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"He visto el futuro, y el futuro se llama... ¡bicicletas!"
Las bicicletas y la riqueza de las naciones
La gente más ocupada del mundo
La esperanza de las campesinas hondureñas

"He visto el futuro, y el futuro se llama... ¡bicicletas!"

Comerciante ugandés regresando a casa en bicicleta junto al Nilo

Foto de Kate Dunn

Siete mil seiscientas veinte toneladas de productos agrícolas transportados en bicicleta: ¡tiene que ser Asia! Pues no, sucede en Uganda en el corazón de Africa, donde la importancia de la bicicleta como medio de transporte para los pequeños agricultores está aumentando drásticamente. Las bicicletas dominan ahora en el transporte de los bienes agrícolas que se producen en un radio de 35 kilómetros de los mercados al por mayor que rodean la capital del país, Kampala.

Se trata de algo nuevo para los pequeños agricultores y los consumidores del Africa subsahariana que posee inmensas implicaciones para el desarrollo agrícola y rural. Un transporte barato, eficiente y en el que se puede confiar es fundamental para todo sector agrícola.

Popular en Asia

La importancia de las bicicletas para el desarrollo agrícola y rural es bien conocida en muchos países africanos. Las bicicletas forman parte desde hace mucho tiempo del paisaje y son un medio primario de transporte de los insumos y de la producción agrícola de los pequeños agricultores.

¿Por qué entonces, hasta ahora, no había sido tan popular el uso de la bicicleta en el Africa subsahariana como en Asia? La tradición es, por supuesto, una razón fundamental. Pero quizás tienen mayor importancia las políticas de desarrollo de la región. Los gobiernos y donantes se han basado en camiones a gasolina o diesel, a menudo de importación y que requieren que el pago se haga en divisas, como la única solución al problema del transporte agrario en el Africa subsahariana.

Este podría estar ya cambiando, aunque despacio, y sólo a través de la iniciativa de empresarios privados y pequeños. Los gobiernos y los donantes deben concientizarse más de lo que estos pequeños comerciantes han conseguido y desarrollar estrategias que les ayuden. Cuando se trata de productos agrícolas, las bicicletas han demostrado en Uganda que lo pequeño no sólo es beneficioso económicamente sino que lo es desde el punto de vista ecológico.

No es fácil ser un transportista con bicicleta en Uganda. Pregúntele a cualquiera de los 275 que recorren diariamente la Bombo Road hasta el mercado de Kwempe, cerca de Kampala. "Puedes correr cuesta abajo, pero tienes que sudar cuesta arriba", explica uno de ellos al pararse para pagar el poco popular impuesto de uso de la carretera (y aquí hay un primer paso obvio para el gobierno: eliminar ese pago a la gente que usa la bicicleta). La carga tampoco es ligera. Según un reciente informe, la carga media es de unos 76 kilogramos. El recorrido tampoco es pequeño: 35 kilómetros de media, que no es poco pedalear para ganarse el pan de cada día.

Pero en el radio de los mercados al por mayor los que usan las bicicletas tienen poco que temer de los transportistas de camión. Los camiones, por pequeños que sean, incluso las camionetas, no son económicamente competitivos con las bicicletas en esa zona urbana. Los de la bicicleta no sólo pagan en efectivo por los productos agrícolas, una consideración importante para los pequeños agricultores, sino que también ofrecen el muy necesitado mercado de información del que depende la producción en pequeña escala. Para los pequeños agricultores las noticias que portan los ciclistas que vienen y van al mercado cada día son tan importantes casi como los propios productos que transportan. Un número limitado de conductores de camión podría hacer este servicio.

Muchos alimentos

Una amplia variedad de productos son transportados en bicicletas por la Bombo Road, una de las siete arterias principales que conducen hasta Kampala. La cantidad de productos no alimentarios transportados en bicicleta al año incluye 2134 toneladas de carbón, 1043 toneladas de leña y 300 toneladas de hojas de plátano. Entre los productos alimentarios transportados hay que señalar 1778 toneladas de yuca, 365 de batatas, 303 de tomates, 255 de frijoles, 254 de mangos, 193 de plátanos, 76 de verduras frescas, 67 de caña de azúcar, 43 de patatas blancas, 36 de cebollas y 18 de aguacates.

Son muchos alimentos. Y lo que es más impresionante es que son frescos. Comerciantes al por mayor, al por menor y los consumidores confían en los ciclistas en el transporte de productos al mercado de forma regular y a tiempo.

Los ciclistas viven al día, no son comerciantes al por mayor. Venden su carga y regresan al día siguiente. Es un negocio competitivo y para ganarse el pan deben hacer compras diarias de los agricultores y pedalear la bicicleta.

