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ANEXO III: Informes de las mesas redondas, del diálogo entre las diversas partes interesadas y de los actos paralelos

MESAS REDONDAS

Los días 11 y 12 de junio de 2002 se celebraron tres mesas redondas sobre el tema: "El Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: resultados logrados, obstáculos con que se ha tropezado y medios para superarlos", a las que asistieron en total 117 participantes, entre ellos tres Jefes de Estado, siete Jefes de Estado adjuntos, Jefes de Gobierno o Jefes de Gobierno adjuntos, 68 Ministros y un miembro de la Comisión Europea. La Mesa Redonda I estuvo copresidida por el Sr. R. Villalba Mosquera, Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, y el Sr. J. Sutton, Ministro de Agricultura y Negociaciones Comerciales de Nueva Zelandia. La Mesa Redonda II estuvo copresidida por el Sr. E . Lowassa, Ministro de Fomento del Agua y la Ganadería de la República Unida de Tanzanía, y el Sr. L. Vanclief, Ministro de Agricultura e Industrias Agroalimentarias del Canadá. La Mesa Redonda III estuvo copresidida por el Sr. M. Duwayri, Ministro de Agricultura de Jordania, y el Sr. E. Boutmans, Secretario de Estado de Cooperación para el Desarrollo de Bélgica.

Los copresidentes designados, a saber el Ministro Sutton para la Mesa Redonda I, el Ministro Lowassa para la Mesa Redonda II y el Ministro Duwayri para la Mesa Redonda III, presentaron a la sesión plenaria las conclusiones de las tres mesas redondas, cuyos textos se reproducen a continuación


Excmo. Sr. Jim Sutton, Copresidente de la Mesa Redonda I

A los debates de la Mesa Redonda I, celebrada esta mañana, asistieron delegaciones de 36 Estados Miembros. La Mesa Redonda estuvo presidida por el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, Sr. R. Villalba Mosquera, y por mí. Se realizaron 27 intervenciones, muy constructivas e interesantes. Se presentaron informes según los cuales los progresos efectuados en algunas regiones y países habían sido notables, pero no suficientes para evitar quedar en general a la zaga de los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

Hubo un acuerdo general en que la FAO había identificado acertadamente la voluntad política como la carencia decisiva. La cuantía de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) era muy inferior a la establecida como objetivo. Dicho esto, se reconoció que la AOD era eficaz cuando se proporcionaba. Se destacó que los efectos devastadores de la guerra y el malestar social eran fundamentalmente incompatibles con la seguridad alimentaria. A escala mundial se producían alimentos suficientes para todos, como lo atestiguaban los precios en descenso de los productos básicos. Sin embargo, las disfunciones de la distribución y los mercados fueron señaladas como una cuestión a la que debía prestarse más atención. Los retrasos en la ejecución de los proyectos debido a una excesiva burocracia se citaron como una de las posibles razones por las que no se habían alcanzado los objetivos. Uno de los aspectos positivos de ello era, no obstante, que cuando entraran en funcionamiento los proyectos que se encontraban en las primeras fases, se podría avanzar más deprisa en la consecución de los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después.

El comercio y su liberalización fueron temas habituales en la gran mayoría de las intervenciones. Hubo un par de casos de desacuerdo en el sentido de que la liberalización no había dado los resultados esperados. Sin embargo, esto podía deberse a que realmente no se había producido una liberalización en gran escala del comercio agrícola.

Se expresó preocupación por la posible utilización de las medidas sanitarias y fitosanitarias como obstáculos al comercio. Se subrayó la necesidad de fortalecer la capacidad para elaborar normas uniformes y cumplir los requisitos sanitarios y fitosanitarios. Un motivo de especial preocupación y frustración era la falta de coherencia evidente entre las políticas de los países ricos, que de hecho quitaban, mediante los obstáculos al comercio de productos agrícolas, lo que daban con la AOD y el fortalecimiento de la capacidad técnica. Se señaló que los países de la OCDE proporcionaban a sus sectores agrícolas ayudas por un valor de 1 000 millones de dólares EE.UU. al día, seis veces más que toda la asistencia oficial para el desarrollo.

Los delegados se centraron en algunos elementos fundamentales que eran necesarios para desarrollar sus sectores agrícolas, entre los que se incluían una infraestructura adecuada; una tecnología mejorada para producir variedades de cultivos más nutritivas; investigación agrícola, ciencia y tecnología; igualdad entre el hombre y la mujer, dada la importante función que ésta desempeñaba en la producción agrícola; educación, también en este caso sobre todo para las niñas; y, en algunas situaciones, condonación de la deuda.

Los delegados insistieron en la importancia de la cooperación Sur-Sur, unos parámetros macroeconómicos estables, la democracia en las zonas rurales, el imperio de la ley, unas políticas acertadas en materia de tierras y unos mercados eficaces. Además, destacaron la necesidad de que se concediera un acceso especial a las exportaciones agrícolas especializadas de los países importadores netos de alimentos. Otro factor fundamental que se puso de manifiesto fue que no todos los países en desarrollo eran iguales. Eran necesarias soluciones locales para problemas locales.

Se reconoció que se tardaría mucho tiempo en pasar de la agricultura de subsistencia a la agricultura comercial, pero que ese era un paso fundamental para erradicar el hambre y la pobreza.

Por ultimo, se nos recordó que no bastaba con que los alimentos fueran suficientes, y que el objetivo final seguía siendo una alimentación equilibrada y nutritiva para todos.

