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3. Fuerzas impulsoras que afectan al sector forestal

En El Salvador, el sector forestal, al igual que el resto de actividades de las zonas rurales, enfrenta un contexto económico y otras restricciones que han limitado su desarrollo. En dicho contexto, sobresalen los cambios poblacionales, así como las tendencias económicas recientes, que se caracterizan por la crisis rural, incluidos los sistemas agroforestales de café bajo sombra. Por ello, es importante entender los cambios y tendencias socioeconómicas e institucionales en El Salvador, así como diversas iniciativas que se presentan en la Sección 3, muchas de las cuales, a pesar de la crisis en las zonas rurales, representan oportunidades importantes para el desarrollo del sector forestal de El Salvador.

3.1 Población y relación urbano-rural

Los tres últimos censos de población de El Salvador de 1961, 1971 y 1992 muestran un cambio dramático en la tasa de crecimiento de la población, pues de una tasa de 3.5% en el período 1961-71 se pasó a 1.7% en el período 1971-92, proyectándose una pequeña disminución para los próximos lustros. En esa reducción incidieron la masiva migración hacia el exterior desde los ochenta y el descenso en las tasas de fecundidad, sobre todo en las zonas rurales, donde se redujo en un 40% entre 1978 y 1993. La migración rural-urbana también se aceleró en el período 1971-92, de modo que la población urbana aumentó en 82% en tanto que la población rural solamente creció en 16% en ese mismo período. De esta manera, para 1992 la población rural y la población urbana llegaron a ser prácticamente iguales (Ver Gráfico 9).

Gráfico 9
El Salvador: Tasa de crecimiento de la población

Fuente: Elaborado en base a Censos de Población y Proyecciones de Población (DIGESTYC).

De acuerdo a las proyecciones, la población urbana seguirá creciendo a tal ritmo, que al año 2020 se espera alcance casi los cinco y medio millones de habitantes, mientras que la población rural se estabilizaría en unos 3 millones de habitantes a partir del año 2010 (Ver Gráfico 10). Con esto, la relación urbano-rural pasaría de 1.0 según el censo de 1992, a 1.7 según las proyecciones al año 2020.

Los cambios en los patrones migratorios recientes indican que la mayor parte de los migrantes rurales salen hacia fuera de El Salvador. En efecto, tal como afirman Andrade-Eekhoff (2001) y Kandel (2002), se estima que ninguno de los departamentos del país tiene menos del 13% de su población residiendo en el exterior y que en los patrones de los migrantes rurales, predomina fuertemente la migración hacia Estados Unidos y Canadá (Gráfico 11). Como se verá más adelante, este cambio en el patrón de migraciones desde las áreas rurales está fuertemente relacionado con el patrón de crecimiento de la economía, según el cual, el auge urbano de principios de los noventa se agotó a partir de mediados de esa década. De hecho, la principal razón para emigrar está asociada a las condiciones económicas indicando que la debilidad del mercado laboral para generar empleo aceptable para la población (urbana y rural) es un factor importante en los patrones de migración (Kandel, 2002). De este modo, las migraciones de las zonas rurales hacia Estados Unidos y Canadá tienden a constituir una de las principales estrategias de vida de la población rural.

Gráfico 10
El Salvador: Retrospectiva y proyecciones de población urbana y rural, 1930-2020
(Millones de habitantes)

Fuente: Elaborado en base a información de DIGESTYC

Gráfico 11
El Salvador: Destino de los migrantes rurales

Fuente: Andrade-Eekhoff (2001)

3.2 Comportamiento económico global: Transformación económica y crisis del agro

Durante la década de los noventa, la economía salvadoreña creció a tasas similares a las de los años setenta y en 1994 la economía recuperó el nivel de producción de 1978. Sin embargo, la dinámica de crecimiento económico de los noventa también estuvo marcada por una clara desaceleración desde la segunda mitad de la década. A pesar de la estabilidad macroeconómica lograda, el desempeño de los últimos años se caracterizó por un débil crecimiento económico. Las proyecciones de crecimiento económico suponen la realización de un conjunto de inversiones territoriales que darían un impulso interno importante a la economía en un escenario que cubre hasta el año 2015 (Gráfico 12).