No hay que dejar aparte el tema de los 262756 litros de cerveza local, conocida como tonto, que se elabora por los pequeños agricultores. Eso es mucho tonto. Se trata de un bebida fuerte popular y tradicional de Uganda. Para los bebedores de tonto, la frescura es fundamental y la cerveza llega todos los días fresca en las bicicletas. Los ciclistas suelen tomar un par de cervezas tras un largo viaje, lo cual es admisible tras pedalear 35 kilómetros bajo un sol infernal.

De los 31 productos principales que se transportan a lo largo de la Bombo Road en todo tipo de vehículo, las bicicletas llevan el 40 por ciento o más, lo cual es un gran avance para este sector que, además, crea puestos de trabajo y que es una fuente importante de trabajo también para las numerosas tiendas que venden repuestos y hacen reparaciones a lo largo de la Bombo Road.

Potencialmente el volumen de materias transportadas diariamente por los 275 ciclistas de esta calle podría transportarse en 21 camionetas, requiriendo quizá tan sólo unos siete camiones grandes que trabajaran todo el día. La creación de puestos de trabajo es por lo tanto una importante y muy necesitada contribución del sector ciclista.

Las bicicletas también ahorran divisas, una moneda escasa en los países subsaharianos. Las 275 bicicletas que ahora hacen el recorrido diario de la Bombo Road cuestan lo mismo que una camioneta. Pero lo que es más importante, no requieren suministros regularmente de caros repuestos, combustible o aceite.

El transporte motorizado también tiene unos requisitos adicionales de divisas en forma de maquinaria importada, equipo y materiales para la construcción de carreteras y su mantenimiento posterior.

Las ventajas ecológicas

Las bicicletas son también más benignas con el ambiente que los vehículos motorizados, una consideración que cada vez posee mayor importancia. Además del hecho de que no es necesario el combustible, las bicicletas pueden operar en pequeñas carreteras y en caminos que sería imposible para los vehículos motorizados.

Comparados con la red de carreteras que necesitan los vehículos motorizados, los caminos utilizados por los ciclistas son un gran ahorro en las zonas rurales. Esto no es algo insignificante para áreas de gran densidad de población alrededor de centros urbanos, como ocurre en la mayoría de los países subsaharianos.

De mayor preocupación para el medio ambiente son los problemas de erosión asociados, a menudo, con la construcción de carreteras y su mantenimiento. Estos pueden ser evitados en gran medida cuando las carreteras y los caminos están diseñados para las bicicletas. El mantenimiento de carreteras, un problema serio y de pocas salidas en gran parte del Africa subsahariana, será también menos costoso en los caminos de bicicletas.

Otra contribución importante de las bicicletas es que hacen posible que un número cada vez mayor de pequeños agricultores puedan participar en la producción comercial. Sin la bicicleta, los agricultores en pequeña escala de esta región no podrían producir pequeñas cantidades de cultivos comerciales de gran caducidad. Incluso si existiera una red de carreteras más elaborada, sería arriesgado y poco económico para los camiones el realizar compras de pequeñas cantidades de productos perecederos y llevarlos hasta los mercados. Los ciclistas pueden arriesgarse porque su escala de transporte es parecida a la escala de producción de los pequeños agricultores. Los agricultores que viven a lo largo de la Bombo Road producen ahora cultivos comerciales porque saben que podrán transportarse con las bicicletas en cuanto se cosechen. De hecho, los ciclistas suelen inspeccionar los huertos familiares esperando para comparar en el momento adecuado y llevar la carga al mercado. Cualquier compra para los pequeños agricultores es competitiva. El gran número de transportistas en bicicletas asegura que el agricultor obtendrá el mejor precio posible. Esta competitividad pocas veces se da si sólo hay unos pocos camiones en el mercado.

La presencia de los ciclistas también permite que los pequeños agricultores desarrollen sistemas de cultivos que son más productivos, beneficiosos y sostenibles. El acceso al mercado permite la producción de una gran número de cultivos tanto perennes como anuales, muchos de los cuales se producen en sistemas de cultivos mixtos. La diversidad de la producción del cultivo a menudo significa un aumento de la sostenibilidad tanto del cultivo como del sistema agrícola, y un incremento de los beneficios para el agricultor.

Una red más apropiada

Sin embargo las bicicletas no están presentes en todas las carreteras importante que van hasta Kampala y la razón principal es, según los ciclistas, la congestión creada por la presencia cada vez mayor de coches, camiones y autobuses. No es seguro, e incluso a menudo es físicamente imposible, atravesar con las bicicletas cargadas las pequeñas callejuelas de la ciudad y las carreteras llenas de tráfico.

