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EL DESCENSO DE LOS PRECIOS DE LOS PRODUCTOS BÁSICOS Y LA RESPUESTA DE LA INDUSTRIA: ALGUNAS ENSEÑANZAS DERIVADAS DE LA CRISIS INTERNACIONAL DEL CAFÉ - DAVID HALLAM[1]


En el presente documento se analizan el carácter, el origen y las consecuencias de la fuerte disminución de los precios del café a partir de 1998. La disminución se atribuye a una expansión significativa de los suministros mundiales frente a un crecimiento flojo de la demanda. Se examinan los esfuerzos desplegados últimamente por los productores y exportadores para controlar el crecimiento de la oferta o promover el crecimiento de la demanda. Se sostiene que es improbable que prosperen los “acuerdos sólo de productores” destinados a restringir la producción o las exportaciones, a causa de las dificultades que existen para que los participantes mantengan sus compromisos y para supervisar los planes. También es problemática la organización de la promoción de la demanda allí donde las partes interesadas puedan ver comprometidos sus intereses, y la experiencia en el sector del café indica que es necesario establecer objetivos estratégicos claros que todos puedan suscribir. A plazo más largo, sin embargo, la tendencia a la oferta excesiva en el mercado del café sólo puede resolverse fomentando la diversificación del cultivo, por lo menos en las zonas marginales.

1. Introducción

Aunque la depresión de los precios ha sido el denominador común de la mayoría de los productos básicos, la atención se ha centrado sobre todo en el café. Siendo el producto tropical más importante, que representa casi la mitad de las exportaciones netas totales de productos tropicales, el café se ha vuelto emblemático de los problemas a los que hacen frente todas las exportaciones de productos agrícolas de los países en desarrollo. El descenso de los precios del café ha sido particularmente espectacular: tras una breve recuperación registrada a mediados de los años noventa cuando las existencias reguladoras de mercado se habían terminado, en 2001 los precios reales del café habían descendido a niveles mínimos históricos. En términos reales, los precios del café constituyen hoy menos de una tercera parte de los niveles alcanzados en 1960, y para muchos productores son inferiores a los costos de producción. Según la Organización Internacional del Café (OIC), ello incide directamente en unos 20-25 millones de familias en los países productores de café, e indirectamente sobre otros 100 millones de familias que participan en actividades de las fases iniciales y finales de la cadena de producción. Las consecuencias económicas y políticas más amplias están a la vista. Como señala James Wolfensohn, Presidente del Banco Mundial, la reducción de los precios del café y también de otros productos básicos está socavando la sustentabilidad económica de los países y de millones de familias de América Latina, África y Asia.[2]

Se han propuesto muchas explicaciones para la caída vertical de los precios del café, a saber: la aparición de Viet Nam como un productor y exportador importante, la depreciación del real brasileño, el “subconsumo”, la explotación del poder de mercado por parte de las industrias de torrefacción y los minoristas, los cambios tecnológicos introducidos en las actividades de torrefacción, la liberalización del mercado interno y la abolición de los organismos comerciales paraestatales. En una resolución adoptada últimamente, el Parlamento Europeo atribuye la crisis al desmantelamiento del Convenio Internacional del Café y a las políticas aplicadas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero básicamente la explicación reside en los principios fundamentales del mercado (la oferta y la demanda). Aunque es tentador dar por supuesto que la caída vertical de los precios se deba a algún factor nuevo o a alguna variación en el comportamiento del mercado, según los modelos de determinación de precios de la FAO el funcionamiento de los principios fundamentales del mercado no han variado. En concreto, lo que ha producido la caída de los precios es el rápido crecimiento registrado últimamente en los suministros mundiales frente a un crecimiento flojo de la demanda, cuya poca elasticidad respecto de los precios significa que el descenso de éstos es grave.

Las soluciones propuestas para resolver la crisis han sido tan variadas como las explicaciones, a saber: control de la oferta, promoción de la demanda, precios garantizados, diferenciación del producto, apoyo a la diversificación (y liberalización del comercio para ofrecer oportunidades de diversificación), coordinación vertical o integración a través de la cadena de valor, elevación del perfil de los problemas relativos al producto en los foros internacionales, iniciativas en materia de comercio leal (incluida la obligación de las cuatro principales industrias de torrefacción de pagar un precio justo a los productores y poner término a la “explotación”), e incluso una ayuda a los productores financiada mediante un impuesto sobre los ingresos extraordinarios aplicado a las industrias de torrefacción.

La tendencia a aumentar los suministros para satisfacer el crecimiento de la demanda en los mercados mundiales no es exclusiva del café. Los consecuentes desequilibrios del mercado unidos a la escasa elasticidad-precio de la demanda condujeron a una idéntica presión a la baja sobre los precios en un amplio espectro de productos básicos, aunque menos espectacularmente que para el café. Se han aplicado algunas de las mismas soluciones, especialmente la promoción de la demanda y el control de la oferta, o son objeto de un debate animado dentro de una variedad de otras iniciativas industriales internacionales.

El presente documento examina el carácter de la crisis del café y las respuestas de la industria. En concreto, se centra en la persistencia de la disminución de los precios y en su origen basado en la tendencia a que en los mercados mundiales la oferta supere a la demanda. Examina experiencias de intentos realizados por productores y exportadores, coordinados internacionalmente, para influir en las condiciones del mercado tratando de regular la oferta o de promover la demanda. Se examinan iniciativas emprendidas últimamente en esa dirección y las enseñanzas que pueden derivarse de ellas para otros productos básicos.

2. El carácter de la crisis internacional del café

El derrumbe de los precios internacionales del café registrado a partir de 1998 puede apreciarse claramente en las figuras 1 y 2. El promedio del precio compuesto de la OIC descendió un 21 por ciento en 1999, un 25 por ciento en 2000, y un 29 por ciento en 2001 hasta alcanzar el promedio anual más bajo desde 1971. Quitando el repunte registrado en la segunda mitad de los años noventa, los precios han tendido constantemente a bajar a partir del nivel máximo alcanzado en 1977. Desde mediados de 2001 los precios parecen haberse estabilizado un poco, pero a niveles muy bajos, y que esta estabilidad mayor haya continuado en los tres primeros trimestres de 2003.

