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Conservación y ordenación de la fauna silvestre

THANE RINEY

THANE RINEY es Jefe de la Subdirección de Conservación de la Fauna y los Montes, Dirección de Recursos Forestales, Departamento de Montes de la FAO.

Una de las decisiones de mayor trascendencia de la Conferencia de la FAO, órgano rector de este organismo especializado de las Naciones Unidas, fue la de incluir la conservación y ordenación de la fauna silvestre entre sus actividades regulares. Esta decisión se adoptó en 1959, a instancia del Comité de Montes de la Conferencia.

En muchos países, la fauna silvestre, e incluso los pastizales, son competencia del Departamento o Servicio de Montes; en casi todos los demás, los técnicos forestales se ocupan de estas cuestiones, aunque no sean responsables directos. Así pues, los departamentos de montes no pueden desentenderse de las cuestiones relativas a la fauna silvestre: sin embargo, ésta puede considerarse como un problema o factor positivo, según se estime que contribuye al logro de los principales objetivos de la ordenación de montes, o que es un obstáculo al mismo.

El problema de dos daños causados por animales está relacionado con la ordenación de los montes productivos, por cuanto los animales obstaculizan la supervivencia o el crecimiento de las especies beneficiosas de árboles, dañan las cosechas en las zonas colindantes, atacan y devoran a los ungulados domésticos o al hombre, o pueden contribuir a la propagación de una enfermedad. Sin embargo, la fauna silvestre puede constituir una parte importante de un plan de ordenación. Por ejemplo, el hábito de ramonear de una determinada especie tal vez contribuya a reducir la competencia indeseada de árboles de especies no comerciales. Además, la fauna silvestre puede constituir, por sí misma, un importante recurso económico. Por ejemplo, la fauna silvestre es un valioso recurso en los lugares donde se practica preferentemente la caza y la captura de animales vivos, o en los que se utiliza a los animales silvestres para la producción de carne y diversos productos derivados. Esta última aplicación de la ordenación de la fauna silvestre puede registrar un considerable desarrollo. En unos pocos sectores ha sido posible mejorar los habitat forestales para aumentar la productividad de la fauna y en un caso, por lo menos, los beneficios obtenidos con un plan de utilización de la fauna silvestre se emplearon para financiar la expansión de la producción forestal.

Podrán citarse ejemplos, para cada una de las principales regiones, del valor actual de la fauna silvestre en tierras tropicales.

Muchos países africanos son reputados por su fauna silvestre, aunque raramente se ha apreciado como merece el valor de este recurso como fuente de proteínas o de ingresos monetarios. Se ha calculado que, en Botswana, el 60 por ciento de las proteínas animales consumidas anualmente proceden de la fauna silvestre. La promulgación de nuevas leyes y la aplicación de procedimientos sencillos de ordenación y control, con la colaboración de dos funcionarios proporcionados por la FAO, incrementaron los ingresos procedentes de la caza y de los parques nacionales, que en tres años pasaron de 200 000 a más de 3 500 000 dólares. En Kenia entran cada año unos 30 millones de dólares en divisas por concepto de turismo. En Africa oriental, las exportaciones de marfil solamente alcanzaron en 1965 un valor de más de 1 millón de dólares. En Ghana, la fauna silvestre proporciona el 65 por ciento de la proteína consumida en las zonas rurales. En un informe del Departamento de Estadística de Nigeria sobre la carne de caza en Nigeria meridional, se calculaba que en 1966 el valor de esta partida había alcanzado, por lo menos, 50 millones de dólares.

No se dispone de cifras comparables para América Latina, pero de diversos pasajes de los informes de los proyectos locales de la FAO se infiere que este recurso merece, sin duda, un estudio a fondo. En Perú, por ejemplo, las exportaciones de animales salvajes vivos y pieles y cueros de Iquitos a los Estados Unidos han alcanzado casi la cifra de 1 millón de dólares al año. En este mismo país, el pescado y la carne de caza de las regiones de Ucayli, en el sector del Amazonas, constituyen el 85 por ciento, por lo menos, de las proteínas animales que consumen las familias de la región. Entre junio y agosto de 1968, los países de América Latina exportaron a los Estados Unidos 7 169 pieles de jaguar por un valor de más de 852 000 dólares; de esas pieles, 4 422, por un valor superior a 403 500 dólares, procedían del Brasil.

