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Planificación - El enfoque del servicio forestal de Nueva Zelandia

R. W. M. WILLIAMS

CUANDO SE PLANIFICA un sector específico de la economía nacional, tal como en este caso las industrias basadas en los productos del bosque, es de capital importancia asegurar que el programa de dicho sector encaje en el cuadro general del desarrollo del país. Por razones de consecuencia, y para evitar todo despilfarro y acción desorganizada, hay que tener cuidado de que el programa particular en cuestión sea parte coherente y coordinada del programa de desarrollo general. Esto presenta dificultades en Nueva Zelandia ya que, hasta ahora, no existe una organización oficial para la planificación nacional (pese a recomendación del Consejo Económico y Monetario al gobierno en mayo de 1962). No obstante, la economía de este país es pequeña y relativamente sin complicaciones, por lo que existen algunas características sobresalientes que permiten una cierta orientación para una planificación económica coordinada

En primer lugar, Nueva Zelandia depende vitalmente del comercio internacional. Las importaciones representan una quinta parte, aproximadamente, del producto nacional bruto, o sea, cerca de 100 libras esterlinas (280 dólares) por persona. Si las importaciones quedaran muy por debajo de dicho nivel, la escasez de maquinaria y de materias primas importadas para la industria provocaría el paro obrero y fabril. Por otra parte, nuestra balanza de pagos está crónicamente en déficit, lo que exige préstamos de fondos de ultramar y la aplicación de restricciones a la importación, que son más o menos rigurosas según el nivel de los ingresos procedentes de la exportación. Nueva Zelandia disfruta de uno de los más altos niveles de vida del mundo; y, sin embargo, seguimos dependiendo del comercio internacional tanto como hace 60 años. Se suele hacer hincapié en que, si es esencial una continua expansión de los ingresos derivados de las exportaciones, no es para mejorar el nivel de vida de Nueva Zelandia, sino simplemente para mantenerlo.

El segundo punto de orientación, claramente relacionado con el primero, es que en los últimos 60 años, y aun hoy día, casi toda la renta producida de las exportaciones en Nueva Zelandia se obtiene de la cría de lanares y de vacunos y de la venta de sus correspondientes productos. Esto no permite sino un limitado margen de variación de exportaciones, y, si se exceptúan las posibilidades de desarrollar otras formas de aprovechamiento de la tierra, apenas si existen perspectivas de ampliar nuestra base de exportación en forma considerable. Los elevados costos de la mano de obra, los limitados recursos minerales y la lejanía de todos nuestros mercados de exportación - aparte Australia y la región de Asia y el Pacífico - agravan esta situación.

Estas dos características son elementos vitales en la situación económica de Nueva Zelandia y repercuten mucho en la planificación de la explotación forestal y de las industrias de productos forestales. Además de estos elementos puramente económicos, la parte que le corresponde desempeñar al sector forestal se funda en tres ventajas básicas:

a) El clima de Nueva Zelandia, que se ha revelado tan adecuado para la agricultura, ha demostrado asimismo ser particularmente apto para el crecimiento de masas de coníferas exóticas.

b) Se dispone de vastas extensiones de tierras adecuadas en las que la creación de masas exóticas puede considerarse el mejor aprovechamiento desde el punto de vista económico.

c) Existe la perspectiva de mercados más que suficientes en Australia y en la región de Asia y el Pacífico para tipos de productos celulósicos de fibra larga y maderas blandas, que Nueva Zelandia está especialmente en condiciones de poder ofrecer.

El pino insigne y el abeto Douglas, dos de las principales especies exóticas de más rendimiento en Nueva Zelandia, alcanzan un crecimiento medio que oscila entre 17,5 a 24,5 metros cúbicos por hectárea al año, según las regiones. Las posibilidades de obtener maderas de aserrío de alta calidad con cualquiera de ambas especies no las supera probablemente ningún otro país. Además, el pino insigne ha demostrado ser de óptima calidad como materia prima para una de las industrias exportadoras de más rápida expansión de Nueva Zelandia - la industria de la pasta y el papel.