El acceso a una carretera poco congestionada es clave para el éxito del transporte en dos ruedas que se ha dado a lo largo de la Bombo Road. Sin embargo, si el desarrollo prosigue y no se tiene en cuenta este fenómeno también puede terminar muriendo este sector. Es fundamental un sistema de carreteras apropiado y los gobiernos pueden promocionar de forma activa el desarrollo de un sistema de transporte en bicicleta para los productores en pequeña escala en zonas periurbanas asegurándoles el acceso a los mercados.

Iniciar una industria de este tipo no es difícil: hay que evitar las políticas que van contra el uso de las bicicletas y la industria se desarrollará sola. No se necesita ninguna burocracia gubernamental o personal paraestatal. El desarrollo puede acelerarse simplemente ofreciendo algunos incentivos, como carreteras accesibles en zonas con mucho tráfico motorizado, abrir las importaciones de bicicletas y sus repuestos, y ubicar en un lugar abierto el mercado de productos agrícolas. Una vez que los ciclistas están establecidos alrededor de mercados cerca de las ciudades, los camiones no podrán desplazarlos. Lo cual beneficiará a todos.

Las bicicletas no serán la solución para los problemas del transporte en el Africa subsahariana, pero pueden realmente formar parte de la respuesta. Productos pesados o elaborados en distancias grandes no pueden ser transportados en bicicletas, pero incluso en las zonas alejadas éstas pueden jugar un papel importante para llevar los productos hasta los centros de distribución. Hasta cierto punto, este tipo de sistema ya está siendo utilizado en muchas partes de Africa. Si se le permite desarrollarse, el transporte en bicicleta puede complementar a los vehículos motorizados y los trenes a la hora de llevar de un lado para otro los productos agrícolas por todo el continente.

William Grisley es economista agrícola con una amplia experiencia en Africa.

Las bicicletas y la riqueza de las naciones

Una economía sobre dos ruedas

Por Jane Jacobs

La perca del Nilo en camino hacia el mercado cerca de Entebbe (Uganda)

Foto de Kate Dunn

En el libro Cities and the wealth of nations, la economista y socióloga canadiense Jane Jacobs habla sobre los pequeños comerciantes y fabricantes que hacen que las ciudades en las que viven - y las economías nacionales - sean prósperas. Para ella la bicicleta forma parte esencial de esta dinámica cotidiana.

La vida económica avanza gracias a la innovación y continúa adelante gracias a la importación/sustitución. Estos dos procesos económicos están muy entrelazados, funcionando ambos en las economías urbanas. Además, la importación/sustitución con éxito a menudo suma adaptaciones en el diseño, en los materiales o en los métodos de producción, lo cual requiere innovación e improvisación, especialmente en el caso de los productores de bienes y servicios...

Las ciudades que reemplazan importaciones de forma significante sustituyen también no sólo bienes acabados sino, al mismo tiempo, muchos elementos de los productores de bienes y servicios. Lo hacen con suavidad, en una cadena lógica. Por ejemplo, primero viene el procesamiento local de frutas que eran antes importadas, después la producción de tarros o el empaquetamiento que antes era importado ya que no había mercado para los productores locales hasta que se dio el primer paso.

Cuando Tokio entró en el negocio de las bicicletas, primero fueron los trabajos de reparación de las bicicletas importadas, después la manufactura de algunas de las partes de las que más demanda había en el sector de la reparación, después la manufactura de otros componentes, finalmente todo el ensamblaje de bicicletas producidas en Tokio. Y casi en cuanto Tokio empezó a importar bicicletas de otras ciudades japonesas, algunos de los consumidores urbanos siguieron el mismo proceso, sustituyendo sus bicicletas por las de Tokio, en lugar de por las extranjeras como había ocurrido (históricamente) con muchos elementos enviados de ciudad a ciudad en los Estados Unidos.

No sólo adquirió Japón bicicletas manufacturándolas y desarrollando su propia producción de bienes para la finalidad en cuestión sino que también adquirió un método improvisado de reproducir otros tipos de complejos bienes importados simbióticamente en grupos de individualmente pequeñas y sencillas factorías, un método puesto en marcha para elaborar, por ejemplo, máquinas de coser, y después radios y bienes eléctricos. Una derivación moderna del sistema, utilizado por el gigante automovilístico Nissan, consiste en trabajar directamente con suministradores que hacen el pedido diariamente, incluso en cuestión de horas, en función de lo que es necesario para la cadena de montaje en ese momento, una cuestión que recientemente ha sido objeto de una gran atención y admiración por parte de los industriales norteamericanos.