Figura 1. Tendencias y variabilidad de los precios internacionales del café
(promedios anuales)

Figura 2. Tendencias y variabilidad en los precios reales del café
(precios medios anuales deflactados por el VUM, 1999 = 100)

La reciente variabilidad de los precios también puede verse en las figuras 1 y 2 con una tendencia a la baja interrumpida por crestas periódicas registradas por término medio cada 9 ó 10 años a partir del nivel máximo registrado en 1977, siendo la más reciente en 1998. La variabilidad es un factor importante ya que a la hora de formular contramedidas destinadas a estabilizar los precios interesan la duración y amplitud de la variación de los precios. Si las conmociones duran mucho tiempo, es probable que los costos de estabilización en términos de almacenamiento y financiación superen todos los beneficios en materia de consumo e ingresos. La persistencia de las conmociones registradas en los precios de los productos básicos ha sido examinada en un estudio realizado recientemente por el FMI[3]. En el cual se señala que las conmociones en los precios de los productos básicos suelen ser de duración limitada pero larga. En el caso del café, la persistencia (determinada por el lapso que transcurre hasta que los efectos se reducen a la mitad de su magnitud inicial) es de por lo menos nueve años. Es lo que puede verse también en las figuras 1 y 2. En estas circunstancias, el estudio del FMI llegó a la conclusión de que los costos que supone cualquier clase de estabilización probablemente superen cualquier beneficio que pudiera obtenerse. Paradójicamente, el Acuerdo Internacional sobre el Café se consideró relativamente satisfactorio.[4]

La evolución de los precios refleja la situación variable de la demanda y la oferta. En la figura 3 puede verse claramente que los suministros de café en el mercado mundial han crecido por lo general más rápidamente que la demanda. Dado que en los países productores el consumo interno no aumentó lo suficiente para absorber el crecimiento de los suministros, aumentaron las exportaciones de café. Pero como los mercados de los países desarrollados fueron saturándose cada vez más, el crecimiento de los ingresos de exportación fue inferior al de los volúmenes de las exportaciones. Los ingresos de exportación de los países productores de café han descendido de 10-12 mil millones de dólares EE.UU. a principios de los años noventa a 5-6 mil millones de dólares EE.UU. actualmente. Sin embargo, durante el mismo período el valor de las ventas minoristas de café ha aumentado de alrededor de 30 mil millones de dólares EE.UU. a alrededor de 70 mil millones de dólares EE.UU.

Figura 3.Balanza de pagos del mercado internacional para el café

El desequilibrio en el mercado mundial del café y los consiguientes precios bajos se vieron agudizados por las nuevas plantaciones registradas en Viet Nam, y por un aumento de las exportaciones brasileñas debido a la expansión de la superficie plantada en zonas sin heladas, a la mejora de la productividad y a la devaluación del real a principios de 1999. Estas novedades del lado de la oferta superaron el incremento constante de la demanda mundial de café. En los diez años transcurridos hasta 2000/01, la superficie sembrada con café en Viet Nam aumentó de 60 578 hectáreas a 463 450 hectáreas y la producción pasó de 96 000 a 800 000 toneladas, transformando a Viet Nam en el mayor productor de café robusta y en el segundo productor mundial de café. El consiguiente incremento de los ingresos de exportación imprimió un impulso a la economía rural global del país con efectos multiplicadores en los ingresos y en el empleo en actividades productivas y comerciales que se tradujeron en importantes disminuciones de la incidencia de la pobreza y el hambre. Sin embargo, la posterior disminución de los precios del café robusta, en un 39 por ciento en 2000 y 33 por ciento en 2001, tuvo un “efecto dominó” en los precios del café arábica que ya se encontraban bajo presión debido al incremento del 30 por ciento de las exportaciones de café del Brasil en 1999.

En los últimos cuatro años el consumo se mantuvo prácticamente sin modificaciones, y en esta coyuntura de mercados saturados unida a la escasa elasticidad-precio de la demanda, los precios tienden a bajar rápidamente y en forma pronunciada. Pero el descenso de los precios no necesariamente provoca la respuesta prevista de la oferta. El carácter perenne del cultivo hace que el ajuste a la escala de producción a través de la diversificación y la salida de la industria sea lento: a corto plazo, la elasticidad-precio de la oferta parece muy reducida, de alrededor de 0,25. También puede suceder que, como suele decirse en el caso de los cultivos perennes, las respuestas de la oferta a los incentivos de los precios sean asimétricas: los períodos de alza de los precios estimulan nuevas plantaciones y otras inversiones de activos fijos que no se ven afectados por el descenso de los precios pero que simplemente no se reponen cuando termina su vida productiva. Las respuestas de la oferta al descenso de los precios también se han visto atenuadas en algunos casos por iniciativas nacionales destinadas a ayudar a los productores, por ejemplo a través de los sostenimientos de los precios y el alivio de la carga de la deuda. A corto plazo pueden efectuarse ajustes destinados a reducir la aplicación de insumos tales como la mano de obra, pero creando desempleo y estimulando la migración. La reducción de la mano de obra a través de un cuidado menor de las plantas y en la recolección también incide negativamente en la calidad, lo que a su vez ejerce una presión adicional sobre los niveles medios de los precios. Lo cual, junto con el hecho de que una gran parte del aumento de la producción de Viet Nam fue de calidad inferior, ha reducido la calidad media constituyendo una amenaza a las diversas iniciativas de diferenciación del producto con el fin de promover mercados para cafés de alta calidad. Sin embargo, hay indicios de que se están reduciendo las superficies cultivadas, por ejemplo en Viet Nam y Brasil, y a ello se debe en parte el fortalecimiento de los precios en los últimos meses de 2003. En otras partes, la OIC ha registrado el abandono de fincas por parte de minifundistas y un aumento de la migración hacia los centros urbanos en el Camerún, la República Centroafricana, Colombia, Costa Rica, Ecuador Nicaragua, y Filipinas. Además, se ha señalado que en Colombia las tierras han sido utilizadas para cultivos ilegales. Ello no obstante, las existencias se mantienen en niveles altos, y su aparente disminución en los países exportadores se ve compensada por ulteriores aumentos de las existencias en los países importadores.

La “crisis del café” se debe no solamente al descenso de los precios sino también a la importancia económica del café en muchos países productores. Los efectos de la caída de los precios del café después de 1998 fueron particularmente graves en los países en los que el crecimiento de la productividad se ha quedado atrás y los productores experimentaron una difícil contracción de márgenes entre precios y costos. Sin embargo, el descenso de los precios ha sido de tal envergadura que los efectos económicos y sociales negativos se han generalizado en forma de disminución de los ingresos y aumento del desempleo y de la pobreza rural en todos los países productores y todos los sistemas de producción. Todas las ventajas que podrían haberse obtenido de una liberalización del mercado interno que aumentara el porcentaje de los precios de exportación para los productores han quedado empantanadas.

Mientras algunos exportadores tradicionales de café como el Brasil han diversificado la producción y reducido su dependencia de las exportaciones de café - desde más del 40 por ciento en 1960 a menos del 5 por ciento actualmente - la dependencia sigue siendo un problema importante, especialmente para los países africanos aquejados por la pobreza: Burundi deriva del café casi el 80 por ciento de los ingresos de exportación; Uganda y Etiopía más del 50 por ciento; y Rwanda un poco menos del 50 por ciento. También algunos países latinoamericanos dependen mucho del café, especialmente Colombia y El Salvador, en los que el café ha representado alrededor del 15 por ciento de los ingresos de exportación; y Guatemala, Honduras y Nicaragua, con alrededor del 20 por ciento de los ingresos de exportación. La dependencia respecto de las exportaciones se refleja también en la notable proporción del empleo relacionado con el café: en Colombia, por ejemplo, el 30 por ciento de la población rural depende directamente del café. Esta dependencia hace que las variaciones registradas en los precios tengan efectos multiplicadores importantes en el empleo y en los ingresos, más allá de la producción misma en las industrias proveedoras y consumidoras de materias primas, y en la economía en general.