Estos son los hechos que influyen en la conformación de la política forestal de este país. Existen naturalmente otras consideraciones fundamentales. Dos de las más importantes son las de crear masas exóticas para el futuro consumo nacional que sustituyan a nuestros menguados recursos madereros indígenas y para repoblar las zonas altas del país que están expuestas a la erosión. Pero estas consideraciones son más bien factores internos dados o fijos y, aunque constituyen los cimientos de la política, no son el elemento variable en el cálculo que determina la eventual estructura para la planificación forestal.

Para situar el problema en una amplia perspectiva, no se espera que en un futuro previsible las exportaciones de productos forestales proporcionen más del 8 por ciento, aproximadamente, del probable total de ingresos obtenidos por Nueva Zelandia de su comercio de ultramar. Tampoco se espera que, en varios decenios, el volumen maderero disponible para la exportación pase de aproximadamente el 65 por ciento del requerido por el mercado nacional. Sin embargo, la necesidad de aumentar las exportaciones es lo que determina la pauta en las nuevas plantaciones de especies exóticas, de manera que los montes futuros queden situados convenientemente para las industrias de exportación en gran escala. Esta necesidad crea también situaciones apremiantes que durante mucho tiempo no han sido previstas; es decir, incluso el conseguir los precitados niveles de producción hacia fines del siglo dependerá de la posibilidad de obtener al menos la mitad de los suministros de madera exótica de las nuevas masas que todavía no se han plantado. Por ello, el atender a las exportaciones, aunque no sea el concepto principal en el balance maderero nacional, se ha convertido claramente en el elemento dominante de la planificación forestal en Nueva Zelandia.

Planificación por el Servicio Forestal

ESTIMACIÓN DE LA DEMANDA TOTAL

El primer paso ha sido estimar la demanda maderera total de Nueva Zelandia hasta el año 2000 y, muy a título de tanteo, hasta el 2050 y el 2100. Esto exige no sólo intentar evaluar el consumo nacional, sino también fijar una meta para las exportaciones.

Demanda interna

Para determinar la demanda interna, el consumo de madera se divide en categorías convencionales:

a) Madera en rollo (postes, pilotes, etc.)
b) Madera aserrada
c) Paneles a base de madera:

i) contrachapados

ii) tableros de fibras y tableros de partículas

d) Productos derivados de la pasta:

i) papel para fines culturales (por ejemplo, papel para periódicos y otros papeles de imprenta y de escritorio)

ii) papel industrial.

(La leña, artículo importante en muchos países, se ha obtenido siempre fácilmente en Nueva Zelandia y no requiere consideración especial.)

Las necesidades madereras correspondientes a cada una de estas categorías están proyectadas principalmente sobre la base de las tasas de crecimiento calculadas para la economía y la población. En esta labor, los diversos estudios sobre productos publicados recientemente por la FAO son una guía inestimable. También, como el empleo de la madera y el papel en Nueva Zelandia ha alcanzado una etapa relativamente avanzada, el ejemplo de los Estados Unidos se considera como útil indicativo de las futuras tendencias.

Las estimaciones oficiales de la futura demanda de madera aserrada en Nueva Zelandia datan de 1925, y en 1960 se prepararon estimaciones más detalladas que cubrían todas las categorías de maderas. La mayoría de aquellas primeras estimaciones, especialmente las referentes a la madera aserrada, se han acercado a las cifras efectivamente alcanzadas.

La revisión actual tiende a estimar los futuros niveles plausibles de consumo, diferenciándolos tanto de las necesidades mínimas como de la demanda total. Las estimaciones intencionalmente bajas podrían frenar el ritmo de las nuevas plantaciones y obstaculizar injustificablemente la consecución de las metas de exportación. En cambio, las estimaciones altas pueden quizás conducir a un ritmo excesivo de plantación, por lo menos mientras no se corrijan las estimaciones, y crear dificultades para la comercialización y cuidado de las nuevas masas.

