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Preámbulo

La presente edición de El estado mundial de la agricultura y la alimentación estudia las posibilidades que ofrece la biotecnología agrícola para atender las necesidades de la población mundial afectada por la pobreza y la inseguridad alimentaria. La agricultura sigue enfrentándose con graves desafíos, entre ellos el de alimentar a 2 000 millones de personas más para el año 2030 partiendo de una base de recursos naturales cada vez más frágil. La transferencia efectiva de las tecnologías existentes a las comunidades rurales pobres y la creación de biotecnologías innovadoras y seguras podría ampliar enormemente las perspectivas de mejorar de manera sostenible la productividad agrícola en el presente y en el futuro. Pero la tecnología por sí sola no puede resolver los problemas de las personas pobres, y es necesario evaluar cuidadosamente algunos aspectos de la biotecnología, en particular sus efectos socioeconómicos y sus repercusiones sobre la inocuidad de los alimentos y el medio ambiente.

La elaboración de biotecnologías que contribuyan al desarrollo sostenible de la agricultura, la pesca y la silvicultura permitiría satisfacer en gran medida las necesidades de alimentos y medios de subsistencia de una población en aumento. El estudio de la genómica y de los marcadores moleculares, por ejemplo, podría ser de ayuda para los programas de mejoramiento y conservación y proporcionar nuevos instrumentos para la lucha contra las enfermedades de los animales y las plantas. El análisis que se realiza en este informe de sus aplicaciones actuales e incipientes, pone de manifiesto que la biotecnología va mucho más allá de la ingeniería genética. Pero lo que confiere a ésta su enorme potencial y suscita profunda preocupación es su capacidad para transferir genes entre especies diferentes. La FAO reconoce la necesidad de un enfoque equilibrado e integral del progreso biotecnológico que tenga en cuenta las oportunidades que ofrece y los riesgos que entraña.

La biotecnología brinda la oportunidad de aumentar la disponibilidad y variedad de alimentos, incrementando la productividad agrícola global y reduciendo al mismo tiempo las variaciones estacionales en el suministro alimentario. Mediante la introducción de cultivos resistentes a las plagas y tolerantes a las condiciones adversas, la biotecnología podría contribuir a la disminución del riesgo de malas cosechas en condiciones biológicas y climáticas desfavorables y a la reducción de los daños que causan al medio ambiente los productos químicos tóxicos utilizados en la agricultura. Tras una primera generación de cultivos obtenidos mediante ingeniería genética, cuya finalidad principal era reducir las limitaciones y los costos de producción, llega ahora una segunda generación orientada a mejorar la biodisponibilidad de nutrientes y la calidad nutricional de los productos. Entre los ejemplos cabe citar la producción de variedades de arroz y nabina que contienen cantidades apreciables de beta-caroteno. Este precursor de la vitamina A escasea en el régimen alimenticio de muchas personas, especialmente en el mundo en desarrollo, donde podría contribuir a aliviar o reducir la carencia crónica de vitamina A. Se están realizando investigaciones para aumentar el volumen de otros minerales, vitaminas y proteínas en cultivos como la papa y la yuca.

En la presente edición de El estado mundial de la agricultura y la alimentación se examinan las contribuciones que ha hecho a lo largo de la historia la investigación agrícola al crecimiento económico y la seguridad alimentaria. La Revolución Verde, que permitió salir de la pobreza a millones de personas, se produjo gracias a un programa internacional de investigación agrícola realizado por instituciones públicas y específicamente orientado a crear tecnologías y transferirlas libremente al mundo en desarrollo como bienes públicos. La Revolución Genética, por el contrario, está siendo dirigida principalmente por el sector privado, que naturalmente se centra en la creación de productos destinados a los grandes mercados comerciales. Este hecho suscita graves dudas en cuanto al tipo de investigaciones que se están llevando a cabo y a la probabilidad de que las personas pobres se beneficien de ellas.

Los datos disponibles sobre las consecuencias económicas de los cultivos transgénicos que se examinan en el presente informe indican que los pequeños agricultores con pocos recursos de los países en desarrollo podrían sacar provecho a través de un aumento de sus ingresos y una reducción de su exposición a productos químicos tóxicos. Pero hasta ahora sólo se están beneficiando unos pocos agricultores de unos pocos países en desarrollo. Ni el sector público ni el privado han invertido sumas importantes en nuevas tecnologías genéticas aplicables a productos como el caupí, el mijo, el sorgo y el tef, que carecen de interés comercial pero son fundamentales para suministrar alimentos y medios de subsistencia a la población más pobre del mundo. Otros factores que impiden a las personas pobres acceder a la biotecnología moderna y beneficiarse plenamente de ella son la inadecuación de los procedimientos reglamentarios, la complejidad de las cuestiones relacionadas con la propiedad intelectual, el mal funcionamiento de los mercados y los sistemas de distribución de semillas, y la escasa capacidad nacional en materia de fitogenética.

