluciones de ordenación a nivel de bosque individual, separándolas de su encuadramiento dentro de la política nacional de desarrollo, no sólo la referente a los bosques y al aprovechamiento de la tierra, sino también a la de la industria forestal, el comercio y las relaciones con otros sectores, no pueden ser sino muy limitadas.

Por esta razón, forma una extensa parte de este estudio general de las políticas y las actividades necesarias para relacionar la conservación con la producción forestal mediante una ordenación apropiada un estudio monográfico detallado de los problemas que se plantean respecto a la conservación de los recursos genéticos forestales en un país (Ghana) y de las medidas adoptadas para resolverlos, junto con otros ejemplos más breves que contrastan con el anterior tomados de otros dos países (India y Brasil). Estos estudios monográficos se presentan en la Parte II del presente documento.

En la Parte I del capítulo II se resumen brevemente los elementos esenciales de los recursos genéticos forestales. En el Capítulo III se examina la naturaleza y la extensión de las repercusiones de la ordenación orientada a la producción de madera sobre los recursos genéticos del bosque y algunas posibilidades de adoptar una ordenación para usos múltiples. En el Capítulo IV, se intenta prever el futuro de los bosques naturales, en términos de demanda internacional e interna de madera y otros productos, así como la probable influencia de otros factores, tales como el aumento demográfico y la preocupación medioambiental, incluido el interés internacional por la conservación de la diversidad biológica. Por último, en el capítulo V se hacen sugerencias para formular Estrategias Nacionales para la Conservación de los Recursos Genéticos Forestales.

En el Apéndice l se expone un ejemplo de la investigación cuidadosa que se necesita para suministrar información sobre la biología de reproducción y la genética de distintas especies principales dentro de una estrategia nacional.

En el futuro se espera completar el presente estudio con recomendaciones más detalladas dirigidas a armonizar la ordenación forestal sostenible con fines productivos, con la conservación in situ de las especies, procedencias y poblaciones utilizadas, en beneficio de estos dos objetivos complementarios.

CAPITULO 2
NATURALEZA DE LOS RECURSOS GENETICOS FORESTALES

De la misma manera que la expresión “recursos forestales” se refiere a la utilidad de los bosques para la producción de madera y otros productos para el disfrute del hombre, la expresión “recursos genéticos” implica que los elementos de la variabilidad genética de los árboles y otros vegetales y animales se utilizarán para satisfacer necesidades y objetivos humanos. Sin embargo, en comparación con el aprovechamiento de madera o la recolección de otros productos del bosque, que pueden ser objeto de uso inmediato, los beneficios de los recursos genéticos pueden ser aprovechados no sólo en los programas actuales, sino que son esenciales para el desarrollo futuro de las generaciones próximas y posteriores; y para la adaptación continua de los recursos a los cambios de las condiciones medioambientales y de las necesidades humanas.

El otro aspecto importante de los recursos genéticos de los bosques naturales, especialmente de los bosques tropicales, es su gran diversidad, y esta amplitud de variación proporciona la base para la selección y mejora de productos y otras utilidades para satisfacer futuras necesidades, tan lejos como se pueda prever. Por tanto, cuanto más incertidumbre exista en las demandas futuras, mayor será el interés potencial de conservar la diversidad. A parte del número relativamente pequeño de especies arbóreas que tienen actualmente importancia económica o importancia utilitaria para las comunidades locales, y sobre las cuales se deben concentrar principalmente los programas de conservación, probablemente debe haber cientos o incluso miles de otras especies presentes de valor menor o desconocido. Algunas de estas especies podrían formar una parte importante de los futuros aprovechamientos de leña, madera y otros productos forestales, como respuesta a cambios de las condiciones medioambientales o de las demandas del mercado.

2.1 Niveles y estructura de la diversidad genética

La diversidad genética se produce en varios niveles de la organización del ecosistema, a través de las especies que lo componen, de sus poblaciones subespecíficas (procedencias), grupos de familias y genotipos individuales, hasta el nivel molecular del gen. Si bien la conservación del ecosistema puede también contribuir a lograr la conservación de algunas especies y genotipos incluidos en él, otras podrían perderse, a menos que, por ejemplo, en el caso de árboles maderables importantes, las especies y las poblaciones genéticamente diferenciadas compuestas por ellas, se incluyan también como objetivo en las medidas específicas de conservación (FAO 1989a). Es probable que dentro de estas poblaciones exista una variación sustancial entre árboles individuales (genotipos). Dependiendo del modelo de distribución de esta variación en la masa, como resultado de la naturaleza de los sistemas de reproducción y dispersión de las especies, algunos recursos genéticos de alto valor pueden perderse a su vez en este nivel, aún en el caso de que la población, contemplada como un todo, sobreviviera. A este respecto, se necesita un cuidado especial para asegurar que la progenie de los mejores individuos de especies valiosas, al ser aprovechados en su madurez, esté debidamente representada en la regeneración presente, para evitar efectos de degradación genética y pérdida de la diversidad.

A nivel de genes, las diferencias alélicas podrían ser la base de peculiaridades valiosas, por ejemplo la resistencia contra plagas o contra la tensión medioambiental grave, de gran valor potencial para la adaptación a los cambios medioambientales y para uso futuro. Los rápidos avances en ingeniería genética pueden permitir nuevas combinaciones de características genéticas que podrían transformar las posibilidades de las plantaciones altamente productivas o de cualesquiera otras características deseables, facilitando el mejor uso de las tierras deforestadas o degradadas. Las oportunidades de reconocer tal variación genética a ese nivel en el bosque natural son claramente remotas. Sin embargo, existe una alta probabilidad de que estos recursos genéticos potencialmente valiosos se encuentren en las poblaciones muy diversificadas, lo cual es una razón más para prevenirse contra las pérdidas inadvertidas de diversidad.

Por tanto, es esencial que se consideren todos los niveles de diversidad genética y, hasta donde resulte apropiado y practicable, se incluyan en los objetivos y en las actividades de un programa de conservación (Namkoong 1990). Más aún, la organización y la estructura de la diversidad genética en sus distintos niveles constituyen la base tanto del funcionamiento del ecosistema como de los planteamientos para la conservación de los recursos genéticos de las distintas especies (Riggs 1990).

La estructura genética de una especie se define por la forma en que la variación genética se distribuye entre las poblaciones y dentro de ellas. Esta estructura es el resultado de mutaciones, migraciones, selección y flujo de genes entre poblaciones separadas y está fuertemente influida por el sistema genético, que abarca los sistemas de fertilización y de dispersión de polen y semillas. Para la ordenación y conservación de los recursos genéticos es esencial la información sobre la diversidad y distribución de genes dentro de las especies y sus poblaciones locales, pero, para la mayor parte de las especies arbóreas tropicales, esta información es muy limitada o inexistente.

2.2 Conservación de los ecosistemas

Tal como se insistió anteriormente, la conservación de la diversidad de los bosques naturales depende de mantener in situ todos los componentes funcionales esenciales del ecosistema. Es probable que estos incluyan una serie de interacciones ecológicas, particularmente relaciones simbióticas y conexiones interdependientes, por ejemplo, entre especies arbóreas y su fauna polinizadora, dispersora de semillas, etc. A pesar de que, en muchos casos, el objetivo pueda ser la conservación de determinadas especies y poblaciones principales, en la práctica, es probable que esto suponga la conservación de comunidades enteras, al menos hasta que logremos un conocimiento más completo de la dinámica del ecosistema. Cuando se ha realizado una investigación de este tipo, se ponen de manifiesto generalmente complejidades e interacciones ocultas, por ejemplo, entre los sistemas conocidos por “tramas vegetales” o “tramas alimentarias” (Gilbert 1980; Terborgh 1986; Whitmore 1990). Una amplia variedad de animales, que incluye muchos grupos de invertebrados, pájaros, murciélagos y otros mamíferos participan en la dispersión del polen y las semillas de árboles de reconocida importancia económica y, a su vez, en las áreas del bosque donde esta fauna es necesaria, puede depender para su supervivencia de recursos alimenticios o de refugios para la cría proporcionados por árboles u otras especies vegetales muy diferentes y aparentemente insignificantes. Entonces, la desaparición de estas especies, “fundamentales” o “pivotes”, puede conducir a la pérdida de especies vegetales, incluso árboles maderables, cuya polinización o diseminación depende de la fauna (Howe 1990).

