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Comercialización interna y políticas nacionales

En la mayor parte de los países del grupo I, particularmente en Asia y en Africa, el sorgo es un cultivo de subsistencia, por lo cual sólo se destinan pequeñas cantidades de este cereal a la cadena de comercialización. Las transacciones tienen lugar predominantemente en los mercados rurales próximos a las zonas productoras y entre explotaciones familiares colindantes. Los canales de comercialización entre los productores y los grandes núcleos urbanos están poco desarrollados. Las excepciones en este sentido son la India y China, donde tanto la infraestructura como los mercados han alcanzado un grado de desarrollo relativamente elevado. En su mayor parte, los agricultores de la India tienen acceso a los mercados primarios al por mayor; la falta de demanda, más que la carencia de infraestructuras, es el gran obstáculo que impide el crecimiento de la producción.

Los mercados internos del sorgo de gran parte de Africa se caracterizan por un volumen de comercio limitado y variable como consecuencia de que los suministros son dispersos e irregulares, las distancias muy grandes y los costos de transporte elevados. Los precios fluctúan a lo largo del año, situándose en el nivel más bajo inmediatamente después de la cosecha, cuando los suministros son abundantes, y aumentan con el transcurso del tiempo. Esa oscilación es mayor en los países en los que el sorgo es el principal alimento básico (por ejemplo, en la zona saheliana).

En muchos países del grupo I no existe una política nacional de producción o de precios para el sorgo, que, sin embargo, resulta muy afectado por las políticas nacionales para el maíz, el arroz, el trigo y otros cereales. Tradicionalmente, dichas políticas han girado en torno a los precios de los cereales fijados por el Estado o por empresas paraestatales monopolistas en la comercialización de los cereales. Habitualmente, los precios eran uniformes en todo el país y permanecían constantes a lo largo del año con independencia de las tendencias de los suministros y de los precios. Pero desde mediados de los años ochenta, muchos países han puesto en marcha la liberalización de los mercados nacionales de cereales, suprimiendo los precios garantizados y la participación directa del Estado en la administración del mercado cerealero. Previsiblemente, estas medidas redundarán en una mayor fluctuación de los precios entre las diferentes zonas de un país y los distintos períodos del año.


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