Página precedente Indice Página siguiente


Necesidades de capacitación forestal en el Africa tropical

J. WYATT-SMITH

J. WYATT-SMITH es asesor forestal en el Ministerio do Fomento de Ultramar del Reino Unido. Con anterioridad fue Director de proyecto de la FAO y director del Departamento de Montes de la Universidad de Ibadán, Nigeria fundado en virtud de un proyecto PNUD/FAO. Este trabajo fue presentado en un seminario de la FAO sobre fomento de la enseñanza y la capacitación forestales en el Africa tropical, celebrado en Accra, Ghana, en 1969.

En este trabajo se enumeran algunas características comunes en países tropicales y se estudian las oportunidades de empleo en el sector forestal, las funciones y la organización de un servicio forestal, los programas de enseñanza y los tipos de capacitación forestal a nivel profesional, técnico e inferior. Se examina la idoneidad y las aplicaciones prácticas de la formación recibida, y se proponen tres importantes soluciones:

1. en los futuros programas de capacitación, abordar los problemas a partir de la efectiva necesidad funcional de la capacitación, y no desde el punto de vista de la estructura orgánica que existe para resolver los problemas, de la creación de puestos y de los requisitos mínimos para el ingreso en un punto determinado;

2. aceptar la premisa de que la ciencia forestal en los países en desarrollo es, en realidad, una tecnología aplicada y que no se trata tanto de la necesidad de exigir nuevos conocimientos, cuanto de la modificación de técnicas conocidas para adaptarlas a las condiciones locales, y de la aplicación de los conocimientos existentes;

3. considerar la formación de personal de todas las categorías como una empresa combinada.

Introducción

En la mayoría de los países, y los países tropicales del Africa no constituyen una excepción, la actividad forestal en sus primeras etapas se orientaba sobre todo hacia la regulación y el cuidado de los recursos forestales naturales existentes, que poco a poco van siendo devastados con las talas y desmontes. Por consiguiente, las actividades forestales se han ampliado para satisfacer varias necesidades: (a) adoptar medidas para regenerar los recursos naturales existentes; (b) crear recursos forestales donde no los ha habido por mucho tiempo; (c) proteger los recursos de tierras y aguas; (d) mantener suficiente vegetación en el medio natural en beneficio de la salud humana, puesto que la destrucción o perturbación de cualquiera de las facetas de un ecosistema suele tener repercusiones imprevistas y adversas, ya que la vegetación natural constituye una fuente de materiales génicos de posibilidades desconocidas.

Los forestales no son ya meros funcionarios de policía y recaudadores de ingresos, sino que deben reconocerse como piezas muy importantes de un complejo mecanismo nacional y supranacional aplicado al servicio de la humanidad. Aparte del cambio natural de las circunstancias, difiere grandemente el grado de desarrollo forestal de cada país. Champion (1965) ha enumerado, sin embargo, algunos rasgos comunes de los países tropicales que vale la pena repetir:

«1. Insuficiente desarrollo de los bosques respecto a comunicaciones, servicios de transporte y, con frecuencia, incluso cartografía.

2. Personal y mano de obra relativamente poco calificados, con escasa instrucción por lo general.

3. Dificultades para la protección física y jurídica del bosque.

4. Complicaciones debidas a las diversas formas de propiedad y a la prevalencia de los derechos del usuario sobre los del bosque.

5. Presión ejercida sobre el bosque para dedicar la tierra a otros fines.

6. Presiones políticas para un rápido desarrollo.

7. Escaso nivel de mecanización y desarrollo industrial.

8. Mercados locales restringidos como consecuencia de los bajos niveles de vida.

9. Falta de conocimientos básicos sobre el bosque, sobre todo en lo referente a su contenido y a la manera de regenerarlo.

10. Rigores climáticos prevalecientes con respecto a temperaturas elevadas, humedad y aridez.»

De lo antedicho se desprende que las oportunidades de empleo en el sector forestal son, o por lo menos deberían ser, abundantes a todos los niveles. Además, el sector forestal se caracteriza por el hecho de que las oportunidades son indispensables en las zonas rurales, en las que suele vivir más del 90 por ciento de la población de los países en desarrollo. Las actividades forestales pueden, pues, contribuir a detener la común emigración demográfica hacia los centros urbanos con todos los problemas inherentes. Esas oportunidades no se brindan únicamente al personal que interviene en todas las operaciones en el bosque y plantaciones, sino también al que participa en las industrias forestales primarias.

Oportunidades de empleo

¿Cuáles son pues esas oportunidades? Cada vez son más numerosos los puestos de responsabilidad para forestales profesionales en los departamentos estatales de montes, así como los empleos eventuales en servicios de administración pública en materias tales la planificación y el aprovechamiento de tierras, a los que hay que añadir la posibilidad de ocupación en la agricultura de plantación. Hay que darse cuenta de que por lo menos en los trópicos más húmedos, muchos de los cultivos agrícolas tradicionales son arbóreos, por lo que casi conviene más que los funcionarios que dirigen esas plantaciones tengan una formación forestal mejor que agrícola. Son muy escasos los forestales profesionales en las industrias forestales por varias razones: la mayoría de los alumnos son becarios y dependen de sus gobiernos, pero, además, la orientación de los estudios no los califica rápidamente para desempeñar puestos en la industria forestal, ni siquiera en las actividades de explotación maderera. A la industria le interesa más el personal que tenga una formación o una vocación en ingeniería, gestión económica o comercio, tanto si tienen o no títulos profesionales.

Para candidatos no profesionales o desprovistos de títulos, hay toda una galaxia de puestos relacionados con la ordenación forestal, la corta, la elaboración y el mercadeo. Esos puestos son técnicos y no técnicos, subordinados y de dirección en todas las categorías, de trabajo esporádico o de dedicación absoluta y por contrata o con carácter permanente.

Suelen exigirse ciertos títulos mínimos para puestos de diversas categorías, sobre todo en el servicio del Estado, pero con esto sólo se pretende garantizar en lo posible que el empleado se dé cuenta de lo que se espera de él y desempeñe su labor de modo satisfactorio. Por desgracia, este hecho tan importante suele olvidarse hoy día con demasiada frecuencia, ya que los candidatos consideran que la posesión de un determinado título les confiere automáticamente el derecho a obtener cierto tipo de empleo cuando no es sino una condición deseable para ser tenida en cuenta para su eventual elección. Puede darse que un forestal profesional que haya obtenido malas notas en sus estudios no obtenga un puesto, pero tampoco hay que olvidar que los títulos académicos no son más que uno de los muchos atributos en que se fija el empleador. Hay otras calificaciones, como el interés a fondo por el tema, la personalidad y la idoneidad física y temperamental para la vida forestal (Champion, 1965). Esos elementos son también bastante importantes, si no más, en particular tratándose de países en desarrollo donde entre el desarrollo urbano y el rural existe un desnivel mucho mayor en todos los aspectos.

