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5. Repercusiones de los cultivos transgénicos en la salud y el medio ambiente

Todavía no se dispone más que de los primeros datos científicos acerca de las repercusiones de la ingeniería genética en el medio ambiente y la salud. En este capítulo se hace un resumen del estado actual de los conocimientos científicos sobre los posibles riesgos para la salud y el medio ambiente (Recuadro 17) derivados de la ingeniería genética en la agricultura y la alimentación, al que sigue un examen de la función de los órganos internacionales de normalización en la armonización de los procedimientos de análisis de riesgos para estos productos (Recuadro 18). Los datos científicos presentados en este capítulo se basan en gran parte en un informe reciente del Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC) (2003)4. El informe del CIUC se basa en 50 evaluaciones científicas independientes realizadas por grupos autorizados de distintas partes del mundo, entre los que figuran la Comisión del Codex Alimentarius FAO/OMS, la Comisión Europea, la OCDE y las academias nacionales de ciencias de muchos países, como Australia, Brasil, China, Francia, India, los Estados Unidos y el Reino Unido. Además, este capítulo se basa en evaluaciones científicas realizadas recientemente por el Nuffield Council on Bioethics (2003 - al que se llamará en adelante Nuffield Council)5, el grupo de examen de la ciencia de la modificación genética del Reino Unido, GM Science Review Panel (20036 y la Royal Society (2003)7. Estas evaluaciones no estaban disponibles cuando se preparó el informe del CIUC. Existe un consenso sustancial dentro de la comunidad científica sobre muchas de las principales cuestiones de seguridad relacionadas con los productos transgénicos, pero los científicos no están de acuerdo en algunos problemas y sigue habiendo lagunas en los conocimientos.

RECUADRO 17
Naturaleza del riesgo y análisis de riesgos

El riesgo es parte integrante de la vida cotidiana. Ninguna actividad está exenta de riesgos. En algunos casos el no actuar entraña también riesgos. La agricultura, en todas sus formas, plantea riesgos para los agricultores, los consumidores y el medio ambiente. El análisis de riesgos consiste en tres etapas: evaluación del riesgo, gestión del riesgo y comunicación del riesgo. La evaluación del riesgo valora y compara las pruebas científicas sobre los riesgos en cuestión con los de otras actividades posibles. La gestión del riesgo -que elabora estrategias para prevenir y controlar los riesgos dentroA de límites aceptables- se basa en la evaluación del riesgo y tiene en cuenta varios factores, como valores sociales y la economía. La comunicación del riesgo entraña un diálogo continuo entre los órganos normativos y el público acerca del riesgo y de las opciones para su gestión, a fin de que puedan adoptarse las decisiones apropiadas.

El riesgo suele definirse como «la probabilidad de un peligro». Un peligro, en cambio, es todo lo que cabe pensar que pueda causar perjuicio. El peligro no constituye un riesgo por sí mismo. Por ello, la evaluación del riesgo implica responder a las tres preguntas siguientes: ¿Qué podría ir mal? ¿Qué probabilidad hay de que ocurra? ¿Cuáles son las consecuencias? El riesgo asociado con cualquier acción depende de los tres elementos de la ecuación:

Riesgo = peligro × probabilidad × consecuencias

El concepto aparentemente sencillo de evaluación de riesgos es, de hecho, bastante complejo y se basa en un juicio, además de la ciencia. Se puede infraestimar el riesgo si no se identifican y caracterizan adecuadamente algunos peligros, si la probabilidad de que ocurra el peligro es mayor de lo previsto o si sus consecuencias son más graves que lo previsto. La probabilidad asociada con un peligro depende también, en parte, de la estrategia de gestión que se utiliza para controlarlo.

En la vida diaria, el riesgo significa cosas diferentes para personas diferentes, según sus características sociales, culturales y económicas. Es posible que las personas que luchan por sobrevivir acepten más riegos que las que viven bien, si creen que con ello pueden mejorar su vida. Por otra parte, muchos agricultores pobres eligen sólo tecnologías de bajo riesgo porque trabajan en los límites de la supervivencia y no pueden permitirse afrontar riesgos. El riesgo significa también cosas diferentes para la misma persona en distintos momentos, según la situación y el problema concretos. Es más probable que una persona acepte los riesgos relacionados con actividades conocidas y elegidas libremente, incluso aunque sean grandes. En el análisis de riesgos, hay que tener en cuenta las siguientes preguntas: ¿Quién corre el riesgo y quién se beneficia? ¿Quién evalúa el peligro? ¿Quién decide qué riesgos son aceptables?

Repercusiones relacionadas con la inocuidad de los alimentos

Los cultivos transgénicos actualmente disponibles y los alimentos de ellos derivados han sido considerados seguros para su consumo y los métodos utilizados para probar su inocuidad se han considerado apropiados. Estas conclusiones representan el consenso resultante de las pruebas científicas examinadas por el CIUC (2003) y están en consonancia con las opiniones de la OMS (2002). Para determinar si estos alimentos aumentan los riesgos para la salud humana, varias instituciones nacionales de normalización (entre otras, las de Argentina, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos y el Reino Unido) los han evaluado utilizando sus procedimientos nacionales de inocuidad de los alimentos (CIUC). Hasta la fecha no se han descubierto en ninguna parte del mundo efectos tóxicos perjudiciales o nutricionalmente nocivos verificables resultantes del consumo de alimentos derivados de cultivos modificados genéticamente (GM Science Review Panel). Muchos millones de personas han consumido derivados de plantas modificadas genéticamente -principalmente maíz, soja y colza- sin que se hayan observado efectos adversos (CIUC).

Sin embargo, la falta de pruebas de efectos negativos no significa que los nuevos alimentos transgénicos no entrañen ningún riesgo (CIUC, GM Science Review Panel). Los científicos reconocen que no se sabe lo suficiente sobre los efectos a largo plazo de tales alimentos (ni de la mayoría de los tradicionales). Será difícil detectar efectos a largo plazo porque hay muchos factores que desconciertan, tales como la variedad genética existente en los alimentos y problemas para evaluar los efectos de los alimentos enteros. Además, es posible que resulte más difícil evaluar otros alimentos transformados genéticamente que son más complejos y más nuevos y que con mayor probabilidad causan efectos no deseados. Los nuevos instrumentos de caracterización genética pueden ser útiles para examinar alimentos enteros a fin de determinar si se producen cambios no deseados en su composición (CIUC).

Las principales preocupaciones relativas a la inocuidad de los productos transgénicos y los alimentos de ellos derivados consisten en la posibilidad de un aumento de alérgenos, toxinas u otros compuestos nocivos; la transferencia horizontal de genes, especialmente de genes resistentes a los antibióticos; y otros efectos no deseados (FAO/OMS, 2000). Muchas de estas preocupaciones se aplican también a variedades de plantas desarrolladas utilizando métodos convencionales de mejoramiento genético y cultivadas con prácticas agrícolas tradicionales (CIUC). Además de estas preocupaciones, hay beneficios directos e indirectos para la salud relacionados con los alimentos transgénicos que deberían evaluarse de forma más completa.

RECUADRO 18
Normas internacionales para facilitar el comercio

Las oportunidades para el comercio agrícola han aumentado considerablemente durante los últimos años como consecuencia de las reformas del comercio internacional realizadas en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Estas reformas se centraron en gran medida en la reducción de los aranceles y las subvenciones en varios sectores. El Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (Acuerdo MSF) se adoptó también en el ámbito de la OMC en 1994 y entró en vigor en 1995. En él se establece que los países mantienen su derecho a asegurar que los alimentos y productos animales y vegetales que importan son inocuos y, al mismo tiempo, estipula que los países no deben utilizar sin necesidad medidas rigurosas como obstáculos al comercio encubiertos.

El Acuerdo MSF se ocupa especialmente de proteger la salud y la vida de los animales o preservar los vegetales de los riesgos resultantes de la entrada, radicación o propagación de plagas, enfermedades y organismos patógenos o portadores de enfermedades; proteger la vida y la salud de las personas y de los animales de los riesgos resultantes de la presencia de aditivos, contaminantes, toxinas u organismos patógenos en los productos alimenticios, las bebidas o los piensos; proteger la vida y la salud de las personas de los riesgos resultantes de enfermedades propagadas por animales, vegetales o productos de ellos derivados, o de la entrada, radicación o propagación de plagas; y prevenir o limitar otros perjuicios resultantes de la entrada, radicación o propagación de plagas.

El Acuerdo MSF establece que los países deberán utilizar normas internacionales acordadas al establecer sus requisitos relativos a medidas sanitarias y fitosanitarias. Para alcanzar este objetivo, se señalan tres organismos internacionales de normalización: la Comisión del Codex Alimentarius en materia de inocuidad de los alimentos, la Oficina Internacional de Epizootias (OIE)1 en materia de sanidad animal y la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) en materia de preservación de los vegetales. Utilizando las normas de esos organismos, los países pueden alcanzar el grado de protección necesario para salvaguardar la vida o la salud de las personas, los animales o las plantas. Los países pueden adoptar también medidas diferentes de las normas pero, en tales casos, dichas medidas deberán estar justificadas tecnológicamente y basadas en la evaluación de riesgos.

1 Recibió después el nombre de Organización Mundial de Sanidad Animal, si bien se mantuvo la sigla OIE.

RECUADRO 19
Preocupaciones relativas a la salud y el medio ambiente en el fitomejoramiento convencional

Antes de la llegada de la ingeniería genética, el fitomejoramiento no era objeto de una notable reglamentación. Las normas sobre certificación de semillas garantizan la pureza y calidad de las mismas, pero se ha prestado poca atención a los posibles efectos sobre la inocuidad de los alimentos o el medio ambiente que pueden causar las nuevas variedades de plantas derivadas del mejoramiento convencional.

El fitomejoramiento convencional difiere considerablemente de la selección natural. Ésta crea sistemas biológicos con capacidad de adaptación; asegura el desarrollo de un organismo que contiene propiedades que lo adaptan a una diversidad de condiciones ambientales y garantizan la continuación de la especie. La selección artificial y el fitomejoramiento convencional rompen precisamente estos sistemas con capacidad de adaptación, creando combinaciones de genes que difícilmente sobrevivirían en la naturaleza.