A pesar de que la gran mayoría de las especies en los bosques tropicales mixtos pueden jugar un papel no esencial en la función del ecosistema y, por tanto, pueden ser en este sentido innecesarias, los actuales niveles de conocimiento y comprensión resultan inadecuados para determinar con certeza todos los componentes clave del ecosistema. El principio de precaución requiere, por tanto, que las prácticas de ordenación y aprovechamiento conserven un espectro de especies, de conexiones mutuas y valores que aún son inciertos, tan amplio como sea posible. Tal planteamiento es coherente con la creciente preocupación internacional para la conservación de la diversidad biológica en general. Los bosques tropicales y otras tierras forestales, además de los recursos genéticos de las especies leñosas que contienen, son el hábitat de una cuantiosa gama de otros vegetales y especies animales, los cuales contribuyen a la suma total de diversidad y recursos genéticos que existe sobre la tierra.

Podemos, entonces, distinguir cuatro categorías arbitrarias de recursos genéticos forestales para la conservación in situ: (i) las principales especies arbóreas de interés económico; (ii) otros árboles, plantas y especies animales de valor conocido pero menor para la economía nacional o las comunidades locales; (iii) especies funcionales clave para la sostenibilidad del ecosistema; (iv) otros elementos en la diversidad biológica total de valor aún desconocido.

2.3 Conservación de las especies principales

En la misma medida que en los objetivos generales de la ordenación forestal con fines productivos se dará preferencia a los árboles de las especies de interés económico principales, estas especies constituirán también uno de los objetivos primordiales para la conservación in situ de los recursos genéticos de los bosques. Para ello se mantendrán las poblaciones de mejora viables y se favorecerá la reproducción de los mejores individuos arbóreos, en tanto que esto se pueda juzgar de su aspecto fenotípico en el bosque. Este objetivo tendrá que ser un componente normal de toda ordenación forestal sostenible, pero es probable que en la práctica aumente el coste de las operaciones de aprovechamiento y de ordenación, tal como se realizan actualmente en la mayor parte de los países. Para lograr un mayor cuidado que evite daños a los árboles padre y a la regeneración de las especies secundarias “no económicas”, se requeriría la imposición de condiciones especiales mediante incentivos u obligaciones que habría que añadir, por tanto, a los costes de ordenación y de aprovechamiento. No obstante, el mantenimiento de poblaciones de mejora viables de especies “fundamentales” y de las que son importantes para uso interno de las comunidades locales, puede ser esencial para la ordenación sostenible a largo plazo del bosque respecto de todos estos valores, incluido el de la producción de madera.

Será inevitable que se produzcan algunas pérdidas de diversidad biológica como resultado de las prácticas de aprovechamiento y ordenación, al menos durante un tiempo y en las áreas afectadas por estas operaciones. Un sistema de ordenación único, si se practica de forma coherente, afectará a todos los rodales por igual. El calendario, la frecuencia, la intensidad y extensión de las cortas serán los principales factores que determinarán la gravedad de los efectos en la diversidad biológica general. Sin embargo, el uso de diversos sistemas de ordenación puede aumentar la variación entre las unidades de ordenación. Las repercusiones en las principales especies dependerán también del nivel de conocimiento de las pautas de variación dentro de las especies, tanto dentro como entre diferentes poblaciones de los bosques, y de sus interacciones con otras especies en el ecosistema, y, por último, de la voluntad y capacidad para ajustar las operaciones de ordenación y aprovechamiento para minimizar las pérdidas de diversidad.

2.4 Conservación de las procedencias

Las consecuencias prácticas de la necesidad de entender la estructura genética son, entre otras, la probabilidad de que poblaciones genéticamente distintas de una especie puedan existir en diferentes áreas forestales dentro del dominio de la especie (p. ej., diferentes procedencias de la especie), como resultado del aislamiento y/o de la adaptación a diferentes condiciones medioambientales. Estas poblaciones distintas, pueden diferir sustancialmente en su valor socioeconómico y en su potencial productivo, u ofrecer posibilidades de mejora por la combinación de sus cualidades a través de programas de cruzamientos de mejora. El diseño de las estrategias de conservación in situ depende, por tanto, de manera particular de la estimación de la probabilidad y localización de esta variación intraespecífica.

Otro aspecto importante del sistema genético de una determinada especie al determinar pautas y niveles de diversidad dentro de las procedencias y poblaciones es el grado con el que tiene lugar la polinización entre diferentes individuos arbóreos (exogamia) o la frecuencia de la autopolinización, o, incluso, la producción de semilla sin fertilización (apomixis). A pesar de que muchas especies han sido estudiadas adecuadamente, muchos de los científicos que han realizado tales investigaciones concluyen que hay una fuerte tendencia a la polinización cruzada y la exogamia entre especies arbóreas tropicales (Bawa 1974; Bullock 1985; Bawa et al 1985; Bawa y Krugman 1990; Janzen y Vasquez-Yanes 1990). Algunas autoridades creen que el alto flujo genético entre individuos que resulta del predominio de la polinización cruzada, contribuye a los altos niveles de diversidad genética característicos de los bosques tropicales. Otros han atribuido la existencia de elevados niveles de diversidad de especies en los bosques tropicales pluviales al aislamiento de los individuos arbóreos de una especie, con la consiguiente dependencia de la endogamia o la apomixis (para un examen de estos puntos de vista, ver Whitmore 1990 y Bawa et al 1990).

Las consecuencias prácticas consisten en que los aprovechamientos madereros o de la deforestación extensiva, realizados sin precauciones específicas basadas en el adecuado conocimiento de los sistemas genéticos y los modelos de variación de las especies arbóreas importantes, van a aumentar probablemente los efectos sobre las masas provocando interrupciones cada vez más graves entre las poblaciones debido a las alteraciones de los niveles y pautas de los cruces externos o la endogamia. El resultado es que se originará una falta de producción suficiente de semillas fértiles, o una endogamia excesiva que pondría en peligro la viabilidad a largo plazo de la especie o su procedencia. Los efectos no tendrían que ser necesariamente negativos, puesto que, en algunas circunstancias, la extracción de individuos muy próximos entre sí, tendería a fomentar un cruzamiento externo más amplio. Sin embargo, el aspecto esencial es que, en ausencia de una información adecuada sobre la biología de la población de la especie, los efectos serán imprevisibles.

La ausencia de tal información respecto de casi todas las especies arbóreas en la mayor parte de las áreas de bosque tropical, puede limitar gravemente las posibilidades de la ordenación eficaz de sus recursos genéticos. La estrategia de conservación más segura aplicable será la de mantener lo más amplia posible la base genética de las especies en general, conservando el mayor conjunto posible de procedencias dentro de su dominio natural geográfico y ecológico. Al hacerlo, conviene también proteger la integridad de cada una de estas poblaciones frente a la contaminación genética que se puede causar introduciendo procedencias externas de la especie, tal como puede ocurrir, por ejemplo, al plantar calveros o al realizar plantaciones complementarias dentro del bosque, o, con posterioridad al establecimiento de repoblaciones en un área adyacente, usando especies hibridantes o procedencias externas dentro del ámbito de la distribución natural de polen.