Para cuando los japoneses desarrollaron su propia fabricación de bicicletas, las que ellos importaban se hacían de forma integral, en grandes e inmensas fábricas en América del Norte, al igual que ocurría con las máquinas de coser. Si los japoneses hubieran intentado importar fábricas completas para cumplir su objetivo, entonces habrían perdido la oportunidad de desarrollar su propia producción de bienes y sus métodos de producción, y las bicicletas, máquinas de coser y el resto habrían sido también más caras, probablemente demasiado caras para que las pudieran comprar los japoneses. En lugar de eso, utilizaron su comercio con las entonces economías más avanzadas sólo como una forma de realizar su propio desarrollo.

Cities and the wealth of nations, por Jane Jacobs, Vintage Books, un departamento de Random House Inc., Piso 11, 201 East 50th St., Nueva York, N. Y. 10022, Estados Unidos.

La gente más ocupada del mundo

Tiene sentido, que la extensión se destine a la mitad de la población del planeta

Por Kate Dunn

Fourth World Conference on women

Los servicios de extensión y educación fracasarán si no tienen en cuenta la ocupada agenda de la mujer

Foto Unesco por E. Schwab

Buscar agua. Moler el maíz. Darle de comer al niño. Juntar leña. Trabajar el campo. Ir al mercado, comprar y vender. Cavar en el huerto. Lavar y remendar. Dar de comer a la familia, tres veces por día. Atender a los enfermos. Tejer e hilar, hacer calceta, coser y sembrar...

"Las campesinas pobres son probablemente la gente más atareada del mundo", dice el informe de 1993 de la FAO titulado Divulgación agrícola y campesinas en los años ochenta. Sin embargo, de algún modo encuentran también tiempo para cultivar por lo menos la mitad de los alimentos mundiales, asumiendo la carga de planear, trasplantar, desherbar, trillar, cosechar, vender y cuidar el ganado. En Africa "las mujeres aportan dos tercios de todas las horas dedicadas a la agricultura tradicional y tres quintos de las horas empleadas en la comercialización", según el informe de un seminario realizado por la FAO en Zimbabwe en 1987.

Lo lógico sería que los servicios de extensión ayudasen a mejorar la eficiencia de las campesinas/cabezas de familia, pero años de charlas sobre la necesidad de más servicios de extensión para las mujeres han rendido pocos resultados. Mientras que las mujeres cultivan la mitad de los alimentos producidos en todo el mundo, el 95 por ciento de los servicios de divulgación están dirigidos a los hombres, según una investigación de la FAO de 1989, y sólo el 15 por ciento de los agentes de extensión son mujeres.

"Globalmente, se reconoce la necesidad de que la divulgación llegue a las campesinas", observaba la consultora Vicki Wilde en su informe de 1993, Agricultural extension and farm women in the 1980s. "Reconocer una necesidad, sin embargo, no es suficiente", agregaba, sosteniendo que las políticas extensionistas, actualmente creadas para favorecer a los cultivadores con grandes propiedades, deberían dirigirse a los pequeños campesinos en general "y que tanto tos hombres como las mujeres deberían ser el objetivo de la participación, como corresponde a sus papeles en el desarrollo agrícola".

Un estudio sobre los servicios de divulgación para las mujeres realizado en cuatro países por Manju Dutta Das, colaboradora del investigador André Mayer, encontró que en las políticas de extensión agrícola nadie había identificado claramente a las campesinas como objetivo específico. "Cuando los países no poseen una política de extensión agrícola claramente definida para las campesinas, los enfoques basados en las diferencias por razón del sexo y recomendados por los donantes podrían no aplicarse eficazmente para lograr los objetivos a largo plazo del desarrollo agrícola de dichos países", escribía Das.

La situación es crítica. La población mundial crecerá en un 50 por ciento en la primera parte del próximo milenio y las crisis alimentarias se exacerbarán si los intentos de alimentar a todas esas bocas provocan un mayor deterioro de la tierra cultivable debido a practicas agrícolas inadecuadas y a la deforestación. La emigración hacia las ciudades de los hombres de las zonas rurales y el nivel creciente de rupturas familiares en los países en desarrollo significan que las mujeres están asumiendo un número cada vez mayor de decisiones vitales en las granjas. Para cultivar bien y ser más productivas tendrán que practicar una agricultura más "despierta" y hasta ahora están obteniendo muy poca ayuda.

Según el estudio de Das de 1993-94, a las mujeres se las excluye de los programas de divulgación porque no poseen tierras; no tienen acceso al crédito para obtener los insumos promovidos por los divulgadores; no son vistas como responsables de los cultivos comerciales y del ganado, que a menudo son el centro del interés de los extensionistas; y porque muchas veces no saben ni leer ni contar.

