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Anexo


Análisis y comentarios relativos al Capitulo 12 del Programa 211

Ordenacion de los ecosistemas fragiles: lucha contra la desertificacion y la sequia


Area de programa A

Fortalecimiento de la base de conocimientos y elaboración de sistemas de información y observación sistemática respecto de las regiones propensas a la desertificación y la sequía, y de los aspectos económicos y sociales de esos sistemas.

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «Los sistemas adecuados de observación sistemática mundial facilitan la formulación y ejecución de programas eficaces contra la desertificación. (. ..) Para poder comprender la dinámica de los procesos de la desertificación y la sequía, es indispensable contar con un sistema integrado y coordinado de información y observación sistemática basado en una tecnología apropiada y de alcance mundial, regional, nacional y local.»

La FAO suscribe este enunciado pues las evaluaciones del estado y la evolución de la desertificación han mostrado lagunas en el conocimiento de la extensión geográfica de los fenómenos, su evolución y sus procesos. La FAO, por consiguiente, considera que es necesario a este respecto reforzar las actividades de la comunidad internacional y los gobiernos, sin que ello implique postergar la realización de acciones concretas en los territorios nacionales y en las tierras locales. En efecto, el conocimiento de la extensión de los fenómenos y de sus mecanismos basta para actuar eficazmente en la mayoría de los países.

Por consiguiente, la FAO opina que las mejoras deben realizarse tanto en los sistemas de recolección de datos como en los métodos de tratamiento y de comunicación, y en los resultados finales, y que deben encaminarse a aumentar la eficacia de los centros regionales y nacionales existentes para responder mejor a las necesidades reales de los usuarios.

A este respecto, conviene tener en cuenta las bases, los objetivos y las acciones mencionados en el área de programa D del Capitulo 11 del Programa 21, dedicado a los bosques, relativa al «establecimiento o fortalecimiento de la capacidad para la planificación, la evaluación y la observación sistemática de los bosques». En efecto, la desaparición de los árboles a menudo es una de las consecuencias más visibles de la desertificación y, al mismo tiempo, una de las causas que explican y agravan el fenómeno.

Por otra parte, dado que la desertificación es un fenómeno complejo, evolutivo, producto de la acción de varios factores, que tiene repercusiones en todas las esferas, incluida la del comportamiento humano, y que entraña relaciones continuas de causa y efecto en todos los elementos constitutivos de los ecosistemas, la FAO estima que debe realizarse un esfuerzo de investigación para desentrañar esta complejidad y comprender sus mecanismos.

Para la FAO, las necesidades de información a nivel nacional y local son, al mismo tiempo, las más importantes y necesarias. La FAO apoya el fortalecimiento y la creación de centros nacionales de estudios y observación de los recursos terrestres como los centros de telepercepción y de vigilancia ecológica, que pueden seguir de modo constante los datos sobre la pluviometría y la degradación de las tierras y, al mismo tiempo, transmitir las informaciones bajo forma de cartografías y de base de datos, utilizando las tecnologías de la telepercepción y sistemas de información geográfica.

La FAO prestará apoyo al establecimiento, a nivel subregional y sobre todo nacional, de sistemas geográficos de información que permitan homogeneizar, integrar y difundir de modo coherente los principales indicadores físicos y económicos de interés para los funcionarios encargados de la ordenación y la toma de decisiones y responsables del desarrollo rural sostenible.

Area de programa B

Medidas contra la degradación de las tierras mediante, entre otras cosas, la intensificación de las actividades de conservación de suelos, forestación y reforestación.

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «Para combatir la desertificación de los pastizales, las tierras de cultivo de secano y las tierras de regadío, deberían tomarse medidas preventivas en las zonas que aún no han sido afectadas por la desertificación o que sólo lo han sido levemente; se deberían aplicar medidas correctivas para mantener la productividad de las tierras desertificadas en grado moderado; y se deberían tomar medidas de rehabilitación para recuperar las tierras secas desertificadas gravemente o muy gravemente.»

