V. Bodisco
O. Abreu
En su interesante libro sobre el ganado Criollo, Rouse (1977) incluyó dos mapas de nuestro hemisferio correspondientes a los años 1800 y 1975. En el primero, toda la América de habla castellana (el autor, lamentablemente, no incluyo en su estudio al Brasil), desde la frontera de E.U.A. hasta la Patagonia, está cubierta de color amarillo, correspondiente al Criollo. En el segundo, la misma zona, con exclusión de Argentina y el sur de Chile, aparece rayada, indicando que el Criollo, en todos los países de clima tropical y subtropical, fue mestizado con el Cebú. En la región templada el mestizaje también se llevó a cabo, pero con el uso de razas europeas. Rouse encontró pequeños núcleos de Criollo solamente en 14 zonas aisladas, de las cuales 7 pertenecen a Colombia.
La desaparición del Criollo fue observada también por Squibb quien en el año 1945, en la feria ganadera de Guanacaste, Costa Rica, no encontró un solo animal Criollo puro.
En Brasil, según Atanassof (citado por Hill, 1967) existían 8 tipos distintos de ganado Criollo, pero en la actualidad los colegas brasileños mencionan solamente la raza Caracú. Una situación parecida se está creando aparentemente en Colombia, puesto que la literatura consultada sólo suministra informaciones sobre las razas Romosinuano, Sanmartinero, Blanco Orejinegro y Costeño con Cuernos. Además, la gobernación de Valle (1976) tiene un programa para conservar y perfeccionar el ganado Harton.
La FAO publico en el año 1977 una bibliografía del ganado vacuno Criollo de las Américas, preparada por Müller-Haye. La mayoría de las publicaciones incluidas corresponden a artículos de divulgación redactados en los años 1930–40, que son muy escasos en las bibliotecas. Otra parte corresponde a tesis estudiantiles de postgrado que tampoco están disponibles. En toda la literatura consultada solamente se encontró información - bastante incompleta - sobre las siguientes razas del ganado Criollo que se utilizan para la producción de leche: 1) Caracú, en Brasil; 2–3) Blanco Orejinegro (BON) y Costeño con Cuernos (CCC), en Colombia; 4) el lechero de América Central (CLAC), seleccionado por el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA, ahora CATIE) en Turrialba, Costa Rica y 5) el Criollo lechero Limonero de Venezuela (CLV).
En la Republica Dominicana existen numerosos lotes de ganado Criollo lechero, al cual se le prestaba poca atención hasta el presente. En la actualidad, el Centro de Investigación y Mejoramiento de la Producción Animal (1978) tiene un amplio plan para seleccionar el Criollo.
Además de estos tipos, en Bolivia (Rouse, 1977) y Ecuador (Manlio et al., 1963) se conservan pequeños núcleos de ganado Criollo con características diferentes según las regiones ubicadas a distintas alturas topográficas. De acuerdo con Iñiguez (1978), el Criollo es de suma importancia en los páramos andinos, donde ningún otro tipo de ganado sobrevive. Lamentablemente, no existe ninguna información sobre estos tipos.
Características
El ganado Caracú, formado en el valle del río Pardo, en el Estado de Minas Gerais, Brasil, fue caracterizado por Domingues (1961) en la forma siguiente:
“Pelaje de coloración amarilla, variando del amarillo claro al amarillo naranja; mucosa clara sin pigmentación. El grueso de la piel es mediana, suelta y suave, recubierta de pelos finos; cabeza pequeña, perfil subconvexo, frente larga, plana y ligeramente hundida entre las órbitas; testuz recta, corta, ancha; cuernos medianos en forma de lira, delgados en las extremidades, sección elíptica u ovalada, de inserción posterior en la frente alta, coloración clara pero de puntas oscuras; orejas pequeñas, delgadas, pelos cortos y finos; mirada dócil; pescuezo musculoso y en los toros con pliegues; cuerpo alargado y cilíndrico, presentándose menor en la grupa que en el tórax; línea superior recta; pecho ancho; costillas arqueadas, un tanto apretadas, ancas aplomadas y separadas; grupa larga y ancha; nalgas redondeadas, altas; cola gruesa en la base, afilándose en la extremidad, larga, poca borla. Forma y desenvolvimiento regular de la ubre, bien extendida sobre el vientre, pezones bien implantados; miembros relativamente cortos, fuertes, aplomados, debiendo ser mas separados; piernas llenas; cascos claros o rojo oscuro. En los primeros años de su explotación, el Caracú se destacaba como un animal de trabajo, muy necesario en las fincas de la época, por lo que era bien cuidado y alimentado. Cuando se inició su mejoramiento, la intención era formar una raza para la producción de carne que, en verdad, no se consiguió después de años de selección. Hoy la tendencia es convertirlo en una raza de doble propósito. Su leche presenta un buen tenor butírico, pudiéndose aceptar una media superior al 4%. Maturidad tardía. Precocidad y ganancia de peso por encima de los bovinos comunes. A los dos años puede llegar, en buenas condiciones de manejo, hasta los 400 kg o más. Su rendimiento medio en canal puede ser fijado alrededor del 60%. De incomparable mansedumbre, que lo hizo de gran valor como animal de trabajo en las fincas de Minas de Gerais y Sao Paulo en otras épocas. El Caracú llamado Caldeano (Poço de Caldas) siempre fue reconocido como animal de aptitud lechera, pero su fenotipo escapa en cierto modo a los establecidos como patrón de raza. Esta variedad Caldeana de Caracú tiene hoy su registro genealógico y es considerada una raza lechera, cuyos orígenes son remotos. En ella deberían influir otros taurinos ( Bos taurus), explotados primitivamente para la producción local de leche. Esto . explica la presencia de manchas blancas en el ganado Caldeano. El número existente en Pozos de Caldas pertenece a la hacienda “Recreio” y cuenta con una población numerosa de 1400 animales. Su pelaje va de rojo oscuro a barroso (marrón), pasando por gamuza, crema amarillo y, a veces, con manchas (5–7%). Mucosa amarilla o pigmentada en su mayoría”.
De Alba (1960) ofreció una descripción del ganado Caracú y del tipo Caldeano muy parecida a la anterior.
Jordão et al. (1957) determinaron el índice músculo-esquelético del Caracú, igual al 76.4%. Según el autor de este sistema (Gregory), los animales con un índice menor al 78.5% pertenecen al tipo lechero.
El ganado Blanco Orejinegro de las regiones cafetaleras (de 800 a 1 800 m sobre el nivel del mar) se explota en los departamentos Cauca y Antioquia de Colombia, como animal de doble propósito. Sus características, descritas por Pinzón et al. (1957), son las siguientes:
“Como lo indica el nombre de la raza, las características externas más salientes de este ganado son el color blanco uniforme del pelo; las orejas negras y la piel fuertemente pigmentada. Las mucosas, los labios, la punta de los cuernos y las pezuñas son negros. La conformación de los cuernos es variable, siendo más comunes los de sección circular, no retorcidos, con el extremo ligeramente levantado hacia arriba. La conformación de este ganado es variable. Es una raza bastante compacta, de un peso superior al de ejemplares de otras razas que presentan el mismo tamaño. Existen diferentes tipos, desde los finos y angulosos hasta los carnosos y pesados. El tipo lechero es el preferido, presenta un cuerpo bien balanceado y con líneas anatómicas bastante armónicas, aunque tiene a menudo el anca levantada, especialmente la raíz de la cola, como todas las otras razas Criollas. La cabeza es fina, pequeña y muy viva. Las patas están muy bien aplomadas, con cuartillas rectas; las cañas son delgadas y fuertes, pequeñas, muy sólidas y bien conformadas. El dorso es fuerte, las paletas, el cuello y la cruz muy finos; camina con gran agilidad y en forma decidida. La resistencia del BON es ampliamente conocida por los ganaderos del país, ella se manifiesta principalmente por su conducta ante la fauna parasitaria de los climas medios. Su relativa resistencia al nuche ( Dermatobia hominis) es proverbial y se manifiesta principalmente por la falta de trastornos generales fisiológicos cuando las larvas entran en la piel, y por la baja o ninguna infestación de gran número de animales. Una condición fisiológica realmente valiosa del BON es su gran capacidad para aprovechar la alimentación pobre, los alimentos bastos que se le proporcionan. Esta cualidad la desarrollo a traves de muchos años de evolución en zonas que, por ser pobres, eran adversas a su mejoramiento”.
Ospina (1950) informa que los animales BON tienen la ubre, la vulva y el escroto de color marrón.
Por su parte, de Alba (1955) señala que el ganado BON tiene los espinazos rectos, paletas y cuello fino, cabeza delicada, porporcionada; la pigmentación ideal. Según este autor, además de pelajes blancos, deben admitirse los “azules” y las combinaciones de los dos. De Alba considera que los tipos Orejimono y Dos Pelos deben ser aceptados, al igual que el Orejinegro. Una característica muy peculiar del BON es su modo de andar, que le permite desplazarse a grandes distancias en poco tiempo.
Una descripción más detallada del ganado BON se encuentra en el trabajo publicado por Botero (1976).
El Costeño con Cuernos que se cría en la región de la costa atlántica de Colombia según Pinzón (1959) responde a las siguientes características:
“Los cuernos en forma de lira abierta, media lira o corona; la piel es fina, la cabeza mediana y refinada; la cara ligeramente cóncava, viva y con arrugas que rodean los ojos. El hocico, que puede ser negro, claro o gris, presenta ollares dilatados y boca mediana; las órbitas son prominentes y bien separadas, con ojos grandes, brillantes y expresivos. Tiene las mucosas claras, grises u oscuras y manto rojo “mono” o anaranjado “bayo” uniforme. Sin embargo, muchos ejemplares presentan el color castaño (llamado “hosco” por los ganaderos), con extremidades oscuras o quemadas hasta más arriba de las rodillas y de los corvejones; lo mismo acontece en la cabeza, especialmente alrededor de los ojos, en el hocico y en las orejas. Los ganaderos aceptan como puros los animales con manchas blancas en el vientre, pero consideran fuera de la raza a los berrendos. Se presentan variaciones en el color de las mucosas (negras claras o grises), en el color de la piel (negra o rosada), en el color del pelo (rojo, amarillo o berrendo); en la longitud del pelo y en el desarrollo de la papada también hay variaciones. El cuello es medianamente largo y bien implantado, tanto en la cabeza como en en el tronco; el tórax es profundo, aunque un poco estrecho. Los miembros son finos y sólidos, con pezuñas fuertes y firmes. Los aplomos son algo defectuosos en las hembras y las pezuñas pueden ser negras o rosadas. El dorso es recto en el macho, pero un poco arqueado en las hembras; las costillas están correctamente arqueadas y con buena separación; la cruz es angulosa en la mayoría de los animales. El sistema mamario es bastante aceptable; tiene un desprendimiento posterior bastante alto en la ubre; esta es flexible, sedosa, bien glandulosa; sin embargo, el desprendimiento anterior es defectuoso y los cuartos, desparejos en muchos animales. El anca es proporcionada al cuerpo, levantada al nivel del sacro y un poco estrecha en la parte posterior. La mayoría de los ejemplares, como en todas las demás razas Criollas, tiene la raíz de la cola descarnada y levantada. Esta particularidad, que no corresponde a las reglas de conformación europeas y americanas y que resta belleza a los animales, parece ofrecer ventajas fisiológicas para el parto”.
