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Principales cuestiones éticas en la pesca


Las principales cuestiones éticas en la pesca están relacionadas en términos generales con el bienestar de las personas y el ecosistema (véase el Recuadro). En esta sección se describen brevemente algunas de las más importantes: pobreza; derecho a los alimentos; y sobrepesca y degradación del ecosistema. Estas cuestiones relativas a sectores específicos incluyen otras secundarias, por ejemplo la equidad de la distribución del pescado; los peligros reales o percibidos de la modificación genética (FAO/OMS, 2003); y la captura y descarte de especies no deseadas, incluidas especies emblemáticas.

Los problemas se ven agravados por cambios contextuales relacionados, por ejemplo, con el cambio climático o la globalización. Éste es un proceso complejo, multidimensional y omnipresente, que entre otras cosas se caracteriza por la creciente integración de las economías de todo el mundo a través del comercio y las corrientes financieras. Plantea varias cuestiones éticas relacionadas, entre otras cosas, con: i) el riesgo de pérdida de la identidad cultural y la diversidad en las comunidades pesqueras; ii) el riesgo de degradación ulterior de la biodiversidad y los recursos pesqueros; iii) la dificultad de tratar de satisfacer explícitamente a una gama más amplia de partes interesadas; y iv) las consecuencias negativas para los intentos de reducir la pobreza, aumentar la seguridad alimentaria y garantizar la justicia y la paz social, a causa de la creciente distancia entre los más y menos dotados; la concentración de poder económico en las empresas de pesca en gran escala; y la eliminación de los obstáculos al comercio. Ésta y otras cuestiones éticas de importancia para la pesca se abordarán de manera específica en futuras publicaciones de la FAO.

Dimensiones de la ética de la pesca

Tema

Objetivo

Ecosistema

Bienestar del ecosistema

Poblaciones de peces

Conservación

Pesca

Pesca responsable; desarrollo sostenible

Pescadores

Seguridad a bordo; libertad y bienestar; acceso justo

Comunidades de pescadores

Erradicación de la pobreza; diversidad cultural

Otros interesados

Equidad intersectorial; eficacia social

Consumidores

Derecho a los alimentos; inocuidad de los alimentos

Políticos

Políticas transparentes; deliberación pública

Pobreza

La pesca constituye un importante medio de vida para millones de personas. Hay casi 35 millones de pescadores que se trabajan directamente en la pesca y la piscicultura con dedicación completa (es decir, que los pescadores obtienen de la pesca el 90 por ciento o más de sus medios de subsistencia) o con dedicación parcial (FAO, 2002). Los pescadores están concentrados sobre todo en los países en desarrollo, donde vive alrededor del 95 por ciento de los pescadores de todo el mundo, y en Asia considerada en conjunto, donde reside aproximadamente el 85 por ciento. Las políticas pesqueras que erosionan la base económica de las comunidades pesqueras tendrán mayores consecuencias en las zonas remotas y rurales de los países en desarrollo, donde la inmensa mayoría de las personas dependen de la pesca y donde existen menos fuentes alternativas de medios de subsistencia.

En muchos países muy poblados de Asia, las familias de pescadores artesanales son uno de los sectores de la población más desfavorecidos desde los puntos de vista social, económico y político y tienen una situación comparable a la de los trabajadores sin tierras o los agricultores marginales. Sus privaciones son tan graves que apenas pueden satisfacer sus necesidades básicas con el nivel mínimo necesario para la supervivencia. La malnutrición es habitual, la mortalidad infantil es alta y las enfermedades y dolencias crónicas tienen como consecuencia una esperanza de vida muy baja. Las condiciones son parecidas en varias zonas de África y de América Latina. Sin embargo, las familias de pescadores en pequeña escala están generalmente en mejores condiciones en estos continentes, aunque los ingresos medios en las pesquerías en pequeña escala están a menudo por debajo del umbral oficial de pobreza.

Según las estimaciones de la FAO, el número de pescadores en pequeña escala y empleados del sector que trabajan en la pesca de captura marina y continental y que viven en la pobreza es de 5,8 millones, es decir, un 20 por ciento de los 29 millones de pescadores de todo el mundo, y ganan menos de un dólar EE.UU. al día. Puede haber hasta 17,3 millones de trabajadores pobres de ingresos bajos en actividades previas o posteriores a la pesca y relacionadas con ella, por ejemplo en la construcción de embarcaciones, la comercialización y la elaboración. Estas cifras parecen llevar a una estimación global de 23 millones de personas pobres en función de sus ingresos, junto con los hogares a su cargo, que dependen de la pesca en pequeña escala para sus medios de subsistencia (FAO, 2002).