La FAO considera que estas acciones son indispensables para la conservación y la restauración de la productividad de los suelos. En efecto, para un desarrollo sostenible de las tierras y las aguas es necesario utilizar medios tecnológicos que no pongan en peligro la durabilidad de los recursos naturales. Desafortunadamente, los esfuerzos realizados para frenar la degradación de las tierras han tenido resultados muy limitados hasta la fecha, en especial en los países en desarrollo. La degradación de las tierras es grave pues la pérdida de productividad, en muchos países, coincide con un crecimiento rápido de la población y, por tanto, con un aumento de las necesidades de alimentos, fibras y combustibles.

Para la FAO esta lucha contra la degradación de las tierras no debe limitarse a una intervención de carácter técnico. Sus posibilidades de éxito dependen exclusivamente de la revisión de las políticas de desarrollo y la adopción de estrategias a largo plazo de aprovechamiento de las tierras que cuenten con un firme apoyo político y suficientes recursos financieros.

A este respecto, conviene tener en cuenta las bases, los objetivos y las acciones mencionados en el área de programa E del Capitulo 14 del Programa 21, «Conservación y rehabilitación de tierras».

Los árboles, por su presencia, a menudo constituyen un factor esencial para el mantenimiento de la fertilidad y las estructuras de los suelos, así como para la protección contra la erosión eólica e hídrica. Conviene asimismo tener en cuenta las bases, los objetivos y las acciones mencionados en las diferentes áreas de programa del Capitulo 1 I del Programa 21, que trata de los árboles y los bosques, en particular las áreas de programa A sobre «Mantenimiento de las múltiples funciones de todos los tipos de bosques, tierras forestales y regiones forestadas», y B, sobre «Aumento de la protección, ordenación sostenible y conservación de todos los bosques, y aumento de la cubierta vegetal en las zonas degradadas, mediante la rehabilitación, la forestación, la reforestación y otras técnicas de restauración».

El criterio territorial (territorio de vida de una comunidad rural que se identifica a menudo, pero no exclusivamente, con las tierras de una aldea) es el fundamento de la aplicación de las medidas de conservación y rehabilitación de recursos de tierras y aguas, de ordenación sostenible de los espacios pastorales y forestales, y de reforestación Este marco geográfico, social y económico es, en efecto, el que mejor se adapta a las acciones integradas en las tierras locales (a diferencia de las acciones sectoriales, destinadas a menudo al fracaso), en las que participen plenamente las poblaciones, tanto por lo que se refiere a la identificación y programación de las acciones que han de realizarse, como a su ejecución. Sin embargo, cabe mencionar que la aplicación de algunas medidas de corrección de la degradación de las tierras requiere equipos, materiales y esfuerzos que exceden las capacidades financieras y físicas de las poblaciones. Por tanto, los servicios técnicos descentralizados de las administraciones y los organismos competentes deben poder intervenir para ayudar a las poblaciones.

Area de programa C

Elaboración y fortalecimiento de programas integrados para la erradicación de la pobreza y la promoción de sistemas de subsistencia alternativos en las zonas propensas a la desertificación.

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «En las zonas propensas a la desertificación y la sequía, los actuales sistemas de subsistencia y de aprovechamiento de los recursos no permiten mantener condiciones de vida apropiadas. (...) La pobreza es un factor importante en la aceleración de las tasas de degradación y desertificación.»

La FAO estima que esta observación, que se aplica a muchos paises en desarrollo, es esencial para orientar eficazmente las acciones. Las prácticas de sobrevivencia adoptadas por las poblaciones que viven en medios frágiles con condiciones climáticas aleatorias, y cuyo número va en aumento, entrañan una sobreexplotación de los recursos naturales (suelos, agua, vegetación) y un empeoramiento de sus condiciones de vida. Debido a ello, las consecuencias para las poblaciones más pobres de los países en desarrollo son muy graves.