Funciones de los departamentos de montes

Este trabajo se ha redactado teniendo en cuenta los países en desarrollo del Africa tropical, donde es el Estado quien se ocupa del sector forestal, y no los intereses privados o comerciales, ya que la tierra por lo general es propiedad del Estado o de las comunidades y no de particulares.

La función del Estado consiste en procurar que los bosques y tierras vinculadas a los mismos sean objeto de una ordenación científica para la producción de bienes y servicios, casi siempre con carácter continuo, con objeto de que sean de utilidad al país y a la población en el presente y en el futuro. Ello entraña una planificación y un aprovechamiento de la tierra acertados, así como el desarrollo y la protección de los recursos naturales, por lo que producen y por los servicios que prestan. Por otra parte, salvo algunas excepciones, los gobiernos de Africa no emprenden operaciones comerciales de tipo general, sino que las encomiendan a empresas privadas. Por consiguiente, la explotación, la elaboración, y el mercadeo de la madera han corrido, en general, a cargo de formas privadas y comerciales, y los gobiernos se han limitado a mantener un interés general, recaudando impuestos forestales adecuados y procurando en lo posible que la industria se desarrolle en pro de los intereses nacionales. Aparte de proveer servicios de inspección, los gobiernos tienen, sin embargo, que tomar con frecuencia la iniciativa y facilitar la implantación o el desarrollo de nuevas técnicas, la obtención de productos forestales secundarios y la creación de establecimientos que formen personal local para actuar en el comercio y hacer frente con éxito a una fuerte competencia.

En la ordenación científica de los bosques y tierras conexas, los gobiernos se ocupan de diversos recursos naturales de importancia, el principal de los cuales es la propia tierra. Otros recursos son la madera y demás productos forestales tradicionales, el agua, la fauna silvestre, el recreo, y en muchos países de Africa, los pastos. Siempre que estos recursos sean de la incumbencia del gobierno, las responsabilidades correspondientes habrán de ser nacionales y coordinadas y estar por encima de los límites de cualquier zona reservada con una finalidad especial.

Organización de un departamento de montes

El gobierno suele desempeñar ese tipo de funciones a través de un departamento de montes, aunque en muchos países, con el aumento de la especialización y el desarrollo, se han creado departamentos especiales, como por ejemplo, de caza o de fauna silvestre. Cabe esperar que esa tendencia prosiga y que el departamento de montes vuelva a su función primitiva de producción de madera. En cualquier caso, siempre harán falta administradores competentes de los recursos, personas de visión amplia y capacitación suficiente para aplicar de un modo satisfactorio programas coordinados. Incluso los especialistas son más valiosos si no tienen unas miras demasiado estrechas.

Los efectivos numéricos de un departamento de montes, sobre el papel al menos, dependerán de la importancia de sus funciones y de la facilidad con que éstas puedan llevarse a cabo, así como de los costos y de la disponibilidad de fondos, orden de prioridades y eficacia que el Estado exija en el cumplimiento de las funciones designadas. Nadie puede trabajar con eficacia más de un cierto número de horas al día, aunque los resultados de su trabajo dependerán en gran medida de sus aptitudes naturales y adquiridas, de la organización de las tareas y del éxito del trabajo en equipo.

En cada departamento hay una pirámide jerárquica de puestos, con el puesto de más categoría en la cúspide, y a cada uno de los cuales están encomendadas distintas funciones. Por lo general, cada puesto exige unos títulos profesionales mínimos, ya que el personal entra en la pirámide a niveles distintos. De todos modos, la experiencia, la aptitud y el tiempo de servicio son también elementos que se tienen en cuenta, y el personal puede ascender por la pirámide en su escala de servicios e incluso pasar de una categoría a otra. No es posible trazar una separación absoluta, desde un punto de vista funcional, entre los últimos escalones de una categoría y los primeros de la inmediata superior, ya que las funciones de los miembros más antiguos y experimentados de una categoría inmediatamente inferior se confunden con las de los funcionarios bisoños de la categoría inmediatamente superior. No parece que en los países en desarrollo se vislumbre una solución para las dificultades y problemas que esto ocasiona, aunque por fortuna haya de resolverse en gran medida, una vez que se produzca una saturación de los puestos superiores y una distribución satisfactoria de edades en el escalafón, y el programa de enseñanza haya rebasado su actual y rápida etapa evolutiva.

Por lo general, se considera que la estructura de un servicio forestal en el campo se divide en tres categorías, a saber, profesional, técnica o subprofesional y especializada o vocacional. De hecho, la estructura consiste en muchos países en desarrollo en cuatro categorías: profesional, técnica o subprofesional, subtécnica y una categoría especializada no técnica de trabajador forestal. Hay que comprender que para el desempeño satisfactorio de cualquier tarea hacen falta obreros o trabajadores calificados, contratados por días o por meses, como temporeros o con carácter permanente. La paga mensual y el puesto permanente deberían ser incentivos para mejorar el nivel de competencia y no una distinción concedida a los que asisten a los programas de capacitación.

La designación de categorías profesionales varía de un país a otro. En orden ascendente, el escalafón va generalmente de conservador auxiliar de montes a conservador jefe de montes y, para cubrir esos puestos, hace falta tener por lo general un título universitario. El país se divide por lo común en una serie de jefaturas territoriales, y el oficial forestal de categoría inferior o el conservador auxiliar de bosques está encargado de todas las actividades forestales, con inclusión de funciones administrativas y de personal de dicho sector. Las obligaciones son las siguientes:

1. conocer a fondo la función de los montes como modalidad de aprovechamiento de tierras en el contexto socioeconómico general de su jurisdicción, de su propio país y, en cierta medida, del mundo;

2. estar en condiciones de utilizar datos pertinentes y evaluar técnicas forestales cuando planifique, administre y ejecute actividades forestales;

3. determinar y formular una política forestal y asesorar al respecto.

Algunas de esas jefaturas territoriales se agrupan bajo la autoridad de funcionarios de superior categoría, que a su vez están a las órdenes del conservador jefe de montes de la oficina principal, quien a su vez responde ante el ministro del ramo. Además de esas jefaturas territoriales, habrá varios puestos para el desempeño de actividades de investigación y desarrollo de especialidades como ingeniería, utilización y planes de operaciones.