2.5 Valores de la diversidad genética

Es muy difícil juzgar el valor relativo de diferentes árboles o poblaciones de una especie en las masas naturales, donde la incertidumbre sobre la edad y la historia pasada se combinan con diferencias accidentales debidas a la calidad del emplazamiento y a la competición con otro tipo de vegetación. En las pocas especies arbóreas que han sido objeto de ensayos de procedencia y programas de fecundación, se han obtenido aumentos muy significativos en la productividad y en los beneficios económicos y sociales consiguientes, sobre la base de una selección de especies de un muestreo de procedencias muy diversas. Estas mejoras se han conseguido mediante ensayos comparativos cuidadosos y la aplicación de los resultados en plantaciones de rápido crecimiento. Los recursos genéticos de otras especies arbóreas tropicales que se conservan in situ en los bosques naturales pueden constituir la base para un aumento de productividad análogo mediante ensayos ex situ para determinar sus cualidades hereditarias y su comportamiento en determinados ambientes.

2.6 Valores de uso y de opción

Los economistas reconocen dos tipos principales de valor: valores de uso y valores de no uso (existencia). Los valores de uso se pueden subdividir además en aquellos que se basan en la disponibilidad para usos conocidos e inmediatos y aquellos otros basados en una disponibilidad para usos futuros (valores de opción). Mientras el valor directo de uso de la diversidad genética en los bosques se puede medir mejor en el caso de las especies de mayor valor comercial, el valor de opción de especies que actualmente no son objeto de demanda, puede ser bastante alto. Estas últimas pueden llegar a ser importantes para adaptarse, por ejemplo, a posibles cambios climáticos, o para satisfacer cambios de demanda en el mercado de madera u otros productos forestales no madereros (PFNM). En los últimos años, se han dado muchos casos de especies consideradas al principio como no comercializables o como “malas hierbas”, pero que ahora son muy valiosas. El resultado es que aumentan las opciones que se abren al gestor forestal, como consecuencia de haber conservado una gama de diversidad genética en los bosque naturales mayor que la de las especies reconocidas anteriormente como de uso inmediato (ver el estudio monográfico de Ghana en la Parte II).

2.7 Valor de precaución

Entre los valores de uso indirecto (no destinado al consumo) importantes de la diversidad genética de los bosques tropicales está su posible contribución a la estabilidad del ecosistema, particularmente de cara a los cambios climáticos a nivel mundial o regional. No se conoce prácticamente nada del papel funcional de la diversidad general en la estabilidad del ecosistema, o de los niveles aceptables de pérdida de especies, o de los umbrales de irreversibilidad del cambio con niveles decrecientes de diversidad genética en los bosques naturales. Igualmente, es imposible prever con certeza la respuesta de las especies arbóreas a los cambios climáticos probables. Estos altos niveles de incertidumbre, combinados con los peligros de una reducción irreversible de la diversidad genética subrayan la necesidad de seguir el principio de precaución, evitando pérdidas innecesarias en esta diversidad y en los recursos genéticos.

La importancia de conservar los recursos genéticos de un conjunto de poblaciones de una especie de reconocida importancia socioeconómica puede ser también mayor en el contexto de los cambios climáticos previstos. Esto adquiere particular interés en los extremos del dominio natural de una especie, donde las poblaciones locales pueden estar adaptadas a presiones medioambientales más extremas, por ejemplo, en las zonas de transición entre los tipos de bosque húmedo y seco, o entre las tierras forestales de la sabana seca y los matorrales espinosos más áridos o las formaciones desérticas. Más aún, los recientes avances en la genética molecular y la ingeniería genética pueden acentuar el valor de tales poblaciones, las cuales, a pesar de que pueden mostrar unos crecimientos muy lentos y portes defectuosos u otras limitaciones de producción, pueden contener un material genético valioso que les confiere características tales como resistencia a la sequía o a elevadas concentraciones de sal en el suelo. Se pueden hacer consideraciones similares para poblaciones de especies en otras zonas de transición, por ejemplo, en las zonas intermareales de las formaciones forestales costeras, donde podrían llegar a ser graves los efectos de la subida del nivel del mar debido al calentamiento general del clima.

2.8 Valor de existencia

Esta categoría final de valor - el valor de existencia - es, con probabilidad, relativamente alto para las especies arbóreas tropicales más raras y más preciosas, que son más vulnerables al empobrecimiento genético, o, incluso a la extinción, debido a los aprovechamientos intensivos sin ordenación adecuada y sin debida atención a la conservación de sus recursos genéticos. Estos valores de existencia, junto con la preocupación por la existencia de los ecosistemas tropicales forestales en general, ocupan primordialmente la atención del público y los medios de comunicación en muchos países desarrollados, particularmente en lo que concierne a los bosques tropicales pluviales.

Aunque se puedan obtener beneficios futuros de la conservación de un amplio espectro de diversidad genética, incluido algún elemento proveniente de los posibles valores indirectos correspondientes a la estabilidad del ecosistema y otros de valores de opción indeterminados que se refieren a oportunidades de mercado aún no identificadas, lo que sí es probable, es que de momento se produzcan unos costes financieros. Estos pueden ser, tanto costes directos de protección y ordenación, como también costes indirectos debidos a las oportunidades perdidas a corto plazo por la reducción de los niveles de producción obtenidos del bosque en conjunto. A corto plazo, no es probable que la estabilidad del ecosistema forestal se vea afectada por una reducción en la diversidad de las especies. A pesar de que ésta podría llevar a la eliminación progresiva de algunas especies de madera para carpintería o ebanistería de crecimiento más lento, especialmente si va acompañada de sistemas de aprovechamiento más intenso que tienden a favorecer especies pioneras de crecimiento rápido, puede que tampoco los niveles generales de producción total de madera se vean muy afectados por la pérdida de diversidad de especies.

2.9 Determinación de las áreas de conservación

La mayor parte de la diversidad de especies arbóreas se encuentra en las tierras bajas húmedas tropicales, por ejemplo en Yanamomo, en el Amazonas peruano, donde se contabilizaron 283 especies de árboles de un diámetro de 0,1 m o más en una parcela de una hectárea (Whitmore 1990). Las influencias históricas y medioambientales han llevado a la concentración de la diversidad de especies en ciertas áreas, como resultado de presiones evolucionistas relacionadas, por ejemplo, con largos períodos de estabilidad ambiental o perturbaciones periódicas, aislamiento, desaparición de barreras entre poblaciones, migraciones y otras influencias. A pesar de que es muy escasa todavía la información sobre el número de especies y los patrones de distribución, para una estratificación inicial se pueden utilizar divisiones biogeográficas entre los principales ecosistemas terrestres del mundo, y, con otros datos disponibles, proporcionar una base para seleccionar áreas de altos niveles de diversidad, o de excepcionales grados de endemismo, o ambos casos a la vez, para determinar las más altas prioridades para la conservación de los ecosistemas. Estos dos criterios, junto con el grado de agotamiento o de amenaza que sufran los recursos genéticos de un área, han sido utilizados por varios autores y organizaciones para singularizar países y zonas a las que se les ha de atribuir alta prioridad (por ej., Myers 1988; Reid y Miller 1989; McNeely 1990). Tales áreas son más apropiadas para la conservación dentro de los sistemas de areas de protección total, tales como las reservas naturales o los parques nacionales, que las áreas ordenadas para la producción de madera u otros productos. Los criterios anteriormente indicados deben ser los más apropiados para seleccionar una única zona de alta prioridad para la conservación de los ecosistemas, pero si se puede seleccionar más de un área como parte de un sistema integrado de reservas, estos criterios tendrían que ampliarse para incluir una diversidad de lugares que abarquen también la variación intraespecífica de especies principales. Más aún, la asociación de áreas adyacentes de bosque natural sometido a ordenación productiva para formar una “zona tampón”, con los areas de protección total puede proporcionar una ampliación valiosa de la extensión y tamaño de las poblaciones de muchas especies arbóreas y contribuir a una eficaz cobertura de su variación intraespecífica.