Gráfico 12
Retrospectiva y proyecciones de crecimiento económico en El Salvador, 1970-2015
(En porcentajes)

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador y EPYPSA-IBERINSA.

En efecto, el Plan Nacional de Ordenamiento y Desarrollo Territorial ha estimado un escenario de crecimiento económico global y territorial, según ámbitos micro-regionales. Las proyecciones de crecimiento económico global reflejan un escenario de crecimiento que oscila entre 3.5% y 4.2%, tasas sustancialmente superiores al 2.6% promedio entre 1996 y 2001. Sin embargo, en esas estimaciones, además de las diferencias sectoriales de crecimiento económico, se esperan importantes diferencias territoriales, caracterizadas por un importante dinamismo en pocas micro-regiones del país, particularmente en el Valle de San Andrés y en las micro-regiones de San Miguel y La Unión.12 Tal como se verá más adelante, este escenario de crecimiento también refleja la manera en que opera la economía salvadoreña, así como la orientación de las políticas, que enfatizan la industria, el comercio y los servicios desde inicios de la década de los noventa. En este marco, las inversiones territoriales estarían fuertemente orientadas a mejorar la infraestructura y los corredores logísticos que mejoren las condiciones de conectividad y competitividad de los sectores más dinámicos, como la maquila.

El comportamiento en el ingreso per-cápita guarda relación con el comportamiento económico global. Tal como se aprecia en el Gráfico 13, el desempeño de la economía durante los noventa supone aumentos en el ingreso per-cápita, aunque para 1998, todavía no alcanzaba los niveles registrados a mediados de los setenta. Por su parte, el Indice de Desarrollo Humano de El Salvador muestra una mejoría importante, lo que se explica por los avances en la esperanza de vida y alfabetización, que forman parte de dicho índice.

Además de los cambios demográficos, durante las últimas décadas, la economía salvadoreña también se transformó sustancialmente. Del predominio de la agroexportación prevaleciente en los setenta, se pasó a una economía sustentada por un fuerte flujo de remesas y un dinamismo basado en la industria, el comercio y los servicios en la década de los noventa.

En 1978 la agroexportación tradicional generó el 80% del total de divisas y en el 2002 apenas el 6%. (Ver Gráfico 14 y Cuadro 11). Actualmente, las remesas representan un 67% de las divisas que ingresan al país, con la maquila en un lejano segundo lugar generando un 16% de las divisas, en tanto las exportaciones no-tradicionales fuera de Centroamérica generan un 12%.

Como se observa en el Gráfico 15, en 1990 las remesas habían superado a las divisas obtenidas por las exportaciones de café, las cuales, desde 1998 también han sido desplazadas por las exportaciones netas de maquila. Estos cambios también reflejan el enorme impacto de las migraciones en la capacidad de importar de la economía salvadoreña.

Gráfico 13
El Salvador: Indice de Desarrollo Humano e ingreso per-cápita en dólares de 1995

Fuente: PNUD (2001)

Gráfico 14
Cambio en la estructura de las fuentes de divisas, 1978 y 2002

1978

2002

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Cuadro 11 El Salvador: Cambios en las principales fuentes de divisas, 1978 y 2002

Fuente de divisas

Millones de dólares EE.UU.

% de agro-exportación tradicional

Estructura porcentual

 

1978

2002

1978

2002

1978

2002

Agroexportación tradicional*

514

161

100%

100%

80%

6%

Export. No-Trad. Fuera de C.A.

54

335

11%

208%

8%

12%

Maquila (ingreso neto de divisas)

21

475

4%

295%

3%

16%

Remesas

51

1,935

10%

1,202%

8%

67%

Total

640

2,906

   

100%

100%

Total excluyendo remesas

589

971

       

* Café, algodón, azúcar y camarón

Nota: El cuadro no incluye exportaciones a Centroamérica.

