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El papel de las asociaciones forestales profesionales

T. FRANÇOIS

T. François fue Jefe de la Subdirección de Política Forestal de la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO. Este documento se presentó al Sexto Congreso Forestal Mundial.

LA EVOLUCIÓN de las condiciones económicas y sociales en el mundo moderno favorece, sin duda alguna, la constitución de agrupaciones. De cara a los problemas que tienen que afrontar, el individuo aislado, la pequeña empresa reducida a sus propias fuerzas, se sienten incapaces de resolverlos. Las reivindicaciones particulares no tienen efecto sobre los complejos mecanismos que regulan la vida diaria, y los medios económicos de que dispone una persona no son suficientes cuando trata de realizar proyectos de alguna envergadura.

Por otra parte, es cada vez más difícil para los organismos gubernamentales encargados de realizar un programa cualquiera, una política determinada, actuar aisladamente sobre cada uno de los individuos y normalmente deben dirigirse a las agrupaciones representativas de los intereses en pleito, las cuales favorecen su acción y aun pueden llegar a ser valiosos auxiliares en el cumplimiento de las tareas que les son encomendadas.

No es pues extraño que múltiples agrupaciones interesadas en los problemas que conciernen al monte y los productos forestales se hayan organizado y continúen organizándose en los países donde estos problemas son de cierta importancia económica y social. Estas asociaciones juegan un papel cada vez mayor en la orientación y el desarrollo forestal de la nación.

Una agrupación no toma forma definida o no llega a ser una asociación más que cuando ha dado unos estatutos a los que se adhieren la totalidad de sus miembros. Pero ¿qué es una asociación forestal en general y, particularmente, una asociación forestal profesional?

En el más amplio sentido, una asociación forestal es una agrupación de todas las personas que tienen interés por el monte o sus productos, cualquiera que sea su fin. Muchas de tales asociaciones no serán, sin embargo, «profesionales». Las palabras «monte» o «productos forestales» puede que no aparezcan en los títulos que ellas se dieron. Pero, sea de forma permanente u ocasional, sus actividades interesaron directamente al monte y su producción. En sentido más estricto, la asociación forestal es una agrupación de personas que sacan del monte o de sus productos todos o parte de sus medios de existencia.

Sin embargo, en un sentido todavía más estricto, el título de «asociaciones forestales profesionales» se reserva con frecuencia a las agrupaciones de técnicos del monte o de las industrias forestales que, poseyendo una formación análoga, sacan de sus actividades la casi totalidad de sus medios de vida, y que persiguen los fines que directamente interesan al ejercicio de su profesión.

Principales tipos de asociaciones forestales y su papel

La definición tan amplia que se acaba de dar no permite hacerse una idea exacta del papel de las asociaciones en el desarrollo de las políticas forestales. Aunque la clasificación propuesta no sea plenamente satisfactoria por la diversidad de los fines que persiguen, es posible distinguir entre asociaciones con fines desinteresados, las que se proponen fines lucrativos directos y las que miran a la defensa de los intereses profesionales de sus miembros.

ASOCIACIONES CON FINES DESINTERESADOS

Estas asociaciones, que tienden a la promoción y difusión de la investigación acerca del monte y los productos forestales, agrupan natural y exclusivamente los profesionales, ya como individuos, ya como miembros de institutos de investigación. Tienden al cambio de experiencia a la vista del progreso de la investigación y son, en principio, perfectamente desinteresadas. La mayor parte de las asociaciones que han podido agruparse bajo esta denominación tienen por fin la defensa del monte en cuanto elemento del paisaje nacional, fuente de riqueza, protector del suelo y de las aguas de los ríos, lugar de turismo, etc. Estas son las asociaciones que se designan frecuentemente bajo los nombres de Amigos de la naturaleza, Amigos de los árboles, Amigos del monte, y pueden ser hasta simples asociaciones de turismo. Pueden tender a la salvaguardia de una pequeña región, de un solo monte particularmente importante por la protección de una cuenca hidrológica y de la calidad de las aguas o en tanto que es centro de recreo para los habitantes de una gran ciudad. Las asociaciones cinegéticas, aunque no sean totalmente desinteresadas, pueden ser clasificadas bajo esta categoría en alertas condiciones, tienen una influencia considerable, aunque indirecta, sobre el monte y sus productos.