El mejoramiento genético ha sido la causa de unos pocos casos de efectos negativos en la salud humana. En un caso se encontró que un cultivar de papas tenía niveles excesivos de toxinas naturalmente presentes; en otro, un cultivar de apio mejorado de forma convencional para aumentar su resistencia a los insectos causaba erupciones cutáneas si se cosechaba sin guantes. Asimismo, los efectos que cultivos mejorados convencionalmente pueden causar en el medio ambiente o en variedades tradicionales de los agricultores no han dado lugar en general a controles reglamentarios, si bien algunas de las preocupaciones relacionadas con los cultivos transformados genéticamente son también aplicables a los convencionales.

La mayoría de los principales cultivos alimentarios del mundo no son originarios de sus principales zonas de producción, sino que proceden de unos pocos «centros de origen» distintos y han sido trasladados a nuevas zonas de producción por medio de la migración y el comercio. En todo el mundo se cultivan plantas muy domesticadas y la migración fuera de las zonas de cultivo sólo raramente ha causado algún problema grave. Incluso cuando se cultivan en su centro de origen, como las papas en América del Sur o el maíz en México, no se han establecido permanentemente híbridos entre especies cultivadas y silvestres. Hay varios informes sobre el flujo de genes entre plantas cultivadas y sus parientes silvestres, pero en general no se ha considerado que representen un problema.

Fuente: DANIDA, 2002.

Alérgenos y toxinas

La tecnología genética -lo mismo que el mejoramiento tradicional- puede incrementar o reducir la cantidad tanto de proteínas como de toxinas u otros compuestos nocivos presentes naturalmente en los alimentos. Los alimentos elaborados tradicionalmente no se suelen examinar para determinar estas sustancias, si bien se hallan en muchos casos naturalmente presentes y pueden resultar afectadas por el mejoramiento tradicional. Se desaconseja la utilización de genes de fuentes alergénicas conocidas en experimentos de transformación y, si se encuentra que un producto transformado plantea un mayor riesgo de alergenicidad, deberá interrumpirse su producción. Los alimentos modificados genéticamente que se hallan normalmente en el mercado han sido examinados para determinar si tienen niveles mayores de alérgenos y toxinas conocidas y no se ha encontrado ninguno que los tenga (CIUC). Los científicos están de acuerdo en que estos ensayos normalizados deben evaluarse y mejorarse continuamente y de que hay que actuar con cautela al evaluar todos los alimentos nuevos, incluidos los derivados de cultivos transgénicos (CIUC, GM Science Review Panel).

Resistencia a los antibióticos

La transferencia horizontal de genes y la resistencia a los antibióticos son una preocupación relacionada con la inocuidad de los alimentos porque muchos cultivos modificados genéticamente de la primera generación se crearon utilizando genes marcadores resistentes a los antibióticos. Si estos genes pudieran transferirse de un producto alimenticio a las células del cuerpo o a las bacterias del tracto gastrointestinal, se podrían desarrollar cepas de bacterias resistentes a los antibióticos, con consecuencias perjudiciales para la salud. Aunque los científicos creen que la probabilidad de la transferencia es extremadamente baja (GM Science Review Panel), un grupo de expertos de la FAO y la OMS (2000) y otros organismos han desaconsejado la utilización de genes resistentes a los antibióticos. Los investigadores han diseñado métodos para eliminar los marcadores resistentes a los antibióticos de las plantas sometidas a ingeniería genética (Recuadro 20).

RECUADRO 20
Transformación de «genes limpios» en el CIMMYT

Alessandro Pellegrineschi y David Hoisington1

Desde la introducción de los cultivos modificados genéticamente, una parte de la sociedad civil ha expresado preocupación por los genes con resistencia a los antibióticos y a los herbicidas que se utilizan como marcadores seleccionables en el desarrollo de plantas transgénicas. Aducen los peligros potenciales ecológicos y para la salud, específicamente la evolución de «supermalezas» a partir de la resistencia a los herbicidas y la creación de resistencia a los antibióticos en los patógenos humanos. Aunque la mayoría de los científicos consideran que estas preocupaciones son en gran parte infundadas y ningún peligro se ha materializado realmente, el desarrollo de transgénicos exentos de genes marcadores ayudaría a eliminar tales preocupaciones y podría contribuir a la aceptación pública de cultivos transgénicos (Zuo et al., 2002).

Se han publicado varios métodos para crear plantas transformadas que no lleven genes marcadores, por ejemplo, la cotransformación (Stahl et al., 2002), elementos transponibles (Rommens et al., 1992), recombinación específica del lugar (Corneille et al., 2001) y recombinación intracromosomal (De Vetten et al., 2003). El Centro internacional de mejoramiento de maíz y trigo (CIMMYT) se dedica a proporcionar a los agricultores con pocos recursos de países en desarrollo las mejores opciones para aplicar sistemas sostenibles de producción de maíz y trigo. El CIMMYT considera que, aunque los cultivos modificados genéticamente no resolverán todos los problemas de los agricultores, la tecnología tiene un gran potencial y debería evaluarse.

Científicos del CIMMYT han puesto a punto y adaptado una técnica de transformación para el maíz y el trigo que permite producir plantas modificadas genéticamente que no llevan genes marcadores seleccionables. Con esta técnica, se introducen y se integran separadamente en el genoma dos fragmentos de ADN, uno de los cuales contiene un gen marcador seleccionable y el otro, el gen que interesa. Durante el proceso de selección, estos genes se separan el uno del otro, permitiendo seleccionar plantas que tengan sólo el gen que interesa. Científicos del CIMMYT ensayaron esta técnica sencilla utilizando el gen seleccionable bar y los genes Bt, Cry1Ab y Cry1Ba, y consiguieron con éxito plantas sin gen marcador seleccionable, pero con el gen Bt y que expresaban altos niveles de toxina Bt. Las plantas transgénicas no se podían distinguir morfológicamente de las no transformadas y el rasgo introducido se heredaba de forma estable en las generaciones siguientes.

En colaboración con el Kenya National Agricultural Institute y la Syngenta Foundation for Sustainable Agriculture, se está intentando ahora transferir estos «elementos limpios» a variedades locales de maíz de Kenya, para proporcionar a los agricultores con pocos recursos otra posibilidad de combatir los insectos de la forma que mejor conocen, la semilla que siembran. Se está empleando un método semejante para fortalecer otros rasgos importantes, como la tolerancia al estrés abiótico y el contenido de micronutrientes. La mejora de la tolerancia al estrés, especialmente al de la sequía, beneficiaría directamente a los agricultores y las plantas bioenriquecidas podrían ejercer un efecto importante en la salud de los niños de países en desarrollo.

1 Los autores son, respectivamente, Biólogo celular y Director del Centro de Biotecnología Aplicada del CIMMYT en México.

Otros cambios no intencionados

Es posible que se produzcan otros cambios no intencionados en la composición de los alimentos durante la mejora genética por medio del mejoramiento tradicional y/o la tecnología genética. Para determinar los cambios en nutrientes y toxicantes conocidos introducidos en los productos modificados genéticamente de forma programada, se utiliza el análisis químico. Pero los científicos reconocen que pueden necesitarse ensayos adicionales, ya que unas modificaciones genéticas más amplias, que entrañen transgenes múltiples, pueden acrecentar la probabilidad de otros efectos no deseados (CIUC, GM Science Review Panel).

Beneficios potenciales de los alimentos transgénicos para a salud

Los científicos están de acuerdo en general en que la ingeniería genética puede ofrecer beneficios directos e indirectos para la salud de los consumidores (ICSU). Los beneficios directos pueden derivarse de la mejora de la calidad nutricional de los alimentos (por ejemplo, arroz dorado), la reducción de la presencia de compuestos tóxicos (por ejemplo, mandioca con menos cianuro) y la disminución de alérgenos en determinados alimentos (por ejemplo, maní y trigo). No obstante, es necesario demostrar que, en los nuevos alimentos, están genéticamente expresados y nutricionalmente disponibles niveles nutricionalmente significativos de vitaminas y otros nutrientes y que no hay efectos no deseados (CIUC). Los beneficios indirectsos para la salud pueden derivarse del menor uso de plaguicidas, la menor presencia de micotoxinas (causadas por insectos o enfermedades), la mayor disponibilidad de alimentos accesibles y la eliminación de compuestos tóxicos del suelo. Es preciso documentar mejor estos beneficios directos e indirectos (CIUC, GM Science Review Panel).

Normas internacionales sobre el análisis de la inocuidad de los alimentos

La Comisión del Codex Alimentarius, en su 26º período de sesiones celebrado del 30 de junio al 7 de julio de 2003, adoptó acuerdos decisivos sobre principios para la evaluación de alimentos obtenidos por medios biotecnológicos modernos (FAO/OMS, 2003a) y sobre directrices para la realización de la evaluación de la inocuidad de los alimentos derivados de plantas de ADN recombinante (FAO/OMS, 2003b) y de alimentos producidos utilizando microorganismos de ADN recombinante (FAO/OMS, 2003c). Se halla en examen un cuarto documento sobre el etiquetado.

Estas directrices del Codex indican que el proceso de evaluación de la inocuidad de un alimento transgénico debe realizarse comparándolo con su homólogo convencional, que generalmente se considera inocuo debido al largo historial de su uso, centrándose en la determinación de similitudes y diferencias entre ambos. Cuando se identifique un problema de inocuidad, debe caracterizarse el riesgo asociado al mismo a fin de determinar su relevancia para la salud humana. Se comienza esto con la descripción de los organismos huésped y donante y la caracterización de la modificación genética. La evaluación subsiguiente de la inocuidad deberá tener en cuenta factores como la toxicidad, las tendencias a provocar una reacción alérgica (alergenicidad), los efectos del cambio en la composición de nutrientes (antinutrientes) fundamentales y metabolitos, la estabilidad del gen insertado y la modificación nutricional asociada con la modificación genética. Si, después de una evaluación completa de estos factores, se concluye que el alimento modificado genéticamente en cuestión es tan inocuo como su homólogo convencional, se considera que es adecuado para el consumo.

