La biodiversidad es
fundamental para la
agricultura y la producción
de alimentos.

A través de los millones de genes que constituyen los elementos básicos de la vida, las miles de plantas y animales que pueblan la Tierra, y las combinaciones casi ilimitadas de organismos que componen los ecosistemas naturales, la biodiversidad hace una aportación decisiva a la alimentación.

Los seres vivos son interdependientes y están íntimamente vinculados en su nacimiento, muerte y renovación. Los seres humanos son apenas una pequeña parte de este palpitante mosaico, pero ejercen cada vez más presión sobre las especies y el medio ambiente. En consecuencia, muchas plantas y animales corren peligro, así como los procesos naturales esenciales, como la polinización que llevan a cabo los insectos y la regeneración de los suelos gracias a los microorganismos.

Para alimentar a una población cada vez más numerosa, es necesario intensificar la actividad agrícola con la finalidad de producir más alimentos. También será esencial incrementar la capacidad de adaptación de la agricultura manteniendo una gran variedad de biotipos con rasgos singulares, como los árboles resistentes a la sequía, o el ganado capaz de reproducirse en condiciones difíciles. Las prácticas agrícolas sostenibles pueden alimentar a la población y proteger a la vez los océanos, los bosques, las praderas y otros ecosistemas que albergan la biodiversidad.

Para destacar el papel esencial que la biodiversidad cumple para asegurar que la humanidad tenga acceso a una alimentación adecuada y de gran calidad, y que le permita llevar una vida activa y saludable, la FAO ha elegido como tema para el Día Mundial de la Alimentación del año 2004: "La biodiversidad al servicio de la seguridad alimentaria".

Asimismo, en 2004 el mundo celebra la entrada en vigor del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura. Este tratado contribuirá considerablemente a lograr la seguridad alimentaria duradera y la agricultura sostenible.

La biodiversidad al servicio de la seguridad alimentaria
DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN
16 de octubre de 2004



LA DIVERSIDAD DE LOS SERES VIVOS ESTÁ EN PELIGRO

Los científicos han identificado hasta el momento alrededor de 1,4 millones de especies vegetales y animales en la Tierra. La población depende de esta diversidad biológica para la alimentación, la vivienda, los bienes y servicios y los medios de subsistencia. Pero el crecimiento de la población es un peligro para la biodiversidad y la destrucción de los hábitats naturales es el mayor daño. Las especies silvestres se extinguen cuando se destruye el hábitat donde viven. La contaminación, la urbanización y la conversión de los humedales provocan la desaparición de la fauna silvestre. La gestión inadecuada de la agricultura, los bosques y la pesca acelera este proceso de destrucción.

La producción de arroz: microcosmos de la vida

Los arrozales son reservas de abundante biodiversidad. En un arrozal, la FAO ha encontrado más de 700 especies de insectos y otros organismos. Al inicio de esta cadena alimentaria están las bacterias y diminutas plantas acuáticas. Otros seres microscópicos se alimentan de estos organismos y a su vez son alimento de mosquitos y larvas de mosquilla. Las larvas nutren a otros insectos predadores más grandes, cuya presencia aumenta o disminuye conforme el arroz se siembra, crece y se cosecha. Durante la Revolución Verde, en Asia se utilizaron muchos plaguicidas junto con las modernas variedades de arroz de alto rendimiento. Pero tras las devastadoras infestaciones de cigarra parda, los agricultores se dieron cuenta de que las sustancias químicas también habían eliminado a los depredadores naturales. Difundidas a través de las escuelas de campo para agricultores, las técnicas de manejo integrado de plagas ayudan a los agricultores a reconocer los insectos y a combatir sólo aquellos que son dañinos para sus cultivos. En consecuencia, ha disminuido la utilización de sustancias químicas y aumentado la producción de arroz. En 2004, la FAO celebra el Año Internacional del Arroz, y reconoce con satisfacción la aplicación continua de métodos ecológicos a la producción de este vital cultivo.


FAO/23425/J. Boethlin

LA BIODIVERSIDAD AL SERVICIO DE LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA

Una gran variedad de plantas cultivadas y animales domésticos constituye la base de la biodiversidad agrícola. Sin embargo, sólo 14 especies de mamíferos y aves componen el 90 por ciento del suministro de alimentos de origen animal que consumen las personas. Y apenas cuatro especies -el trigo, el maíz, el arroz y las patatas- proporcionan la mitad de la energía que obtenemos de las plantas.

