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Sistemas agroforestales para la producción pecuaria y la conservación de la biodiversidad


LUIS G. NARANJO
American Bird Conservancy
The Plañís, VA, USA

Durante las últimas décadas del siglo XX, los biomas forestales en América Latina fueron extensamente talados para promover el pastoreo de ganado (Kaimowitz, 1996; Serrao y Toledo 1990; Figura 1). En Centroamérica, las zonas de pastoreo representan el 46 por ciento del total de áreas agrícolas (18,4 millones ha). Durante los últimos 35 años, las tierras modificadas para este tipo de actividad en Colombia incrementaron de 14,6 a 35,5 millones de hectáreas (IVH, 1998) y la expansión de la frontera de pastoreo continúa en la actualidad reemplazando hábitats naturales y otros tipos de actividad agrícola. Aunque el tamaño de la población vacuna se desconoce en el país, se estima en unos 26 millones de animales que proveen el 44,6 por ciento del PNB representado en actividades pecuarias o el 9,2 por ciento del PNB total del país (Pinilla, 1999).

A través de América Latina la expansión de la ganadería ha tenido lugar a pesar de su baja productividad debida a la dominancia de pastos nativos de pobre calidad, los cuales permiten capacidades de carga inferiores a las 0,7 cabezas de ganado por hectárea (Szott et al., 2000). Esta baja capacidad de carga ha disminuido aún más en razón de la degradación de más del 40 por ciento de las zonas de pastoreo debida a prácticas de manejo inadecuadas (Szott et al., 2000). La degradación de los potreros resulta en una baja eficiencia de producción, pérdida de biodiversidad y en el incremento de la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global (Veldkamp, 1993, Kaimowitz, 1996).

En los últimos años, el crecimiento secundario ha incrementado en las regiones en donde las pasturas degradadas son una componente dominante del paisaje.

Figura 1. Tasas esperadas de conversión de selva lluviosa tropical en paisajes agropecuarios en América Latina (Cifras tomadas de Winograd et al. 1998)

Por lo general, en América Latina el pastoreo tiene lugar en zonas con escasa vocación pecuaria, lo cual es un factor que indudablemente contribuye al proceso de degradación (da Silva et al., 1996).

Por su gran cobertura a través de la región, el pastoreo en América Latina incluye una gran variedad de sistemas establecidos en distintos tipos de suelo, vegetación y clima (Cuadro 1). Puesto que la transformación del paisaje causada por el pastoreo es tan variada, sus impactos medioambientales pueden ser igualmente diversos (Murgueitio, 1999). Es importante tener en cuenta que los impactos son tanto directos como indirectos y que los procesos asociados a la ganadería causan impactos ambientales adicionales a aquellos de la transformación del paisaje. La intensidad de los impactos directos depende tanto del sistema de pastoreo como de las características de los ecosistemas en los cuales dichos sistemas son implementados. Puesto que los impactos específicos de todos estos procesos no han sido evaluados, es preciso entender que la imagen negativa de la actividad ganadera en términos ambientales se deriva de la combinación de múltiples factores y no únicamente de la ganadería en sí misma.

CUADRO 1
Estado de los biomas terrestres colombianos bajo ganadería (Etter, 1993)

Biomasa

Cobertura original (km2)

Cobertura actual (km2)

Porcentaje de la cobertura original

Bosques húmedos tropicales (< 1000 m)

550 000

378 000

67

Bosques tropicales a semihúmedos

80 000

1 200

1,5

Bosques nublados andinos (1000-3 500 m)

170 000

45 000

27

Páramos

18 000

>18 000*

>100

Sabanas del Caribe

3 500

1 000

30

Planicies aluviales

118 000

95 000

80

Las altas tasas de deforestación en países tropicales (17 millones ha/año, FAO 1993) no solamente tienen efectos locales tales como la degradación y pérdida de suelos, sino que además resulta en hasta ¼ de las emisiones globales de CO2 a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático global y a las pérdidas de biodiversidad en hábitats forestales naturales. El incremento en el aislamiento de los remanentes de bosque en medio de un paisaje agrícola homogéneo contribuye aún más a exacerbar los impactos negativos de las formas predominantes de actividad pecuaria en el Neotrópico.