Fuente: prisma en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Gráfico 15
Remesas, exportaciones de café y de maquila, 1990-2002 (Millones de US$)

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

3.3 Cambios y tendencias en el crecimiento económico sectorial

La abundancia relativa de divisas ha permitido elevar la capacidad de importar mucho más allá de lo que permitiría el nivel de exportaciones del país. Además, ha propiciado un drástico cambio en el patrón de crecimiento económico, tal como se aprecia en el Cuadro 12. Comparando el crecimiento promedio sectorial y el aporte sectorial al crecimiento del PIB, luego de la crisis de los ochenta, la economía mostró dos etapas diferenciadas. La primera (1990-1995) caracterizada por elevadas tasas de crecimiento, que en promedio superaron a la década de los setenta. La segunda etapa (1996-2001), se caracterizó por una clara desaceleración. En la dinámica del crecimiento prevaleciente en los noventa, los sectores agropecuario, construcción, e incluso servicios, no han alcanzado el nivel de crecimiento económico observado en los setenta. Esto contrasta, con los sectores industrial, comercio y financiero, que en la primera mitad de los noventa reflejaron niveles de crecimiento mayores que en los setenta. Sin embargo, ese auge declinó generalizadamente aún en estos sectores durante el período 1996-2001.

Aunque el sector financiero redujo su auge en la segunda mitad de los noventa, manteniéndose en alrededor de 7%, una cifra mucho mayor que el promedio de la economía (2.6%), el promedio de crecimiento de este sector ha sido el más alto en toda la década. Así, el sector financiero se ha posicionado con el mayor dinamismo económico, con tasas de crecimiento muy superiores a los demás sectores. Lo contrario ocurrió con el sector agropecuario, que es el sector con las menores tasas de crecimiento. Nótese que en el período 1996-2001, los sectores construcción y servicios aportaron más que el agropecuario al crecimiento del PIB registrado en ese período. Por su contribución al crecimiento del PIB, la industria, el comercio y el sector transporte, almacenamiento y comunicaciones, aparecen como los principales sectores que han estado aportando al crecimiento en la década de los noventa, incluso por encima del aporte del sector financiero (9% en el período 1996-2001).13

3.4 Tendencias, crisis y transformación del agro salvadoreño

El patrón de crecimiento revela que el sector agropecuario se encuentra sumido en una profunda crisis. Desde la década de los noventa, la economía en su conjunto (excluyendo el sector agropecuario), ha tenido un crecimiento acumulado equivalente a casi 40%, en tanto que para el año 2002, el sector agropecuario mostró un nivel de producción equivalente al 93% del registrado en 1978 (Gráfico 16). Así, junto a la disminución del aporte del agro al crecimiento económico global, el estancamiento también ha conducido a la menor participación agropecuaria dentro de la producción total de la economía. A su vez, la declinación de la importancia del agro en la economía salvadoreña se ha visto acompañada por cambios significativos en la dinámica de los distintos rubros que lo componen. Estas tendencias se explican en parte por la evolución de los precios relativos agropecuarios, los cuales muestran una fuerte caída en las décadas recientes. Como se aprecia en el Gráfico 17, en la caída del índice de precios relativos del sector agropecuario, se refleja que los precios de los productos del resto de sectores económicos crecieron a una tasa mucho más rápida que las del sector agropecuario.

Cuadro 12
Crecimiento económico promedio según sectores y PIB, 1970-2001- (En porcentajes)

Sectores económicos

1970
1978

1979
1982

1983
1989

1990
1995

1996
2001

Tasas de crecimiento promedio

Agropecuario

3.6

-7.9

-0.6

1.4

0.3

Industria manufacturera

4.5

-14.2

1.4

5.6

4.4

Construcción

12.6

-14.4

3.9

7.5

3.1

Comercio

4.7

-14.9

4.3

8.7

2.3

Transporte, almacenamiento y comunicaciones

7.2

-8.2

1.7

6.4

5.0

Financiero

9.3

-2.4

0.0

12.7

7.0

Servicios

6.9

2.4

3.8

3.9

1.3

Otros

4.6

-4.6

-0.9

7.4

1.1

PIB

5.0

-9.5

1.2

6.2

2.6

 