Las personas interesadas podrán encontrar una descripción amplia y completa en el informe publicado por Rubio en el año 1976.
Según de Alba (1955), el ganado CCC es muy parecido a los Criollos de Nicaragua, Honduras, El Salvador y el Limonero venezolano.
En la literatura revisada no se encontraron descripciones detalladas de las características del ganado Criollo lechero de América Central.
De Alba (1955) describe las características comunes de todos los Criollos lecheros en la forma siguiente: cabeza, huesos y pelos finos; piel negra, poco pelo (escaso o ausente en el dorso); línea dorsal firme, rabo descarnado con poca borla; piel gruesa, resistente a la garrapata, formando pliegues entre los ojos y en el cuello; papada prominente.
Heinsohn de Brigard (1951), hablando sobre el Criollo de la provincia Rivas en Nicaragua, adquirido por el IICA de Turrialba, señala que estos animales son de tamaño comparable a la raza Ayrshire y tienen colores que van desde el casi blanco al rojizo y marrón. La pigmentación es negra, como son también el hocico, base de cuernos, patas, extremo de la cola y alrededor de los ojos. Buen desarrollo de las ubres; la capacidad abdominal muy grande. Los animales son muy dóciles.
El ganado Criollo lechero Limonero, conservado y perfeccionado por los métodos empíricos en la región de Río Limón (distritos Mara y Páez) del estado Zulia, en Venezuela, fue descrito por Ríos et al. (1959):
“Pelo corto, escaso y brillante, piel gruesa, pigmentada en negro en su totalidad, con arrugas entre los ojos y en las tablas del cuello, papada gruesa y algo colgante; pelaje de color bayo, amarillo o pardo, permitiéndose las manchas esfumadas de negro alrededor de los ojos y en las extremidades; asimismo, se aceptan individuos que presentan manchas blancas en la barriga, ubre y verija; cabeza relativamente larga, especialmente en la región de la cara; frente algo cóncava entre los ojos; órbitas prominentes; testuz con una pequeña curva hacia adelante; cuernos finos y delgados, blancos en su nacimiento y negros en las puntas, dirigidos hacia adelante y hacia arriba; estampa decididamente lechera, huesos finos; cuerpo alargado y de líneas angulosas; paletas finas; panza muy desarrollada; ubre de regular tamaño, con pezones uniformes y desarrollo conveniente; venas mamarias prominentes; cola delgada y corta, con muy poco pelo en la borla y vértebras pronunciadas en su inserción”.
De acuerdo a estas características, es acertada la corta y rústica descripción del Criollo Limonero que usan los ganaderos de la región: “bayo pelón, rabo seco”.
Medidas bovinométricas
Las medidas bovinométricas del ganado Caracú fueron publicadas por Jordãao (1949), las del BON por Botero (1976), las del CCC por Rubio (1976) y las del Limonero por Ríos et al., (1959).
Los datos que se presentan en el cuadro 1 señalan una mayor robustez de la primera raza y una mejor aproximación al tipo lechero de la última. Las informaciones de las razas colombianas son incompletas.
En el cuadro 2 aparecen las medidas de la altura de toros y vacas registradas por la literatura correspondiente. Las medidas del Caracú Caldeano son superiores a las del tipo común de esta raza, probablemente porque se tomaron en un rebaño mejor seleccionado. El CCC es notablemente más alto que el CLV. Botero (1976), estudiando los distintos índices bovinométricos de la raza BON, llega a la conclusión que ésta pertenece más al tipo para la producción de carne que de leche.
Pesos corporales
Todas las razas lecheras Criollas se explotan como ganado de doble propósito. Por esta razón, los pesos al nacer y a distintas edades podrían ser de elevada importancia, al demostrarse su influencia sobre el comportamiento productivo de los animales.
En el cuadro 3 se presenta el peso al nacer de los becerros de razas Criollas lecheras. Es notable la semejanza entre estos pesos. Unicamente los becerros Caracú Caldeano pesan algo mas y los CCC algo menos que los de las restantes razas. La dependencia de distintos factores de los pesos al nacer fue estudiada en la CLAC ( entre otras razas) por Rincón y Muñoz (1966) en cuanto a pesos y edades de las madres, y por Negrón et al.(1976) en cuanto a la duración de la gestación. Bodisco y Morillo (1966) determinaron las correlaciones en el CLV.
Los resultados obtenidos, que aparecen en el cuadro 4, demuestran la influencia altamente significativa del peso de las vacas en el de sus hijos. En cambio, la influencia de las edades es incierta, aunque Pereira et al. (1978) encontraron diferencias significativas en el peso de Caracú Caldeano según los distintos pastos: menor en los nacidos en el primero y mayor en los nacidos entre el tercero y quinto.
Suponiendo que las vacas con el mayor peso al primer parto pueden producir más leche, y que los pesos al nacer podrían ser correlacionados con el primer factor, Verde y Bodisco (1976) estimaron los índices de heredabilidad para los pesos al nacer de becerros CLV machos (0.212) y hembras (0.277) y las correlaciones fenotípica y genética del peso al nacer con el del primer parto de las hembras. El primer coeficiente resulto igual a 0.37 y el segundo a 1.19, superior a la unidad y no confiable.
Teodoro et al. (1978) estimaron la heredabilidad de peso al nacer y al destete en Caracú Caldeano, h2= 0.37 y 0.12 respectivamente, mientras que Lemos et al. (1978) para el peso a los 365 días obtuvieron el h2= 0.13.
Finalmente, Ríos y Bodisco (1962) estudiaron el efecto del peso al nacer sobre el crecimiento de hembras CLV y llegaron a la conclusión de que los becerros con pesos menores al 80% del promedio (26.8 kg) tienen poca posibilidad de convertirse en animales de mayor utilidad.
Para ilustrar el crecimiento del ganado Criollo lechero, en el cuadro 5 se presentan los pesos a distintas edades observados por diferentes investigadores. Indudablemente, la raza Caracú es la mas precoz, aunque los máximos pesos de BON a los 12 meses de edad también son satisfactorios.
Algunos autores determinaron el incremento diario de peso en distintos períodos de crecimiento y en diferentes condiciones. Así, Jordão y Santiago (1942) obtuvieron en el Caracú un incremento de 634 g/día hasta la edad de 6 meses en los machos, y de 563 g/día en las hembras; los mismos incrementos, hasta los 12 meses de edad, fueron de 624 y 584 g/día, respectivamente. Maltos et al. (1962) estudiaron el efecto de la estación climática sobre el crecimiento de becerros CLC. El mejor trimestre, según este estudio, fue el de marzo-mayo, con 441 g/día, y el peor, diciembre–febrero, con 270 g/día.
La heredabilidad del crecimiento en el período que va del nacimiento al destete, determinada por Pereira et al. (1978) para el Caracú Caldeano, resultó muy baja (0.10).El crecimiento fue afectado por el mes de nacimiento (mayor en el período de enero a julio y menor en el resto del año), edad de las vacas (menor en primerizas, mayor en las de tercer parto) y sexo del becerro (mayor en machos).
Según Botero (1976), J.D. Acosta analizó los incrementos diarios de peso en machos y hembras BON, obteniendo 0.400 y 0.250 kg respectivamente. Lamentablemente, no se menciona el período a que corresponde este estudio.
En el cuadro 6 se exponen los pesos promedio de los animales adultos. Se nota que la raza Caracú es mucho más pesada que los demás tipos Criollos, siendo poca la diferencia entre los demás. Los pesos algo mayores en vacas CLV se deben probablemente a la mejor atención prestada a estos animales en el Centro de Investigaciones de Maracay.
La influencia de los factores ambientales sobre el peso de las vacas CLV fue demostrada por Bodisco y Pacheco (1962), que obtuvieron promedios de 391 kg en el período seco, significativamente inferiores a los 404 kg en el período lluvioso.
En el mismo Centro de Investigaciones se estudiaron en tres oportunidades los pesos de vacas CLV en distintos partos. Los resultados obtenidos se registran en el cuadro 7. Se nota una notable semejanza entre los datos de las tres columnas, siendo de mayor precisión los promedios de la tercera porque proceden de las mismas vacas. El crecimiento, muy elevado entre el primero y el segundo parto, disminuye en los períodos posteriores y se hace insignificante a partir del tercero. Desde el primero al cuarto parto, las vacas aumentaron su peso en un 26.3%.
El efecto del peso sobre la producción lechera fue estudiado en CLV por Magofke y Bodisco (1966).El peso solo influyó en la primera y segunda lactancia, con coeficientes de regresión iguales a 9.55 kg y 2.63 kg respectivamente.
Algunos autores estudiaron la influencia de la duración del período seco en vacas Criollas. Dindart y de Alba (1963) observaron diferencias entre los aumentos de peso en este período en vacas CLAC: fue mayor en el trimestre mayo–julio (546 g/día) y menor en noviembre–enero (255 g/día). Bodisco y Pacheco (1962) demostraron que la influencia de la duración del período seco sobre el peso al parir de las vacas CLV es altamente significativa, pero la interdependencia de estos dos factores en relación a la producción de leche no fue estudiada.
Producción de leche
Existen algunos datos sobre la producción de leche en las cinco razas Criollas lecheras; se presentan en el cuadro 8. Estudios detallados sobre la productividad y su dependencia de los principales factores endógenos y exógenos fueron realizados solamente para las razas BON, CLAC y CLV.