El valor de la fauna silvestre de las selvas tropicales de Asia y el Pacífico es, desde hace tiempo, bien conocido. En Singapur, que con Hong Kong es uno de los dos principales centros donde se embarcan las exportaciones de productos animales de la región, las exportaciones de pieles de cocodrilo, serpiente y lagarto, pájaros vivos y peces para acuarios, totalizaron, en 1966, 9,4 millones de dólares en valor. Entre julio de 1965 y julio de 1966, se exportaron desde Nueva Guinea pieles de cocodrilo por valor de 1 millón de dólares. En julio y agosto de 1968, los Estados Unidos importaron sólo de la India 3253 pieles de leopardo, por un valor de 415 340 dólares. La cría de ciervos para la producción de astas destinadas al mercado chino es una industria sólidamente establecida en el Viet-Nam y en otros varios países de Asia. Países de regiones tropicales tan alejadas entre sí como Africa y Australia envían carne enlatada de diversas especies silvestres a los mercados de lujo de Europa y los Estados Unidos.

No pretendemos afirmar que todos esos factores son convenientes. Faltos de control son, a menudo, perjudiciales, pero es posible controlarlos y encauzarlos adecuadamente. Los funcionarios de la FAO que trabajan en regiones de América Latina y Asia-Pacífico estiman que el potencial de conservación y ordenación de la fauna silvestre y de creación de parques nacionales capaces de producir ingresos considerables de turismo es casi tan elevado como el de la región africana.

Introducciones

Al buscar las posibles soluciones a los problemas de los animales en el monte, tanto en las regiones templadas como en las tropicales, es fundamental un conocimiento de la ecología animal y forestal, con objeto de hallar las soluciones menos costosas y más duraderas. Desde el punto de vista ecológico, las exigencias de los animales en cuanto a habitat son equivalentes, aproximadamente, a las exigencias de los árboles en cuanto a estación. Ordenando en consecuencia el monte, seleccionando, por ejemplo, sistemas de corta, defensa contra el fuego o distribución de caminos, es posible reducir al mínimo, o eliminar, algunas de las exigencias fundamentales de los animales, en cuanto a habitat. Un tratamiento diverso del medio ambiente forestal podría dar lugar a resultados contrarios.

En los 20 años últimos, la capacidad del hombre de capturar grandes mamíferos y transportarlos de un lugar a otro ha aumentado hasta tal punto que en algunos países no africanos se están desarrollando sistemas ecológicos que incluyen toda una gama de especies africanas, y varias especies de venados y otros ungulados selváticos se han transferido con éxito de un continente a otro. En la actualidad es posible introducir especies, que no se sabía que existieran en una región determinada, en un medio ambiente completamente nuevo, pero adecuado, y, a su debido tiempo, completar el habitat para añadir nuevos valores al medio ambiente forestal general - o para crear nuevos problemas a los encargados de la ordenación de montes.

Es posible predecir el éxito o el fracaso de las introducciones, siempre y cuando sepamos en qué medida el nuevo medio ambiente satisface las necesidades anuales para la existencia de especies, y conozcamos los datos acerca de la historia del ciclo biológico de la propia especie, en particular las exigencias en cuanto a habitat, patrón de dispersión característico y capacidad de reproducción.

Los técnicos forestales pueden adoptar medidas positivas en cualquier sentido que deseen, reduciendo o ampliando la gama de los posibles habitat forestales, o aumentando o disminuyendo el número y especies de animales presentes, con un procedimiento parecido al que se sigue para equilibrar un acuario. Esto no supone en modo alguno que, siendo posible efectuar introducciones, convenga fomentar este procedimiento en todos los casos. Pero, ya que ahora existe esta posibilidad, debemos preocuparnos de investigar los usos y limitaciones de las introducciones, porque, en el futuro, este sistema se aplicará en muchos sectores forestales.

Esto nos lleva a la cuestión de las relaciones entre el animal y el monte, y tal vez convendría tratar breve mente, de modo general, de cómo se desenvuelven esas relaciones desde el punto de vista de los que se ocupan de los problemas relativos a los animales. La ordenación de montes influye en el habitat, y los habitat difieren inevitablemente según el monte haya sido ordenado para la producción o para la protección de especies, así como entre los montes de especies indígenas o de especies exóticas.