2.10 Relaciones con los bosques de producción

El papel de los bosques de producción sometidos a ordenación en la conservación de los recursos genéticos es particularmente importante para la conservación de la variación intraespecífica, a nivel de población de especies arbóreas de valor conocido o probable. Teóricamente, la ubicación de áreas que sirvan para tales objetivos de conservación se debería determinar a partir de datos sobre las pautas de variación o de la estructura genética y flujo de genes, puesto que esto último revela la escala geográfica sobre la que tales poblaciones pueden diferir unas de otras. En ausencia de tal información, cabe hacer ciertas hipótesis razonables a partir de datos geográficos y ecológicos.

Las presiones de selección que resultan de condiciones medioambientales locales pueden desarrollar una diferenciación entre poblaciones como respuesta. Hay, por tanto, generalmente, una correlación entre los factores geográficos o ecológicos por una parte y las propiedades morfológicas o fisiológicas inherentes de las poblaciones de una especie por otra (FAO 1989a). Mientras, por ejemplo, el sistema de areas totalmente protegidas de reservas naturales puede incluir parte del dominio de una especie, la conservación efectiva del patrimonio genético (por ej., la suma total de materiales genéticos) de la especie en conjunto requiere la inclusión de una gama mucho más amplia de poblaciones representativas de posibles diferencias genéticas que sólo se pueden conjeturar a partir de sus situaciones geográficas o ecológicas (Frankel 1970). Probablemente, esto requerirá un cierto número de áreas de conservación distribuidas sobre el entero dominio natural de la especie y, en la medida en que tal estrategia pueda ser practicable en cualquier caso dado, es probable que muchas de ellas deberán cubrir múltiples objetivos, como la producción de madera y otros productos forestales. Debe determinarse para cada especie el número ideal y la asignación de tales áreas de conservación y, en ausencia de datos específicos, puede darse por supuesto que, para las especies difundidas y de gran cruzamiento externo puedan bastar unos pocos lugares en cada zona ecológica o geográfica principal. Para las especies con fuerte endogamia, y aquellas que se caracterizan por presencias desparramadas y aisladas, pueden necesitarse más lugares de conservación.

2.11 Tamaño de las áreas de conservación

Se han dedicado muchos estudios, particularmente en relación con poblaciones de grandes animales, al tamaño mínimo de una población viable que pueda permitir una evolución continuada y no dirigida y a la superficie mínima de conservación necesaria para ello. Otros cálculos se han basado en niveles de fecundación interna conocidos o probables y en el tamaño de población necesario para reducir al mínimo la consiguiente pérdida de variabilidad genética sobre un determinado número de generaciones. Unas cifras que se manejan comúnmente son: un mínimo de 50 individuos adultos de mejora para el mantenimiento a corto plazo de viabilidad de la población, y 500 para mantener la adaptabilidad genética al cambio a largo plazo (FAO 1989a). La cifra de 1 000 individuos se ha sugerido como conveniente para mantener el “potencial de evolución”, mientras que, al otro extremo, se ha estimado que un tamaño genéticamente eficaz de menos de 50 puede ser suficiente para varias generaciones y que casi toda la variabilidad genética de una población se puede conservar temporalmente sólo en unos pocos individuos de mejora (Wilcox 1990).

Para las especies longevas, como los árboles, y aquellas sometidas a algún grado de ordenación sobre gran parte de su dominio natural, principalmente las que poseen un valor reconocido o local, el tamaño de una población individual es menos importante que la distribución de las zonas de conservación para recoger muestras de modelos probables de diversidad en el dominio de la especie. En ausencia de información sobre las pautas de variación dentro de una especie, la opción más práctica es la conservación de poblaciones de unos pocos cientos de individuos en los extremos de sus dominios geográficos y ecológicos. Sin embargo, para los bosques pluviales de alta diversidad que contienen muchos cientos de especies de árboles, cada una de las cuales puede existir normalmente con una frecuencia muy baja, se han sugerido superficies de conservación de unas 5 000 ha basándose en la estimación de que así se cubriría el 95 por ciento de las especies (Ashton 1984).

2.12 Conservación dinámica

Una característica esencial de la conservación in situ es que contribuye a la “evolución continua” (Frankel 1981). En este sentido, tanto los recursos genéticos, como la práctica para su conservación, son esencialmente dinámicos y no deberían considerarse como un intento de mantener un recurso fijo y finito. Al mismo tiempo, la conservación contribuye a evitar una rápida erosión de la variabilidad genética, por ejemplo, mediante la extinción de especies o de poblaciones excepcionales, o el fuerte cambio de dirección en la composición genética de una población como resultado de una grave reducción del número y el consiguiente aumento de la endogamia y/o el empobrecimiento genético a causa del aislamiento. Puesto que las posibilidades para reservar considerables areas de protección total adicionales se reducen progresivamente, debe continuar aumentando la necesidad de una ordenación más consciente de las especies importantes desde el punto de vista socioeconómico.

2.13 Trastornos de la composición y sucesión

Los cambios en la composición de las especies de diferentes comunidades vegetales por sucesión ecológica en una misma área, son una característica común de cualquier tipo de vegetación, ya que las especies y las comunidades colonizadoras pioneras dan lugar a nuevos estadios. La extinción local de especies pioneras es una parte necesaria de este proceso, pero siempre que las alteraciones naturales o artificiales en las formaciones clímax den oportunidad a la recolonización cíclica por especies pioneras en otras áreas, la composición total del bosque en grandes extensiones no se ve afectada. Generalmente, se acepta que estos procesos naturales en la dinámica de los bosques tienen lugar en las formaciones biológicamente más diversas, sobre todo en los bosques tropicales pluviales, donde es probable que la mayor parte de las áreas ricas en especies sean las que incluyan manchas de bosques secundarios en varios estadios de recuperación después de un trastorno de la composición, además de manchas de bosques en fase de madurez (Whitmore 1990).

Por tanto, el objetivo de la ordenación de los recursos genéticos es mantener un sistema dinámico (Namkoong 1986), lo cual puede comportar la supresión deliberada de árboles en los últimos estadios de la sucesión natural, además de la conservación deliberada de algunos elementos del bosque maduro. La diversidad genética y los recursos genéticos específicos se pueden reforzar o reducir en áreas específicas del bosque durante determinados períodos de tiempo, dependiendo de los sistemas de ordenación concretos y del grado de conocimiento de la dinámica del bosque en la que estos se basan. La falta de una ordenación activa, por ejemplo, la exclusión completa de la intervención humana, puede tender a reducir la diversidad genética dentro de un área determinada, mientras que en algunas circunstancias (temporales generalmente) de ausencia de intervención, puede ser una decisión de la ordenación deliberada, dirigida a conservar los recursos genéticos específicos dentro del marco de una estrategia de conservación general.