Contribución sectorial al crecimiento

Agropecuario

12.8

15.0

-8.7

3.5

1.5

Industria manufacturera

24.8

36.1

24.4

19.6

38.1

Construcción

8.7

6.0

12.1

4.4

4.6

Comercio

18.2

27.2

58.0

26.8

17.8

Transporte, almacenamiento y comunicaciones

8.7

5.7

9.7

7.7

15.5

Financiero

2.9

0.5

-0.1

5.1

9.0

Servicios

5.1

-1.3

21.2

3.7

2.7

Otros

18.9

10.8

-16.6

29.4

10.8

PIB

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Ello demuestra no sólo la fuerte desvalorización del sector, sino también la pérdida de rentabilidad de la producción agropecuaria con relación a los demás sectores. Por ello, en el destino del crédito (Cuadro 13), resalta la dramática caída de la participación del sector agropecuario en el crédito total, que pasó de representar 27% en 1978 a tan sólo 7% en el año 2001. Vale la pena comparar que el destino del crédito para todo el sector agropecuario prácticamente equivale al total de los préstamos personales del sistema financiero. El crédito destinado al comercio sigue siendo mayor, aunque en términos porcentuales muestra una tendencia decreciente, en contraste a la situación de los sectores manufactura, construcción y servicios.

Gráfico 16
Indice del PIB total y del PIB agropecuario, 1970 – 2002 (1978=100%)

* Excluye PIB agropecuario

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Gráfico 17
Evolución de precios relativos agropecuarios*

* (Indice de precios del PIB agropecuario / Indice de precios del PIB)

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

En las tendencias del agro resaltan, por un lado, la desaparición del cultivo del algodón, la declinación de la producción de café y de la ganadería, en tanto que también existe un notable incremento en la producción avícola, de caña de azúcar, y de granos básicos (Gráfico 18). Con estos cambios se ha modificado el peso de los distintos rubros dentro del PIB agropecuario, de modo que para el 2002, los granos básicos tenían una participación mayor al café, reflejando el peso de las estrategias de vinculadas con la seguridad alimentaria (Cuadro 14). Llama asimismo la atención el caso de la avicultura, que casi cuadruplicó su participación en el PIB agropecuario entre 1978 y 2002.

Cuadro 13
El Salvador: Destino sectorial del crédito otorgado por sectores, 1978-2001
(Millones de colones corrientes y porcentajes)

Sector

Millones de colones

Distribución porcentual

1978

1990

1996

2001

1978

1990

1996

2001

Agropecuario

521

1,434

3,339

2,966

27%

14%

12%

7%

Manufactura

305

1,762

5,911

10,441

16%

17%

21%

24%

Construcción

249

180

2,617

6,136

13%

2%

9%

14%

Comercio

675

5,810

11,570

11,884

35%

56%

41%

27%

Servicios

40

150

1,409

3,903

2%

1%

5%

9%

Préstamos personales

n.d.

n.d.

1,654

2,753

n.d.

n.d.

6%

6%

Otros

120

1,055

1,978

5,872

6%

10%

7%

13%

Total

1,910

10,391

28,479

43,954

100%

100%

100%

100%

Crédito/PIB

25%

28%

31%

36%

       

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Gráfico 15
Índice de producción según rubros del sector agropecuario, 2002
(1978=100)

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

Cuadro 14
Cambios en la estructura del producto agropecuario, 1970 - 2002 (Porcentajes)

Sub-sectores

1970

1978

1990

2002

Café Oro

27.2

24.2

23.4

15.6

Algodón

15.6

16.6

1.9

0.0

Granos Básicos

13.9

13.8

19.8

19.1

Caña de Azúcar

2.0

3.3

3.1

5.9

Otras Producciones Agrícolas*

16.2

14.0

14.9

18.9

Ganadería

12.6

15.0

17.5

18.6

Avicultura

3.8

5.7

9.4

13.7

Silvicultura

4.9

4.9

6.4

5.7

Productos de la Caza y la Pesca

4.0

2.5

3.7

2.5

Total

100.0

100.0

100.0

100.0

*Panela, tabaco, semilla de algodón, henequén, kenaf, ajonjolí, bálsamo, copra, semilla de aceituno, frutas y verduras.

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador.

Con excepción de la caña de azúcar, las actividades tradicionales de agroexportación declinaron en los noventa (Cuadro 15). Incluso, la producción de granos básicos mostró una contracción durante el período 1996-2002. Los rubros que habrían mostrado un importante dinamismo en toda la década de los noventa son los de la caña de azúcar y la avicultura.