Una vez que se hayan eliminado los árboles, cada zona forestal se recupera en una sucesión característica de fases y los ritmos de recuperación difieren considerablemente. Los diversos procedimientos de ordenación de montes afectan también distintamente a los habitat animales según se trate de efectuar claras, entresacas o cortas por cuarteles. Cada uno de esos métodos afecta profundamente a la fauna del monte, porque, cuando cambia el habitat forestal, cambia también el potencial de producción animal. Si en la zona habitan especies animales indeseables, la ordenación de montes, modificando el habitat animal, puede alterar la capacidad de los animales de causar daños a las plantas.

La introducción de plantaciones exóticas crea una serie de variantes que, por lo general, reducen la diversidad de las comunidades vegetales; cada plantación en cada una de las regiones tiene su propio potencial de producción animal. Asimismo, la introducción en un monte de ganado doméstico de ramoneo o pastoreo provocará otras alteraciones del habitat animal, modificando así el potencial de fauna silvestre.

Desde el punto de vista ecológico, la conveniencia de incluir la fauna silvestre en la ordenación de montes, o como una forma de aprovechamiento de la tierra en el monte, debe considerarse en relación al grado de apartamiento del habitat actual del tipo de vegetación clímax, de la tendencia que siga y de la razón de ésta. Cuanto mayor y más repentino sea el cambio en el sistema ecológico (por ejemplo, la corta rasa o la quema) más pronunciados serán los efectos deprimentes o estimulantes para la fauna silvestre, según las especies de animales afectadas.

En este contexto deben mencionarse amplias zonas adicionales, pastizales y terrenos forestales marginales, porque a menudo los servicios forestales se encargan de la ordenación de partes de estos sectores. En muchos casos, la cuestión no estriba en la relación animal-monte, sino en lo que debe hacerse con esas tierras.

A lo largo del lindero meridional del desierto de Sáhara hay una faja de tierra, de una longitud superior a los 5 000 km y de más de 340 km de ancho, en la cual las tierras de pastos o la sabana abierta se están convirtiendo paulatinamente en arboledas y matorrales, debido al fuego y al excesivo pastoreo a que las someten los pastores, muchos de los cuales son nómadas.

Los forestales encargados de estas zonas marginales hacen frente al enorme problema que supone la búsqueda de nuevos usos de plantas y animales que mantengan el equilibrio en dichas zonas y eviten que el desierto del Sáhara se extienda hacia el sur. Este aspecto del problema del Sáhara es complejo desde los puntos de vista social, económico y ecológico.

Los desiertos no son más que un tipo de terrenos marginales, relativamente poco aprovechados, en tanto que la alta montaña, los pantanos y las regiones alpinas, que lindan con diversos tipos de bosques, son otros sectores que ofrecen habitat para combinaciones especiales de animales.

La experiencia de la FAO

Un resumen de las experiencias de la FAO durante el decenio transcurrido puede dar una indicación de la tendencia internacional.

La primera actividad de importancia que inició la Dirección de Montes fue el Proyecto Especial Africano, financiado con cargo al Programa de Asistencia Técnica, y que se realizó en colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos (IUCN). El proyecto dio comienzo con una reunión regional organizada por la IUCN en Arusha, Tanzania, en 1961, a la que siguió la creación, por parte de la FAO, de un equipo compuesto de dos funcionarios, que entre 1962 y 1964 llevaron a cabo misiones en 19 países de Africa. En el informe resultante Conservation and Management of African Wildlife (Conservación y Ordenación de la Fauna Silvestre Africana) y en los dos suplementos, para países de habla inglesa y países de habla francesa, respectivamente, se ofrecía una perspectiva de la situación, los posibles usos y los problemas de la fauna silvestre y de los parques nacionales en Africa.

En 1964, uno de los miembros del equipo fue transferido a la sede de la FAO con la misión de preparar un programa de actividades para la Organización que, en aquel momento, como resultado de las recomendaciones de las Comisiones Forestales Latinoamericana y Norteamericana de la FAO, incluía en su campo de labor no sólo los parques nacionales, sino también las zonas forestales de esparcimiento en general.

Tanto la preparación de proyectos como la fijación de prioridades para las actividades de la FAO se han basado en los problemas y necesidades actuales de los países en desarrollo, que señalaron a la atención del Departamento de Montes, por ejemplo, los grupos de trabajo de las diversas comisiones forestales regionales de la FAO los que, periódicamente, examinan las necesidades de investigación, capacitación y desarrollo a escala nacional y regional.