Las críticas de este método comparativo consisten en que se necesitan métodos no orientados específicamente que analicen el contenido de los alimentos completos para evaluar tanto los efectos intencionales como los no intencionales (CIUC). Los científicos están de acuerdo en general en que los alimentos transgénicos deben evaluarse caso por caso, centrándose en el producto en sí y no en el proceso mediante el cual fue creado. Están también de acuerdo en que es preciso evaluar la inocuidad de los alimentos modificados genéticamente antes de que salgan al mercado, debido a que el seguimiento posterior en el mercado será probablemente difícil, costoso y tal vez no produzca datos útiles a causa de la composición compleja de las dietas y la variabilidad genética de las poblaciones (CIUC).

Principios para el análisis de riesgos de alimentos obtenidos por medios biotecnológicos modernos

En los Principios se toma la definición de biotecnología moderna del Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica, y se incluyen principios sobre la evaluación de riesgos, gestión de riesgos y comunicación de riesgos. Se reconoce en ellos que los métodos de análisis de riesgos, utilizados para abordar peligros químicos relacionados con sustancias como residuos de plaguicidas, contaminantes, aditivos alimentarios y coadyuvantes de elaboración, son difíciles de aplicar a los alimentos enteros. Se aclara que el análisis de riesgos incluye una evaluación de la inocuidad para determinar si existe un peligro o preocupación nutricional de otra índole en cuanto a la inocuidad y, en caso afirmativo, reunir información sobre su carácter y gravedad. Se refleja en ellos el concepto de equivalencia sustancial en virtud del cual la evaluación de la inocuidad debe incluir una comparación entre el alimento obtenido por medios biotecnológicos modernos y su homólogo convencional, pero no limitarse a ella. La comparación debe determinar similitudes y diferencias entre ambos. La evaluación de la inocuidad debe a) tomar en consideración tanto los efectos intencionales como los no intencionales, b) identificar los peligros nuevos o alterados y c) identificar los cambios de interés para la salud humana que se producen en los nutrientes claves. La evaluación de la inocuidad deberá realizarse caso por caso.

Las medidas de gestión de riesgos deben ser proporcionales al riesgo. Deberán tener en cuenta, cuando sea pertinente, «otros factores legítimos» de conformidad con las decisiones generales de la Comisión del Codex y los Principios de aplicación práctica del Codex para el análisis de riesgos (FAO/OMS, 2003d). Diferentes medidas de gestión de riesgos pueden permitir alcanzar el mismo objetivo. Los encargados de la gestión de riesgos deben tener en cuenta las incertidumbres identificadas en la evaluación de éstos y tomar medidas apropiadas para controlarlas. Las medidas de gestión de riesgos pueden incluir el etiquetado de alimentos, las condiciones para aprobar su comercialización, la vigilancia tras la puesta en el mercado y la elaboración de métodos para detectar o identificar alimentos obtenidos por medios biotecnológicos modernos. El rastreo de los productos puede ser también útil para la buena aplicación de las medidas de gestión de riesgos.

Los principios sobre comunicación de riesgos se basan en la premisa de que una comunicación de riesgos eficaz es esencial en todas las fases de la evaluación y gestión de los riesgos. Se trata de un proceso interactivo que estimula el asesoramiento y la participación de todas las partes interesadas. Los procesos deben ser transparentes, completamente documentados y abiertos a la opinión pública, respetando a la vez las preocupaciones legítimas por salvaguardar el carácter confidencial de la información comercial e industrial. Los informes sobre evaluaciones de inocuidad y otros aspectos del proceso de adopción de decisiones deben estar a disposición del público. Deberán crearse procesos de consulta responsable.

Directrices para la realización de la evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante

Las Directrices para la realización de la evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante fueron aprobadas también en el 26º período de sesiones de la Comisión del Codex Alimentarius (julio de 2003). Tienen por objeto apoyar los principios para el análisis de riesgos de alimentos obtenidos por medios biotecnológicos modernos. Se describe en ellas el método recomendado para hacer una evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos de plantas de ADN recombinante en los casos en que existe un producto homólogo convencional. Se define el homólogo convencional como «una variedad afín cuya inocuidad está establecida por la experiencia de su uso común como alimento». Las técnicas que se describen en las Directrices pueden aplicarse a alimentos derivados de plantas que han sido alteradas mediante otras técnicas distintas de los medios biotecnológicos modernos.

Las Directrices ofrecen una introducción y motivación de la evaluación de la inocuidad de los alimentos derivados de plantas de ADN recombinante, y establecen distinciones entre esta evaluación y la evaluación de riesgos toxicológicos convencional de compuestos individuales, que se basa en estudios sobre animales. «La finalidad de la evaluación de inocuidad es llegar a una conclusión con respecto a si el nuevo alimento es tan inocuo como el homólogo convencional con el que se le compara, y no menos nutritivo que él.» Las Directrices indican que la equivalencia sustancial no es, por sí misma, una evaluación de la inocuidad, sino que representa un punto de partida para estructurar la evaluación de la inocuidad de un alimento nuevo en relación con su homólogo convencional. Se emplea para determinar analogías y diferencias entre el alimento nuevo y el producto homólogo convencional. Se evalúa después la inocuidad de las diferencias identificadas, teniendo en cuenta los efectos no intencionales derivados de la modificación genética. Los encargados de la gestión del riesgo determinan esto y elaboran medidas para la gestión de los riesgos, según proceda.

RECUADRO 21
Cultivos modificados genéticamente para la alimentación de animales

Se utilizan como piensos muchos cultivos modificados genéticamente, productos derivados de ellos y enzimas derivadas de microorganismos modificados genéticamente. Se estima que el volumen del mercado mundial de piensos asciende a unos 600 millones de toneladas. Se utilizan piensos compuestos principalmente para las aves de corral, cerdos y vacas lecheras y se preparan con una amplia gama de materias primas, como maíz y otros cereales, y semillas oleaginosas como soja y nabina. Se estima que actualmente se cultiva con variedades modificadas genéticamente el 51 por ciento de la superficie mundial dedicada a la soja, el 12 por ciento de la dedicada a la nabina y el 9 por ciento de la dedicada al maíz (utilizado como maíz entero y subproductos como el pienso de gluten de maíz) (James, 2002a).

Las evaluaciones de la inocuidad de los nuevos piensos para el ganado que se realizan en Canadá, los Estados Unidos y otros lugares estudian las características moleculares, de composición, toxicológicas y nutricionales de estos productos en comparación con sus homólogos convencionales. Se tienen en cuenta, entre otras cosas, los efectos en el animal que ingiere el pienso, en los consumidores que comen el producto pecuario resultante, la seguridad del trabajador y otros aspectos ambientales de la utilización de los piensos. Además, en muchos estudios se han hecho comparaciones de la composición nutricional y la salubridad de los piensos que contienen productos transgénicos con las de los componentes convencionales.

Las principales preocupaciones en relación con el empleo de productos modificados genéticamente en los piensos son si el ADN modificado de una planta puede transferirse a la cadena alimentaria sin consecuencias nocivas y si los genes marcadores resistentes a los antibióticos, que se utilizan en el proceso de transformación, pueden transferirse a las bacterias del animal y, consiguientemente, a bacterias patógenas humanas. Como el proceso de producción de las enzimas utilizadas en los piensos se realiza en condiciones controladas en instalaciones con tanques de fermentación cerrados y se elimina el ADN modificado de los productos finales, estos productos no entrañan ningún riesgo para los animales o el medio ambiente. La enzima fitasa aporta beneficios especiales en la alimentación de cerdos y aves de corral, entre ellos, una notable reducción de la cantidad de fósforo que se libera al medio ambiente.

Los investigadores han examinado los efectos que la elaboración de los piensos causa en el ADN para averiguar si el ADN modificado se mantiene intacto y se introduce en la cadena alimentaria. Se ha determinado que el ADN no se fragmenta en medida notable en el material vegetal crudo y en el ensilaje, sino que se mantiene parcial o completamente intacto. Esto significa que, si se suministran cultivos modificados genéticamente a los animales, éstos probablemente comerán el ADN modificado. Para considerar si el ADN modificado o las proteínas derivadas consumidos por los animales tienen el potencial de afectar a la salud del animal o entrar en la cadena alimentaria, es necesario tener en cuenta el destino de estas moléculas dentro del animal. La digestión de los ácidos nucleicos (ADN y ácido ribonucleico, ARN) se produce mediante la acción de nucleasas presentes en la boca, páncreas y secreciones intestinales. En los rumiantes, se produce una degradación física y microbiana adicional. Las pruebas indican que más del 95 por ciento de ADN y ARN se deshace completamente dentro del sistema digestivo. Además, investigaciones realizadas sobre la digestión de proteínas transgénicas en cultivo in vitro han demostrado que se produce una digestión casi completa en cinco minutos en presencia de la enzima digestiva pepsina.

Es también causa de preocupación la posibilidad de que la resistencia a los antibióticos se transfiera de los genes marcadores utilizados en la producción de plantas modificadas genéticamente a microorganismos presentes en los animales y, por tanto, a bacterias patógenas para los seres humanos. En un examen encargado por la FAO se ha llegado a la conclusión de que es muy improbable que esto ocurra. No obstante, la conclusión de dicho documento es que, en la producción de plantas transgénicas, no se deben utilizar marcadores que codifican la resistencia a antibióticos de importancia clínica y decisivos para tratar enfermedades infecciosas humanas.

