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Capítulo 5

SOSTENIBILIDAD E IMPACTO AMBIENTAL


La sostenibilidad de la inversión se refiere a la capacidad de continuar generando beneficios en el tiempo. Esto a su vez depende de varios factores, incluyendo la disponibilidad continua de los recursos empleados en el proyecto, la administración y la relación a largo plazo de costos y beneficios. La sostenibilidad es probablemente el aspecto más importante en el diseño y evaluación de proyectos, pero es también el factor que con frecuencia recibe menor atención - en parte debido a que es difícil predecir qué sucederá en el futuro y determinar si una inversión será sostenible a largo plazo. Muchas inversiones no lo son, y muchas personas han visto fábricas abandonadas, escuelas vacías y tractores dañados que representan inversiones insostenibles.

Las personas por lo general piensan que la sostenibilidad es equivalente a la rentabilidad, y es cierto que un proyecto concebido para generar ingresos no puede ser sostenible si ese ingreso no sobrepasa los costos de operación del proyecto. No obstante, la rentabilidad en sí misma no es garantía de sostenibilidad. Un proyecto mal manejado, fracasará sin importar la rentabilidad subyacente de la inversión, - este aspecto de los proyectos se analiza en el Capítulo 8. Una inversión rentable además fracasará si agota o daña los recursos naturales de los que depende, sean éstos árboles, agua o la materia orgánica presente en los suelos. En este capítulo se dedicará una sección importante a examinar los factores que afectan la sostenibilidad ambiental de las inversiones rurales.

Como se mencionó anteriormente, existen además, distintos tipos de inversión cuyo propósito principal no es la generación de ingresos, como por ejemplo una escuela local. Si bien la sostenibilidad de este tipo de proyectos no depende de su rentabilidad, otros factores pueden ser importantes, incluyendo la sostenibilidad ambiental (en especial la necesidad de vías de acceso) y los costos operativos y de mantenimiento. Si un proyecto genera un ingreso muy reducido o no genera ingresos, ¿dónde se podrá obtener el dinero para mantener y reparar la infraestructura a lo largo de los años?

La sostenibilidad financiera de proyectos dirigidos a la generación de ingresos se trata con más detalle en el próximo capítulo. En esta sección analizamos la importancia y el impacto de otros factores que influyen en la sostenibilidad de los proyectos rurales, en particular el impacto ambiental y el financiamiento de los proyectos no dirigidos a la generación de ingresos.

A. ¿POR QUÉ TENER EN CUENTA EL IMPACTO AMBIENTAL?

Realizar un estudio de impacto ambiental, puede parecer a muchos grupos y comunidades que buscan financiamiento para una inversión, tan solo un aumento en el trabajo requerido que no proporciona beneficios sustanciales. Con demasiada frecuencia, el estudio ambiental se ve como algo requerido con el único propósito de satisfacer las demandas de los habitantes de las ciudades o de los extranjeros, que apenas si conocen los problemas que existen en el área del proyecto.

No obstante, la realidad es muy distinta. La evaluación ambiental no es solo un obstáculo que los solicitantes deben superar para recibir el financiamiento; en lugar de esto, es una herramienta que asegurará que los recursos invertidos darán al proyecto la sostenibilidad a largo plazo que es esencial. Es importante recordar que no todas las inversiones requieren de un estudio medioambiental detallado. Muchos proyectos sociales relacionados con educación, salud, mantenimiento vial o la provisión de otro tipo de infraestructura más sencilla, tendrán muy poco impacto ambiental y por lo tanto no se requerirá tanto tiempo para realizar el estudio.

¿Cuál es la relación entre el impacto ambiental y la sostenibilidad del proyecto? A pesar de que muchos factores pueden influir en la sostenibilidad; en el medio rural el uso de los recursos naturales como agua, suelos y vegetación (v.g. árboles), es el eje central del proyecto de inversión.

