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III. Factores y restricciones que afectan lospapeles de las mujeres en la seguridad alimentaria


III. Factores y restricciones que afectan lospapeles de las mujeres en la seguridad alimentaria

Dado que la mujer tiene papeles decisivos en la seguridad alimentaria, todo esfuerzo por reducir la inseguridad alimentaria en el mundo debe tomar en consideración los factores y restricciones que afectan la capacidad de las mujeres de desmpeñar esas funciones. Esta sección examinará los principales factores y restricciones que repercuten en esos papeles y contribuciones.

"Ceguera en materia de género" e "invisibilidad" de los papeles y contribuciones de las mujeres a la seguridad alimentaria: Pese al creciente suministro de datos desglosados por género y de los estudios sobre los papeles de las mujeres en la producción de alimentos y la seguridad alimentaria, aún faltan datos e informaciones al respecto. Gran parte del trabajo de las mujeres queda "invisible" al no ser registrado en las encuestas y censos, que todavía suelen contar como trabajo solamente aquel que es retribuido o preguntar cuál es el principal trabajo de una persona. Así, la mujer que, en un solo día, ha trabajado en la parcela familiar, cuidando ganado menor, pescando, recogiendo leña, acarreando agua, transportando y comercializando productos, procesando alimentos y preparando comidas, podrían no saber contestar cuál es su principal trabajo.

La falta de consciencia acerca de los papeles y contribuciones, especificas y diferenciadas, de mujeres y hombres a la producción de alimentos y la seguridad alimentaria, deriva en lo que se ha dado en llamar "ceguera en materia de género". Desconocedores e inconscientes de estas diferencias, los responsables de las políticas y de la planificación y extensión actúan como si las mismas no existieran, como si la situación y las necesidades de los agricultores fueran las mismas, independientemente de si son hombres o mujeres. Lo que ven, en cambio, es la situación y las necesidades de los agricultores masculinos y no de las mujeres agricultoras. De ahí que las políticas, la planificación y los servicios de extensión se formulen basándose en una visión parcial de la realidad.

Todas las regiones han detectado esta laguna y la necesidad de una mayor recolección y divulgación de datos e informaciones acerca de los papeles de las mujeres en la producción agrícola y su contribución a la seguridad alimentaria.

Políticas e Investigación en materia de Desarrollo Agrícola

Las instancias de decisión política y los planificadores están tomando cada vez más consciencia de la decisiva contribución de las mujeres agricultoras a la producción agrícola y la seguridad alimentaria. No obstante, las políticas agrícolas siguen en general sin abordar adecuadamente las necesidades de las agricultoras. Y ahí donde sus papeles y las necesidades han sido reconocidas en las políticas, éstas no suelen traducirse adecuadamente en los programas y la planificación del desarrollo agrícola. Por su parte, la investigación agrícola concede una atención igualmente inadecuada a las agricultoras y sus necesidades. Tal como ya se dijo, a menudo agricultoras y agricultores se hacen cargo de diferentes tareas y cultivos. En general, la investigación se concentra en mejorar la producción y las tecnologías de las cosechas y tareas de los hombres, mientras que las de las mujeres son objeto de negligencia.

Las políticas agrícolas nacionales se centran en los cultivos de exportación, que son importantes para la generación de divisas, y conceden insuficiente atención a los cultivos alimentarios para consumo local pese a ser vitales para la seguridad alimentaria del hogar. A su vez, la función de los mercados locales para la seguridad alimentaria nacional suele ser considerada de manera superficial.

La falta de recolección y divulgación de datos desglosados por género es una de las causas subyacentes de esta negligencia hacia las contribuciones de la mujer a la producción agrícola y la seguridad alimentaria. Otra causa de fondo es la falta de participación de la mujer en los órganos de decisión a nivel nacional e internacional. A nivel internacional, por ejemplo, las mujeres que, a finales de los años 80, trabajaban en las organizaciones de las Naciones Unidas constituían menos del 5 por ciento de los altos cargos directivos, menos del 10 por ciento de los profesionales de categoría alta y menos del 30 por ciento de los profesionales de categoría media. A nivel nacional, el porcentaje de mujeres en cargos directivos y profesionales suele ser aún menor. La exclusión de las mujeres de la toma de decisión y de cargos de liderazgo empieza a nivel local (Karl, 1995).

Impacto de la Degradación Medioambiental

En su calidad de principales productoras de alimentos en el mundo, las mujeres tienen interés en la preservación del medio ambiente y en un desarrollo ambientalmente sostenible. Sin embargo, y debido a su falta de acceso a los recursos agrícolas, las agricultoras que luchan por sobrevivir en tierras marginales, a menudo no tienen más remedio que contribuir a la degradación del medio ambiente. A su vez, la falta de seguridad de tenencia de la tierra desalienta la realización de prácticas agrícolas ambientalmente apropiadas, mientras que la falta de acceso al crédito limita la adquisición de tecnologías e insumos menos perjudiciales para el medio ambiente. Todo ello conduce a una productividad decreciente y una degradación medioambiental creciente.