Algunas de estas asociaciones son poderosas, ya por el número de sus miembros, ya por los medios de que disponen. Pueden, por ejemplo, solicitar el concurso del personal docente y ejercer así una determinada acción sobre los niños de las escuelas. La mayor parte tienen publicaciones a veces ampliamente difundidas entre el gran público. Disponen algunas veces de medios de propaganda a través de la radio o la televisión.

Tales asociaciones forestales pueden jugar un papel importante en la determinación de las políticas forestales. Si son bastante fuertes, constituyen ante los organismos gubernamentales y legislativos grupos de presión cuya influencia se puede hacer sentir particularmente en el campo de la utilización de las tierras. No son raros los ejemplos en que su acción ha tenido éxito en la conservación de un paraje repoblado, por la restricción de explotaciones abusivas sobre los montes de una región o aun del conjunto de un país. Sin embargo, puede suceder que estas asociaciones sostengan puntos dé - vista de un conservativismo muy estrecho y se encuentren así en conflicto con los fines que debería perseguir una sana política forestal. Las asociaciones cinegéticas pueden igualmente tender a objetivos que no responden a los intereses más importantes de una política forestal nacional.

A pesar de estas posibilidades de conflicto, las asociaciones nacionales de que se trata pueden ser y son un poderoso medio de puesta en marcha de las políticas forestales. Son sus miembros los que pueden estar más fácilmente convencidos de los fines que persigue esta política y de los medios utilizados para alcanzar estos fines. A través de ellos estas explicaciones pueden comunicarse, de modo que la opinión general puede ser más fácilmente adieta a estos fines.

De una forma general, se puede decir que los organismos gubernamentales tienen interés en favorecer no solamente la acción de tales agrupaciones, sino también de crear más, como mejor instrumento de propaganda. Esta última, por otra parte, debe ejercerse no solamente a través de las asociaciones propiamente forestales, sino de toda agrupación que pueda tener ocasionalmente una acción favorable para el fin perseguido. Las asociaciones educativas, las agrupaciones políticas, los clubs de cualquier naturaleza pueden ser llevados en determinadas ocasiones a interesarse por los problemas forestales, y su acción ante los gobiernos y la opinión pública puede tener una influencia determinante.

ASOCIACIONES CON FINES LUCRATIVOS DIRECTOS

Aunque no existe en los países donde el dominio forestal es totalmente propiedad del Estado, el tipo más característico de estas asociaciones está constituido por propietarios forestales. El monte que pertenece a un pequeño propietario privado generalmente constituye sin duda sólo una parte de sus fuentes de ingresos. Sin embargo, sería difícil negarle el epíteto de «profesional». La forma más característica de tales asociaciones es la cooperativa forestal. Está tan desarrollada en numerosos países europeos y en el Japón que ha parecido necesario que el Sexto Congreso Forestal Mundial consagre un informe particular a esta forma de asociación. Estas sociedades cooperativas fueron creadas para facilitar a sus miembros la venta de los productos de sus montes; los fines que estas asociaciones se proponen hoy son generalmente mucho más amplios y resaltan la sana gestión de sus montes, por la ampliación de las técnicas modernas de selvicultura y de explotación, teniendo en cuenta la evolución de las condiciones económicas. Al lado de las agrupaciones de propietarios de montes naturales, también se desarrollan agrupaciones de plantadores que facilitan a sus miembros la ejecución de plantaciones y repoblaciones tanto en el plan técnico como en el financiero. Para aumentar el valor de los productos de los montes de sus miembros, las cooperativas y agrupaciones similares, en algunos casos, emprenden trabajos importantes, como construcción de carreteras y proyectos de drenaje, y consienten inversiones considerables, por ejemplo para poner a disposición de sus asociados un material mecánico de explotación perfeccionado o para instalar serrerías.