2.14 Explotación forestal y diversidad genética

En teoría, la explotación por entresaca en los bosques tropicales mixtos se podría, adoptar para mantener un equilibrio óptimo entre las diversas etapas de la sucesión ecológica, con objeto de permitir un máximo de diversidad genética y la conservación de los recursos genéticos de las especies pioneras y de las correspondientes a los últimos estadios de sucesión. Se podría conseguir esto tanto mediante cortas a hecho a intervalos muy largos, para permitir que cada área talada vuelva en su día a la condición de madurez, como mediante cuidadosa apertura de pequeños claros a base de eliminar árboles individuales, o por posibles diversos modelos y niveles intermedios de aprovechamiento que pueden favorecer la regeneración preexistente de diferentes especies. Sin embargo, esto presupone, no sólo la voluntad de subordinar los beneficios financieros a corto plazo a objetivos ecológicos a largo plazo, sino también un cierto grado de conocimiento de la composición y la dinámica del bosque.

Además del efecto inmediato de la corta sobre la regeneración preexistente y las condiciones medioambientales, tales como luz, temperatura y humedad del suelo forestal, que pueden afectar de distintas maneras a la regeneración de diferentes especies, se observarán otros efectos derivados de la densidad y el espaciamiento de las poblaciones de las especies apeadas. Estos cambios pueden influir sobre las pautas de floración y fructificación y las relaciones de fecundación dentro de la población. Además de estos efectos directos puede haber repercusiones sobre las poblaciones de vectores polínicos o dispersores de semilla de las especies arbóreas mediante la desaparición de especies vegetales “fundamentales” de las cuales dependen estas poblaciones.

El aumento de la sensibilidad al fuego es un efecto de la intervención humana, a menudo inadvertido y generalmente grave, que puede seguir a las cortas. Mientras algunas formaciones forestales están adaptadas para sobrevivir a incendios periódicos y pueden existir comunidades paraclimácicas a causa del fuego, con cualidades particulares de sus recursos genéticos de valor potencial, asociado con su capacidad para colonizar áreas afectadas por el fuego, los efectos negativos del fuego indiscriminado en otras formaciones forestales más complejas pueden reducir gravemente los recursos genéticos de especies arbóreas más valiosas. En casos extremos, poblaciones enteras pueden desaparecer a causa del fuego posterior a la corta de todos los árboles adultos de una especie en el área afectada.

No obstante, con un control adecuado y basado en un conocimiento suficiente de los procesos ecológicos que tienen lugar, la corta y extracción de la madera se pueden utilizar para ayudar a la conservación de un amplio espectro de recursos genéticos de las principales especies arbóreas. Tanto la eficacia con que esto se puede lograr, como la seguridad contra pérdidas accidentales de elementos sustanciales de las reservas genéticas, dependerán de la ordenación de una red de áreas de conservación, tanto en bosques de producción como en los sistemas de áreas de protección total, que se extiendan por el entorno natural de las principales especies.

Recuadro 1
Función de los bosques explotados en la conservación de la riqueza de especies y la diversidad genética

En las próximas décadas, la mayor parte de las áreas forestales sin aprovechar, fuera de la limitada extensión de los sistemas de areas protegidas, serán explotadas para producir madera. En los bosques madereros, excepto en los que operaciones mecanizadas intensivas, fuegos o cultivos ilegales han causado fuertes daños, se mantiene todavía gran parte de la diversidad vegetal original y, a menudo, son aptos para volver a ser colonizados por la fauna más importante (Johns 1988 y 1992; Whimore y Sayer 1992). Existe mucha documentación sobre el efecto de las cortas iniciales en la estructura, composición y regeneración del bosque y se han descrito exhaustivamente los procedimientos para minimizar los daños y mejorar su rentabilidad (por ej., Nicholson 1979; Dykstra y Heinrich 1992). Teóricamente, las operaciones de aprovechamiento de los bosques de producción tienen por objeto imitar los procesos de formación natural de calveros para lograr una producción sostenible de madera sin alterar radicalmente la composición y la estructura del conjunto del bosque. Para conservar las poblaciones de especies de vertebrados consideradas intolerantes a la explotación forestal puede ser suficiente una reserva de áreas sin explotar, que sume sólo el 5 por ciento de un bosque explotado intensivamente (Johns 1992), y un solo ciclo de corta no reduce necesariamente la riqueza específica de las poblaciones arbóreas (Whitmore y Sayer 1992), siempre que exista una suficiente regeneración que no haya sido dañada gravemente durante las operaciones de corta, o que se disponga de semilla para la regeneración posterior en el depósito de semillas del suelo o en las áreas adyacentes.

Las principales repercusiones en la riqueza específica y los recursos genéticos de las especies maderables primarias, especialmente aquellas que son más tolerantes a la sombra y son características del bosque maduro, probablemente se observarán en el segundo ciclo de corta y el aprovechamiento subsiguiente. La duración del ciclo de corta será de importancia decisiva para el mantenimiento de poblaciones de mejora satisfactorias de las principales especies arbóreas. Incluso cuando puedan quedar sin aprovechar áreas pequeñas, tales como las reservas de selva virgen, los progresivos efectos de la fragmentación y el aislamiento de los bosques sobre el flujo de genes, el grado de endogamia, la variación genética, la fertilidad de las semillas, etc., afectarán decisivamente a los recursos genéticos. Pueden producirse efectos en los polinizadores clave o dispersores de semilla, así como sobre la estructura del suelo e incluso sobre su composición química (House y Moritz 1991).

Es necesario realizar estudios coordinados a largo plazo para orientar la ordenación de los bosques madereros hacia la conservación de la riqueza específica y los recursos genéticos, adoptando, si es necesario, medidas de ordenación rectificadoras (Ng 1983).

CAPITULO 3
REPERCUSIONES DE LA ORDENACION EN LOS BOSQUES DE PRODUCCION

A pesar de que la ordenación forestal se puede definir de varias formas (Vanniere 1975; Philip 1986; FAO 1989b; FAO 1992a), en general se está de acuerdo en que debe consistir esencialmente en la toma de decisiones firmes sobre el futuro de un área de bosque particular, planeando y poniendo en marcha acciones para conseguir los objetivos señalados y efectuando el seguimiento de los resultados. En última instancia, depende de la política forestal nacional, y sus componentes básicos son la definición de objetivos, la planificación, el control, la protección y los informes. Está relacionada también con la asignación de los recursos para lograr esos objetivos. Es precisamente la gran disparidad entre los objetivos y los recursos aplicados para su consecución lo que comúnmente origina los efectos perjudiciales mayores en los bosques. Tal como se usa aquí el concepto, abarca, tanto el aprovechamiento controlado de madera, como las operaciones silvícolas asociadas, dirigidas a la obtención sostenible de bienes específicos y servicios del bosque. Un aspecto esencial es que la tierra debe continuar adscrita al uso forestal después del aprovechamiento y que las operaciones deben conducir a la regeneración adecuada y al mantenimiento de las funciones medioambientales y sociales del ecosistema natural. Esto comporta un compromiso y un consentimiento previo de los usuarios de la tierra y el control y la continuidad de los fines, que también son elementos esenciales para la conservación de los recursos genéticos forestales.