En el cuadro 8 llama la atención el mal comportamiento productivo de las razas colombianas; aunque ambas se explotan con doble finalidad, los promedios obtenidos por distintos autores son bastante bajos.
Los cálculos realizados en numerosas oportunidades sobre los posibles rendimientos diarios de vacas que pastorean en potreros tropicales sin riego y suplementación, señalan que la producción de 4–5 kg/día es normal en tales condiciones. Aparentemente, la corta duración de las lactaciones es la principal razón del bajo rendimiento de las razas BON y CCC, puesto que Pearson et al.(1968) encontraron una correlación altamente significativa entre los dos factores. Probablemente, los Criollos colombianos se secan en el período de escasez de pastos, lo que les impide demostrar su verdadera capacidad genética de producción.
Según las publicaciones de Botero (1976) y Rubio (1976), las vacas BON y CCC, con lactancias más largas (246 y 266 días respectivamente), presentaron rendimientos muchos mas elevados.
Los datos del cuadro 8 elencan los promedios obtenidos en los rebaños estudiados, pero existen informaciones sobre algunas vacas con rendimientos notablemente superiores. Así, de Alba (1960) encontró entre vacas Caracú Caldeana a la “Barbasena” con una producción de 3 386 kg, y a la “Barre Grande”, con 3 567 kg, esta última con un solo ordeño diario. Entre las vacas CLAC y CLV son bastante frecuentes los animales con rendimientos mayores a los 3 000 y hasta 4 000 kg/lactancia. Es indudable que las razas Caracú Caldeana, CLAC y CLV representan un valioso material para la producción de leche en el trópico.
La influencia de los distintos factores endógenos y exógenos sobre la productividad lechera de las razas BON, CLAC y CLV fue investigada por distintos autores.
El efecto de la edad de las vacas, reflejado en los números de partos, fue estudiado por Pearson et al. (1968) en BON; por Rubio (1976) y por Ríos y Bodisco (1962) en CCC, ordeñadas con ternero; por Magofke y Bodisco (1966) y Bodisco et al.(1968) en CLV. Los primeros cuatro trabajos fueron realizados en base a todos los registros disponibles, mientras que el último se refiere a los mismos animales observados durante las cuatro lactaciones consecutivas. Los resultados se presentan en el cuadro 9.
La lectura de estos datos otra vez llama la atención sobre la baja productividad del BON y el CCC, la satisfactoria del CLV. Un comportamiento parecido al de este último fue observado por Magofke et al. (1966) también en el CLAC, pero los autores lo expresaron en forma de diferencias entre las lactaciones consecutivas, sin presentar el promedio de la primera. De acuerdo a estos datos, las vacas CLAC aumentan la producción hasta el cuarto parto y la disminuyen paulatinamente en los partos posteriores. El mismo fenómeno se observa en la población estudiada por Ríos y Bodisco (1962), mientras que según los datos de Magofke y Bodisco (1966) y los correspondientes al BON, el incremento sigue para la última raza. Los mayores rendimientos se observan en las vacas con 7 partos.
Un resultado completamente contrario fue registrado por Bodisco et al. (1968).Las vacas con lactaciones consecutivas apenas aumentaban su producción, alcanzando el máximo en la tercera lactación y disminuyendo los rendimientos en la cuarta. Entre las lactaciones, incluyendo la primera, las diferencias en los rendimientos no fueron significativas.
Comportamiento similar se observa también en las vacas CCC, estudiadas por Rubio (1976), donde los niveles alcanzados en la primera lactación disminuyeron en la segunda y tercera y apenas aumentaron en las dos posteriores. En la sexta y séptima lactación el aumento fue notable (1 070 y 1 135 kg) pero se observo en muy pocas vacas (14 y 5 respectivamente).
La contradicción de estos resultados con los obtenidos por otros autores puede ser explicada parcialmente por la diversa duración de los estudios que en el caso del BON se prolongaron ochos años, y en el del CLV, diez. Indudablemente, la selección aplicada a los rebaños estudiados, con la eliminación de vacas poco productivas, favoreció los rendimientos en las lactancias sucesivas. A la vez, en el estudio de Ríos y Bodisco (1962), realizado en un rebaño recién adquirido, el incremento de la producción registrado desde la segunda lactación fue insignificante. Aparentemente, las vacas CLV aumentan muy poco su productividad.
La producción en alto grado de leche por lactación depende de la duración de esta última. En el cuadro 8 se presentan los promedios correspondientes. Se nota que solamente la raza Caracú llega sin dificultades a producir durante 10 meses. Todas las demás razas tienen lactaciones cortas. En este aspecto se destacan las colombianas, que, según la mayoría de los estudios, se secaron a los 5 meses, mientras que las Criollas centroamericanas y venezolanas lo hacen a los 8–9. Aparentemente, el sistema de manejo que se empleaba en las décadas pasadas, con el servicio de monta libre - realizado generalmente durante el primer celo después del parto, disminuyendo la duración del intervalo hasta la próxima parición - podría ser una de las causas de las lactaciones cortas en el Criollo.
El comprobado efecto fenotípico de la duración de la lactación sobre la producción, observada por numerosos autores (Abreu et al., 1972; Bodisco et al.(1966 y 1968); Lemka et al (1973), Magofke et al. (1966), Pearson et al. (1968), Perozo et al. (1977), sugiere la posibilidad de considerar ese factor como un elemento de primordial importancia desde el punto de vista de la selección.
En el cuadro 10 se presentan las duraciones de lactaciones consecutivas, cuyos rendimientos fueron estudiados en el cuadro 9. La correlación entre los datos de los dos cuadros es notable.
La influencia de otros factores sobre la producción fue estudiada en las razas BON, CLAC y CLV. En la primera raza (Pearson et al., 1968); el efecto de ano de parto no fue significativo, pero las vacas que iniciaban la producción en las estaciones climáticas favorables producían más que las paridas en las estaciones adversas. Los peores rendimientos fueron observados en las vacas paridas durante la estación de fuertes lluvias, correspondiente a los meses de octubre y noviembre.
En la raza CLAC, estudiada por Magofke et al.(1966) y Maltos y Cartwright (1971), el efecto de las estaciones climáticas no resulto significativo, como tampoco lo fue para el ganado CLV (Abreu et al., 1972 ; Magofke y Bodisco, (1966). Sin embargo, el estudio de los promedios diarios de la producción realizado por Bodisco et al.(1966) en esta raza, demostró que el período de sequía (de enero a abril) afecta notablemente los rendimientos y las curvas de lactancia de las vacas, observándose un desarrollo normal de la producción sólo en animales paridos en el período mayo–diciembre.
El efecto de ano de parto solo resultó significativo en el estudio de Abreu et al.(1972) realizado con el CLV.
Las edades de las vacas al producirse el primer parto se observan en el cuadro 11.La raza más precoz es la CLAC, seguida por la CLV y CCC. Las vacas BON y Caracú comienzan su vida productiva con un notable atraso.
La edad al primer parto no demostró ejercer un efecto lineal sobre la producción en la primera lactación de las vacas BON (Pearson et al., 1968) y no fue significativa en las CLAC (Magofke et al., 1966; y CLV (Magofke y Bodisco, 1966). En esta última raza también fue estudiado el efecto del peso de las vacas al parir sobre los rendimientos lácteos, que resulto significativo para la primera y segunda lactación (Magofke y Bodisco, 1966).
Pearson et al. (1968) estimaron el índice de heredabilidad para la edad al primer parto en las vacas BON, relativamente alto : h2 = 0.38, mientras que el mismo índice obtenido por Pereira et al.(1978) para el Caracú (0.153) resultó más cercano al observado en razas lecheras especializadas.
La duración del período seco previo al parto fue determinada para el ganado BON, CCC (Lemka et al., 1973), CLAC (Magofke et al., 1966), y CLV (Abreu et al., 1972; Magofke y Bodisco 1966; Perozo et al., 1977), obteniéndose los resultados del cuadro 12.Los CLV se comportaron en este aspecto peor que las CLAC y las vacas de la estación experimental de la región del Río Limón (Abreu et al., 1972) peor que en Maracay (Magofke y Bodisco, 1966) donde los factores climáticos y los sistemas de alimentación y manejo fueron superiores. Sorprendentemente, las vacas de fincas particulares (Perozo et al., 1977) se comportaron mejor que en las estaciones experimentales.
Los períodos secos medidos por Lemka et al.(1973) en las razas colombianas resultaron sumamente prolongados, guardando una relación inversa con la corta duración de las lactaciones observadas por estos autores en vacas BON (73 días) y CCC (157 días).
En ninguno de los estudios realizados la duración del período seco tuvo efecto sobre la duración y el rendimiento de la lactación sucesiva. Maltos et al.(1962) observaron los incrementos diarios del peso durante los períodos secos en las vacas CLAC, pero no determinaron su influencia sobre la producción.
Otro factor de gran importancia para la producción es el sistema de ordeño que se aplica a las vacas Criollas. Desde su introducción en el continente americano, las vacas se ordeñan en presencia de sus becerros, factor fundamental para el “apoyo” o la bajada de la leche en la ubre. Las vacas acostumbradas a esta práctica no aflojan la musculatura y no entregan toda la leche durante el ordeño, si el becerro no esta presente. Todavía no se ha reunido una información convincente sobre la razón de este fenómeno. Se supone que pesa la dependencia genética, porque entre las novillas que se criaron en becerreras y no fueron utilizadas para el “apoyo” de sus madres, siempre se encuentran ejemplares que no bajan la leche sin la presencia de sus hijos. El efecto del “apoyo” con becerro en la raza BON fue observado por Zapata (1970) y la producción de vacas “apoyadas” resultó superior a las ordeñadas sin becerro: 573 kg contra 491, respectivamente.
Rubio (1976) publico un estudio más detallado, relativo a las vacas CCC. Estos animales, ordeñados sin la presencia de sus becerros durante el período 1967–72, producían 768 kg de leche en 177 días de ordeño. Las vacas contemporáneas, apoyadas por los becerros, rendían en el mismo período 996 kg en 266 días.
Maltos (1962), probando toros CLAC, observo que un promedio de 26.6% de novillas, hijas de distintos toros, no “apoyaban” sin la presencia del becerro. En un trabajo similar realizado con CLV, Ríos y Bodisco (1962) obtuvieron un porcentaje similar: 25.5%.