La población de Nueva Zelandia es pequeña y para que las estadísticas sean razonablemente precisas, las futuras estimaciones de la demanda han de hacerse en primer lugar para todo el país globalmente. Sin embargo, para planificar el suministro de madera, producida localmente en masas indígenas y exóticas a través de casi todo el país, es necesario reducir las cifras nacionales a cifras de demanda local. Esto implica la determinación en el plano local de las tendencias demográficas y de los usos de la madera, y la práctica actual es referir la demanda nacional a unos 15 diferentes distritos de planificación. Estas son unidades geográficas y económicas de tamaño conveniente para la planificación regional completa. Generalmente, cada una de ellas tiene características propias en cuanto a la oferta y la demanda. Cuando se trata de aprovechar los montes, la situación, la extensión, la naturaleza y el estado de los recursos regionales son consideraciones todas ellas de gran importancia. Así pues los factores clave para la planificación no se sitúan al nivel nacional, sino al nivel de la planificación regional o distritual.

Determinación de las exportaciones

La fijación de metas de exportación para las industrias de productos forestales es más bien arbitraria que racional; pero, siempre que se prevean grandes expansiones, tienen importancia primordial tanto los aspectos físicos como los económicos. El Servicio Forestal evaluó previamente el potencial de exportación decidiendo cuál podía ser la meta apropiada en relación con las necesidades nacionales y un ritmo creciente pero conforme a las posibilidades de nuevas plantaciones. Este fue el enfoque utilizado, dado un ritmo general de plantación de 10.000 hectáreas al año, para alcanzar la actual meta oficial de exportación de 4,2 millones de metros cúbicos anuales para el año 2000. Más tarde se ha calculado que de esta cantidad destinada a la exportación más de la mitad sería en forma de papel, principalmente papel para periódicos, cerca de un cuarto pasta, y el resto madera aserrada y madera en rollo.

Hay quienes opinan ahora en el Servicio Forestal que es conveniente prever para la exportación una mayor proporción de productos forestales:

a) Para permitir que las industrias de productos forestales en general mantuvieran un alto ritmo de crecimiento. Desde 1937, la producción de madera en rollo ha aumentado a un ritmo medio del 4,4 por ciento al año. Desde ahora hasta el año 2000, sin embargo, haciendo frente a todas las esperadas demandas de suministros nacionales con maderas de los montes indígenas y exóticos más los 4,2 millones en metros cúbicos para la exportación, la expansión media deberá mantenerse al ritmo relativamente bajo del 2,6 por ciento al año.

b) Para aumentar el crecimiento medio de las exportaciones de productos forestales a más del 4 por ciento al año, meta supuesta de exportación de los actuales 4,2 millones de metros cúbicos.

Se ha sugerido también que si fuera posible aumentar las exportaciones para el año 2000 a 6,5 millones de metros cúbicos al año, esto elevaría la tasa media de crecimiento anual para todas las industrias de productos forestales en conjunto a un 3 por ciento y para la exportación de productos forestales a un 5,2 por ciento.

Estas sugerencias están apoyadas por el hecho de que la expansión del 4 por ciento al año en el producto bruto nacional ha sido ya aceptada como una cifra operativa razonable por lo que respecta a Nueva Zelandia en la planificación del desarrollo agrícola para los próximos 10 años. Aunque esta cifra pueda resultar demasiado alta durante un largo plazo, es decir hasta el final de siglo, se acepta generalmente que una estimación del 3 al 3,5 por ciento al año de aumento en el producto bruto nacional cabe muy bien dentro de las posibilidades de la economía. Sin embargo, hay todavía que comprobar que sea posible conseguir incrementas del orden sugerido en las exportaciones de productos forestales en los 35 próximos años.