También es esencial conservar, además del número de especies, la diversidad genética en el seno de cada especie. La agricultura moderna ha alentado a muchos agricultores a adoptar tipos uniformes de plantas o animales de alto rendimiento. Pero cuando los productores abandonan la biodiversidad, las variedades y las razas pueden extinguirse, y perderse así sus características especiales. La acelerada disminución de este acervo genético es motivo de preocupación para los expertos. Disponer de una amplia variabilidad genética permite mejorar plantas y animales para que se adapten a condiciones cambiantes. Esa diversidad constituye también la materia prima para que los científicos produzcan variedades de cultivos y razas más productivas y con mayor capacidad de adaptación.

En lugar de una única variedad agrícola que garantice un alto rendimiento, los agricultores de los países en desarrollo necesitan una variedad de cultivos que se den bien en climas difíciles, o animales con resistencia a las enfermedades. Para los agricultores más pobres la biodiversidad puede ser su mejor protección contra la inanición. Una gran variedad de plantas y animales también beneficia a los consumidores, lo que contribuye a una alimentación nutritiva, de particular importancia para las comunidades rurales, que tienen poco acceso a los mercados.


FAO/12675/F. McDougall

MEJORES PRÁCTICAS AGRÍCOLAS, PROTECCIÓN DE LA DIVERSIDAD

Más del 40 por ciento de la superficie de la tierra se dedica a la agricultura. Los agricultores tienen por lo tanto, una gran responsabilidad en la protección de la biodiversidad. Mediante técnicas agrícolas como no labrar las tierras, hacer un uso selectivo de plaguicidas, la agricultura orgánica y la rotación de los cultivos, los agricultores mantienen el frágil equilibrio de su finca y del entorno. La conservación de las plantas, los animales y su medio ambiente contribuye a mantener una variedad de servicios esenciales para la naturaleza. El ganado, los insectos, los hongos y los microorganismos descomponen la materia orgánica y transfieren los nutrientes al suelo. Las abejas, las mariposas, las aves y los murciélagos polinizan los frutales. Los pantanos y las ciénagas filtran los contaminantes. Los bosques impiden las inundaciones y reducen la erosión. Y los depredadores naturales frenan el crecimiento de determinadas especies.

CONSERVACIÓN SÍ, PERO TAMBIÉN UTILIZACIÓN SOSTENIBLE

La FAO considera que en los últimos 100 años se han perdido unas tres cuartas partes de la diversidad genética de los cultivos agrícolas. Y de 6 300 especies de animales, 1 350 están en peligro de extinción o ya han desaparecido. Son vitales los esfuerzos mundiales para conservar plantas y animales en los bancos de genes, jardines botánicos y zoológicos. Pero otra tarea de igual importancia es mantener la biodiversidad en las granjas y la naturaleza, donde puede evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones o a la competencia con otras especies. Los agricultores, como guardianes de la biodiversidad mundial, pueden cultivar plantas y árboles locales, y reproducir los animales autóctonos, para asegurar su supervivencia.




FAO/23904/A. Yayé

Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura

El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura entró en vigor el 29 de junio de 2004. Este instrumento jurídicamente vinculante es decisivo para la agricultura sostenible. Ofrece un marco para la conservación y utilización sostenible de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura, así como para la distribución equitativa de los beneficios, en consonancia con el Convenio sobre la Diversidad Biológica. El Tratado contiene dos elementos importantes y únicos. Primero, reconoce la enorme contribución de los agricultores de todas las regiones del mundo a la conservación y desarrollo de los recursos fitogenéticos, y determina modalidades de protección y promoción de los derechos de los agricultores. Segundo, establece un sistema multilateral de acceso y distribución de los beneficios. Así, el tratado asegurará la disponibilidad constante de los recursos fitogenéticos más importantes que los países necesitan para asegurar la seguridad alimentaria de sus pueblos. Determina los mecanismos para la distribución multilateral de beneficios, como el intercambio de información, la transferencia de tecnología y el acceso a ésta, creación de capacidad a nivel local, y beneficios monetarios y de otro tipo derivados de la comercialización. Se destinan los beneficios principalmente a los países en desarrollo y a los países con economías en transición, con la finalidad de contribuir a garantizar que tengan la capacidad de conservar y utilizar de forma sostenible sus propios recursos genéticos y los que puedan obtener a través del sistema multilateral.

