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Leña, alimentos y medicinas: el papel
de los bosques frente al VIH/SIDA en
las zonas rurales de África austral

C. Holding Anyonge, G. Rugalema, D. Kayambazinthu, A. Sitoe y M. Barany

Christine Holding Anyonge es Oficial Superior, Programa de Árboles y Mercados, Centro Mundial de Agrosilvicultura (ICRAF), Roma (Italia).
Gabriel Rugalema
es Oficial Superior, VIH/SIDA y Seguridad Alimentaria, Dirección de Género y Población, FAO, Roma.
Dennis Kayambazinthu
es Subdirector del Instituto de Investigación Forestal de Malawi, Zomba (Malawi).
Almeida Sitoe
es Jefa del Departamento de Silvicultura, Universidade Eduardo Mondlane, Maputo (Mozambique).
Marc Barany
es consultor y Director de Harmonized Wood Products, Nueva Orleans, Luisiana (Estados Unidos).

A consecuencia de la pandemia del VIH, ha aumentado la dependencia de las
comunidades que viven en los terrenos boscosos de los recursos forestales;
tal dependencia tiene repercusiones en la ordenación de los recursos naturales
que merecen ser atendidas a la hora de diseñar las políticas y programas forestales.

La pandemia del VIH está profundamente arraigada en los países de África austral y ha tenido efectos dramáticos sobre la vida rural. En este artículo se considera el papel de los recursos forestales en la respuesta al VIH y al SIDA, en particular en lo que se refiere a hierbas medicinales, energía y alimentación. Se basa en las conclusiones de estudios encargados por la FAO y realizados en 2003 para examinar los efectos de la pandemia sobre la utilización de los recursos forestales en los bosques de miombo de Malawi (Kayambazinthu et al., 2005) y
Mozambique (Sitoe, 2005). Los métodos de recolección de datos fueron una encuesta domiciliaria con cuestionario, debates en grupos, fajas de muestreo y entrevistas con informantes selectos. Los resultados muestran que el VIH y el SIDA hacen a las comunidades de zonas boscosas más dependientes de los recursos forestales y que la pandemia tiene repercusiones sobre el medio ambiente y la ordenación de los recursos naturales. Se exponen algunas políticas forestales e intervenciones programáticas que podrían contribuir a paliar el impacto de la pandemia sobre los recursos naturales y el papel que el sector forestal puede desempeñar en la respuesta multisectorial al VIH y al SIDA.

Los bosques de miombo en Mozambique son una fuente primaria de energía (leña y carbón vegetal), de medios vitales de subsistencia y de productos comerciales para las comunidades rurales; pero la epidemia del VIH está sometiendo estos recursos a una presión creciente
C. Holding Anyonge

RESULTADOS PRINCIPALES

Aunque no es fácil deducir una relación causal entre el VIH y la degradación forestal, es evidente que en tiempos de dificultades para el sustento las comunidades rurales pobres tienden a acentuar su dependencia de los recursos forestales como parte fundamental de sus estrategias de supervivencia. La pandemia del VIH ha intensificado la crisis de los medios de vida (Bryceson, 2006), haciendo pesar sobre los recursos forestales una carga excesiva. No es pues sorprendente que, en los estudios realizados en Malawi y Mozambique, se observara una degradación de los bosques, manifestada en la menor disponibilidad de recursos (p. ej., escasez de leña y de plantas medicinales) en las comunidades con altos índices de VIH.

La combinación de una elevada incidencia de dolencias relacionadas con el VIH y la escasez de servicios de salud cerca de las comunidades estudiadas ha acentuado el recurso a las plantas medicinales para aliviar algunos de los síntomas y padecimientos asociados al VIH (véase el recuadro). A precios actuales, el tratamiento del VIH con terapia antirretroviral puede ascender a 200 dólares por persona y año. En las comunidades rurales pobres solo unas pocas personas tienen acceso a esta terapia por lo elevado de su precio, la deficiente infraestructura sanitaria y la distancia al centro de salud más cercano. Las plantas medicinales, en cambio, son productos fácilmente accesibles para casi todos. No es extraño que hayan aumentado su recolección y su uso, así como su precio.