3.1 Continuidad y control

La ordenación de los recursos genéticos podrá ser eficaz sólo si forma parte integrante del conjunto de la ordenación de usos del suelo (FAO 1989a). Los objetivos de la conservación in situ pueden contener varios planteamientos de aprovechamiento del suelo, incluidas áreas productivas de uso múltiple y bosques de producción de madera, así como los sistemas de áreas de protección total, en el intento de reconciliar la doble exigencia de la demanda hoy, es decir, ingresos y abastecimiento de las necesidades básicas humanas (alimentos, madera y otros productos forestales), junto con los objetivos de conservación a largo plazo. Teóricamente, esto requiere una política y una planificación globalizadora nacional de los usos del suelo, que abarque una política forestal apropiada y basada en un inventario nacional de los bosques, prestando atención específica a las especies vegetales de importancia socioeconómica y a los intereses de la conservación. En caso de que esto fallase, se puede utilizar una amplia zonificación de vegetación, siguiendo los principios del Programa de Reservas de la Biosfera (Unesco 1984), para concentrar los objetivos de conservación en las áreas más importantes, a las cuales se les puede, entonces, dar un estatuto de reserva dentro de las categorías de total protección de la tierra. En realidad, las presiones sobre la tierra y los recursos naturales de las poblaciones humanas en crecimiento y los programas económicos de desarrollo relacionados con ellas, restringen fuertemente las áreas que probablemente se van a retirar y dedicarse a parques nacionales o, de forma equivalente, a reservas de protección total. La contribución potencial de los bosques productivos a la conservación de los recursos genéticos es, por tanto, importante y puede ser alta, siempre que exista un planteamiento de ordenación forestal conservador y sostenible, basado en los sistemas de regeneración natural. La inclusión deliberada de objetivos de conservación genética en los planes de ordenación de los bosques productivos puede ser esencial para asegurar la necesaria amplitud y diversidad de las zonas para formar una eficaz red nacional de conservación.

Al iniciar los planes de ordenación forestal tropical, primero en el subcontinente indio, y posteriormente en Africa (FAO 1989b; FAO 1989c) se incluyó la disposición del establecimiento de un firme control administrativo sobre los bosques, por ejemplo, con la designación y demarcación de un “Patrimonio Forestal Permanente” cuyos límites y usos se podían cambiar sólo por decisión de las autoridades nacionales a los niveles más altos. A pesar de que este planteamiento autoritario ha provocado a veces una oposición local, y de que ahora existe el convencimiento general de que no se puede asegurar la integridad de los bosques sin el consentimiento y la participación de la población local que depende del recurso, el establecimiento del Patrimonio Forestal Permanente ha sido un poderoso elemento en la conservación de los recursos genéticos. En muchos casos los objetivos de producción sostenible de madera no han sido suficientes para impedir la reasignación de algunos bosques patrimoniales reservados a la agricultura permanente, o la ocupación ilegal de terrenos forestales, pero en la mayor parte de los países tropicales la protección legal de los bosques de producción ha contribuido en medida importante y positiva a la conservación de sus recursos genéticos. Sin embargo, ha habido también graves repercusiones negativas debido a una explotación a menudo excesiva (no acompañada por un control y ordenación adecuados para asegurar la regeneración) como resultado de presiones políticas, financieras y económicas a corto plazo.

3.2 Influencias económicas y de mercado

Muchos de los recientes estudios sobre la ordenación forestal tropical (Masson 1983; Mergen y Vincent 1987; Schmidt 1987; Wyatt-Smith 1987a; FAO 1989b; FAO 1989c; FAO 1992a; Poore 1989) concluyen que la ordenación de los bosques tropicales como recurso renovable y realmente sostenible, es técnicamente posible y que los fracasos del pasado o el abandono de los intentos de una producción sostenible de madera en ellos se debieron a presiones socioeconómicas o políticas. Estas han impuesto frecuentemente graves restricciones en los medios disponibles para cubrir los aspectos varios de la ordenación a que anteriormente nos hemos referido, en parte como resultado del fracaso en obtener los beneficios adecuados de la explotación del recurso, y/o reinvertir tales beneficios en la regeneración y la ordenación del bosque (Repetto y Gillis 1988).

La raíz del problema está en la debilidad de la economía nacional en muchos de los países tropicales, combinada con la escasez de capital para invertir en desarrollo. El bosque mismo, ha sido tratado como un recurso para financiar y apoyar el desarrollo en otros sectores de la economía y, mientras esta fuente de financiamiento en su totalidad fue suficientemente importante para hacer que valiera la pena la explotación, las retribuciones aparentes por unidad de superficie de bosque eran, por lo común, demasiado bajas para asegurar el nivel necesario de inversiones dedicadas a la ordenación sostenible, o, incluso, para preservar la tierra contra las presiones de otros usos alternativos. Aun aceptando los argumentos a favor de los beneficios económicos a largo plazo derivados de la reinversión en ordenación forestal, las limitaciones financieras a corto plazo, acompañadas por los intereses inmediatos de los concesionarios, empresas madereras y otros interesados, pueden conducir a una explotación excesiva que descuide la regeneración forestal. Esto se ve favorecido por contratos de concesiones a corto plazo que no motivan una planificación a largo plazo. Para recuperar las inversiones en maquinaria a gran escala y la construcción de pistas, las compañías madereras buscan frecuentemente máximas retribuciones de los aprovechamientos al menor coste y con una preocupación mínima por los efectos medioambientales. Donde la demanda del mercado es altamente selectiva, el concentrarse exclusivamente en extraer los mejores fenotipos de las especies más valiosas tendrá efectos negativos (de degradación genética) sobre las generaciones posteriores, si tales intervenciones se realizan sin la debida atención al potencial regenerativo y a la calidad de la próxima generación.

Donde exista un amplio conjunto de especies comercializables, incluyendo muchas especies menos conocidas o menos usadas, tendremos un potencial de grandes beneficios, que proporciona la oportunidad de aumentar la reinversión en ordenación forestal. Sin embargo, en la práctica, no obstante se incrementaran los beneficios intensificando las cortas, la reinversión permanecía estática o, incluso, disminuía; en estos casos, se ha dejado que el bosque se repoblara naturalmente, sin atender a la composición específica. Si los daños causados por los aprovechamientos madereros a los primeros brotes de regeneración y a las condiciones del lugar para el establecimiento de brinzales hubieran sido controlados cuidadosamente, el aprovechamiento de una amplia variedad de maderas sería más compatible con la conservación de una gama igualmente amplia de especies, que las cortas muy selectivas características de los primeros sistemas de explotación (ver por ejemplo el estudio sobre Ghana en la Parte II). Sin embargo, sin controles estrictos sobre la construcción de pistas, plataformas de corta, marcado de la madera, aprovechamiento y extracción, existirá el peligro de provocar efectos ecológicos graves en la capacidad del lugar y en los recursos genéticos, especialmente los de las especies de crecimiento lento características de la fase madura o “clímax” del bosque.

La introducción de equipo pesado mecánico para la explotación maderera, junto con la creciente demanda de una mayor variedad de especies de madera tropical, ha afectado enormemente a las especies y la diversidad genética de algunos bosques naturales. El efecto consiste en una variación de la composición de los bosques en las áreas de corta a favor de unas pocas especies, predominantemente especies pioneras de crecimiento rápido, características de los primeros estadios de la sucesión ecológica. La ordenación para la conservación in situ de los recursos genéticos, debe dar prioridad a las especies principales de interés económico, algunas de las cuales serán al menos pioneras o invasoras de calveros de crecimiento rápido, que se verán favorecidas por un cierto grado de apertura de la cubierta de las copas. Sin embargo, es muy probable que la reducción a gran escala y en medida extrema de la cubierta forestal de copas mediante intensa explotación mecánica de una amplia variedad de especies favorezca a especies pioneras de muy corta vida con madera de baja densidad y duración. Es seguro que se produzca una discriminación, al menos a corto plazo, en perjuicio de la multitud de especies de crecimiento más lento, tolerantes de la sombra, en particular de algunas maderas de alta calidad para ebanistería y fabricación de chapas. Por tanto, el efecto general de estas intervenciones será el de reducir de manera uniforme el conjunto de especies de valor económico en favor de una banda más estrecha de especies de crecimiento rápido, de baja a media densidad. Al mismo tiempo, es probable que haya una reducción en la diversidad biológica del ecosistema en general, tanto en flora como en fauna, a menos que se excluyan determinadas áreas del bosque del régimen de explotación simultánea e intensiva. Las presiones económicas para obtener retribuciones máximas de la inversión en equipos de corta, pistas e infraestructura correspondiente han olvidado frecuentemente tales consideraciones ecológicas.