Sistemas silvopastoriles y conservación de biodiversidad

Más del 35 por ciento de las pasturas en América Central están en un estado avanzado de degradación. Es posible restaurar éstas áreas mediante el uso de árboles y arbustos de finalidades múltiples que, además de proporcionar beneficios ambientales, hacen sostenibles los sistemas ganaderos (Szott et al., 2000). Por ejemplo, en suelos ácidos de Panamá la siembra de Acacia mangium en potreros del pasto B. humidicola mejora la calidad del forraje y los contenidos de fósforo y nitrógeno en el suelo en comparación con monocultivos de la misma especie de gramínea (Bolívar, 1998; Velasco, 1998). Durante la estación lluviosa, la densidad de organismos del suelo es mayor en áreas con una densidad de siembra de 240 árboles de A. mangium por hectárea. En las tierras altas (1 300-2 500 msnm), el aliso (Alnus acuminata) es una especie promisoria para la restauración de la fertilidad de los suelos en pasturas degradadas por su asociación con micorrizas (Russo, 1990).

La conversión de bosques a potreros amenaza la supervivencia de muchas especies y por lo tanto es una preocupación prioritaria de los conservacionistas (Serrao y Toledo, 1990; Szott et al., 2000). Sin embargo, dependiendo del tipo de manejo de las fincas ganaderas hay posibilidades interesantes para la conservación que deben ser exploradas con el fin de proyectar las actividades productivas de manera compatible con las iniciativas conservacionistas. Por una parte, cuando los potreros se usan durante un período corto (<5 años) y luego son abandonadas, la regeneración del bosque puede ser bastante rápida en comparación con aquellas áreas en donde la ganadería ha estado establecida por más de 12 años. Los límites entre las pasturas degradadas y los bosques tanto primarios como secundarios son a menudo abruptos, lo cual resulta en pérdidas de la diversidad de especies silvestres (Wiens, 1992).

Pero en aquellos casos en los cuales la regeneración natural no es una opción promisoria para la recuperación de pasturas abandonadas, otras alternativas son atractivas desde varios puntos de vista. En años recientes, muchos ganaderos han empezado a utilizar sistemas silvopastoriles con el fin de incrementar la productividad de sus tierras y promover la conservación de los recursos naturales (Ibrahim y Schlonvoigt, 1999). En América Central los árboles aislados dentro de los potreros son una característica común del paisaje agropecuario. Estudios recientes han demostrado que estos árboles cumplen un papel importante para la conservación de animales silvestres al proveer refugio, sitios de descanso y anidación, lo mismo que alimento (Harvey y Haber, 1999). También se ha demostrado que la lluvia de semillas bajo los árboles en las pasturas es considerablemente mayor que en las pasturas sin árboles, por lo cual la dispersión de especies nativas de plantas del bosque ocurre en pasturas arboladas (Harvey y Haber, 1999). En Monteverde (Costa Rica), 190 especies de plantas de bosque fueron encontradas en 240 ha de potreros utilizados para la ganadería lechera. Estos árboles y arbustos son usados principalmente como sombra para el ganado, como rompevientos y también para proveer madera para cercas, combustible y refugio para aves silvestres (Harvey y Haber, 1999). En las tierras bajas del Pacífico de Costa Rica, los sistemas silvopastoriles tradicionales contienen una variedad de árboles que proveen forraje para el ganado durante la época seca, además de servir para leña o como fuente de madera para cercas. Los ganaderos promueven el crecimiento de estos árboles como una forma de diversificar sus fuentes de ingreso (Beer et al., 2000). Muchos ganaderos Costarricenses están plantando árboles frutales para atraer especies silvestres carismáticas que les permitan el desarrollo de actividades ecoturísticas en sus propiedades (Garita, com. pers.).