Muchas gracias.


Excmo. Sr. Edward Lowassa, Copresidente de la Mesa Redonda II

Sr. Presidente, Excelentísimos Señoras y Señores, Distinguidos Delegados, Señoras y Señores:

Como ha observado acertadamente el Presidente, ayer tuve el privilegio de copresidir la Mesa Redonda II . Se me pidió que les presentara el resumen de nuestros debates, y tengo el honor de hacerlo ahora.

En 1996, la Cumbre Mundial sobre la Alimentación aprobó la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, que decía lo siguiente: "Prometemos consagrar nuestra voluntad política y nuestra dedicación común y nacional a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015."

La Mesa Redonda II se centró en dos preguntas básicas.

En primer lugar, ¿por qué no habíamos actuado más eficazmente para cumplir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación? ¿Cuáles habían sido los obstáculos a la reducción del hambre y la pobreza? Se habían realizado algunos progresos, pero quedaba mucho por hacer. Si los progresos continuaran al ritmo actual, se tardaría más de sesenta años en alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

En segundo lugar, ¿hacia dónde iríamos a partir de ahora? ¿Qué era necesario haber hecho que no hubiéramos podido hacer en los cinco últimos años? Tal vez hubiera motivos para un optimismo prudencial. Cada vez se reconocía más que el hambre representa una amenaza directa para la paz y la seguridad. Sin embargo, nuestro reto cualitativo era pasar de las consignas a la acción.

La pregunta número uno era: ¿Por qué no habíamos actuado más eficazmente para cumplir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación?

En primer lugar, la inversión que destinábamos a la agricultura era demasiado escasa. Esto era aplicable tanto a la inversión interna en muchos países como a la inversión internacional. Era aplicable, en particular, a los países de bajos ingresos agobiados por la pobreza, que se enfrentaban a menudo con problemas de alto endeudamiento e inestabilidad política. Se había registrado un descenso general de la inversión en concepto de asistencia extranjera para el desarrollo destinada a la agricultura, y en muchos países el sector privado estaba poco desarrollado. No había suficiente crédito disponible para la agricultura.

En segundo lugar, algunos problemas ecológicos estaban relacionados con los mercados mundiales. Muchos productos agrícolas, especialmente los procedentes de países en desarrollo, no tenían pleno acceso a los mercados de los países desarrollados. En algunos casos, podía deberse a una legítima preocupación por el sector alimentario, pero en otros muchos los países en desarrollo consideraban que las razones de los obstáculos al comercio no eran válidas. Los precios de los productos básicos eran a menudo demasiado bajos.

En tercer lugar, los problemas concernientes al agua, incluidos los relativos a su abastecimiento, gestión o acceso deficientes, eran un importante obstáculo para la seguridad alimentaria en muchos países. Una cuestión conexa era la degradación de los recursos naturales, en particular la deforestación, la desertificación y la contaminación del agua.

En cuarto lugar, a veces la asistencia en el sector agrícola no era eficaz. En algunos países, los donantes promovían diferentes estrategias en diferentes sectores, que competían entre sí. Muchos proyectos estaban impuestos desde arriba y no eran sostenibles una vez ultimados. La ayuda alimentaria podía ser contraproducente, porque limitaba el crecimiento de la producción local de alimentos.

En quinto lugar, en muchos países había una transferencia insuficiente de tecnología o una capacidad técnica menor, incluida una infraestructura deficiente, lo que tenía consecuencias directas para la productividad agrícola.

Por ultimo, la agricultura estaba aquejada también de problemas ajenos al sector agrícola, como por ejemplo el analfabetismo, el crecimiento demográfico y la mala salud.

La pregunta número dos era: ¿hacia dónde iríamos a partir de ahora?

Conseguir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Organización exigiría la movilización de recursos suplementarios para la inversión en la agricultura. Los recursos podían venir de los sectores público y privado, y de fuentes tanto internas como externas. Hacían falta inversiones directas en la producción agrícola, pero también era necesario invertir en la reforestación y la ordenación de cuencas hidrográficas para lograr que el desarrollo fuese sostenible.

Había que aumentar la AOD para el sector agrícola, incluidos los recursos naturales, los bosques y la pesca. Las asociaciones debían ser equitativas, y no desiguales. Los proyectos habían de elaborarse de abajo arriba, y no de arriba abajo. Era necesario mejorar el acceso a los mercados y reducir los obstáculos al comercio.

Se estimó que las pérdidas anuales de ingresos de los países en desarrollo como consecuencia de la falta de acceso a los mercados superaban los 100 000 millones de dólares EE.UU., cifra más de dos veces superior a la asistencia a los países desarrollados.

Los países en desarrollo y los países con economías en transición debían tomar medidas para afrontar sus propios problemas. Las estrategias nacionales debían ser amplias y bien orientadas. Era necesario que los beneficiarios participaran en la elaboración de los proyectos. Se podían reforzar las ONG locales. Era necesario que la mujer tuviera mayor acceso a la tierra y que participara en las decisiones que afectaban a sus medios de subsistencia.

Había que mejorar la educación, la extensión y la comprensión de los problemas de la pobreza y el hambre. El aumento de la alfabetización solía traducirse en una mejora de la nutrición y una reducción de la pobreza. Hacían falta inversiones para acrecentar la capacidad tanto humana como técnica. Era necesario reforzar las instituciones locales y promover la transferencia de tecnología apropiada.