MacKenzie y McLean (2002) examinaron 15 estudios de alimentación de vacas lecheras, vacuno para carne, cerdos y pollos, publicados entre 1995 y 2001. Los piensos estudiados eran maíz y soja resistentes a insectos y/o herbicidas. Se alimentó a los animales con un producto transgénico o convencional durante períodos que variaron de 35 días para las aves de corral a dos años para el vacuno de carne. Ninguno de estos estudios encontró efectos nocivos en los animales alimentados con productos transgénicos con respecto a ninguno de los parámetros medidos, que incluían la composición de nutrientes, peso corporal, ingestión de piensos, conversión del pienso, producción de leche, composición de la leche, fermentación en el rumen, rendimiento de crecimiento o características de la canal. En dos de los estudios se encontraron ligeras mejoras en las tasas de conversión del pienso en los animales alimentados con maíz resistente a los insectos, lo que posiblemente se debió a concentraciones menores de aflatoxinas, antinutrientes que se derivan de daños causados por insectos.

En resumen, se puede concluir que son insignificantes los riesgos para la salud humana y de los animales que pueda causar el uso como piensos de cultivos modificados genéticamente y enzimas derivadas de microorganismos modificados genéticamente. No obstante, algunos países exigen que se indique en la etiqueta la presencia de material modificado genéticamente en las importaciones de sus productos derivados.

Directrices para la evaluación de la inocuidad de los alimentos producidos utilizando microorganismos de ADN recombinante

Estas Directrices tienen también por objeto facilitar orientaciones sobre el procedimiento de evaluación de la inocuidad de alimentos producidos utilizando microorganismos de ADN recombinante, basándose en el marco de evaluación de riesgos establecido en los Principios. Lo interesante en el caso de los microorganismos de ADN recombinante es que se recomienda la comparación no sólo entre ellos y sus homólogos (microorganismos) convencionales, sino también entre los alimentos producidos utilizándolos y los alimentos originales.

Texto del Codex en examen sobre el etiquetado de alimentos modificados genéticamente

Además de los principios y directrices citados, se halla todavía en examen el Proyecto de recomendaciones para el etiquetado de alimentos obtenidos por medio de determinadas tecnologías de modificación genética (FAO/OMS, 2003e), muchas de cuyas secciones se escriben todavía entre corchetes, lo que significa que no se ha acordado su texto. La finalidad de las directrices es su aplicación para el etiquetado de alimentos e ingredientes de los alimentos en tres situaciones, cuando: (1) sean significativamente diferentes de los homólogos convencionales; (2) contengan o estén compuestos de un organismo modificado genéticamente/sometido a la ingeniería genética o contengan proteína o ADN proveniente de la tecnología de genes; y (3) se produzcan a partir de, pero no contengan, organismos modificados genéticamente/sometidos a ingeniería genética, proteína o ADN proveniente de la tecnología genética.

Según el CIUC, los científicos no están plenamente de acuerdo sobre la función apropiada del etiquetado. Aunque el etiquetado obligatorio se utiliza tradicionalmente para ayudar a los consumidores a identificar alimentos que pueden contener alérgenos u otras sustancias potencialmente peligrosas, no se utilizan las etiquetas para ayudar al consumidor que desee seleccionar determinados alimentos basándose en su modo de producción, o en motivos ambientales (por ejemplo, orgánicos), éticos (por ejemplo, comercio equitativo) o religiosos (por ejemplo, kosher). Son diferentes los tipos de información de etiquetado que los países exigen o permiten. Según el CIUC, «el etiquetado de los alimentos como modificados o no modificados genéticamente puede permitir al consumidor hacer una elección en cuanto al proceso por el que se produce el alimento, pero no facilita ninguna información sobre el contenido de los alimentos ni sobre si existen riesgos y/o beneficios asociados con determinados alimentos». El CIUC sugiere que un etiquetado de los alimentos más informativo, que explique el tipo de transformación y cualesquiera cambios de composición resultantes, podría permitir a los consumidores evaluar los riesgos y beneficios de determinados alimentos. (En el Capítulo 6 se trata más ampliamente el tema del etiquetado.)

Repercusiones ambientales

Cualquier tipo de agricultura -de subsistencia, orgánica o intensiva- influye en el medio ambiente, por lo que cabe esperar que también influyan en él las nuevas técnicas genéticas empleadas en la agricultura. El CIUC, el GM Science Review Panel y el Nuffield Council, entre otros, están de acuerdo en que las repercusiones ambientales de los cultivos transformados genéticamente pueden ser positivas o negativas según la forma y el lugar en que se empleen. La ingeniería genética puede acelerar los efectos perjudiciales de la agricultura o contribuir a la aplicación de prácticas agrícolas más sostenibles y a la conservación de los recursos naturales, incluida la biodiversidad. Se resumen a continuación las preocupaciones ambientales relacionadas con los cultivos transgénicos, junto con el estado actual de los conocimientos científicos al respecto.

Los cultivos transgénicos pueden producir en el medio ambiente efectos directos tales como la transferencia de genes a pariente silvestres o a cultivos convencionales, la propagación de malezas, efectos de rasgos en especies no objetivo y otros efectos no intencionales. Estos riesgos son semejantes para los cultivos transgénicos y para los mejorados convencionalmente (CIUC). Aunque difieren las opiniones de los científicos sobre estos riesgos, hay acuerdo en que es preciso evaluar los efectos ambientales caso por caso y recomiendan el seguimiento ecológico después de la utilización de tales cultivos para detectar efectos no previstos (CIUC, Nuffield Council, GM Science Review Panel). Los cultivos transgénicos pueden entrañar también efectos indirectos positivos o negativos en el medio ambiente, causados por los cambios en las prácticas agrícolas, especialmente las relativas al empleo de plaguicidas y herbicidas, o en los sistemas de cultivo.

Los árboles transgénicos son objeto de preocupaciones ambientales análogas, si bien entrañan otras adicionales debido a su largo ciclo vital. Los microorganismos transgénicos se usan normalmente en la elaboración de alimentos en condiciones limitadas y no suelen considerarse un riesgo para el medio ambiente. Algunos microorganismos pueden utilizarse en el medio ambiente como agentes de lucha biológica o para la eliminación de daños ambientales por medios biológicos (por ejemplo, derrames de petróleo), y sus efectos ambientales deberán evaluarse antes de su utilización. Las preocupaciones ambientales relacionadas con los peces transgénicos se centran principalmente en su potencial de reproducirse con sus parientes silvestres y competir con ellos (CIUC). Es probable que los animales de granja transgénicos se utilicen en condiciones muy controladas, por lo que plantean pocos riesgos ambientales (NRC, 2003) (Recuadro 22).

RECUADRO 22
Preocupaciones ambientales relacionadas con los animales modificados genéticamente

Actualmente no se utilizan animales modificados genéticamente en la agricultura comercial en ninguna parte del mundo (Capítulo 2), pero se están investigando varias especies ganaderas y acuáticas para determinar una variedad de rasgos transgénicos. Recientemente han realizado estudios sobre preocupaciones ambientales potenciales relacionadas con los animales modificados genéticamente el National Research Council (NRC, 2002) de los Estados Unidos, la Agriculture and Environment Biotechnology Commission del Reino Unido (AEBC, 2002) y la Pew Initiative on Food and Biotechnology (Pew Initiative, 2003). Estos estudios concluyen que los animales modificados genéticamente pueden tener efectos positivos o negativos en el medio ambiente según el animal, el rasgo y el entorno de producción en que se introduzcan. Las principales preocupaciones ambientales relacionadas con los animales son: a) la posibilidad de que los animales transgénicos escapen, con los consiguientes efectos negativos en los parientes silvestres o los ecosistemas, y b) cambios potenciales en las prácticas de producción que pueden causar distintos grados de tensiones ambientales. Estos informes recomiendan que se evalúen los animales modificados genéticamente en relación con sus homólogos convencionales.

Los tres estudios están de acuerdo en que es preciso que se evalúe la capacidad de los animales transgénicos de escapar y llegar a establecerse en entornos diferentes. Los estudios del NRC y la AEBC están de acuerdo en que son menos probables los efectos ambientales perjudiciales en las razas de ganado que en los peces, debido a que las especies de animales de granja no tienen parientes silvestres y su reproducción se controla en las granjas y hatos. El peligro de que se hagan salvajes es escaso en lo que respecta al vacuno, ovino y aves domésticas, que son menos móviles y están muy domesticados, pero es mayor en los caballos, camellos, conejos, perros y animales de laboratorio (ratas y ratones). Se sabe que cabras, cerdos y gatos no transgénicos se han vuelto salvajes y han causado graves daños a comunidades ecológicas (NRC, 2002). Los animales de granja transgénicos serían muy valiosos y, por ello, se conservarían en ambientes controlados cuidadosamente. En cambio, los peces de la acuicultura son naturalmente móviles y se cruzan fácilmente con especies silvestres. El informe de la AEBC recomienda que no se críen peces transgénicos en jaulas en alta mar debido a la elevada probabilidad de que escapen. El estudio de la Pew Initiative señala que los efectos de los peces que escapan de las zonas de acuicultura, sean transgénicos o criados convencionalmente, dependen de su «aptitud neta» en comparación con la de las especies silvestres. Señalan que los rasgos genéticos pueden aumentar o reducir la aptitud neta de las especies cultivadas y recomiendan que se evalúen cuidadosamente los peces transgénicos y se regulen de forma integrada y transparente.

Los animales transgénicos podrían causar también efectos ambientales mediante cambios en los mismos animales o en las prácticas de gestión animal. Las modificaciones transgénicas podrían reducir la cantidad de estiércol y emisiones de metano que producen las especies ganaderas y acuícolas (AEBC, 2002; Pew Initiative, 2003) o incrementar su resistencia a las enfermedades (permitiendo utilizar menos antibióticos). Por otra parte, algunas modificaciones genéticas podrían permitir una producción ganadera más intensiva con el correspondiente incremento de los contaminantes ambientales. Por tanto, el problema del peligro ambiental es menos una cuestión de tecnología en cuanto tal que de capacidad para gestionarla.