Las pesquerías en pequeña escala se encuentran a menudo compitiendo de manera creciente con las industriales por el espacio, los recursos, los insumos (laborales y financieros) y los mercados, con fuertes repercusiones en la distribución de los ingresos. Los proveedores de insumos pesqueros pueden beneficiarse, al igual que los consumidores de pescado. Por otro lado, los pescadores en pequeña escala podrían ser cada vez menos competitivos y en último termino ver seriamente comprometidos sus medios de subsistencia. En Asia meridional y sudoriental, las grandes empresas se han apoderado cada vez más de la industria pesquera. En consecuencia, las oportunidades de empleo en la pesca se han desplazado hacia las zonas urbanas y en las zonas rurales han disminuido, por ejemplo para las mujeres que tradicionalmente han desempeñado una función importante en la elaboración, la comercialización y la distribución del pescado. Esto ha creado una sensación de «desánimo y desesperación o una impresión de rabia» entre los pescadores, especialmente los pescadores en pequeña escala (Chong, 1994).

Derecho a los alimentos

Una de las respuestas constructivas ante la situación de la pobreza en el mundo ha sido la renovada atención prestada al derecho a los alimentos. Como respuesta al hambre persistente y generalizada, la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial de 1996 y el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación reafirmaron el derecho a alimentos suficientes para todos y el derecho fundamental a no tener hambre, como se señala en la Declaración universal de derechos humanos[2] y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales[3] de la Asamblea General de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales y regionales pertinentes. Se insta a prestar particular atención a la aplicación y la consecución plena y progresiva de estos derechos a fin de lograr la seguridad alimentaria para todos. En 2002, la FAO estableció un Grupo de Trabajo Intergubernamental para la Elaboración de un Conjunto de Directrices sobre el Derecho a los Alimentos. En 2004, el Consejo de la FAO aprobó las Directrices voluntarias en apoyo de la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional.

El pescado es una fuente importante de sustento y nutrición para millones de las personas más pobres del mundo

FAO/21700/K. PRATT

El pescado es una fuente importante de sustento y nutrición para millones de las personas más pobres del mundo. En 2001, más del 48 por ciento de la población mundial (casi 3 000 millones de personas) obtuvieron del pescado el 15-25 por ciento de sus proteínas y más de 400 millones de personas obtuvieron más del 50 por ciento (FAO, 2004). Entre estas últimas figuran las personas más pobres de las zonas rurales costeras y los pequeños Estados insulares en desarrollo, para las cuales una disminución de las capturas conlleva una pérdida inmediata de sus fuentes de alimentos y de consumo de calorías.

En muchas partes del mundo, las maneras tradicionales de asegurar el derecho a una alimentación adecuada se han visto afectadas y a menudo mermadas, entre otras cosas, por el debilitamiento de los vínculos sociales y culturales, a causa de la ruptura de las unidades familiares tradicionales, la urbanización acelerada y la globalización de los mercados, la información y la cultura. Las novedades tecnológicas, así como los cambios en el comercio y los mercados, han alterado radicalmente, y en realidad internacionalizado, muchos aspectos de la pesca local. Estos cambios han aportado sin duda beneficios económicos a un número elevado de personas y, en algunos casos, un uso más eficaz de los recursos. Ahora bien, han provocado asimismo un desplazamiento desde la pesca en pequeña escala, muy dispersa, en gran parte rural y con un coeficiente alto de mano de obra, hacia una pesca industrial centralizada, urbana o periurbana y con un alto coeficiente de capital. Este desplazamiento también ha afectado a sectores como la elaboración, la distribución y la comercialización del pescado y ha aumentado las consecuencias negativas para el empleo, los ingresos y la seguridad alimentaria de la población rural pobre.

Durante los dos últimos decenios, la tecnología y el comercio no sólo han cambiado muchas formas tradicionales de producción, elaboración y distribución, sino que también han creado conflictos sobre el acceso a los recursos y su uso. El importante crecimiento del volumen del comercio internacional del pescado ha despertado preocupación con respecto a la población pobre y el medio acuático. El aumento de la productividad y la eficacia a nivel local no puede por sí solo resolver el problema de la pobreza; también se necesitan mejoras importantes en el sistema de gobierno, así como en las políticas de comercio y de mercado.

La situación de cambio de los recursos pesqueros, el clima económico y las condiciones ecológicas han provocado fluctuaciones en la oferta y la demanda de pescado, pero la pesca y la acuicultura siguen siendo una fuente importante de alimentos, empleo e ingresos para muchos países y comunidades[4].