"La mayor parte de las organizaciones públicas de divulgación identifican a su objetivo en función de la tierra y de otros recursos económicos", dice el informe Wilde, "A los objetivos de la transferencia de tecnología, particularmente al sector agrícola comercial, se les da prioridad con respecto a las preocupaciones por un desarrollo rural más amplio".

Porcentaje de tiempo y recursos que las organizaciones de extensión destinan a grupos destinatarios, por regiones...

...mundialmente

Grupos destinatarios

Africa
N = 38

Asia y el Pacífico
N = 26

Europa
N = 7

América Latina
N = 39

América del Norte
N = 4

Cercano Oriente
N = 16

Agricultores comerciales

20

36

69

42

48

31

Productores especializados

26

17

5

24

1

34

Agricultores de subsistencia

31

28

2

18

1

14

Productores sin tierras

1

4

1

2

1

5

Jóvenes agricultores/jóvenes rurales

10

8

7

5

16

2

Agricultoras

7

3

3

5

1

9

Economía doméstica

1

2

4

-

9

1

Otros grupos

4

2

9

4

23

4

Porcentaje total

100

100

100

100

100

100

Fuente: FAO, 1990
Note: N = número de organizaciones que respondieron; 75 no lo hicieron.

Utilizando como ejemplo el Africa subsahariana. Das agrega: "Los programas (para la capacitación) no tienen en cuenta las tareas de las mujeres, como el cuidado de los niños, la cocina, o la recolección de leña y recogida de agua. En muchos países los factores culturales o religiosos desempeñan una parte importante e impiden que las mujeres sean capacitadas. Los capacitadores y funcionarios de los servicios de divulgación agrícola son generalmente hombres y no pueden hablar con las mujeres o acercarse a ellas. Tal es especialmente el caso en los países islámicos (CTA, 1993)".

Sin embargo, las estructuras familiares y los tiempos están cambiando. En Africa, el 35 por ciento de los hogares están dirigidos actualmente por mujeres debido a las muertes, los divorcios o los abandonos. "En Yemen", escribe Das, "la migración masculina es particularmente fuerte y un ocho por ciento de la población trabaja en otras partes en empleos asalariados. Las mujeres tienen que asumir los deberes agrícolas de los esposos ausentes y, en su carácter de receptoras directas de los envíos de fondos, tienen un poder de decisión mayor del que se podría esperar ea un país islámico".

Proporción regional de capacitados por FAO, según, el sexo 1991. En porcentaje

Muchos servicios de extensión creen por otra parte que si educan al esposo están educando a todo el hogar, incluyendo a la mujer, pero no es así. Das encontró que un porcentaje muy bajo de campesinas recibían consejos agrícolas de sus maridos: entre el 7,5 y el 13,5 por ciento en Siria, Nigeria y Tailandia. Las cosas iban mejor en, Trinidad, donde la cifra llegaba al 40 por ciento.

Das hacía notar que estos hallazgos no concuerdan con la declaración de los planificadores del desarrollo de que "la información dada al campesino será comunicada a los otros miembros del hogar" (Santo y Weidemann, 1990). Corresponden en cambio con los estudios de Fortmann (1978) y Spring (1985) que indican que "el conocimiento agrícola adquirido por los varones muy a menudo no es transmitido a las mujeres de la familia".

Se ha demostrado que las extensionistas son mas eficaces que los hombres cuando trabajan con las campesinas. Según Das, "Trinidad tenía un 31 por ciento de funcionarias de divulgación agrícola, Tailandia un 28 por ciento, Siria un 14 por ciento y Nigeria un 0,62 por ciento". El 21 por ciento de las nigerianas y el 15 por ciento de las tailandesas eran expertas en economía doméstica y pocas de ellas conocían las actividades de una explotación agrícola mayor. Das encontró en Tailandia que el personal de campo de la extensión agrícola no cumplía totalmente su compromiso de respaldar a los economistas en las cuestiones agrícolas.

"Simplemente no hay bastantes divulgadores, sean varones o mujeres", declaré Wilde en una entrevista, "no podemos esperarles para tener suficientes mujeres extensionistas. Los hombres deben aprender a trabajar con mujeres".

Pero existen también historias de éxitos. "Pruebas provenientes de Nigeria y Kenya, por ejemplo, indican que algunos funcionarios prefieren trabajar con las campesinas porque éstas realizan de todos modos la mayor paree de las tareas agrícolas y es mas probable que sigan los consejos de los divulgadores", hacía notar el informe de Wilde. "En efecto, el Banco Mundial ha encontrado que es más probable que las mujeres sean seleccionadas como contactos con los campesinos si el criterio de selección hace hincapié en la habilidad agrícola".