Las jefaturas territoriales mencionadas se subdividen en zonas más pequeñas bajo la autoridad de un oficial subprofesional o técnico, que podrá ayudar al forestal profesional en el desempeño, dirección e inspección de las actividades técnicas de práctica corriente en los montes, tales como inventariaciones, reconocimientos de enumeración, operaciones ordinarias de silvicultura y medición, práctica de viveros, medidas de protección y de política, procedimiento ordinario de recaudación de ingresos, junto con la redacción de informes, la organización de archivos y el funcionamiento de una pequeña oficina. Puede incluso estar obligado a inspeccionar sencillas operaciones de corta, extracción y aserrío, aunque en esos casos recibirá una capacitación especial. En resumen, esas personas han de recibir una capacitación consistente en la enseñanza de las técnicas y su aplicación satisfactoria y, además, han de contar con la formación necesaria para que comprendan claramente la finalidad de esas técnicas de modo que puedan aplicarlas correctamente y modificarlas, incluso en pequeña escala cuando haga falta con arreglo a las circunstancias locales. Deberán adquirir un alto grado de especialización práctica, ya que a su cargo correrá la capacitación de los obreros forestales y del personal no técnico.

El personal técnico y subprofesional indudablemente constituye el armazón de todo servicio forestal, aunque este hecho no siempre se reconoce como es debido. También algunas de esas subsecciones se agrupan bajo la autoridad de un funcionario superior subprofesional o técnico. Además, el personal de esas categorías puede llegar a desempeñar funciones forestales especiales que no guarden relación con una jefatura territorial en cuanto tal, tales como la adopción de programas de plantación. Ese personal tiene por lo común que haber cursado estudios secundarios.

La categoría subtécnica suele estar compuesta de guardas y ayudantes forestales que, en muchos casos, actúan como policías forestales y capataces especializados y han de desempeñar muchas de las funciones de inspección y dirección de operaciones en las zonas de explotación maderera, así como de ordenación forestal. Por lo general tienen que saber leer y escribir, para que puedan redactar informes sencillos y enterarse de ellos. Contarán con la colaboración de obreros forestales permanentes o temporeros, que podrán ser analfabetos o no, pero que, por desgracia, suelen carecer por completo de toda calificación. De todos modos, hay que capacitarlos para que desempeñen una labor especializada o semiespecializada de la manera mejor y más económica. Quiere esto decir, entre otras cosas, que tienen que saber utilizar no sólo herramientas sencillas, sino también algunas bastante complicadas, y mantenerlas además en un buen estado de reparación. Deberán darse cuenta de la finalidad de lo que hacen y de los problemas inherentes a su labor.

Excepción hecha del personal empleado en el sector de la elaboración y de los productos forestales, el escalafón suele ser como sigue:

1. Forestales profesionales y otros especialistas titulados (denominados generalmente oficiales forestales especialistas y oficiales de investigación).

2. Técnicos y subprofesionales (denominados generalmente forestales, auxiliares forestales, oficiales técnicos).

3. Personal subtécnico y de protección (denominados generalmente guardas forestales y ayudantes de montes y, colectivamente, personal de campo).

4. Obreros forestales o no técnicos (denominados generalmente trabajadores forestales permanentes o temporeros).

Además, están los puestos de categoría superior en el ministerio correspondiente, así como el personal docente, que puede consistir o no en forestales profesionales, pero que está muy en contacto con los asuntos forestales y que tendrían que estar mucho más enterados de las importantes funciones del bosque.

El número de puestos de cada tipo o categoría de funcionarios depende, o al menos debería depender, de la necesidad que de ellos haya, pero en algunos países se registra una tendencia a intentar crear una organización al estilo de Parkinson más que a investigar las necesidades reales, así que, con frecuencia, se presta una atención excesiva a la cabeza del escalafón, a expensas de las categorías intermedias e inferiores. Se trata de una reacción humana muy natural, a la que sin embargo hay que resistir. En los países en desarrollo, la ciencia forestal es en realidad una tecnología aplicada, y es probable que se consiga acelerar la evolución en el campo, dando mayor importancia en esta etapa a la base de la pirámide y cubriendo los puestos superiores mediante un sistema acelerado de ascensos por méritos excepcionales. (Por más que esto no haya de interpretarse en el sentido de que el autor recomienda una reducción de las actividades a los niveles superiores, sino una intensificación de las mismas.) Por otra parte, no se presta bastante atención a la reducción o a la redistribución del personal cuando cambian las condiciones en sentido descendente (King, 1965).

No existen unas normas fijas en cuanto al número de forestales profesionales requeridos o al número de subordinados necesarios para colaborar con ellos. La FAO ha tratado de establecer una metodología para determinar los efectivos idóneos de diversas categorías que cada país puede necesitar, y, en términos generales, se ha sugerido que, para las operaciones de campo, por cada forestal profesional debe haber de 6 a 9 subprofesionales o técnicos, de 45 a 49 subtécnicos (llamados especializados por Richardson), y de 180 a 480 trabajadores u obreros, número que dependería de la operación y de la clase de actividad forestal de que se trate (Richardson, 1967).

De todos modos, está perfectamente claro que, cualesquiera que sean los efectivos de cada categoría que hagan falta en cada país y para cada operación, la eficacia de ésta depende de que se disponga de una cantidad adecuada de subordinados competentes para colaborar con los funcionarios de mayor categoría. Sin esos dos requisitos - cantidad y competencia - no habrá proporción en la adjudicación de los gastos de las operaciones. La formación satisfactoria de personal de todas las categorías es, pues, indispensable y debe considerarse como una empresa combinada.

Estructura de la enseñanza

Los profesionales se capacitan en universidades o institutos de enseñanza superior, donde estudian tres años o más después de adquirir una base de enseñanza media, y hasta hace poco tenían que ir a países desarrollados para obtener ese tipo de capacitación. Los de categoría subprofesional, técnica o intermedia se capa citan en las escuelas de montes de los departamentos locales durante dos o tres anos, previa asistencia a una institución de enseñanza secundaria. El personal subtécnico recibe una capacitación elemental que no suele durar más de seis meses, y algunas voces mucho menos, en escuelas comarcales, después de abandonar la escuela primaria. El obrero forestal no recibe más formación que una somera instrucción inicial en el campo antes de dar comienzo las operaciones, más los conocimientos que adquiere con la experiencia en su trabajo; los trabajadores forestales aprobados y experimentados se vuelven a emplear de año en año para las mismas operaciones. Además de todos esos cursos ordinarios de enseñanza o de capacitación, se suelen organizar cursillos de especialización y cursos de perfeccionamiento para personal de todas las categorías.

Son generalmente reconocidas las ventajas enormes que tiene, si es factible desde el punto de vista económico, el impartir capacitación forestal profesional de nivel subprofesional en el propio medio socioeconómico, donde el candidato va a desarrollar sus actividades. En cambio, se reconoce igualmente que, en la actual coyuntura, la enseñanza universitaria o la ampliación de estudios se desarrolla probablemente mucho mejor en el extranjero, ya sea en acreditadas escuelas de montes, en organizaciones de investigación y otras instituciones, o en servicios e industrias forestales.