Sobrepesca y degradación del ecosistema

La disminución de las poblaciones de peces plantea una amenaza inquietante, y potencialmente peligrosa, para la vida en el océano. La biodiversidad se ve amenazada por la pesca insostenible y el aumento de la contaminación. La intervención humana puede degradar, e incluso destruir, ecosistemas enteros. El agotamiento de las poblaciones de peces conlleva una disminución del suministro de alimentos provenientes del mar, pérdidas económicas, condiciones difíciles para los pescadores y la alteración de estilos de vida tradicionales. Así pues, la sobrepesca amenaza el ecosistema, el uso sostenible de los caladeros y los medios de subsistencia de las comunidades de pescadores.

La pesca sostenible debe coexistir con ecosistemas sanos

FAO/17361/K. DUNN

La FAO indica que alrededor del 50 por ciento de los recursos pesqueros marinos mundiales están totalmente explotados, el 25 por ciento están sobreexplotados, y alrededor del 25 por ciento parece que podrían soportar una tasa mayor de explotación (FAO, 2005a). Según el Servicio Nacional de Pesca Marina, se determinó que en las aguas de los Estados Unidos de América había 76 poblaciones sometidas a sobrepesca (NMFS, 2004). A nivel mundial, además del pescado extraído, durante el último decenio se han matado y descartado más de 7 millones de toneladas de peces, alrededor del 8 por ciento de las capturas mundiales, por pescadores que usaban artes de pesca insuficientemente selectivas (FAO, 2005b).

Hay que señalar que las cuestiones éticas relativas al ecosistema se examinan aquí sobre todo en relación con su uso sostenible por las generaciones presentes y futuras y no con respecto a ningún valor intrínseco del ecosistema. Por ejemplo, en este estudio no se examinan de ninguna manera las cuestiones éticas que podrían plantearse sobre el bienestar de los animales[5].

Imperativos morales

El estado de la pesca mundial plantea retos apremiantes de carácter ecológico, económico, social y político, con importantes repercusiones éticas. Por ejemplo, el agotamiento de los recursos pesqueros de un país representa una incapacidad moral de la sociedad para mantener el entorno natural y su productividad. Esto compromete la seguridad alimentaria, amenazando particularmente a las comunidades vulnerables, y reduce las oportunidades de las generaciones futuras para disponer de medios de subsistencia. La contaminación de lo que de otra manera sería una fuente de alimentos extremadamente sana, reduciendo la inocuidad de los alimentos y amenazando la salud de las personas, es otro indicio de fracaso moral en relación con las generaciones presentes y futuras.

Para el restablecimiento de la sostenibilidad de la pesca se requiere, entre otras cosas, limitar el derecho de acceso a los recursos. Sin embargo, se producen cambios en la propiedad y el acceso a las poblaciones de peces en el ámbito de intereses especiales dominantes. Estos intereses pueden alimentar la injusticia social y comprometer los medios de subsistencia de los pescadores tradicionales y las comunidades pesqueras, e incluso socavar el derecho fundamental a decidir el camino de la propia vida.

Un tema básico en el análisis ético de la pesca se refiere a las consecuencias morales de un sistema de acceso restringido para los pescadores y las comunidades pesqueras. De manera más general, una integración sistemática de la dimensión ética en el análisis de la situación de la pesca requerirá una comprensión general de la ética y un análisis específico de la ética de la pesca, por ejemplo como figura en el Código de Conducta para la Pesca Responsable.

Conviene mencionar que la aplicación de los principios morales varía según las culturas. Mientras que muchos de los conceptos básicos son esencialmente axiomas, sólo se pueden elaborar prescripciones generalizadas de alcance mundial mediante mecanismos de consultas intensas con objeto de identificar la base común más amplia posible. El Código de Conducta para la Pesca Responsable surgió de un amplio proceso internacional participativo y contiene en la práctica varios principios éticos mundiales acordados para la pesca.


[2] Artículo 25 1).
[3] Artículo 11
[4] Ilustra esto el hecho de que, desde mediados de los años 1990, la producción declarada de la pesca de captura se ha mantenido relativamente estable, con unos 90-95 millones de toneladas al año. La mayor parte del aumento de la producción total durante este período proviene de la acuicultura (FAO, 2002).
[5] El debate sobre el bienestar de los animales está bastante desarrollado con respecto a los animales domésticos de compañía (por ejemplo perros y gatos) y está surgiendo lentamente en relación con la cría y el sacrificio de animales, así como con la conservación de los animales silvestres (por ejemplo en reservas, parques y zoológicos). Se está comenzando a plantear en relación con los peces de piscifactoría y los protocolos de experimentación (por ejemplo el marcado de los peces), pero el debate correspondiente a la pesca de captura es escaso. El bienestar de los animales, que probablemente desempeñará una función más importante en los debates éticos futuros, no está contemplado en el resto del estudio.

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