Las cercas vivas y cortinas rompevientos son hábitats creados por el hombre que son transformados paulatinamente por los procesos de la sucesión natural de la vegetación. La composición de especies depende de las condiciones ecológicas locales lo mismo que de las preferencias iniciales de los ganaderos y no necesariamente de la naturaleza del banco de semillas del bosque natural. La conectividad provista por una serie de cercas vivas afecta el desplazamiento de animales silvestres entre hábitats naturales remanentes y facilita la dispersión de semillas (Burel, 1996). Por lo tanto, este tipo de cercas pueden servir efectivamente como corredores biológicos en paisajes agrícolas caracterizados por la fragmentación de los hábitats naturales. En algunas fincas, pequeños parches de bosque nativo se han dejado para proteger fuentes de agua, lo mismo que para proveer madera para distintos usos (Guindon, 1996; Harvey y Haber, 1999).

Al nivel regional, los sistemas silvopastoriles pueden jugar un importante papel en el logro del Corredor Biológico Mesoamericano, en razón de la vasta cobertura de las zonas ganaderas en América Central. Se espera que estos corredores provean hábitats adecuados para la vida silvestre facilitando la dispersión de semillas y la regeneración de la vegetación nativa (Saunders y Hobbs, 1991).

Aves silvestres en zonas ganaderas de Latinoamérica

Puesto que la vegetación original del Neotrópico estuvo dominada por diferentes tipos de bosques, la transformación del paisaje hacia pasturas abiertas tuvo un impacto negativo significativo sobre las comunidades aviarias originales. En aquellas áreas en donde los asentamientos humanos han estado transformando el paisaje durante siglos, los pocos parches remanentes de bosque nativo tienen una biota empobrecida en comparación con aquellas de áreas remotas en las que la fauna y flora originales permanecen menos alteradas gracias a la conectividad del paisaje forestal menos fragmentado.

A juzgar por los estimativos disponibles de la riqueza de especies de aves en la región, una proporción minúscula de la avifauna original puede sobrevivir en los sistemas agropecuarios degradados y homogéneos (Stotz et al., 1996). Sin embargo y dependiendo del hábitat original de una zona específica, los agroecosistemas pueden mantener una proporción sustancial de las comunidades de aves originales. Este fenómeno es particularmente notable en los pastizales naturales (campo, sabanas tropicales inundables, sabanas templadas del norte y pampas), en donde más de una cuarta parte de las avifaunas locales usan regularmente los agroecosistemas.

Figura 2. Proporción de aves migratorias haciendo uso de paisajes agropecuarios en el Neotrópico (cifras basadas en Stotz et al. 1996).

La proporción de especies migratorias que ocupan los agroecosistemas es un poco mayor (Figura 2), quizás como consecuencia de sus requerimientos de hábitat menos específicos por fuera de la época reproductiva. En particular, aquellas especies que ocupan hábitats abiertos durante la estación de reproducción son capaces de usar hábitats antrópicos durante su invernada en el Neotrópico. La proporción de aves anidantes de los pastizales naturales que usan paisajes agropecuarios representada por migratorias del Neártico varía entre 64 y 100 por ciento (cifra con base en las estadísticas de Stotz et al., 1996). La variación local de diversidad aviar en agroecosistemas puede depender del tipo específico de prácticas agropecuarias en un área determinada, como ha sido ampliamente demostrado para las plantaciones de café con sombrío en diferentes partes del Neotrópico. Este es un fenómeno que merece evaluarse cuando se examina el potencial de otros patrones de uso de la tierra en la región, como por ejemplo las actividades ganaderas.

En una zona dedicada a la ganadería extensiva en pasturas abiertas en el Valle del Cauca en Colombia, Naranjo (1992) encontró que de 141 especies de aves presentes en la región 42 fueron contadas durante los censos en los potreros, y apenas 14 hacían uso regular de dichos hábitats. Sin embargo, Cárdenas (1998, ver artículo en esta conferencia electrónica) encontró que los sistemas silvopastoriles en otra parte del mismo valle contenían un número significativamente mayor de especies de aves que las pasturas con cobertura arbórea y arbustiva escasa. Ochenta y nueve de las 135 especies de aves presentes en la región en donde se hizo el estudio utilizaron los sistemas agroforestales y de estas, 51 mostraron evidencias de estarse reproduciendo en dichos hábitats.