Si en el tiempo de funcionamiento de la inversión, el empleo de recursos naturales tiene como resultado su destrucción, es claro que en pocos años estos recursos se habrán agotado. Un ejemplo bastante común es la transformación de laderas cubiertas de bosque en campos de maíz u otros cultivos anuales. En un corto tiempo, todo el suelo de la ladera habrá sido arrastrado hacia los valles y posteriormente acarreado por las corrientes de agua, dejando atrás laderas descubiertas que producen tan poco que no vale la pena continuar cultivándolas. Estas laderas desnudas se constituyen en una amenaza, no solamente para los ingresos sino también para la vida misma de los habitantes de los valles ubicados al pie de estas laderas. Sin la protección que provee la vegetación que una vez cubría las laderas, los huracanes, monzones y lluvias torrenciales pueden causar aludes gigantes que sepultan a comunidades enteras.

Las prácticas ambientales no adecuadas pueden causar daños no solamente a los responsables, por ejemplo, si una planta procesadora (v.g. matadero) arroja desechos a un río, puede causar enfermedades, extinción de peces y una calidad de vida reducida para la totalidad de la población río abajo.

A veces toma tiempo que los daños causados por una inversión se hagan aparentes. Por ejemplo, la sobreutilización de las reservas subterráneas de agua, puede tener efectos que se hacen notorios únicamente en la generación futura. No obstante, existen impactos importantes y con el tiempo nuestros descendientes nos acusarán de arruinar sus vidas en nombre de un beneficio a corto plazo.

Los habitantes de las áreas rurales son más concientes que los habitantes de las áreas urbanas de la relación existente entre las personas y el medio ambiente en el que vivimos. Por supuesto que todos quieren tener suficientes recursos para alimentar a su familia y para satisfacer sus necesidades de educación y asistencia médica, pero un proyecto mal diseñado puede tener como consecuencia una pérdida del ingreso y una producción reducida a futuro, que dejará a la familia en condiciones peores de las que enfrenta hoy en día. ¡El futuro no se debe vender por tan poco precio!

B. ¿Qué es la evaluación ambiental?

Tradicionalmente, la evaluación ambiental ha consistido en un análisis técnico de una actividad o proyecto propuesto. Por lo general, se realiza para identificar y evaluar los posibles impactos negativos en el medio ambiente que pueden resultar del proyecto, y para proponer una mitigación adecuada, así como medidas de monitoreo.

Es importante que el proceso de evaluación ambiental se comience en las primeras fases de la preparación del proyecto, a fin de que estas medidas se puedan incorporar en el diseño del mismo. Además es ampliamente aceptado que la evaluación no puede ser un ejercicio puramente técnico, llevado a cabo por especialistas externos; en lugar de esto, debe incluir tanto a los beneficiarios del proyecto como a otras poblaciones afectadas. Finalmente, la evaluación ambiental actual, por lo general no se limita al entorno biofísico, sino que también incluye aspectos económicos, sociales y culturales.

Los tipos de proyecto de inversión rural que se analizan en este manual son de escala pequeña, mediana o micro. Muchos de estos proyectos tienen poco o ningún impacto en el medio ambiente; su efecto puede incluso ser positivo (v.g. una disminución de la erosión gracias a la introducción de actividades de agroforestería). Por lo general, éstos no requieren un estudio de impacto ambiental completo (EIA), que generalmente son definidos por las leyes medioambientales nacionales. No obstante, como se explicó en la sección A, incluso los proyectos de inversión rural a pequeña escala, conllevan riesgos medioambientales que requieren de evaluación y, de ser necesario, de acciones de mitigación.

A consecuencia de esto, este manual presenta procedimientos sencillos para la evaluación ambiental, que se constituyen en un instrumento de fácil utilización para la evaluación ambiental de dichos proyectos, y están diseñadas para ser utilizadas por técnicos locales u otras personas responsables de asesorar a los solicitantes en la preparación de sus propuestas de inversión. Los procedimientos también requieren que cuando los impactos potenciales de un proyecto sean importantes, se cuente con un experto en medio ambiente.