Esta utilización de remedios vegetales ha dado lugar a una recolección desmedida de árboles y arbustos medicinales. Los encuestados señalan que, en comparación con los años anteriores al VIH y el SIDA, encuentran ahora pocos de esos árboles a una distancia razonable. Los recursos de plantas medicinales escasean pues al mismo tiempo que aumenta su uso, tanto en zonas urbanas como rurales.

El estudio estableció que la mayor mortalidad de adultos ha elevado la demanda de leña, en parte para preparar alimentos para unos funerales cada vez más frecuentes. La gente tiene que caminar ahora a largas distancias para recolectar leña suficiente. Análogamente, el VIH ha complicado la actual crisis de subsistencia debida sobre todo a sequías, falta de fertilizantes y malos servicios de comercialización. Las comunidades encuestadas indicaron que el VIH y el SIDA han repercutido en los trabajos domésticos intensificando la dependencia respecto a los productos alimenticios forestales (frutos, raíces y tubérculos y verduras).

En conjunto, estas conclusiones muestran que el VIH contribuye a la deforestación y a la degradación forestal. Este proceso tiene consecuencias negativas para las comunidades en general y para los hogares afectados por el VIH en particular, ya que tales hogares se verán probablemente más afligidos por la pérdida de recursos forestales. Tienen que dedicar más tiempo y esfuerzo a la recolección de productos forestales o invertir un dinero excesivo en comprarlos.

Las relaciones entre el VIH y las actividades domésticas en zonas forestales (particularmente recogida de leña, plantas medicinales y otros productos forestales no madereros) parecen corresponder estrechamente a la fase de la enfermedad. Las limitaciones laborales impuestas por la enfermedad y las atenciones que requiere pueden imposibilitar la participación de la familia en la recolección de productos forestales durante las fases sintomáticas de la enfermedad. Sin embargo, a medida que la epidemia progresa y se eleva la mortalidad, parece aumentar la recolección de productos forestales en las comunidades afectadas, ya que el efecto económico inmediato de la enfermedad en los adultos (p. ej., en gastos sanitarios) hace a algunos hogares más dependientes de las actividades forestales comerciales para obtener ingresos. La medida en que el VIH afecta a las actividades para asegurar el sustento en zonas forestales depende también de otros factores como sexo, composición del hogar, salud familiar, redes de seguridad social, requisitos laborales, acceso a los mercados y por supuesto acceso a los recursos forestales
(FAO, 2005).

En casos de crisis como una enfermedad o un fallecimiento, es más probable que las familias afectadas obtengan liquidez inmediata para gastos médicos vendiendo animales domésticos como gallinas y cabras o trabajando dentro de la comunidad por un sueldo, antes que recolectar productos forestales no madereros como setas o miel. No obstante, estos productos constituyen complementos de alimentación para los hogares además de una oportunidad para aumentar los ingresos, que pueden utilizarse también para cubrir gastos imprevistos en tiempos de crisis. Las actividades forestales son importantes por cuanto diversifican los medios de sustento y ofrecen una defensa contra la adversidad a las familias en general, y no solo a las afectadas por el VIH.

Los hogares encabezados por mujeres son los más vulnerables por su reducida participación en actividades lucrativas, y a menudo entran en una espiral de pobreza progresiva (Bryceson y
Fonseca, 2006). Dado el impacto desproporcionado de la epidemia sobre las mujeres (en cuanto a infección con el VIH y efectos socioeconómicos) y en atención a sus papeles tradicionales en las actividades forestales (p. ej., recogida de leña), será preciso dar prioridad a una mejor comprensión de las cuestiones de género.