Acceso a los Recursos

El acceso a los recursos es un factor esencial para mejorar la productividad agrícola tanto de los hombres como de las mujeres. Dado que la mujer desempeña papeles clave en la producción agrícola, la mejora de la productividad de sus funciones dependerá en gran medida de asegurar que las agricultoras, al igual que los agricultores, tengan suficiente acceso a los insumos y servicios productivos. Mientras que los titulares de pequeñas explotaciones, mujeres y hombres, carecen de suficiente acceso a los recursos agrícolas, situación que es más acentuada para las mujeres. Las causas están arraigadas, en gran parte, en: la ceguera de las políticas y la investigación en materia de género; legislación, tradiciones y actitudes discriminatorias, y falta de acceso a la toma de decisiones. A lo largo y ancho del mundo, las mujeres tienen escaso acceso a la tierra, a la posibilidad de pertenecer a las organizaciones rurales, al crédito, a los insumos y tecnologías agrícolas, a la capacitación y extensión y a los servicios de mercadeo.

Algunos estudios han mostrado que cuando las agricultoras tienen acceso a los recursos, son más productivas que los agricultores. Por ejemplo, en Kenya, el valor bruto medio de la producción por hectárea de parcelas trabajadas por hombres era en general un 8 por ciento más alto que el de parcelas trabajadas por mujeres, pero al utilizar las mujeres los mismos recursos que los hombres, su productividad habría aumentado en un 22 por ciento (Salto, 1994).

Tierra: El déficit de tierra agrícola de buena calidad que padecen los titulares de pequeñas explotaciones es un problema generalizado, motivado por la degradación del medio ambiente, la conversión de la tierra para usos no-agrícolas, la presión demográfica y la concentración de la tierra en manos de un número cada vez menor de grandes terratenientes, incluso corporaciones transnacionales. El acceso a la tierra en propiedad o la seguridad de su tenencia es una condición sine gua non para mejorar la productividad agrícola. Sin derechos seguros de tenencia, los agricultores tienen poco acceso, o ninguno, al crédito y los beneficios de afiliación a organizaciones rurales que a menudo canalizan insumos y servicios. Además, sin seguridad en la tenencia de la tierra o sin seguridad de acceso a la misma, los agricultores tienen escasos incentivos para involucrarse en prácticas agrícolas sostenibles o para tener en cuenta el impacto a largo plazo de la explotación de la tierra.

En términos generales, las mujeres tienen menos acceso a la tierra que los hombres debido a una serie de motivos jurídicos y culturales, que varían de un lugar a otros. En algunos casos, la legislación afirma el derecho básico de la mujer a la tierra, pero los usos y costumbres así como las reglamentaciones limitan de hecho estos derechos. En otros casos, la legislación ignora el acceso de la mujer a la tierra. Este es el caso, por ejemplo, de muchos lugares en África. Bajo normas de uso y costumbre, se concedió a las mujeres acceso a tierras comunales o familiares (sin embargo, las mismas son a menudo privadas de este acceso por divorcio o viudez). Con la introducción de legislaciones reguladoras de la propiedad de la tierra, los títulos suelen ser concedidos al cabeza de familia masculino. Asimismo, las reformas agrarias llevadas a cabo en todas partes tienden a su vez a conceder el titulo de propiedad a los hombres, como siempre fue el caso sobre todo en América Latina.

Sin un titulo seguro de propiedad de tierra, se suele negar a las mujer el derecho a afiliarse a cooperativas u otras organizaciones rurales en calidad de agricultoras y, por tanto, a los correspondientes beneficios. En algunos lugares, la falta de titulo de tierra limita el tipo de cultivos. Por ejemplo, en Ghana, se permite solo a los propietarios de tierra cultivar árboles frutales que pueden ser importantes fuentes de ingresos monetarios.

Organizaciones rurales: La afiliación a organizaciones rurales tales como cooperativas, organizaciones de productores agrícolas y asociaciones de agricultores, constituye un factor importante para acceder a recursos productivos, crédito, información, capacitación y otros servicios de apoyo. Estas organizaciones representan también los intereses de sus miembros ante gobiernos, dirección de proyecto e instancias de decisión y planificación del desarrollo a sus distintos niveles.

Cuando el acceso de las agricultoras a la posibilidad de afiliación y a los puestos directivos de estas organizaciones es restringido por ley o por costumbre, su acceso a los recursos y su capacidad de dar a conocer sus puntos de vista a responsables de políticas y planificadores, queda a su vez restringido. El resultado evidente es la incapacidad de las agricultoras de desempeñar sus papeles en la agricultura y la seguridad alimentaria al máximo de su potencialidad.

Los propios programas de reforma agraria que dieron los títulos de tierra a los hombres jefes de familia, restringiendo con ello el derecho de las mujeres a la propiedad, también limitaron a los hombres jefe de hogar la posibilidad de afiliarse a las organizaciones y cooperativas de reforma agraria.