Una cooperativa forestal no agrupa más que los propietarios forestales de una región estrictamente delimitada, a veces dé una sola comunidad o de un pequeño grupo de pueblos. Pero nada impide a estas cooperativas, como lo han hecho en particular en los países del norte de Europa, agruparse, primero regionalmente, después en el plano nacional. Se puede concebir así que ejerzan una acción directa sobre la formulación y evolución de las políticas forestales. Por el contrario, constituyen un medio especialmente en los países donde el pequeño monte privado está muy desarrollado - de asegurar la puesta en marcha satisfactoria de las políticas forestales una vez determinadas. La acción que el gobierno difícilmente podría ejercer sobre cada uno de los numerosos propietarios interesados, o sobre cada una de las cooperativas locales, se encuentra facilitada grandemente por la existencia de estas asociaciones nacionales, que están dirigidas por personal de la mayor competencia.

Junto a las asociaciones de propietarios forestales, existen también, al menos en los países de estructura capitalista, agrupaciones de industriales y de comerciantes en madera; estas dos categorías se sobreponen frecuentemente. Los fines de estas agrupaciones pueden ser muy variados. En algunos países, tienden principalmente a la regularización del mercado de las maderas; mediante conferencias anuales con los representantes de las agrupaciones de propietarios forestales, fijan, de manera indicadora, los precios de las diferentes categorías de madera en pie o extraída para la campaña siguiente. Los industriales están frecuentemente agrupados según las categorías de productos, primarios o secundarios serrerías, fábricas de pasta y papel, fabricantes de embalajes, de muebles, etc. Estas agrupaciones tienden a regularizar los precios de estos productos, para permitir el funcionamiento y desarrollo normales de las industrias correspondientes. Pero también pueden tender a imponer normas comerciales, lo que beneficia a la vez a los consumidores y a las industrias. En caso de pedidos importantes, provenientes por ejemplo del Estado o de establecimientos públicos, pueden repartir el trabajo y el beneficio entre los industriales miembros de la agrupación. Las asociaciones de importadores y exportadores de madera merecen una mención especial por el papel que juegan en la normalización de los productos importados o exportados, de los contratos de transporte y de los precios de los productos que pasan por las manos de sus miembros. Estas asociaciones comerciales e industriales se organizan frecuentemente en el cuadro de agrupaciones más vastas y eficaces, como las cámaras de comercio en algunos países, las asociaciones de propietarios forestales se integran a las cámaras de agricultura.

Además, las asociaciones de comerciantes e industriales de la madera, así como las de propietarios forestales a escala nacional, constituyen otros tantos grupos de presión sobre los organismos gubernamentales y legislativos. Su finalidad común es aumentar, en la medida de lo posible, el provecho que sus miembros extraigan de su actividad. Pero sería un error creer que su acción es puramente negativa. El desarrollo de una industria puede beneficiar, no solamente a los industriales interesados, sino a la economía nacional en su conjunto. Es fácil imaginar las dificultades de orden económico y social que traería consigo el declinamiento o la desaparición de importantes establecimientos industriales o de toda una industria que juega un papel importante en la vida de una región o de un país.

Sin ser enteramente desinteresadas, muchas de las iniciativas tomadas por estas agrupaciones pueden ser de un interés directo para la economía nacional. La mayor parte de sus actividades consisten en efectuar encuestas sobre la oferta y la demanda de productos forestales que necesitan, cuyos resultados pueden servir de base en la elaboración de las políticas forestales. Las agrupaciones pueden igualmente desarrollar, a la vista del reclutamiento de sus futuros obreros y empleados, actividades de formación profesional que beneficien a toda una población. Pueden también promover investigaciones y crear bien estaciones de investigaciones para los propietarios forestales, o laboratorios comunes para las industrias forestales. Todas las iniciativas de este género pueden presentar un interés nacional tal que muchos de sus gobiernos acuerden una ayuda muy liberal, tanto en el plano técnico como en el financiero.