Los estudios de que aquí se trata eran exploratorios. Sus conclusiones respecto a los efectos del VIH sobre los recursos forestales son instructivas, pero dicen solo una parte de la historia. Quedan preguntas sin respuesta, en especial cómo afecta el VIH a la ordenación forestal a consecuencia del fallecimiento de personal forestal y oficiales extensionistas. Además, en un ambiente ya caracterizado por graves inseguridades vitales, es difícil distinguir hasta qué punto el efecto del VIH es exclusivo de la enfermedad y en qué medida es parte de un contexto más amplio de crisis social que incluye otras epidemias como tuberculosis y paludismo.
En una palabra, es incuestionable la necesidad de seguir investigando sobre los
vínculos e interacciones entre ordenación y uso de los recursos forestales y las crisis sociales, incluidas las epidemias contemporáneas.

En Mozambique, Aloe spp. (izquierda) e Hypoxis spp. recogidas de los bosques se venden en el mercado y se usan en el tratamiento del VIH por un precio unas seis veces inferior al de la terapia antirretroviral
A. Sitoe

Infecciones ocasionales, medicina
tradicional y recursos forestales

La débil infraestructura sanitaria y la pobreza omnipresente siguen planteando problemas para el desafío sin precedentes de ofrecer y administrar una terapia antirretroviral en los países del África austral. En esos contextos pobres en recursos, las comunidades locales se ven obligadas a confiar en remedios tradicionales para tratar el VIH y el SIDA, y la medicina tradicional se institucionaliza en respuesta a la pandemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abogado desde 1991 por la inclusión de curanderos tradicionales en los programas nacionales contra el SIDA, y los ministerios nacionales de salud están reclutando a curanderos tradicionales para que colaboren en la lucha contra la enfermedad.

Se ha observado que las hierbas medicinales mejoran la calidad de vida de los afectados por el VIH. Frenan el progreso de la enfermedad ayudando a combatir infecciones como candidiasis (afta), herpes simplex (reconocido también recientemente como factor clave en la transmisión del VIH en África) y herpes zóster, y alivian la pérdida de apetito, las náuseas, la fiebre, la diarrea y la tos. Según investigaciones recientes, sin embargo, algunas medicaciones de herbolario podrían inhibir la terapia antirretroviral si se usan conjuntamente con ella, y se precisan más estudios sobre su eficacia.

Los tratamientos de herbolario proceden a menudo de los recursos forestales; suelen incluir raíces, cortezas y hojas de plantas. En algunas zonas se utilizan setas profusamente. La miel y la cera de abeja se utilizan corrientemente en la aplicación de los tratamientos tradicionales. Es preciso coordinar los usos locales de estos remedios y los actuales esfuerzos institucionales por promover su uso para evitar que se menoscabe la sostenibilidad de los recursos forestales.


La epidemia del VIH tiene efectos desproporcionados sobre las mujeres,
en parte por su reducida participación en actividades lucrativas y sus papeles tradicionales en relación con los bosques
(p. ej., recogida de leña)
C. Holding Anyonge

UN PASO MÁS: ¿CÓMO DEBE RESPONDER EL SECTOR FORESTAL AL VIH/SIDA EN ÁFRICA AUSTRAL?

Al sector forestal incumbe indudablemente un papel en la prevención, las atenciones y el tratamiento del VIH y el SIDA y en la mitigación de sus efectos. Las instituciones forestales y sus recursos humanos, en particular los administradores forestales que trabajan a nivel local, pueden y deben asumir un papel activo en la respuesta al VIH. Los productos forestales pueden servir no solo para el tratamiento de las enfermedades relacionadas con en VIH, sino también para generar ingresos y proporcionar otros medios de vida que contribuyan a aliviar el peso de la enfermedad sobre los hogares.

Para mitigar los efectos del VIH y el SIDA, un componente de las intervenciones en el sector de bosques y recursos naturales debería dirigirse a apoyar la sostenibilidad de los beneficios forestales recibidos por las familias y las comunidades afectadas por el VIH. Las intervenciones deberían apuntar también a aliviar las interacciones que agravan los efectos del VIH y el SIDA sobre las familias (p. ej., reducciones de la capacidad de trabajo familiar y escasez de productos forestales necesarios para la subsistencia, en particular leña).