La FAO conoce perfectamente los posibles riesgos que determinados aspectos de la biotecnología, en particular los organismos modificados genéticamente (OMG), pueden entrañar para el medio ambiente y la inocuidad de los alimentos. En la presente publicación se examinan los datos científicos más recientes de varios informes independientes y dignos de crédito de todo el mundo. Informes del Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC), el Consejo de Bioética de Nuffield, el Grupo de Expertos sobre el estudio científico de los organismos modificados genéticamente del Reino Unido y numerosas academias de ciencias nacionales constituyen la base de ese examen. Están apareciendo nuevos datos científicos sobre las repercusiones de la ingeniería genética en el medio ambiente y la salud. Los científicos coinciden por lo general en que los cultivos transgénicos que se producen actualmente y los alimentos que se obtienen de ellos son inocuos para los consumidores, aunque no se conocen bien sus efectos a largo plazo. La coincidencia es menor en lo que respecta al impacto ambiental de los cultivos transgénicos. Por lo general los científicos están de acuerdo en la naturaleza de los posibles riesgos para el medio ambiente, pero discrepan en cuanto a su probabilidad y sus consecuencias. Hay un amplio consenso entre los científicos en cuanto a la necesidad de evaluar cada caso por separado, teniendo en cuenta los posibles beneficios y riesgos de los distintos OMG en comparación con las tecnologías alternativas. Antes de distribuir un producto transgénico, deben abordarse las preocupaciones legítimas con respecto a su inocuidad. También es esencial realizar un cuidadoso seguimiento de los efectos de ese producto después de su distribución.

Deseo aprovechar la oportunidad que me brinda el presente informe para asegurar a la comunidad internacional que, mediante un enfoque científico holista y multidisciplinario de la evaluación de los riesgos, incluidos el análisis, la gestión y la comunicación de éstos, la FAO seguirá examinando todas las cuestiones relativas a la biotecnología y sus efectos en la salud de las personas, los animales y las plantas que preocupan a sus Miembros. Dada la importancia de armonizar la reglamentación sobre los ensayos y la difusión de los OMG, la FAO continuará reforzando su labor normativa y de asesoramiento a escala nacional, subregional y regional, en coordinación y cooperación con otras organizaciones internacionales. Me complace especialmente observar que la Comisión del Codex Alimentarius, a la que la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) prestan conjuntamente servicios de secretaría, ha llegado recientemente a acuerdos decisivos sobre los principios para la evaluación de alimentos obtenidos por medios biotecnológicos modernos y sobre las directrices para la realización de evaluaciones de la inocuidad de alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante y de alimentos producidos en presencia de microorganismos de ADN recombinante. Esos principios y directrices, debidamente aplicados, aumentarán la capacidad para evaluar los riesgos de transferir toxinas de una forma de vida a otra, de crear nuevas toxinas o de transferir compuestos alergénicos de una especie a otra.

La FAO seguirá proporcionando a sus Estados Miembros información y análisis objetivos y basados en datos científicos sobre la biotecnología y sus aplicaciones a la agricultura, la ganadería, la pesca y la silvicultura. La cooperación técnica de la FAO incluirá la asistencia a los gobiernos de sus Estados Miembros en cuestiones reglamentarias, entre ellas la armonización a nivel regional e internacional, el asesoramiento jurídico para el establecimiento de los órganos de reglamentación que sean necesarios, la mejora de la capacidad nacional de evaluación de riesgos, la movilización de fondos de donantes y la cooperación con otras organizaciones pertinentes.

Hago por lo tanto un llamamiento a la comunidad internacional para que se sume a los constantes esfuerzos de la FAO por aliviar la pobreza y el hambre mediante la promoción del desarrollo agrícola, la mejora de la nutrición y la búsqueda de la seguridad alimentaria en todo el mundo. Con su ayuda, el éxito coronará nuestros esfuerzos, nuestra perseverancia y nuestro compromiso.

 


Jacques Diouf
DIRECTOR GENERAL DE LA FAO


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