La evaluación ambiental (EA)

Es el proceso general de evaluación de los impactos ambientales asociados con las actividades de desarrollo humano, que varían desde estudios de impacto ambiental (EIA), de característica holística, a estudios más limitados. Normalmente, incluye la evaluación de los potenciales impactos negativos potenciales y la elaboración de medidas dirigidas, a mitigarlos y a monitorearlos.

Estudio de Impacto Ambiental (EIA)

Es una herramienta empleada para identifi car y evaluar los impactos potenciales de un proyecto o actividad propuesta, para evaluar alternativas y formular medidas adecuadas de mitigación, manejo y monitoreo (por lo general se presentan como un plan de manejo medioambiental).

Monitoreo ambiental

Son las actividades dirigidas a medir y avaluar (i) los cambios ambientales causados por un proyecto y (ii) la implementación de medidas desarrolladas para prevenir o mitigar estos cambios. El monitoreo ambiental se basa en la recolección de información, antes, durante y después del proyecto. Con frecuencia emplea indicadores, es decir, variables cuantitativas y cualitativas que se pueden medir y que, si se observan con regularidad, muestran cambios en el entorno ambiental del proyecto.

Medidas de mitigación ambiental

Toda actividad dirigida a evitar, minimizar, reducir o controlar los impactos medioambientales o sociales negativos que resultan de una propuesta, a través del diseño de alternativas, programación de actividades, la adición de medidas de protección y otras acciones.

Evaluación inicial del medio ambiente

La primera fase del proceso de evaluación, en la que se asigna una valoración inicial a un proyecto, que indica el nivel anticipado de impacto y el "tratamiento" de evaluación ambiental que, por consiguiente, se requiera.

Algunos proyectos que se toman en cuenta en este manual - que incluyen, la construcción de infraestructura, explotación forestal y agroindustria, así como aquéllos que promueven la expansión agrícola, incluso a pequeña escala- presentan riesgos medioambientales potencialmente significativos. En muchos países la legislación nacional en estudios de impacto ambiental incluye estos tipos de proyecto. En estos casos las partes interesadas deberían seguir no solamente las recomendaciones propuestas en este documento, sino también los requerimientos relevantes establecidos en la legislación.

C. Procedimientos y etapas de la evaluación ambiental

Preselección de las propuestas de proyecto (evaluación inicial)

Antes de entrar en detalles en la identificación de los potenciales impactos ambientales que las acciones propuestas podrían causar, los proyectos se deben clasificar en una de las categorías medioambientales que se describen a continuación.

El técnico local debe realizar una clasificación inicial, de preferencia durante la preparación del perfil del proyecto (RuralInvest, Módulo 2); a fin de que el proceso de evaluación ambiental pueda empezar en las etapas iniciales de la preparación del proyecto. Luego se debe volver a revisar la clasificación durante la etapa de formulación y evaluación detallada del proyecto (Módulo 3). Cuando se presenten dudas acerca de la categoría de clasificación, el técnico debe consultar con técnicos regionales/de apoyo especializados en cuestiones de medio ambiente.

Categoría A

Incluye proyectos para los que se prevén impactos mínimos o no se prevén impactos adversos en el medio ambiente y, por lo tanto, no son necesarias medidas de mitigación.

Categoría B

Incluye proyectos para los que se prevé únicamente un bajo impacto ambiental. En estos casos se deben identificar los posibles impactos como parte del proceso de formulación del proyecto, y se deben elaborar e incorporar al diseño del proyecto una serie de medidas de mitigación antes de enviarlo para su aprobación.