Otro factor que debe tenerse en cuenta en relación con la biotecnología ganadera es el de los posibles efectos en el bienestar de los animales, los cuales pueden ser positivos o negativos y deberán evaluarse en comparación con las prácticas de gestión ganadera convencionales (AEBC, 2002). Actualmente, la producción de animales transgénicos y clonados es muy ineficiente pues entraña una elevada mortalidad durante el desarrollo embrional inicial y tasas de éxito de sólo el 1-3 por ciento. De los animales transgénicos nacidos, es posible que los genes insertados no funcionen como se esperaba, lo que frecuentemente da lugar a anormalidades anatómicas, fisiológicas y de comportamiento (NRC, 2002). El vacuno producido por métodos de clonación tiende a tener períodos de gestación más largos y mayor peso al nacer, lo que da lugar a una tasa mayor de nacimientos por parto cesáreo (NRC, 2002; AEBC, 2002). Estos problemas pueden plantearse también con animales reproducidos utilizando inseminación artificial/ovulación múltiple y trasplante de embriones (IA/OMTE) y deben evaluarse en el contexto de otras tecnologías de reproducción empleadas en la ganadería (AEBC, 2002). El informe de la AEBC recomienda asimismo que se evalúen los efectos potenciales de todas las tecnologías ganaderas en el bienestar de los animales, teniendo en cuenta consideraciones económicas y ambientales.

Flujo de genes

Los científicos están de acuerdo en que el flujo de genes desde cultivos modificados genéticamente es posible mediante el cruzamiento de variedades de polinización libre con cultivos locales o parientes silvestres. Como el flujo de genes se ha producido durante milenios entre las variedades originales y los cultivos mejorados convencionalmente, cabe prever razonablemente que ocurra también con los cultivos transgénicos. La tendencia de los cultivos a la exogamia varía y la capacidad de exogamia de un cultivo depende de la presencia de parientes silvestres sexualmente compatibles, lo que varía según el lugar (Recuadro 23) (CIUC, GM Science Review Panel).

Los científicos no están plenamente de acuerdo en si el flujo de genes entre cultivos transgénicos y sus parientes silvestres tiene importancia en sí mismo y por sí mismo (CIUC, GM Science Review Panel). Si un híbrido transgénico/silvestre resultante tuviera alguna ventaja competitiva sobre la población silvestre, podría persistir en el medio ambiente y trastornar el ecosistema. Según el informe del GM Science Review Panel, la hibridación entre cultivos transgénicos y sus parientes silvestres parece «con toda probabilidad transferir genes que son ventajosos en entornos agrícolas, pero no prosperará en el entorno silvestre … Además, ningún híbrido entre ningún cultivo y sus parientes silvestres ha llegado nunca a ser invasor en el entorno silvestre en el Reino Unido» (GM Science Review Panel, 2003).

Se debate si el flujo, en otros casos benigno, de transgenes a variedades originales o a otras variedades convencionales constituya por sí mismo un problema ambiental, ya que los cultivos convencionales han interactuado de esta forma con las variedades originales durante mucho tiempo (CIUC). Se necesitan investigaciones para evaluar mejor las consecuencias ambientales del flujo de genes, especialmente a largo plazo, y para comprender mejor el flujo de genes entre los principales cultivos alimentarios y las variedades originarias en centros de diversidad (CIUC, GM Science Review Panel).

El carácter de maleza se refiere a la situación en que una planta cultivada o su híbrido llega a establecerse como mala hierba en otros campos o como especie invasora en otros hábitats. Los científicos están de acuerdo en que hay solamente un riesgo muy bajo de que los cultivos domesticados se conviertan en malas hierbas debido a que los rasgos que los vuelven indeseables como cultivos en muchos casos los hacen menos aptos para sobrevivir y reproducirse en forma silvestre (CIUC, GM Science Review Panel). Las malas hierbas que forman híbridos con cultivos resistentes a herbicidas tienen el potencial de adquirir el rasgo de tolerancia al herbicida, si bien esto les dará una ventaja solamente en presencia del herbicida (CIUC, GM Review Panel). Según el GM Science Review Panel, «experimentos detallados de campo con varios cultivos modificados genéticamente en una serie de entornos han demostrado que los rasgos transgénicos investigados -tolerancia a herbicidas y resistencia a insectos- no aumentan sensiblemente la capacidad de las plantas en hábitats seminaturales» (GM Science Review Panel, 2003). Algunos rasgos transgénicos, como la resistencia a plagas o enfermedades, pueden proporcionar una ventaja de aptitud, pero hay pocas pruebas hasta ahora de que esto ocurra o que tenga consecuencias ambientales negativas (CIUC, GM Science Review Panel). Se necesitan más pruebas acerca del efecto que los rasgos que fortalecen la aptitud producen en la tendencia a la invasión (GM Science Review Panel).

Se están diseñando métodos de gestión y genéticos para reducir al mínimo la posibilidad del flujo de genes. Actualmente no se puede aplicar en la práctica el aislamiento completo de los cultivos producidos a escala comercial, ya sean o no modificados genéticamente, si bien se puede reducir al mínimo el flujo de genes, como se hace actualmente entre las variedades de colza cultivadas para la alimentación, piensos o aceites industriales (GM Science Review Panel). Entre las estrategias de gestión figuran la de evitar la siembra de cultivos transgénicos en sus centros de biodiversidad o donde hay parientes silvestres, o utilizar zonas tampón para aislar las variedades transgénicas de las convencionales u orgánicas. Se puede aprovechar la ingeniería genética para alterar los períodos de floración a fin de evitar la polinización cruzada o asegurar que los transgenes no se incorporen en el polen, y para desarrollar variedades transgénicas estériles (CIUC y Nuffield Council). El GM Science Review Panel y otros órganos de expertos recomiendan que los cultivos modificados genéticamente, que producen sustancias médicas o industriales, se proyecten y cultiven de forma que se evite el flujo de genes a los cultivos alimentarios o de piensos (GM Science Review Panel).

RECUADRO 23
Opinión de un ecologista sobre el flujo de genes de cultivos transgénicos

Allison A. Snow1

La mayoría de los científicos ecológicos están de acuerdo en que el flujo de genes no es un problema ambiental a menos que provoque consecuencias no deseables. A corto plazo, la difusión de la resistencia transgénica a los herbicidas por medio del flujo de genes puede crear problemas logísticos y/o económicos a los productores. A largo plazo, los transgenes que mayor probabilidad tienen de ayudar a las malas hierbas o de perjudicar a especies no objetivo, son los que confieren resistencia a las plagas y al estrés ambiental y/o incrementan la producción de semillas. Sin embargo, estos resultados no parecen probables para la mayoría de las plantas transgénicas cultivadas actualmente. Muchos rasgos transgénicos son probablemente inocuos desde el punto de vista ambiental y algunos podrían conducir a prácticas agrícolas más sostenibles. Es fundamental que los biólogos moleculares, los fitomejoradores y la industria perfeccionen sus conocimientos sobre cuestiones ecológicas y de evolución relacionadas con la seguridad de las nuevas generaciones de cultivos transgénicos.

La presencia de parientes silvestres y de malas hierbas varía según los países y regiones. En el gráfico se ofrecen ejemplos de los cultivos principales, agrupados por su capacidad de dispersar polen y por la presencia de parientes silvestres, en los Estados Unidos continentales. Esta sencilla matriz de 2 por 2 puede ser útil para identificar casos en los que es probable un flujo de genes de un cultivo transgénico a un pariente silvestre. En cultivos de los que no hay ningún pariente silvestre o malas hierbas que crezcan en las cercanías, como la soja, el algodón o el maíz que se indican en color verde, no se produciría el flujo de genes al pariente silvestre. El arroz, sorgo y trigo tienen parientes silvestres en los Estados Unidos y muestran una tendencia relativamente baja a la exogamia, que permitiría a los transgenes dispersarse a las poblaciones silvestres. Los cultivos que tienen una elevada tendencia a la exogamia y tienen parientes silvestres en los Estados Unidos se indican en rojo. Hay muchas posibilidades de flujo de genes entre estos cultivos y sus parientes silvestres, por lo que deberán cultivarse con cuidado las variedades transgénicas que puedan conferir una ventaja competitiva sobre sus híbridos.

1 El Dr. Snow es Profesor del Departamento de Evolución, Ecología y Biología de los Organismos de la Universidad del Estado de Ohio, Columbus, Ohio, Estados Unidos.

Efectos de algunos rasgos en especies no objetivo

Algunos rasgos transgénicos -como las toxinas plaguicidas expresadas por los genes Bt- pueden afectar a especies no objetivo además de a las plagas que se tratan de combatir (CIUC). Los científicos convienen en que puede ocurrir esto, pero no hay acuerdo sobre la medida de su probabilidad (CIUC, GM Science Review Panel). La controversia sobre la mariposa monarca (Recuadro 24) demostró que es difícil extrapolar de estudios de laboratorio a condiciones de campo. Estudios de campo han demostrado algunas diferencias en la estructura de la comunidad microbiana del suelo entre los cultivos Bt y los no Bt, pero tales diferencias se hallan dentro del margen normal de variación que se encuentra entre cultivares del mismo cultivo y no proporcionan pruebas convincentes de que los cultivos Bt puedan dañar la salud del suelo a largo plazo (GM Science Review Panel). Aunque hasta ahora no se han observado sobre el terreno efectos perjudiciales importantes en fauna y flora silvestres no objetivo o en la salud del suelo, los científicos no están de acuerdo sobre cuántas pruebas se necesitan para demostrar que la producción de cultivos Bt es sostenible a largo plazo (GM Science Review Panel). Están de acuerdo en que es preciso vigilar los posibles efectos en especies no objetivo y compararlos con los efectos de otras prácticas agrícolas actuales, como el uso de plaguicidas químicos (GM Science Review Panel). Reconocen que hace falta elaborar mejores métodos para estudios ecológicos sobre el terreno, incluyendo mejores datos de referencia con los que poder comparar los nuevos cultivos (CIUC).

RECUADRO 24
¿El maíz Bt mata a las mariposas monarca?

