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3. MANEJO DE LOS RECURSOS GENéTICOS FORESTALES

3.1. Actividades de Conservación in situ

Las actividades de conservación in situ se han orientado a destinar ciertas superficies de terreno con fines de conservación o manejo especial, denominadas áreas naturales protegidas (ANP), ya sea mediante decretos federales o estatales y en ocasiones acuerdos municipales o regionales. Las ANP son porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional, representativas de los diferentes ecosistemas y de su biodiversidad, en donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado por el hombre y que están sujetas a regímenes especiales de protección, conservación, restauración y desarrollo. El propósito de las ANP es mantener la estructura y los procesos ecológicos y salvaguardar la diversidad genética de las especies silvestres, particularmente las endémicas, amenazadas o en peligro de extinción (CONABIO, 2002). El Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas entró en vigor en el año de 1988, junto con la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA).

En la LGEEPA, reformada en el año de 1996, se consideran las siguientes categorías de áreas naturales protegidas: Reserva de la Biosfera; Parque Nacional; Monumento Natural; Áreas de Protección de Recursos Naturales; Áreas de Protección de Flora y Fauna; Santuarios, Parques y Reservas Estatales y Zonas de Preservación Ecológica de los centros de Población (SEMARNAP, 1997). Hasta el año de 1995, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) comprendía 89 áreas decretadas, que cubrían poco más del 5% del territorio nacional (cerca de 10 millones de hectáreas). A partir de 1995, el Gobierno Federal emitió varios decretos para declarar la incorporación de diversas áreas al SINAP, localizándose éstas en diferentes tipos de ecosistemas. La red de Reservas de la Biosfera de México se ha convertido en el sistema primordial de la conservación de la biodiversidad de México; la diferencia ahora es la mayor visibilidad nacional e internacional, los apoyos de grupos conservacionistas nacionales e internacionales y el apoyo económico tanto del Gobierno como de fuentes financieras internacionales (Gómez-Pompa, 1998).

Actualmente el SINAP depende de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, dentro de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). A nivel nacional, el SINAP cuenta con 148 áreas naturales protegidas que cubren una superficie total de 17 303 133 ha, distribuidas en diferentes ecosistemas de México. En la Figura 3 se presenta un panorama general de la localización de las Reservas de la Biosfera en el país, la categoría más importante dentro del SINAP, por la superficie y ecosistemas que representa. En esta Figura se distinguen algunas de las Reservas de la Biosfera establecidas en la región Norte de México. De acuerdo con datos publicados recientemente en la página de Internet de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, alrededor de dos terceras partes de las ANP se encuentran en la región norte de México, distribuidas en seis categorías diferentes y con una superficie total cercana a los 12,2 millones de has (Cuadro 1).

A pesar de la extensa superficie cubierta por las ANP en la región Norte de México, existen algunos problemas asociados que limitan su desempeño eficiente en la protección y conservación de los recursos genéticos forestales. En primer lugar, las ANP no se han establecido considerando como principal criterio la conservación de los recursos genéticos a nivel intra-específico, sino más bien para mantener áreas naturales representativas de varias comunidades ecológicas y con cierto nivel de biodiversidad. Por otro lado, existen demasiadas categorías de ANP y cada una de ellas tiene diferentes objetivos, superficie, legislación aplicable, programa de manejo, etc., lo que hace sumamente compleja su integración. Además, algunas de estas ANP aún no cuentan con un programa de manejo y estructura administrativa que garantice su conservación adecuada a largo plazo. No hay suficientes recursos humanos para llevar a cabo la administración y manejo de todas las ANP que se han establecido hasta la fecha.

Figura 3 : distribución geográfica de las Reservas de la Biosfera en México

(CONABIO, 2002)

Cuadro 1 : número y superficie total por categoría de las Áreas Naturales Protegidas
existentes en la región Norte de México

CATEGORIA

No.