LOS CAMPESINOS TIENEN POCOS ACTIVOS Y ABUNDANTES CONOCIMIENTOS

Desde que nació la agricultura, hace 10 000 años, los agricultores, pescadores, pastores y pobladores de los bosques han aprovechado la diversidad genética mediante la selección de plantas y animales para adecuarse a las condiciones ambientales y satisfacer sus necesidades alimentarias. Los agricultores transmiten estos conocimientos a través de las generaciones. Esta variabilidad genética, junto con la de las especies silvestres, permite a los científicos producir variedades mejoradas de cultivos y ganado, y de peces para la acuicultura. En el decenio de 1840, la uniformidad genética provocó que las patatas producidas en Irlanda fueran vulnerables al mildiú, enfermedad extremamente virulenta que arrasó los cultivos y fue causa de más de un millón de muertes por inanición. Los científicos descubrieron posteriormente que una de las mejores fuentes de resistencia a esta enfermedad procedía de América Latina, de donde son originarias las patatas y donde por milenios los campesinos locales han seleccionado y cultivado variedades resistentes a la enfermedad.

En todas partes, los agricultores tienen inestimables conocimientos locales, que comprenden una gran sensibilidad para acoplar las variedades vegetales o animales con los ecosistemas. En los últimos años, los recursos genéticos de los países pobres se han utilizado para el mejoramiento de plantas y animales, a menudo sin compensación para esos países. Hoy en día, la contribución de los campesinos de estos países está reconociéndose cada vez más, junto con su derecho a recibir parte de los beneficios, comprendidos los monetarios. El concepto de "derechos de los agricultores" entraña que éstos deberían participar en los beneficios, intervenir en la toma de decisiones, tener acceso constante a la diversidad genética, así como obtener protección para sus conocimientos tradicionales. Los derechos de los agricultores forman parte esencial del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (véase el recuadro en esta página).


FAO/23206/Shirley C. Year

UTILIZAR EL VALOR DEL MERCADO PARA SALVAR LAS PLANTAS Y ANIMALES EN PELIGRO

Conforme los países dejan de producir alimentos locales tradicionales, a menudo se reduce la variedad de los alimentos básicos. Una forma de proteger este recurso es a través del mercado. En las montañas de los Andes, en Bolivia y el Perú, está aumentando la venta de quinoa. Este cereal, muy nutritivo y sin gluten, sustituto del trigo, fue el sustento del imperio inca, pero después dejó de consumirse. Los esfuerzos de agricultores locales y grupos de las comunidades están contribuyendo a incrementar la producción de este cereal. En otras partes, los consumidores demandan variedades tradicionales de frutas y hortalizas producidas orgánicamente, con gran contenido vitamínico y de buen sabor. Desde el arroz basmati de Pakistán hasta el pollo criado al aire libre de Sudáfrica, la demanda de productos autóctonos está ayudando a los agricultores y a la industria agroalimentaria a incrementar los ingresos de las familias y salvaguardar a la vez la biodiversidad.


FAO/22245/G. Bizzarri

SOLUCIONES: REGENERAR,APOYAR, INVESTIGAR Y FORMAR

La conservación de la biodiversidad para la agricultura necesita de esfuerzos en distintos frentes. La principal amenaza para la biodiversidad es la destrucción de los hábitats. Frenar la degradación de las tierras agrícolas es necesario para que la agricultura pueda proteger y regenerar los ecosistemas agrícolas y el territorio. A menudo un poco de ayuda es todo lo necesario. En Tamil Nadu, en la India, el cultivo intensivo del té provocó la degradación del suelo. La fertilidad del mismo se regeneró a través de un tratamiento con lombrices de tierra y materia orgánica, y las ganancias se triplicaron.