Era preciso apoyar y reforzar enfoques como la NEPAD y la colaboración Sur-Sur. Sobre todo, se necesitaba un compromiso político sostenido.

Les doy las gracias por su atención.


Excmo. Sr. Mahmud Duwayri, Copresidente de la Mesa Redonda III (Idioma original: Árabe)

En nombre de Alá, Clemente y Misericordioso. Sr. Presidente, señoras y señores.

Es para mí un honor y un placer ofrecerles un breve resumen de los debates de la Mesa Redonda III celebrada esta mañana, a la que asistieron delegaciones de 42 países y la Comunidad Europea. Copresidí la reunión junto con el Secretario de Estado de Cooperación para el Desarrollo de Bélgica, Sr. Eddy Boutmans.

Los debates se centraron en dos temas principales: cómo asegurar la voluntad política necesaria para conseguir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, y cómo movilizar los recursos necesarios. Todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de una asociación real entre los países desarrollados y en desarrollo y entre la agricultura y los demás sectores para revitalizar la agricultura. Era necesario que los asociados reconocieran y destacaran la importancia de la agricultura para la sociedad y la economía en general, sin lo cual no podía conseguirse la seguridad alimentaria. Para ello sería necesario educar a los encargados de formular políticas y a la opinión pública a nivel nacional e internacional.

El reconocimiento del derecho humano fundamental a la alimentación era un importante desafío y una obligación moral para nuestra generación. El objetivo de reducir a la mitad el número de personas hambrientas para el año 2015 era ambicioso, y se convino en que era imprescindible reafirmar y realizar los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y de la Declaración del Milenio. Una condición necesaria para garantizar la seguridad alimentaria era prevenir y resolver los conflictos violentos. Aunque ésta era una responsabilidad compartida, la responsabilidad primordial incumbía a los grupos implicados.

A fin de frenar el declive del sector agrícola y conseguir la seguridad alimentaria, era necesario lograr que la inversión en la agricultura y el desarrollo rural fuera atractiva para los donantes tanto nacionales como internacionales. El comercio era un instrumento importante para combatir la pobreza y el objetivo debería ser mejorar la productividad agrícola en los países en desarrollo y aumentar su capacidad de exportación. Era necesario crear un entorno propicio a la inversión directa en la agricultura y el desarrollo rural a nivel nacional, regional e internacional. Los Gobiernos no deberían considerar únicamente la agricultura al afrontar la seguridad alimentaria, sino que deberían implantar políticas amplias de seguridad alimentaria que incluyeran el fomento de la infraestructura, prioridades en materia de investigación, reforma agraria, política hídrica e incentivos nacionales a la inversión en el desarrollo agrícola. También era prioritario fortalecer la capacidad para la distribución de alimentos.

Los Gobiernos se enfrentaban a importantes problemas para asegurar la coherencia en la respuesta a la gran variedad de compromisos internacionales contraídos en el marco de acuerdos ambientales, comerciales, agrícolas y de otro tipo. Al elaborar una respuesta coherente a esos compromisos, no debía permitirse que la agricultura y el desarrollo rural resultasen perjudicados. En algunos casos, la liberalización del comercio podía aumentar de hecho la pobreza y la inseguridad alimentaria. En tales casos, se necesitaban políticas para corregir los problemas a medida que surgieran, y los países en desarrollo debían recibir apoyo para adoptar las medidas necesarias. Esto sería posible gracias al programa de Doha para el desarrollo.

Para los países en desarrollo era un problema importante cumplir las normas relativas al medio ambiente y la inocuidad de los alimentos en el comercio a fin de satisfacer la demanda de los consumidores de alimentos sanos y nutritivos. Era necesario reforzar la capacidad para mejorar la aceptación de sus productos en los mercados.

Para muchos países, el agua era un factor esencial del desarrollo agrícola. Se destacó la importancia de la ordenación y administración del agua. También era necesario a menudo considerar el agua como un aspecto de la prevención de conflictos.

Los donantes debían ayudar a los países en desarrollo concediendo mucha más importancia al desarrollo agrícola y rural en las estrategias y programas de reducción de la pobreza. Se reconoció la importante contribución de la integración regional a este respecto.

Se destacó la función que desempeñaba la FAO ayudando a los Gobiernos en todos los aspectos de la producción de alimentos, así como en la aplicación del Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.


DIÁLOGO ENTRE LAS DIVERSAS PARTES INTERESADAS

El Diálogo entre las diversas partes interesadas, que tuvo lugar el 12 de junio de 2002, estuvo copresidido por la Excma. Sra. Hiede Frafjord Johnson, Ministra de Cooperación para el Desarrollo de Noruega, y la Sra. Sorojeni V. Rengam, de la ONG Red de Acción sobre los Plaguicidas (PAN). Participaron en el Diálogo unas 280 personas, de las que 54 representaban a Gobiernos, 173 a ONG y OSC y 6 a organismos de las Naciones Unidas.

La Copresidenta designada, Sra. Sorojeni V. Rengam, informó el miércoles a la sesión plenaria sobre las conclusiones del Diálogo entre las diversas partes interesadas, cuyo texto se reproduce a continuación.