Cuadro 15
Crecimiento promedio en el sector agropecuario y contribución al crecimiento del sector
(Millones de colones de 1990 y porcentajes)


Rubros


Evolución de la Producción

Crecimiento
promedio anual

Aporte al crecimiento del sector

1970

1978

1990

1996

2002

70/78

96/02

70/78

96/02

Productos de exportación

2,531

3,324

1,962

1,872

1,497

3.5

-0.3

42.7

-11.8

Café Oro

1,539

1,824

1,657

1565

1,083

2.1

-1.6

15.3

-43.2

Algodón*

881

1,250

83

0.0

3

4.5

0.0

19.9

2.4

Caña de Azúcar

111

250

223

307

411

10.8

4.4

7.5

28.7

Granos Básicos

789

1,037

1,219

1,357

1,327

3.5

-0.5

13.4

-11.3

Silvicultura

277

366

377

382

400

3.6

0.6

4.8

4.2

Otras produc. agrícolas**

916

1,055

883

1,148

1,312

1.8

1.3

7.5

28.4

Subtotal Agricultura

4,512

5,782

4,441

4,759

4,536

3.1

0.1

68.4

9.2

Ganadería

711

1,125

1,065

1,082

1,293

5.9

2.0

22.3

41.6

Avicultura, caza y pesca

440

614

734

925

1,129

4.2

2.7

9.4

48.9

Avicultura

213

428

555

687

955

9.1

4.1

11.6

59.2

Caza y Pesca

228

186

178

238

174

-2.5

-2.5

-2.3

-10.0

TOTAL

5,663

7,520

6,240

6,766

6,958

3.6

0.8

100.0

100.0

* La producción de algodón desapareció en 1995.

**Panela, tabaco, semilla de algodón, henequén, kenaf, ajonjolí, bálsamo, copra, semilla de aceituno, frutas y verduras.

Fuente: PRISMA en base a datos del Banco Central de Reserva de El Salvador

La avicultura refleja un promedio de crecimiento del 4.1%. Al respecto, cabe mencionar que la avicultura, en las condiciones actuales, tiene pocos vínculos con la agricultura salvadoreña, porque su insumo principal, el maíz, no se obtiene de la producción nacional, sino que se importa maíz amarillo del mercado internacional, lo que a su vez deprime los precios del maíz blanco que se produce localmente. Si bien la producción silvícola no se ha contraído en los períodos analizados, su aporte al crecimiento del agro, es modesto.

Obviamente, las tendencias económicas del sector agropecuario influyen sobre la dinámica de uso del suelo. Tal como se observa en el Gráfico 19, durante la década de los setenta prácticamente todos los principales cultivos mostraron una tendencia creciente (aunque moderada) en la superficie cultivada. La declinación en las áreas sembradas de algodón en los ochenta y el aumento en la superficie cultivada con caña de azúcar en los noventa constituyen los cambios más importantes en la dinámica de uso del suelo.

Considerando la dinámica reciente de la superficie cultivada con los principales cultivos, prácticamente sólo la superficie de caña y frijol muestran tasas de crecimiento promedio positivas en el período 1995/96-2001/2002 (Ver Cuadro 16), a diferencia del cultivo del café y del maíz, que en términos de superficie constituyen los cultivos más importantes (Ver Anexo 9).

Gráfico 19
El Salvador: Índices de la superficie con los principales cultivos
(Cosecha 1978/79 = 100%)

Fuente: Elaborado en base a datos del Ministerio de Agricultura, PROCAFE y Banco Central de Reserva

Cuadro 16
El Salvador: Tasas de crecimiento promedio de la superficie con los principales cultivos
(En porcentajes)

Período

Café

Caña

Algodón

Maíz

Frijol

Arroz

Maicillo

70/71 - 74/75

1.2

14.1

9.0

0.7

9.2

-1.7

0.6

75/76 - 79/80

4.8

-5.1

3.4

-0.2

-0.3

-3.4

2.0

80/81 - 84/85

-1.7

8.2

-10.5

-4.4

2.4

-2.3

-0.7

85/86 - 89/90

0.2

-4.7

-22.0

2.2

2.4

-2.6

1.1

90/91 - 94/95

-1.6

5.0

-25.2

2.8

4.3

1.1

-1.5

95/96 - 01/02

-0.3

7.8

0.0

0.0

5.8

-6.9

-5.2

Fuente: Elaborado en base a datos del Ministerio de Agricultura, PROCAFE y Banco Central de Reserva

Las tendencias recientes del agro salvadoreño se corresponden con cambios en la dinámica de uso del suelo. Como se ha visto, a diferencia de la caña de azúcar y el frijol, los demás cultivos principales no están demandando nuevas superficies, e incluso, hay tendencias a disminuir, tal como ocurre con el café.

