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Un mundo - Un bosque

LESLIE J. VERNELL

Durante un cuarto de siglo, el Departamento de Montes de la FAO (antes Dirección de Montes e Industrias Forestales) ha prestado asesoramiento a los gobiernos y a la industria acerca de los medios de conservar el patrimonio forestal, mejorar la ordenación de los bosques, dar capacitación a guardas y técnicos forestales, reducir el despilfarro, encontrar mercados para los productos de la madera y poner fin a las prácticas ruinosas que causan danos al medio ambiente en las plantas, los animales y los seres humanos.

Sobre lo ocurrido en el pasado se ha escrito ya bastante en innumerables informes y en Unasylva, por lo que en el momento actual ya no es necesario formular lamentaciones ni panegíricos. Además, el Departamento de Montes, a la vez que otros sectores de la FAO, atraviesan un período de cambios y es aún demasiado pronto para decir cuáles serán su curso o su carácter futuros. Sus actividades venideras serán observadas y dirigidas por el nuevo Comité de Montes de la FAO, que está a punto de crearse como órgano auxiliar permanente del Consejo de la FAO.

Partiendo de la labor modesta de unos cuantos funcionarios dirigidos por el primer director, Marcel Leloup, el Departamento de Montes en el transcurso de los años, ha tenido que hacer un gran esfuerzo para atender a las necesidades y problemas, tanto de los países desarrollados como de las naciones en desarrollo. A veces, ha llegado más allá del límite de sus propios recursos, lo que no es sorprendente si se tienen en cuenta los servicios que se le han pedido como resultado del aumento de la demanda mundial de madera para los muchos usos a que puede destinarse. Por ejemplo, el consumo mundial de papel, derivado únicamente de la madera, ha ido aumentando al ritmo de casi 5 millones de toneladas al año. Se ha calculado que, para 1985, el mundo podría tal vez necesitar un 75 por ciento más de madera de la que utilizó a fines del decenio de 1960. Si no consigue obtenerla, podrá producirse una fuerte desviación hacia el empleo de sucedáneos.

Durante el período de dirección de Egon Glesinger, después de la jubilación de Marcel Leloup, el Departamento de Montes de la FAO trató de mantenerse al ritmo de las necesidades mundiales, entrando cada vez más en la esfera de los programas de campo y ayudando a supervisar una gran diversidad de proyectos nacionales en distintos países, desde los estudios de preinversión, la planificación y creación de nuevos bosques, la mejor ordenación de los bosques naturales y la ampliación de las industrias forestales, hasta el desarrollo de parques nacionales y de zonas reservadas a la fauna silvestre. Todos estos proyectos surgieron como resultado de peticiones de Estados Miembros, los cuales proporcionaron mano de obra, materiales y dinero, y recibieron financiación complementaria de fuentes como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Mundial y planes de ayuda bilateral o fundaciones.

Aunque la preocupación principal de la FAO siguió concentrada en los problemas de los países en desarrollo, el Director siguiente, Nils Osara, insistió en la necesidad de seguir prestando también servicios a los técnicos e industrias forestales de los países económicamente adelantados. Se llegó a una solución de equilibrio en los programas de la Organización, que se ha mantenido hasta hoy. Ello ha vuelto a significar, sin embargo, la necesidad de apurar la capacidad hasta el límite. La FAO ha calculado, mientras tanto, que para 1985, el consumo de madera aserrada en los países en desarrollo será aproximadamente un 150 por ciento mayor que el de 25 años antes. Se espera que la demanda de los diversos tipos de paneles a base de madera, de papel y de pasta aumente de 4 a 10 veces.

Esta visión del aumento continuo de la demanda no es tan optimista como parece, si se tiene en cuenta que muchos de esos países están ya importando una gran cantidad de madera y sus productos, y no están, por lo general, en condiciones de asumir ese gasto. Los países de Africa, por ejemplo, importan todos los años: papel y pasta de papel por valor de más de 150 millones de dólares.