Para la FAO, la lucha contra la desertificación sólo tiene posibilidades de éxito mediante un desarrollo social, económico, cultural y político que resuelva principalmente los problemas ocasionados por la pobreza en las esteras de la alimentación, la vivienda, empleo, los ingresos, la salud, la educación y la presión demográfica.

A este respecto, conviene tener en cuenta las bases, los objetivos y las acciones mencionados en el Capítulo 14 del Programa 21, en las siguientes áreas de programa:

C. Mejoramiento de la producción agrícola y los sistemas de cultivo mediante la diversificación del empleo agrícola y no agrícola y el desarrollo de la infraestructura.

D. Planificación de los recursos de tierras, e información y educación para la agricultura.

F. Agua apta para la producción sostenible de alimentos y el desarrollo rural sostenible.

G. Conservación y utilización sostenible de los recursos fitogenéticos para la producción de alimentos y la agricultura sostenible.

H. Conservación y utilización sostenible de los recursos zoogenéticos para la agricultura sostenible.

J. Nutrición sostenible de las plantas para aumentar la producción de alimentos.

K. Transición a la energía rural para mejorar la productividad.

Asimismo, es necesario tener en cuenta las bases, los objetivos y las acciones mencionados en el área de programa C del Capítulo 11 del Programa 21, «Promoción de métodos eficaces de aprovechamiento y evaluación para recuperar el valor íntegro de los bienes y servicios derivados de los bosques, las tierras forestales y las tierras arboladas».

Por tanto, la elaboración y el fortalecimiento de los programas de desarrollo rural integrado deben plasmarse en elementos estratégicos para:

La FAO considera que sólo mediante una firme voluntad política pueden aplicarse estos elementos estratégicos y aportarse los cambios profundos y los ajustes necesarios para crear un entorno jurídico, legislativo, social y económico favorable al desarrollo de las iniciativas de desarrollo sostenible de las poblaciones rurales. Esta voluntad política debe apoyarse en un entorno internacional favorable basado en un mejoramiento de las relaciones económicas internacionales y entre las naciones, en el que sea posible aumentar y asegurar los ingresos de los agricultores y pastores y, por consiguiente, crear incentivos que favorezcan las inversiones adecuadas en las zonas áridas amenazadas o afectadas por la desertificación.

Area de programa D

Fomento de programas amplios de lucha contra la desertificación e integración de esos programas en los planes nacionales de desarrollo y en la planificación ecológica nacional.

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «La interacción entre los sistemas sociales y los recursos de tierras hace mucho más complejo el problema, y por ello es preciso adoptar un enfoque integrado de la planificación y la ordenación de los recursos de tierras. Los planes de lucha contra la desertificación y la sequía deberían abarcar los aspectos de ordenación del medio ambiente y gestión del desarrollo, en conformidad con el criterio de integración de los planes nacionales de desarrollo con los planes nacionales de acción ecológica.»

La FAO considera que esta afirmación es fundarnental para el buen resultado de las acciones. Cuando se analizan las causas profundas de la desertificación se constata que las prácticas humanas, motivo principal del desencadenamiento de los procesos de degradación de las tierras vulnerables, son inducidas por dos categorías distintas de factores: los relacionados con la pobreza y la carencia de medios (humanos, tecnológicos, institucionales y financieros), y los resultantes de un desarrollo «moderno» insuficientemente preocupado por el impacto de las tecnologías empleadas en el desarrollo sostenible de las tierras.

Para la FAO, por consiguiente, la lucha contra la desertificación debe emprenderse dentro del marco de una política de desarrollo rural integrado y sostenible. Ello exige una revisión de las políticas y los planes de desarrollo del sector agrícola y rural, tal como se propone en el Capitulo 14 del Programa 21, «Fomento de la agricultura y del desarrollo rural sostenibles», área de programa A, «Estudio, planificación y programación integral de la política agrícola en vista del aspecto multifuncional de la agricultura, sobre todo en lo que respecta a la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible».