3.5 Tendencias de la pobreza

Los principales cambios en la situación de pobreza de los hogares se están dando en las zonas urbanas, lo que está ampliando las brechas en relación con las zonas rurales. Entre 1991 y 2002, la pobreza urbana disminuyó más de 24 puntos, mientras que en las zonas rurales el descenso fue de 17 (Ver Gráfico 20). Mientras que en las zonas urbanas ha disminuido, en las zonas rurales el leve descenso se dio en la primera mitad de los noventa, pero posteriormente, ésta mostró una clara persistencia en niveles todavía altos. Esta tendencia corresponde con los cambios ocurridos en la economía, la cual, cada vez más depende de actividades concentradas en ámbitos urbanos. Al desagregar los datos de pobreza, las zonas rurales presentan una fuerte persistencia de la pobreza extrema (Gráfico 21).

Gráfico 20
El Salvador: Cambios en los niveles de pobreza urbana y rural, 1992-2002
(En porcentajes)

Fuente: Elaborado en base a datos de DIGESTYC

Gráfico 21
Hogares urbanos y rurales en pobreza extrema (1992-2001)

Fuente: PNUD (2001) y DIGESTYC (2001)

Rivera y Lardé (2002) sostienen que la disminución de la pobreza urbana y rural, obedece en parte, a los cambios en los precios relativos expresados a través del Indice del Costo Relativo de la Canasta Básica Alimentaria, que resulta de dividir el costo de la Canasta Básica Alimentaria entre el Indice de Precios al Consumidor. En las zonas urbanas, dicho índice, representó en el año 2000 el 77% del costo que tenía en 1992 (año base), en tanto que para las zonas rurales, en el año 2000 el índice representó el 85% relativo al costo del año 1992, lo que se explica por el hecho de que los incrementos en la Canasta Básica Alimentaria fueron menores que los incrementos en los otros precios de la economía. Según los autores, la disminución de la pobreza en los años noventa se explica, en buena medida, por la disminución del costo de la Canasta Básica Alimentaria en relación a los precios de los demás bienes, determinación que es más marcada en la reducción de la pobreza rural, en donde casi toda se explicaría por este factor y casi nada por aumentos en los ingresos reales. En la reducción de la pobreza urbana, la disminución del costo de la Canasta Básica Alimentaria es menos marcada, porque parte de esa reducción sí se debe a incrementos en los ingresos reales.

Además de la persistencia de la pobreza en las zonas rurales, la población rural enfrenta una clara vulnerabilidad, tal como se evidenció con los impactos de los terremotos de enero y febrero de 2001. De acuerdo a las estimaciones del PNUD los niveles de pobreza incrementaron como resultado, y el impacto en las zonas rurales fue tal que el porcentaje de hogares en extrema pobreza volvió a los niveles que prevalecían al principio de la década (Cuadros 17 y 18).14

3.6 Acceso y tenencia de la tierra en El Salvador

La concentración en la tenencia de la tierra ha sido uno de los rasgos fundamentales del agro salvadoreño. En las décadas de los sesenta y setenta, el número de campesinos con acceso a tierra se redujo en 8%; además, se dio una fuerte reducción de los productores con acceso a más de una hectárea de tierra (34%), mientras que aquellos con acceso a menos de una hectárea aumentaron 24% en el mismo período (Ver Gráfico 22); todo ello mientras la demanda por la tierra mostraba una tendencia creciente.