Hasta ahora no se ha tenido apenas en cuenta en el presente estudio la enseñanza y la capacitación de los empleados en las operaciones de corta y extracción de madera en el bosque y de los que trabajan en las industrias forestales primarias. Estas personas suelen reclutarse sin mirar su nivel de formación ni considerar si sus antecedentes son adecuados, y reciben su formación en el empleo, ya sea en el bosque o en la industria. Por lo que respecta a la capacitación técnica, pueden asistir a clases nocturnas, si las hay, y obtener certificados oficialmente reconocidos.

Sin embargo, parece ser que en muchos de los países en desarrollo el obrero forestal sólo recibe la formación mínima necesaria, pese a lo cual es con mucho la persona más importante en gran cantidad de operaciones, sobre todo dado el carácter extensivo de las actividades forestales y las exiguas posibilidades de inspección que ello entraña. El es el encargado de plantar los arbolitos en la creación de plantaciones y de realizar muchas de las operaciones silviculturales. Con frecuencia, se organizan cursillos para enseñar al personal subtécnico el manejo adecuado de las herramientas manuales y el mantenimiento eficiente de las mismas, pero cabe preguntarse si la información adquirida suele transmitirse suficientemente al trabajador forestal. A juicio del autor, esto es bastante raro que ocurra, salvo en forma extraoficial.

Programa de enseñanza y tipo de capacitación

FORMACIÓN PROFESIONAL Y ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

La formación profesional consistía, en un principio, en un aprendizaje con un reputado maestro de montes. A continuación, se fundaron escuelas especiales de montes, situadas por lo común dentro de un departamento forestal. Por lo general, los alumnos se hallaban en posesión de un título en ciencias y habían sido escogidos para el servicio en el departamento de montes y seguían estudios en los cuales se hacia hincapié en los trabajos prácticos y, en general, en las necesidades del momento. Actualmente, en la India, sigue impartiendo capacitación forestal el Departamento de Montes de Dehra Dun a candidatos selectos que estén en posesión de un título en agronomía o en ciencias físicas o biológicas.

De todos modos, se ha llegado a la conclusión de que la ciencia forestal moderna, con sus acusados aspectos sociales y económicos y su enfoque combinado con otras materias relativas al aprovechamiento de tierras, exige una amplia formación básica. Con miras a una futura evolución, es importante que los forestales profesionales no se capaciten en condiciones de aislamiento, sino que se formen en un medio universitario. El inconveniente es la tendencia a desarrollar cursos tal vez demasiado teóricos y que, a juicio de muchos oficiales forestales en el servicio, tal vez no tengan nada que ver con la realidad práctica. Por otra parte, hay que darse cuenta desde luego de que, a largo plazo, no tiene el menor interés el capacitar a una persona en una universidad para un puesto determinado, si es que se quieren realizar progresos y hacer surgir nuevas ideas.

Hay que procurar un equilibrio en virtud del cual se cumplan determinados requisitos profesionales y prácticos después de la obtención de un título y en que la persona se convenza a fondo de que ha acertado en escoger la carrera forestal. También es interesante consignar que en Oxford, Inglaterra, centro donde se han formado tantos forestales tropicales, se va a emprender un programa de ese tipo a partir de 1970. Después de tres cursos para la obtención de un título en ciencias botánicas, se seguirá un curso de un año, consagrado al parecer a la ordenación, con fuerte hincapié en lo económico y con inclusión de un proyecto especial y un plan de operaciones. El título se obtendrá a la conclusión del cuarto año profesional, y los alumnos seguirán un curso de estudios forestales durante el año tercero y último.

Es muy difícil, por no decir imposible, conseguir un equilibrio satisfactorio entre los estudios de ciencias físicas y biológicas y los de economía, ordenación y servicios sociales. Pero ¿vale la pena intentarlo? Para el departamento sería conveniente que sus funcionarios contasen con una formación básica bastante amplia, de manera que se evite el oficial forestal estereotipado y se faciliten los progresos. Después de todo, es el departamento con su dependencia operativa y no los particulares, quien ha de hacer frente a las múltiples obligaciones que se le encomiendan (Wyatt-Smith, 1968). Y en esta época de la especialización, ningún particular puede obtener una formación lo suficientemente amplia y profunda como para estar a la altura de todos los problemas que haya probablemente de afrontar. Puede y debe estar capacitado para pensar, evaluar situaciones y decidir la clase de pericia especializada a que habrá de recurrir cuando la situación lo exija.

Sisam (1964) ha ideado un excelente plan de estudios básicos de cuatro años para profesionales forestales de países en desarrollo, y el autor sugiere, a guisa de modificación, que sería ventajoso orientar a los alumnos con anterioridad al tercero y cuarto cursos hacia los principios del aprovechamiento de tierras y a la necesidad de coordinación y combinación de las diversas asignaturas sobre recursos naturales (lo cual, a juicio del autor, les haría interesarse en la asignatura de montes) y mucho antes del cuarto curso en la tecnología de la madera. Gran parte de esto último podría hacerse perfectamente en el primero o en el segundo cursos del plan de estudios. También se estima que habría que conceder más importancia de la que parece a la ordenación de la fauna, las aguas, los pastos y las zonas de recreo, que representan importantes aspectos de las funciones de los oficiales forestales en muchos de los países en desarrollo, y lo mismo puede decirse de la economía. Un rasgo importante del plan de estudios básicos de Sisam es la especialización en montes o en productos forestales durante el cuarto curso. He aquí un aspecto que es de esperar pueda introducir en un futuro próximo el nuevo Departamento de Montes de la Universidad de Ibadán Nigeria.

El plan cuatrienal de estudios que propone Sisam pudiera compararse en muchos conceptos con el actual plan trienal de estudios que se aplica en Ibadán, precedido de un curso de ciencias. Probablemente adolece de los mismos defectos que el curso de Ibadán en el sentido de que es sumamente difícil desarrollar a fondo en dos años académicos todo el programa práctico de estudios forestales a nivel profesional, y es de notar que el propio Sisam ha propuesto que sería preferible extender a cinco años el curso de montes.

Esto es lo que ocurre concretamente con el plan de operaciones, que es un admirable ejercicio para probar al alumno y proporcionarle experiencia en el análisis de los problemas de campo, al mismo tiempo que le hace aplicar los conocimientos adquiridos en las clases teóricas de una manera práctica y coordinada. Por desgracia, los cursos oficiales correspondientes han coincidido, en general, con la recogida de datos prácticos para el plan de operaciones. Sin embargo, parece absolutamente indispensable en los países en desarrollo, donde las actividades forestales abarcan grandes extensiones, las comunicaciones son escasas y una inspección detenida suele ser imposible, que los forestales profesionales, al abandonar la universidad e incorporarse a su departamento de montes, estén en condiciones de emprender inmediatamente un sencillo proyecto técnico en el campo de una manera totalmente competente. En un curso de tres años cabe dudar que el alumno adquiera los conocimientos suficientes para hacerlo a satisfacción de sus superiores.