Por consiguiente, la integración de los programas de lucha contra la desertificación debe hacerse a nivel nacional, en cl marco de la definición de las políticas y los planes estratégicos de planificación centrados en el desarrollo rural integrado y sostenible. I a FAO considera que el fortalecimiento necesario de las capacidades institucionales nacionales debe tener en cuenta esta integración y, más que apoyar el establecimiento de nuevas instituciones y estructuras, debe procurar reforzar las instituciones y las estructuras existentes en el sector rural (agricultura, silvicultura, ganadería, etc.).

La coordinación de estas estructuras e instituciones en cl plano nacional debe garantizarse en el marco de un plan único de desarrollo rural integrado y sostenible. En el plano local, y para facilitar el diálogo y la colaboración con las poblaciones, tal vez sea conveniente contar, en muchos casos, con agentes de desarrollo polivalentes que se apoyen en los diferentes servicios técnicos especializados y descentralizados de los distritos administrativos del país.

Area de programa E

Elaboración de planes amplios de preparación para la sequía y de socorro en casos de sequía, así como de mecanismos de autoayuda, para las zonas propensas a la sequía, y formulación de programas para hacer frente al problema de los refugiados ecológicos.

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «El funcionamiento de sistemas de alerta temprana para pronosticar la sequía permitirá que se apliquen planes de preparación para la sequía. Con planes integrados (...) se podría realzar la capacidad de resistencia de la tierra a la sequía y se podrían atender las necesidades básicas, lo que reduciría al mínimo el número de refugiados ecológicos y la necesidad de un socorro de emergencia durante la sequía.»

La FAO suscribe esta doble respuesta al hambre producida por la desertificación y la sequía que ocasiona grandes pérdidas de vidas humanas, y cuyas consecuencias económicas constituyen una carga demasiado pesada para los países, afectados. Las actividades de urgencia, que son un deber de ayuda y solidaridad nacional e internacional, no pueden improvisarse y deben concebirse teniendo en cuenta no sólo su eficacia, sino también tratando de no comprometer los esfuerzos de autoayuda a largo plazo de las poblaciones interesadas. En efecto, es necesario alentar y prestar apoyo a estos esfuerzos para que los sistemas de producción sean menos vulnerables a las variaciones climáticas, más diversificados y más productivos.

Para la FAO, la seguridad alimentaria es uno de los objetivos fundamentales de las políticas de desarrollo agrícola y rural sostenible, sobre todo en las zonas áridas, semiaridas y secas subhúmedas.

La solución necesaria de los problemas urgentes no debe distraer la atención de la necesidad de aplicar un conjunto de medidas para garantizar la seguridad alimentaria a mediano y largo plazo de las poblaciones rurales y urbanas de estas zonas. Estas medidas se relacionan no sólo con el sector de la producción agrícola y pastoral, sino también con los sectores directamente productores de alimento (pesca y piscicultura, ganadería sedentaria), o generadores de ingresos como la artesanía y la transformación local de productos agrícolas, pecuarios y forestales para fabricar productos comerciales (harina, aceite, mantequilla, quesos, frutas, carbón de leña, etc.).

Asimismo, debe fomentarse el acceso a la propiedad, o por lo menos a la disponibilidad de tierras de cultivo. Una garantía de usufructo o de propiedad constituyen, en efecto, una seguridad alimentaria suplementaria a corto plazo y a largo plazo, pues pueden modificar el comportamiento del productor con respecto a la gestión de las tierras que cultiva y a la lucha contra la degradación.

Area de programa F

Fomento y promoción de la participación popular y la educación sobre el medio ambiente, con especial hincapié en las medidas contra la desertificación y las actividades para hacer frente a los efectos de la sequía

En el texto de las bases para la acción de esta área de programa se menciona que: «Es menester no limitarse al ideal teórico de la participación popular y poner empeño en lograr una participación real y activa de la población basada en el concepto de asociación, que entraña la responsabilidad compartida y el mutuo interés de todas las partes.» En ese contexto, esta área de programa debería considerarse como un componente esencial de apoyo de todas las actividades de lucha contra la desertificación o relacionadas con la sequía.

