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6 CONCLUSIONES


Honduras ha mantenido y profundizado las reformas macroeconómicas y sectoriales que comenzaron en 1990 y se consolidaron a través de la firma del ARU. Al parecer, los resultados son positivos en términos de PIB y crecimiento de los ingresos y de la reducción de la pobreza, pero se han visto oscurecidos en un pasado reciente por los efectos de factores climáticos y externos.

Pese a las ventajas evidentes de que goza en cuanto a recursos naturales, ubicación geográfica y servicios de transporte, el sector agrícola de Honduras carece de un marco de incentivos necesario para generar un crecimiento fuerte y sostenido en las zonas rurales. En general, los instrumentos de ayuda interna a la agricultura que fueron desmantelados durante la reforma sectorial no han sido reemplazados por mecanismos eficaces de ayuda, compatibles con los compromisos en la OMC. Honduras ha cumplido aceptablemente con las reformas acordadas en sus programas de ajuste sectorial y, posteriormente, en el acuerdo sobre la agricultura de la OMC.

El marco de políticas macroeconómicas no ha sido propicio para el desarrollo del sector. La valoración del tipo de cambio y las altas tasas de interés real han desalentado las inversiones y la producción agrícola. La baja de los precios internacionales de sus principales productos de exportación y de los productos que compiten con las importaciones agravó estos problemas. Y todos los problemas empeoraron debido a fenómenos climáticos desfavorables como el huracán Mitch.

Los temas que tienen mayor relevancia para la agricultura de Honduras en la actual negociación se refieren a la apertura de mercados en los países desarrollados así como en los países en desarrollo, a través de una significativa reducción de los aranceles, de las ayudas internas y de las subvenciones a la exportación. Se necesita una salvaguardia especial mejorada como instrumento de defensa, para proteger a los agricultores contra las variaciones repentinas de los precios o las fluctuaciones a corto plazo de los volúmenes. Esto es especialmente importante en vista de la falta de programas gubernamentales sobre compensación de ingresos a los agricultores damnificados, como sucede en muchas economías desarrolladas. Por último, el fortalecimiento y la reorientación de la ayuda técnica y financiera internacional destinada al sector debe realizarse de tal manera que puedan establecerse servicios agrícolas básicos en los países en desarrollo.


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