John Losey, un entomólogo de la Cornell University, publicó un documento de investigación en la revista científica Nature que parecía demostrar que el polen del maíz Bt mataba a las mariposas monarca (Losey, Rayor y Carter, 1999). Losey y sus colegas descubrieron en el laboratorio que, si se dispersaba polen de una variedad comercial de maíz Bt sobre hojas de la mala hierba asclepia y se alimentaba con ellas a orugas de mariposa monarca, éstas morían.

Seis equipos independientes de investigadores realizaron estudios de seguimiento sobre los efectos del polen de maíz Bt en las orugas de mariposa monarca, los cuales se publicaron en 2001 en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. Aunque estos estudios coincidían en admitir que el polen utilizado en el estudio original era tóxico en dosis elevadas, determinaban que el polen de maíz Bt constituía un riesgo insignificante para las larvas de monarca en condiciones de campo. Basaban su conclusión en cuatro hechos: a) la toxina Bt se expresa en niveles bastante bajos en el polen de la mayoría de las variedades comerciales de maíz Bt, b) el maíz y la asclepia (alimento normal de las orugas de mariposa monarca) no se encuentran generalmente juntos en el campo, c) los períodos en que la difusión del polen de maíz en el campo coincide con la actividad de la larva de la mariposa monarca son limitados y d) la cantidad de polen que probablemente se consumirá en condiciones de campo no es tóxica. Estos estudios concluyeron que el riesgo de que el polen del maíz Bt perjudique a las orugas de mariposa monarca es muy pequeño, especialmente en comparación con otras amenazas como los plaguicidas convencionales y la sequía (Conner, Glare y Nap, 2003).

Muchos científicos ven con frustración la forma en que se tratan en la prensa asuntos como la controversia sobre la mariposa monarca y otras cuestiones relacionadas con la biotecnología. Mientras el estudio original sobre la mariposa monarca recibió una atención mundial en los medios de difusión, los estudios de seguimiento que lo refutaron no recibieron la misma cobertura. Por ello, mucha gente no sabe que el maíz Bt representa un riesgo mínimo para la mariposa monarca (Pew Initiative, 2002a).

8 En el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica, se define organismo vivo modificado como «cualquier organismo vivo que posea una combinación nueva de material genético que se haya obtenido mediante la aplicación de la biotecnología moderna» (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2000).

Efectos indirectos sobre el medio ambiente

Los cultivos transgénicos pueden ejercer efectos ambientales indirectos como consecuencia del cambio de prácticas agrícolas o ambientales asociadas con las nuevas variedades. Estos efectos indirectos pueden ser favorables o perjudiciales según la naturaleza de los cambios en cuestión (CIUC, GM Science Review Panel). Los científicos están de acuerdo en que el empleo de plaguicidas y herbicidas agrícolas convencionales ha perjudicado a los hábitats de aves de tierras de labranza, plantas silvestres e insectos y ha reducido gravemente sus poblaciones (CIUC, GM Science Review Panel, Royal Society). Los cultivos transgénicos están cambiando las modalidades de aprovechamiento de la tierra y empleo de productos químicos, así como las prácticas de explotación agrícola, pero los científicos no están plenamente de acuerdo en si el efecto neto de estos cambios será positivo o negativo para el medio ambiente (CIUC). Reconocen que se necesitan más análisis comparativos de las nuevas tecnologías y las actuales prácticas agrícolas.

Empleo de plaguicidas

Hay acuerdo entre los científicos en que el empleo de cultivos transgénicos Bt resistentes a los insectos está reduciendo el volumen y la frecuencia del empleo de plaguicidas en el maíz, algodón y soja (CIUC). Estos resultados han sido especialmente significativos con respecto al algodón en los Estados Unidos, México, China, Australia y Sudáfrica (Capítulo 4). Entre los beneficios ambientales cabe señalar una menor contaminación del suministro de agua y menores daños a insectos no objetivo (CIUC). La reducción del empleo de plaguicidas indica que los cultivos Bt beneficiarían en general a la biodiversidad dentro del cultivo en comparación con los tradicionales que reciben aplicaciones periódicas de plaguicidas de amplio espectro, si bien tales beneficios disminuirían si se necesitaran aplicaciones complementarias de insecticidas (GM Review Panel). Se han documentado en China (Pray et al., 2002) y Sudáfrica (Bennett, Morse e Ismael, 2003) beneficios demostrables para la salud de los trabajadores agrícolas derivados la reducción de las pulverizaciones de plaguicidas químicos en el algodón.

Empleo de herbicidas

El empleo de herbicidas está cambiando como consecuencia de la rápida adopción de cultivos TH (CIUC). Se ha producido un cambio notable, del empleo de plaguicidas más tóxicos a menos tóxicos, pero la utilización total de herbicidas ha aumentado (Traxler, 2004). Los científicos están de acuerdo en que los cultivos TH requieren menos laboreo, lo que entraña beneficios para la conservación del suelo (CIUC). Podría haber también beneficios potenciales para la biodiversidad si el empleo electivo de herbicidas permitiera a algunas malas hierbas aparecer y mantenerse durante más tiempo en los campos de los agricultores, proporcionando así hábitat para las aves de tierras de labranza y otras especies, si bien estos beneficios son teóricos y no se han demostrado sólidamente con ensayos de campo hasta la fecha (GM Science Review Panel). Sin embargo, existe también la preocupación de que un posible aumento del empleo de herbicidas -incluso de los que son menos tóxicos- seguiría erosionando los hábitats de las aves de tierras de labranza y otras especies (CIUC). La Royal Society ha publicado los resultados de numerosos estudios hechos en explotaciones agrícolas para evaluar los efectos que los cultivos transgénicos TH de maíz, colza de primavera (nabina) y remolacha azucarera causan en la biodiversidad en el Reino Unido. Estos estudios señalan que el efecto principal de tales cultivos en comparación con las prácticas convencionales se ejerció sobre la vegetación de malas hierbas, con los consiguientes efectos sobre los herbívoros, polinizadores y otras poblaciones que se alimentan de ellas. Estos grupos resultaron afectados negativamente en el caso de la remolacha azucarera transgénica TH, positivamente en el caso del maíz y no resultaron afectados en el caso de la colza de primavera. Se concluyó que la comercialización de estos cultivos produciría toda una gama de impactos sobre la biodiversidad en las tierras agrícolas, dependiendo de la eficacia relativa de los regímenes de herbicidas transgénicos y convencionales y del grado de protección que otorguen los campos circundantes (Royal Society, 2003). Los científicos reconocen que no hay pruebas suficientes para predecir cuáles serán los efectos a largo plazo de los cultivos transgénicos TH sobre las poblaciones de malas hierbas y sobre la correspondiente biodiversidad dentro del cultivo (GM Science Review Panel).

Resistencia de las plagas y malas hierbas

Los científicos convienen en que la amplia utilización a largo plazo de cultivos Bt y de los herbicidas glifosato y glufosinato, asociados con los cultivos TH, puede fomentar el desarrollo de plagas de insectos y malas hierbas resistentes (CIUC, GM Science Review Panel). Accidentes de este tipo se han producido periódicamente con los cultivos y plaguicidas convencionales y, aunque la protección que ofrecen los genes Bt resulta elevada, no hay ninguna razón para suponer que no se desarrollen plagas resistentes (GM Science Review Panel). En todo el mundo, más de 120 especies de malas hierbas han desarrollado resistencia a los herbicidas utilizados predominantemente con cultivos TH, si bien la resistencia no está necesariamente asociada a las variedades transgénicas (CIUC, GM Science Review Panel). Dado que, si se utilizan en exceso el Bt y glifosato y glufosinato, cabe prever que se desarrollen plantas y malas hierbas resistentes, los científicos aconsejan que se aplique una estrategia de gestión de la resistencia cuando se siembran cultivos transgénicos, pero no están de acuerdo sobre la forma de aplicarla eficazmente, especialmente en los países en desarrollo (CIUC). La medida y la posible gravedad de los efectos de las plagas o malezas resistentes sobre el medio ambiente son objeto de debate (GM Science Review Panel).

Tolerancia al estrés abiótico

Como se ha indicado en el Capítulo 2, se están poniendo a punto nuevos cultivos transgénicos con tolerancia a varios estreses abióticos (por ejemplo, sal, sequía, aluminio), que pueden permitir a muchos agricultores cultivar suelos baldíos. Los científicos están de acuerdo en que estos cultivos pueden ser beneficiosos o perjudiciales para el medio ambiente según el cultivo y el rasgo y ambiente (CIUC).

Evaluación de las repercusiones ambientales

Hay un amplio consenso en que las repercusiones ambientales de los cultivos transgénicos y otros organismos vivos modificados (por ejemplo, semillas transgénicas) debe evaluarse utilizando procedimientos de evaluación de riesgos de base científica y caso por caso, según la especie, rasgo y agroecosistema de que se trate. Los científicos concuerdan también en que la liberación en el medio ambiente de organismos transgénicos debe compararse con otras prácticas agrícolas y opciones de tecnología (CIUC y Nuffield Council).

Existen procedimientos válidos de evaluación de la inocuidad de los alimentos y la Comisión del Codex Alimentarius FAO/OMS ofrece un foro internacional para la elaboración de directrices de inocuidad de los alimentos relativas a los alimentos transgénicos. En cambio, no hay directrices y normas internacionalmente acordadas para evaluar el impacto ambiental de los organismos transgénicos (CIUC). Los científicos están de acuerdo en que hacen falta metodologías y normas armonizadas internacional y regionalmente para evaluar el impacto ambiental en diferentes ecosistemas (CIUC; FAO, 2004). A continuación se describe la función de los organismos internacionales de normalización para proporcionar orientaciones relativas al análisis de riesgos.

Según el CIUC, los órganos normativos de los distintos países suelen exigir tipos análogos de datos para la evaluación del impacto ambiental, pero difieren en su interpretación de tales datos y en la determinación de lo que constituye un riesgo o peligro ambiental. Los científicos difieren también sobre cuál debe ser la base apropiada para la comparación: con los actuales sistemas agrícolas y/o con datos ecológicos de referencia (CIUC). Una consulta de expertos de la FAO (2004) acordó que los efectos de la agricultura en el medio ambiente son mucho mayores que los efectos mensurables del cambio de la producción de cultivos convencionales a la de transgénicos, por lo que la base de comparación es importante.