Esta actividad, que en 1962 y 1963 contaba con dos funcionarios destacados sobre el terreno, se ha desarrollado hasta el punto que en el período de 1968-69 la FAO disponía de 50 especialistas en misiones de campo. Estos especialistas se ocupaban de inventariación, de algunas investigaciones específicas o de problemas de ordenación, ayudaban en la labor legislativa, o se ocupaban de algún aspecto del desarrollo comercial, de la organización administrativa o de la asistencia al desarrollo de la enseñanza, o bien de las relaciones públicas.

Se han emprendido inventarios generales de la fauna silvestre con la finalidad de formular recomendaciones sobre sus posibles aprovechamientos y sugerir viables métodos para fomentar el turismo, crear parques nacionales y zonas forestales de esparcimiento, y promover la montería y la cría de especies de caza. A veces, esos inventarios se han vinculado a un amplio plan de aprovechamiento de la tierra para determinar la forma más adecuada de explotación, especialmente en lo relativo a las tierras marginales o a las tierras cuyas formas actuales de aprovechamiento parecen poco satisfactorias. Se han emprendido investigaciones con el fin de estudiar las técnicas adecuadas para determinados países en desarrollo, o para hacer frente a problemas especiales de daños a los cultivos o a los bosques.

Los países miembros piden ayuda frecuentemente para preparar las leyes de protección de determinadas zonas y especies, para regular el aprovechamiento o sistemas de producción y captura. Otros solicitan asistencia para reforzar la estructura administrativa de algún modo y otros, por último, se refieren a la enseñanza primaria y secundaria, la capacitación media o técnica los estudios universitarios o las relaciones públicas, bien a todos los niveles o para determinados grupos.

La FAO atiende las solicitudes iniciando la ejecución de determinados proyectos en el país interesado, organizando seminarios u otras reuniones o preparando estudios o publicaciones especiales. Un ejemplo de una de estas actividades es la preparación de un manual de técnicas de ordenación de la fauna silvestre para los funcionarios que prestan sus servicios en los países en desarrollo. En el último decenio, el personal de la FAO ha preparado más de 150 informes técnicos, que se han distribuido a los países directamente interesados o han aparecido en las apropiadas publicaciones científicas.

Uno de los criterios que sigue la FAO es el de mantener una estrecha relación con los otros organismos de las Naciones Unidas, programas bilaterales y fundaciones privadas, hasta el punto de que se procura por todos los medios ayudar a los países a que encuentren otras fuentes de ayuda distintas de la FAO.

Si, en el futuro, las políticas forestales nacionales prestan mayor atención a los aspectos de la ordenación forestal no relacionados con la madera, esta tendencia causará evidentemente algunas dificultades a la profesión forestal, que en la actualidad se ocupa principalmente de la forestería de producción. Habrá que considerar, sin duda, la ampliación de los cursos de capacitación de forestales para que comprendan la ordenación de la fauna silvestre y las zonas de esparcimiento. Igualmente importante será la asignación de prioridades para la investigación de los diversos aspectos sociales del cambio forestal, así como de las consecuencias ecológicas del fomento de diversos aprovechamientos forestales no relacionados con la producción de madera. Todos los aspectos de la planificación, el desarrollo y la capacitación forestal sufrirán inevitablemente las repercusiones de la ampliación de los conceptos.

Estas ideas han repercutido marcadamente en las teorías prevalecientes en determinados países de relativo alto desarrollo de la zona templada. Cada uno de los conceptos supone un tipo de planificación, ordenación o aprovechamiento integrados e interdisciplinarios, que tal vez puedan considerarse excesivamente complicados para los países en desarrollo. Pero, considerado desde una perspectiva global, y particularmente en relación con las tierras forestales tropicales, la aplicación de los conceptos que suponen una ordenación interdisciplinaria del medio ambiente forestal total es aún reciente. La propia dasonomía está aún en su inicio en muchos países. Esto se debe, a menudo, a la falta de precedentes, cosa que, lejos de constituir un inconveniente, puede de hecho facilitar la expansión y la aplicación del concepto del desarrollo integrado de los diversos recursos de terrenos forestales dentro de las políticas nacionales y los planes de desarrollo.

Si podemos guiarnos por la experiencia de la FAO durante el decenio anterior, en los años próximos veremos aumentar nuestro conocimiento de las técnicas de aprovechamiento de los valores del bosque tropical para el servicio y disfrute del hombre, e incrementarla capacidad de llevar estos conocimientos a la práctica.


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