Sra. Sarojeni V. Rengam (Red de Acción sobre los Plaguicidas (PAN)) (Informe sobre el Diálogo entre las diversas partes interesadas)

Señoras y señores, esta tarde se celebró en los locales de la FAO, en coincidencia con la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, un Diálogo entre las diversas partes interesadas, en el que participaron ONG, OSC y Gobiernos. Los objetivos del Diálogo eran intercambiar opiniones y examinar y debatir cuestiones pertinentes para las diversas partes interesadas en la seguridad alimentaria.

Las ONG y OSC estuvieron representadas por campesinos, pescadores, agricultores, organizaciones de mujeres, poblaciones indígenas, jóvenes y trabajadores agrícolas. Se expresó una decepción general con respecto a los resultados de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después. Otro motivo de preocupación fue la repercusión de los procesos de globalización y de liberalización del comercio, así como las políticas que promovían el control por parte de las empresas y que habían desplazado a los campesinos, pescadores y comunidades indígenas en todo el mundo. Se consideró que la globalización aumentaba el hambre y la malnutrición y redundaba en perjuicio del medio ambiente, así como de los recursos genéticos y culturales.

También consideramos que el comercio agrícola no debía ser competencia de la Organización Mundial del Comercio, sino de la FAO, que había recibido el mandato de ocuparse de las cuestiones alimentarias y agrícolas.

Otros motivos de preocupación que se plantearon fueron los relativos a la biotecnología y su promoción sin estudios apropiados sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente. Se citaron casos en que el rápido avance de la biotecnología había dado lugar a la contaminación de los recursos genéticos locales.

Entre los otros motivos citados se incluyeron la concesión de patentes de formas de vida, lo que en opinión de las ONG y las OSC era inaceptable; la industrialización de la agricultura, que se traducía en un empeoramiento de la situación de los agricultores y trabajadores; la reducción de las explotaciones agrícolas familiares; el aumento de la contaminación y los peligros para la inocuidad de los alimentos sin que aumentara la seguridad alimentaria.

En opinión de las ONG y las OSC, todo ello iría en detrimento del derecho a la alimentación, el derecho a la seguridad de las semillas, los recursos fitogenéticos y los derechos de las poblaciones indígenas y los campesinos. Una de las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria era la falta de acceso a la tierra y a los recursos productivos.

Otra cuestión que también se mencionó fue que en las zonas asoladas por conflictos y guerras, debía prevalecer el derecho a la alimentación y que los alimentos no debían utilizarse como instrumento político.

Las ONG y las OSC recomendaron que se garantizase y protegiese un enfoque basado en los derechos, que reconociera la realización del potencial de las personas y sus comunidades; el derecho a la alimentación y la producción; el acceso a los recursos productivos y a los medios de producción; la elección de los alimentos; la seguridad de las semillas; el comercio justo y el acceso a los mercados locales; y el derecho a determinar las políticas alimentarias y agrícolas. Correspondía a los países asegurar esos derechos.

Otra propuesta fue que se estableciera un convenio sobre soberanía alimentaria para proteger esos derechos.

También se recomendó un Código de Conducta sobre el Derecho a la Alimentación.

Se hizo un llamamiento a los Gobiernos para que asegurasen la supervivencia de la agricultura en pequeña escala como base de la seguridad alimentaria, y que se celebrara una Cumbre de Agricultores para incorporar las cuestiones que les preocupaban a la corriente principal del desarrollo.

Se pidió también que se fomentaran la agricultora orgánica y agroecológica y su investigación, y se solicitó una moratoria para los organismos modificados genéticamente (OMG).

Otras recomendaciones se refirieron a la elaboración y aplicación de un Código de Conducta sobre Biotecnología basado en el principio de precaución y al etiquetado de los productos derivados de OMG. También se recomendó que se ratificaran y se aplicaran de hecho los tratados vigentes, como por ejemplo la Convención de Lucha contra la Desertificación, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y el Convenio sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, y que se respetaran las normas fundamentales del trabajo de la OIT.

Se recomendó la participación plena y genuina de los jóvenes, las poblaciones indígenas, los trabajadores agrícolas, los campesinos, los pescadores y las mujeres en los procesos decisorios y los programas nacionales.

Por ultimo, se reconoció y apoyó el derecho a la lactancia natural como elemento básico de la seguridad alimentaria.

En el Diálogo entre las diversas partes interesadas participaron pocos Gobiernos. Las principales esferas examinadas fueron la liberalización del comercio y la biotecnología. Estas fueron algunas de las propuestas de los Gobiernos: que se replanteara la posición de la agricultura y el desarrollo rural para concederles mucha más atención que hasta ahora, y que se aumentaran considerablemente los fondos destinados a estos fines; que se reconociera y apoyara la función de las ONG y las OSC como asociados en la aplicación de las políticas y en la cooperación para el desarrollo; que se promoviera la conservación de la diversidad genética; que se promovieran estudios sobre los riesgos de las biotecnologías para la salud y el medio ambiente (fueron pocos los Gobiernos favorables a una moratoria para los OMG, mientras que otros se mostraron interesados en aplicar otros mecanismos comerciales ordinarios); que se fomentara la investigación sobre la agricultura orgánica y biológica; que se garantizara el volumen, la calidad y la inocuidad de los alimentos, así como el acceso a ellos; que se apoyaran las investigaciones agrícolas cruciales que se estaban realizando en el sector público sobre alimentos básicos; que se fomentaran políticas que dieran prioridad a la compra local de la ayuda alimentaria; que se asegurara un aumento de las tierras de cultivo a disposición de las poblaciones indígenas y de otros grupos vulnerables; que la FAO complementara sus actividades técnicas con el fortalecimiento de su función de fomentar y facilitar el diálogo entre todas las partes interesadas; y, por último, que se promoviera una coordinación más eficaz con los donantes en apoyo de la agricultura y el desarrollo rural.