Los efectos económicos y sociales de la caída de los precios del café están documentados en un estudio reciente realizado por la OIC en los países productores.[5] Nicaragua señalaba 122 000 pérdidas de empleo, Costa Rica 10 000. En Papua Nueva Guinea, el empleo en el sector de las grandes explotaciones había descendido un 40 por ciento. En el Ecuador, el sector de la elaboración del café está trabajando con sólo una tercera parte de su capacidad. Casi todos los países señalaron descensos en los ingresos y en los gastos de las familias que dependen del café. Una estrategia que se suele utilizar para hacer frente a la situación es reducir los gastos destinados a la salud y a la educación. En Papua Nueva Guinea, este año el 50 por ciento de los padres que viven en las tierras altas orientales no ha pagado las cuotas escolares. La seguridad alimentaria ha disminuido inexorablemente. En Colombia, donde el número de las familias de las zonas cafeteras que viven bajo la línea de pobreza pasó de 54 a 61 por ciento entre 1997 y 2000, se ha registrado un aumento de la incidencia de la malnutrición. La malnutrición está afectando también al 45 por ciento de los niños de las zonas cafeteras de El Salvador, donde el Programa Mundial de Alimentos distribuyó suministros alimentarios de urgencia a aproximadamente 10 000 familias productoras de café. Una encuesta realizada en marzo de 2002 en Viet Nam indicaba que el 45 por ciento de las familias productoras de café carecían de nutrición suficiente. Un cuadro semejante sobre los efectos en los ingresos y en la pobreza rural es el que se desprende de estudios de casos realizados por Oxfam en Tanzanía y México.[6]

La disminución de los precios y de los ingresos de exportación también tiene consecuencias macroeconómicas. Especialmente en el caso de países productores y exportadores que dependen mucho del café, la disminución de los precios y de los ingresos de exportación, así como de los ingresos en general, han incidido en las rentas públicas. Una investigación llevada a cabo recientemente indica que a pesar de la liberalización del mercado este vínculo continúa siendo particularmente fuerte en los países africanos exportadores de café, aunque en América Latina pareciera que no existiera una relación estadística significativa.[7] Es evidente que los efectos probablemente sean mayores según el grado de dependencia de las exportaciones del producto, que en África suele ser mayor. Sin embargo, hay datos anecdóticos de que este tipo de descenso extremo de los precios observado en el sector del café durante los últimos cinco años tiene efectos macroeconómicos en otras partes. En la encuesta de la OIC, Côte d’Ivoire, Etiopía, Nicaragua y Filipinas señalaron limitaciones fiscales en el presupuesto nacional de inversiones. En el caso de Nicaragua, el descenso de los ingresos en divisas derivados del café ascendió a alrededor de 300 millones de dólares EE.UU. entre 2000/01 y 2002/03, mientras que la disminución de los ingresos por concepto de impuesto sobre la renta obtenido del sector cafetero se estima en torno a los 13,2 millones de dólares EE.UU.

En la amplia cobertura dada a la crisis del café, los medios se apresuraron a contraponer la dificultad de los cafeteros al dinamismo evidente de las ventas y beneficios obtenidos en los mercados minoristas de los países en desarrollo, suscitando interrogantes acerca del porcentaje de los precios al por menor correspondiente a los productores. La figura 4 ofrece un ejemplo del comportamiento del margen comercial al descender los precios al productor: de hecho los márgenes se mantuvieron cuando los precios del café recibidos por los productores y la participación de éstos en el precio de venta final descendieron. La participación en el precio de venta ya era reducida - quizás entre un 20 y 30 por ciento del precio de venta del café, y sólo entre 1 y 2 por ciento del precio de una taza de café vendido en un bar. Por supuesto que el café sin tostar es sólo un elemento del producto final, que incluye los costos de elaboración, transporte, servicios, etc. así como los márgenes obtenidos por las empresas en las diversas fases de la cadena de valor. No se esperaría que la transmisión de precios a través de la cadena de valor fuera perfecta en el sentido de que las variaciones en los precios al productor o en los precios mundiales se reflejaran en variaciones equivalentes en los precios finales, especialmente en términos proporcionales. En qué medida se transmiten las variaciones de los precios mundiales depende, entre otras cosas, de las estructuras de mercado en las diferentes fases de la cadena de valor, la tecnología de elaboración, y el porcentaje del producto básico en los productos finales. Como ya se ha señalado, esto último se reduce a medida que cobran importancia la elaboración, el embalaje y los servicios. Sin embargo, se ha expresado mucha preocupación por la equidad o falta de equidad que se manifiesta en la escasa participación de los productores en los ingresos mundiales del café.

Figura 4.Diferencia entre los precios de venta de los Estados Unidos y los precios al productor en Colombia

La tendencia aparente a que el descenso de los precios internacionales y al productor no se reflejen en los precios en los mercados finales y, por lo tanto, que aumenten las diferencias entre los precios al consumidor y los precios mundiales tiene otra dimensión que es la de que hay algunos indicios que sugieren una cierta asimetría en la transmisión de precios, con una tendencia a que no se transmita el descenso de los precios mundiales pero sí el alza, por lo menos en alguna medida.[8] De ahí que la demanda final no aumente al descender los precios mundiales porque los descensos de los precios no se transmiten a los mercados finales. En la medida en que la demanda al por menor responde a las variaciones de los precios, la demanda no aumenta para absorber los niveles crecientes de la oferta, lo cual contribuye a un ulterior desequilibrio entre la oferta y la demanda. Al mismo tiempo, como ya se señaló, las características del producto y el sistema de producción son tales que el descenso de los precios no provoca reducciones significativas en la oferta, al menos a corto plazo. El resultado neto es la persistencia del descenso de los precios.

3. Medidas internacionales sobre los precios del café

3.1 Control de la oferta

La caída de los precios ha dado lugar a llamamientos en favor de la adopción de medidas internacionales para resolver los problemas de desequilibrio del mercado, con inclusión de propuestas encaminadas tanto a controlar la oferta como a promover la demanda. En el caso del café, la Asociación de Países Productores de Café (ACPC) promovió a partir del 1° de octubre de 2000 un plan de retención para retener el 20 por ciento de las exportaciones con el fin de mantener los precios por encima de 95 centavos por libra y entregar suministros en el mercado cuando superaban los 105 centavos por libra. Aunque hubo 19 países que adhirieron al plan, incluidos países no pertenecientes al ACPC como Viet Nam, en realidad fueron pocos los que hicieron retenciones: solamente cooperaron Brasil, Colombia, Costa Rica y, temporalmente, Viet Nam. Las exportaciones y las existencias continuaron aumentando, y los precios descendiendo.