Gráfico 22
Campesinos con acceso a tierra, 1961 y 1971
(Miles)

Fuente: Selligson (1994)

Los recurrentes conflictos por la tierra derivaron en la creación del Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria en 1975. Un año después, se creó el primer Distrito de Transformación Agraria en el oriente del país, pero al año siguiente se derogó, anulando la creación de nuevos distritos en otras regiones del país. A inicios de los ochenta se puso en marcha un programa de reforma agraria que se implementaría en tres fases. La Fase I transfirió propiedades de más de 500 hectáreas y promovió la creación de más de 300 cooperativas. En 1985 se habían intervenido 471 propiedades. Bajo la Fase II se redistribuirían las propiedades entre 150 a 500 hectáreas. Esta Fase no se ejecutó. La Fase III afectó a propiedades con menos de 100 hectáreas, transfiriendo las parcelas a los arrendatarios. Bajo esta fase, el máximo de tierra que se podía adquirir no sobrepasaba las 7 hectáreas. En la Constitución Política de 1983 se estableció en 245 hectáreas el límite de la propiedad individual de la tierra.

Bajo los Acuerdos de Paz de 1992, se incluyó un Programa de Transferencia de Tierras (PTT) que introdujo modificaciones adicionales a la estructura de tenencia.15 A diferencia de la reforma agraria, bajo el PTT no hubo expropiaciones, sino un Banco de Tierras, que compraba propiedades a quienes quisieran vender y luego las transfería a los beneficiarios.16 En el marco del PTT, el ISTA también transfirió tierras a beneficiarios.

En el Cuadro 19 se presenta el alcance de la reforma agraria de los ochenta (Fase I y Fase III) y del PTT de los noventa. En total se redistribuyeron unas 373,000 hectáreas, lo que sería equivalente a un 18% del territorio del país. Sin embargo, las condiciones actuales de funcionamiento del agro, han reducido enormemente el impacto anti-pobreza de este proceso de redistribución.

Cuadro 19
El Salvador: Alcance de la redistribución de tierras bajo la reforma agraria y el PTT
(Hectáreas)

Redistribución de tierras

Hectáreas

Beneficiarios

Hectárea
por
beneficiario

Fase I de la reforma agraria

215,000

37,000

5.8

Fase III de la reforma agraria

80,000

47,000

1.7

PTT

106,232

36,597

2.9

Total

401,232

120,597

 

Fuente: World Bank (1997); Mejía y Merlos (1999)

A pesar de los alcances de la redistribución de tierras en el país, todavía persisten niveles importantes de concentración de la tenencia de la tierra. Datos de 1996, reflejan que cerca de 350,000 personas son campesinos sin tierra, con poca tierra y desempleados. A diferencia de las décadas anteriores, actualmente se impulsa el funcionamiento del mercado de tierras, al cual los campesinos sin tierra pueden acceder a través de la compra o arrendamiento.17

Un estudio patrocinado por CEPAL, que analizó la participación de los pequeños productores rurales en el mercado de tierras rurales concluyó que en el país, dicho mercado enfrenta restricciones de todo tipo, que van desde el marco legal vigente, pasando por trámites burocráticos y atrasos administrativos en el registro de la propiedad, la falta de acceso a créditos,18 hasta la inseguridad ciudadana. Todo ello, en un contexto de escasa rentabilidad de las actividades del productor rural que depende de: i) el bajo nivel educacional, el uso de tierras de poca calidad (que en opinión de ellos, no concuerda con el costo de compra o arrendamiento); ii) de la escasa dotación de equipo básico y ausencia casi total de los activos fijos y maquinaria agropecuaria, que guardan una alta correlación con la escasa productividad y rentabilidad del sector); y iii) la poca cobertura del sistema financiero, que mantiene sistemas de calificación con requisitos de acceso al crédito muy difíciles de cumplir por parte de los productores, aún de aquellos que cuentan con garantías hipotecarias (Amaya y otros, 2000).