Categoría C

Incluye proyectos cuyos impactos ambientales pueden ser moderados o importantes, pero que, todavía son mitigables. Esta categoría normalmente requiere una evaluación ambiental, realizada por un especialista en medio ambiente, así como, la formulación de propuestas detalladas de medidas de mitigación a emplearse antes de la entrega del proyecto. El técnico y la persona/comité responsable de la aprobación de proyectos, también debe revisar si la legislación nacional requiere un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) completo, o contemplar la posibilidad de realizar estudios ambientales específicos sobre aspectos críticos.

Categoría D

Incluye proyectos para los que se prevé importantes efectos negativos y para los que no hay medidas de mitigación eficientes, o proyectos que son incompatibles con las políticas de desarrollo sostenible del país en cuestión o de las entidades de desarrollo internacional. Esta categoría también incluye actividades que se ubicarán en reservas naturales o parques nacionales[4]. En estos casos, el proyecto debe ser completamente reformulado/reubicado, o se debe negar su financiamiento.

El anexo 1A contiene una lista ilustrativa de proyectos de inversión que se pueden incluir en las categorías descritas anteriormente. No obstante, esta lista es únicamente indicativa, y la clasificación de todo proyecto individual debe reflejar las características específicas del área del proyecto. Por lo tanto, se recomienda que antes de empezar a utilizar RuralInvest, se busque una asesoría especializada en materia ambiental sobre cómo aplicar estas categorías en el área del proyecto.

Cuando un proyecto requiere actividades en más de una categoría, el técnico debe clasificarlo en la categoría que se refiere a aquellas actividades de mayor impacto ambiental. En otras palabras, si una propuesta incluye actividades listadas en las categorías A y B, éste se debe clasificar dentro de la categoría B. Además puede suceder que durante la evaluación ambiental, el técnico piense que el proyecto se debe clasificar en una categoría distinta a la seleccionada originalmente. En ese caso, el proyecto se debe reclasificar de manera adecuada, y se deben aplicar los nuevos requerimientos.

Según esta metodología los proyectos clasificados en la categoría A no requieren de mitigación ambiental, los proyectos clasificados en la categoría D deben excluirse del financiamiento, y las categorías B y C requieren una evaluación ambiental, para identificar los impactos ambientales que tendrán lugar y las medidas de mitigación respectivas que se deben incorporar al diseño del proyecto. Para estas dos categorías recomendamos los procedimientos detallados a continuación.

D. Etapas de evaluación para los proyectos de las categorías B y C

Los procedimientos presentados en esta sección se proponen para llevar a cabo una evaluación ambiental en cuatro etapas. Estos procedimientos están diseñados para ser aplicados por el técnico local (u otra persona responsable de la evaluación ambiental), pero éste debe involucrar estrechamente a los beneficiarios del proyecto en todas las etapas. El proceso de evaluación ambiental también se debe implementar desde una etapa temprana de la formulación del proyecto (durante la fase II, ver Capítulo 1), con el fin de que la propuesta de proyecto incorpore los resultados de la misma.

Etapa uno: Definición detallada de las actividades propuestas

Para realizar una evaluación ambiental, es necesario definir claramente las actividades propuestas en el proyecto. En otras palabras, se debe dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Qué se quiere conseguir con el proyecto? ¿En dónde se realizarán? ¿Qué tipo de materiales, tareas y recursos se requerirán? ¿Cuántas maneras distintas existen para llevar a cabo estas actividades?

Etapa dos: Definición de las características ambientales del área de intervención del proyecto propuesto, y de su entorno inmediato

En esta etapa, se deben definir las características ambientales del área del proyecto, es decir, tipo y calidad de las fuentes de agua (superficiales y subterráneas); tipos de suelo y vegetación (pastizales, arbustivos, forestales, etc.); áreas protegidas existentes o propuestas; distancia a sitios ecológicos, históricos, arqueológicos o con características físicas únicas; limitaciones especiales (laderas, aridez, etc.).

En muchos casos esta información se puede encontrar en el plan de desarrollo local u otro documento similar.