SUPERFICIE (ha)

Reservas de la biosfera

17

6 797 814

Parques nacionales

50

902 327

Monumentos naturales

1

6 039

Áreas de protección de recursos naturales

2

39 724

Áreas de protección de flora y fauna

18

4 431 634

Santuarios

12

604

Total

100

12 178 142

3.2. Actividades de Conservación ex situ

3.2.1. Bancos de germoplasma

El primer banco formal de germoplasma forestal en México se estableció en los años de 1960, con apoyo de la FAO, en el entonces Instituto Nacional de Investigaciones Forestales (INIF). El principal énfasis de ese banco de germoplasma fue el estudio y la conservación de semillas de especies de coníferas, fundamentalmente especies de Pinus, debido al gran interés internacional por los pinos mexicanos en ese entonces. Desafortunadamente, una vez que se redujo el interés internacional (al obtener el germoplasma necesario para iniciar ensayos de evaluación en otros países), y se eliminó el apoyo de la FAO, los esfuerzos iniciales no continuaron con la misma intensidad. Actualmente, la mayor parte del germoplasma almacenado en ese banco ha desaparecido o perdido su viabilidad por completo.

El renovado interés en el establecimiento de plantaciones forestales comerciales en diferentes regiones del país y la necesidad de iniciar programas de restauración y protección ecológica, ha generado una fuerte demanda de germoplasma forestal en los últimos 20 años. En 1997 se estimaba que tan solo para cubrir la demanda de los programas de restauración ecológica implementados por el Gobierno Federal (entre 100 000 y 150 000 has por año) se requerían alrededor de 40 toneladas de semilla (Hernández, 1997). Como resultado de esta demanda, se han creado recientemente una gran cantidad de bancos de germoplasma forestal, tanto de empresas privadas como públicas, así como de Instituciones Académicas y de Investigación. En 1997 se tenían identificados 15 bancos de germoplasma forestal a nivel operativo (es decir, sin incluir los bancos orientados fundamentalmente a actividades de investigación), la mayor proporción de ellos en la región norte del país (Hernández, 1997). Entre los años de 1998 y 2000, el Programa Nacional de Reforestación incrementó el registro de bancos de germoplasma forestal a nivel operativo a más de 50 (Talavera y Aguilera, 2001).

Existen, sin embargo, varios problemas asociados con la operación y funcionamiento de estos bancos de germoplasma. En primer lugar, la mayoría de estos bancos no cuenta con la infraestructura física ni los recursos humanos y capacidad técnica suficiente para funcionar como un banco de calidad. La mayoría de ellos funcionan simplemente como medios temporales de almacenamiento de semillas para abastecer los programas operativos de producción de plantas. De hecho, a principios de 2003 se efectuó una revisión de la infraestructura y capacidad técnica de estos bancos, y actualmente solo se mantienen en operación alrededor de la mitad de ellos. Solo algunos de ellos tienen las condiciones adecuadas para la conservación a largo plazo de los recursos genéticos. Además, no existe la coordinación suficiente entre ellos como para considerarlos parte de una estrategia adecuada de conservación de los recursos genéticos forestales del país; la mayor cantidad de los bancos se concentra en la región norte y centro del país y el énfasis es en un número reducido de especies, principalmente de Pinus, aunque esa situación empieza a cambiar. Por otro lado, dado que el propósito fundamental es abastecer la demanda de semilla a corto plazo, la diversidad genética de las especies no está bien representada en las colectas almacenadas. Esto manifiesta la importancia y urgencia de establecer un sistema nacional bien coordinado de bancos de germoplasma forestal, orientado a la conservación a largo plazo de los recursos genéticos.

En otros países, instituciones como la Cooperativa para el estudio y conservación de lo recursos genéticos de coníferas de México y Centroamérica (CAMCORE) y el Instituto de Genética Forestal del Servicio Forestal de EUA, poseen una colección importante y valiosa de los recursos genéticos de varias especies de coníferas (Pinus, Picea, etc.) nativas de México en sus bancos de germoplasma (CAMCORE, 2000).

3.2.2. Plantaciones de conservación

Esta alternativa de conservación ex situ es muy importante, especialmente cuando se trata de especies que tienen una distribución natural muy restringida o en los casos donde el hábitat natural de la especie se encuentra seriamente amenazado. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de especies endémicas existentes en México, con hábitat restringido o amenazado por diferentes causas, esta opción ha sido poco utilizada en la región norte.

Algunas de las excepciones importantes a la situación anterior son las plantaciones de conservación que se han establecido con Cupressus guadalupensis en el centro del país, especie endémica de la Isla Guadalupe que se encuentra amenazada por la introducción de cabras. También existe un par de pequeñas plantaciones de conservación de Pinus maximartinezii, especie piñonera endémica, restringida en forma natural a una localidad en la zona semidesértica de la Sierra madre Occidental (Ledig et al., 1999). En años recientes algunas empresas privadas e instituciones públicas han establecido algunas plantaciones adicionales de Pinus greggii y de Pseudotsuga, con el propósito combinado de conservación y de producción de semilla. Pseudotsuga en particular está adquiriendo importancia para plantaciones de árboles de navidad en el centro del país, por lo que existe una demanda de semilla que es difícil abastecer de las reducidas poblaciones naturales existentes en esa zona.