Suponiendo que la capacidad productora de las novillas puede influir sobre el problema del “apoyo”, Carnevali y Bodisco (1966), durante la segunda lactación, ordeñaron con la presencia del becerro a las vacas CLV que en la primera no “apoyaron”. Las producciones fueron comparadas con las obtenidas en vacas contemporáneas que no presentaron problemas desde el primer parto. Los resultados se presentan en el cuadro 13.
Las vacas del grupo “B” que fracasaron en la primera lactación debido a la aparente ausencia del becerro aumentaron la producción en la segunda, pero sin llegar a rendimientos satisfactorios comparables a los del grupo “A”. Los autores opinan que la ausencia del becerro durante el ordeño afecta en mayor grado a las novillas con poca capacidad productora y que este factor puede ser considerado como un criterio de selección en CLV.
(a) Porcentaje de la grasa
El ganado Criollo es un buen productor de grasa en la leche, como indican los datos del cuadro 14. Los porcentajes mas notables se observan en vacas Caracú y BON. Sin embargo, el menor porcentaje de grasa observado en CLV, de 4.55%, es más que satisfactorio.
El contenido de la grasa en la leche no sufre cambios notables durante la vida productiva de la vaca, siendo insignificantes las diferencias entre distintas lactaciones (Bodisco et al., 1968; Magofke y Bodisco 1966; Pearson et al., 1968). Las vacas con mayores rendimientos tienden a disminuir los porcentajes de la grasa, sin que esta correlación se haya comprobado estadísticamente (Bodisco et al., 1968); Pearson et al., 1968). Los factores ambientales aparentemente no afectan el contenido de grasa en la leche, aunque Magofke et al., (1966) encontraron diferencias significativas en vacas CLAC paridas en distintas épocas.
Se ha prestado muy poca atención a los demás componentes de la leche producida por vacas Criollas. En toda la literatura consultada solamente figura un trabajo de Bateman y de Alba (1961), que estudiaron el contenido en proteínas y encontraron que las vacas CLAC producen un porcentaje mayor (3.59%) que las Jersey, Pardo Suizas y mestizas de Turrialba, Costa Rica.
(b) Parámetros genéticos
Los parámetros genéticos para la producción de leche fueron estimados en el ganado BON (Pearson et al., 1968;, CLAC (Alvarez et al., 1977 ; Magofke et al., 1966 ) y CLV (Magofke y Bodisco, 1966). Los resultados obtenidos se presentan en el cuadro 15.
Los índices de heredabilidad para los rendimientos - 0.245 en CLV, 0.250 en CLAC, y 0.52 en BON - señalan que la selección para el mejoramiento de este carácter tiene muy buenas posibilidades en la ultima raza, siendo menor y comparable a las razas europeas especializadas en las primeras dos. Solamente difiere el índice estimado por Magofke et al.(1966) en CLAC. igual a 0.158.
Los índices de repetibilidad son elevados y sorprendentemente uniformes entre las tres razas, si no se toma en cuenta el estudiado por Alvarez et al., (1977), que sólo asciende a 0.320.
La duración de la lactancia, según los índices estimados, no es un carácter hereditario, puesto que en las vacas CLAC el índice resulto sumamente bajo (0.009) y en CLV, negativo. Indudablemente, el efecto de los factores ambientales y, entre ellos, el “apoyo” con becerro, que no se practicó para las novillas en ambas razas, fueron determinantes en estas estimaciones. No obstante, los índices de repetibilidad para este carácter resultaron relativamente elevados: 0.458 en CLAC y 0.365 en CLV.
Los porcentajes de la grasa se heredan mejor en CLAC (h2 = 0.364) que en CLV (h2 = 0.229), siendo los índices de repetibilidad también mejores en la primera raza (0.523 contra 0.212, respectivamente).
En general, los parámetros genéticos obtenidos para el ganado Criollo deben ser considerados con cierta reserva, por haberse estimado en las tres razas en base a pocos registros y con números limitados de medias hermanas.
(c) Mejoramiento anual genético
El mejoramiento anual genético fue determinado en dos oportunidades para el rebano CLAC en Turrialba, Costa Rica (Alvarez et al., 1977; Magofke et al., 1966) y una vez para el rebaño CLV en Maracay, Venezuela (Magofke y Bodisco, 1966). En todas las estimaciones se uso el método de Rendel y Robertson (1950) para las poblaciones cerradas, según el cual el máximo mejoramiento posible es igual al 1% anual.
Los resultados obtenidos, que aparecen en el cuadro 16, son algo bajos en la primera estimación de CLAC (0.434%) pero muy satisfactorios en la segunda (0.613%) y en CLV (0.626%). Los resultados podrían ser aún mejores si se practicara en los rebaños la selección de vacas, eliminando las malas productoras y sus descendientes, lo que no se efectuó en forma suficiente. Básicamente, el mejoramiento genético se logró por la selección de toros, hijos de mejores madres.
La diferencia entre los dos resultados logrados en Turrialba se debe al mayor número de registros disponibles para el segundo estudio (Alvarez et al., 1977), realizado a los 25 años del inicio de la selección.
En general, los datos obtenidos son muy satisfactorios e indican que la selección en estas dos razas tiene buenas perspectivas. No obstante, es necesario señalar que con este ritmo de mejoramiento genético, los rebaños CLV, para llegar a rendimientos anuales de 2 500 kg necesitan 30 años de trabajo, y los CLAC, 64. Al mismo tiempo, los 2 500 kg/vaca/ lactación se obtienen con relativa facilidad en el primer cruce con toros Holstein y Pardo Suizos, siempre y cuando los sistemas de alimentación y manejo sean adecuados.
(d) Pruebas de la potencialidad genética de los toros
Pruebas de la capacidad genética de los toros Criollos fueron realizadas en los rebaños CLAC en Turrialba (de Alba et al., 1964; Maltos et al., 1961 y 1962) y CLV en Maracay (Ríos y Bodisco, 1962). En ambos casos, el corto número de vacas disponibles fue el factor que limitó los trabajos.
Resumiendo los resultados obtenidos, de Alba y Muñoz (1964) señalan los obstáculos iniciales para la prueba de toros en poblaciones experimentales: consanguinidad, pocas vacas disponibles, escaso número de medias hermanas obtenidas.
En la actualidad, en la región del Río Limón (estado de Zulia, Venezuela), donde existen numerosos rebaños particulares del ganado CLV, la Estación Experimental de Carrasquero conduce un programa de prueba de la potencialidad genética de los toros mediante el uso de la inseminación artificial.
La reproducción
En alto grado, la producción láctea de los vacunos depende de su fertilidad, puesto que los prolongados períodos de vacía y los intervalos entre partos disminuyen los números de lactaciones y la producción de por vida.
Los datos de los cuadros 17 y 18 demuestran claramente que la fertilidad de las vacas Criollas lecheras es muy buena y constituye una de las características mas importante de este ganado, puesto que la eficiencia reproductiva de las razas europeas y de sus mestizos en condiciones tropicales y subtropicales es muy baja (Abreu et al., 1972; Bodisco y Mazzari , 1962; Bodisco et al., 1968; Carmona y Muñoz, 1966; Domingues, 1961; Hill, 1967;Ríos y Bodisco, 1962).
Según las investigaciones realizadas en Turrialba (Carmona y Muñoz, 1966), la raza Jersey debe ser exceptuada de esta afirmación: su fertilidad es similar a la de CLAC.
En el cuadro 17 se presentan los promedios de duración de los períodos de vacía (desde el parto hasta la fecundación) y del número de servicios necesarios para lograr la preñez, en vacas de distintas razas.
Tanto las vacas CLAC como las CLV en su región de origen (Rincón et al., 1972) fueron fecundadas a los 31/2 meses del parto. En Maracay (Bodisco y Mazzari, 1962), las novillas de esta última raza se comportaron en forma similar, pero las vacas adultas prolongaron este período por más de cuatro meses. Probablemente las lesiones sufridas en sus aparatos genitales durante las preñeces anteriores fueron la causa de este fenómeno.
El número de servicios necesarios para lograr la gestación fue muy similar en todos los rebaños estudiados y muy satisfactorio, ya que osciló entre 1.4 y 1.6 servicios.
En el cuadro 18 se presenta la duración de los intervalos entre partos observados en las vacas Criollas lecheras. Casi todos los intervalos que aparecen en este cuadro son muy satisfactorios; indican que las vacas Criollas lecheras generalmente producen un becerro e inician una nueva lactación cada 13 meses.
La excepción es la raza CCC, cuyo intervalo entre partos oscila entre 422 y 433 días. La reproducción, muy satisfactoria, del CLV en su región de origen, ubicada relativamente cerca del área de distribución del CCC, así como la gran similitud fenotípica entre estos animales, que permite suponer su parentesco, ponen en duda que sea hereditaria la razón de la baja fertilidad de la raza colombiana, y evocan la sospecha de que los sistemas de alimentación, manejo y protección sanitaria son la causa primordial de sus intervalos prolongados.
Los 419 días de intervalo en la raza BON que menciona Botero (1976) están en contradicción con los 352 días registrados por Pearson et al. , (1968) y los 382 días observados por Lemka et al., (1973).
Aún peor se comporto el ganado Caracú Caldeano. Para explicar su prolongado intervalo de 440 días será necesario esperar la publicación del trabajo completo de Pereira et al.(1978), puesto que el resumen solo contiene constantes de los efectos fijos y aleatorios, sin discusión de los resultados obtenidos. La heredabilidad del intervalo entre partos obtenida por los autores mencionados resultó algo elevada (0.12).
El intervalo entre partos se compone de dos períodos del ciclo reproductivo: el de vacía y el de gestación. Mientras la duración del primero depende en alto grado de los factores exógenos, el segundo primordialmente refleja los caracteres hereditarios, a los cuales se suma el sexo del becerro engendrado.
Las duraciones de gestación que se presentan en el cuadro 19 señalan la similitud de este carácter entre distintas razas Criollas lecheras y su semejanza con las razas europeas (Bodisco y Mazzari, 1962; Negrón et al., 1976). A la vez, las gestaciones de las vacas Criollas son notablemente menos prolongadas que en el Cebú (Domingues, 1961).
Es notorio también que, al igual que en otros tipos de ganado, los becerros machos Criollos necesitan una mayor prolongación de su vida embrional.