Tampoco hay acuerdo entre los científicos sobre el valor de las pruebas de laboratorio y de campo en pequeña escala y su extrapolación a efectos en gran escala, ni queda claro si los métodos de elaboración de modelos que incorporan datos de sistemas de información geográfica serán útiles para predecir los efectos de los organismos vivos modificados (OVM) en diferentes ecosistemas (CIUC). La comunidad científica recomienda más investigaciones sobre los efectos subsiguientes a la homologación de los cultivos transgénicos. También se necesita un seguimiento orientado más específicamente después de la homologación del cultivo y mejores metodologías para dicho seguimiento (CIUC; FAO, 2004).

Acuerdos e instituciones internacionales sobre el medio ambiente

Varios acuerdos e instituciones internacionales son pertinentes para los aspectos ambientales de algunos productos transgénicos, especialmente el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria. Se describen a continuación las funciones y disposiciones de estos instrumentos.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica y el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica

La mayor parte de las medidas del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 1992) se centran en la conservación de los ecosistemas. Sin embargo, dos aspectos relativos a la conservación de la diversidad biológica son pertinentes para la bioseguridad: la gestión de los riesgos asociados con los organismos vivos modificados (OVM) como resultado de la biotecnología y la gestión de los riesgos asociados con especies exóticas.

En el contexto de las medidas de conservación in-situ, según estipula el Convenio, las partes contratantes «… establecerán o mantendrán medios para regular, administrar o controlar los riesgos derivados de la utilización y la liberación de organismos vivos modificados como resultado de la biotecnología que es probable tengan repercusiones adversas que puedan afectar a la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica…». Esta disposición supera el ámbito de aplicación general del Convenio en cuanto exige también que se tengan en cuenta riesgos para la salud humana.

El Convenio establece que las partes contratantes tengan la obligación de impedir la introducción de especies exóticas y de controlar o erradicar las especies exóticas que amenacen los ecosistemas, hábitats o especies. Se consideran especies exóticas invasoras las especies introducidas deliberada o no deliberadamente fuera de sus hábitats naturales, en los casos en que tengan la capacidad para establecerse, invadir, sustituir a las nativas y apoderarse del nuevo entorno.

El Protocolo de Cartagena (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2000) fue aprobado por el CDB en septiembre de 2000 y entró en vigor en septiembre de 2003. El objetivo del Protocolo es contribuir a garantizar un nivel adecuado de protección en la esfera de la transferencia, manipulación y utilización seguras de los organismos vivos modificados resultantes de la tecnología moderna. Se consideran también los riesgos para la salud humana. El Protocolo es aplicable a todos los OVM, pero no a los productos farmacéuticos destinados a los seres humanos que ya están contemplados en otros acuerdos u organizaciones internacionales pertinentes.

El Protocolo establece un Procedimiento de acuerdo fundamentado previo para los OVM destinados a su introducción deliberada en el medio ambiente que puedan tener efectos adversos para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica. El procedimiento exige, antes de la primera introducción deliberada en el medio ambiente de la parte de importación:

Están exentas del acuerdo fundamentado previo cuatro categorías de OVM: los OVM en tránsito, los OVM para uso confinado, los OVM incluidos en una decisión adoptada por la Conferencia de las Partes/Reunión de las Partes, en la que se declare que no es probable que tengan efectos adversos para la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, y los OVM destinados para uso directo como alimento humano o animal o para elaboración.

Con respecto a los OVM que pueden ser objeto de un movimiento transfronterizo para uso directo como alimento humano o animal o para elaboración, en el Artículo 11, se exige que una parte que haya adoptado una decisión definitiva en relación con el uso nacional, incluida su colocación en el mercado, informe al respecto a todas las partes, por conducto del Centro de Intercambio de Información sobre Seguridad de la Biotecnología, establecido en virtud del Protocolo. La notificación deberá incluir la información mínima exigida en el Anexo II. Una parte contratante podrá adoptar una decisión sobre la importación con arreglo a su marco reglamentario nacional que sea compatible con el objetivo del Protocolo. Una parte que sea país en desarrollo o con economía en transición, podrá declarar, en ausencia de un marco reglamentario nacional, por conducto del Centro de Intercambio de Información sobre Seguridad de la Biotecnología, que su decisión anterior a la primera importación de un OVM destinado para uso directo como alimento humano o animal, o para elaboración, se adoptará de conformidad con una evaluación del riesgo. En ambos casos, el hecho de que no tenga certeza científica por falta de información y conocimientos pertinentes suficientes sobre la magnitud de los posibles efectos adversos no impedirá a esa parte contratante de importación adoptar una decisión, según proceda, a fin de evitar o reducir al mínimo los posibles efectos adversos.

Se exigen la evaluación de riesgos y la gestión de riesgos tanto para los casos del acuerdo fundamentado previo como para los del Artículo 11. La evaluación de los riesgos debe ajustarse a los criterios enumerados en el anexo. En principio, deberá ser realizada por las autoridades nacionales competentes en la adopción de decisiones. Podrá exigirse al exportador que realice la evaluación. La parte de importación podrá exigir al notificante que pague la evaluación del riesgo.

El Protocolo especifica medidas y criterios generales de gestión de riesgos. Toda medida basada en la evaluación de riesgos deberá ser proporcional a los riesgos identificados. Deberán adoptarse medidas para reducir al mínimo la probabilidad de un movimiento transfronterizo involuntario de OVM. Deberá notificarse a los estados afectados o potencialmente afectados cuando su presencia puede dar lugar a un movimiento transfronterizo involuntario.

El Protocolo contiene también disposiciones sobre la manipulación, envasado y transporte de los OVM (Artículo 18). En particular, cada parte contratante deberá adoptar medidas para exigir que la documentación que acompaña a:

a) los OVM destinados a uso directo como alimento humano o animal, o para elaboración, identifique claramente que «pueden llegar a contener» OVM y «que no están destinados para su introducción intencional en el medio», así como un punto de contacto para solicitar información adicional;

b) los OVM destinados para uso confinado, los identifique claramente como OVM y especifique los requisitos para su manipulación, almacenamiento, transporte y uso seguros, así como un punto de contacto para obtener más información y las señas de la persona a que se envían;

c) los OVM destinados a su introducción intencional en el medio ambiente de la parte de importación, los identifique claramente como OVM y especifique la identidad y los rasgos/características pertinentes, los requisitos para su manipulación, almacenamiento, transporte y uso seguros, el punto de contacto para obtener más información, el nombre y la dirección del importador y el exportador y una declaración de que el movimiento se efectúa de conformidad con las disposiciones del Protocolo aplicables al exportador.

Se prevé en el Protocolo un intercambio de información mediante el establecimiento de un Centro de Intercambio de Información sobre la Seguridad de la Biotecnología. La finalidad de este Centro es facilitar el intercambio de información y experiencia en relación con los OVM y prestar asistencia a las partes en la aplicación del Protocolo. Con arreglo al párrafo 2 del Artículo 20, facilitará también el acceso a otros mecanismos internacionales de intercambio de información sobre seguridad de la biotecnología. La información que debe facilitarse a dicho Centro incluye la relativa a leyes, reglamentos y directrices nacionales existentes para la aplicación del Protocolo, así como la requerida por las Partes para el acuerdo fundamentado previo, acuerdos y arreglos bilaterales, regionales y multilaterales incluidos en el contexto del Protocolo, resúmenes de sus evaluaciones del riesgo y decisiones definitivas.

La participación del público se trata específicamente en el Artículo 23. Las partes:

a) fomentarán y facilitarán la concienciación, educación y participación del público relativas a la seguridad de la transferencia, manipulación y utilización de los OVM;

b) procurarán asegurar que la concienciación y educación del público incluyan el acceso a la información sobre los OVM identificados por el Protocolo que puedan ser importados;

c) celebrarán consultas con el público en el proceso de adopción de decisiones sobre los OVM y darán a conocer al público los resultados de esas decisiones, de conformidad con sus leyes y reglamentaciones nacionales. En estas actividades deberá respetarse la información confidencial.

En la adopción de decisiones, las partes podrán tener en cuenta las consideraciones socioeconómicas resultantes de los efectos de los OVM para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, especialmente en relación con el valor que la diversidad biológica tiene para las comunidades indígenas y locales. Se alienta a las partes a cooperar en la esfera del intercambio de información e investigación sobre los efectos socioeconómicos de los OVM. En la primera reunión de las partes en el Protocolo se debería establecer un proceso para establecer normas relativas a la responsabilidad y compensación por daños resultantes de los movimientos transfronterizos de OVM.

La CIPF y los organismos vivos modificados

La finalidad de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) es actuar eficaz y conjuntamente para prevenir la diseminación e introducción de plagas de plantas y productos vegetales y promover medidas apropiadas para combatirlas. Aunque la CIPF se ocupa del comercio de plantas y productos vegetales, no se limita a este aspecto. El ámbito de aplicación de la CIPF se extiende a la protección de la flora silvestre, además de la cultivada, y abarca los daños tanto directos como indirectos causados por plagas, incluidas las malas hierbas. La CIPF desempeña una importante función en la conservación de la biodiversidad vegetal y en la protección de los recursos naturales. Por lo tanto, las normas elaboradas en el ámbito de la CIPF son también aplicables a elementos fundamentales del CDB, incluidas la prevención y mitigación de los efectos de especies exóticas invasoras, y del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad de la Tecnología. Como consecuencia de ello, el CDB, la FAO y la CIPF han establecido una estrecha relación de colaboración, que se ha ampliado en particular a la inclusión de las preocupaciones del CDB en la elaboración de nuevas normas internacionales para medidas fitosanitarias (NIMF).