Una experiencia práctica de un año anterior al ingreso en la universidad sería probablemente de gran provecho en ese sentido y en algunos casos se establece como requisito indispensable. Esto permitiría también al joven que termina en la escuela decidir si tiene vocación de forestal. Desgraciadamente, esto es muy difícil de imponer, ya que reduciría seriamente el número de estudiantes que acuden a estudiar montes; el tema es de por sí bastante impopular entre los jóvenes que terminan la escuela y están en condiciones de ingresar en la universidad. La mayoría de los oficiales nativos de montes de categoría superior en los países en desarrollo parecen olvidar que ésos han sido sus antecedentes, ya que han pasado algunos años de aprendizaje como técnicos, aunque hoy día se siga ya otro sistema.

Se está en general de acuerdo en que el primer grado de montes debe tener una base amplia y que los conocimientos especializados deben adquirirse más adelante. Por otra parte, se acepta igualmente el que un forestal profesional se capacite continuamente con miras a un posible perfeccionamiento; es decir, que se capacite para pensar. Para cubrir esta necesidad, las universidades suelen exigir que los alumnos desarrollen a fondo un pequeño proyecto. Se trata de un ejercicio excelente, pero, por desgracia, suele ser difícil impedir que los alumnos le dediquen demasiado tiempo en detrimento de las demás asignaturas.

Un oficial forestal de campo de la FAO en Ibadán demuestra a sus alumnos cómo se elimina Ficus vogelli, que estorba el crecimiento de las palmeras aceiteras.

CAPACITACIÓN TÉCNICA O SUBPROFESIONAL

La capacitación técnica o subprofesional es en muchos aspectos la más importante de todas, ya que, sin ayudantes competentes y bien adiestrados, el oficial profesional no puede actuar con eficacia y el programa de campo desarrollado por el personal subtécnico y obreros especializados o no se organizará y ejecutará de manera igualmente ineficaz.

La importancia y el valor de este cuadro de personal han sido reconocidos en muchos países en desarrollo que han iniciado ya una primera etapa de creación de excelentes escuelas de montes. Un técnico procedente de una escuela secundaria con su certificado correspondiente suele capacitarse en un curso de dos años, más un breve período de prácticas preparatorio. Al cabo de unos años se desarrolla un curso más especializado que dura un año aproximadamente y se destina a personal probado y experimentado.

El principal objetivo de la capacitación de técnicos forestales ha sido expuesto por Goodwin (1965) del modo que sigue: «El técnico forestal estará en condiciones de dirigir a los obreros forestales en el desempeño eficaz de una o más operaciones forestales a cambio de una remuneración en metálico». Sigue diciendo: «Para que su labor de dirección resulte satisfactoria, yo pro pondría que se exija pericia en los siguientes elementos de cada operación: (a) Trabajo manual especializado. (b) Conocimiento técnico. (c) Calificaciones para tratar a la mano de obra. (d) Calificaciones administrativas. Se desprende, pues, que el técnico forestal ha de tener una información práctica y una variedad de calificaciones para la inspección del trabajo».

Aunque las condiciones forestales y, por ende, los requisitos técnicos varíen de un país a otro, incluidas las calificaciones mínimas exigidas para el ingreso, existe una analogía indudable entre las disciplinas que se enseñan en las diversas escuelas del Africa tropical. En todos los países se ha perseguido la meta de producir técnicos prácticos, cosa que ha reportado considerables éxitos en la mayoría de ellos. En cambio, algunos países han tropezado, al parecer, con dificultades para mantener en primer plano los aspectos prácticos, habiéndose registrado en ellos una tendencia a dedicar más tiempo del aconsejable o necesario a algunos de los temas científicos básicos y aspectos teóricos de las ciencias forestales. Sin embargo, es muy difícil generalizar a este respecto, habida cuenta de las variables circunstancias de los distintos países.

Estos alumnos han de tener unos sólidos conocimientos prácticos de inventariación, cartografía, enumeración y medición, ingeniería elemental, protección contra incendios, plantación y ordenación de montes, regeneración y cuidados culturales, trabajo de viveros, empleo y mantenimiento de vehículos y herramientas, especies forestales importantes en todas las fases de su desarrollo, investigación de infracciones forestales y procedimiento judicial, corta, procedimiento de concesión de licencias y recaudación de ingresos, y legislación de montes; también habrán de acreditar su competencia en relaciones públicas y en administración de oficinas y de personal.

La eficacia del programa de capacitación se pone, sin embargo, severamente a prueba en varios países porque, aparte de los alumnos que abandonan los estudios, hay muchos candidatos brillantes que, una vez concluidos éstos, escogen una carrera universitaria y cada vez son más los técnicos de categoría superior que ascienden a puestos profesionales. Esto obedece a la escasez general de forestales profesionales para cubrir las vacantes existentes, por lo que se conceden becas a los mejores técnicos jóvenes con un título corriente de enseñanza secundaria para que puedan obtener a su vez un título profesional. Dicho de otro modo, los beneficios inmediatos a corto plazo dejan paso a hipotéticos beneficios a medio y a más largo plazo. Por desgracia, esos beneficios no pueden garantizarse si el funcionamiento del departamento se pone en peligro, aunque sea ligeramente, al debilitarse el importante plantel de técnicos. Cabe decir que, en la mayoría de los países, los jóvenes están obligados a desarrollar tantas actividades de campo como los forestales.

Richardson (1967) estimaba que: «la necesidad más urgente en los servicios forestales consiste en reducir el actual desnivel de categoría y remuneración entre el personal técnico y el profesional» y propuso: a que, en relación con la solidez económica de los países en desarrollo y la posible eficacia del personal, la remuneración de los profesionales es desproporcionadamente elevada en relación a la remuneración de los técnicos». Este enfoque se ajusta a la realidad y sería oportuno que, en muchos de los países en desarrollo de habla inglesa, se comprendiese que las actividades de urgente prioridad son de carácter técnico y aplicado, elevando así a los técnicos superiores a la categoría de oficiales forestales de categoría inferior, más o menos como en los países de habla francesa se clasifican los ingénieurs des travaux, dando preferencia a la creación de una plantilla de esta clase sobre la de conservadores auxiliares de montes. En el ámbito de un país africano en desarrollo, muchos funcionarios de esta categoría desempeñan en el campo indudablemente la misma función capital que los oficiales distrituales de la Comisión Forestal del Reino Unido. Deben ser considerados como tales por los gobiernos y mantenidos en sus funciones actuales sin necesidad de que tengan que pasar por la universidad.