La influencia de distintos factores sobre la fertilidad de las vacas Criollas fue estudiada en el ganado BON por Pearson et al.(1968). Aunque las vacas presentaron intervalos muy cortos después de los primeros dos partos (360 y 339 días, respectivamente), fueron bastante prolongados después de los partos posteriores (414, 440, 413 días). Los autores no registraron efectos significativos de la edad de las vacas sobre el intervalo entre partos. Lamentablemente, la probable influencia de otros factores sobre la fecundidad no fue investigada en este trabajo.
En Turrialba, Costa Rica, Carmona y Muñoz (1966) observaron una diferencia significativa en el intervalo entre partos comparando diferentes razas (el de CLAC similar al de Jersey, y ambos mejores que el de Pardo Suiza), distintas lactaciones (el intervalo entre la quinta y la sexta es mayor que los demás), y la interacción de estos dos factores. El mismo resultado se obtuvo al estudiar el número de servicios necesarios para lograr la preñez.
De Alba (1960) investigó la influencia del ordeño con ternero sobre el desarrollo de los ciclos sexuales en las vacas CLAC y encontró que en las vacas “apoyadas”, el primer celo aparecía a los 108 días del parto, mientras que en las vacas ordeñadas sin becerro, a los 63 días.
Bodisco y Mazzari (1962) observaron en las vacas CLV una mayor fertilidad de las primerizas (109 días de vacía) que de las de dos y cuatro partos (123 y 138 días respectivamente), aunque similar a la del tercer parto (114 días). Este estudio señala que los períodos de vacía se acortan en la estación lluviosa, caracterizada por la abundancia de pastos frescos, y se prolongan en la seca, pero sin una diferencia significativa de los promedios (134 contra 124 días en vacas adultas, y 126 contra 96 días en las primerizas). El efecto de años de parto tampoco fue significativo.
Resultados similares se obtuvieron en el mismo ganado criado en su región de origen, donde los animales se mantienen en un régimen pastoril sin suplementación con concentrado (Rincón et al., 1972). Allí, el efecto de años resultó significativo, como lo fue también el efecto de épocas, con el acortamiento del período de vacía en la estación de pleno desarrollo de la vegetación. Como registró el trabajo anterior, las vacas de mayor edad necesitaron más tiempo para lograr su fecundación, con coeficientes de regresión lineal y cuadrática iguales a 8.61 y -0.18 días, respectivamente, por cada 100 días de aumento de la edad.
El número de servicios por concepción, correlacionado estrechamente con los períodos de vacía (r = .703), no fueron influenciados por los efectos de años y épocas del parto, pero las vacas de mayor edad necesitaron más servicios que las jóvenes.
Según un reciente estudio sobre el Caracú Caldeano (Pereira et al., 1978), tanto los años como los meses del parto afectan los intervalos; en las vacas primerizas se observaron los intervalos más prolongados, y en las de 4 partos, los mas cortos. Las madres de becerros machos necesitaron 7.3 días más para lograr su nuevo becerro.
La adaptabilidad
La buena eficiencia reproductiva del ganado Criollo lechero demuestra claramente su adaptación a las condiciones ambientales, por ser la fertilidad el factor primordialmente afectado por las condiciones adversas. No obstante, existen algunos trabajos que comparan la influencia de ciertos factores ambientales sobre los animales Criollos y los europeos.
De Alba y Sampaio (1957) midieron de día y de noche, en vacas instaladas en una cámara climática, la temperatura corporal y el número de respiraciones por minuto a la temperatura ambiental de 25 y 40.5°C. Las vacas Brahman y CLAC mantenían mejor su temperatura corporal que las Holstein.
González (citado por Rubio, 1976) encontró que en las horas calurosas de la tarde, en el Valle del Sinú, se produce un incremento mayor de la temperatura corporal y delas pulsaciones en las vacas europeas (41.6°C y 156 pulsaciones), que en los CCC (40.2°C y 108 pulsaciones) .
Villares y Berthat (1951) observaron que la glándula sudorípara de los Caracú tiene un diámetro mayor (125) que en el Cebú y Gyr (103), el Guzerat (107) y las razas europeas (Holstein 67, Guernsey 78).
Bodisco y Carnevali (1960), estudiando la mortalidad de los becerros CLV y Pardo Suizos, detectaron que hasta la edad de 12 meses y en igualdad de condiciones, murió el 17.4% de los primeros y el 31.1% de los segundos. Es un hecho notable que los becerros CLV neonatales murieran en mayor cantidad durante su permanencia en becerreras individuales (43%) que al ser sacados a los potreros a la edad de 8 meses (32%). En las Pardo Suizas estos porcentajes fueron exactamente inversos (32% y 43%, respectivamente), indicando su menor resistencia a los efectos directos del clima tropical.
Maltos et al.(1968–70) observaron que los becerros CLAC traspasados de las becerreras a los potreros no disminuían su ritmo de crecimiento, como lo hacían los Jersey y los Cebú × Pardo Suiza.
La mortalidad de los becerros fue también estudiada por Lemka et al.(1973) en BON y CCC. Probablemente debido a los deficientes sistemas de mantenimiento, los porcentajes obtenidos fueron bastante altos: 27% y 21%, respectivamente.
Kugienev (1976), en su viaje por Colombia, observó vacas Criollas de 17–18 años de edad que habían parido 15–16 hijos. Al mismo tiempo, es relativamente difícil encontrar vacas europeas viejas en las regiones tropicales.
Rubio (1976) encontró en un hato de CCC 114 vacas de más de 14 años de edad: cada una de ellas tenía por lo menos 10 partos registrados.
Existen informaciones sobre la buena resistencia del ganado Criollo a los ectoparásitos. Botero (1976) cita numerosos estudios sobre la resistencia de animales BON al nuche ( Dermatobia hominis).
Otro hecho notable es que el ganado Criollo se adaptó perfectamente a los diversos ecosistemas existentes en los distintos países, desde las frías y húmedas alturas de los Andes, hasta las llanuras cálidas y secas. Manlio et al.(1963), estudiando la distribución del Criollo en diferentes regiones de Ecuador, observaron su mayor presencia en las zonas climáticas más adversas: tanto en los páramos (3 000 – 4 000 m snm, con el 78% de la población total) como en la hoya amazónica, cálida y húmeda (con el 93.5% de la población).
Conclusiones
Las informaciones recopiladas en este trabajo señalan claramente el gran valor del ganado Criollo lechero para las regiones del continente americano, donde los factores climáticos y socioeconómicos no permiten explotar animales de razas formadas en las regiones templadas, puras o mestizadas.
Las vacas Criollas, con una capacidad productora de aproximadamente 1 500–2 000 kg/leche/ año, buena fertilidad y eficiencia reproductiva, adaptación al consumo y aprovechamiento de pastos tropicales, su capacidad de recorrer largas distancias en busca de forraje, su alto sentido maternal, su tolerancia y resistencia a los factores climáticos adversos y a las enfermedades tropicales, constituyen el mejor tipo de ganado para las rústicas condiciones reinantes en las fincas lecheras de la mayor parte de la América tropical, donde los animales son mantenidos exclusivamente bajo el régimen pastoril y las explotaciones siguen rigiéndose según los métodos tradicionales.
Estas condiciones del Criollo lechero aconsejan recomendar su conservación y perfeccionamiento en las regiones donde se agrupa en rebaños numerosos y el mejoramiento de las condiciones ecológicas y socioeconómicas de las explotaciones es lento y no puede ser acelerado.
Es necesario destacar que, en estos rebaños, el incremento de la producción por los métodos de selección es poco eficiente, y que alcanzar niveles productivos similares a los del ganado europeo puro o altamente mestizado es imposible. También es importante señalar que la intensificación del mejoramiento por intercambio de material genético (reproductores, semen de toros probados) entre los distintos países, resulta muy difícil por los controles sanitarios existentes. Lamentablemente, los dos países que cuentan con las razas lecheras más prometedoras, el Caracú en Brasil y el CLV en Venezuela, están infectados por la fiebre aftosa.
El muy limitado número de vacas Criollas lecheras conservadas en distintos países impide la rápida propagación de este ganado en las regiones que poseen las condiciones adecuadas. La única posibilidad de influir con el ganado Criollo en el mejoramiento de la producción de leche reside en el uso de toros seleccionados para los cruzamientos con otros tipos de animal. Lamentablemente, ninguno de los países interesados realizó los estudios del caso, cuyos resultados podrían convencer a los ganaderos de que deben utilizar toros Criollos o su semen para mejorar la producción de sus fincas. Es muy recomendable iniciar las investigaciones respectivas, comparando los distintos efectos del cruzamiento de vacas mestizas predominantes en distintas regiones con los toros Criollos, Cebú y europeos, tomando en consideración todos los aspectos de la explotación en las fincas de doble propósito y poniendo el acento en los costos de producción de leche y carne por los mestizos y en el balance económico definitivo.
Cuadro 1. Medidas bovinométricas en cm
Medidas | Razas | ||||
Caracú a | BON b | CCC c | CLV d | ||
Altura | |||||
cruz | 128 | 123 | 122 | ||
dorso | - | - | - | 122 | |
lomo | - | - | - | 124 | |
sacro | - | 122 | - | 128 | |
cola | 136 | 125 | - | 124 | |
nalga | - | - | - | 109 | |
Largo | |||||
cabeza | - | - | - | 47 | |
cuerpo | 147 | 142 | 152 | 143 | |
tórax | - | - | - | 76 | |
grupa | 44 | - | - | 46 | |
Profundidad | |||||
tórax | 67 | 63 | - | 64 | |
Perímetro | |||||
tórax | 187 | 169 | 169 | 165 | |
dactilar | 18 | 17 | 16 |
a Jordâo, 1949;
b Botero, 1976;
c Rubio, 1976;
d Ríos et al., 1959.