El aspecto irónico de la cuestión es que muchos de esos países poseen bosques relativamente no explotados que podrían cubrir casi todas las necesidades internas proporcionar empleo e, incluso, adquirir las divisas que tanto necesitan. La falta de carreteras y de equipo constituye una parte del problema, pero un obstáculo aún mayor suele ser la escasez de guardas forestales y técnicos del tipo que se necesitan. El estudio sobre las formas en que deben recibir enseñanza y capacitación constituirá el importante objetivo de una de las reuniones de la FAO, a celebrar en 1971, que se espera tenga una influencia decisiva en la causa de la silvicultura durante muchos años.

La mayoría de los dirigentes de la opinión, que han comprobado la situación sobre el terreno, están de acuerdo en que los países de las regiones en desarrollo necesitan una fuerte inyección de silvicultura sencilla y práctica, con una capacitación orientada a la práctica más que a la teoría. En el terreno ideal, un país debería tener, por cada forestal profesional, hasta cinco personas capa citadas a nivel intermedio o técnico, que proporcionaran el apoyo esencial para la labor del forestal profesional y se encargaran de supervisar una gran parte de los trabajos físicos y mecánicos en los bosques y en las fábricas de elaboración de madera. En lugar de reservarse para funciones de dirección, el forestal de formación universitaria se ve muy a menudo agobiado por tareas operacionales o administrativas de trámite que deberían ser realizadas por otros.

Los países en desarrollo se encuentran con un problema que ya no conocen las regiones más desarrolladas cuando tratan de atraer hacia la silvicultura a estudiantes de la necesaria capacidad. Les es muy difícil presentar la silvicultura como una carrera prometedora. Una de las causas frecuentes de esta dificultad suele ser la falta de una política forestal nacional coherente y consistentemente aplicada, que fije con claridad las necesidades y las oportunidades del futuro. Tampoco se ha convencido a la opinión pública de la necesidad de conservar y aprovechar los bosques; la gente sigue pensando en los bosques meramente como «algo que crece», pero no aprecia plenamente todos los bienes y servicios que los bosques pueden proporcionar.

En el Departamento de Montes de la FAO, un propulsor enérgico de la silvicultura aplicada al desarrollo como objetivo de la FAO ha sido desde hace mucho tiempo Jack C. Westoby. Basándose sobre todo en proyecciones simples y no exageradas de las necesidades y demandas previstas, se ha fijado unos objetivos elevados para la silvicultura del mundo en desarrollo, objetivos que pueden, sin embargo, alcanzarse, según opinan muchos, siempre que se saque a la silvicultura de la situación de abandono en que suele estar y que se realicen aportaciones sustanciales de capital y de ideas y se introduzcan cambios bastante radicales en la infraestructura la organización y la industrialización forestales.

La Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO a principios de 1947

Sentado, en el centro: el Director Marcel Leloup (Francia). En primera fila, de izquierda a derecha: L.J. Vernell (Reino Unido); J.D.B. Harrison (Canadá); S.B. Show, Jefe Subdirección de Montes (EE.UU.); T. François (Francia), H. Scavenius (Dinamarca) R.G. Fontaine (Francia). Segunda fila: N. de Felsovanyi (Austria); E. Glesinger, Jefe, Subdirección de Productos Forestales (Austria); R.C. Fortunescu (EE.UU.), D.Y. Lin (China), J.P. Kagan (EE.UU.). Ausentes en la foto, M.A. Huberman (EE.UU.) y J. Vinzant (Francia).

Jack Harrison y otro canadiense que pasó a formar parte de la FAO, Roy Cameron, colaboraron en la celebración del 25 aniversario de fundación de la FAO en Canadá. Ambos fueron miembros del comité de hace 25 años, que bajo la presidencia de Henry S. Graves, que fue jefe del Servicio Forestal de los Estados Unidos, formularon el programa original de montes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación adoptado en Quebec, y han sido, a su tiempo, jefes del ahora llamado Servicio Forestal del Canadá.