Las NIMF elaboradas bajos los auspicios de la CIPF proporcionan a los países directrices internacionalmente acordadas sobre medidas para proteger la vida o la salud de las plantas contra la introducción y propagación de plagas o enfermedades. Una de las normas más importantes elaboradas en el ámbito de la CIPF es la Nº 11, Análisis de riesgo de plagas para plagas cuarentenarias (FAO, 2001b), aprobada por la Comisión Interina de Medidas Fitosanitarias (CIMF) en su tercera reunión celebrada en 2001. Además, la CIMF, en su quinta reunión celebrada en 2003, aprobó un suplemento a la NIMF Nº 11 para tratar los riesgos relativos al medio ambiente, con el fin de tener en cuenta las preocupaciones del CDB, especialmente con respecto a especies exóticas invasoras. Recientemente, la CIPF ha redactado otro suplemento a la NIMF Nº 11 para tratar el análisis de riesgos de plagas en los OVM8.

Este proyecto de norma ha sido objeto de amplias consultas y exámenes técnicos a lo largo de su elaboración. A petición de la CIMF, en septiembre de 2001, se convocó un grupo de trabajo de expertos de composición abierta, que incluía expertos designados por los gobiernos de países desarrollados y en desarrollo y expertos representantes de los intereses tanto de la protección vegetal como del medio ambiente, con el fin de examinar la elaboración de esta norma y la necesidad de ofrecer orientaciones detalladas sobre la realización de análisis de riesgos para afrontar los efectos potenciales de los OVM en la salud de las plantas, atendiendo especialmente las necesidades de los países en desarrollo.

El grupo de trabajo consideró que los riesgos fitosanitarios potenciales de los OVM que sería necesario tener en cuenta en un análisis de riesgos de plagas son, entre otros (FAO/2002b):

Los cambios en las características de adaptación que pueden incrementar el posible carácter de invasor, incluyendo, por ejemplo: la tolerancia de las plantas a la sequía; la tolerancia de las plantas a los herbicidas; las alteraciones en la biología reproductiva; la capacidad de dispersión de las plagas; la resistencia de las plagas; y la resistencia a los plaguicidas.

El flujo de genes, incluyendo, por ejemplo: la transferencia de genes de resistencia a herbicidas a especies compatibles; el potencial de superar las actuales barreras de reproducción y recombinación.

El potencial de afectar perjudicialmente a organismos no objetivo, incluyendo, por ejemplo: cambios en la gama de huéspedes de los agentes de lucha biológica u organismos que se cree son beneficiosos; y los efectos en otros organismos como los agentes de lucha biológica, organismos beneficiosos y microflora del suelo, que causan un impacto fitosanitario (efectos indirectos).

La posibilidad de propiedades fitopatógenas, incluyendo, por ejemplo: riesgos fitosanitarios planteados por nuevos rasgos en organismos no considerados normalmente un riesgo fitosanitario; casos de fortalecimiento de la recombinación de virus, transencapsulación y sinergia relacionados con la presencia de secuencias de virus; y riesgos fitosanitarios asociados con secuencias de ácido nucleico (marcadores, promotores, terminadores, etc.) presentes en el inserto.

Posteriormente, un pequeño grupo, integrado por expertos del CDB/Protocolo de Cartagena y en protección fitosanitaria, se reunió para preparar un proyecto de norma que ofrecería directrices generales sobre la realización de análisis de riesgos de plagas en relación con los mencionados riesgos fitosanitarios potenciales. En el proceso de elaboración de la norma, el grupo de trabajo señaló varias cuestiones importantes con respecto al ámbito de aplicación de la CIPF y los riesgos fitosanitarios potenciales de los OVM. En particular, señaló que, mientras algunos tipos de OVM requerirían un análisis de riesgos de plagas debido a que podrían presentar riesgos fitosanitarios, muchas otras categorías de OVM no plantean riesgos fitosanitarios, especialmente algunas características modificadas como el período de maduración o el tiempo de conservación. Asimismo, se subrayó que el análisis del riesgo de plagas se referiría sólo a los riesgos fitosanitarios de los OVM, pero que tal vez sería también necesario tener en cuenta otros riesgos potenciales (por ejemplo, los problemas para la salud humana de los productos alimenticios). Se indicó también que los mencionados riesgos fitosanitarios potenciales podrían estar también asociados con cultivos que no son OVM o han sido mejorados convencionalmente. Se reconoció que los procedimientos de análisis de riesgos de la CIPF se ocupan en general de características fenotípicas y no de características genotípicas, y se observó que podría ser necesario examinar estas últimas al evaluar los riesgos fitosanitarios de los OVM.

El Comité de Normas ha examinado el proyecto de norma y lo ha distribuido a todos los miembros para que lo examinaran e hicieran observaciones. En noviembre de 2003, el Comité de Normas examinó las observaciones sobre el proyecto de normas recibidas de los países. Se modificó el proyecto de norma teniendo en cuenta las observaciones recibidas y se sometió a la CIMF en su sexto período de sesiones de abril de 2004, para que apruebe la norma.

Conclusiones

Hasta ahora, en los países donde se han producido cultivos transgénicos, no ha habido ningún informe verificable de que causen algún peligro importante para la salud o el medio ambiente. Las mariposas monarca no han sido exterminadas. Las plagas no han desarrollado resistencia al Bt. Han aparecido algunas pruebas de malas hierbas tolerantes a los herbicidas, pero éstas no han invadido ecosistemas agrícolas o naturales. Por el contrario, se están viendo algunos beneficios sociales y ambientales importantes. Los agricultores están empleando menos plaguicidas y están sustituyendo productos químicos tóxicos con otros menos nocivos. Como consecuencia de ello, los trabajadores agrícolas y los suministros de agua están protegidos de los venenos, y aves e insectos benéficos están volviendo a los campos de los agricultores.

Entretanto, la ciencia avanza rápidamente. Algunos de los problemas planteados por la primera generación de cultivos transgénicos tienen soluciones técnicas. Las nuevas técnicas de transformación genética están eliminando los genes marcadores antibióticos y los genes promotores que eran objeto de preocupación para algunos. Las variedades que incluyen dos genes Bt diferentes reducen la probabilidad de que las plagas desarrollen resistencia. Se están elaborando estrategias de gestión y técnicas genéticas para evitar el flujo de genes.

No obstante, el hecho de que hasta ahora no se hayan observado efectos negativos no significa que no puedan ocurrir, y los científicos están de acuerdo en que los conocimientos sobre los procesos ecológicos y de inocuidad de los alimentos son incompletos. Queda aún mucho por conocer. No puede asegurarse la inocuidad completa y los sistemas reglamentarios y las personas que los administran no son perfectos. ¿Cómo se ha de proceder a falta de una certeza científica? El GM Science Review Panel (pág. 25) sostiene que:

Existe claramente la necesidad de que la comunidad científica investigue más en varios sectores, las compañías elijan bien en lo relativo a la proyectación de transgenes y plantas huésped y se elaboren productos que satisfagan deseos más amplios de la sociedad. Por último, el sistema de reglamentación… deberá seguir actuando de forma que se determine el grado de riesgo e incertidumbre, se conozcan las características distintivas de la modificación genética, las diferentes perspectivas científicas y las correspondientes lagunas en los conocimientos, y se tengan en cuenta el contexto y la referencia del mejoramiento genético convencional.

El Nuffield Council (pág. 44) recomienda que «a la evaluación de riesgos se apliquen las mismas normas que a las plantas y alimentos modificados y no modificados genéticamente, y que los riesgos de no actuar reciban el mismo análisis atento que los riesgos de la actuación…». Concluye además (pág. 45):

No adoptamos la opinión de que haya pruebas suficientes de peligro actual o potencial que justifiquen en este momento una moratoria de la investigación, de los ensayos de campo o de la liberación controlada de cultivos modificados genéticamente en el medio ambiente. Por ello, recomendamos que se mantenga la investigación sobre cultivos modificados genéticamente, regida por una aplicación razonable del principio de precaución.

La Declaración de la FAO sobre Biotecnología (FAO, 2000b) apunta en la misma dirección:

La FAO apoya un sistema de evaluación de base científica que determine objetivamente los beneficios y riesgos de cada OMG. Para ello hay que adoptar un procedimiento prudente caso por caso para afrontar las preocupaciones legítimas por la bioseguridad de cada producto o proceso antes de su homologación. Es necesario evaluar los posibles efectos en la biodiversidad, el medio ambiente y la inocuidad de los alimentos, y la medida en que los beneficios del producto o proceso compensan los riesgos calculados. El proceso de evaluación deberá tener en cuenta la experiencia adquirida por las autoridades nacionales de normalización al aprobar tales productos. También es imprescindible un atento seguimiento de los efectos de estos productos y procesos después de su homologación a fin de asegurar que sigan siendo inocuos para los seres humanos, los animales y el medio ambiente.

La ciencia no puede declarar que una tecnología está completamente exenta de riesgos. Los cultivos sometidos a ingeniería genética pueden reducir algunos riesgos ambientales asociados con la agricultura convencional, pero también introducirá nuevos desafíos que hay que afrontar. La sociedad tendrá que decidir cuándo y dónde la ingeniería genética es suficientemente segura.

4 El Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC) es una organización no gubernamental que representa a la comunidad científica internacional. Incluye como miembros a academias nacionales de las ciencias (101 miembros) y uniones científicas internacionales (27 miembros). Como el CIUC está en contacto con cientos de miles de científicos de todo el mundo, se le convoca frecuentemente para representar a la comunidad científica mundial.

5 El Nuffield Council on Bioethics es una organización británica sin fines de lucro financiada por el Medical Research Council, la fundación Nuffield y Wellcome Trust.

6 El GM Science Review Panel es un grupo establecido por el Gobierno del Reino Unido para realizar un examen imparcial y completo de los datos científicos relacionados con los cultivos modificados genéticamente.

7 La Royal Society es una academia científica independiente del Reino Unido, dedicada a promover la excelencia en la ciencia.

8 En el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre la Diversidad Biológica, se define organismo vivo modificado como «cualquier organismo vivo que posea una combinación nueva de material genético que se haya obtenido mediante la aplicación de la biotecnología moderna» (Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2000).


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