3.3. Selección y mejoramiento genético

A partir de la década de 1960, cuando se hicieron las primeras colectas de germoplasma de especies de coníferas con financiamiento de la FAO, se han hecho varios intentos por iniciar programas de selección y mejoramiento genético con especies nativas de coníferas. Por ejemplo, el INIF inició en 1963 un programa de establecimiento de áreas semilleras de Pinus, Abies y Pseudotsuga; para 1983 ya había establecido 36 áreas semilleras y numerosos rodales semilleros. Estos esfuerzos aumentaron de manera significativa en las dos últimas décadas, a partir de la creación del Centro de Genética Forestal A.C. por la Universidad Autónoma Chapingo y la Universidad Veracruzana. Con el apoyo económico de algunos gobiernos estatales, asociaciones de productores y empresas privadas se iniciaron programas de mejoramiento genético forestal en varios estados del Norte y Centro de México, todos ellos enfocados a especies de Pinus fundamentalmente (Plancarte y Eguiluz, 1991; Flores, 2000).

Desafortunadamente, después de algunos años de operación, la mayoría de estos programas se suspendieron en forma temporal o se cancelaron de manera definitiva, a pesar de los avances significativos realizados en materia de selección de árboles superiores, delimitación de áreas de producción de semillas y establecimiento de algunos ensayos de evaluación de procedencias y/o progenies. Las principales causas de la cancelación de todos estos programas de mejoramiento genético han sido la falta de continuidad en el financiamiento (debido a cambios en puestos directivos de las empresas e instituciones involucradas) y la separación del personal técnico asociado a dichos programas. Sin embargo, el problema fundamental de todos estos programas de mejoramiento genético es que nunca estuvieron realmente asociados a un programa de plantaciones forestales que generara la demanda por germoplasma de mayor calidad genética.

Actualmente, algunas instituciones de educación superior como el Instituto de Genética de la Universidad Veracruzana y el Colegio de Postgraduados participan en programas de mejoramiento genético con algunas especies de Pinus, como Pinus patula, P. Greggii, P. pseudostrobus y P. montezumae, pero más con fines de investigación y conservación de recursos genéticos (por ejemplo, Valencia et al., 1996) que con fines operativos o de apoyo a un programa comercial de plantaciones. Los únicos programas operativos de mejoramiento genético que se mantienen activos actualmente en la región norte de México, son los coordinados por PROBOSQUE (Protectora de Bosques del estado de México) en el estado de México, y por el Fideicomiso Forestal del Estado de Jalisco, ambos financiados por los respectivos gobiernos de los estados. En ambos casos, el énfasis principal son algunas especies de Pinus, aunque en el caso de Jalisco también se contemplan algunas especies latifoliadas tropicales nativas. Los avances en ambos casos son modestos, pero al menos se ha logrado establecer algunos huertos semilleros sexuales y clonales (Azamar et al., 2000).

3.3.1. Establecimiento de Áreas de producción de semilla

Además de la selección de árboles superiores, el establecimiento de áreas de producción de semillas ha sido una de las principales actividades (y productos) de los esfuerzos de mejoramiento genético que se han desarrollado en México, desde la década de 1960 con el INIF. El número y distribución de las áreas semilleras aumentó en gran medida a finales de la década de 1980 y en la siguiente, con la participación del Centro de Genética Forestal A.C. y otras instituciones públicas y privadas primero, y del Programa Nacional de Reforestación (PRONARE) de la SEMARNAP posteriormente.

Como resultado de estas acciones, hasta la fecha se han establecido más de 200 áreas de producción de semilla en la región norte de México; el mayor porcentaje de ellas orientadas a las especies de coníferas, en especial las especies de Pinus (Plancarte y Eguiluz, 1991; Clausen et al., 1994; Flores, 2000; Aguilera, 2001). En estas áreas están representadas las especies de mayor importancia económica tanto en las Sierras Madre Occidental y Oriental como en el eje neo-volcánico transversal. Sin embargo, por los problemas de continuidad de los programas de mejoramiento genético en la región, algunas de estas áreas de producción se encuentran abandonadas y sin manejo adecuado.