Los rendimientos en volumen del bosque tropical húmedo, regenerado naturalmente, alcanzan probablemente una media de sólo 2 a 3 m3 por hectárea y año, a pesar de que, en algunos casos, las operaciones sílvicolas y una ordenación racional podrían incrementarlos tres o cuatro veces donde la regeneración de especies comercializables es suficiente y las condiciones del lugar son favorables (Wyatt-Smith 1987a). Una característica común de los sistemas de ordenación dirigidos a incrementar de esta forma la producción de especies valiosas es la eliminación, generalmente por envenenamiento, de los árboles indeseables y competidores. Estas y otras operaciones de “refinado”, si se mantienen de forma coherente durante sucesivos ciclos de corta, reducirán también la diversidad de las especies en la áreas tratadas, pero no necesariamente sobre el total del bosque si se excluyen de tales tratamientos áreas seleccionadas o son tratadas para favorecer diferentes componentes. En la mayor parte de las operaciones que se realizan actualmente, la pérdida de rendimiento que lleva consigo tal exclusión se consideraría inaceptable en términos puramente económicos.

Los efectos del comercio internacional de madera tropical sobre los recursos genéticos de determinados géneros y especies se ha evaluado en un estudio llevado a cabo recientemente por el Centro Mundial para el Control de la Conservación (WCMC, 1991) por encargo de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (ITTO). Este estudio reunió datos y observaciones de expertos relativos a 1 868 especies arbóreas, asignándoselas categorías de conservación de acuerdo con el sistema de la UICN. De ellas, 304 especies se clasificaron como amenazadas a nivel mundial y 190 como amenazadas en dos o más países. La fiabilidad de los datos puede ser cuestionable, puesto que existe poca información disponible procedente de un inventario forestal detallado y, por tanto, las evaluaciones se basaron en gran parte en las opiniones de especialistas en varios campos de la geografía y la botánica. Se prestó particular atención a la familia Dipterocarpaceae, de la cual se dice en el estudio haber conseguido una evaluación relativamente completa de su estado de conservación. Incluso admitiendo cierta incertidumbre y una posible exageración del grado de deterioro o de amenaza, el estudio reveló graves daños a los recursos genéticos de esta importante familia de árboles de madera de alta calidad. Las cortas muy intensivas que se están llevando a cabo ahora en varios de los países en los que se producen de forma natural especies de éste género deben ser causa de preocupación, a menos que se preste una atención urgente a su ordenación sostenible, en la cual el aprovechamiento sea sólo una etapa, así como a las medidas de conservación genética aplicadas paralelamente a su uso.

El estudio de la ITTO se realizó en países de Africa y Asia en 1991/92. En América Latina, se ha identificado otro aspecto de los efectos del mercado en los recursos genéticos forestales allí donde la demanda de la meliácea Swietenia macrophylla ha determinado un aprovechamiento altamente selectivo de buenos fenotipos de la especie en extensas zonas, sin ocuparse de la posterior protección de la regeneración y la ordenación que asegurara su diversidad y calidad (Monbiot 1991). El peligro de graves efectos de degradación genética y de la extinción de poblaciones locales es claramente, en este caso, una posible consecuencia de las fuerzas del mercado.

En general, el efecto de las fuerzas económicas y de mercado ha sido el de imponer la reducción de especies y de diversidad genética en los bosques productores de madera. Este ha sido el resultado de mercados muy restringidos y selectivos y de no haber reinvertido parte de los beneficios en ordenación forestal, fomentando en consecuencia, sistemas de ordenación general de bajo coste y objetivos a corto plazo. La falta de adecuación de la teoría y el análisis económicos aplicados a los sistemas de ordenación naturales en los bosques mixtos tropicales (Leslie 1987) se refieren sobre todo a la necesidad de ampliar el alcance del análisis más allá de los beneficios a corto plazo para los organismos y las personas más directamente interesadas, e incluir intereses más amplios de la nación y la sociedad en conjunto y de las futuras generaciones. Esto es aplicable en particular a los valores inherentes a los recursos genéticos de los bosques. En la medida en que las zonas de producción de madera pueden ser también objeto de ordenación para conservar los recursos genéticos, este objetivo adicional reforzaría el enfoque económico de la ordenación del bosque natural para que en esta imperen consideraciones ecológicas además de económicas.

Incluso la gama mucho más estrecha de diversidad genética general que resultará de aprovechamientos extensivos repetidos y de “refinado” de los bosques será probablemente mucho mayor que si la misma zona se dedicara a plantaciones forestales, y seguramente sustancialmente más grande que la que resultaría de la mayor parte de formas alternativas de aprovechamiento de la tierra. Sin embargo, muchas especies y poblaciones, especialmente aquellas que son características de los bosques primarios o maduros, se perderán, a no ser que se reduzcan las graves restricciones actuales para financiar la ordenación del bosque natural. Un aumento de la financiación (incluyendo una nueva canalización de los beneficios hacia el bosque) permitiría una ordenación más consciente y diversa de las poblaciones arbóreas, a expensas, posiblemente, de alguna pérdida en el volumen producido. Esta pérdida podría quedar compensado en parte por un incremento del valor unitario mediante la ordenación de áreas seleccionadas con rotaciones más largas para obtener madera de mejor calidad.

Si bien la reconsideración de las restricciones económicas y financieras para la ordenación del bosque natural parecía poco realista antes y tal vez lo sea todavía para la mayor parte de los bosques de producción, el valor económico de la diversidad genética se reconoce ahora cada vez más como riqueza de interés internacional. Este valor, y por tanto, los costes que puede ocasionar la conservación, dependerán de la ubicación, composición y condiciones existentes en cada área específica de bosque.

3.3 Inventario forestal

La base científica para la conservación de las especies y de los recursos genéticos depende esencialmente del estudio y la interpretación de la información taxonómica de las diferencias y afinidades determinadas genéticamente, de sus pautas en la distribución natural (corología) y de la base ecológica para su presencia. Estos tres conjuntos de datos interdependientes que deberían formar la base para elaborar estrategias sólidas de conservación son insuficientes para los trópicos y en muchos casos no existen. Muy a menudo los únicos datos disponibles son el resultado de inventarios forestales referentes principal o exclusivamente a las disponibilidades de madera aprovechable. Las técnicas para realizar levantamientos de los recursos de madera en pie disponibles en los bosques han experimentado considerables progresos en los pasados treinta o cuarenta años (FAO 1989b) y se ha subrayado cada vez más la necesidad de efectuar inventarios forestales nacionales e inventarios detallados y amplios de áreas seleccionadas. Sin embargo, demasiado a menudo, tales inventarios han aportado poca de la información necesaria para planificar la ordenación sostenible del bosque a largo plazo, y se han limitado a determinar el volumen comercializable de un reducido número de especies conocidas como económicas o potencialmente económicas (Masson 1983). Hasta ahora, se ha prestado poca atención a la composición efectiva del bosque o a su condición después de la corta.