Una ordenación forestal más intensiva para aumentar la productividad y la accesibilidad a los productos forestales es en sí misma una estrategia de mitigación (FAO, 2004). Es necesario que las comunidades mejoren la ordenación de los boques naturales con fines múltiples. Sin embargo, es también necesario aligerar la presión excesiva sobre los recursos forestales, sea aumentando la oferta de madera y productos forestales no madereros (mediante plantaciones forestales, cultivo de plantas medicinales y transporte de madera desde distancias mayores), sea disminuyendo la demanda (mediante el uso de fogones o cocinas de leña más eficientes, tal vez recurriendo a otros tipos de combustible y a actividades lucrativas alternativas no basadas en los bosques).

Los ministerios responsables de los bosques y los recursos naturales se muestran cada vez más inclinados a formular estrategias sectoriales frente a las cuestiones relativas al SIDA. El Gobierno de Malawi ha emprendido recientemente ese camino. Es un paso en la buena dirección, ya que permite que el sector en su conjunto considere su vulnerabilidad frente al VIH y el SIDA y planifique actividades mitigadoras basadas en las ventajas comparativas del sector.

CONCLUSIÓN

El VIH y el SIDA han cambiado dramáticamente la vida rural en el África subsahariana, donde la población rural se aproxima al 70 por ciento. La mayoría de los hogares son pobres, con recursos limitados para combatir la pandemia.

Las zonas rurales absorben también una parte notable de la carga de casos urbanos de SIDA, ya que los que enferman en zonas urbanas regresan al campo en busca de atenciones familiares.
Las calamidades persistentes como el VIH y el SIDA producen efectos estructurales a largo plazo en aspectos básicos del sistema de vida –disponibilidad de mano de obra especializada o no, acumulación y distribución de capital, transferencias de efectivos, sentimiento de seguridad a largo plazo y perspectivas de futuro, uso de recursos naturales (p. ej., productos forestales con fines medicinales)– con consecuencias negativas que repercuten en todo el sistema mucho más allá del período crítico.

Cuando aparecieron el VIH y el SIDA, el África rural austral estaba ya en una situación precaria de pequeña agricultura menguante y creciente uso de recursos naturales, en particular bosques y tierras boscosas. La pandemia ha intensificado estas presiones. Está claro que las comunidades afectadas no pueden superar este problema sin unas estrategias explícitas y el apoyo de sus gobiernos. Los estudios aquí considerados han presentado algunas propuestas para hacer frente a los efectos del VIH y el SIDA y ayudar a las familias a diversificar sus medios de subsistencia.

Bibliografía

Bryceson, D.F. 2006. Ganyu casual labour, famine and HIV/AIDS in rural Malawi: causality and casualty. Journal of Modern African Studies, 44(2): 173-202.

Bryceson, D.F. y Fonseca, J.
2006. Risking death for survival: peasant responses to hunger and HIV/AIDS in Malawi. World Development, 34(8): 1654-1666.

FAO.
2004. Understanding the interface between natural woodlands and HIV/AIDS affected communities in southern Africa. Proceedings of an FAO regional workshop, Harare, Zimbabwe, 1 de abril de 2004. Forest Policy and Institutions Working Paper No. 1. Disponible en: www.fao.org/docrep/008/j4827e/j4827e00.htm

FAO.
2005. HIV/AIDS and the miombo woodlands of Malawi and Mozambique. Roma.

Kayambazinthu, D., Barany, M., Mumba, R. y Holding Anyonge, C.
2005. Miombo woodlands and HIV/AIDS interactions: Malawi country report. Disponible en: www.fao.org/docrep/008/j6038e/j6038e00.HTM

Sitoe, A.
2005. Miombo woodlands and HIV/AIDS interactions: Mozambique country report. Forest Policy and Institutions Working Paper No. 2. Roma, FAO. Disponible en: www.fao.org/docrep/008/j5251e/j5251e00.HTM

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