Resulta crucial contar con un marco político y normativo que dé apoyo a estas acciones. Donde el conocimiento tradicional ya ofrece una solución, la política del gobierno puede brindar más apoyo. Por ejemplo, mediante los derechos de uso adaptados a las condiciones locales se puede facilitar la práctica de que los agricultores dejen a los pastores alimentar a sus animales en sus tierras, a cambio de abono gratis para enriquecer el suelo. Se pueden realizar contratos locales con los apicultores para que trasladen sus colmenas a los huertos e incrementar la producción de fruta por medio de la polinización.

La investigación científica tiene mucho que ofrecer a los agricultores, y debe aplicarse más a las necesidades de los países pobres. La ciencia puede enriquecer el conocimiento de los agricultores para proteger los ecosistemas e incrementar la producción en general. Las nuevas técnicas pueden ayudar a conservar mejor los recursos genéticos y detectar enfermedades. Una forma de apoyar la investigación será a través del Fondo mundial para la diversidad de cultivos, creado por la FAO y sus socios. Este fondo ayudará a los países en desarrollo a mantener bancos de germoplasma de primer orden, donde los recursos genéticos se conservarán seguros para las futuras generaciones.

Una mejor información es decisiva para proteger la biodiversidad. Cuando los agricultores se dan cuenta de que sus cosechas pueden mejorar sin necesidad de plaguicidas costosos y potencialmente nocivos, no tardan en adoptar estos nuevos métodos. La labor de los grupos ambientalistas que informan al público sobre la protección de la biodiversidad también tendrá cada vez más importancia.

Y se prevé que los gobiernos den más apoyo conforme perciban la utilidad de las políticas y la capacitación para ayudar a los agricultores a proteger la biodiversidad. La FAO seguirá contando con la colaboración de sus socios, comprendidas otras organizaciones internacionales; las instituciones políticas, para la investigación y para el comercio; los grupos de la comunidad, el público y los consumidores.

Más de 840 millones de personas en todo el mundo siguen padeciendo hambre, y aún más personas sufren por la carencia de micronutrientes. Hasta la fecha no han bastado los esfuerzos mundiales para alcanzar los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y los Objetivos de desarrollo del Milenio de reducir a la mitad el número de personas que sufren hambre para mediados de 2015. La biodiversidad será un aliado clave en la lucha contra la malnutrición y merece nuestra protección.

Protegiendo la biodiversidad mediante el sistema jurídico

La FAO ayuda a proporcionar directrices normativas para regular la conservación y utilización sostenible de la biodiversidad.

El Código de Conducta para la Pesca Responsable, aprobado en 1995, establece los principios para conservar, ordenar y utilizar en forma sostenible los recursos acuáticos vivos. La función del Código es proteger las aguas marinas, costeras y territoriales del mundo, con el debido respeto a la biodiversidad y el ecosistema. La FAO alienta a los países a aplicar este Código de ejecución voluntaria, comprendidas las disposiciones que tienen efectos vinculantes, como las que se refieren a las medidas de conservación y de gestión para las embarcaciones que faenan en alta mar.

En 1996 se publicó un Código modelo de prácticas de aprovechamiento forestal con el objetivo de estimular una gestión mejorada que contribuya a la conservación forestal. Se han elaborado códigos para las regiones de Asia y el Pacífico, y África occidental y central, y también códigos nacionales, por ejemplo en China.

El objetivo de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria es proteger las plantas mediante el establecimiento de normas para el control de plagas. La Convención protege la biodiversidad impidiendo la introducción de plagas, comprendidas las especies exóticas invasivas que pueden dañar a las plantas o los animales locales. Entró en vigor en 1952.

En marzo de 2004, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura fue ratificado por suficientes países para entrar en vigor a los 90 días, el 29 de junio de 2004. El Tratado garantizará la conservación y utilización sostenible de los recursos fitogenéticos, así como la distribución equitativa de los beneficios de su utilización.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica reconoce que la conservación de la biodiversidad es un interés colectivo de la humanidad, además de ser esencial para el desarrollo. La FAO colabora estrechamente con la secretaría del Convenio en diversas tareas, comprendida la gestión conjunta de un programa sobre biodiversidad agrícola que aprovecha el conjunto de competencias técnicas de la FAO.


FAO/19824/R. Faidutti
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