Incluso ahí donde las mujeres tienen acceso a la afiliación a cooperativas y otras organizaciones rurales, las mismas representan una pequeña minoría en la dirección. En Zimbabwe, por ejemplo, las mujeres constituyen el 75 por ciento de los empleados. En Benín, representan el 25 por ciento de los miembros de cooperativas, pero cubren entre el 12 y el 14 por ciento de los cargos directivos (FAO, 1994).

Crédito: Una consecuencia directa de la falta de acceso de las mujeres a la tierra y a la posibilidad de afialiarse a las organizaciones rurales, es su falta de acceso al crédito. En general, la tierra es requerida como garantía para la concesión de prestamos, por una parte, y, por otra, los esquemas de crédito suelen ser canalizados a través de las organizaciones rurales hacia sus propios miembros. Esto constituye un serio obstáculo para la mejora de la productividad agrícola de la mujer ya que, sin crédito, las agricultoras no pueden comprar insumos tales como semillas, fertilizantes y tecnologías mejoradas ni tampoco contratatar empleados. Paradójicamente, numerosos estudios revelaron que las mujeres suelen devolver los préstamos más que los hombres.

Al tener diferentes responsabilidades en la producción agrícola y la seguridad alimentaria, las agricultoras y los agricultores necesitan créditos acordes a sus respectivas necesidades. Es, pues, importante para las mujeres tener no solo acceso al crédito sino también al control sobre su utilización, para evitar que sea desviado hacia sistemas de producción dominados por los hombres, a expensas las actividades productivas de las mujeres.

Un estudio de 1990 sobre esquemas de crédito en Kenya, Malawi, Sierra Leona, Zambia y Zimbabwe, reveló que las mujeres recibieron menos del 10 por ciento del crédito dirigido a los titulares de pequeñas explotaciones y solo el 1 por ciento del total de créditos para la agricultura (FAO, 1990).

Insumos y tecnologías agrícolas: Con la decreciente disponibilidad de tierra arable y la creciente presión demográfica y degradación medioambiental, resulta cada vez más importante aumentar la productividad de manera sostenible. Ello requiere acceso a apropiados insumos y tecnologías agrícolas.

El acceso de las mujeres agricultoras a los insumos y tecnologías agrícolas es limitado debido a su falta de acceso al crédito y a la posibilidad de afialiarse a las organizaciones rurales, pero también a causa de programas de desarrollo ciegos en materia de género y de la falta de atención a las necesidades de las agricultoras en los programas de investigación y tecnología.

Asimismo, las mujeres pierden a veces sus derechos al uso de la tierra cuando aumenta el valor de ésta a causa de la introducción de nuevas tecnologías tales como técnicas avanzadas de riego. Las tecnologías alternativas, que son efectivas y más fáciles de manejar, pueden ayudar a asegurar que las mujeres -cuya producción agrícola es esencial para la seguridad alimentaria- conserven sus derechos y su capacidad de cultivar la tierra.

Dado que las mujeres agricultoras, en todo el mundo, están involucradas en una vasta gama de tareas laboriosas relacionadas con la seguridad alimentaria, resulta necesario desarrollar e introducir apropiadas tecnologías economizadoras de trabajo en el procesamiento y almacenamiento de alimentos así como en la misma producción de alimentos y elementos afines como agua, saneamiento, combustible y preparación de alimentos.

Capacitación y extensión: El acceso de las mujeres a la capacitación y extensión está limitado por una serie de factores, además de la falta de acceso a la afiliación a las organizaciones rurales. Esos factores incluyen: la falta de investigación con visión de género, que conceda atención adecuada a las necesidades de las agricultoras en materia de cultivos y tecnologías; falta de consciencia acerca de los distintos papeles y necesidades por género en los programas de capacitación de los agentes de extensión, sobre todo en lo relativo a las mujeres agricultoras, que excluye a las mujeres de los servicios y beneficios de la capacitación y extensión. En algunas culturas, donde los agentes masculinos de extensión pueden trabajar con agricultoras, suelen no tener ni consciencia de las necesidades de la mujer, ni la capacidad de trabajar con ella. Los estudios mostraron que el supuesto de que la capacitación y extensión facilitadas a los hombres se transfieren a las mujeres en el hogar, no es necesariamente cierta. Por último, las agentes de extensión siguen a menudo siendo capacitadas en economías del hogar y no se les califica para proporcionar los servicios y la información necesarios para la producción agrícola.

Servicios de mercadeo: Los programas de reajuste estructural y la tendencia hacia la liberalización del comercio llevaron al desmantelamiento de muchos de los servicios de mercadeo existentes para la agricultura. En su rol de comercializadora la mujer también se vió afectada por ello. La baja de inversiones en infraestructuras rurales, como caminos que conectan áreas rurales con mercados, afectó el acceso de la mujer a los mercados. Además, la falta de acceso a la posibilidad de afiliarse a cooperativas de mercadeo limita la capacidad de las agricultoras de comercializar su producción. Tales obstáculos desincentivan a las agricultoras a producir excedentes de alimentos, al ser muy grandes, y a veces incluso insuperables, las dificultades de comercializarlos.

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