Etapa tres: Identificación y evaluación de posibles impactos ambientales

En esta etapa es necesario identificar y evaluar los impactos ambientales que pueden generar las actividades propuestas en cada fase del proyecto; sean estas probables o no, positivas o negativas, directas o indirectas[5], reversibles o irreversibles, locales o regionales, temporales, permanentes o periódicas. Dependiendo de la naturaleza y características de cada caso en particular, se debe estimar la magnitud de los impactos (v.g. poco significativa, baja, moderada o significativa). En los proyectos de la categoría C, se deben cuantificar los impactos cada vez que sea posible; por ejemplo, la cantidad de suelo que se puede perder, el grado de erosión que pueda tener lugar o el número de especies forestales que corren el riesgo de desaparecer del área del proyecto.

Con el fin de guiar al técnico o a la persona responsable de realizar la evaluación ambiental, este manual incluye una serie de listas de verificación específicas en materia ambiental, que se aplican a diferentes actividades e inversiones en las áreas rurales (ver Apéndice 1b). El técnico debe asegurarse de que los factores presentados en las listas se tomen en cuenta cuando se analicen los impactos ambientales.

Etapa cuatro: definición de medidas de mitigación y su incorporación en el diseño del proyecto

Una vez que se han identificado los posibles impactos ambientales, el técnico debe definir las medidas que se deben tomar para prevenir, minimizar, mitigar o compensar. Las mismas deben indicar los costos de estas medidas y designar a las personas que asumirán la responsabilidad de implementarlas. Las listas de verificación ambiental presentadas en el Apéndice 1b incluyen ejemplos de medidas de mitigación para impactos asociados con una variedad de actividades e inversiones rurales.

Finalmente, el análisis debe presentar los resultados de la evaluación de tal manera que la información sobre las potenciales consecuencias ambientales y posibles medidas de mitigación, se puedan emplear en el proceso de toma de decisiones. Esto debe llevar a la incorporación de las medidas sugeridas en el diseño del proyecto.

E. Casos especiales

Áreas protegidas

Los procedimientos descritos en la sección D se aplican a todos los proyectos de inversión rural independientemente del área de su implementación. En algunos casos, se aplican restricciones adicionales a los proyectos debido a su ubicación. Este es el caso de las áreas protegidas establecidas por los gobiernos nacionales o autoridades regionales/locales, para proteger y mantener la diversidad biológica y los recursos naturales y culturales. Las áreas protegidas por lo general están constituidas por una zona núcleo, sobre la que rige una protección más estricta y zonas de amortiguamiento circundantes, también conocidas como zonas de uso múltiple, donde se permiten más actividades humanas. Además, la mayor parte de países han establecido por legislación un sistema de áreas protegidas, que con frecuencia incluye varias categorías a las que se aplican reglas de uso y manejo diferentes[6]. Cuando un proyecto se ubica al interior de un área protegida (o al interior de un área propuesta para esta clasificación) las inversiones y actividades - agrícolas, forestales, comerciales, industriales o turísticas- se deben adaptar a las siguientes condiciones:

Manejo de plagas

El manejo de plagas es un tema delicado que requiere de atención especial en los proyectos de inversión rural, a fin de evitar potenciales impactos adversos en la salud y medio ambiente. Cuando se preparan proyectos de inversión rural que incluyen la producción de cultivos, ganadería o silvicultura, el técnico debe asegurarse que el proyecto adopte un enfoque de "manejo integrado de plagas" (ver a continuación) y asegurarse que se respeten las siguientes tres normas:

Primero, se debe excluir del financiamiento la compra y uso de plaguicidas clasificados por la Organización Mundial de la Salud como Extremadamente Tóxicos (Clase Ia) o Altamente Tóxicos (Clase Ib). Estas substancias y ejemplos de plaguicidas se listan en el Apéndice 1a, Tabla 1.