Por otra parte, información reciente acerca del uso de aves migratorias del Neártico en sistemas silvopastoriles sugieren que este tipo de agroecosistemas tiene un gran potencial para la conservación de la avifauna: Greenberg et al. (1997) descubrieron que parches de Acacia pennatula del sudeste de México manejados para la producción ganadera contenían tanto las mayores densidades, como la más alta diversidad, de aves migratorias en relación con otros hábitats en la región. Por si esto fuera poco, estos hábitats también contenían las poblaciones más grandes de más de la mitad de las especies de aves migratorias comunes en el área.

En Monteverde (Costa Rica), 25 por ciento de las 400 especies de aves estimadas para la región han sido observadas en cortinas rompevientos dentro de fincas lecheras. En el área, las aves son los agentes más importantes de dispersión de semillas, especialmente cuando estas cercas vivas están conectadas con los bosques nativos. Sin lugar a dudas, los sistemas silvopastoriles proveen un importante apoyo a las actividades de conservación de plantas y animales silvestres en estos paisajes antrópicos (Harvey y Haber, 1999).

La riqueza de especies es más alta en sistemas silvopastoriles que en pasturas de monocultivo, gracias a la heterogeneidad de la vegetación. La disponibilidad de alimento para muchas especies (por ejemplo aves) en estos sistemas es considerable y la compleja estructura de la vegetación provee sitios de anidación para muchas otras, lo mismo que mejor protección contra depredadores que sistemas agropecuarios más simples. Además, varios autores han señalado que tanto los sistemas silvopastoriles como otros sistemas agroforestales contienen una mayor y más compleja comunidad de invertebrados (50-90 por ciento) que los potreros abiertos, lo cual contribuye a explicar la mayor diversidad de aves (Dennis et al., 1996).

También se ha señalado que las aves frugívoras de bosques secundarios no se desplazan mucho hacia las pasturas abandonadas, lo cual resulta en una restricción de la dispersión a una franja de 9-80 m alrededor de árboles aislados cercanos al borde de bosque. La expansión reciente de los bosques secundarios señalada para muchas fincas en América Central puede mejorar la lluvia de semillas en las pasturas abandonadas, contribuyendo a aumentar la conectividad entre diferentes elementos del paisaje agroforestal (cortinas rompevientos, cercas vivas, árboles aislados, remanentes de bosque, etc.).

En la Amazonia brasileña, la actividad de aves frugívoras es más intensa (en términos de movimientos entre hábitats) entre bosques secundarios y pasturas abandonadas multiestratificadas, que entre el bosque y pasturas homogéneas de B. brizantha (Cuadro 2). La presencia de árboles espaciados dentro de los potreros explicó el 70 por ciento de los movimientos observados entre los parches de bosque secundario y los potreros (da Silva et al., 1996).

CUADRO 2
Número total de desplazamientos de aves frugívoras observados entre un bosque secundario y pasturas abandonadas o potreros homogéneos en la amazonia brasileña (adaptado de Silva et al., 1996).

Movimientos

Estación Lluviosa

Estación Seca

Desde bosque secundario hacia potreros abandonados1

263

113

Potreros activos2

15

6

1 Incluye pastos, arbustos y baja densidad de árboles. 2 B. brizantha

Monitoreo de biodiversidad en agroforestería

Puesto que la expansión de los sistemas silvopastoriles a través de los paisajes agropecuarios de América Latina es un fenómeno que apenas comienza, la información disponible acerca de sus bondades en términos de conservación de la biodiversidad es aún escasa y en buena medida anecdótica. En muchos casos, existen apenas estudios de línea base para documentar la composición de grupos selectos de organismos que hacen uso efectivo de los agroecosistemas. Es entonces urgente iniciar programas de seguimiento a mediano y largo plazo para conocer el comportamiento de poblaciones y comunidades de organismos en distintos escenarios agroforestales, con el fin de evaluar el impacto de estos nuevos paisajes sobre la biota tanto local como regional. Solamente de esta forma se puede estar preparado para ajustar la implementación de los nuevos sistemas de producción de tal manera que sean compatibles con los esfuerzos de conservación.

