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1. INTRODUCCION

El desarrollo de la acuacultura en sistemas semi intensivos e intensivos ha forzado el desarrollo de patrones de alimentación cada vez más eficientes, basados en los requerimientos nutricionales de cada una de las especies a cultivar. Para que el animal presente un crecimiento adecuado en el menor tiempo y más bajo costo posibles, el alimento suministrado debe poseer características nutricionales óptimas, por lo cual en la industria de alimentación de peces, como en las demás especies animales, la elaboración, los ingredientes y el almacenamiento de los alimentos procesados, deben de estar sometidos a estrictos controles de calidad.

En la acuacultura semi-intensiva e intensiva, la calidad del alimento está considerada como uno de los factores de mayor influencia en el éxito de un cultivo, ya que los costos del alimento y la alimentación, representan por lo general entre el 50 y 70% de los costos de operación en un sistema de este tipo. La calidad de los alimentos va a depender en primer término de la calidad de los ingredientes utilizados en la preparación del alimento balanceado, así como también del tipo de procesamiento a que se sometan antes y durante la elaboración del alimento. Adicionalmente, el cuidado que se tenga para almacenar tanto ingredientes como alimento terminado, influirá notablemente en sus propiedades nutritivas.

Los alimentos balanceados son preparados con base en los requerimientos nutricionales de cada especie y aún cuando la dieta se formula para satisfacerlos, no siempre contiene los niveles de nutrientes calculados una vez preparado, debido a que el proceso usado en su elaboración puede alterar significativamente su valor nutricional; por ejemplo, el calor puede dañar algunos nutrientes y/o puede hacerlos más disponibles eliminando los tóxicos termolábiles, mientras que por otro lado la molienda puede afectar la digestibilidad de proteínas y carbohidratos (Harris, 1980). La calidad del alimento también se modifica después de pasar cierto tiempo en el almacén, donde además de sufrir cambios en el valor nutricional, se pueden presentar alterciones en otras características como son el color, la textura, el sabor y el olor. Por otra parte existe el grave riesgo de contaminarse con los desechos de roedores, insectos y micoorganismos que aceleran aún más su deterioro (Limborg, 1979; Chow et al., 1980; Smith and Moss, 1985).

Teniendo en consideración todos estos factores, resalta la importancia de tener un control de calidad de los ingredientes alimenticios y del producto terminado, con el fin de asegurar que la dieta posea los niveles nutricionales mínimos requeridos, ya que nos proporciona la composición exacta del material y el nivel de sustancias tóxicas normalmente presentes. Este control se inicia con el análisis de los ingredientes con que se elaborará el alimento y finaliza con la certificación de los niveles de nutrientes en el alimento preparado, así como su adecuado almacenaje (Frazer, 1967; Harris, 1980). Adicionalmente, es claro que solo es posible formular una dieta completa, si se conoce con precisión al menos la composición proximal de los ingredientes con que se elaborará, sin embargo, Tacon (1979) recomienda que el valor nutricional de un material usado en la formulación de alimentos, debe evaluarse con base en:

  1. Su contenido de Nitrógeno proteico y no proteico.
  2. La composición de aceites y ácidos grasos.
  3. El contenido de fibra cruda y carbohidratos solubles
  4. Su contenido de minerales y vitaminas.
  5. La presencia de microbios.
  6. La presencia de compuestos orgánicos tóxicos.
  7. La variabilidad de la composición química.

De manera ideal cualquier ingrediente debería pasar por los puntos de control señalados, sin embargo, si por limitaciones económicas o de equipo no es posible, se debe entonces procurar cubrir al menos aquellos análisis que garanticen una calidad mínima deseable y una seguridad de que los animales no presentarán reacciones adversas al alimento.

Aún cuando el control de calidad es un tema que merece tratarse exhaustivamente, este manual está enfocado particularmente a los métodos básicos de análisis químicos necesarios para una adecuada evaluación de ingredientes y dietas elaboradas, con el objeto de ponerlos a la disposición de la mayoría de acuacultores y personas interesadas en este tipo de evaluaciones que posean conocimientos básicos de química. Los métodos propuestos han sido recopilados de diferentes fuentes y la mayoría son considerados como estándares de norma.

Con fines prácticos los análisis se han agrupado en tres secciones; en la primera se incluyen los métodos considerados dentro del análisis proximal, para determinar el contenido de humedad, proteína cruda, lípidos crudos, fibra cruda, ceniza y extracto libre de nitrógeno; este análisis permite conocer los niveles porcentuales de cada nutriente en el material pero no indica nada acerca de la calidad de los nutrientes, para lo cual se requieren otros análisis complementarios, algunos de los cuales se incluyen en este manual en la segunda sección donde se consideran como análisis especiales.

En un tercer apartado se incluyen las técnicas más sencillas para la detección de algunos de los tóxicos y antinutrientes más comunes, ya que su presencia puede afectar negativamente la eficiencia de utilización de los alimentos, e inclusive, ser causa de mortalidad. Consideramos que este capítulo es particularmente importante cuando se incluye en los alimentos subproductos agroindustriales como harina de soya, algodón, o nuevas fuentes proteicas, particularmente de origen vegetal.

Antes de realizar alguna técnica analítica, es importante considerar las siguientes recomendaciones:

  1. Asegurarse de que cuenta con los reactivos y equipo necesarios para efectuar la determinación deseada, ya que una vez iniciado un análisis, por lo general no es posible suspenderlo temporalmente en tanto se consiguen los faltantes.

  2. Efectúe cada análisis por TRIPLICADO. Es más exacto trabajar con valores promedio que con un sólo dato; si los resultados entre las réplicas varían notablemente, es preferible repetir todo el análisis.

  3. Pese la muestra con la mayor aproximación posible. Tres o cuatro decimales nos dan una mayor exactitud en el cálculo. Siempre utilice una balanza analítica.

  4. Después de pasar la muestra al recipiente donde se realizará el análisis, pese nuevamente el contenedor a fin de ajustar el peso final. La exactitud en el peso es fundamental para obtener un buen resultado, ya que la mayor parte de las técnicas son gravimétricas.

  5. Nunca modifique el tamaño de muestra, los tiempos en las diferentes etapas o el tipo de reactivos, a menos de que se hagan pruebas comparativas que garanticen la precisión de los resultados. Recuerde que los análisis normalmente se basan en métodos estándar aceptados o exigidos por las autoridades reguladoras.

  6. Utilice siempre los equipos y accesorios de seguridad requeridos, como son campanas de extracción, máscaras y batas.

  7. Recuerde que estará manejando substancias tóxicas o peligrosas para el organismo, por ello extreme las precauciones requeridas según el caso y no omita ninguna.


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