Generalmente las tierras arrendadas son menos productivas y rentables, lo cual se explica al menos por cuatro razones. Primero, porque en muchos casos el terreno arrendado es de calidad inferior, ya que el propietario encuentra antieconómico explotarlo. Segundo, la inseguridad de la tenencia restringe al agricultor para invertir y mejorar la infraestructura en el terreno, en tanto que la siembra de cultivos permanentes que estaría asociada a mejor rentabilidad resulta menos frecuente entre los campesinos que arriendan la tierra y quienes tienen un título de propiedad debidamente registrado. Tercero, los arrendatarios, a pesar de ser los más necesitados de créditos para capital de trabajo, no califican para optar a financiamientos del sistema bancario, quedando obligados a buscar financiamiento de intermediarios informales, que operan basados en garantías. Cuarto, en la lógica del arrendamiento, además de un uso más intensivo de la tierra, rara vez se utilizan técnicas de conservación, constituyendo un factor de empobrecimiento y degradación del suelo (Flores, 1998).

En este contexto, las opciones forestales bajo la lógica de inversiones de largo plazo, tienen pocas oportunidades en un contexto de minifundismo, de limitaciones a la propiedad y de la lógica del arrendamiento de tierras por pequeños productores de subsistencia.

12 En estas micro-regiones, las actividades industriales y la infraestructura para mejorar la conectividad del comercio interno y regional, constituyen factores dinamizadores del crecimiento esperado. En el otro extremo, en ámbitos micro-regionales como Puerto de La Libertad, Santiago de María-Berlín, y Juayúa-Nahuizalco, se espera un crítico estancamiento económico.
13 El dinamismo comercial y financiero guarda una estrecha relación con el fuerte influjo de remesas que ha tenido la economía salvadoreña y con las modificaciones en el marco de política económica de los noventa, que implicaron la liberalización comercial y financiera (privatización de la banca y desregulación).
14 La situación empeoró como resultado de los terremotos, a través de sus impactos sobre los servicios de salud y agua. Los terremotos no afectaron a todo el país por igual. Los departamentos más pobres, como Chalatenango, Cabañas, Morazán y La Unión sufrieron relativamente pocos daños.
15 El proceso de transferencia resultó extremadamente largo, de forma que para acelerarlo se optó por transferir provisionalmente las propiedades bajo la figura jurídica del proindiviso, que permitía a grupos de beneficiarios ser colectivamente propietarios de un terreno. Esta figura fue el resultado de un acuerdo político, ya que bajo los Acuerdos de Paz se estableció un régimen de libertad en cuanto a la opción de la propiedad (individual o asociativa), pero en la ejecución de los acuerdos, el Gobierno pretendía transferir tierra a título individual, sin mayor opción. De ahí que se acordara el proindiviso como una figura intermedia en la cual, si los beneficiarios decidían poseer tierra en forma asociativa, se quedaban como escrituraran, o tener la opción de parcelar (San Sebastián y Barry, 1996).
16 Inicialmente se había estimado que el PTT beneficiaría a 47,500 personas (25,000 tenedores; 7,5000 excombatientes del FMLN; y 15,000 soldados del ejército). Esta cifra luego se redujo debido a la escasez de tierra ofrecida a la venta al Banco de Tierras (Deere y León, 1998).
17 De hecho, la implementación del PTT se dio simultáneamente en un contexto de liberalización del mercado de tierras. Desde 1991, el Decreto Legislativo 747 (conocido como “Nuevas Opciones”) introducía alternativas para que las cooperativas del sector reformado optaran por la parcelación y titulación individual, de tal manera que los cooperativistas escogieran la forma de asociación: continuar como cooperativas de producción tradicionales; optar por un sistema mixto que incluyera propiedad colectiva y parcelas tituladas individualmente; conformar cooperativa asociativa de participación real; o disolver y parcelar la propiedad por completo. La Ley de Reestructuración de la Deuda Agraria de 1996 buscó acelerar ese proceso que se introdujo desde 1991. Según Deere y León (1998), el gobierno consideraba que la reforma agraria había terminado, en tanto que las organizaciones sociales estiman que la solución de la deuda agraria está pendiente y que hay exceso de tierras en pocas manos, lo que deja espacio para pensar en el futuro de la tierra en el país.
18 En este mismo estudio, se encontró que 94% de los productores rurales entrevistados no tuvo crédito bancario durante el ciclo agrícola 1998/1999, reflejando la escasa cobertura y el limitado acceso a estos servicios. El 58% de los productores que obtuvieron crédito lo destinaron a la producción (avío), 14% a inversión en el predio, 18% al pago de arrendamiento de tierras y 10% a la adquisición de tierras agrícolas.

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