CAPACITACIÓN DEL PERSONAL DE CAMPO

En muchos países no se da la suficiente importancia a la capacitación del personal de campo. De resultas de esto, se ha recargado excesivamente la labor del técnico y del oficial profesional. La capacitación se limita, por lo general, a personas que en realidad son técnicos de categoría inferior o subtécnicos (guardas mayores forestales) que sólo han cursado la enseñanza primaria o, cuando más, una enseñanza secundaria muy limitada, y que desempeñan en el campo funciones ordinarias de policía, protección, administración o de carácter operativo. Por lo general, cursan dos años de estudios que siguen a una capacitación práctica de seis meses en el campo y durante el curso pueden emplear hasta la mitad de su tiempo en ejercicios de campo, trabajos prácticos y jiras de inspección. El personal de inferior categoría (guardas forestales) pueden hacer de inspectores o capataces de cuadrillas de trabajadores forestales, pero no suelen estar suficientemente calificados y, con mucha frecuencia, desempeñan sus funciones con bastante ineficacia.

Ciertamente convendría que los programas de capacitación de personal de campo se intensificaran en las categorías inferiores y, para conseguir mejores resultados, que no se limitaran a un nivel de enseñanza mínimo, como ocurre en algunos países. Esto podría hacerse, sin duda alguna, mejorando las instalaciones docentes en los países en desarrollo. Los delegados en el Seminario para directores de escuelas técnicas forestales de Africa, celebrado en Abidjan en octubre de 1965, recomendaron como mínimo dos años de enseñanza secundaria (FAO, 1965). De lograrse esto, cabe perfectamente esperar que el personal de campo capacitado podría suministrar más candidatos para el ascenso a la categoría técnica. Además, no hay duda de que la confianza y el entusiasmo son requisitos fundamentales (Champion, 1965).

En la actualidad, parte del curso de capacitación suele dedicarse a estudios básicos, como el inglés y las matemáticas, y a dotar a los alumnos de conocimientos generales, temas que se consideran de la incumbencia del sistema nacional de educación y no de un departamento de montes. La capacitación debe orientarse sobre todo hacia la botánica elemental, el conocimiento de los árboles, las prácticas de vivero, la inventariación, la enumeración, los trabajos de plantación, las operaciones de cuidado cultural, el mantenimiento de carreteras, la protección contra incendios, la ingeniería y la administración, inclusive la redacción de informes y la toma de notas y, por último, el empleo, cuidado y mantenimiento adecuados de herramientas y equipo.

CAPACITACIÓN NO TÉCNICA DE OBREROS FORESTALES

Los obreros forestales suelen ser de procedencia local y emplearse con carácter eventual, aunque por fortuna se les suele contratar para las mismas operaciones estacionales de un año para otro. Por lo general, se les selecciona por su aplicación al trabajo, su conocimiento de la localidad, su honradez y sus condiciones físicas. De ser posible, convendría indudablemente disponer de un cuadro permanente de individuos bien adiestrados que reciban cursillos especiales, repetidos a intervalos, para mantenerlos a un nivel eficaz para las labores manuales que desempeñan. Esto, sin embargo, parece ser imposible, salvo por lo que respecta a un número muy reducido, debido al carácter estacional de gran parte del trabajo.

FORMACIÓN DE ESPECIALISTAS

En las categorías más elevadas, la especialización se suele emprender al cabo de unos años después de la obtención del título y de la adquisición de experiencia de campo y de conocimientos forestales. Por falta de recursos locales, los graduados han tenido que ir a capacitarse en el pasado a ultramar, aunque, indudablemente, hubiera sido mucho mejor, desde el punto de vista práctico por lo menos, que esta capacitación pudiera haberse desarrollado en el país o, cuando menos, en un medio tropical. Sin embargo, es indudablemente valioso que una persona formada en su país vaya al extranjero, conozca a colegas de otros países y observe directamente las prácticas forestales de los países desarrollados. La dasonomía no es disciplina que se aprenda solamente en los libros. En la Commonwealth británica, el curso de un ano para oficiales forestales en Oxford, Inglaterra, destinado a forestales con cuatro o cinco años de experiencia práctica, ha sido muy útil para la profesión, como también lo han sido los numerosos cursillos sobre especializaciones celebrados periódicamente en muchos centros de países desarrollados. Debería haber más cursos de ésos.

Hasta ahora, se tenía la costumbre de seleccionar tanto los futuros oficiales de investigación como los especialistas entre aquellas personas que hubieran recibido la formación forestal ordinaria, pero que también hubiesen acreditado una particular inclinación en una materia especializada. Este sistema ha sido enérgicamente criticado por Richardson (1967), quien estima que a él se debe la baja calidad de gran parte de las investigaciones efectuadas y del despilfarro de medios económicos. Dice lo siguiente: «Una formación adecuada para la realización eficaz de investigaciones forestales exige, en general, un mínimo de nueve años en una universidad (cuatro años de montes; dos años de especialización, tres años de capacitación en investigación). Unicamente los graduados más brillantes en montes pueden seguir los estudios de especialización correspondientes. Son pocos los países en desarrollo que hoy día pueden permitirse el lujo de prescindir de sus mejores elementos para que amplíen estudios, darles las facilidades necesarias a su regreso en los organismos forestales, o de renunciar a sus servicios en la administración forestal y las actividades de campo». Por lo que respecta a los especialistas, sería preferible, en la mayoría de los casos, contratar a personas ya especializadas en la materia para la obtención de su primer título y que luego hayan resuelto aplicar sus conocimientos al medio forestal, dándoles, si hiciera falta, una formación forestal postuniversitaria (Wyatt-Smith, 1968). Para el personal de otras categorías, hay cursillos de especialización y perfeccionamiento en el extranjero y en el país, según las circunstancias. En dichos cursos, indudablemente, se hace hincapié en la labor práctica.

Idoneidad de la capacitación

La idoneidad de la capacitación ya ha sido examinada en un sentido general en la sección precedente, pero convendría destacar su idoneidad, o más bien su falta de la misma, y abordar la cuestión por separado.

CAPACITACIÓN PROFESIONAL

Parece ser que, en el pasado, los dos defectos principales de muchos planes de estudio han consistido en la atención insuficiente que se ha prestado al factor humano en el desarrollo rural y en el hecho de que las actividades forestales se conciben como negocio y que se estima indispensable el conocimiento práctico y objetivo de la economía para que el negocio se justifique, sobreviva y prospere. La importancia del factor humano en el fomento rural de los países en desarrollo es vital, mucho más que en los países desarrollados. En materia de montes, el sistema taungya de creación de plantaciones constituye un ejemplo de la importancia de prestar atención adecuada a los estudios socioeconómicos. En los últimos años, los planes de estudios de la mayoría de las universidades se han modificado por lo general para dar cabida a esas disciplinas.

