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Comercio y seguridad alimentaria: ¿perjudica la apertura del comercio a la seguridad alimentaria?

LA CRECIENTE INTEGRACIÓN en los mercados internacionales ha suscitado la preocupación generalizada de que el comercio agrícola puede poner en peligro la seguridad alimentaria en los países en desarrollo. Aunque dista mucho de ser concluyente, del análisis de los datos disponibles se desprende que, en general, la participación en el comercio agrícola va asociada con menos hambre, nada más.

A nivel nacional, las proporciones de personas subnutridas y de niños con insuficiencia ponderal tienden a ser inferiores en los países donde el comercio agrícola es abundante en proporción con la producción agrícola.

De un análisis más detallado se deduce que el acceso precario a los mercados internacionales y una integración deficiente en los mismos limitan la capacidad de los países donde el hambre está extendida para importar alimentos suficientes para compensar la escasez de la producción interna. Los países donde más del 15 por ciento de la población pasa hambre gastan más del doble de sus ingresos de exportación en importar alimentos que países con mayor seguridad alimentaria (véase el gráfico). Además, su pobreza y actividades comerciales limitadas restringen tanto sus ingresos de exportación como su capacidad para comprar más alimentos en los mercados internacionales.

Como resultado, pese a gastar más del 25 por ciento de sus ingresos de exportación en la importación de alimentos, los países con inseguridad alimentaria dependen en mayor medida de los alimentos cultivados en el país. Aquellos países donde más del 15 por ciento de la población pasa hambre importan menos del 10 por ciento de sus alimentos, frente a más del 25 por ciento en los países con mayor seguridad alimentaria. Su relativo aislamiento del mercado internacional parece constituir más bien un motivo de vulnerabilidad que de autosuficiencia.

Un análisis de la situación revela que los niveles de hambre y pobreza difieren ampliamente entre países con niveles muy similares de comercio agrícola. De esto se deduce que en los efectos del comercio agrícola en la seguridad alimentaria interviene también otra serie de factores, tales como los mercados, las instituciones y las políticas para combatir el hambre.

Función decisiva de los mercados, la infraestructura y las políticas

Si no existen los mercados fundamentales o no funcionan correctamente, los cambios de los precios relativos no traerán consigo un uso más eficiente de la producción, el empleo y la inversión, como supone la teoría de la ventaja comparativa. De igual modo, la falta de carreteras, puertos, telecomunicaciones y una infraestructura de comercialización adecuados pueden impedir que un país logre participar en el comercio internacional y beneficiarse del mismo (véase el gráfico).

Una reciente experiencia en Viet Nam demuestra que el incremento de las exportaciones agrícolas y la integración en los mercados internacionales pueden contribuir tanto al crecimiento económico como a reducir el hambre, especialmente cuando se combinan con inversiones en infraestructura y con políticas que fomentan el desarrollo agrícola y rural (véase el recuadro).

Por otra parte, cuando la liberalización del comercio no ha ido acompañada de reformas de políticas e inversiones, las consecuencias en la seguridad alimentaria han sido con frecuencia ambiguas o perjudiciales.

Por citar un ejemplo, a principios del decenio de 1990, Mozambique suprimió la prohibición de las exportaciones de anacardos crudos que se había impuesto para frenar la caída de las exportaciones de nueces elaboradas. Alrededor de un millón de productores de anacardo recibieron un precio más alto por sus productos. Pero, al menos la mitad de esos precios más elevados recibidos por las exportaciones fue a parar a los comerciantes en lugar de a los productores y no se produjo una reactivación de la producción en respuesta a esos precios más altos. Al mismo tiempo, las fábricas de elaboración de Mozambique perdieron su acceso seguro a los anacardos crudos y cerraron, con lo que 7 000 personas perdieron su trabajo.

Probablemente la producción de anacardos no se reactivó porque, en esa época, Mozambique, al igual que muchos otros países africanos, se limitó a liberalizar los precios sin realizar además reformas de políticas e inversiones complementarias. En una reforma de precios puede darse marcha atrás fácilmente. En cambio, la inversión en la infraestructura rural, la mejora de los mercados financieros rurales y la regulación de las actividades de los comerciantes son mucho más difíciles de poner en práctica y de invertir.

La clave para aumentar la seguridad alimentaria de los agricultores pobres reside en garantizar que las reformas de precios vayan acompañadas de políticas que garanticen que las oportunidades de mercado sean accesibles y creíbles.

Viet Nam: el comercio agrícola impulsa el crecimiento económico y la seguridad alimentaria

Viet Nam constituye un ejemplo patente del papel que puede desempeñar el comercio agrícola para reducir la pobreza y la inseguridad alimentaria cuando se pone en práctica junto con reformas de políticas e inversiones en infraestructura y desarrollo rurales. Entre 1991 y 2001, la economía de Viet Nam creció al rápido ritmo anual del 7 por ciento y la proporción de personas subnutridas se redujo del 27 al 19 por ciento. A lo largo del mismo período, la producción agrícola creció un 6 por ciento anual y las exportaciones agrícolas aumentaron aún más rápidamente. Después de que las exportaciones e importaciones agrícolas alcanzaran un equilibrio aproximado a finales del decenio de 1980, Viet Nam generó un amplio excedente del comercio agrícola en el decenio de 1990.

En 1986 se sentaron las bases para el rápido crecimiento agrícola de Viet Nam. Un programa de reforma económica otorgó a los agricultores el control de la tierra, les permitió aumentar las ventas al mercado y reducir la tributación agrícola. Las exportaciones de Viet Nam también se beneficiaron de un mayor acceso al mercado. Por otra parte, Viet Nam fue más lento a la hora de suprimir sus propias subvenciones internas y la protección en la frontera frente a las importaciones.

Una enérgica campaña de erradicación de la pobreza orientada hacia las inversiones en infraestructura rural también contribuyó a impulsar la producción agrícola y a reducir el hambre.

Determinar posibles vencedores y perdedores

Se espera que la supresión de las restricciones al mercado acabe dando beneficios a largo plazo cuando la inversión y el empleo lleguen a sectores en los que los países disfrutan de una ventaja comparativa. No obstante, el proceso de adaptación puede llevar tiempo y es posible que muchas naciones y hogares tengan que pagar un precio muy alto.

Los países con más posibilidades de beneficiarse de la liberalización del comercio son aquellos cuyas economías ya están más avanzadas e integradas en los mercados internacionales. Pero otros países y regiones tendrán dificultades para superar los obstáculos físicos y de infraestructura, como son las precipitaciones insuficientes, las largas distancias del mar y redes de transporte y comunicación escasamente desarrolladas. Corren el riesgo de ser dejados de lado y de encontrarse atrapados en un círculo vicioso de desventajas.

Dentro de cada país, la reforma de las políticas de comercio agrícola puede afectar a los hogares de forma muy diferente. Los agricultores comerciales que disponen de recursos para responder a las oportunidades de mercado deberían beneficiarse como resultado de unos precios más altos de los productos básicos. Para las familias sin tierra, el aumento de la demanda de trabajo, los bienes y servicios rurales puede acrecentar los ingresos lo suficiente para compensar las consecuencias de unos precios más altos de los alimentos. Por otra parte, puede que a los agricultores de subsistencia no les afecte apenas, aunque
podrían sufrir la presión de unos precios más elevados de la tierra, el agua, los fertilizantes, las semillas y otros insumos.

La ampliación del círculo de ganadores y la atenuación de los efectos en los perdedores exigirán políticas internas y apoyo internacional, incluida la adecuada flexibilidad en el marco de las normas de la OMC, para estimular inversiones en las zonas rurales.

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