Cuadro 2. Alturas de la cruz en cm
Raza | Sexo | Autor | |
Machos | Hembras | ||
Caracú | - | 128 | Jordâo, 1949 |
Caracú Caldeano | 143 | 135 | Domingues, 1961 |
CCC | 138 | 131 | Pinzón, 1952 |
CCC | 139 | 127 | Rubio, 1976 |
CLV | - | 122 | Ríos et al., 1959 |
Cuadro 3. Peso al nacer en kg
Raza | Sexo | Autor | |
Machos | Hembras | ||
Caracú | 27.3 | 26.4 | Jordâo, 1949 |
Caracú | 28.1 | 26.6 | Jordâo et al., 1957 |
Caracú Caldeano | 31.4 | 29.6 | Pereira et al., 1978 |
BON | 28.0 | 26.0 | Pinzón et al., 1959 |
Rodríguez et al., 1971 | |||
BON | 27.1–29.4 | 25.1–28.5 | Botero, 1976 |
CCC | 27.0 | 24.0 | Pinzón et al., 1959 |
CCC | 24.0 | 26.0 | Rubio, 1976 |
CLAC | 28.7 | - | Rincón y Muñoz, 1966 |
CLAC | - | 26.4 | Magofke et al.1970 |
CLV | 28.0 | 26.4 | Ríos, 1962 |
Cuadro 4. Coeficientes de correlaciones para los pesos al nacer
Variable independiente | Raza | |||
CLAC a | CLV b | |||
Machos | Hembras | |||
Peso de la madre | ||||
al nacer | - | 0.29** | 0.13* | |
al parir | 0.473* | 0.29** | 0.26** | |
Edad de la madre | 0.107 | 0.18* | 0.17 | |
Período seco previo al parto | - | 0.00 | 0.00 | |
Duración de la gestación | 0.33** | 0.35** | 0.25** |
* Significativo (P<0.05)
** Significativo (P<0.01)
a Rincón y Muñoz, 1966
b Bodisco y Morillo, 1966
Cuadro 5. Pesos de animales Criollos lecheros a distintas edades en kg
Raza | Edad | Sexo | Autor | |
Machos | Hembras | |||
Caracú | 6 m | 115 | 103 | Jordâo, 1952 |
Caracú | 12" | 239 | 213 | Jordâo, 1949 |
Caracú | 1 año | - | 237 | Jordâo y Santiago, 1940 |
Caracú | 2 " | - | 459 | Jordâo y Santiago, 1940 |
Caracú | 3 " | 467 | Jordâo y Santiago, 1940 | |
Caracú Caldeano | 8 " | 160 | 148 | Pereira et al., 1978 |
Caracú Caldeano | 1 " | 183 | 168 | Lemos et al., 1978 |
BON | 2 m | 48 | 45 | Ospina, 1950 |
BON | 6 " | 96–145 | 85–131 | Botero, 1976 |
BON | 12 " | 179–200 | 149–191 | Botero, 1976 |
BON | 12 " | 160 | 154 | Ospina, 1950 |
BON | 12 " | - | 148 | Gracia, 1947 |
CLV | 8 " | - | 115 | Ríos, 1962 |
Cuadro 6. Pesos promedio de animales adultos en kg
Raza | Sexo | Autor | |
Machos | Hembras | ||
Caracú | - | 522 | Jordâo, 1956 |
Caracú Caldeano | 800–1000 | 500–600 | Domingues, 1961; Hill, 1967 |
Caracú Caldeano | 600–800 | 450–550 | Bodisco, 1960 |
BON | 592 | 359 | Gracia, 1947 |
BON | - | 360 | Ospina, 1950 |
BON | 462–554 | 366–372 | Botero, 1976 |
CCC | 570 | 380 | Pinzón et al., 1959 |
CCC | 532–585 | 380–426 | Rubio, 1976 |
CLV | - | 393 | Ríos et al., 1959 |
CLV | - | 406 | Bodisco y Pacheco, 1962 |
CLV | 477 | Magofke y Bodisco, 1966 |
Cuadro 7. Pesos de las vacas CLV en distintos partos en kg
Parto | a | Autor b | c |
1° | 355 | 358 | 366 a |
2° | 399 | 409 | 406 b |
3° | 430 | 445 | 442 c |
4° | 446 | 456 | 462 c |
a Bodisco y Pacheco (1962)
b Ríos et al., (1959)
c Bodisco et al., (1968).
a, b y c: los promedios señalados con distintas letras son significativamente diferentes (P 0, 05)
Cuadro 8. Producción de leche por vacas Criollas
Raza | Duración de lactación (días) | Producción total (kg) | Autor |
Caracú | 300 | 1 500 | Jordâo, 1949 |
Caracú | 300 | 1 253–1 592 | Jordâo, 1956 |
Caracú | 300 | 1 093–1 543 | Jordâo et al., 1957 |
Caracú Caldeano | 317 | 1 500–1 700 | Domingues , 1961 |
BON | 158 | 634 | Pearson et al., 1968 |
BON | 206 | 450 | Gracia, 1947 |
BON | 126 | 554–756 | Uribe et al., 1978 |
BON | 73–246 | 220–1 129 | Botero , 1976 |
BON | 73 | 221 | Lemka et al., 1973 |
CCC | 126 | 576 | Salazar et al., 1976 |
CCC | 147 | 481 | McDowell , 1971 |
CCC | 93–266 | 296–996 | Rubio, 1976 |
CCC | 157 | 481 | Lemka et al., 1973 |
CLAC | 295 | 1 420 | Maltos y Cartwright 1971 |
CLAC | 274 | 1 760 | Magofke et al., 1966 |
CLAC | - | 1 757–1 797 | Meini et al., 1974 |
CLAC | - | 1 794 | Alvarez et al., 1977 |
CLV (1958–60) | 260 | 1 719 | Bodisco et al., 1972 |
CLV (1960–62) | 260 | 1 611 | Cruz et al., 1972 |
CLV (1968–71) | 274 | 1 678 | Abreu et al., 1977 |
CLV (1977) | 280 | 1 850 | Perozo et al., 1977 |
CLV (Maracay) | 255 | 2 093 | Magofke y Bodisco 1966 |
CLV (Maracay) | 243 | 2 117 | Pereira et al., 1978 |
Cuadro 9. Producción de vacas Criollas en las distintas lactaciones
Lactación | Raza | ||||
BONa | CCCb | CLVc | CLVd | CLVe | |
1a | 143 | 930 | 1779 | 1833 | 2138 |
2a | 207 | 787 | 2108 | 1923 | 2115 |
3a | 264 | 891 | 2152 | 2118 | 2298 |
4a | 347 | 975 | 2275 | 2177 | 2198 |
5a | 433 | 960 | 2228 | 2349 | |
6a | 467 | 2203 | |||
7a | 634 | 2229 |
a Pearson et al., 1968;
b Rubio, 1976;
c Ríos et al., 1959;
d Magofke y Bodisco, (1966);
e Bodisco et al. , 1968.
Cuadro 10. Duración de las distintas lactaciones en vacas Criollas en días
Lactación | Raza | ||||
BONa | CCCb | CLVc | CLVd | CLVe | |
1a | 56 | 224 | 251 | 251 | 277 |
2a | 70 | 260 | 259 | 231 | 243 |
3a | 84 | 265 | 263 | 241 | 251 |
4a | 98 | 292 | 268 | 239 | 244 |
5a | 126 | 286 | 265 | 248 | |
6a | 122 | 261 | |||
7a | 158 | 260 |
a Pearson et al, 1968;
b Rubio, 1976;
c Ríos et al., 1959
d Magofke y Bodisco, (1966);
e Bodisco et al., 1968.
Cuadro 11. Edad al primer parto de vacas Criollas en meses
Raza | Edad al 1er parto | Autor |
Caracú Caldeano | 42.0 | Domingues, 1961 |
Caracú Caldeano | 43.5 | Pereira y Lemos, 1978 |
BON | 40.7 | Pearson et al., 1968 |
BON | 41.0 | Botero, 1976 |
BON | 40.7 | Lemka et al., 1973 |
CCC | 37.8 | Salazar y Huertas, 1976 |
CCC | 37.6 | Rubio, 1976 |
CCC | 39.5 | Lemka et al., 1973 |
CLAC | 33.0 | Magofke et al., 1966 |
CLAC | 34.7 | Alvarez et al., 1977 |
CLV | 36.0 | Magofke y Bodisco, 1966 |
CLV | 35.9 | Bodisco et al., 1968 |
Cuadro 12. Duración de los períodos secos en vacas Criollas en días
Raza | Período seco | Autor |
BON | 303 | Lemka et al., 1973 |
CCC | 258 | Lemka et al., 1973 |
CLAC | 116 | Magofke et al., 1966 |
CLV | 142 | Abreu et al., 1972 |
CLV | 133 | Magofke y Bodisco, 1966 |
CLV | 114 | Perozo et al., 1977 |
Cuadro 13. Efecto comparativo de la presencia del becerro durante el ordeno sobre la producción de leche por su madre (Carnevali y Bodisco, 1966)
Lactación | GRUPO DE VACAS | |||
A | B | |||
Duración días | Producción días | Duración días | Producción kg | |
1a | 265 | 2 092 | 82 | 589 |
2a | 238 | 2 249 | 160 | 1 283 |
Grupo A: ordeno sin becerro en las dos lactaciones
Grupo B: ordeño sin becerro en la
primera lactación y con becerro en la segunda
Cuadro 14. Porcentajes de grasa en la leche de vacas Criollas
Raza | % de grasa | Autor |
Caracú | 4.2 | Jordâo y Santiago, 1940 |
Caracú | 5.0 | Domingues, 1961 |
Caracú Caldeano | 4.8–5.9 | de Alba, 1955 |
BON | 4.6–5.4 | Pearson et al., 1968 |
BON | 4.4–6.1 | Botero, 1976 |
CLAC | 4.6 | Magofke et al., 1966 |
CLAC | 4.6 | Maltos y Cartwright, 1971 |
CLV | 4.55 | Bodisco et al., 1968 |
CLV | 4.55 | Magofke y Bodisco, 1966 |
Cuadro 15. Parámetros genéticos para la producción de leche
Raza | Factor | Indice de | Autor | |
Heredibilidad | Repetibilidad | |||
Caracú Caldearlo | Edad al ler parto | 0.153 | - | Pereira y Lemos, 1978 |
BON | Edad al ler parto | 0.38 | - | Pearson et al., 1968 |
BON | Producción/lactación | 0.52* | 0.63 | Pearson et al., 1968 |
CLAC | Duración/lactación | 0.009 | 0.458 | Magofke et al., 1966 |
CLAC | Producción/lactación | 0.158 | 0.654 | Magofke et al., 1966 |
CLAC | Producción/lactación | 0.250 | 0.320 | Alvarez et al., 1977 |
CLAC | % de grasa | 0.364 | 0.523 | Magofke et al., 1966 |
CLV | Duración/lactación | 0.125 | 0.365 | Magofke y Bodisco, 1966 |
CLV | Producción/lactación | 0.243 | 0.628 | (Lemos et al., 1978 y |
CLV | % de grasa | 0.229 | 0.212 | (Magofke y Bodisco, 1966 |
* Solamente para la primera lactación
Cuadro 16. Mejoramiento anual genético de la producción de leche por vacas Criollas
Raza | Producción/lactación Promedio ajustado | Mejoramiento anual genético | |
kg | kg | % | |
CLACa | 1 712 | 7.43 | .0.434 |
CLACb | 1 794 | 11.0 | 0.613 |
CLVc | 2 093 | 13.1 | 0.626 |
a Magofke et al., 1966;
b Alvarez et al., 1977;
c Magofke y Bodisco, (1966).