Un análisis basado en un modelo simple de equilibrio parcial del mercado mundial del café realizado en la Dirección de Productos Básicos y Comercio de la FAO[9] indica que si en 2001 se hubiera retenido efectivamente el 20 por ciento de las exportaciones, los precios internacionales hubieran aumentado hasta en un 32 por ciento, y los ingresos totales de exportación devengados por todos los exportadores hubieran aumentado en un 5-6 por ciento. Sin embargo, a pesar de este aumento notable, no se hubiera alcanzado el precio umbral establecido en 95 centavos por libra debido a que los precios habían descendido demasiado. En la práctica, pocos exportadores se comprometieron efectivamente a retener sus exportaciones. Si Brasil, Colombia, Costa Rica y Viet Nam hubieran retenido efectivamente el 20 por ciento de sus exportaciones, los precios mundiales hubieran aumentado alrededor de un 17 por ciento. Aún así, no se hubiera compensado la pérdida de ingresos debida a la reducción del volumen de las exportaciones, y los ingresos devengados por esos países hubieran descendido alrededor de un 6,5 por ciento. Por otro lado, los países que no participaron en el plan y mantuvieron sus volúmenes de exportaciones hubieran aumentado sus ingresos en un 17 por ciento de conformidad con el aumento de los precios. En el Cuadro 1 se presenta un resumen de los resultados.

Cuadro 1. Efectos estimados del plan de retención de las exportaciones de café en 2001

Participación

Efecto en los precios

Efecto en los ingresos

Todos los exportadores

+32 por ciento

+5,5 por ciento

Brasil, Colombia, Costa Rica, Viet Nam

+17 por ciento

-6,5 por ciento

Países que no participaron

+17 por ciento

+17 por ciento

De estos resultados se desprende que incluso sin una plena participación en el plan los precios hubieran podido aumentar significativamente en 2001, aunque no en el nivel previsto. Sin embargo, los países que apoyaron el plan más decididamente hubieran perdido ingresos, mientras que los insolidarios hubieran salido ganando. De ahí que no llame la atención el hecho de que retiraran su apoyo incluso los exportadores que al principio se habían manifestado dispuestos a participar. La dificultad principal con este tipo de planes consiste en diseñar una estructura institucional apropiada para contar con un apoyo general y asegurar el cumplimiento del plan, controlando a la vez a los aprovechadores, especialmente cuando los países consumidores no forman parte del acuerdo, y cuando el financiamiento es incierto.

Dichos planes constituyen un retorno a los convenios internacionales de productos básicos (ICA) que contenían “cláusulas económicas” consideradas en los años setenta como una solución para los problemas de los productos tropicales que se encontraban con mercados débiles y precios variables. En esa época, sin embargo, el apoyo venía de los países importadores que deseaban contrarrestar la amenaza del nuevo poder de los productores manifestado en los niveles máximos de los precios del petróleo y de los alimentos alcanzados en 1972-74. Para el azúcar, las intervenciones en el mercado terminaron en 1984; para el café, en 1989; y para el cacao en 1993, mientras que para el yute y el caucho los acuerdos continuaron hasta 2000. Actualmente, no existe la sensación general de que los convenios internacionales hayan sido un éxito, aunque el acuerdo sobre el café logró mantener durante algún tiempo los precios dentro de los márgenes acordados, y llevarlos más allá de lo que hubiera ocurrido sin el acuerdo,[10] tanto que algunos consideran que su aprobación fue una de las razones de la crisis del café. Los convenios internacionales actuales se centran en medidas destinadas a mejorar el funcionamiento de los mercados, con pocas perspectivas de que reaparezcan sus cláusulas económicas.

No obstante, los países productores siguen interesados en una regulación de la oferta para contrarrestar el descenso a largo plazo de los precios internacionales de los productos básicos.[11] Ya se ha mencionado el plan de retención de las exportaciones de café de los ACPC, pero existe un plan similar para el caucho, y ha habido un debate animado acerca de la necesidad de un plan análogo para el té. Estos “acuerdos sólo entre productores” incluyen planes de retención de exportaciones o de regulación de las existencias internacionales, o la destinación de los productos de baja calidad a otros usos. Sin embargo, como lo demuestra el plan de los ACPC, hasta ahora la experiencia no ha sido alentadora. Parece difícil que las partes mantengan sus compromisos de aceptar la disciplina del acuerdo, a la vez que persisten los problemas de los proveedores que no forman parte del acuerdo y se aprovechan. Aún así, la cuestión de las intervenciones en el mercado fue nuevamente objeto de un examen ponderado en la mesa redonda celebrada recientemente por la OIC y el Banco Mundial sobre la crisis del café, en la que se reconoció que un mercado totalmente libre comportaba costos sociales excesivos, y se manifestó que podrían examinarse algunas formas de acción que influyeran en el mercado, aún cuando pudiera ser difícil encontrar una forma de acción aceptada por las diversas partes.[12]

En principio, las condiciones para un acuerdo sólo entre productores que sea satisfactorio, en el sentido de aumentar los precios o atenuar su caída, no parecen ser demasiado exigentes. Los requisitos básicos son los siguientes:

No son condiciones prohibitivas, y la participación en el comercio que un grupo debe tener (lo cual depende de las elasticidades de la demanda de importación y la oferta de exportación en los países que no forman parte del acuerdo) no tiene por qué ser excesiva para obtener aumentos de los ingresos de exportación mediante la retención de algunos suministros a corto plazo. A plazo más largo las elasticidades aumentan y con ellas la participación crítica necesaria para el funcionamiento satisfactorio de un acuerdo, pero ello no debería descartar acuerdos de objetivos moderados durante un número limitado de años. No es necesario que un acuerdo internacional tenga que durar para siempre; pero tiene sentido que se realicen evaluaciones periódicas de sus integrantes y de las tácticas. En todo caso, las intervenciones en el mercado no pueden promoverse unilateralmente para contrarrestar la tendencia a que los precios relativos de los productos disminuyan a largo plazo, lo cual puede lograrse únicamente mediante un equilibrio permanentemente mejorado entre la oferta y la demanda.

En general, las dos primeras condiciones son relativamente fáciles de cumplir dado que la producción de muchos productos básicos, excluido el café, está concentrada geográficamente, y lo normal es que la demanda es inelástica. Sin embargo, existe una tendencia a ser demasiado ambiciosos con respecto a los precios indicativos y a no estar dispuestos a reconocer la necesidad de ajustarlos en función de las condiciones variables del mercado, debido a que las decisiones se rigen más por razones políticas que económicas. También hay dificultades en cuanto a la elección de la moneda en la que se expresan los precios indicativos. Si se expresan en dólares EE.UU., la devaluación de las monedas nacionales frente al dólar puede contrarrestar el descenso del precio en dólares. Por ejemplo, la devaluación del real brasileño es uno de los factores que condujo al aumento de la producción mundial del café a pesar del descenso de los precios en dólares. Pero el elemento más difícil, como lo indican la experiencia relativa al plan de retención de exportaciones de café de los ACPC y el acuerdo tripartito sobre el caucho, es el mantenimiento de los compromisos, incluido el apoyo financiero necesario para establecer y aplicar un plan. Cuanto más altos sean los precios indicativos establecidos, mayor es el incentivo para que los productores a bajos costos estafen, y los países que no forman parte del acuerdo aumenten su producción y participación en el mercado.