La existencia de estas asociaciones presenta un interés todavía más general para los organismos gubernamentales. Pasó la en que el efectuar una política forestal podía depender nada más que de una legislación más o menos restrictiva. Una legislación forestal sigue siendo naturalmente indispensable, pero la política forestal lleva consigo, cada vez más, una conjunción de programas de producción e inversiones, que no pueden ser realizados con éxito sin la colaboración voluntaria de todos los interesados propietarios forestales (en los países donde la propiedad privada forestal es importante), industriales y comerciantes de madera u otros productos forestales. Los gobiernos disponen, además, de medios variados para ejercer una cierta influencia sobre estas asociaciones. En primer lugar, la constitución de asociaciones está regido generalmente por legislaciones y reglamentos que, garantizando a sus miembros una justa representación en los órganos que los dirigen, permiten ejercer al Estado un determinado control sobre sus actividades. Además, tales asociaciones pueden canalizar mejor la ayuda y asesoramiento técnicos, dados por los gobiernos para favorecer la buena ejecución de los programas, asegurando que dicha ayuda y asesoramiento lleguen a cada uno de los interesados. Pero es en el dominio económico y financiero sobre todo donde la asistencia del Estado puede manifestarse a través de estas asociaciones. La concesión de préstamos a bajo interés, subvenciones y exenciones de tasas puede fácilmente estar subordinada a los beneficiarios de las asociaciones de esta naturaleza, y estas últimas pueden estar encargadas de repartir estos beneficios entre sus miembros. Su papel se considera a voces de una importancia tal que los gobiernos pueden darles la constitución obligatoria o, al menos, favorecerlas por todos los medios posibles.

Es evidente que la presión que tales asociaciones ejercen sobre los organismos gubernamentales y viceversa está más o menos equilibrada. Si los gobiernos toman los medios necesarios, esta relación, puede ser eventualmente modificada hacia la mejora de los intereses económicos del país y de la puesta en marcha de las políticas forestales. Después de todo, en los países de estructura capitalista, estas asociaciones son la verdadera estructura económica a través de la cual el impulso dado por los gobiernos puede ser transmitido a los realizadores individuales de esta política.

ASOCIACIONES PARA PROTEGER LOS INTERESES DE SUS MIEMBROS

Este tercer tipo de asociaciones, que agrupan casi exclusivamente a los asalariados, tiende a la mejora de las condiciones en las que viven sus miembros y ejercen su profesión. Son pues «profesionales», pero es preciso entender este adjetivo en su sentido más amplio. Las asociaciones numéricamente más importantes son, en efecto, los sindicatos de los obreros del monte y de las industrias forestales. Poderosas numéricamente, la influencia de que disponen para llevar a cabo sus reivindicaciones se encuentra reforzada por el hecho de que pertenecen en general a sindicatos mucho más vastos, únicos o en pequeño número para cada país, agrupando la totalidad o la mayoría de los obreros y empleados en las empresas industriales y comerciales del país.

Potencia y valor de los sindicatos

Es fácil darse cuenta de la considerable presión de que estos grupos son capaces. Esta, sin embargo, no se ejerce directamente en los países capitalistas sobre los organismos gubernamentales y legislativos, sino más bien sobre las empresas que se sirven de los obreros sindicados, o asociaciones representativas de estas empresas. Pero las agrupaciones obreras disponen también de medios, tales como el derecho de huelga, para influenciar a los organismos gubernamentales. A su vez, pueden ejercer, si lo juzgan equitativo y necesario, por los medios citados, una presión conveniente sobre el conjunto de las empresas industriales interesadas.