ESTIMACIÓN DE LA OFERTA

Los actuales suministros de productos forestales neozelandeses proceden de tres fuentes. En equivalente de madera en rollo se importa un poco menos del 10 por ciento del consumo total de Nueva Zelandia; aproximadamente un 30 por ciento procede de nuestras masas indígenas; y un poco más del 60 por ciento procede de nuestras masas exóticas. Además, las masas exóticas están suministrando un creciente volumen para las exportaciones a ultramar, que hoy día equivalen al 23 por ciento del consumo nacional total. Los futuros niveles de la oferta de cada una de estas tres fuentes se calculan separadamente.

Las importaciones de productos forestales incluyen principalmente maderas especiales, madera en rollo, chapas, pastas y papeles que no se producen en Nueva Zelandia. En lo futuro, con la creciente diversificación de las industrias de productos forestales, el nivel de importaciones por persona se espera que baje. No obstante, el volumen total de importaciones seguirá probablemente siendo casi el mismo que en la actualidad, al menos durante otros 30 a 40 años.

Con futuras reducciones inevitables en el ritmo de corta en las limitadas masas indígenas (propiedad en gran parte del Estado), la planificación tiende a reducir gradualmente el suministro de maderas indígenas y evitar una indebida desorganización de la industria existente. Otras consideraciones son que la calidad de la madera de las masas vírgenes es alta. Como cerca de la mitad es adecuada para el acabado, el suministro de maderas indígenas complementa y ayuda a la comercialización de las maderas típicamente nudosas que se obtienen en la actualidad de la explotación de las masas exóticas. Desgraciadamente, excepto en limitadas zonas, es poca la regeneración efectiva de especies comerciales en los montes indígenas explotados.

Un inventario nacional, terminado en 1956, permitió conocer detalladamente la situación, naturaleza, estado y volumen comercial de los recursos indígenas. Basándose en los resultados de este inventario, ha sido posible preparar estimaciones de las futuras intensidades de corta. Las últimas de dichas estimaciones, realizadas por McKinnon,1 muestran que existen suficientes recursos para permitir mantener el actual ritmo de producción en los tres distritos administrativos del Servicio Forestal («conservancies»), y mantener más de la mitad de la actual producción en otros tres distritos durante los próximos 20 años. Sin embargo, aparte de lo que se refiere a la reserva a largo plazo en los montes del Estado, sólo en unas pocas regiones de la Isla Sur puede esperarse conservar recursos de alguna magnitud más allá del siglo, momento en el cual se prevé que el total de suministros indígenas disminuirá a poco más de un tercio de la producción actual.

1 McKINNON, A. D. «A survey of New Zealand's indigenous timber resources and a forecast of future sawn timber production.» (Ponencia presentada a la Fourth New Zealand Geography Conference, Dunedin, 1964.)

Una vez deducidos los suministros regionales procedentes de las importaciones y los recursos indígenas, se calcula si los suministros regionales de maderas exóticas son o no suficientes en relación con las futuras demandas totales regionales. Se cree que serán pocos los distritos de planificación en que se consiga un equilibrio de la oferta y la demanda.

Esto permite hacer hincapié en la planificación de la oferta regional, en contraposición a la planificación de la oferta nacional. Hasta 1962, sin embargo, en que el Instituto de Investigaciones Forestales (Servicio Forestal de Nueva Zelandia) terminó la determinación de cabidas en el Inventario Nacional de Montes Exóticos, no pudo procederse al importante paso de estimar la posible producción de maderas exóticas por regiones. Antes de ello no se contaba con cifras fidedignas sobre cabidas por localidades, especies, clases de edad y propiedad. La situación futura sólo podía estimarse muy aproximativamente multiplicando la extensión total absoluta, más la extensión de las nuevas plantaciones previstas, por un incremento medio anual estimado para todas las especies. Si bien este método permite estimaciones plausibles de los futuros incrementos, resulta arriesgado suponer que tales incrementos han de ir acompañados de suministros disponibles equivalentes. En esto estriba la dificultad para deducir debidamente la conocida mala distribución de las clases de edad (que es una característica de las actuales masas exóticas de Nueva Zelandia) y para localizar los montes existentes en relación con los mercados futuros. Ambas consideraciones repercuten inevitablemente en la práctica sobre los futuros volúmenes que puedan utilizarse.