El control de los estafadores y de los aprovechadores se facilita mucho si en el acuerdo gozan de plena participación los importadores, que, por definición, están excluidos de un acuerdo sólo de productores. Es probable que los países consumidores y las empresas comerciales multinacionales que compran y elaboran muchos productos no favorezcan el aumento de los precios, aunque en el marco de los antiguos convenios internacionales del café los importadores consideraban que el hecho de participar redundaba en su interés. La participación de los consumidores no sólo es conveniente para la supervisión de la ejecución de un acuerdo, sino que, en virtud de las normas de la OMC, puede ser incluso una exigencia jurídica que los importadores estén representados, aunque las limitaciones para los miembros de la OMC que integran acuerdos exclusivos entre productores no están totalmente claras. Además, después de la liberalización del mercado que reformó o eliminó los mecanismos institucionales pertinentes, se ha vuelto más difícil administrar un acuerdo.

A pesar del interés que sigue habiendo en tales arreglos, es evidente que la intervención en el mercado a través de este tipo de acuerdos como el exclusivo de productores está plagado de dificultades y es poco probable que tenga éxito. La OIC ha lanzado últimamente un programa de mejora de la calidad que, aunque está diseñado como un plan de fomento de la demanda, influiría también en la oferta al eliminar de los mercados internacionales un cierto volumen de café de calidad inferior. El programa fue aprobado en 2002 en el marco de la Resolución 407, ya que el Consejo Internacional del Café había propuesto la prohibición, a partir de octubre de 2002, de las exportaciones de café que no cumplían con las normas mínimas que especificaban el número de defectos y el contenido de humedad.[13] Cabe esperar que los países miembros exportadores elaboren y apliquen medidas para instrumentar la resolución en el ámbito nacional.

De no haber problemas en materia de financiación, el plan debería arrojar ventajas tanto desde el punto de vista de la demanda como de la oferta dado que una calidad superior debería estimular la demanda y garantizar un precio más alto, a la vez que la eliminación del café de baja calidad reduciría en general la oferta. Ahora bien, el peso que supone la aplicación del plan recaerá principalmente sobre aquellos productores que tienen la calidad más baja de café, al menos a corto plazo hasta que mejore su calidad. Con objeto de hacer cumplir las disposiciones, los países exportadores pueden negar el certificado de origen de la OIC al café que no se ajuste a las normas establecidas, pero la cooperación de los importadores en la supervisión del plan y en informar a la ICO sobre los envíos que no cumplen con las normas de calidad es totalmente voluntaria. Además, la participación de los importadores exige su consentimiento sobre las normas de calidad que han de especificarse y la disposición a tener una cierta flexibilidad en cuanto al alcance de la calidad de sus mezclas. En términos más generales, si ha de exigirse una calidad superior y garantizarse un precio más alto, los consumidores deben poder conocer las diferencias de calidad y estar dispuestos a pagarlas. Lo cual crea la necesidad de que los planes de mejora de la calidad estén respaldados por actividades informativas y promocionales.

Al final de 2003 se examinarán los efectos del plan sobre la calidad y los precios del café y sus costos. Ahora bien, el análisis que utiliza el modelo de determinación de los precios mundiales al que se ha aludido anteriormente da a entender que este tipo de planes podría tener efectos benéficos. Es difícil juzgar a priori sus repercusiones en la demanda del mercado, aunque podrían hacerse estimaciones de la probable reducción de los volúmenes de las exportaciones, cuyo alcance depende del porcentaje de la producción que no reuniera las condiciones. Según estimaciones de la OIC, en 2002 no habrían alcanzado los niveles establecidos alrededor de 600 000 toneladas. Pero quizás el 50 por ciento no se hubiera exportado de ninguna manera. Los resultados del modelo indican que el haber retenido esta cantidad en 2002 hubiera hecho que los precios aumentaran hasta en un 8 por ciento. Una estimación que parece coincidir en términos generales con el aumento del 4,7 por ciento del precio medio para 2002 a pesar del aumento del 5,3 por ciento de la producción mundial. Sin embargo, como ya se ha señalado, el peso del plan recaerá principalmente sobre aquellos productores con calidad más baja. En el caso de Viet Nam, se estima que hasta un 60 por ciento de la producción de 2001/02 era de calidad inferior.

En el sector de la industria mundial del té se están analizando detenidamente las posibilidades de aplicar un plan semejante. En tal caso, se excluiría del mercado mundial el té que no reuniera las condiciones exigidas por la norma 3720 de la ISO. Los detalles, y particularmente los acuerdos en materia de política, han de elaborarse todavía, para lo cual se ha establecido un grupo internacional de trabajo. Existe una cierta preocupación por el hecho de que la norma en cuestión pudiera no ser suficientemente restrictiva para limitar eficazmente la llegada al mercado mundial de volúmenes de té de calidad inferior, y sus efectos reales fueran por consiguiente limitados. Pero lo más importante y fundamental, como en el plan relativo al café, es que haya una supervisión eficaz que garantice la plena cooperación. Para la industria del té ello no es tan fácil porque carece de un organismo internacional pertinente. Además, requiere la participación activa de los importadores, habida cuenta de que el té de calidad inferior logra encontrar mercados.

3.2 Promoción de la demanda

Las dificultades surgidas en la coordinación de medidas internacionales en el sector de la oferta han suscitado interés por la adopción de medidas en el sector de la demanda, y particularmente por la promoción de la demanda. Ha de reconocerse de entrada, sin embargo, que una promoción genérica sirve primordialmente para influir en las tendencias de la demanda a más largo plazo, y no para abordar la variabilidad de los precios a corto plazo. No obstante, hay ciertos problemas comunes presentes en los intentos coordinados internacionalmente para regular la oferta o estimular la demanda, sobre todo la necesidad de asegurar que los participantes con intereses que entran en competencia con los de otros mantengan sus compromisos en materia de colaboración. La campaña promocional actual de la OIC hace hincapié en las actividades que tienen probabilidades de contar con un apoyo general; lo cual, sumado a los arreglos destinados a la financiación y organización, constituye una respuesta realista en las actuales condiciones de depresión del mercado. En ambos aspectos, es evidente que se están aprovechando las enseñanzas de las experiencias pasadas en materia de promoción del café. No es el caso de referirnos aquí a los mensajes promocionales sino más bien de cómo organizar y financiar los programas promocionales allí donde no solamente existen los problemas conocidos de los aprovechadores sino también conflictos de interés entre los participantes y tensiones entre intereses generales e intereses de “marca”. Controversias que trascienden, por supuesto, el sector del café, como consta por los debates y problemas jurídicos que enfrentan en los Estados Unidos diversos planes de promoción genérica de una gama de productos agrícolas. La experiencia del café ofrece, en particular, algunas ideas acerca de cómo manejar mejor los tres problemas con que tropiezan todos los programas promocionales: lograr un acuerdo sobre los objetivos del programa; obtener el respaldo financiero; y mantener los programas promocionales el tiempo que sea necesario para generar los resultados deseados.