Segundo, la adquisición y uso de plaguicidas en áreas extensas se debe excluir del financiamiento, debido al riesgo significativo de daños a la salud y al medio ambiente y a la dificultad de establecer un sistema de control efectivo.

Tercero, la adquisición y uso de plaguicidas clasificados como Medianamente Tóxicos (Clase II) por la Organización Mundial de la Salud se deben excluir del financiamiento, si no se cumplen las siguientes condiciones previas:

i) que el país implemente restricciones legales adecuadas en la distribución y uso de estos plaguicidas;

ii) que existan garantías para prevenir el uso y acceso a estos plaguicidas por parte de personal no calificado, agricultores, u otras personas que no cuenten con la capacitación adecuada, el quipo y las instalaciones para almacenarlos y aplicarlos de manera adecuada;

iii) que los usuarios se adhieran a métodos preventivos de eficacia demostrada en condiciones de campo en los países en desarrollo.

Los proyectos que incluyen la producción de cultivos, ganadería o silvicultura deben adoptar un enfoque de Manejo Integrado de Plagas (MIP), a fin de reducir la dependencia de plaguicidas químicos sintéticos y de promover el uso de métodos de control de plagas biológicos y medioambientales. Los plaguicidas se deben emplear únicamente debido a una necesidad fundamentada como el último recurso de la estrategia MIP. En estos casos se debe garantizar que (i) los productos escogidos minimizan los riesgos a la salud y al medio ambiente, y (ii) que estos plaguicidas sean correctamente manipulados (incluyendo la mezcla y almacenamiento) y aplicados (incluyendo el uso del equipo de protección recomendado, así como de las técnicas apropiadas de aplicación).

Se recomienda que los proyectos que requieran la compra y uso de plaguicidas, o que sean proclives a incrementar su uso, se clasifiquen en la categoría ambiental C (Ver Sección C). Por consiguiente, requerirán, como mínimo, una evaluación ambiental realizada por un especialista y propuestas detalladas de medidas de mitigación antes de ser presentados para su aprobación.

F. Monitoreo de impacto ambiental

Cuando se realiza la evaluación ambiental, el técnico, en colaboración con el futuro personal del proyecto, debe identificar indicadores para monitorear el impacto ambiental del proyecto y la implementación de las medidas de mitigación. El monitoreo ambiental se debe implementar al inicio de las actividades del proyecto y continuar a lo largo de su duración.

A través de los indicadores de monitoreo el personal del proyecto puede:

a) Verificar que las medidas de mitigación ambiental se implementen y consigan el efecto deseado;

b) Detectar a tiempo posibles problemas ambientales no previstos, con el fin de hacer los ajustes necesarios en la operación del proyecto;

c) Proveer información e insumos para la evaluación del proyecto.

En el Apéndice 1b, se presenta una lista tentativa de indicadores de monitoreo relativos a diferentes actividades e inversiones rurales, según el tipo de proyecto (agricultura, silvicultura, acuicultura, infraestructura rural, ecoturismo, etc.). No obstante, su aplicabilidad en proyectos micro y a pequeña escala se debe revisar, durante la formulación del proyecto. Los indicadores deben ser rentables, y adaptarse a la técnica y equipo disponible.

Además de monitorear los impactos de cada inversión/actividad, con frecuencia es necesario evaluar de manera simultánea los impactos generales de varios proyectos de inversión implementados en la misma área. Con este fin se propone un instrumento de encuestas. Se debe realizar una encuesta ambiental sobre cada inversión al final del primer año o, en el caso de proyectos de mediano o largo plazo, cada dos años. Estas encuestas se pueden encargar a una firma consultora especializada relacionada con el tema.

Se recomiendan tres indicadores ambientales para estas encuestas:

a) Número de proyectos que han incorporado medidas de mitigación de impacto ambiental;

b) Número de personas/meses contratadas para prestar asistencia técnica en aspectos medioambientales;

c) Número de listas de verificación ambiental desarrolladas con asistencia técnica.