Hay igualmente algunas buenas noticias. "Las mujeres tienen un acceso considerable a la capacitación agrícola fundamental en los programas de divulgación de los estadios de caso (encuesta de 1989 de la FAO) en México, Filipinas, Tailandia y Brasil. Además, los programas de extensión estudiados en Camerún, China, Colombia, Chipre, Malí, Perú, Rwanda y Senegal incluyen a las mujeres en una medida muy superior al porcentaje sugerido por los datos mundiales".

A pesar de las limitaciones, estas cultivadoras invisibles consiguen seguir alimentando a duras penas al mundo. El hambre no se eliminará hasta que se les alivie el fardo de sus tareas y se les permita el acceso a la propiedad de los recursos para aumentar la producción de alimentos de un modo sostenible.

Kate Dunn es subdirectora de Ceres.

La esperanza de las campesinas hondureñas

Son estudiantes y profesoras al mismo tiempo

Por Patricia Baeza-López

Tres detalles saltan a la vista entre la aridez ocre que rodea la parcela donde vive Jesús Nueva Esperanza, un huerto verde, arboles y un gallinero dotado de abonera.

Peto criar especies menores y sembrar árboles y un huerto en el departamento de Valle no ha sido cosa fácil para esta campesina de 45 anos, cuyo ciclo productivo se desenvuelve en medio de la sequía crónica debida a la deforestación, que convierte a esta región en una de las mas pobres del agro hondureño.

En efecto, encontrar aquí el verde de la clorofila, el agua y la leña, equivale a hallar una aguja en un pajar.

Situada en el trópico seco, a lo largo del litoral del pacífico, esta región ha sido depredada, en lo que va del siglo, de su superficie boscosa, incluyendo sus mejores árboles madereros, ceibas, (Ceiba Pentandra) caobos (Swietenia mahogoni) y cedros para abrir paso a la ganadería extensiva y a la virtualmente extinta producción de algodón que actualmente esta siendo sustituida por la producción de melón para la exportación.

No es extraño entonces, que tanto Valle como el vecino departamento de Choluteca, que dotan al país de la única salida a la costa del Pacífico, se hayan convertido en el objetivo de distintos proyectos de desarrollo encaminados a mejorar las condiciones de vida de la población rural pauperizada. Sin embargo, pocas acciones de envergadura regional y nacional han sido dirigidas expresamente para fortalecer el papel productivo que juega la mujer en la economía campesina y en la seguridad alimentaria.

Estudios realizados en el país calculan que los ingresos aportados en efectivo o en especie por las mujeres en forma de huevos, queso, frutas frescas o procesadas, verduras o especies menores constituyen la principal fuente alimenticia para las familias durante los períodos de escasez de granos. Sobre todo en una región como ésta, donde las exiguas precipitaciones permiten únicamente sembrar un grano básico, el sorgo. Es por ello que la capacitación de "productoras de enlace" como Jesús, que se encargan de difundir los conocimientos y técnicas de producción agrícola para el autoconsumo y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria entre las demás mujeres de la comunidad, podría ser definido como el único en su género, y valga la redundancia, precisamente porque consta de un enfoque de género.

Según Ana Mercedes Montoya, la integrante mis anciana del grupo que eligió a Jesús como productora de enlace, "todas empezamos sin saber nada, pero lo que ahora aprendimos nadie nos lo puede quitar".

Iniciado en 1986, gracias al apoyo financiero del gobierno holandés, el Programa de FAO para la promoción y la capacitación para la incorporación de la mujer al desarrollo rural, ha estado a cargo de dos organismos ejecutores nacionales, el Instituto Nacional Agrario y sucesivamente el Ministerio de Recursos Naturales que concluirá el proyecto este año, tras una serie ininterrumpida de etapas evolutivas y correctivas que han permitido superar y aprender de los errores.

Si el numero inicial era de 88 productoras de enlace a nivel nacional, éste bajo hasta estabilizarse en 60, debido a la deserción causada por motivos de maternidad, emigración, falta de atraigo en la comunidad, problemas familiares o con las comunidades.

Actualmente se cuenta con al menos 120 productoras que benefician directamente a un mínimo de 1 200 mujeres de sus respectivos grupos, en cinco departamentos del país, las cuales a su vez deberían convertirse en agentes multiplicadoras de la capacitación en el resto de sus comunidades.