Cuadro 17. Fertilidad de vacas Criollas lecheras
Raza | Período de vacía días | Número de servicios por gest. | Autor |
CLAC | - | 1.58 | Carmona y Muñoz, 1966 |
CLAC | 105 | - | Magofke et al., 1966 |
CLV | 113a | - | Bodisco y Mazzari, 1962 |
CLV | 128b | - | Bodisco y Mazzari, 1962 |
CLV | 109 | 1.59 | Rincón et al., 1972 |
CLV | - | 1.45 | Ríos et al., 1959 |
CLV | - | 1.55 | Ríos y Bodisco, 1962 |
Cuadro 18. Intervalo entre partos en vacas Criollas lecheras
Raza | Intervalo días | Autor |
Caracú Caldeano | 440 | Pereira et al., 1978 |
BON | 352 | Pearson et al., 1968 |
BON | 419 | Botero, 1976 |
BON | 382 | Lemka et al., 1973 |
CCC | 422 | Sal azar y Huertas, 1976 |
CCC | 433 | Rubio, 1976 |
CCC | 396 | Lemka et al., 1973 |
CLAC | 390 | Carmona y Muñoz, 1966 |
CLAC | 378 | Alvarez et al., 1977 |
CLV | 372 | Abreu et al., 1977 |
CLV | 376 | Cruz et al., 1962 |
CLV | 387 | Bodisco et al., 1968 |
CLV | 394 | Ríos et al., 1959 |
Cuadro 19. Duración de la gestación en vacas Criollas lecheras en días
Raza | Sexo del nacido | Promedio | Autor | |
Macho | Hembra | |||
Caracú | 287.4 | 286.4 | 286.9 | Jordâo, 1952 |
Caracú | 288.0 | 285.0 | 287.0 | Jordâo, 1956 |
Caracú Caldeano | 287.2 | 285.8 | 286.5 | Pereira et al., 1978 |
BON | - | - | 285.0 | Ospina, 1950 |
BON | - | - | 283.0 | Botero, 1976 |
CLAC | 283.3 | 282.8 | - | Negrón et al. 1976 |
CLV | - | - | 283.3 | Ríos et al., 1959 |
H. Muñoz
O.W. Deaton
La reducción de las poblaciones de ganado indígena o Criollo, con la posibilidad real de que el mundo pueda perder, para siempre, materia genética valiosa, es una de las motivaciones de esta reunión. Antes de examinar algunos datos para evaluar los Criollos y sus cruces, puede ser útil una breve reflexión sobre ciertas tendencias, ampliamente conocidas, relacionadas con la disminución del ganado indígena en América Latina.
Es fácil observar que las poblaciones de Criollo que persisten actualmente están localizadas en áreas poco favorables para la ganadería. Lo característico es que se trate de las zonas mas aisladas en materia de comunicaciones, de tierras cálidas que producen forrajes de baja calidad y donde existen grandes variaciones de producción animal. Los pobladores, por lo general, desarrollan explotaciones de tipo extensivo, de manejo rústico y con poco uso de tecnología, especialmente de registros. Aparte de la rígida adaptación natural, la selección es muy limitada y normalmente persigue fines de doble o triple propósito.
Estas zonas aisladas han sido las menos afectadas por la propaganda masiva y el impacto de las importaciones de ganado, semen y sistemas de producción originarios de zonas templadas y desarrolladas. Es necesario, sin embargo, reconocer el impacto de la introducción del ganado Cebú, aunque su popularidad inicial se basó en su vigor híbrido. La importancia de las características “marcadoras” en materia de color, giba y orejas, ayudó considerablemente a la difusión de esta raza, a expensas de la Criolla.
Las instituciones nacionales e internacionales se esfuerzan muy poco por conservar y majorar los rebaños de ganado Criollo. Como los programas de genética animal requieren muchos años para obtener pocos resultados, es difícil conseguir y mantener presupuestos y personal con miras a evaluar científicamente lo que podría ser un potencial para el futuro. El respaldo político para estos programas resulta generalmente sacrificado en aras de metas y objetivos más inmediatos. Además, los hatos de las estaciones experimentales son normalmente utilizados en ensayos de nutrición, manejo, etc., lo que dificulta la evaluación y produce efectos confusos y difíciles de interpretar.
Hay que admitir que existen muchas falsas ilusiones con respecto a la promoción y mejoramiento del ganado Criollo. Las observaciones e intuiciones en que se ha apoyado la convicción de que es valioso conservar y mejorar ese material genético, no bastan para combatir la propaganda masiva que pregona actualmente la necesidad de importar dicho material.
La culpa de este situación recae en los investigadores activos de la producción animal en América Latina, porque no han sabido sortear, verificar y/o adaptar la tecnología extranjera, y tampoco han logrado desarrollar y difundir sistemas autóctonos basados en los recursos locales. Por ejemplo, en el caso del ganado Criollo, existe la convicción de que la selección natural ha producido animales más aptos y rentables para las condiciones locales. Se ha hablado siempre de la adaptabilidad, rusticidad y resistencia del Criollo; sin embargo, nunca se han desarrollado criterios claros y adecuados para medir estas características y, peor aún, no se ha difundido entre los productores una información capaz de convencerlos de las ventajas económicas de utilizar los rebaños Criollos para apoyar .los argomentos sobre su utilidad.
Mucho tiempo y dinero se han invertido para obtener descripciones de las características físicas y fenotípicas del Criollo, descripciones de poco o dudoso valor, basadas en datos particulares y no representativos. Estos datos, además, generalmente se limitan a observaciones individuales, parcializadas, que no miden ni evaluan las condiciones de manejo, alimentación, etc. En pocas palabras, los estudios son muy incompletos; falta un análisis que considere el rebaño en su conjunto y su sistema de explotación, especialmente económico, proyectado a lo largo de varios años y bajo distintas circunstancias ecológicas, sociales y de mercado.
Lo ideal es que las comparaciones entre razas, líneas o cruces se basen en numerosas observaciones de animales contemporáneos, y se repitan para cada zona ecológica y para cada tipo de explotación socioeconómica. Cuando los precios de los insumos y productos en el mercado juegan un papel mayor, se necesita un nuevo análisis para determinar si son válidas las conclusiones anteriores. Lógicamente, es imposible, por muchas razones, desarrollar sistemas de información completos sobre todas las razas o cruces, ni sobre todas las diversas condiciones ecológicas o económicas existentes.
Sin embargo, es posible realizar un análisis general que permita una visión más amplia y comprensiva de los datos biológicos. Por ejemplo, la comparación de datos de razas y cruces debe ser expresada, para ser más útil, en medidas que se pueden acordar a partir de la estandarización de algunos factores.
La literatura científica puede servir para ilustrar algunas comparaciones interesantes y también ayuda a visualizar más ampliamente el significado de algunos resultados. Este trabajo, además de analizar el comportamiento del ganado Criollo en cruces con otras razas, enfatiza la necesidad de emplear medidas para establecer comparaciones más útiles mediante el uso de parámetros biológicos estandarizados.
Producción de leche expresada en distintas unidades
Generalmente, en la literatura sobre el tema aparecen datos biológicos de producción de leche expresados en distintas unidades, como kg/día y producción por lactancia, que son difíciles de utilizar para hacer comparaciones entre las diversas poblaciones de animales. Para ilustrar este problema, hemos querido reunir datos de producción de leche publicados en Colombia, Venezuela y Costa Rica (Abreu et al. , 1977; Hernández et al. , 1976; Perozo et al. , 1977), que son agrupados en los cuadros 1, 2, 3 y 4. A la información original de estas investigaciones, se le ha añadido el parámetro de kg de producción de leche por año efectivo (KPL/AE), unidad que resulta de la estandarización de la producción de leche de acuerdo a la fórmula siguiente:
KPL/AE = (365/IEP) (kgPL)
Este parámetro expresa la producción de leche por lactancia del animal ajustado (kgPL) multiplicada por el factor que resulta de dividir 365 das por el intervalo entre partos indios (IEP). En los cuadros 1, 2, 3 y 4 podemos observar que es difícil hacer una comparación racional cuando las producciones lácteas provienen de grupos con distintos intervalos entre partos, factor que no solamente define la vida productiva del animal, sino que también puede cambiar el valor de la evaluación que se procura.
Cuadro 1. Datos de Colombia
Grupo racial | № lactación | kg leche/lact. | días IEP | KPL/AE |
Costeño con Cuernos (CCC) | 652 | 396 | 453 | 319 |
Holstein | 162 | 1 950 | 505 | 1 409 |
Holstein por CCC | 187 | 2 000 | 426 | 1 714 |
3/4 Holstein 1/4 CCC | 35 | 1 832 | 579 | 1 155 |
Fuente: Hernández, 1976. |
Cuadro 2. Datos de Colombia 1972–75
Grupo racial | tipo ordeño | № observaciones | kg leche/lact. | IEP | KPL/AE |
3/8 BON 5/8 Jersey | sin ternero | 56 | 1 342 | 396 | 1 237 |
3/8 BON 5/8 Jersey | con ternero | 76 | 1 008 | 396 | 929 |
1/2 BON 1/2 Holstein | con ternero | 34 | 1 144 | 471 | 887 |
Fuente: Hernández, 1976 |
Cuadro 3. Datos de Venezuela, Criollo Limonero, 1972–76
Grupo racial | № observaciones | kg leche/lact. | IEP* | KPL/AE |
Criollo | 869 | 1 897 | 394 | 1 557 |
Predom Criollo | 280 | 1 861 | 402 | 1 690 |
Mestizajes | 755 | 1 791 | 392 | 1 668 |
General | 1 904 | 1 741 | 394 | 1 613 |
Fuente: Perozo et al., 1977 |
* Estimado en base a duración de lactancia y del período seco.