Como lo ha subrayado el autor2 en 1963, al tratar de la posible demanda, la oferta y las exportaciones de productos forestales de la Isla Norte de Nueva Zelandia, las estimaciones de los suministros de maderas exóticas a largo plazo se calculan ahora partiendo de una serie de planes de cortas. Cada plan de cortas abarca una categoría general de monte, ya sea la de una especie principal bajo un determinado régimen de propiedad y ordenación, o la de un apropiado grupo de especies secundarias. Se utiliza un número suficiente de planes de cortas, pero en general no más de seis o siete, para incluir todas las masas exóticas que haya en un distrito de planificación. La disposición de los planes muestra la distribución de las cabidas por clases de edad y la extensión disponible para las cortas de aclareo y las cortas rasas rentables por períodos sucesivos de cinco años. Los datos de volumen y edad se aplican a las respectivas áreas que han de cortarse, y la extensión que ha de cortarse a hecho en un período determinado para satisfacer la demanda prevista se calcula y se sustrae de las clases de edad más viejas. En forma análoga, el área de las nuevas plantaciones y de la regeneración durante un determinado período se añade a las clases de edad más jóvenes.

2 WILLIAMS, R. W. M. «The expansion prospects of the pulp and paper industry in the North Island, New Zealand». Appita 17 (4): p. 109-122.

Cada plan de cortas ha de basarse en un número de supuestos tales como el ritmo de las nuevas plantaciones, la naturaleza de los regímenes de aclareo, la mínima (y localmente la máxima) duración de los turnos, y, lo que no es menos importante, los deseos de los propietarios de montes privados.

Este método de estimación y planificación del suministro ofrece, sin embargo, muchas ventajas. Los rendimientos esperados pueden relacionarse con determinadas categorías de montes dentro de los distritos de planificación; puede anotarse la edad de la madera en el momento de la corta y prestarse consideración a los aspectos cualitativos, tanto en el caso de las trozas para aserrío como de la madera para pasta; pueden evaluarse la necesidad y oportunidad de cuidados culturales especiales; estimarse el ritmo necesario de las nuevas plantaciones para hacer frente a las necesidades regionales y nacionales; prepararse resúmenes de costos para los futuros programas, tanto en concepto de mano de obra como monetario; y elaborarse amplios planes forestales regionales que sirvan de base fidedigna para preparar oficialmente planes de ordenación para cada monte particular.

CONSIDERACIONES INDUSTRIALES Y PLANIFICACIÓN REGIONAL

Las futuras oportunidades de exportación parecen ser de lo más prometedoras en lo referente a los productos de pasta de fibras largas, papel de periódicos y maderas de alta calidad. Las necesidades mínimas de madera para una fábrica de pasta al sulfato giran alrededor de los 260.000 metros cúbicos al año, y para una fábrica económica de papel para periódicos que produzca 200.000 toneladas (con dos máquinas para papel) las necesidades son posiblemente de 700.000 metros cúbicos al año. Además, sería conveniente, si no esencial, que los mismos montes proveedores de esta madera estuvieran bien cuidados para que produjeran también trozas para aserrío y para desenrollo en un 50 por ciento por lo menos del volumen de madera para pasta. El no producir trozas para aserrío de alta calidad junto con la madera para pasta sería desperdiciar la oportunidad que los mercados de madera para pasta ofrecen para aclareos y cuidados culturales rentables, siempre naturalmente que las estaciones se presten para estas operaciones. Además, como las trozas para aserrío de calidad y las trozas para desenrollo exigen naturalmente mayor madera en pie que la madera para pasta, la producción de suficientes trozas para aserrío y para desenrollo puede incrementar notablemente los beneficios financieros generales del usuario. El suministro mínimo de madera que requiere una industria de exportación integrada es por tanto de más de 425.000 metros cúbicos al año, y preferentemente, para mantener los costos a un nivel competidor, este volumen debe estar disponible a corta distancia de transporte a la fábrica, o sea como término medio a no más de 50-65 kilómetros. Entre otros requisitos para el establecimiento de estas industrias integradas figuran: agua dulce en abundancia, combustible y electricidad; fácil eliminación de aguas residuales; transporte y servicios portuarios para la exportación, y una ingente inversión de capital. Todas estas consideraciones hacen que sea esencial planificar de manera que los recursos forestales necesarios se encuentren localizados en lugares cuidadosamente escogidos.