Las finalidades de estos sindicatos consisten esencialmente en la mejora de los salarios y el mantenimiento o mejora del poder de adquisición de los mismos, en las condiciones variables de la evolución económica de cada país; pero se interesan también por todos los elementos del nivel de vida de sus miembros: formación profesional, seguros sociales, vacaciones pagadas, seguridad de empleo y socorro de paro forzoso, prevención de los accidentes de trabajo, condiciones de alojamiento (particularmente importante para los obreros forestales), escalas de sueldos, beneficios acordados en la ancianidad, etc. Un gran número de estos elementos depende de las legislaciones generales del trabajo o puede ser reglamentado por decisiones gubernamentales. El salario mínimo puede estar fijado por la ley. En todos estos casos, es pues una presión directa la que los sindicatos obreros del monte o de las industrias forestales pueden o deben ejercer sobre los poderes públicos. Por lo general, como se ha dicho, su presión no hace más que ajustarse a la de los asalariados de las otras industrias. Sin embargo, las condiciones de vida de estos obreros, y sobre todo de los forestales propiamente dichos, son tan particulares que muchas de las reivindicaciones pueden dar lugar a una acción especial.

No obstante, para justificar sus reclamaciones, los sindicatos en cuestión deben dedicar parte de sus actividades a encuestas e investigaciones económicas y sociales que pueden presentar el mayor interés para los gobiernos con vistas a determinar su política forestal. En los Estados Unidos, el sindicato que agrupa a los obreros forestales dispone hasta de una oficina de estudio que se interesa por todos los detalles de la política forestal y es capaz de sugerir las orientaciones de esta política que permitirán asegurar a estos obreros un nivel de vida más elevado y mejor estabilidad de empleo.

El papel de estos sindicatos no es pues meramente de reclamación. El éxito de toda política forestal depende de las condiciones en que la mano de obra ejerce sus actividades. Sin una mano de obra suficientemente abundante, bien adiestrada, que goce de un nivel de vida conveniente, las industrias forestales no podrían subsistir ni desarrollarse. Se conocen las dificultades que sufren muchos países por asegurar, por ejemplo, un reclutamiento suficiente de leñadores. Por otra parte, la existencia misma de sindicatos permite ejercer a los organismos gubernamentales una cierta presión sobre esta mano de obra, arbitrar los conflictos, moderar eventualmente sus reclamaciones, explicar las razones que dictan su política y obtener, en fin, su adhesión a las medidas que proponen.

Importancia de las asociaciones forestales profesionales

En muchos países, los empleados de categoría superior - ingenieros de montes e industrias forestales - han comprendido igualmente el interés de constituir asociaciones profesionales. Estas son las asociaciones forestales profesionales, en el sentido más estricto, mencionadas al principio de este documento. En algunos casos, estas agrupaciones están incorporadas en categorías especiales de los mismos grandes sindicatos que la mano de obra obrera. En la inmensa mayoría de los casos, sin embargo, se trata de asociaciones independientes completamente, reuniendo a los asalariados cuya formación ha exigido largos años y que ejercen funciones de autoridad y de responsabilidad.

El fin principal de estas asociaciones es la defensa de los intereses profesionales de sus miembros. En los países más desarrollados, los problemas de salarios juegan un papel de escasa importancia. La escasez relativa de este alto personal calificado obliga a sus jefes, ya se trate del Estado o de empresas privadas, a asegurarle una remuneración conveniente, libremente discutida entre el jefe y el empleado. Para que este resultado se obtenga, es preciso que el nivel de calificación de este personal sea elevado. Es pues la conservación y mejora de las normas que rigen el acceso a estas profesiones lo que consideran principalmente las asociaciones profesionales de esta clase. Las atribuciones de la asociación es determinar estas normas, definiendo y conservando una ética de la profesión y elevando el nivel profesional, a lo largo del servicio de sus miembros.

El ejercicio de un papel tal no puede concebirse sin que estas asociaciones estudien de manera profunda la mayor parte de los problemas de la política forestal, siendo los más importantes la educación y la formación profesionales de los ingenieros de montes e industrias forestales. Programas de educación insuficientes, sancionados por la concesión de diplomas de dudoso valor, no tendrían por resultado solamente degradar la profesión comprometerían la puesta en marcha de toda política forestal.