El programa de capacitación y promoción derivé de un proyecto conjunto del PNUD y FAO de 1983 a 1986 destinado a las mujeres de las familias beneficiarias de la reforma agraria, que se proponía dar capacitación técnica e implementar un fondo rotatorio para pequeños proyectos productivos. Sin embargo, el exiguo componente de capacitación dirigido a las mujeres (5 por ciento) incidió negativamente en el proyecto y tanto funcionarios hondureños como oficiales internacionales pusieron de relieve la necesidad de realizar un proyecto nuevo, destinado a satisfacer las necesidades educativas y organizativas específicas de las mujeres y a conseguir el éxito.

La premisa de esta estrategia era que las actividades económicas no podían desarrollarse sin la previa capacitación para lograr la organización de las mujeres en grupos. Entonces se procedió a capacitar a mujeres miembros de organizaciones campesinas, por un lado, mientras se formaban extensionistas aptos para interpretar las necesidades específicas de las mujeres, procediendo al mismo tiempo a delinear el elemento detonante del éxito: las primeras campesinas de enlace que dieron origen después a las productoras de enlace, y cuya función era servir de nexo entre las organizaciones de base y los extensionistas.

Tras la formación de cuatro tipos distintos y sucesivos de campesinas de enlace (organizadoras de grupos de mujeres, alfabetizadoras mujeres y hombres, productoras para el hogar y el medio ambiente y finalmente productoras de enlace), se sistematizaron las lecciones aprendidas en cada enfoque de enlace, para aplicarlas al sucesivo.

El primer gran obstáculo fue la inserción misma de la mujer en la dinámica de capacitación, dada su tradicional marginación de la educación - el analfabetismo en el ¿rea rural alcanza al 52,6 por ciento de las mujeres - y la falta de disponibilidad de tiempo, motivación, y obstáculos socioculturales en seno a las familias de quienes sí estaban alfabetizadas para asistir a los distintos módulos de capacitación.

El último perfil de mujeres campesinas de enlace recogió todas las lecciones aprendidas en los tipos de enlace anteriores. Antes que nada se requería de mujeres con fuerte arraigo en sus comunidades, con capacidad de liderazgo y de servicio voluntario, y con un nivel de instrucción mínimo de tercer grado de primaria. Por otro lado, los extensionistas hacían reuniones conjuntas con el cónyuge o padre para explicar tos beneficios que la familia y la comunidad en general habrían recabado.

Jesús Nueva Esperanza contó con el apoyo de su esposo, quien no puso reparos en "dejar de comer las tortillas hechas por ella y decidió comprar pan blanco" pata que ella pudiera ir a los cursos de capacitación como productora de enlace.

Por su parte, Rosa Orellana, de la aldea Linaca, en el vecino departamento de Choluteca, conté con la ayuda de las 14 mujeres que la eligieron para capacitarse como productora de enlace. "Ellas se turnaban para preparar la comida de mi esposo y para hacer las tareas de mi casa, al principio él protestó, pero después se fue acostumbrando", agrega.

Actualmente, las productoras de enlace, denominadas "PREN", gozan del respeto y la estima en sus propias comunidades y en el ámbito de los operadores de desarrollo nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales.

Uno de los logros principales de las productoras de enlace, es precisamente el que éstas se han convertido, y son potencialmente, el interlocutor ideal para implementar cualquier acción o proyecto de desarrollo destinado a beneficiar a las comunidades rurales.

Enlaces de producción alimentaría ayudan a las mujeres a organizarse en sectores como la cría de pollos

Fotos de Patricia Baeza-López

Un caso ejemplar, pero no aislado es Jesús, cuya aldea alberga a 40 familias. Gracias a su capacitación como productora de enlace, Jesús colabora con varios interlocutores gubernamentales y no gubernamentales para promover la construcción de estufas mejoradas que consumen menos leña y producen mas energía. Jesús visita y atiende actualmente a 35 familias de su aldea San Jerónimo, departamento de Valle, a 80 kilómetros de Tegucigalpa, la capital.

Por su parte, Ana Mercedes Montoya, quien forma parte del grupo que eligió a Jesús como promotora de enlace, y que ha sido capacitada por ella, es actualmente guardiana de salud y se encarga de administrar medicinas básicas para quienes las requieren por parte del Ministerio de Salud.

En efecto, la capacidad de las PREN ha ido más allá del mejoramiento de la dieta y la seguridad alimentaria, que sigue siendo una práctica adquirida y cotidiana, tanto a través de la producción, transformación y preparación de alimentos vegetales y animales.