G. Asistencia técnica especializada y estudios ambientales

1. Capacitación

Para conseguir que las medidas de mitigación de impacto ambiental sean eficientes, el personal del proyecto debe recibir capacitación en temas ambientales. Esta capacitación se debe dar a los técnicos de campo que tienen responsabilidad técnica en la ejecución del proyecto, y/o al técnico de apoyo/regional.

La capacitación que debe organizarse durante los primeros dos años del proyecto, podría incluir, por ejemplo, un curso de una semana en métodos de evaluación de impacto ambiental.

2. Asistencia técnica

Se recomienda también que el personal del proyecto busque apoyo de los programas de asistencia técnica en cuanto a temas de evaluación ambiental. Estos programas se pueden explotar, por ejemplo, para contratar - por períodos cortos- a un experto en temas de medio ambiente durante el primer año del proyecto. Este técnico puede ser responsable de dar información y asistencia a los técnicos del proyecto en cuanto a la evaluación de los impactos ambientales y de su mitigación. Además sería responsable de examinar las propuestas presentadas para financiamiento, con el fin de identificar posibles impactos ambientales y de determinar si el técnico de campo que trabaja con los solicitantes las tomó en cuenta.

3. Estudios ambientales

Como se mencionó anteriormente, en el caso de proyectos de la categoría C, se puede necesitar contratar a un experto o firma especializada en medio ambiente, para estudiar los aspectos críticos del proyecto o para realizar un estudio de impacto ambiental (EIA) completo. Además, puede ser necesario realizar estudios específicos, por ejemplo, en el caso de proyectos agroindustriales, para evaluar el uso de tecnologías limpias o el diseño de instalaciones para tratamiento de desechos.

H. Impactos sociales y sostenibilidad de los proyectos de inversión rural

Los proyectos de inversión rural a pequeña escala que se toman en cuenta en este manual están dirigidos a mejorar los medios de subsistencia de las poblaciones rurales y, en muchos casos, también a resolver problemas sociales, como salud y educación. Por lo tanto, podría parecer improbable que puedan tener impactos sociales negativos importantes.

No obstante, un buen número de inversiones potenciales a realizarse en comunidades rurales podrían tener como consecuencia profundos cambios en las relaciones sociales existentes al interior de una comunidad; cambios que, en última instancia, amenazan la sostenibilidad de la inversión misma. En África Occidental, por ejemplo, se presentó el caso siguiente: se desarrolló una fuerte resistencia entre varios agricultores locales a la operación de una escuela local recientemente establecida; pues se tenía la creencia de que ésta había contribuido a un incremento marcado en la migración de los jóvenes a los centros urbanos y que había tenido como consecuencia la reducción de la disponibilidad de mano de obra en la comunidad. La escuela finalmente se cerró. Por lo tanto, todos los proyectos, incluso las inversiones rurales a pequeña escala deben prestar atención a la ocurrencia de posibles impactos sociales.

Los tipos principales de proyectos que pueden tener un impacto social importante incluyen:

Las listas de verificación ambiental presentadas en el Apéndice 1b, incluyen algunos impactos sociales y posibles medidas de mitigación que se deben tomar en cuenta en la evaluación ambiental.

I. Sostenibilidad de las inversiones no dirigidas a la generación de ingresos

Además de tener en cuenta su relación con los recursos naturales, las inversiones que se enfocan en el apoyo a la producción, beneficios sociales e incluso en la mejora ambiental - en otras palabras, aquellas inversiones cuyo propósito principal no es generar ingresos- se enfrentan al desafío de mantenerse sostenibles, una vez que el financiamiento externo desaparece. A diferencia de aquellos proyectos establecidos para generar ganancias, los proyectos de este tipo no cuentan con un flujo de ingresos garantizado para financiar los costos operativos en curso.