Es así como las más evolucionadas y poderosas de estas asociaciones forestales profesionales se han preocupado de cuestiones que, a primera vista, parecen bastante alejadas de la defensa de los intereses profesionales de sus miembros. Aparte de encuestas que directamente interesan a la profesión, buscan promover determinados tipos de investigaciones y animan a sus miembros para que se dediquen a estas investigaciones; emprenden trabajos que son de interés general para todos los miembros de la profesión, tales como la elaboración de sistemas de clasificación de la documentación forestal y la definición de los términos técnicos utilizados por la profesión; publican obras cuya difusión a través de sus miembros mejorará sus actividades técnicas.

Aunque estas asociaciones sean siempre de escasa importancia numérica, las actividades que ejercen les hacen desempeñar un papel importante en la elaboración de las políticas forestales nacionales. Puede serlo tanto más si, entre los miembros de estas asociaciones, se encuentran personas con puestos de responsabilidad en el campo del monte o de las industrias forestales. Debido a su alta calificación profesional, estas personas gozan de una autoridad indiscutible ante los organismos gubernamentales que formulan la política forestal. Como las demás asociaciones, éstas ejercen una determinada presión sobre los organismos gubernamentales y legislativos, pero en este nivel se puede hablar difícilmente de «presión». Constituyen más bien para estos organismos medios suplementarios y útiles de información, de asesoramiento y consejo, que son tanto más escuchados cuanto la asociación goza de más prestigio, prestigio que le confieren los trabajos que emprende y las personalidades que la componen.

Se pueden añadir a las asociaciones forestales profesionales que acaban de ser tratadas las que agrupan a los ingenieros de montes o de las industrias forestales que han estudiado en la misma escuela. Estas asociaciones son puramente desinteresadas y su fin principal está en mantener los lazos de solidaridad y camaradería que se establecieron entre sus miembros durante los años de estudio, y transmitir de una generación a las siguientes el respeto de la profesión que les ha sido enseñado en la escuela. Sin embargo, no es raro que estas asociaciones se dediquen a actividades de interés general para esta profesión o para el progreso de la política forestal.

Por comparación con las asociaciones con fines lucrativos directos, que constituyen el mecanismo económico de la determinación y ejecución de las políticas forestales, se puede decir, para concluir, que las que nos ocupan ahora constituyen el mecanismo social, ya que contribuyen a la mejora de los medios humanos de que pueden disponer los gobiernos para asegurar el éxito de sus programas forestales.

Características de las asociaciones forestales

UTILIDAD PARA EL ESTADO

Todas las asociaciones forestales son evidentemente útiles tanto para sus miembros como para el Estado o, en cualquier caso, para los organismos gubernamentales encargados de la formulación y de la ejecución de las políticas forestales, si se exceptúan las asociaciones puramente locales, que no tienen ningún fin de carácter general.

Un rasgo más característico de las asociaciones forestales es que, debido a que son tan diversas las actividades que pueden emprender, el clasificarlas en una de las tres categorías antes descritas es difícil. Esto es sobre todo verdad para las asociaciones forestales profesionales más adelante se darán ejemplos concretos. Pero se las puede denominar también con frecuencia asociaciones con fines lucrativos directos. Sin duda, la asociación de este tipo que emprende encuestas, fomenta investigaciones, organiza establecimientos de instrucción o de aprendizaje, ejerce actividades evidentemente útiles a sus miembros; pero su interés general puede que sobrepase con mucho el interés de éstos. Inversamente, las asociaciones con fines desinteresados no lo son siempre, como pudiera parecer. Se ha citado el caso de las asociaciones cinegéticas, pero es evidente que la asociación que tiene por fin la conservación de un monte contará sobre todo entre sus miembros ribereños de este monte o personas que tengan un interés directo en su conservación.

FUNCIÓN INTERNACIONAL

Es evidente que cada asociación ejerce sus actividades dentro de la organización general de cada país; sin embargo, existe una neta tendencia en muchas de ellas por buscar una función más o menos internacional.