En vista de los grandes niveles de incertidumbre acerca de los posibles resultados del reemplazo de los sistemas actuales de producción agropecuaria por las alternativas agroforestales, tal vez la forma más adecuada de diseñar un protocolo de seguimiento sería a través de una estrategia de manejo adaptativo, aprendiendo durante la fase de implementación. Son muchas las preguntas que deben ser respondidas, puesto que se conoce muy poco acerca de estos sistemas como para predecir el resultado de los cambios de vegetación sobre las poblaciones y comunidades de fauna y flora nativa. Necesitamos aprender cómo alcanzar metas específicas, cómo identificar vacíos de información y cómo interpretar adecuadamente la información que obtengamos acerca de la dinámica ecológica de los sistemas de producción. Algunas de las consideraciones mínimas a tener en cuenta en este sentido para el establecimiento de programas de monitoreo de biodiversidad en paisajes agropecuarios, son las siguientes:

De cualquier forma, cualquier sistema de seguimiento para documentar la dinámica de los elementos de la diversidad en mosaicos agropecuarios en constante evolución deben desarrollarse paralelamente con la documentación de variables socioeconómicas. Esto implica que las comunidades locales, los ganaderos y las organizaciones a cargo de la asistencia técnica agropecuaria deben participar en el diseño y puesta en marcha de los protocolos de monitoreo para tener la certeza que todas las variables necesarias sean tenidas en cuenta y que, cuando y dondequiera que sea necesario hacer ajustes, los nuevos cambios sean adecuadamente medidos.

Acercando el desarrollo agropecuario a la conservación de biodiversidad

Existen muchas razones para creer que los sistemas silvopastoriles no son únicamente viables desde el punto de vista socioeconómico, sino también compatibles con objetivos de conservación de la biodiversidad. Además de las razones ya presentadas, existen muchas más justificaciones para promover sistemas productivos amigables con la vida silvestre.

La disponibilidad de tierras óptimas para la producción de alimentos es finita. Nuestro potencial para desarrollar más las actividades agropecuarias en América Latina es limitado en razón de restricciones puramente biofísicas. En muchos países, todavía hay una proporción significativa del territorio en condiciones naturales de perturbación mínima, pero esta situación está cambiando rápidamente. La principal causa de deforestación en la región es, sin duda alguna, la expansión de la frontera agropecuaria (por ejemplo, en Colombia el 73 por ciento de las áreas deforestadas ha sido convertido a actividades agrícolas y principalmente pecuarias). Como una complicación adicional, el pastoreo convencional de ganado contribuye a la degradación continuada de paisajes que han sido transformados por otras razones, como por ejemplo para el establecimiento de cultivos ilícitos.

La ganadería en América Latina es un negocio sumamente heterogéneo, con una gran diversidad en el tamaño de los predios y la intensidad de la mano de obra. Por lo tanto, existe una gran oportunidad para desarrollar sistemas que produzcan impactos considerables en distintos escenarios sociales, económicos y de conservación. La restauración de hábitats degradados por el pastoreo de ganado tiene que hacerse siguiendo principios ecológicos, utilizando las fuerzas naturales, tales como la sucesión vegetal natural y la acción de los dispersores de semillas, hasta donde sea posible. Con el establecimiento de sistemas silvopastoriles bajo estos principios se busca conseguir una vegetación de varios estratos, intermedia entre los hábitats forestales originales y las pasturas de campo abierto.