La industria internacional del café tiene una larga trayectoria en materia de actividades promocionales, realizadas a través del Comité de Promoción de la OIC al que se encargó, en el marco de diversos convenios internacionales del café, la responsabilidad de emprender una promoción genérica, o sea sin referencia a marcas, tipos o procedencias. Las campañas más dinámicas de la OIC tuvieron lugar entre 1976 y 1990, período en el que se invirtieron más de 43 millones de dólares EE.UU. en actividades destinadas expresamente a crear el mercado del café. El apoyo financiero para tal finalidad contaba con una base internacional representada prácticamente por todos los países productores de café, mientras que la ejecución de las actividades se desarrollaba en el plano nacional, conjuntamente con las asociaciones nacionales del café. En la OIC predominaban Brasil y Colombia, los dos productores principales (y financiadores de la campaña, ya que la recaudación del dinero se prorrateaba en función de la participación en el mercado). Aunque se recaudaba mediante un impuesto obligatorio aplicado a los países signatarios de la OIC, los gastos eran objeto de un examen detenido y los miembros centraban su atención en los ingresos destinados a las inversiones. Para los países más pequeños era más difícil ofrecer contribuciones. La contribución de Colombia se añadía al capital ya destinado a sus iniciativas nacionales de promoción del Café de Colombia. Los presupuestos limitados de finales de los años ochenta y comienzos de los años noventa, combinados con la falta de unanimidad entre las industrias de torrefacción que eran las que solían proponer ideas para las campañas promocionales y las cofinanciaban, determinaron la interrupción de la promoción genérica respaldada internacionalmente y el surgimiento de campañas en favor de determinados segmentos de mercado o intereses nacionales.[14]

Las partes interesadas del sector industrial deben ser la fuente principal de los fondos para las actividades destinadas al desarrollo de mercados. Por lo tanto, existe un vínculo estrecho entre las vicisitudes de la industria, el apoyo financiero de las actividades de promoción, y el alcance y tipo de las actividades promocionales emprendidas. Por regla general, los países productores y exportadores son los que han financiado principalmente la promoción, generalmente en forma prorrateada en función de su participación en el mercado, como en el caso de las actividades promocionales de la OIC. Sin embargo, en períodos prolongados de precios bajos la capacidad y disposición de los productores para financiar dichos programas pueden verse limitadas. También pueden cooperar en las actividades de promoción los consumidores e importadores, en cuyo caso será necesario contar con una fórmula financiera para distribuir los gastos. Las limitaciones presupuestarias han hecho necesaria una mayor contribución del sector privado, de ahí la disposición expresamente indicada en los planes promocionales más recientes de la OIC de atraer su apoyo. En términos generales, cuanto más limitado sea el respaldo financiero, las iniciativas promocionales suelen orientarse con mayor precisión y con mayor probabilidad de eficacia. Pero, cuánto más limitada sea la participación internacional, tanto más limitada será la base de financiación y, por consiguiente, también la posible combinación de actividades y las zonas abarcadas. El reto actual consiste en asegurar la financiación y el apoyo de las campañas de promoción (especialmente en los casos en los que cada país percibe un ingreso proporcional a los gastos). En estos casos, se debería hacer mucho hincapié en que los objetivos de las campañas estén formulados con claridad y en informar periódicamente a todos los participantes sobre la marcha de la campaña. Para que la información resulte más útil, deberían indicarse en lo posible los ingresos correspondientes a cada país. También constituye un instrumento fundamental para los países participantes el justificar ante su comercio y gobierno los gastos destinados a la promoción genérica.

Las posibilidades de financiación limitan obviamente las posibilidades de acción y existen pocas perspectivas de que puedan lanzarse campañas publicitarias convencionales para competir con las marcas mundiales o de que encuentren necesariamente una acogida favorable entre todos los participantes. Dadas las limitaciones financieras, incluidas las planteadas por los precios e ingresos deprimidos de los productos básicos, la actividad promocional debe seleccionarse atentamente a partir de un estudio de mercados. La promoción de la demanda cuenta con mayores posibilidades en los países productores: Brasil, por ejemplo, logró aumentar el consumo de café durante los años noventa de alrededor de 480 000 toneladas a 750 000 toneladas, y es ahora el segundo consumidor mundial después de los Estados Unidos. Pero no todos los sectores de mercado ofrecen las mismas perspectivas. El creciente consumo registrado sobre todo entre los grupos más jóvenes plantea un problema particular allí donde el nivel del consumo por habitante es bajo y la competencia principal deriva de la gran publicidad de las bebidas no alcohólicas. Las posibilidades de crecimiento del mercado en los países desarrollados de altos ingresos, en los que tradicionalmente se ha consumido la mayor parte del café, son relativamente limitadas: sólo los mercados de café de especialidad han experimentado recientemente un crecimiento significativo, lo que indica una vez más que la diferenciación del producto constituye una estrategia de comercialización con posibilidades de éxito. Las mismas prioridades estratégicas serían apropiadas mutatis mutandis en el caso del té. Se debe insistir en el suministro de una información general valiosa para todos los participantes, o en campañas dirigidas a determinados sectores del mercado en los que más contribuyen los participantes con mayores posibilidades de lucro. En los planes promocionales más recientes de la OIC la prioridad consiste en la difusión de información sobre los vínculos positivos que existen entre el consumo del café y la salud, sobre determinados mercados, especialmente en los países productores, y sobre mercados nuevos, para los cuales es necesario elaborar programas genéricos que tengan en cuenta las características peculiares de cada país. Con la esperanza, especialmente para esto último, de contar con la financiación de contrapartida. La base de todos los tipos de actividades promocionales es la investigación y los estudios relacionados con el consumo del café, que caen también bajo la responsabilidad del Comité de Promoción de la OIC. Tanto los países productores como los consumidores están interesados en la coordinación de un programa de estudio de mercado para crear una base de datos internacionalmente comparables sobre informaciones relacionadas con las actitudes y hábitos de los consumidores, y en que el Comité de Promoción constituya un centro de difusión de material didáctico, informativo y de relaciones públicas. Hay un interés particular por el desafío que representa el incremento de las ventas a los jóvenes que por razones sanitarias prefieren al café las bebidas ya preparadas y bebidas frescas.