El bosque de Kaingaroa (con una superficie arbolada de 113.000 hectáreas) se estableció durante el ventenio 1920-40 en la región de la Bahía de Plenty, Isla Norte, y la Tasman Pulp and Paper Company, una fábrica integrada de madera aserrada y de papel para periódicos y pasta, pudo empezar a abastecerse del citado bosque en 1955 y a casi duplicar su producción inicial en 1963. Asimismo, en la misma región central de la Isla Norte existen dos compañías, la New Zealand Forest Products Ltd. y su sucursal Whakatane Board Mills Ltd. Estas compañías explotan masas exóticas en una extensión de 80.000 hectáreas y producen una gran variedad de productos derivados de la pasta (entre ellos papel de envolver kraft, papeles finos, cartón, productos moldeados y tableros de fibra), además de madera aserrada en gran escala. La magnitud de toda esta riqueza de la región con sus masas naturales, y ahora muchas artificiales, sugiere que seguirá siendo durante mucho tiempo el mayor centro de industrias de productos forestales.

Sin embargo, la parte central de la Isla Norte no es la única región en donde pueda disponerse de tierras adecuadas y de otros requisitos esenciales para la repoblación y plantación forestal y el desarrollo industrial en gran escala. También el gran volumen y el costo del transporte de los productos forestales exigen que exista una diversidad geográfica en las industrias forestales. En consecuencia, tanto el Estado como las empresas privadas han procedido en los últimos 30 años a la plantación de zonas situadas cerca del puerto de Nelson en el norte de la Isla Sur. La superficie plantada de coníferas exóticas suma ahora 28.000 hectáreas aproximadamente y una reciente evaluación hecha por el Servicio Forestal indica que habrá madera suficiente para abastecer una fábrica de pasta química económica que empiece a funcionar dentro de los próximos 10 años. Varias compañías de productos forestales de Nueva Zelandia y dos de ultramar han creado una compañía mixta para investigar el establecimiento de una industria basada en los montes de Nelson.

Se está explorando ya una tercera región para el posible establecimiento de una fábrica de pasta y papel centrada en las masas exóticas de la parte meridional de la Isla Sur. Los recursos forestales en dicha localidad están lejos de ser suficientes en la actualidad, pero, gracias a un programa ampliado de plantación, se podría abastecer una fábrica de pasta química de una capacidad de producción de 150 toneladas diarias para finales del decenio 1980-90. Están en consideración otras regiones donde análogos desarrollos pudieran tener lugar con el fin de aumentar lo antes posible el ritmo de las nuevas plantaciones. En el plano ideal, para adaptarse a consideraciones de comercialización, el objetivo debería ser planificar el desarrollo de cada nuevo proyecto, de forma que las masas estuvieran listas para que la industria iniciara su labor en un plazo apropiado de varios años después que la fábrica precedente. Asimismo, como la mayoría de las industrias que suministran productos forestales para la exportación desearían una participación del mercado nacional el alternar el desarrollo de nuevas unidades de utilización según su proximidad, en términos generales, a los centros de demanda del norte y del sur contribuiría a la distribución económica de los productos.

Este breve esbozo puede servir para ilustrar el principio de que, en lo referente a la planificación regional, una de las consideraciones principales es decidir dónde deben emplazarse las grandes concentraciones de masas destinadas a surtir a una industria en gran escala. Una vez hecho esto, el resto del programa de forestación se distribuye entre los otros montes (en Nueva Zelandia existen hoy día más de 90 montes de especies exóticas propiedad del Estado). Se sigue teniendo todavía particularmente en cuenta la proximidad a centros de gran consumo o que se prevé han de serlo, especialmente si se espera que otras industrias forestales, sobre todo las de tableros a base de madera quieran montar fábricas cerca de un mercado nacional importante y abastecerse de materia prima en los montes cercanos. No obstante, es también razonable prever el abastecimiento de las numerosas pequeñas colonias diseminadas por todo el país, siempre que los costos de producción no resulten excesivos.