La formación de las promotoras de enlace, ha sido una gota de agua en el desierto del trópico seco. Sus acciones han repercutido al mismo tiempo en el sentido alimentario, como en el sentido de la protección de suelos y del medio ambiente, a través del mantenimiento y plantación de nuevos árboles frutales o de leña y sombra, así como las prácticas sostenibles del cuidado del huerto mediante sistemas orgánicos de abono y control de pestes.

Mientras las gallinas y los huevos forman parte de la alimentación familiar o sirven como fuente de ingresos, el estiércol de las gallinas es acumulado en las aboneras y los desechos orgánicos en general son utilizados en un ciclo que las campesinas llaman, "del gallinero al huerto y del huerto al gallinero", nada se desperdicia, agrega Ana Montoya.

Es por ello que la cría de especies menores ha sido uno de los más solicitados por las campesinas.

Por otro lado, las mujeres están abiertas a las innovaciones y han adoptado con facilidad árboles como el Neem de la India, cuyas hojas son utilizadas en una "horchata insecticida", al igual que otras técnicas para ahuyentar a los insectos, como la siembra de cebollas, flor de muerto, chile picante, alrededor de los huertos.

En cuanto a la capacitación veterinaria, el manejo de las especies menores requiere cuidados sistemáticos y permanentes como la aplicación de vacunas y control de las enfermedades, un servicio y capacitación que las PREN siguen difundiendo y aplicando en sus comunidades.

Además el rendimiento de los huertos familiares ha constituido un éxito para el mejoramiento de la dieta alimenticia de los niños. Incluso en zonas menos áridas del país, como las zonas montañosas del departamento central de Comayagua, las mujeres lograron disminuir en un 90 por ciento el porcentaje de los niños desnutridos.

Sin embargo, en otros departamentos como Valle y Choluteca, los huertos son cultivados en menor proporción debido a la crónica carencia de agua y a la deforestación, lo cual no impide que las mujeres produzcan tubérculos como malanga, yuca, camote, o vegetales y leguminosas tradicionales como ayote y frijol, además de hortalizas de semillas mejoradas como pimiento, tomate y pepino.

Pero mientras que mujeres como Jesús, Ana, Olga e Irma siguen sembrando huertos y árboles en una tierra calcinada por el sol, otras actividades agropecuarias como la cría de camarones para la exportación están acabando con los pocos recursos forestales que aún quedan en la zona, los manglares del litoral del Pacífico.

Son precisamente las macrodinámicas, como la depredación del medio ambiente y los recursos hídricos, la falta de empleo, de acceso a la tierra y al crédito las que pueden afectar a la larga la sostenibilidad de una experiencia exitosa como la de las productoras de enlace.

Si bien parte del fondo rotatorio proporcionado por el anterior proyecto del PNUD y de la FAO pudo ser invertido en este proyecto, permitiendo la concesión de un préstamo aproximado de 3000 lempiras por grupo (un dólar equivale a nueve lempiras), lo cual dio pie a la formación de pequeños bancos comunales de los cuales se beneficiaban 10 mujeres a razón de 300 lempiras cada una, la extinción de fondos similares decreta el fin del acceso a créditos, inclusive en cantidades exiguas como ésta.

Por otro lado, la falta de acceso a la tierra por parte de la población rural femenina incide enormemente en la posibilidad de sustentar y hacer crecer cualquier iniciativa económica productiva, que necesariamente requiere de un préstamo inicial.

En efecto, ninguna de las familias de las productoras de enlace capacitadas es dueña de la tierra que cultiva. Por otro lado, la legislación no facilita la carea de asignar recursos de tierras a las mujeres. Si se calcula que solo el 3,8 por ciento de las casi 50000 familias beneficiarias de la reforma agraria en los últimos 25 anos fueron mujeres, mientras que el 30 por ciento de los hogares rurales está encabezado por una mujer, resultan claras las dimensiones del problema del acceso a los recursos productivos.

Sin embargo, existen esperanzas de que el patrimonio de conocimientos y experiencias de las promotoras de enlace no se pierdan. En la fase conclusiva del proyecto, que culmina en este año, se llevará a cabo una evaluación de sostenibilidad del proyecto, durante la cual será elaborada una guía metodológica y de seguimiento del mismo, al mismo tiempo que las organizaciones de mujeres campesinas y varios organismos no gubernamentales reciben la capacitación para proseguir con la formación de mujeres campesinas productoras de enlace, en vista de la Ley de Modernización y Desarrollo del Sector Agrícola, promulgada por el gobierno anterior que prevé la reestructuración y la disminución del personal de los ministerios e instituciones pertenecientes al sector agrícola.

Las mujeres se apoyan unas a otras con capacitación y consejos de su enlace

Foto de Patricia Baeza-López


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