El respaldo de las actividades de promoción genérica constituye un factor importante para determinar la orientación de las actividades y el mensaje o posición comercial. Sirve de base para establecer los objetivos y metas de comercialización. Si los intereses o prioridades de los que respaldan las actividades difieren entre sí se hace más difícil conseguir un apoyo colectivo permanente, tanto conceptual, como político o financiero. Cada propuesta de comercialización debe contar con objetivos claros y compartidos por todos. En el caso del Consejo Internacional del Algodón que se encarga de la promoción del algodón, la industria adhiere a los objetivos y prioridades generales. Una vez establecidos los objetivos y prioridades, cada país elabora sus propios objetivos nacionales y determina las actividades a desarrollar para alcanzarlos. Esta información es compartida con la industria, la cual acepta los objetivos como un sistema colectivo de promoción. Cuanto mayor sea el respaldo financiero y político dado a una campaña de promoción genérica, tanto mayor será la labor de obtener apoyo para las propuestas de actividades; de conseguir financiación, y de informar sobre cómo se ha utilizado el dinero y sobre el resultado de las inversiones. La transparencia es de fundamental importancia para la promoción genérica, dado que todos los interesados necesitan recibir señales claras y actualizadas de que el dinero se ha invertido eficazmente y se han obtenido los resultados previstos. La comunicación informativa, por lo menos semestral, es fundamental para mantener el apoyo a las actividades que con toda probabilidad necesitarán años para lograr resultados significativos.

Independientemente de los objetivos de toda campaña, las de promoción genérica dependen de un compromiso a largo plazo de los sostenedores a conceder un tiempo suficiente para que se obtengan los resultados. Un mínimo de 3 a 5 años constituye un plazo realista para la mayoría de las actividades de promoción genérica. Las actividades defensivas, que se refieren fundamentalmente a la gestión de temas de actualidad, podrían lograr sus objetivos en un período más corto. Cuanto mayor sea el plazo de los objetivos del proyecto, tanto más difícil será mantener el apoyo político y la financiación de la campaña. Conservar el apoyo a más largo plazo es el problema de todas las campañas publicitarias y comerciales. Y más difícil todavía puede resultar el transmitir a las partes interesadas las ventajas derivadas de la promoción genérica cuando cada una tiene intereses discrepantes que entran en competencia con los de las otras. En las campañas promocionales se debe incluir una comprobación de la utilización eficaz de los fondos; metas aceptadas por todos y objetivos realistas; actividades concretas cuantificables para determinar la eficacia de la campaña. Además, las campañas de promoción genérica tienen que comunicar a cada una de las partes interesadas en qué medida los resultados obtenidos afectan a sus intereses para justificar que continúen dando su respaldo. Ahora bien, ni la campaña mejor concebida y dirigida puede prever siempre los efectos de un mercado variable y la evolución de los consumidores. Por ejemplo, Café de Colombia nunca previó que la aparición en los años noventa de un café de alta calidad (gourmet) debilitaría su posición de superioridad, relegándolo al segundo puesto. Este factor llevó a la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC) a revisar su estrategia comercial y la plataforma de sus iniciativas promocionales para finales de los años noventa en adelante, a pesar de haber logrado una posición de superioridad del café colombiano durante los treinta años anteriores. Otra forma de ver la evolución de este mercado es que el FNC logró resultados tan satisfactorios que estableció nuevos niveles para la industria en su conjunto, lo cual resta implortancia a su posición actual en el mercado.

La experiencia de las campañas promocionales de la OIC ofrece algunos indicadores útiles para la formulación y ejecución de estrategias promocionales de otros productos. Las dificultades para lograr colaboración tanto en el sector de la demanda como en el de la oferta consisten en organizar actividades conjuntas entre participantes cuyos intereses entran en competencia. Existe, por lo tanto, la necesidad de establecer objetivos estratégicos claros que todos puedan suscribir, y metas claras basadas en un riguroso estudio de mercado. En los mercados seleccionados, las actividades han de adaptarse a las necesidades locales particulares en colaboración con las organizaciones locales, y en estos casos los que más pueden beneficiarse deberían ofrecer la mayor parte de la financiación. En períodos de baja de precios y de presupuestos públicos restringidos parece inevitable que el sector privado debiera jugar un papel más importante en las actividades de desarrollo de mercados.

4. Algunas observaciones finales

En el presente documento se han estudiado los problemas a los que hace frente el mercado internacional del café y, en concreto, dos esferas de iniciativas emprendidas en el plano industrial para contribuir a mejorar la balanza de pagos de los mercados. Dado que no es fácil organizar actividades coordinadas en el ámbito industrial, se ha centrado la atención también en opciones de nivel más microeconómico que permitan a los productores obtener del mercado mayores beneficios.

La diferenciación del producto en variedades de especialidad puede obtener sobreprecios para los granos de café, aunque no todos tienen la oportunidad de dicha diferenciación. Hablando en términos más generales, los productos orgánicos y de comercio leal también pueden obtener un sobreprecio. El Centro de Comercio Internacional se ha dedicado a estudiar las oportunidades de mercado en dichas esferas, a través del Proyecto del Café Gourmet, por ejemplo.[15] El café ofrece un margen amplio para la diferenciación del producto ya que tiene características muy diferentes según sus procedencias geográficas. Los cafés así llamados de especialidad o gourmet, relacionados a menudo con una determinada región, han continuado gozando de una prima y de un crecimiento del mercado incluso cuando los precios en general han sido bajos. Por supuesto que no todos los productores pueden gozar de las ventajas de los lugares favorecidos, pero también existen otras posibilidades para la diferenciación, por ejemplo en los sistemas de producción inocuos para el medio ambiente o en el comercio de productos orgánicos o comercio leal. La explotación de dichas posibilidades de mercado requiere la identificación y selección de sectores que ofrecen mayores ingresos, y que se mantenga la calidad a lo largo de toda la cadena de valor. Puede también que sea necesario una labor educativa para que se aprecien los cafés de “especialidad” y se esté dispuesto a pagarlos.

En estas esferas los organismos gubernamentales e internacionales pueden jugar un papel, pero básicamente lo que se requiere son inversiones. El problema consiste en quién cosechará los frutos de dicha diferenciación: las industrias de torrefacción, los comerciantes, los minoristas, los gobiernos o los productores. Un estudio realizado recientemente[16] demuestra que en el caso del café, mientras los precios internacionales han acusado una creciente variabilidad entre los diferentes tipos de café como consecuencia de la diferenciación en los mercados de productos finales, ello no se ha reflejado en los precios pagados a los productores, que de hecho han bajado. En la cadena de valor, una proporción cada vez mayor de los ingresos totales ha sido devengada por los agentes económicos de los países importadores. Fitter y Kaplinsky lo atribuyen al desequilibrio del poder de mercado entre los dos extremos de la cadena de valor: mientras la producción de café ha quedado atomizada después de la abolición de las juntas comerciales, la importación está concentrada en los cinco importadores principales que representan más del 40 por ciento del comercio mundial total, y la torrefacción está aún más concentrada en las cinco principales industrias de torrefacción de Europa que representan casi el 60 por ciento del café producido.