Papel desempeñado por la iniciativa privada

En todos los países de iniciativa privada donde la planificación corre a cargo de un organismo gubernamental, hay que asegurar además que el plan se convierta en producción efectiva por parte de las empresas privadas. En Nueva Zelandia, la explotación de los montes está casi enteramente en manos de empresas privadas. Dos fábricas del Servicio Forestal producen conjuntamente un total de 85.000 metros cúbicos de madera útil, o sea aproximadamente un 5 por ciento de la madera aserrada que se corta anualmente. El Estado posee también un 20 por ciento de participación en el capital por acciones de la Tasman Pulp and Paper Company. Esto, sin embargo, representa casi la totalidad de la participación del gobierno en la explotación.

Por lo que respecta a los recursos forestales, la situación es bastante diferente. De las masas indígenas, el 70 por ciento en volumen es propiedad del Estado, y de las masas exóticas, el 60 por ciento de la superficie total de montes de unas 20 hectáreas o más está explotado por el Estado. El ritmo de las nuevas plantaciones emprendidas por el Servicio Forestal es el doble que el de las plantaciones del sector privado.

El Estado permite el aprovechamiento de sus montes por parte de las empresas privadas adjudicando derechos de corta o de venta de las trozas. En el caso de los montes indígenas, la adjudicación de los derechos de corta está en general muy solicitada. Lo mismo puede decirse usualmente de los montes exóticos; pero, según la calidad de las maderas de construcción, las perspectivas de continuidad de los suministros y, en un amplio grado, según la localización de los recursos en relación con los mercados, varía mucho la facilidad de venta de determinados rodales y montes. Dadas las condiciones actuales de excedentes temporales de maderas exóticas, ciertos montes relativamente maduros están todavía lejos de explotarse plenamente. Sin embargo, siempre que puedan crearse industrias en condiciones económicas favorables, existen razones plausibles para esperar que la iniciativa privada esté en situación de satisfacer todos los requisitos esenciales del aprovechamiento futuro de los montes.

Casi todo el sector privado de la industria está interesado primordialmente en la utilización e invierte más capital en la creación de nuevas fábricas industriales que en la repoblación. Si bien hay algunas empresas y numerosos productores privados dedicados a la repoblación forestal en pequeña escala, entre ellos los agricultores, que sacan provecho de la venta de la madera en pie, el suministro que puede obtenerse de estas fuentes no es mucho. Naturalmente, una de las consideraciones principales que influyen en la inversión privada en los montes es la larga espera de 20 años por lo menos antes de que puedan obtenerse ingresos. Para ayudar a vencer esta dificultad, el gobierno está estudiando actualmente programas de fomento de la repoblación forestal por medio de ayudas a los agricultores, las compañías y las autoridades locales para establecer montes.

Comentario final

El problema con que se enfrenta todo planificador es más o menos idéntico, ya se trate de planear el desarrollo de una economía nacional o de una industria. La esencia de su problema consiste en interpretar la oferta y la demanda en términos de tiempo.

El aspecto de la oferta, aunque no deja de ser complejo, implica principalmente consideraciones bastante tangibles y, siempre que se enfoque en forma realista, puede en general proyectarse sin errores demasiado grandes. Desgraciadamente, los factores que rigen la demanda, por ser humanos y sociales, son pocas veces estables, frecuentemente caprichosos, por lo que no puede haber seguridad en la estimación de las necesidades futuras.

Sin embargo, sometiéndolos a frecuentes revisiones, es evidente que los programas forestales nacionales y regionales a largo plazo dan a las actividades actuales un sentido esencial de dirección y de objetivo.


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