La FAO estima que esta base para la acción tiene una importancia capital pues las poblaciones rurales son parte esencial del problema, sea como actores o como víctimas. El objetivo de la lucha contra la desertificación y en pro del desarrollo es llevar a la práctica propuestas técnicas que contribuyan a prevenir o corregir la degradación del medio y aumentar y diversificar la producción. La palabra «propuestas» significa que deberán someterse a la aprobación de la población, en primer lugar, durante la concepción del programa en el que ésta debe participar; luego, al momento de la ejecución. El acuerdo de la población se manifestará en el hecho de que ella utilizará las técnicas propuestas. La población, por consiguiente, es un socio cuya actuación determinará el éxito o el fracaso de las actividades.

Para la FAO, el principio rector más importante en la lucha contra la desertificación y en pro del desarrollo es la promoción de la participación voluntaria y responsable de la población mediante medidas de carácter:

A este respecto, conviene tener en cuenta las bases para la acción, los objetivos y las actividades mencionados en el área de programa B del Capítulo 14 del Programa 21, «Logro de la participación popular y fomento del desarrollo de los recursos humanos para la agricultura sostenible».

La FAO considera que el objetivo de la organización de la población debe ser la estructuración y ampliación de su potencial de desarrollo comunitario. En este sentido, es necesario que ella garantice al mismo tiempo:

La FAO estima que la diversidad de las situaciones sociales y culturales exige que cada organización rural se base en la experiencia sociocultural de la comunidad, sin que ello signifique excluir elementos nuevos que respondan a las necesidades actuales.

La tarea principal de los gobiernos es proporcionar a los responsables de las organizaciones constituidas de este modo una representatividad y poderes que los conviertan en socios de los que desean ayudarlos y en interlocutores de pleno derecho.

Hay una evidente vinculación funcional y política entre la participación voluntaria y responsable de la población en las actividades de lucha contra la desertificación y las instituciones nacionales que constituyen el marco de reglamentación y promoción. Los servicios de ayuda al desarrollo son la fuerza materializada de esta promoción, el brazo ejecutivo de las instituciones y el cuerpo de apoyo de las poblaciones. Estos servicios deben descentralizarse para trabajar en asociación con las poblaciones.


Figuras


Figura 1

Erosión eólica en el Erg, un desierto de arena en Argelia. Se usan palmas para fijar la arena.

Figura 2

La participación de las comunidades locales en la planificación e implementación de los proyectos es de gran importancia. Este hecho se reconoce en la región de la meseta de Loes en China. La fotografía muestra a una extensionista residente en el pueblo y que participa en la elaboración de un plan de conservación de suelos.

Figura 3

Los aldeanos de la región de le meseta de Loes trabajan en la construcción de terrazas de conservación de suelos y agua.

Figura 4

La tecnología requerida puede revelarse como simple o sofisticada. En el Perú se usa un nivel en A para el trazado de zanjas en curva de nivel destinadas a recolectar las aguas y controlar la erosión.

Figura 5

En Marruecos se usa una bomba solar para extraer de un pozo en el desierto el agua para los animales y el riego de un pequeño huerto.

Figura 6

La tecnología más adecuada debe seleccionarse con sumo cuidado. El uso inadecuado de máquinas, tales como este tractor y la rastra con discos en Burkina Faso, puede desencadenar una erosión eólica.

Figura 7

El arado tradicional de Etiopía está bien adaptado a las condiciones locales y, por ende, no causa sino muy pocos daños al suelo.

Figura 8

La recuperación de las tierras y la reintegración de las poblaciones se reconocen como aspectos importantes en el control de la desertificación. Colocación de estructuras simples para la recolección de agua y el control de la erosión en Keita, Níger.

Figura 9

Un campesino bororo reubicado y asentato en Níger riega sus cultivos.


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