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2. SITUACIÓN ACTUAL DE LOS RECURSOS GENÉTICOS FORESTALES

2.1. Fitogeografía de la región

La superficie forestal arbolada de México se estima en 56,8 millones de hectáreas (SARH-SFF 1994). De esta superficie, se calcula que 21,61 millones de ha (38%) corresponden a terrenos con potencial para la producción maderable a nivel comercial. El resto de la superficie incluye bosques de protección y conservación, debido a su menor potencial productivo y menor grado de cobertura vegetal. De los 21,6 millones de has con potencial comercial, 10,8 millones (50%) corresponden a bosques mezclados de coníferas y latifoliadas de clima templado-frío; 6,8 millones a bosques tropicales y subtropicales; y 4,0 millones a bosques de especies latifoliadas de clima templado (Varela, 1998).

Los ecosistemas forestales arbolados en la región templado-fría representan una superficie aproximada de 30,5 millones de ha. En la región norte del país las comunidades vegetales de mayor importancia forestal son los bosques de coníferas. De hecho, México ocupa el primer lugar en diversidad de especies del género Pinus, el género de mayor importancia económica en la región norte del país. Sin embargo, debido a la diversidad climática y topográfica, en esta región se encuentra una gran variedad de comunidades vegetales con elementos arbóreos, formando en ocasiones un complejo mosaico de ecosistemas forestales con una amplia riqueza en flora y paisaje. Rzedowski (1994) atribuye esta riqueza florística a las numerosas sierras y cadenas montañosas aisladas, junto con las grandes extensiones de zona áridas y semiáridas, separadas entre sí que conducen a la diferenciación biológica y a la creación de endemismos.

Con base en las condiciones ecológicas y los elementos florísticos existentes, en la región norte de México es posible identificar al menos nueve provincias o subregiones fitogeográficas (Rzedowski, 1994):

1. Provincia de California

2. Provincia de Isla Guadalupe

3. Provincia de Baja California

4. Provincia de la Planicie Costera del Noroeste y Costas del Pacífico

5. Provincia de la Sierra Madre Occidental

6. Provincia del Altiplano Central

7. Provincia de las Serranías Meridionales

8. Provincia de la Sierra Madre Oriental

9. Provincia de la Planicie Costera del Noreste

La Provincia de California es una continuación de la vegetación existente en el estado de California, en EUA, que se extiende a la región norte de la Península de Baja California. La vegetación en esta región incluye bosques de Pinus y Quercus, además de algunas zonas con especies arbóreas y arbustivas de condiciones semiáridas y clima de tipo mediterráneo, con lluvias en invierno. Las especies forestales con mayor importancia desde la perspectiva de recursos genéticos incluyen varias especies de coníferas (por ejemplo, Pinus attenuata, Pinus jefreyii, Pinus culminicola, Abies concolor, etc.), todas ellas con una área de distribución muy restringida en el país, pero de gran valor por representar el límite meridional de su área de distribución natural.

La Provincia de Isla Guadalupe se restringe a la isla del mismo nombre, que se encuentra a más de 200 km al oeste de la Península de Baja California. Debido a su aislamiento del continente, en esta isla se ha propiciado la diferenciación de especies. Los elementos forestales más importantes en esta región son las poblaciones de Pinus radiata var binata y de Cupressus guadalupensis, las cuales se encuentran amenazadas por la presencia de cabras que fueron introducidas a la isla (Ledig, et al., 1998).

La Provincia de Baja California incluye la mayor parte del territorio peninsular en el Noroeste de México. Esta región geográfica se caracteriza por la presencia de vegetación xerófila en condiciones variables de aridez, pero con un aislamiento notorio del resto del continente, lo cual ha ocasionado el desarrollo de varias especies con una distribución restringida. El tipo de vegetación dominante en esta región son los matorrales xerófilos, aunque hacia el sur, donde se reduce el grado de aridez, aparecer algunos manchones de pino piñonero (Pinus lagunae) y bosquetes ralos con especies de porte bajo, asi como algunas especies de Populus en pequeñas cañadas y a lo largo de corrientes de agua.