Muchas gracias por haber brindado la oportunidad de celebrar este Diálogo entre las diversas partes interesadas y de participar en los debates mantenidos en esta sesión plenaria.


ACTOS PARALELOS

Durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después tuvieron lugar una serie de actos paralelos.

FORO DEL SECTOR PRIVADO

El Foro del Sector Privado, organizado por el Consejo Nacional de Economía y Trabajo, tuvo lugar en Villa Lubin (Villa Borghese). El Sr. Augusto Bocchini, portavoz del Foro del Sector Privado, informó el jueves, 13 de junio de 2002, a la sesión plenaria de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después sobre el resultado de los debates.

Al transmitirles esta declaración del Foro del Sector Privado, deseo saludar y dar las gracias a los delegados, a la FAO, a su Director General, y al Presidente del Consejo, Sr. Silvio Berlusconi. Con ocasión de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, las organizaciones del sector privado, en colaboración con la FAO, celebraron un acto paralelo para determinar las medidas y los proyectos que podrían realizarse a fin de contribuir a la lucha contra el problema del hambre y la pobreza. El Foro del Sector Privado tuvo lugar en Roma el 12 de junio, en el Consejo Nacional de Economía y Trabajo, y en él se mantuvo un amplio debate. Participaron en el Foro organizaciones y empresas italianas, europeas e internacionales. Al término de su labor, los participantes en el Foro prepararon un documento en el que se resumen los debates y acuerdos que el sector privado se compromete a respetar a corto y largo plazo para contribuir a la estrategia mundial de lucha contra el hambre.

Las organizaciones del sector privado consideran que existen las condiciones para favorecer el desarrollo de la agricultura y de la industria alimentaria en los países menos adelantados, a condición de que las actividades de los agentes privados se realicen en sinergia con las instituciones públicas y las organizaciones internacionales. Es conveniente que se concilien y coordinen los esfuerzos de las instituciones públicas con los del sector privado, actuando de abajo arriba y partiendo del principio de que es necesario asegurar la participación de la población rural de los países más afectados por el flagelo de la malnutrición y la pobreza. No hay que olvidar tampoco las exigencias de los Gobiernos de los países en desarrollo. Esos Gobiernos deben esforzarse por crear las condiciones necesarias para atraer las inversiones del sector privado. Ante todo, no debe haber conflictos y luchas de poder; debe haber un clima de seguridad que permita la creación de infraestructuras. Para atraer esas inversiones, representantes de 185 países establecieron en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 el objetivo de reducir a la mitad el número de personas malnutridas en el mundo para el año 2015. Cinco años después, la FAO ha señalado que los progresos realizados hasta ahora son demasiado lentos, pero que es posible todavía hacer frente a ese reto si se toman medidas inmediatas.

Los representantes del sector privado reunidos en el Foro consideran que, para alcanzar el objetivo fijado en la Cumbre de 1996 y reiterado en la Cumbre actual, son imprescindibles dos condiciones: que exista un marco mundial de colaboración con el sector privado, ya se trate de iniciativas benéficas y caritativas o con fines de lucro que persigan los mismos resultados. Serán necesarias inversiones públicas y privadas, acompañadas de medidas suplementarias, que permitan combatir el hambre, reducir la pobreza y fomentar el desarrollo. El sector privado es plenamente consciente de que puede contribuir de forma decisiva a resolver los problemas de la seguridad alimentaria y de la pobreza mediante proyectos y medidas que, gracias a la colaboración entre los sectores público y privado, podrían tener una incidencia estructural o fundamental. Se ha comprobado hasta ahora que el instrumento que ofrecen los países desarrollados, el recurso al endeudamiento, no resuelve los problemas y es incluso ineficaz frente a la gravedad de los problemas y los objetivos reconocidos.

El sector privado, en cooperación con las organizaciones internacionales y con los Gobiernos, examinará la posibilidad de determinar medidas nuevas y originales para responder a los problemas de la pobreza y el hambre en el mundo. De los recursos de organización, de los recursos humanos y profesionales a largo y medio plazo, dependerá que se pueda fomentar la producción de alimentos en los países afligidos por el hambre, proporcionar ayuda para cultivar las tierras, fomentar el desarrollo de una agricultura moderna dotada de medios técnicos innovadores para ofrecer certezas y perspectivas de futuro a los jóvenes, y sobre todo a las poblaciones rurales, favorecer la difusión de conocimientos profesionales y técnicos sobre producción, almacenamiento, conservación, elaboración y distribución de los productos alimenticios. Además, a corto y medio plazo, las organizaciones del sector privado se comprometen a impulsar iniciativas humanitarias para contribuir a alcanzar los objetivos de lucha contra la malnutrición establecidos por la FAO y las Naciones Unidos, especialmente en relación con el objetivo de crecimiento del sector agrícola y alimentario en los países en desarrollo. Las organizaciones del sector privado están dispuestas a actuar con el fin de favorecer un sistema agroalimentario que responda a las siguientes exigencias: aumento de la producción agrícola con arreglo a criterios ecológicos, fomento de sistemas productivos y empresariales que garanticen los derechos de los trabajadores, creación de sistemas de producción que aseguren la participación de todos los elementos de la cadena alimentaria, desde la explotación agrícola hasta la mesa, al tiempo que reduzcan los riesgos alimentarios y garanticen alimentos sanos, nutritivos y de calidad en cuanto a las variedades y características organolépticas.