Cuadro 4. Datos de Costa Rica, CATIE, 1949–74
Grupo racial | № lactación | kg leche/lact. | IEP* | KPL/AE |
Criollo (C) | 1 117 | 1 382 | 384 | 1 316 |
Jersey (J) | 433 | 2 180 | 387 | 2 060 |
1/2 C 1/2 J (F1) | 397 | 2 221 | 378 | 2–150 |
Ayrshire por F1 (A) | 58 | 2 468 | 403 | 2 243 |
Rojo Danés por F1 (R) | 30 | 2 112 | 396 | 1 949 |
Fuente: Alvarez, 1977 |
* Estimado en base a duración de lactancia y del período seco.
Una observación que surge al analizar la información de los cuadros anteriores y evaluar la influencia del Criollo en cruzamientos y su comparación con razas puras, es que la falta de información y de parámetros uniformes puede conducir a evaluaciones erradas. Es obvio que si se emplean como únicas medidas la producción de leche en kg/día y la producción de leche por lactación, no se podrán comparar adecuadamente razas y cruces, aunque éstos provengan de animales contemporáneos. Ello se debe a que existen notables diferencias en el comportamiento reproductivo del animal, que pueden cambiar el rango de los grupos raciales cuando se considera la producción de leche por año efectivo, característica estrechamente relacionada con la acción económica.
Un problema semejante al que suscita la información sobre la producción de leche cuando es expresada en distintas unidades, se crea al comparar la producción de distintos grupos raciales cuando existen diferencias de edad al primer parto. Esta falencia en la información puede confundir las comparaciones raciales, minimizando o sobreestimando sus aspectos. En este caso, es posible obtener un parámetro que exprese el intervalo entre partos estableciendo una fecha teórica que represente aproximadamente la edad a la pubertad. Empleando los datos de Costa Rica (Alvarez et al., 1977) se determina por ejemplo que la pubertad se alcanza a los 20 meses y si se toma las edades promedio al primer parto de los diferentes grupos raciales (34.7(C), 32.7(J), 33.3(F), 33.7(A) y 35.7(R), los intervalos entre partos estimados serán de 14.7, 12.7, 13.3, 13.7 y 15.7 meses, respectivamente.
La evaluación de este parámetro puede cambiar el rango de los grupos raciales, ya que indicaría el inicio de la vida productiva; de esta manera, se podría uniformar la medida de la producción de leche durante la primera lactación del animal.
Diferencias de edad entre grupos raciales
Las diferencias de edad pueden confundir las comparaciones realizadas entre vacas con el promedio de los grupos. Cuando se dispone de abundante información, es factible hacer comparaciones entre animales contemporáneos y del mismo parto. Pero para evaluar el ganado Criollo y sus cruces, en la mayoría de los casos las observaciones son muy pocas y esta misma información es, además, incompleta. Para evaluar los diferentes grupos raciales es necesario referir las producciones de distintas edades a una base comían, como edad adulta equivalente. Sin embargo, sería erróneo recurrir a factores obtenidos en zonas templadas para ajustar datos registrados en el Trópico, aunque se refieran a las mismas razas para las cuales fueron desarrollados en otras áreas.
En la figura 1 se puede observar el diverso comportamiento de distintos grupos raciales en Costa Rica (Meini, 1973), en tres edades diferentes de la vida productiva del animal. Este gráfico indica que el Criollo y la F1 tienen una tendencia similar a incrementar la producción a medida que aumenta la edad, aun cuando sus niveles de producción son diferentes, mientras que el Jersey inicia su producción lechera en ascenso pero, a partir de los 54 meses de edad, ésta comienza a disminuir. La información también indica la conveniencia de desarrollar en el propio medio los factores de ajuste que permitan evaluar distintos grupos raciales con producciones obtenidas en edades diferentes.
Fig. 1 Curvas para ajuste de edad. CATIE, 1973(5)
Porcentaje de grasa y peso de los grupos raciales
Estos dos parámetros son también importantes para la evaluación de los grupos raciales; sin embargo, existe una gran deficiencia de información sobre ambos en la literatura dedicada al tema.
Como la mayoría de las razas Criollas y sus cruces son productoras de leche con un alto contenido de grasa, y este es bajo en las razas europeas, es obvio que las comparaciones deben incluir la cantidad de grasa como medida para equilibrar los promedios de producción de leche de los diversos grupos. La evaluación requiere ajustar el contenido de grasa de la leche a un 4 por ciento, o expresar la grasa por lactancía o grasa/año efectivo.
En la información obtenida en Turrialba (cuadro 4), los porcentajes promedio de grasa para los diferentes grupos raciales son de 4.9(C), 4.8(J), 4.7(F1), 4.4(A) y 4.4(R).Tomando en cuenta la producción de leche por año efectivo (KPL/AE), la producción de grasa por año efectivo asciende a 64, 99, 101, 99 y 36 kg, respectivamente, para los diferentes grupos raciales. Limitarse a analizar los meros porcentajes, puede conducir a errores al evaluar la producción de grasa de los distintos grupos raciales. La grasa y la proteína son de importancia nutricional; sin embargo su importancia económica sólo depende del mercado y no existen estímulos que el productor procure obtener para leche con más contenido de grasa.
Las comparaciones entre grupos raciales de distintos pesos vivos no reflejan la eficiencia biológica y económica. Es necesario considerar la producción de leche por año efectivo ajustándola al peso metabólico del animal (kg peso vivo). Esta conversión es una estimación cruda de la eficiencia, pero permite comparar los promedios. La mayoría de los animales Criollos y sus cruces tienen un peso promedio intermedio en comparación con las razas europeas. El cuadro 5 presenta un ejemplo teórico que puede ilustrar el problema.
Cuadro 5. Retornos y relaciones económicas para vacas de distinto peso y niveles de producción
Peso vivo kg | Producción de leche en kg | Todas producciones combinadas | ||
1 500 | 2 000 | 2 500 | ||
350 | -24* (-6) | -6 (+18) | +15 (+22) | -5 (+7) |
450 | -20 (-15) | +1 (+1) | +22 (+14) | +1 (0) |
550 | -17 (-21) | +4 (-7) | +25 (+5) | +4 (-7) |
Todos pesos combinados | -20 (-14) | -1 (0) | +21 (+14) | 0 (0) |
* Eficiencia económica, c/ kg MS en %
En el cuadro 5, las cifras sin paréntesis expresan el porcentaje relativo de la venta de leche, crías y vacas de desecho, en relación al promedio de los nueve grupos. Las cifras entre paréntesis expresan el porcentaje relativo de la relación ingresos/kg M.S. entendida como estimación del ingreso neto y como índice de alimentación.
Este parámetro subraya que es importante considerar el peso vivo del animal y su producción de leche en la evaluación de los distintos grupos, ya que ambos factores están directamente relacionados con los retornos económicos, que interesan especialmente al productor. De acuerdo a la información disponible, el ganado Criollo y sus cruces presentan pesos intermedios, y producciones de leche que oscilan entre los 2000 y 2 500 kg (Abreu et al., 1977, Alvarez et al., 1977, Hernandez et al., 1976, Perozo et al. , 1977). Esta información indica igualmente que, al considerar los distintos grupos raciales con vistas a la producción de leche, los de mayor peso deben ser descartados, a menos que compensen ese hecho con una producción de leche mayor. Sin embargo, en las explotaciones de carne o de doble propósito, el rendimiento de los tipos de mayor tamaño puede ser igual, e incluso mejor, en relación a su peso.
Parámetros económicos como medidas de evaluación integral
Hay absoluta carencia de parámetros que permitan evaluar los grupos raciales desde el punto de vista económico, aunque este sea decisivo para que el productor elija una raza determinada y una tecnología conducente al fin de mejorar su explotación. La información sobre costos y retornos reales de un hato completo es imprescindible para evaluar los diferentes grupos. Estos parámetros reflejan la producción, reproducción, mortalidad, mantenimiento de vacas secas y los costos de todos los reemplazos.
En Turrialba, a partir de la información que aparece en el cuadro 4, se ha escogido el tipo racial A (Ayrshire por F1) y se ha obtenido un “Módulo de Producción de Leche” que evalúa ese grupo en términos de retorno económico. Los resultados, al cabo de dos años de funcionamiento del módulo, se presentan en el cuadro 6.
Cuadro 6. Indicadores biológicos y económicos de un hato de producción de leche
Producción y reproducción | |
Por vaca/lactancia (kg) | 2 500 |
Por vaca/año efectivo (kg) | 2 308 |
Diaria/vaca en producción (kg) | 7.6 |
Diaria/vaca en hato (kg) | 6.4 |
Por ha/año (kg) | 12 583 |
IEP (meses) | 13 |
Servicio/Preñez | 2.2 |
Económicos (US$) | |
Costos de producción/kg | 0.19 |
Precio de venta/kg | 0.23 |
Rentabilidad (%) | 36 |
Ingreso neto/ha/año | 931 |
Es casi imposible llevar a cabo este tipo de evaluación en una estación experimental, y menos aún cuando se desea evaluar diferentes grupos raciales. Sin embargo, puede constituir una evaluación más real, especialmente cuando el productor ha elegido - luego de ponderar la producción, reproducción, etc. - determinada raza o cruce. Podrá entonces evaluarlo globalmente en términos del retorno económico que obtendrá con su explotación.
Comentarios generales
Lo expresado anteriormente se centra, sobre todo, en los factores que limitan la evaluación de los grupos raciales, y muy poco en la evaluación misma del ganado Criollo y de sus cruces. Es que la carencia de información, y la falta de uniformidad de la existente pueden conducir a evaluaciones erróneas, meramente basadas en sentimentalismos y en consideraciones intuitivas.
Esta apreciación tiende a señalar que se requiere la mejor infórmación, “ la más completa y objetiva a fin de evaluar el ganado Criollo y sus cruces. El punto de partida deberá ser la conservación y el mejoramiento de los recursos existentes, entre ellos el ganado Criollo, un producto de la selección natural - y no del hombre - en un medio característico del trópico latinoamericano.
Las comparaciones raciales estandarizadas que presenta este trabajo indican muy claramente el valor del ganado Criollo en los cruzamientos, cuando éstos se comparan con las razas de origen europeo. Este hecho significativo merece el interés de la comunidad científica latinoamericana, a fin de conservar, evaluar y mejorar este germoplasma.