La Provincia de la Planicie Costera del Noroeste ocupa la mayor parte del estado de Sonora y se extiende hacia el sur a lo largo del litoral del Océano Pacífico. En esta región predominan los tipos de vegetación de matorral xerofilo, bosque espinoso, bosque tropical caducifolio y bosque subcaducifolio, en función de los gradientes de humedad, temperatura, elevación y condiciones del suelo. Además, es común encontrar vegetación de manglar en la zona costera de esta provincia florística. Una gran cantidad de especies leñosas de la familia Leguminosae (por ejemplo, los géneros Acacia, Prosopis, Lysiloma, Leucaena, Gliricidia, Pithecellobium, Enterolobium, etc.), además de otras especies como Brosimum alicastrum, Bursera simarouba, Tabebuia rosea, Roseodendron donell-smithii, Ceiba pentandra, Cordia alliodora, Cederla odorata, Swietenia humilis, Rhizophora mangle, Raguncularia racemosa, etc., están representadas en esta región fitogeográfica, aunque algunas de ellas tienen su principal área de distribución en la región Sur de México.

La Provincia de la Sierra Madre Occidental se extiende desde Sonora, en los límites con Estados Unidos, hasta el estado de Jalisco, en el centro del país. Incluye una franja montañosa de unos 800 km de longitud, en dirección norte a sur, y una anchura promedio de 50-100 km, con suelos de origen volcánico, topografía accidentada y elevaciones entre los 1 000 y 4 000 msnm. En toda la provincia predominan los bosques de Pinus, aunque también son frecuentes los bosques de Quercus, especialmente a menores elevaciones. Dentro de los bosques de Pinus es posible encontrar poblaciones aisladas de otros géneros de coníferas, como Abies, Pseudotsuga y Picea, en sitios donde existen condiciones ambientales especiales. Algunas de estas especies se consideran incluso como relictos o variantes de las especies de estos géneros existentes a mayores latitudes. Hacia la vertiente oriental de esta cordillera, donde existe menor humedad, las especies de Pinus con mayor importancia económica por la extensión que ocupan son P. engelmanni, P. arizonica, P. cooperi y P. durangensis. En cambio, hacia la vertiente opuesta, que recibe mayor humedad del Océano Pacífico, las especies de Pinus de mayor importancia son P. herrerai, P. douglasiana y P. oocarpa. En esta vertiente de mayor humedad también se presentan géneros típicos de los bosques mesófilos de montaña, como Acer, Alnus, Populus y Quercus, entre otros.

La Provincia del Altiplano Central es la mas extensa de las regiones fitogeográficas del Norte de México. Se localiza entre los dos principales sistemas montañosos de la región, por lo que la precipitación es muy escasa. Aunque la mayor parte de la zona es relativamente plana, la altitud varía entre 1 000 y 2 000 msnm. Por lo tanto, las especies deben estar adaptadas tanto a condiciones de sequía como a fluctuaciones extremas de temperatura. La vegetación predominante consiste de pastizales y matorrales xerófilos en la parte más seca, aunque también son comunes los bosques espinosos donde abundan las especies de Leguminosas, especialmente los géneros Acacia, Prosopis y Pithecellobium. En las áreas de transición hacia las zonas montañosas aparecen los bosques de pinos piñoneros y posteriormente los bosques de Quercus.