Por último, el fomento de la agricultura y de la industria alimentaria, así como de todo el sistema agroalimentario en los países en desarrollo, no podrá dejar de tener repercusiones en el desarrollo rural en general, al favorecer una agricultura que no sólo produzca alimentos, sino que además cree riqueza y la mantenga gracias a la ordenación territorial, la conservación de los recursos naturales y la revalorización de los alimentos tradicionales. En cuanto a los ámbitos en los que podría actuar el sector privado, señalaré los siguientes: prestar mayor atención al conocimiento de la cultura y las tradiciones de los pueblos; contribuir a superar los problemas estructurales de transporte, comunicaciones y carreteras; crear condiciones favorables para que los sectores rurales de los países en desarrollo dispongan de energía suficiente; alentar el mercado de insumos técnicos, fertilizantes, maquinaria, etc. y la realización de estructuras de comercialización y logística para la recolección, conservación y elaboración de productos agroalimentarios; mejorar la ordenación de los recursos hídricos; participar en el sector de la capacitación y de la asistencia técnica en favor de los jóvenes , las mujeres y los trabajadores agrícolas, a fin de aumentar la producción y garantizar la seguridad alimentaria mejorando al mismo tiempo la calidad de los alimentos.

En el Foro del Sector Privado que se celebró en Roma el 12 de junio, las organizaciones participantes asumieron algunos compromisos concretos. De ese modo quisimos expresar nuestro apoyo y dar nuestra contribución a las actividades de la FAO, con la que estamos dispuestos a colaborar en un diálogo sobre las políticas. También estamos dispuestos a comprometernos sobre el terreno, en sinergia con la cooperación gubernamental o descentralizada. Esperamos así participar activamente en la solución del mayor problema con que se enfrenta la humanidad al comienzo del tercer milenio, juntamente con las Naciones Unidas y las otras organizaciones internacionales y los Gobiernos comprometidos en la lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo. A tal efecto, las organizaciones del sector privado asumieron los compromisos siguientes: fomentar las iniciativas encaminadas a definir intervenciones humanitarias que habrán de realizarse conjuntamente con empresas y trabajadores del sector agroalimentario; alentar a los gobiernos y organizaciones internacionales a que elaboren un plan de desarrollo rural para los países en desarrollo que prevea un compromiso directo de los agentes privados, acompañado de proyectos y medidas tendentes a asegurar el desarrollo del sistema agroalimentario; participar en la realización de proyectos y en la formación profesional para la población rural y en actividades especializadas de asistencia técnica, realizadas en cooperación con organizaciones públicas, así como en proyectos de transferencia de tecnología para acrecentar la producción agrícola y mejorar la higiene y la seguridad alimentaria, para transformar materias primas y para elaborar, conservar y distribuir alimentos; identificar y poner en práctica planes de ordenación y aprovechamiento de los recursos hídricos; participar en la elaboración de criterios, normas y códigos de conducta internacionales en el sector del desarrollo agrícola, pesquero y forestal; cooperar con los Gobiernos y las organizaciones privadas de los países en desarrollo para formular programas de desarrollo del sector agroalimentario, que habrán de realizarse con la contribución de la FAO y otras organizaciones del sistema de las Naciones Unidas.


FORO DE ONG

El Foro de ONG tuvo lugar del 8 al 13 de junio de 2002 en el Palacio de Congresos de Roma. La Sra. Sarojeni V. Rengam, Representante de la Red de Acción sobre los Plaguicidas (PAN), informó el jueves, 13 de junio de 2002, a la sesión plenaria de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después sobre el resultado de las deliberaciones del Foro de ONG

Muchas gracias Sr. Berlusconi, Sr. Jacques Diouf y señoras y señores. Deseo leerles el informe del Foro de ONG para la Soberanía Alimentaria que está teniendo lugar en estos momentos.

Los movimientos sociales de los campesinos, pescadores, pastores, poblaciones indígenas, ambientalistas, organizaciones de mujeres, sindicatos y ONG reunidos aquí en Roma expresamos nuestra decepción colectiva y nuestro rechazo ante la Declaración oficial de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después. Lejos de analizar y corregir los problemas que han hecho imposible progresar en los últimos cinco años para eliminar el hambre, este nuevo Plan de Acción combina el error de "más de la misma medicina" con unas prescripciones destructivas que empeorarán aún más la situación.

El Plan de Acción de 1996 no ha fallado por falta de voluntad política y recursos, sino porque apoya políticas que llevan al hambre, que sostienen la liberalización económica del Sur y crean una homogeneidad cultural, respaldadas por fuerzas militares en caso de fallar el primer grupo de acciones prescritas.

Sólo políticas fundamentalmente diferentes, basadas en la dignidad y los medios de subsistencia de las comunidades, pueden acabar con el hambre. Manifestamos nuestra convicción de que esto es posible y es urgente.