El mantenimiento de servicios ambientales y la promoción de la conservación de la biodiversidad pueden contribuir a la búsqueda de soluciones viables al problema de producción de alimentos en zonas marginales a través de toda América Latina. El diseño cuidadoso de sistemas agroforestales para la producción pecuaria ofrece una de estas alternativas aplicable a diferentes escalas, contribuyendo a preservar los remanentes de los ecosistemas naturales en la región y recuperando paisajes degradados. El uso de recursos locales, principalmente el conocimiento ancestral de las comunidades aunado a las tecnologías y procesos investigativos modernos, es mandatorio en este tipo de actividades, lo mismo que la concertación para una financiación apropiada dentro de marcos legales ajustados al efecto.

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Comentario

Carolina Roa

Me parece supremamente importante que esté tomando cada vez más fuerza la implementación de sistemas agrosilvopastoriles, por la importancia de la conjugación de dos actividades tan claves y complementarias como deben ser la producción y la conservación. Al leer la conferencia de Luis Germán respecto de los sistemas de producción, me parecieron interesantes las proporciones de aves que usan diferentes sistemas.

Para reafirmar la idea de que más de una cuarta parte de las aves usa agroecosistemas, en ponencia que será difundida a través de esta conferencia electrónica, el estudio desarrollado en Puerto López, en un agroecosistema constituído por bosques secundarios, bajos con rastrojos en regeneración, cercas vivas, y matrices diferentes entre las que se cuentan cítricos, pastizales nativos e introducidos, es importante resaltar que entre 105 especies, el 62,8 por ciento usó cercas vivas constitutivas de este agroecosistema.

Realizando comparaciones de la riqueza entre las unidades muestreadas [bosques, bordes de bosque, cercas vivas (de estado sucesional avanzado-incipiente), matrices (pastizal nativo e introducido, rastrojos en regeneración, bajos, cultivos de cítricos de diferente edad) las cercas vivas avnazadas e incipientes tuvieron un promedio de 38 y 31 especies y las matrices más complejas estructuralmente como los rastrojos y los cultivos de naranjos 33 y 26 especies respectivamente, frente a 26 especies registradas en bosques.

A este respecto, autores como MacDonald y Johnson (1995) atribuyen a las características del hábitat en general la mayor importancia en la determinación de la abundancia y riqueza de aves. Por otro lado Robinson y Holmes (1982) afirman que el número de especies de aves aumenta con la adición de estratos verticales porque 1) hay más estructuras de soporte diferentes al suelo y 2) porque estos nuevos estratos proveen más oportunidad de alimentación para nuevas especies pertenecientes a diferentes gremios. Hay que destacar que entre las matrices, las de mayor riqueza fueron aquellas con mayor diversidad de micrositios representados en complejos de arbustales, pastizal alto (rabo de zorro) y árboles dispersos en zonas inundables, mientras que por ejemplo en el pastizal de Brachiaria, solo se registraron 4. Un dato interesante, influído por el proceso histórico de fragmentación y entresaca de los bosques presentes en el área, fue hallar una mayor riqueza de aves en matrices más complejas estructuralmente, cercas vivas, principalmente de estado sucesional avanzado y cultivos de cítricos. Esto reafirma la importancia de los agroecosistemas en la riqueza de la avifauna y muestra las áreas en regeneración como alternativas determinantes en el soporte de comunidades animales y vegetales.

Aunque formulé como hipótesis encontrar especies de "interior" de bosque en cercas vivas avanzadas, no encontré ninguna. Esto me lleva a plantear que en caso de usar las cercas vivas y en general sistemas silvopastoriles como corredores, debe considerarse el tipo de especies al que se va a dirigir.

Esto, un poco para enmarcar el planteamiento de que a nivel regional los sistemas silvopastoriles pueden jugar un papel importante en la implementación del Corredor Biológico Mesoamericano.

Gracias.

Macdonald, D.W. y Johnson, P.J. 1995. The relationships between bird distribution and the botanical and structural characteristics of hedges. Journal of Applied Ecology 32: 492-505.

Robinson, S.K. y Holmes, R.T. 1982. Foraging behavior of forest birds: the relationship among search tactics, diet and habitat structure. Ecology 63(6) 1918-1931.


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