La Provincia de las Serranías Meridionales está representada por el Eje Volcánico Transversal, la Sierra Madre del Sur y el complejo de montañas al norte de Oaxaca. Estos sistemas montañosos, en particular el Eje Volcánico que cruza por el centro de México en dirección Este-oeste, representan el límite meridional de la región norte del país. En el Eje volcánico se encuentran las mayores elevaciones en todo el país (> 5 000 m), así como áreas montañosas aisladas que propician la diferenciación de especies y el desarrollo de endemismos. Los tipos de vegetación que predominan en esta región son los bosques de coníferas, especialmente Pinus, Abies y Cupressus y de Quercus, aunque existen otros géneros asociados como Alnus, Arbutus, Tilia, etc., que también son importantes en algunas zonas. En esta subregión se presentan varias especies de Pinus de gran importancia actual y potencial como recursos genéticos, entre las que se incluyen P. oocarpa, P. douglasiana, P. herrerai, P. montezumae, P. pseudostrobus, P. ayacahuite, P. patula, P. chiapensis, P. maximinoi, P. oaxacana, P. pringlei y P. leiophylla.

La Provincia de la Sierra Madre Oriental incluye una franja montañosa que se prolonga unos 600 km de norte a sur, desde los estado de Coahuila y Nuevo León hasta el centro-oriente del país. En la parte meridional se une con el Eje Volcánico transversal, que forma parte del sistema de Serranías Meridionales. Aunque la mayor parte del área forma una superficie continua, existe una gran cantidad de manchones aislados, especialmente en la parte norte y en la parte media de esta provincia, generando discontinuidad en la distribución de las especies. A diferencia de su contraparte en el occidente del país, en esta región predominan rocas calizas, por lo que los bosques de Quercus prevalecen sobre los bosques de Pinus y de otras coníferas. Debido a las discontinuidades topográficas, en esta región es posible encontrar una gran cantidad de sitios con una gran riqueza biológica, especies endémicas, o relictos de otras especies comunes de bosques boreales, como Picea, Pseudotsuga, Taxus, etc. Las especies de Pinus de mayor importancia económica en esta región son P. patula, P. greggii, P. montezumae y P. pseudostrobus. Hacia la vertiente occidental, en las partes bajas de la sierra es común encontrar bosques de coníferas adaptados a condiciones secas, como los pinos piñoneros, el enebro (Juniperus sp.) y el cedro blanco (Cupressus spp.). En la vertiente oriental, en condiciones de mayor humedad y con presencia de niebla en algunas épocas del año, los bosques de Pinus patula son reemplazados por bosques mesofilos de montaña donde los géneros de mayor importancia son Liquidambar, Ulmus, Platanus, Alnus, Fagus, Quercus, Fraxinus, Carya, Juglans y Populus.

La Provincia de la Planicie Costera del Noreste coincide en extensión con la región fisiográfica del mismo nombre, que incluye desde el Sur de Texas, en EUA, hasta el norte-centro del estado de Veracruz. En la parte noroeste existe una transición florística gradual hacia la provincia del Altiplano. Sin embargo, en la parte media y sur la transición es hacia las provincias de la Sierra Madre Oriental y de las Serranías Meridionales. Por lo mismo, los tipos de vegetación se modifican gradualmente en las dos direcciones, de bosque espinoso y matorral xerófilo en el norte a bosques caducifolios y subcaducifolios en el sur. En algunos puntos de la zona costera también se encuentra vegetación de manglar, especialmente en la desembocadura de los ríos. Las especies forestales de mayor importancia en esta región incluyen varias Leguminosas (Los géneros Enterolobium, Lysiloma, Acacia,Prosopis, Pithecellobium, Leucaena, etc.), y otros géneros importantes como Cedrela, Tabebuia, Cordia y Bursera, entre otros.

2.2. Patrones de utilización de las especies forestales

Los bosques de coníferas y latifoliadas de clima templado representan el mayor potencial de producción maderable en la región norte del país. De la producción de madera en rollo en 1996 (alrededor de 7,0 millones m3), el 80% se concentró en cinco estados del país; el 87% de esta producción se originó en bosques de coníferas de clima templado (Jiménez, 1998).