Desde 1996, los Gobiernos e instituciones internacionales han presidido la globalización y la liberalización que han intensificado las causas estructurales del hambre y la malnutrición. Han forzado la apertura de los mercados al dumping de productos agrarios y la privatización de las instituciones básicas de apoyo económico y social. Esta voluntad política ha abierto las puertas a la monopolización y concentración desenfrenadas de recursos y procesos productivos en manos de unas pocas empresas gigantes. La imposición de modelos de producción intensivos y dependientes del exterior ha destruido el medio ambiente y los medios de subsistencia de nuestras comunidades. Por otra parte, ha creado inseguridad alimentaria y ha centrado la atención en el aumento de la productividad a corto plazo utilizando tecnologías dañinas como los organismos modificados genéticamente. El resultado ha sido el desplazamiento de las poblaciones y la migración en gran escala, la pérdida de empleos que proporcionan salarios vitales, la destrucción de la tierra y otros recursos de los que depende la población, un incremento de la polarización entre ricos y pobres y entre el Norte y el Sur, y dentro de esos grupos, un agravamiento de la pobreza en todo el mundo y el aumento del hambre en la gran mayoría de los países.

No se progresará en el objetivo de eliminar el hambre sin invertir estas políticas y tendencias, pero la actual Declaración no ofrece esperanzas de una inversión de ese tipo. Por consiguiente, pedimos que se aplique el enfoque de la soberanía alimentaria, que es el enfoque fundamental. La soberanía alimentaria es el derecho de las poblaciones, las comunidades y los países a definir sus propias políticas agrarias, de empleo, pesqueras, alimentarias y de tierras, que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas para sus circunstancias concretas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a la producción de alimentos, lo que significa que todas las personas tienen derecho a alimentos sanos, nutritivos y culturalmente apropiados y a los recursos para producirlos, así como a la capacidad para mantenerse y mantener a sus sociedades. La soberanía alimentaria requiere dar prioridad a la producción de alimentos de los campesinos y pequeños agricultores para los mercados nacionales y locales, sobre la base de sistemas productivos diversificados y agroecológicos. Significa también asegurar precios justos para los agricultores, lo que significa tener capacidad para proteger los mercados interiores contra el dumping de los productos importados a bajo precio. Incluye también el acceso a la tierra, el agua, los bosques , las zonas de pesca y otros recursos productivos a través de una redistribución genuina, y no por medio de las fuerzas del mercado y de reformas agrarias con ayuda del mercado patrocinadas por el Banco Mundial. Significa el reconocimiento y promoción del papel de la mujer en la producción de alimentos y su acceso en igualdad de condiciones a los recursos productivos y al control de éstos. Significa el control comunitario de los recursos productivos, en oposición a la propiedad por las empresas de tierras, agua y recursos genéticos y de otro tipo. Significa proteger nuestras semillas, que son la base de la alimentación y de la vida misma, para el libre intercambio y uso de los campesinos, lo que significa la no concesión de patentes de la vida y una moratoria para los cultivos modificados genéticamente que provocan la contaminación genética de la diversidad genética esencial de los animales y las plantas. Significa inversión pública en apoyo de las actividades productivas de las familias y comunidades orientadas a potenciar la capacidad, el control local y la producción de alimentos para las poblaciones y los mercados locales.

Soberanía alimentaria significa la primacía del derecho de las personas y las comunidades a los alimentos y su producción con respecto a los intereses comerciales. Esto conlleva el apoyo y la promoción de los mercados y productores locales con respecto a la producción para la exportación y a las importaciones de alimentos.

Para conseguir la soberanía alimentaria, nos hemos comprometido a reforzar nuestros movimientos sociales y a fomentar las organizaciones de campesinos, mujeres, poblaciones indígenas, trabajadores, pescadores y sectores pobres de la población urbana en cada uno de nuestros países. Impulsaremos la solidaridad y la cooperación regionales e internacionales y reforzaremos nuestras luchas comunes. Nos esforzaremos por realizar genuinas reformas agrarias y pesqueras, de pastos y forestales, y conseguiremos una redistribución amplia e integral de los recursos productivos en favor de los campesinos pobres y sin tierras. Lucharemos porque estén firmemente garantizados los derechos de los trabajadores a organizarse, llevar a cabo negociaciones colectivas y tener unas condiciones de trabajo seguras y dignas y unos salarios suficientes. Lucharemos por el acceso de la mujer en igualdad de condiciones a los recursos productivos y por el fin de las estructuras patriarcales en la agricultura , así como por los aspectos sociales, económicos y culturales de la alimentación. Lucharemos por el derecho de las poblaciones indígenas a su cultura, territorio y recursos productivos.

Pedimos que se ponga fin a las políticas económicas neoliberales que están imponiendo el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y los países del Norte y otros acuerdos multilaterales y regionales de libre comercio. Pedimos que la agricultura sea excluida de la OMC. Lucharemos para acabar con la ingeniería genética y la concesión de patentes de la vida y pedimos la prohibición inmediata de los terminadores y otras tecnologías genéticas similares basadas en la restricción. Solicitamos también el fin de la utilización de alimentos derivados de OMG en la ayuda alimentaria. Pedimos la interrupción inmediata de las guerras contra las poblaciones y las tierras de todo el mundo y el fin de la represión de los movimientos populares, así como el fin inmediato de la ocupación ilegal de Palestina, el bloqueo económico de Cuba e Iraq y el uso de los alimentos como instrumento de chantaje. Solicitamos el apoyo al fomento y la difusión de sistemas de producción agroecológicos. Pedimos un Convenio sobre la Soberanía Alimentaria a fin de consagrar los principios de la soberanía alimentaria en el derecho internacional e instituir la soberanía alimentaria como marco principal de las políticas en materia de alimentación y agricultura.