Uno de los principales problemas con los que se enfrenta la ordenación del bosque natural es la insuficiente información sobre la composición específica del bosque, tanto en términos del valor total económico del bosque como de su potencial de regeneración (Wyatt-Smith 1987b). Algunas de las cuestiones importantes que a este respecto hay que considerar antes, pero sobre todo después de la corta si los niveles presentes de brinzales, latizos y repoblado preexistente de las especies comerciales que constituyen la base de la producción futura son o no suficientes. La evaluación de la regeneración era un componente constante en los primeros intentos de ordenación del bosque natural, por ejemplo en Malasia y Nigeria, pero, posteriormente, la tendencia ha sido más bien la de reducir más que de aumentar el tiempo y los recursos humanos dedicados a tales investigaciones y, por tanto la de limitar el nivel de la información detallada disponible, incluso en relación con las especies preferidas desde el punto de vista económico. Sin embargo, en los últimos años, con el desarrollo de la biología de conservación como ciencia aplicada, ha quedado cada vez más claro que estudios e investigaciones más detallados deben constituir un componente inseparable de los sistemas de ordenación forestal para elaborar una base científica apropiada para las medidas de conservación.

Una práctica común en los intentos más serios de ordenación de los bosques naturales, es la del muestreo de diagnóstico para determinar la densidad de masa y las condiciones silvícolas de los jóvenes vástagos de las especies “deseables” de dimensiones inferiores a las condiciones límites de explotabilidad (FAO 1989b), y hay una tendencia a realizar un inventario y una evaluación de los recursos antes de la corta para extenderse más allá de los recursos madereros comerciales, es decir, a los productos no madereros, incluidos los de interés para las comunidades locales (FAO 1989c). Tal medida es esencial para obtener una valoración más completa del bosque, en apoyo de la conservación de un espectro más amplio de los recursos genéticos valiosos (ver también el estudio monográfico de Ghana).

El componente central y tradicional del inventario forestal, a saber, la evaluación cuidadosa de las cortas permisibles y la producción sostenible de madera, es vital para la conservación del recurso, para poder asegurar que la tasa de aprovechamiento no sea superior a la capacidad de regeneración y de crecimiento del bosque. Para ello es preciso conocer exactamente las existencias en crecimiento, su distribución por especies, clases de tamaño y ubicación, y saber cómo cambian con las cortas y los tratamientos silvícolas. También es esencial, para la conservación de los recursos genéticos, la disponibilidad de un inventario forestal preciso y mapas de existencias, con miras a reducir los daños de la corta y proteger la regeneración. No obstante, tales datos de inventarios son insuficientes como base para una labor más positiva con el fin de identificar y conservar los componentes más valiosos de la diversidad genética. Dada la alta proporción del coste de las operaciones de inventario, que está directamente relacionado con la facilidad de acceso y el trabajo en el bosque, el coste adicional de recolectar una gama más amplia de datos y observaciones en el curso del análisis de la madera puede resultar relativamente bajo. Más aún, la amplia disponibilidad de potentes computadoras electrónicas para el manejo de grandes y complejos conjuntos de datos, ha eliminado en gran parte esa limitación en la recogida de una gama y un volumen cada vez mayores de datos de campo en el curso de un inventario forestal.

En general, el 10 por ciento de las especies arbóreas de un bosque tropical ocupa al menos el 50 por ciento del rodal (Ashton 1988). Tras un rápido y extenso reconocimiento se pueden recabar las directrices para establecer prioridades de conservación, no sólo en términos de riqueza específica, sino también respecto a los recursos genéticos de un bosque. Los recientes estudios de Hawthorn en Ghana indican el valor potencial de realizar amplios estudios botánicos juntamente con el inventario forestal al elaborar estrategias para la conservación de los recursos genéticos forestales (ver también el estudio monográfico de Ghana).

Para que el inventario forestal sea plenamente útil para su finalidad de contribuir a la conservación de los recursos genéticos, debe tratar de determinar el valor genético relativo de una determinada zona de producción del bosque, por ejemplo, respecto al grado de distribución de especies o de tipos de bosque seleccionados, en relación con otras áreas sometidas a ordenación o reservadas, tales como los sistemas de areas plenamente protegidas de parques nacionales, etc. Esta información podría ayudar a determinar la combinación más eficaz del número mínimo de emplazamientos necesarios para incluir especies, poblaciones y comunidades al nivel esencial mínimo para la conservación de una gama conveniente de diversidad. Habida cuenta del gran número de especies, incluso arbóreas, que hay en los bosques tropicales y la necesidad de incluir estudios sobre algunas otras especies vegetales importantes desde el punto de vista socioeconómico o aquellas que son esenciales para el funcionamiento del ecosistema y, por tanto, para la ordenación general del recurso, es necesario a menudo adoptar una solución intermedia entre estudios biológicos detallados y evaluaciones más generales, basadas en cambios del paisaje u otros aspectos medioambientales. Se puede asumir, por ejemplo, que gran parte de las variaciones intraespecíficas (procedencias) de importancia económica potencial, se produce conforme a pautas de variación del entorno y de la comunidad vegetal en general.

La fase de planificación es un momento decisivo para un inventario eficaz y aceptable desde el punto de vista de los costes, con el fin de asegurar que se incluya una base apropiada de conocimientos botánicos, ecológicos y sociológicos, por ejemplo, tanto en la concepción como en la ejecución del estudio. Teniendo en cuenta el acervo de conocimientos y el interés de muchas universidades e institutos de investigación, tanto de los países tropicales como industrializados (a menudo donantes de ayuda), por tales investigaciones científicas en materia de bosques tropicales, los recursos humanos adicionales que se necesitan pueden obtenerse a menudo a un reducido coste extra, comparado con el importe del inventario básico y en proporción al valor de la información adicional que se obtendría con la participación de los expertos.

Un aspecto importante de esta fase de planificación que puede requerir la incorporación de expertos es la planificación de la recogida de datos, su manejo y análisis. La disponibilidad general de pequeños pero potentes medios electrónicos para el análisis de datos ha transformado también las posibilidades de estudio, permitiendo comprender mejor la composición del bosque y la diversidad genética a partir de datos limitados. Los criterios para la elaboración de procedimientos de realización de inventarios y de modelos de crecimiento para la ordenación de los bosques tropicales avanzan rápidamente (por ej., Vanclay 1989; Alder 1990) y van a adquirir progresivamente la capacidad de incorporar más información relativa a la ordenación de los recursos genéticos del bosque. Es posible ya la simulación de la variabilidad y la complejidad de las distribuciones de población mediante el uso de algunos modelos estocásticos, tales como los elaborados para determinar el promedio de presencias en una zona concreta, así como las pautas de su variabilidad (Jeffers 1982). Esta información puede ser una ayuda importante para seleccionar emplazamientos de conservación in situ.

La sostenibilidad, considerada como un objetivo de la ordenación del bosque, exige que los inventarios forestales se planifiquen con una visión más amplia de la mera evaluación del volumen comercializable con miras a establecer una base de datos para el seguimiento de las condiciones del bosque y adaptar las medidas convenientes para la conservación de los recursos genéticos. Una de estas medidas es la de reservar suficientes ejemplares, de las especies “fundamentales” para mantener sus propias poblaciones de mejora y, por tanto, la contribución a largo plazo de estas especies al buen funcionamiento del ecosistema del bosque natural. Para ello es preciso identificar y registrar tales especies en los inventarios previos a la corta, de forma que, sobre la base de un conocimiento adecuado de la dinámica del bosque, se proceda a marcar para reserva un número suficiente de ejemplares distribuidos apropiadamente en el bosque.


Inicěo de página Página siguiente