El PRONARE ha iniciado esfuerzos para registrar, documentar y rehabilitar la mayor cantidad posible de las áreas de producción de semilla establecidas en periodos anteriores (Aguilera, 2001). Al mismo tiempo, el PRONARE ha ampliado el establecimiento de este tipo de unidades de producción de germoplasma a especies de latifoliadas con importancia económica o ecológica en otras comunidades vegetales en la región norte del país (Aguilera, 2000). Este es el caso de Prosopis velutina, Caesalpinia pumila y Celtis reticulata en las zonas áridas y semiáridas de Sonora; de Platanus racemosa, Populus sp. y Quercus sp. en la península de Baja California; o de Leucaena leucocephala, Cedrela odorata, Swietenia humilis y Tabebuia spp. en los bosques tropicales subcadudifolios de Nayarit (Aguilera, 2001).

3.3.2. Evaluación de procedencias y progenies

El establecimiento de ensayos de procedencias y progenies con especies forestales nativas en la región Norte de México es incipiente. Aunque existe información de algunos ensayos de procedencias establecidos hace más de 30 años con Pinus patula, dichos ensayos no se han mantenido hasta la fecha. Los ensayos de procedencias y progenies con especies nativas que se han establecido en las últimas dos décadas se han concentrado casi exclusivamente en especies de Pinus (por ejemplo, P. patula, P. greggii, P. pseudostrobus, P. montezumae, P. leiophylla, P. maximinoi, etc.). En el Noreste de México se ha iniciado recientemente una colecta de germoplasma en poblaciones naturales de Prosopis spp., para establecer algunos ensayos de evaluación de procedencias y progenies con dicho material.

Los objetivos principales de estos ensayos han sido obtener información sobre el grado de variación genética dentro y entre poblaciones de las especies en alguna porción de su área de distribución natural y servir de base para la selección de individuos con mejores características genéticas para apoyar a los programas de reforestación y de plantaciones comerciales. Al mismo tiempo, estos ensayos funcionan como plantaciones de conservación de recursos genéticos. En algunos casos, los ensayos de progenie (o de procedencias) ya han sido aclareados genéticamente y convertidos a huertos semilleros sexuales, especialmente con Pinus greggii (Azamar et al., 2000) y Pinus leiophylla (Jasso et al., 1999). Sin embargo, debido a la corta edad de la mayoría de los ensayos existentes con las otras especies, esta no es una situación generalizada todavía.

3.3.3. Propagación vegetativa y ensayos clonales

La propagación vegetativa y el establecimiento de ensayos clonales con especies forestales nativas del Norte de México ha sido poco utilizada. A nivel de investigación, se han hecho varios esfuerzos para desarrollar métodos de propagación vegetativa de algunas especies de coníferas y latifoliadas del Norte de México, utilizando técnicas de propagación convencionales o cultivo de tejidos (por ejemplo, Vargas y González, 1991; Santiago y Vargas, 1999; Mateo et al., 2000). Sin embargo, solo en muy contadas ocasiones estas técnicas se han utilizado de manera operativa para la propagación masiva de material seleccionado. Existen solo algunos ejemplos de huertos semilleros clonales con especies de Pinus (Pinus patula, P. greggii, P. montezumae y P. douglasiana) y de Cupressus lindleyi, en donde material seleccionado fenotípicamente ha sido propagado mediante injertos.

En años recientes se han iniciado ensayos para la propagación clonal masiva de especies introducidas de rápido crecimiento (Eucalyptus spp., Gmelina arborea, Tectona grandis) y otras especies nativas (Tabebuia rosea, Cedrela odorata y Swietenia macrophylla) en regiones tropicales y subtropicales de la costa del Pacífico Noroeste, pero los resultados aún son incipientes.

3.4. Especies nativas con prioridad en la región Norte de México

Acacia farnesiana

P. leiophylla

Alnus firmifolia

P. maximartinezii

Amphipterygium adstringens

P. oaxacana

Bursera simarouba

P. oocarpa

Cedrela odorata

P. patula

Cordia alliodora

P. pringlei

Cupressus guadalupensis

P. radiata

Enterolobium cyclocarpum

Populus spp.

Laguncularia racemosa

Prosopis laevigata

Liquidambar styraciflua

Pseudotsuga spp.

Pinus ayacahuit.

Rhizophora mangle

P. chiapensis

Swietenia humilis

P. engelmannii

Taxus globosa

P. greggii

Tilia mexicana

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