Los beneficios sociales de esta labor pueden ser tan importantes, si no más, que los beneficios financieros. Aparte de la función protectora que desempeñan los bosques, las industrias forestales pueden ayudar a disminuir el desempleo que, como tragedia humana, está alcanzando todos los años proporciones cada vez más devastadoras. Se citan como factores positivos la gran flexibilidad del trabajo forestal y la consiguiente posibilidad de utilizar la mano de obra que esté temporalmente inactiva. Al contrario de los cultivos alimenticios, la cosecha de productos forestales no está sometida a un calendario estricto, y muchos tipos de trabajos forestales pueden muy bien adaptarse al empleo de mano de obra, relativamente inexperta, del tipo que se encuentra en las zonas rurales: fuerza laboral que, de otra forma, no encontraría empleo.

El actual Jefe del Departamento de Montes de la FAO, Börje Steenberg, sostiene que, pese a todos los obstáculos, hay posibilidad de realizar progresos importantes. Uno de los hechos más prometedores - tanto para los países económicamente adelantados como para los menos ricos - es la aceptación más generalizada de los bosques de plantación como medio de acelerar la producción de madera. Los bosques artificiales no son nada nuevo ni representan una nueva técnica, pero ofrecen diversas ventajas con respecto a los bosques naturales. A menudo, en los bosques naturales existen diferentes especies de edades y características variables, lo que hace que la recolección y elaboración resulten difíciles y caras. También, a menudo, los bosques naturales se encuentran a distancia remota de los centros de consumo, los ferrocarriles, los puertos y ciudades. El bosque artificial, en cambio, puede limitarse a la clase de árboles más necesaria y ser creado en zonas próximas a los mercados o a los puntos de embarque.

Además, la silvicultura está registrando éxitos propios en la creación de nuevos tipos de árboles. Se están obteniendo resultados sensacionales, que no se habrían soñado hace pocos años, con variedades de crecimiento rápido, especialmente cuando su cultivo comprende el empleo de fertilizantes.

Estas y todas las demás mejoras biológicas y tecnológicas, aplicables tanto a los bosques de producción como a los de protección, son factores que originan un optimismo considerable. Las actividades de la FAO persiguen la finalidad de que los progresos se apliquen en una escala mucho mayor que hasta ahora. Con este fin, la Organización seguirá realizando las tareas siguientes:

- mantener contactos y enlaces con los Estados Miembros y prestar asesoramiento por correspondencia, por medio de visitas de funcionarios, y creando oficinas en las regiones y países;

- preparar y publicar documentos y estudios que contengan estadísticas o resúmenes de los adelantos técnicos y económicos para la información de los Estados Miembros y, en algunos casos, para orientar a los gobiernos en la formulación y ejecución de políticas y proyectos de desarrollo económico y social;

- organizar reuniones políticas o técnicas para el cambio de informaciones e ideas, y adoptar las medidas adecuadas para coordinar la actuación que, posteriormente, pueda necesitarse en cuanto a problemas de interés internacional;

- ayudar a los gobiernos, por medio de sus programas de campo, a la ejecución de los proyectos de desarrollo de montes e industrias forestales que le confían el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) u otros organismos, multilaterales y bilaterales;

- organizar seminarios, centros de capacitación y viajes de estudios para impartir el conocimiento de técnicas específicas, o hacer posible el intercambio de ideas y el estudio de nuevos métodos, como base de la planificación y administración;

- atender al servicio de los órganos permanentes regionales o especializados que sirven de puntos centrales para mantener consultas sobre los problemas comunes y para la adopción de las medidas conjuntas, que los países interesados puedan convenir en realizar;

- prestar asesoramiento técnico al Programa Mundial de Alimentos NU/FAO, ayudar al Centro de Inversiones de la FAO en sus estudios sobre las posibilidades de inversión en programas de desarrollo forestal, y colaborar con el Programa de Cooperación FAO/Industria, que se destina a estimular las inversiones comerciales en los montes e industrias forestales.

En la labor futura de la FAO tendrán prioridad todas estas formas de dar un contenido al papel real que los montes y las industrias forestales pueden desempeñar dentro del desarrollo social y económico del mundo.


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