Deseamos recordar los centenares de chinos que han muerto recientemente como consecuencia de la sequía y de los problemas ambientales causados por las inundaciones que han agravado el problema del hambre. Por ello, al recordar ese hecho pedimos que se acepten y protejan las peticiones y que se acepten y protejan los derechos.

Muchas gracias por esta oportunidad.


JORNADA DE LOS PARLAMENTARIOS

El martes, 11 de junio de 2002, tuvo lugar en el Palazzo Madama, sede del Senado de la República Italiana, la Jornada de los Parlamentarios. El acto fue organizado por el Parlamento italiano en colaboración con la Unión Interparlamentaria y en él pudieron participar todos los Parlamentarios asistentes a la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después.

Casi 200 Parlamentarios procedentes de más de 80 países asistieron a la reunión, lo que les permitió recibir información directa acerca de las principales cuestiones y orientaciones de la Cumbre, así como de las últimas novedades relativas a la preparación de los documentos sobre los resultados de la Cumbre. Los participantes pudieron intercambiar opiniones sobre estrategias parlamentarias para un seguimiento eficaz de las decisiones de la Cumbre, en particular mediante la adopción de una legislación apropiada y la movilización de recursos financieros suficientes.

El Sr. Pier Ferdinando Casini, Presidente de la Cámara de Diputados de la República Italiana, informó el 13 de junio de 2002 a la Cumbre sobre los resultados de las deliberaciones de los Parlamentarios.

Quiero felicitar ante todo al Gobierno italiano, no por el buen tiempo - no creo que el tiempo lo haya elegido el Sr, Berlusconi - sino por el importante compromiso que ha asumido de defender la posición de la Cumbre en el G-8 y en la Unión Europea. La Unión Interparlamentaria, que tengo el honor de representar hoy, está convencida de que es necesaria la participación de los órganos legislativos nacionales para alcanzar el objetivo establecido por los países en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, a saber una reducción significativa del hambre y la pobreza para el año 2015. Son sobre todo los órganos representativos los que, de hecho, dan legitimidad política a las medidas de los Gobiernos, les aseguran un apoyo popular y velan por que se respeten los compromisos contraídos por los países, como los asumidos en Roma hace cinco años.

Esta es la razón por la que la Unión Interparlamentaria, tras haber seguido de cerca los trabajos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, efectuó en 1998 un primer examen de los progresos realizados, y se ha sentido obligada a contribuir, en la presente Jornada de los Parlamentarios, al balance efectuado con ocasión de la nueva Cumbre. Esta Jornada, que se celebra en el Parlamento italiano, ha reunido a 200 parlamentarios de más de 80 países. Los participantes en esta reunión han expresado su inquietud porque, cinco años después de la Cumbre, el objetivo declarado de reducir a la mitad el número de personas malnutridas en el mundo para el año 2015 parece más lejano que nunca. Son pocos los países que han adoptado medidas adecuadas para alcanzar el objetivo fijado. Mientras el número de personas malnutridas sigue siendo elevado e inaceptable, el ritmo al que disminuye ese número es muy bajo e igualmente inaceptable.

Durante su última reunión en Marrakech, la Unión Interparlamentaria redactó un mensaje dirigido a la Cumbre. Los Parlamentos miembros de la Unión Interparlamentaria, haciéndose eco del contenido de ese documento de Marrakech, consideran imprescindible: i) reafirmar que toda persona tiene derecho a una alimentación adecuada y a no padecer hambre; ii) adoptar urgentemente medidas nacionales e internacionales encaminadas a reducir a la mitad el número de personas malnutridas para el año 2015; iii) asignar recursos suplementarios para atenuar la amenaza de la penuria, especialmente mediante una mejor planificación de la asistencia para el desarrollo; iv) acordar medidas que prevean la cancelación o al menos el alivio de la carga de la deuda de los países en desarrollo, en particular los menos adelantados; v) elaborar estrategias alimentarias nacionales sostenibles, teniendo en cuenta los recursos y la capacidad de cada país; vi) establecer, en el marco de las negociaciones comerciales multilaterales sobre la agricultura, unas condiciones que permitan mejorar la seguridad alimentaria.

Nos complace observar que en el texto de la Declaración de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después se recogen muchas de estas peticiones. Por nuestra parte, nos comprometemos hoy, como hace cinco años, a alentar a los Gobiernos a adoptar políticas económicas y sociales que respeten los compromisos asumidos durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Deseamos subrayar, en particular, el párrafo 10 de la Declaración de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, en el que se pide a los países que elaboren directrices encaminadas a alcanzar la realización progresiva del derecho de todas las personas a una alimentación adecuada. Estamos convencidos de que estas directrices, deberán recordar el carácter obligatorio del derecho a la alimentación y proponer modalidades concretas para su aplicación. También deberán precisar las obligaciones que habrán de asumir directamente los países, tanto a escala nacional como internacional, junto con las responsabilidades y la contribución de otras entidades, como las organizaciones internacionales y, en su caso, el sector privado.

Hace falta un compromiso decidido por parte de todos para alcanzar el objetivo ambicioso, imperativo, que estableció la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Los Parlamentos y la Unión Interparlamentaria están dispuestos a desempeñar su función para ofrecer a las personas desfavorecidas de todo el mundo la perspectiva y la esperanza de una vida digna.

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