La sostenibilidad de estos proyectos depende, por lo tanto, de la disponibilidad de los recursos necesarios para continuar las operaciones, una vez que se ha realizado la inversión inicial. Una escuela sin un maestro, una clínica sin una enfermera o que no tiene acceso a las medicinas, o un camino que ha sido destruido por las inundaciones de primavera, son todos ejemplos de inversiones que no han tenido éxito. En cada uno de estos casos, no se consiguió mantener la disponibilidad de los recursos necesarios (personal, materiales o mantenimiento) para asegurar la funcionalidad de la inversión a largo plazo.

El proceso de formulación para proyectos no destinados a la generación de ingresos requiere que la fuente de estos recursos futuros se identifique de manera precisa. Además, requiere que la naturaleza de las garantías hechas en lo concerniente a su disponibilidad sea detallada. Después de todo, ¡el tener la seguridad de contar con recursos futuros, es tan importante como contar con la garantía que la respalda! Entre las posibles fuentes de recursos para el mantenimiento y gastos operativos futuros, se cuentan:

De hecho, la combinación de varios recursos es por lo general necesaria. Cobrar a los beneficiarios es una medida frecuente, pero ésta rara vez cubre la totalidad de los costos operativos y de mantenimiento.

Sin importar la fuente, es importante obtener y adjuntar a la propuesta una carta de compromiso, especificando la cantidad y el tiempo de la garantía. Si la fuente es oficial (gobierno local o un ministerio), se debería tratar de asegurar que los presupuestos anuales futuros de la organización incluyan este compromiso.


[4] Ver sección E.
[5] Por ejemplo, en la construcción vial, la tala de árboles a lo largo del lecho del camino genera impactos directos (v.g. erosión, sedimentación en un río aledaño) mientras que los impactos indirectos pueden resultar del acceso a áreas previamente aisladas y esto tiene como consecuencia la conversión de un bosque a tierras de cultivo.
[6] A continuación se presentan las categorías usadas por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), a fin de dar un ejemplo de una categorización posible. No obstante, el número y nombres de las categorías de las áreas protegidas (AP), y las reglas de uso y manejo relacionadas, varían según el país. El técnico local debe familiarizarse con el sistema de AP que se use en su país.
Categorías de manejo de la IUCN:
  1. Reserva estricta de la naturaleza/áreas silvestres: área protegida manejada principalmente para preservar su condición natural y destinada a actividades de investigación;
  2. Parque nacional: área protegida destinada principalmente a la protección de ecosistemas y a la recreación;
  3. Monumento natural: área protegida destinada principalmente a la conservación de características naturales específicas;
  4. Área de manejo de hábitats/especies: área protegida principalmente para la conservación a través de intervención activa con fines de manejo;
  5. Paisaje terrestre/marino protegido: área protegida principalmente para la protección de los paisajes terrestres y marinos y con fines recreativos;
  6. Área protegida con recursos manejados: área protegida principalmente para el uso sostenible de los ecosistemas naturales.

[7] Debido a que cada país utiliza nombres diferentes para los distintos tipos/categorías de áreas protegidas, el técnico responsable de la evaluación ambiental debe ajustar los nombres mencionados anteriormente a aquellos empleados en su país.
[8] 7 Productos forestales no maderables (PFNM), incluyen productos utilizados como alimento (v.g. frutas, hongos, nueces, hierbas, especias, cacao, miel y caza de animales para obtener carne), fibras (como por ejemplo ratán), caucho, resinas, gomas y plantas o productos animales empleados con propósitos medicinales, cosméticos o culturales. Se pueden recolectar o producir en plantaciones forestales, sistemas agroforestales y árboles aledaños al bosque. Los PFNM son vitales para la subsistencia diaria de comunidades dependientes del bosque y contribuyen a la subsistencia y a la economía comercial local en otras comunidades rurales. Algunos PFNM también se comercializan a gran escala (v.g. el corcho).


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