Desde hace tiempo, se ha llegado a la conclusión de que es indispensable prestar una atención detenida a las enseñanzas prácticas en la capacitación de forestales profesionales y, por lo común, se exige un período mínimo de prácticas como requisito para la concesión del título. Sin embargo, son muchos los requisitos que deben exigirse para el puesto de ordenador de recursos naturales, y su capacitación suele ser, por consiguiente, sumamente amplia, orientada durante los dos primeros cursos en la mayoría de las universidades hacia las disciplinas básicas y, concretamente, las ciencias biológicas. De todos modos, es cada vez más evidente que es imposible abarcar adecuadamente todos los aspectos forestales indispensables en un solo año, especialmente el plan de operaciones, y se está en general de acuerdo en que: «para llegar a la categoría profesional, hacen falta por lo menos cuatro años después de la obtención del título de enseñanza secundaria, los primeros de los cuales se dedicarán sobre todo a las asignaturas básicas y los dos últimos a las ciencias forestales propiamente dichas» (Champion, 1965). Como se ha dicho anteriormente, el plan de operaciones es un ejercicio sumamente importante, en el que los alumnos han de afrontar un problema práctico y aplicar los conocimientos obtenidos en los cursos, aportando soluciones propias ajustadas a los hechos. Es prácticamente imposible que este ejercicio sea satisfactorio cuando no se han completado los cursos teóricos, que es lo que ocurre cuando se obtiene el título en tres cursos académicos.

CAPACITACIÓN TÉCNICA O SUBPROFESIONAL

La mayoría de los países en desarrollo de Africa se han dado plenamente cuenta de la importancia de la capacitación técnica y han fundado escuelas forestales con este fin. Williamson (1964), que visitó 14 países africanos, comunicó que este tipo de capacitación se hallaba a un nivel relativamente elevado en casi todos los países. También informó de que en punto a instalaciones, métodos de capacitación, nivel académico de los alumnos y procedimiento de selección, «había mucho que elogiar y poco que criticar».

De haber alguna crítica, ésta sería que habría que hacer un mayor hincapié en la importancia de las relaciones públicas, la administración de personal y el análisis de empleos, relegando a un segundo plano la política forestal, la utilización, la ingeniería y las industrias forestales.

CAPACITACIÓN DE PERSONAL DE CAMPO

No se ha destacado mundialmente la importancia que tiene la capacitación del personal de campo, que no siempre es tan eficaz como debiera. Ya se ha indicado que esto podría en gran parte remediarse cuando haga falta, elevando los requisitos mínimos de educación que se exigen.

CAPACITACIÓN TÉCNICA PARA OBREROS FORESTALES

Se estima que la capacitación obtenida por los obreros forestales es muy insuficiente en muchos países, y que esto se debe desgraciadamente a la falta de capacidad docente, dotes de organización y conocimientos de las personas encargadas de la enseñanza. Convendría organizar más cursillos breves e imponer una inspección más estrecha y eficaz.

CAPACITACIÓN DE ESPECIALISTAS

La capacitación de especialistas puede impartirse sin restricciones gracias a la ayuda multilateral y bilateral, y se considera que suele ser de un nivel adecuado. El inconveniente está, en ese caso, en que a voces parte de esta capacitación no es estrictamente necesaria, o bien que, en vez de dar facilidades a personas que podrían aprovechar las enseñanzas, se les da a otras no aptas y que no están en condiciones de asimilarlas. Hay que tener presente que, en los países en desarrollo, las actividades forestales constituyen ante todo una tecnología aplicada y, como ha indicado Richardson (1967), en muchos de esos países la modificación de prácticas y técnicas, desarrolladas ya y basadas sobre investigaciones efectuadas en otros puntos, es probablemente más urgente que la iniciación de nuevas tareas, y análogamente, el desarrollo tiene preferencia sobre la investigación.

Aplicación práctica de la capacitación

Este tema incluye dos aspectos: la satisfactoria utilización subsiguiente de los efectivos de alumnos capacitados en un campo determinado y la clase de capacitación obtenido. Aunque indudablemente escasea personal capacitado y experimentado de todas las categorías, para que la función del sector forestal se cumpla eficazmente, la verdad es que no siempre se aprovecha cabalmente al personal disponible. Dada la escasez general de mano de obra calificada, las personas capacitadas en una materia suelen encontrar empleo en puestos que consideran más de su gusto en otra esfera afín, y es ciertamente un rasgo positivo de la capacitación forestal el hecho de que muchos forestales con títulos profesionales o técnicos obtengan sueldo igual, si no mejor, en cargos de responsabilidad de otros sectores. En cambio, aunque a petición del Gobierno de Nigeria se creó un Departamento de Montes en la Universidad de Ibadán en 1963 para que en él se formara anualmente una promoción de 14 graduados destinados a los servicios forestales locales, cifra a que aún no se había llegado en 1969, algunos de los pocos que han logrado graduarse tropiezan ya con grandes dificultades para obtener empleos forestales, y esto no se limita a los alumnos menos brillantes. La creación de nuevos puestos no aumenta al ritmo previsto.

Algunos de los técnicos mejor capacitados han pasado posteriormente a obtener un título de montes, pero, si bien la categoría profesional sale ganando, pierde la categoría técnica, lo cual puede redundar en perjuicio general de las actividades forestales, a menos que se efectúen sustituciones adecuadas.

Ya se ha mencionado el empleo inadecuado de gran parte de los alumnos especializados. Champion (1965) menciona el caso de una persona que volvió a su país a dar clase de ingeniería después de estudiar dos años genética forestal. En un país africano, donde escasean los forestales profesionales, se sabe de un forestal graduado que da clases de ecología en una escuela de veterinaria. Muchas son las razones de esas situaciones en apariencia absurdas, pero casi siempre obedecen a que la categoría, el ascenso y la remuneración tienen preferencia sobre el objetivo funcional de la capacitación, y a una tendencia a seleccionar candidatos para estudiar en ultramar como premio por un largo y fiel servicio, en vez de equipar a los jóvenes para la labor futura (Champion, 1965).

