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Editorial

La silvicultura y las necesidades de la población rural

Tradicionalmente, los árboles forman parte de la vida cotidiana de la población rural, que utiliza una gran variedad de hojas, brotes, raíces, cortezas y tipos de madera. Con frecuencia, los distintos tipos de árboles determinan el tipo de alimentación estacional, los suministros de forraje y combustible, los posibles tipos de vivienda, de recipientes para el almacenamiento de cereales y de herramientas, así como las posibilidades de producción, al permitir al agricultor cercar, - y por lo tanto proteger - los huertos, y/o construir barcas para pescar. Agrupados, los árboles y arbustos contribuyen a mantener la calidad del suelo, a conservar la humedad y a establecer un hábitat para la flora y fauna silvestres. La presencia de árboles y arbustos reduce los riesgos, sobré todo en tiempos difíciles como las sequías.

Hasta hace poco, era frecuente que los encargados de la planificación del desarrollo no se percatasen de que el mantenimiento de la calidad de la vida dependía de todas esas especies indígenas perennes.
Por lo tanto, muchos proyectos forestales y agrícolas han tenido en general un efecto negativo sobre la vida de la población rural.
Se han talado especies resistentes y de usos múltiples, incluso donde la tierra era frágil y el clima inseguro, para sustituirlas por monocultivos más costosos y vulnerables que, incluso si han prosperado, no sirven para esos usos múltiples ni para los fines de conservación.

Para terminar de complicar la situación, una serie de cambios institucionales han reducido la capacidad de los agricultores y pastores para mantener o reintegrar esas especies. En el pasado, la tala de árboles y la capacidad de carga de la tierra estaban cuidadosamente controladas en muchas regiones por dirigentes o instituciones tradicionales.

Sin embargo, algunos sistemas de ordenación se velan sobrecargados por las presiones demográficas y de otro tipo y otros, aun más numerosos, debilitados o sustituidos por la acción de organismos oficiales, con excesivas atribuciones y sin el control que antes provenía del consenso comunitario. En otros casos, unos programas de privatización mal planificados han dado lugar al monopolio de la tierra y, cuando ésta está controlada por el gobierno o por unos pocos poderosos, la mayoría tiene pocos motivos o posibilidades de intervención para asegurar la continua fertilidad del suelo o para mantener las especies perennes.

El Departamento de Montes de la FAO ha comenzado a buscar formas adecuadas de reintroducir árboles y arbustos en el medio agrícola o, viceversa, de tratar de introducir sistemas estables de explotación agrícola en las zonas forestales. Se ha terminado de realizar en dicho Departamento un amplio estudio que da una idea del medio socioeconómico e institucional en el que la población rural se ocupa de la ordenación de los recursos arbóreos. Se ha comenzado asimismo a considerar en términos más generales el modo en que el bosque podría contribuir a aliviar las situaciones de dificultades nutricionales y a aumentar la seguridad alimentaria.

Este número de Unasylva dedica varios artículos al tema de los árboles en relación con las necesidades y la producción locales. En uno de los principales, escrito por J.B. Raintree y titulado «Tendencias actuales de la agrosilvicultura: tenencia de la tierra, cultivo migratorio y agricultura viable», se considera la silvicultura como un sistema lleno de posibilidades para mejorar la integración de los árboles en las explotaciones agrícolas o en los sistemas de ordenación de pastizales. El autor señala algunas de las cuestiones de carácter socioeconómico o institucional, relacionadas con el tema, que deben resolverse para que las innovaciones tecnológicas puedan tener éxito. En un articulo de Vasilios P. Papanastasis, titulado «La integración de las cabras en los bosques del Mediterráneo», se dan ejemplos de aplicación de ese enfoque integrado en los sistemas silvopastorales de la región mediterránea. En un tercer articulo de Janet Persson titulado «Arboles, plantas y una comunidad rural en el Sudán meridional», se documenta la gama de productos de la vegetación natural de los que depende la población local para su vida cotidiana.

En relación con la búsqueda de nuevas formas de satisfacer las múltiples necesidades de la población rural de manera viable, varios países han solicitado la asistencia de la FAO para establecer nuevos programas forestales o agroforestales. Si se quieren aprovechar plenamente las posibilidades del sector forestal para la solución de los acuciantes problemas que plantea el desarrollo rural, deben tenerse en cuenta las funciones complementarias de la silvicultura y la agricultura. Sólo adoptando este enfoque más holístico podrá el sector forestal aportar su legitima contribución a la seguridad alimentaria y a la calidad de la vida


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