Paralelo a los aprovechamientos maderables autorizados, existe un uso extensivo de los recursos forestales con fines domésticos. Estudios realizados por la SEMARNAT, en colaboración con FAO, muestran que el consumo anual de leña en México es superior a los 35 millones de m3 por año (Riegelhaupt, 1997). Además, se emplean alrededor de 30 millones de m3 de madera por año para usos domésticos y construcciones rurales, y casi un millón de m3 de madera se transforma en carbón (Poder Ejecutivo Federal, 1996). La mayor parte de la biomasa aprovechada de esta manera proviene de las áreas forestales consideradas de protección y conservación. Los principales géneros incluidos en este tipo de aprovechamiento son Pinus, Quercus y otras maderas duras, especialmente de las leguminosas. Sin embargo, prácticamente todos los tipos de vegetación se aprovechan de manera local o regional para la obtención de productos diferentes a los estrictamente maderables, como frutos, cortezas, medicinas, forraje para el ganado, pigmentos, gomas y resinas, etc.

Bajo las condiciones actuales de aprovechamiento y manejo forestal, la productividad anual promedio de los bosques de coníferas es de alrededor de 1,4 m3 por ha. Sin embargo, mediante el uso de técnicas silvícolas avanzadas y un manejo más eficiente, la productividad anual de estos bosques naturales puede aumentar hasta los 5-8 m3 por ha, y en casos excepcionales hasta los 12 m3 por ha. (Varela, 1998). Existe, además, una superficie potencial de 2,2 millones de hectáreas en la región templada del país que se pueden incorporar al cultivo forestal mediante plantaciones comerciales, con una productividad anual estimada de 10 a 25 m3 por ha, utilizando material mejorado genéticamente y una silvicultura intensiva.

2.3. Amenazas y riesgos de destrucción

La principal amenaza de los recursos forestales en México es la deforestación ocasionada por el cambio de uso del suelo. Se estima que más del 90% de pérdida de la cubierta forestal en México se debe a los desmontes con fines agropecuarios (Cedeño, 1998). Aunque no existen datos precisos de la tasa de deforestación actual, los datos de cubierta forestal entre 1990 y 1995 proporcionados por la FAO muestran una tasa de deforestación cercana a las 500 000 has por año. La mayor tasa de deforestación se presenta en las regiones tropicales del país, para la conversión a cultivos agrícolas o terrenos de pastoreo extensivo. Sin embargo, en los ecosistemas forestales de clima templado también es común el cambio de uso del suelo con fines agrícolas, especialmente en la región central del país donde se presenta la mayor densidad de población. En la región norte del país la presión demográfica hacia el cambio de uso del suelo es relativamente menor.

Otras actividades humanas como el pastoreo, los aprovechamientos ilegales, la obtención de leña, y los incendios relacionados con actividades agrícolas o pecuarias en terrenos forestales también constituyen amenazas importantes de destrucción de los recursos forestales en el país. Por ejemplo, en 1997 se presentaron más de 5 000 incendios forestales en el país, afectando en mayor o menor grado una superficie de más de 100 000 has (Cedeño, 1998). Cerca de 25 000 has de la superficie afectada en ese año fueron terrenos forestales arbolados. En 1998, un año especialmente seco, la incidencia de incendios aumentó en más del 100% con respecto al año anterior (se reportaron más de 14 000 incendios), afectando a más de 600 000 has de terrenos forestales, de las cuales alrededor del 50% incluyeron superficies arboladas con o sin aprovechamientos comerciales (Figueroa, 1998).

Como resultado de los diversos agentes de destrucción, se estima que existen más de 22 millones de hectáreas consideradas como áreas forestales perturbadas y degradadas, además de un poco más de 10 millones de has de bosques y selvas fragmentados (SARH-SFF, 1994), que equivalen a mas del 50% de la superficie arbolada comercial actual. Naturalmente, la primera consecuencia de esta destrucción es la erosión genética de los ecosistemas y la perdida de recursos genéticos forestales valiosos en las poblaciones marginales.

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