A plazo más largo, la tendencia a una oferta excesiva en el mercado del café puede resolverse sólo fomentando la diversificación de la producción, por lo menos en las zonas marginales. La diversificación horizontal hacia otros cultivos es la dirección que obviamente hay que seguir, pero el objetivo importante es aumentar los ingresos y las oportunidades de empleo, incluso fuera de la agricultura. La diversificación vertical puede ser una forma de capturar una parte de los márgenes de elaboración y distribución que han aumentado incluso cuando los precios de los productos básicos han disminuido. Tal diversificación vertical tropieza con la progresividad arancelaria y tiene que superar las barreras que constituyen una característica del mercado internacional concentrado.

A la larga, los productores no competitivos tendrán que diversificar su producción. Para lo cual han de contar con la asistencia pública necesaria para identificar nuevas oportunidades de mercado y obtener los conocimientos, las competencias y los recursos para aprovecharlas. Incluso para los productores competitivos se mantendrá la variabilidad de los precios y la exposición a los riesgos en relación con los precios, aún cuando pudiera ser que las caídas prolongadas registradas en los últimos años como consecuencia de la superproducción mundial y del estancamiento de la demanda sean limitadas. De ahí que la atención podría concentrarse cada vez más en la gestión de dichos riesgos.

Referencias

Cashin, P., Liang, H. y McDermott, C.J. 1999. How persistent are shocks to world commodity prices? Documento de trabajo del FMI WP/99/80.

Fitter, R. y Kaplinsky, R. 2001. Who gains from product rents as the coffee market becomes more differentiated? A value chain analysis. IDS Bulletin.

Gilbert, C.L. 2003. The impact of commodity price variability on government revenues. Manuscrito.

Organización Internacional del Café. 2003a. Impact of the coffee crisis on poverty in producing countries. ICC 89-5.

Organización Internacional del Café. 2003b. Ideas and initiatives raised at the ICO/World Bank high-level Round Table on 19 May 2003, in search of solutions to the coffee crisis. ICC 88-5.

Centro del Comercio Internacional. 2000. The Gourmet Coffee Project. Mayo.

Maizels, A., Bacon, R. y Mavrotas, G. 1997. Commodity Supply Management by Producing Countries. A Case Study of the Tropical Beverage Crops. Oxford University Press, Oxford.

Morriset, J. 1998. Unfair trade? The increasing gap between world and domestic prices in commodity markets during the past 25 years, World Bank Economic Review, 12: 503-526.

Oxfam. 2001. Bitter Coffee: How the poor are paying for the slump in coffee prices. Oxfam, Oxford.

Palm, F.C. y Vogelvang, B. 1991. The effectiveness of the world coffee agreement: a simulation study using a quarterly model of the world coffee market. En O. Guvenen, W.C. Labys J-B. Lesourd, (eds.) International Commodity Market Models. London, Chapman and Hall.

Anexo - Modelo de equilibrio parcial del mercado mundial del café

Variables


Ecuación/identidad comportamental

Mundo



- Producción

WLDCOQP

S(CTYCOQPi)

- Importaciones

WLDCOIM

..

- Existencias finales

WLDCOST

S(CTYCOSTi)

- Consumo

WLDCOQC

S(CTYCOQCi)

- Exportaciones

WLDCOEX

..

- Comercio neto

WLDCONT

WLDCOQP-WLDCOQC-WLDCOVST=WLDCONT=0

Cada país exportador

(20 países o regiones exportadores importantes)

- Producción

CTYCOQP

QP = f(RP(desfasada en 5 ó 3 años), QP(-1), tendencia,....)

- Importaciones

CTYCOIM

0

-Existencias finales

CTYCOST

ST = f(RP, QC, QP, ST(-1),....)

- Consumo

CTYCOQC

QC_POP=f(GDPI_POP, RP, QC_POP(-1), tendencia,....)

- Exportaciones netas

CTYCOEX

NT=QP-QC-VST

Cada país importador

(14 países o regiones importadores importantes)

- Producción

CTYCOQP

0

- Importaciones netas

CTYCOIM

NT=QP-QC-VST

- Existencias finales

CTYCOST

ST = f(RP, QC, QP, ST(-1),....) o de origen exógeno si menor

- Consumo

CTYCOQC

QC_POP=f(GDPI_POP, RP, QC_POP(-1), tendencia,....)

- Exportaciones

CTYCOEX

0

Resto del mundo


- Producción

ROWCOQP

0

- Importaciones

ROWCOIM

ROWCONT=ROWCOQC-ROWCOVST

- Existencias finales

ROWCOST

de origen exógeno

- Consumo

ROWCOQC

de origen exógeno

- Exportaciones

ROWCOEX

0

Las variables se definen en función de la siguiente nemotécnica. Las tres primeras letras se refieren al nombre del país según el código adoptado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). CO significa café. Las últimas letras se refieren a la variable de la siguente manera: QP producción; QC consumo; QC_POP consumo por habitante; ST existencias finales; IM importaciones; EX exportaciones; NT comercio neto; VST variaciones de existencias; WP precio mundial; RP precio real; GDPI Índice del Producto Interno Bruto; GDPI_POP ingreso por habitante; tipo de cambio; CPI Índice de precios de consumo; POP población.


[1] David Hallam es Jefe del Servicio de Materias Primas, Productos Tropicales y Hortícolas de la Dirección de Productos Básicos y Comercio de la FAO.
[2] El País, 19 de mayo de 2003.
[3] Cashin, Liang y McDermott (1999). En este estudio se señala que la persistencia de las crisis es mucho menor en el caso del té que del café - menos de un año - lo que implica que la estabilización podría acarrear ventajas netas.
[4] Palm y Vogelvang (1991).
[5] Organización Internacional del Café (2003a).
[6] Oxfam (2001).
[7] Gilbert (2003).
[8] Morriset (1998).
[9] Véase el Anexo.
[10] Palm y Vogelvang (1991).
[11] Maizels, Bacon y Mavrotas (1997).
[12] Organización Internacional del Café. (2003b).
[13] En concreto, los miembros exportadores no exportarán el café arábica que supere los 86 defectos en una muestra de 300 gramos (Clasificación del café verde de Nueva York/método brasileño o equivalente); el café robusta que supere los 150 defectos por 300 gramos (Viet Nam, Indonesia o equivalente); el café arábica y robusta con un contenido de humedad inferior al 8 por ciento o superior al 12,5 por ciento determinado con el método ISO 6673.
[14] Las industrias del algodón y de la lana muestran una experiencia semejante. En cada caso había una diferencia notable entre las contribuciones de los financiadores mayores y de otros participantes del programa, y la disparidad entre las contribuciones de los países llevó a que el contribuyente principal (los Estados Unidos, en el caso del algodón, y Australia, en el caso de la lana, aportaron el 40-50 por ciento del presupuesto total) pensara que aún cuando la magnitud total del mercado pudiera ir creciendo, otros países estaban más interesados en lucrar mediante su inversión financiera y en retirar su apoyo.
[15] Centro de Comercio Internacional (2000).
[16] Fitter y Kaplinsky (2001).

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