Esta tendencia es marcada sobre todo en las asociaciones con fines desinteresados. Muy frecuentemente, en efecto, estos fines no conocen fronteras. El caso más típico es sin duda el de la investigación forestal. La Unión Internacional de Organizaciones de Investigación forestal es una asociación ya antigua, que no ha de extender su influencia, y cuya utilidad está reconocida ampliamente en todos los medios forestales. La Asociación Forestal de la Commonwealth, que abarca un gran número de países, tiene fines más amplios que la investigación, creando una unión entre sus miembros y facilitando la difusión de informaciones y conocimientos que les ayuda en el ejercicio de su profesión. Se podría; también clasificarla entra las asociaciones forestales profesionales. En lo que concierne a las agrupaciones que tienen por fin la conservación y utilización racional de los recursos naturales, un número importante de éstas están reunidas en el seno de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cuya influencia se ha extendido considerablemente a lo largo de los últimos años. Todas estas asociaciones internacionales organizan periódicamente congresos que logran una amplia afluencia, no solamente de forestales profesionales, sino también de personalidades científicas interesadas por los problemas de la conservación. Disponen, seguramente, de secretariados permanentes.

La tendencia a la internacionalización está menos marcada en las asociaciones con fines lucrativos directos porque las finalidades que persiguen estas agrupaciones difieren mucho de un país a otro. Además, los medios para alcanzar estos fines dependen de las instituciones de cada país, que no son menos diversas que sus fines. Aun entre ciertas categorías de propietarios forestales, sin embargo, por ejemplo entre las comunidades de las zonas boscosas de montaña, hay una cierta tendencia a la internacionalización. En lo que concierne a las agrupaciones industriales y comerciales, hay un movimiento de internacionalización, que es susceptible de desarrollarse entre países que tienden a instituirse. Por el momento se limita a las agrupaciones nacionales interesadas por un producto acabado o semiacabado bien determinado, por ejemplo embalajes, y la tendencia es más señalada, naturalmente, cuando se trata de productos que se exportan o importan en gran escala.

Aunque este movimiento, para esta categoría de asociaciones, esté todavía bastante restringido, es cierto que la internacionalización es deseada por la mayor parte de los interesados. Para darse cuenta de ello basta constatar el éxito de las reuniones organizadas por la FAO al nivel regional o mundial, para el estudio de los problemas que afectan a las diversas categorías de productos forestales. Efectivamente, estas reuniones se han multiplicado en los últimos años, tratando en particular sobre la industria de la pasta y del papel, y las de contrachapados y tableros de fibras o de partículas. Todas han suscitado el más vivo interés, muy comprensible si se piensa en la importancia cada vez mayor que toman estos diversos productos en el mercado mundial.

En lo que concierne a las asociaciones que tienden a la defensa de los intereses profesionales de sus miembros, se constata una cierta internacionalización de las agrupaciones de obreros del monte y de la madera que, si bien no es directa, se produce por intermedio de los grandes sindicatos a los que estas agrupaciones pertenecen. Estos últimos están ampliamente representados en la Oficina Internacional del Trabajo. Sin duda, no se trata de una internacionalización en el sentido corriente de la palabra, pero la OIT permite vastas confrontaciones, a escala mundial, entre los intereses distintos u opuestos de agrupaciones interesadas en el conjunto de los problemas del trabajo.

No existe internacionalización para las asociaciones forestales cuando se usa el término en el sentido más estricto. Se pueden mencionar, por supuesto, importantes asociaciones internacionales, como la Asociación de Forestales Escandinavos que existe desde hace muchos altos, o la Asociación Forestal de la Commonwealth.; Pero se puede dudar si conviene clasificar estas asociaciones entre las de fines lucrativos o las de fines desinteresados. La segunda de éstas, tal y como están las cosas, es más justificada. Todas estas asociaciones tienen un carácter internacional, pero su acción no se puede comparar a la de la más pujante asociación nacional, la Sociedad de Forestales Americanos que, encargándose de numerosos trabajos de interés general, tiene en perspectiva esencialmente la mejora de las normas de la profesión, el mantenimiento de su prestigio en el nivel más elevado y la mejora de las condiciones de su ejercicio. Para las asociaciones de esta naturaleza existe, por ahora, ningún intento de internacionalizacion.


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