En lo que respecta a los cursos propiamente dichos, probablemente la mayoría de los oficiales forestales profesionales podrían prescindir de la inventariación y de gran parte de la ingeniería forestal y, desde luego, eso es lo que ocurre cuando cuentan con la colaboración de técnicos adecuadamente capacitados. Unicamente por falta de estos últimos suele ocasionarse esa innecesaria duplicación. Además, hoy en día son muy pocas las ocasiones en que un forestal profesional ha de hacer uso de conocimientos detallados de ingeniería, pues muchos servicios forestales tienen sus propios especialistas en este sector o, si es preciso, pueden solicitar la asistencia del departamento de obras públicas. La botánica taxonómica también puede reducirse a un mínimo. Aunque los recursos naturales se exploten en todos los países donde existen, sólo en algunos casos excepcionales se regeneran naturalmente. El incremento de la productividad por unidad superficial y la demanda industrial de una materia prima uniforme han determinado una orientación decidida hacia la regeneración artificial y las plantaciones. Convendría, desde luego, que el oficial forestal conozca las especies de importancia económica que crecen en el territorio de su jurisdicción, conocimiento que como mejor lo obtendrá es en el curso de sus tareas. Los superficiales conocimientos de taxonomía que obtienen en la universidad no sirven de gran cosa a los oficiales de campo, y ese tiempo podría muy bien dedicarse a otros estudios.

En cambio, si el oficial profesional no se concentra en la labor de inventariación, en ciertos aspectos de la ingeniería o en la botánica forestal, habría que procurar que, en la medida de lo posible, esas disciplinas se incluyeran suficientemente en la capacitación del personal técnico y subprofesional.

Remedios propuestos

El principal remedio sería abordar los problemas de la capacitación a partir de la necesidad funcional de la misma, más bien que desde el punto de vista de la estructura orgánica existente para resolverlos, la creación de los diversos puestos y los requisitos académicos mínimos exigidos para el ingreso en cualquier punto determinado. No siempre es válida, por desgracia, la premisa de que la organización forestal actual, de un país se basa en las necesidades funcionales del mismo. En segundo lugar, hay que admitir que, en los países en desarrollo, la forestería consiste, en realidad, en una tecnología aplicada y la cuestión no estriba tanto en la necesidad de nuevos conocimientos como en la modificación de las técnicas actuales para adaptarlas a las condiciones locales, así como en la aplicación de los conocimientos existentes. En tercer lugar, hay que prestar más consideración al hecho de que la capacitación del personal de todas la categorías es una empresa combinada.

Si se tienen debidamente en cuenta los tres factores mencionados, a juicio del autor es indudable que las autoridades se esforzarán todavía más en formar personal relacionado con los aspectos prácticos y técnicos de la disciplina - obreros forestales, personal de campo y técnico - que no oficiales forestales profesionales, investigadores y especialistas. Con el enfoque adoptado actualmente en muchos países se tiende a recargar la cúspide. Richardson (1967) ha sugerido una estimación de las necesidades de personal supervisor de la mano de obra en las operaciones de campo y da datos efectivos del personal en Kenia y Uganda en 1965. Esos datos indican claramente dónde radica la principal escasez de personal capacitado, aun cuando hagan falta indudablemente más profesionales.

Actividad forestal

Profesionales

Técnicos

Obreros calificados

Mano de obra no calificada

Ordenación de la producción de renta

1

7

49

392

Creación de recursos

1

8

48

240

Producción de renta (Kenia) 1

22 (1)

197 (8)

499 (22,5)

?

Producción de renta (Uganda) 1

9 (1)

37 (4,1)

86 (9,5)

?

1 Las cifras entre paréntesis son cifras exactas, no aproximadas.

Si se consigue formar una mano de obra calificada y especializada, la formación de forestales profesionales podría modificarse reduciendo la enseñanza de materias tales como la inventariación, la ingeniería y la botánica forestal. Ello dejaría tiempo sobrante para prestar mayor atención a las disciplinas socioeconómicas y a todos los aspectos de la ordenación, con inclusión de los medios auxiliares modernos de gerencia de empresas, además de los conocimientos generales de ciencias físicas y biológicas adquiridos en las primeras fases de la formación.

Una vez conformes en que la forestería en los países en desarrollo consiste principalmente en una tecnología aplicada y en que lo que hace más falta hoy en día es una mayor aplicación práctica sobre el terreno de los conocimientos acumulados, cabe alguna esperanza de que el gobierno reconozca más los méritos del personal que participa en esas actividades, concretamente el personal subprofesional o técnico de categoría superior, e implante planes de servicio y escalas de sueldos que estimulen al personal a intervenir en esa labor tecnológica de importancia nacional. En los países en desarrollo, en que los buenos técnicos son muy estimados, hay que prodigar los incentivos para atraer al mejor personal a ese sector indispensable, en lugar de estimularlos a adquirir una formación universitaria.

Si esto se combina con una capacitación práctica intensiva tanto del personal especializado como de los obreros forestales, no cabe la menor duda de que el fomento forestal puede hacer progresos considerables y de que se resolverán muchos de los actuales problemas de enseñanza, como son los relativos al programa de estudios en todas las categorías. En la actualidad, aunque no se presta la suficiente atención a un programa combinado ni a un análisis de los problemas, se intenta resolver estos últimos ampliando el plan de estudios que siguen los técnicos y los forestales profesionales, pero ello da lugar a una considerable duplicación de asignaturas, cosa que puede y debe evitarse.

Referencias bibliográficas

CHAMPION, H. G. 1965. Tropical forestry education. Proc. Duke University Tropical Forestry Symposium. School of Forestry, Duke University, North Carolina. Bull 18, 78-97.

FAO. 1965. Informe general. Seminario para Directores de las Escuelas Técnicas Forestales de Africa, Abidjan, Costa de Marfil, octubre 1965.

GOODWIN, J. F. 1965. Curricula and syllabuses at technical level forestry schools with particular reference to the needs of developing countries. Seminario para Directores de las Escuelas Técnicas Forestales de Africa, Abidjan, Costa de Marfil, octubre 1965.

KING, K.F.S. 1965. Some aspects of administrative organisation. Obeche, Journ. of Tree Club, University of Ibadan, 11-16.

RICHARDSON, S. D. 1967. Requisitos de potencial humano y adiestramiento en la planificación del desarrollo forestal. FAO, FO: IWP/67/1, 18 enero 1967.

SISAM, J.W.B. 1964. Curriculum básico para escuelas/facultades/departamentos forestales y de productos forestales en países en desarrollo. Comité Asesor de la FAO sobre Enseñanza Forestal, primera reunión, Venezuela, febrero 1964.

WILLIAMSON, J. Q. 1964. Educación y capacitación en Africa. Unasylva, Vol. 18(75), 22-24.

WILSON, F. B. 1968. Education and training for agricultural development. Proc. Sixth Cambridge Conference on Development Problems - The rural base for national development, 22-38.

WYATT-SMITH, J. 1968. Education in forestry with particular reference to professional training in developing countries. Documento presentado a la Novena Conferencia Forestal de la Commonwealth, 1968.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente