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4. RESULTADOS

4.1 CULTIVO HEAD-STARTING

4.1.1 Crías de la temporada de 1980

Las 493 tortugas medidas y pesadas por primera vez en agosto de 1981 (Ramboux, 1981) pertenecían todas a la especie Lepidochelys olivacea.

La composición ponderal registrada fue la siguiente:

PesoNo. tortugasPorcentaje (%)
0     -  7 oz.15632
8 oz.-15 oz.21343
1 lb.-            1 lb. 7 oz.  6413
1 lb. 8 oz.         -              1 lb. 15 oz.  33  7
2 lb.-            2 lb. 7 oz.  18  4
2 lb. 8 oz.          -              2 lb. 15 oz.    4  1
3 lb.  -           3 lb. 8 oz.    5  1
Peso mínimo: 2 oz.  
Peso máximo: 3 lb. 8 oz.  

Como se mencionó anteriormente, siempre se proporcionó el alimento a saturación. La cantidad de pescado suministrada a principios de agosto de 1981 era de 20 libras aproximadamente. El peso total de las tortugas cautivas siendo en aquel entonces de 383 lb. 3 oz., el alimento proporcionado correspondía por lo tanto a aproximadamente 5% de la biomasa total.

La longitud del carapacho de las tortugas cautivas tenía un rango de 7.0 cm a 20.0 cm; en cuanto al ancho máximo del carapacho, variaba de 5.5 cm a 18.0 cm.

Se registró también el estado físico de cada tortuga. Una parte - de la población cautiva no presentaba heridas (33%) o estaba muy superficialmente afectada (18%). Las demás tortugas (49%) presentaban heridas de grados variables; 14% de ellas estaban muy seriamente dañadas en la cabeza y un 5% tenía una o dos aletas amputadas, especialmente las aletas posteriores (4%).

En orden decreciente de frecuencia, la parte terminal de la boca, los ojos, las mejillas, mandíbulas y el cuello eran las partes más afectadas de la cabeza, con heridas tan graves como la pérdida de un ojo o de una parte de mandíbula.

En cuanto a las aletas, excluyendo las aletas amputadas, 4% de las aletas anteriores y 3% de las posteriores presentaban heridas.

Las tortugas heridas nunca habían sido tratadas, ni aisladas de - las demás, provocando un empeoramiento progresivo de las heridas.

La densidad en el tanque era de 21 tortugas/m2 (12 l/tortuga, 33 l/kg peso tortuga) en agosto de 1981.

Como mencionado anteriormente, se liberaron paulatinamente las tortugas hasta alcanzar, después de haber liberado un total de 224 tortugas en - diciembre de 1981, una densidad de 12 tortugas/m2 (21.5 l/tortuga; 15 l/kg. peso tortuga).

En diciembre de 1982, al iniciar el cultivo de las recién nacidas de la temporada de 1981, el espacio reservado a las tortugas grandes de la temporada anterior se redujo a 15.5 m2 en lugar de los 23 m2 iniciales. A consecuencia, la densidad volvió a subir a 17 tortugas/m2 (14 l/tortuga; 10 l/kg peso tortuga).

Empezamos otra vez a liberar paulatinamente algunas tortugas. El 25 de febrero, la densidad era de 15 tortugas/m2 (14 l/tortuga; 7 l/kg peso tortuga). El 18 de mayo de 1982, antes de liberar el lote total, la densidad era de 13 tortugas/m2 (19 l/tortuga; 6 l/kg peso tortuga).

La figura 6 presenta la evolución del peso medio de muestras de 10 tortugas, a lo largo de 9 meses, dentro de las categorías grandes, medianas y pequeñas; la evolución del largo de carapacho para las mismas muestras aparece en la figura 7.

Es difícil interpretar dichas gráficas sin disponer de datos intermedios para los meses de agosto a diciembre de 1981.

Sin embargo, la evolución del peso con el tiempo, para cualquier - ser viviente, describe una curva del tipo sigmoideo, con un crecimiento inicial del tipo exponencial hasta llegar al punto de inflexión.

En la figura 6, una curva de tipo exponencial se adivina de los meses de diciembre de 1981 a mayo de 1982. Si imaginamos un crecimiento de tipo exponencial entre los meses de agosto a diciembre de 1981, tenemos que concluir que, durante dicho período, el crecimiento ponderal, por lo menos de - las tortugas de mayor tamaño fue más rápido y que los cambios de densidad ocurridos por la introducción de nuevas crías en diciembre de 1981 parecen haber afectado negativamente el crecimiento de las tortugas.

Brody observó que en los animales domésticos, la evolución del tamaño (largo) con el tiempo presenta también una curva de crecimiento del tipo - sigmoideo (Ricker, 1975), y en este caso, podemos seguir el mismo razonamiento y llegar a las mismas conclusiones que las descritas para la evolución del peso, o sea que el crecimiento en tamaño de las tortugas cautivas fue afectado por el cambio de densidad.

Cabe mencionar que de los meses de agosto de 1981 a mayo de 1982, no tuvimos ninguna mortalidad con aquel lote de tortugas.

Cuando se liberó el lote el 18 de mayo de 1982, se mantuvieron tres tortugas, cuyas características morfológicas eran las siguientes:

Se añadió también a esas tres Lepidochelys olivacea una tortuga carey (Eretmochelys imbricata), en un espacio de 5.50 m2 aproximadamente.

El crecimiento ponderal y del carapacho de cada tortuga aparece en la figura 8.

Aparentemente, al llegar a los 40 cm aproximadamente, el crecimiento en tamaño de la Lepidochelys olivacea se vuelve más lento y podría aproximarse aquel tamaño al punto de inflexión de la curva sigmoidal, lo cual correspondería a una edad aproximada de 22 meses, pero hay que considerar que las condiciones en cautiverio cambiaron y que existen diferencias en las tasas de crecimiento entre un especimen y otro, y posiblemente entre sexos.

Cabe mencionar que, en ambas gráficas, la Lepidochelys olivacea inicialmente más pequeña (C6L5P) pasó a ocupar un segundo lugar en tamaño y peso. Es posible que algo haya afectado el crecimiento de la tortuga C9L5P durante un mes y medio.

En cuanto a la tortuga carey, mantuvo casi la misma longitud de carapacho a lo largo de los seis meses de cautiverio, los primeros dos de los cuales en un tinaco de 250 l de capacidad. A tamaño igual, la especie Lepidochelys olivacea tiene un peso mucho mayor que la Eretmochelys imbricata.

4.1.2 Crías de la temporada de 1981.

Las densidades de crías a lo largo de los nueve meses de - cautiverio aparecen en la tabla 1.

Las figuras 9 y 10 permiten seguir la evolución de los valores medios del peso y largo de carapacho de muestras de 10 crías.

Hasta el mes de junio de 1982, sólo consideramos las dos categorías grande y pequeña. A fines de dicho mes, debido a las fuertes variaciones - observadas, decidimos incluir una categoría mediana.

Indudablemente nuestros muestreos no fueron muy significativos, y hubiera sido preferible separar las crías en tres categorías mucho más temprano.

La supervivencia de las crías aparece en la figura 11. Decidimos separar la mortalidad real (número de crías muertas en el tanque) de la mortalidad potencial (crías muertas + crías débiles o heridas, liberadas paulatinamente), ya que no estamos completamente de acuerdo con las conclusiones de Bacon (1982), cuando escribe que la mortalidad llegó a un 70% en el - séptimo mes de cultivo.

En efecto, durante los tres primeros meses, la mortalidad potencial equivalió a la mortalidad real (35–40%), ya que las tortugas liberadas estaban tan débiles o heridas que dudamos mucho que hayan podido sobrevivir (no tomamos aquí en cuenta la mortalidad debida a la depredación).

En cambio las tortugas que liberamos a lo largo de los meses siguientes estaban heridas, por supuesto, pero como lo reportó Bacon (1982), - “… las lesiones aparentemente habían surtido poco efecto en la actividad y alimentación de muchos de los animales afectados”, y consideramos que si habían logrado sobrevivir en las condiciones difíciles de cautiverio, rodeadas de crías agresivas, muchas de ellas podían tener la misma probabilidad en el mar.

En los tres últimos meses, tuvimos una mortalidad casi nula en el tanque, hecho que probablemente está relacionado con la liberación, el 18 de mayo de 1982, del lote de crías de la temporada de anidación de 1980, lo cual bajó la densidad a 21 crías/m2 (tabla 1).

No creemos que las crías heridas y liberadas en los últimos tresmeses, después de haber sido tratadas, tengan que ser asimiladas a tortugas muertas.

Tomando en consideración ambas curvas, estimamos que, después de 8 meses, la mortalidad total de las crías en nuestro experimento osciló alrededor de un 50–55%, habiendo ocurrido la mayor mortalidad (35–40%) durante los tres primeros meses de cautiverio.

4.1.3 Estudio biométrico

Las relaciones Peso-Largo carapacho y Largo-Ancho carapacho (figuras 12 y 13) fueron calculadas después de reunir los valores medios de todas las muestras de ambas temporadas de 1980 y 1981. Como no pudimos sexar los animales, machos y hembras están mezclados en las muestras.

Para la relación Peso-Largo, obtuvimos la ecuación:

W = 0.2364 L 2.899

(Log W = log - 0.6263 + 2.899 log L; r = 0.99; n = 55)
en donde:W=peso (g)
 L=longitud estándar del carapacho, medida en línea recta (cm).

Es una ecuación exponencial cuyo exponente se aproxima a 3, lo cual nos indica que, al menos para esas edades, el crecimiento ha sido del tipo isométrico.

Para la relación Largo-Ancho carapacho, obtuvimos la ecuación lineal:

A = - 0.0523 + 0.9077 L
(r = 0.99; n = 52)

en donde:

A = ancho máximo del carapacho, medido en línea recta (cm)

L = largo estándar del carapacho, medido en línea recta (cm)

Desafortunadamente, no hemos encontrado estudios similares que nos permitan compararlos con nuestros resultados.

4.1.4 Enfermedades

Existen descripciones de las enfermedades que afectan a las crías de la especie Chelonia mydas, la más comúnmente cultivada, pero no encontramos literatura acerca del cultivo de crías de la especie Lepidochelys olivacea.

Sin embargo, la descripción de la dermatitis ulcerativa focal en - la tortuga verde (Glazebrook, 1980) concuerda con las lesiones observadas en nuestras crías.

Estas presentaban inicialmente pequeñas manchas amarillas, especialmente en la cabeza (sobre todo alrededor de los ojos y en el cuello) y las aletas.

Algunas de esas manchas se desarrollaron y ulceraron, a veces tan fuertemente que condujeron a la pérdida de un ojo, de una parte de las mandíbulas o de una aleta.

En el caso de la Lepidochelys olivacea, esas lesiones se ven agravadas por la agresividad de las crías, especialmente por la mañana, cuando están hambrientas. Las crías más heridas son atacadas y mordidas por las demás, probablemente atraídas por el color más claro de la herida, semejante - al alimento suministrado (pudimos averiguar este hecho por haber personalmente sufrido de mordeduras en los pies por las mañanas, al estar dentro del - tanque, antes del suministro alimentario). Después de alimentarse, las - crías pierden parte de su agresividad, la cual dura algunos meses, hasta alcanzar un peso que les permita mantenerse en el fondo del tanque.

Algunas crías, en cautiverio durante varios meses, no presentaban ninguna lesión externa, más sin embargo padecían de inapetencia y caquexia, y tenían problemas para zambullirse. Bacon (1982) sugirió la posibilidad de que padecieran de gastritis parasítica, enfermedad que afecta a las crías de la tortuga verde, y cuyos síntomas y patología fueron descritos por Glazebrook (1980). Se trata de larvas de nemátodos cuyas formas enquistadas provocan úlceras gástricas e intestinales.

Por otra parte, si examinamos la evolución de la supervivencia (figura 6), la mayor tasa de mortalidad ocurrió cuando las crías tenían 1.5–2.5 meses de edad. Si las enfermedades que afectan a las crías de Chelonia mydas ocurren también con las de L. olivacea, es posible que hayamos tenido, - durante aquel período, un brote de estomatitis ulcerativa en su fase aguda, la cual aparece en crías de la tortuga verde de 5–7 semanas de edad, provocando una alta mortalidad, hasta de un 60% (Glazebrook, 1980). Otra posibilidad es que dicha tasa de mortalidad (30%) fuera debida a una acumulación - de choques térmicos, que parecen afectar seriamente la supervivencia de las crías (Garnett, 1980); en efecto, el encargado del experimento reportó noches bastante frías, con un fuerte viento del Norte, a finales del mes de febrero de 1982.

De todos modos, la alta densidad inicial de crías en el tanque favoreció mucho el desarrollo de enfermedades, y por ende de la mortalidad, especialmente, como lo precisa Bacon (1982), cuando se trata de una especietan agresiva como la L. olivacea.

El tratamiento que aplicamos, de permanganato de potasio, de violeta genciana o de solución Podal, fue bastante eficaz y muchas heridas sanaron; la aplicación de la solución Podal, la más eficaz, pareció ser sin embargo, algo dolorosa, ya que las crías se mostraban muy agitadas durante y - después de la aplicación, hecho que no se produjo con los demás tratamientos.

El análisis de las lesiones de algunas crías de la temporada - de 1980, por la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (Depto. Microbiología, USAC), reveló la presencia de Pseudomonas sp, E. coli, Proteus sp, levaduras y hongos.

4.1.5 Crías de tortuga laúd

Las 17 crías de la especie Dermochelys coriacea, eclosionadas el 29 de diciembre de 1981, fueron mantenidas en cautiverio y alimentadas con pescado crudo molido.

El incremento de tamaño y peso de dichas crías, así como su supervivencia, aparecen en la figura 14.

No murió ninguna cría durante los primeros 25 días, hasta el 23 de enero de 1982, fecha en la cual un grupo de personas visitó el tortugario y manipuló exageradamente a las crías. Después de esta fecha, empezaron a morir repentinamente la mayoría de las crías.

Según los resultados de su experimento con las crías de la tortuga verde, Garnett (1980) concluye que, aparentemente, los efectos combinados de una manipulación excesiva y de choques térmicos contribuyen a una mayor tasa de mortalidad que el nivel de contaminación orgánica.

En la misma publicación, reporta los problemas que Witham & Futch - (1977) tuvieron en el cultivo de crías de Dermochelys coriacea, debido a una manipulación excesiva de los animales cautivos, y pensamos que la primera - fuerte mortalidad registrada en nuestro experimento resulta de tal manipulación el día 23 de enero.

Como lo mencionamos anteriormente, a finales del mes de febrero hubo noches muy frías, y los choques térmicos pueden ser responsables de la - muerte de las últimas crías.

De todos modos, como lo mencionan Pritchard et al. (1982), las crías de la tortuga laúd son muy delicadas y difíciles de cultivar. Sin embargo, - no estamos de acuerdo con la aserción, por parte de los mismos autores, de - que las crías de tortuga laúd no estén capacitadas para digerir peces, ya que nuestro experimento indica claramente que las crías aprovecharon el pescado - fresco, crudo y molido, creciendo regularmente en tamaño y peso; esto implica previa digestión y asimilación del alimento, el cual tuvimos que sostener manualmente en la superficie del agua para que las crías lo alcanzaran, siendo incapaces de zambullirse a esa edad. Lo ideal sería suministrarles un alimento blando que flote.

Probaremos el año próximo una dieta constituida por zooplancton, - colectado en un canal de manglar cuando la marea está bajando, utilizando para ello nasas cónicas de tela mosquitera amarradas, tales como lo usan en - Asia a ese efecto.

4.1.6 Densidad óptima

Las publicaciones mencionando densidades en el cultivo de tortugas marinas dejan al lector confundido y desconcertado. Todas son diferentes y son expresadas en formas distintas.

Para los neonatos, Pritchard et al. (1982) recomiendan 30 litros - de agua por cría. Witzell (1980) puso 95 neonatos de Eretmochelys imbricata en un tanque de 1.50 m2 (o sea a una densidad de 64/m2), pero después de 32 semanas les concedió 2 m2 a cada una; no indica el volumen de agua en los - tanques ni tasa de mortalidad para la densidad de 64/m2.

Glazebrook (1980) expresa la densidad de las crías de tortuga verde en g/l y Garnett (1980) en g/cm3, pero no presentan datos que nos permitan - calcular la densidad de crías por m2.

De las publicaciones que tenemos en nuestra posesión, sólo la de Wood & Wood (1981), detalla las dimensiones exactas de los tanques usados, el volumen de agua que contienen, el número de crías introducidas en cada - tanque y su peso individual inicial y final. Desafortunadamente, no se trata de neonatos, sino de tortugas de la especie C. mydas de 14 y 44 meses de edad respectivamente. Sin embargo, sus datos nos permiten calcular las densidades que usaron, expresándolas de tres maneras:

Edad (peso individual)No. tort./m21/tort.1/kg tort.
14 meses (  4 kg)76015
44 meses (22 kg)1300 14

Después de analizar los datos de la literatura, nuestros resultados y el comportamiento de nuestras crías en cautiverio, pensamos que hay - que considerar dos fases claves, y por ende dos modos de expresar nuestras densidades, en el cultivo de la Lepidochelys olivacea.

La mayor parte de la fase inicial de su vida, las crías la pasan flotando en la superficie del agua, y zambullirse requiere de un esfuerzo físico. La combinación de vida en la superficie/agresividad/biomasa total muy baja, nos sugiere considerar la densidad en términos de número de crías por m2, ya que las crías necesitan sobre todo superficie, no tanto volumen de - agua (y 30 litros por cría nos parece mucho, en esta fase).

En la segunda etapa de su vida, las crías alcanzan un peso que les permite pasar la mayor parte del tiempo en el fondo; pierden su agresividad y son menos activas. Lo más importante en esta fase es determinar la biomasa de tortugas que puede sostener un volumen x de agua. Hablemos por lo tanto, en esta fase, de volumen de agua por kg de tortuga (o de biomasa/1 de - agua), lo cual nos indicará el número de tortugas, de un peso dado, que podremos mantener en el tanque.

En el caso nuestro, tenemos que considerar una fase intermedia, ya que las tortugas no alcanzan el mismo tamaño y peso al mismo tiempo, y las - variaciones individuales pueden ser muy fuertes, como lo pudimos apreciar en las gráficas de crecimiento. Tenemos que llegar a un compromiso superficiebiomasa y considerar ambas tasas crías/m2 y 1/kg peso tortuga, pero no se - justifica la noción de volumen de agua por tortuga en este caso. El problema se elimina si hay suficientes tanques para separar los lotes por tamaño/peso.

Si consideramos nuestra tasa de mortalidad (figura 11) y las densidades usadas (tabla 1), podemos esperar una mortalidad baja a una densidad - de 20 crías/m2, y cuando la biomasa total se vuelva significativa, tratar de mantener un mínimo de 15 l de agua por kg de peso tortuga.

4.2 TEMPORADA DE ANIDACION DE 1982.

Debido a que las actividades de recorrido de las playas siguen desarrollándose hasta fines del mes de diciembre de 1982, no se analizarán las hojas de registro de playa y rancho (fig. 1) hasta que hayan eclosionado todas las crías (enero-febrero de 1983).

Los resultados presentados a continuación provienen de los registros de cada encargado de tortugario (figuras 2 a 5). Los autores esperaron los - datos del mes de noviembre para poderlos comparar con aquellos de la temporada de 1981 (Ramboux, 1982).

4.2.1 Especies observadas

Las hojas de registro disponibles sólo reportan la anidación y eclosión de las especies “parlama” (Lepidochelys olivacea) y “baule” (Dermochelys coriacea).

El análisis detenido de todas las hojas de registro de playa indicará, ulteriormente, si las dimensiones registradas del carapacho confirman esa indicación, o si, al igual que en la temporada anterior (Ramboux, 1982), vinieron posiblemente a anidar otras especies, erróneamente identificadas como “parlamas”.

4.2.2 Abundancia de hembras

La tabla 2 presenta los datos mensuales y totales de los nidos saqueados así como encontrados y trasladados por el personal en cada tortugario, excluyendo a la especie Dermochelys coriacea.

Los datos de la temporada de 1982 indican que los meses de mayores anidaciones fueron, por orden decreciente, los meses de agosto, septiembre, - octubre y noviembre.

Sobre la base de estos datos, se estima a 250 y 100 el número de nidos para los meses de julio y junio de 1982 respectivamente, en los 17 km de playa.

El total de los nidos durante la temporada de 1982 sería de 1768 - aproximadamente.

Según esos datos, se estima en 600 – 900 el número de hembras que - vinieron a anidar, de los meses de junio a noviembre de 1982, en el área total de estudio.

Esa estimación es considerablemente inferior a la de la temporada - anterior (1700 – 2500); no descartamos la posibilidad de que las cifras correspondiendo al número de nidos (tabla 2) estén subestimadas, ya que según los - aldeanos, no hubo diferencia significativa entre las anidaciones de parlamas de la temporada de 1981 y la de 1982.

4.2.3 Impacto del huracán “Paúl”

Como mencionado anteriormente, el huracán “Paúl” azotó toda el área de estudio el día 19 de septiembre de 1982. En consecuencia, tres ranchos - fueron inundados, dos de ellos en El Ahumado y el tercero, más seriamente, - en El Jiote, donde el agua hasta destruyó las hojas de registro atadas a los cercos delimitando cada nido.

No tenemos todavía las cifras de eclosión, pero parece que en El - Ahumado, aunque la tasa de eclosión haya disminuido después del huracán, lograron eclosionar bastantes crías.

En el rancho inundado de El Jiote, sólo 300 crías eclosionaron, y se estima en 1,500 el número de crías y huevos perdidos.

Los ranchos de Las Lisas no sufrieron del huracán, estando ubicados en un nivel más alto de la playa.

Los huevos de “parlama” enterrados en los tres tortugarios, hasta el mes de noviembre incluido, aparecen a continuación;

El Ahumado:  4413
Las Lisas:  4714
El Jiote:  4610
TOTAL:13737

Antes de poder analizar los datos, ya estamos seguros que el promedio total de eclosión, calculado para la temporada de 1982, el cual en realidad representa el índice del éxito del Programa, será bastante inferior al - del año pasado debido al impacto del huracán.

4.2.4 Impacto de los barcos camaroneros

Se registró un total de 54 tortugas muertas en el área total de estudio, de los meses de agosto a noviembre, de las cuales una pertenecía a la especie Chelonia mydas.

4.2.5 Tortuga laúd

En la temporada de 1982, la primera Dermochelys coriacea fue reportada el día 25 de agosto en la playa de Las Lisas.

El cuadro siguiente reune las anidaciones registradas de la “baule” en los tres tortugarios.

 AGOSEPT.OCT.NOV.TOTAL
El Ahumado    31417
Las Lisas12121833
El Jiote    21921
TOTAL12175171

Si comparamos estos datos con los de la temporada anterior (un total de 23 tortugas laúd, en la misma área, durante los mismos meses), vinieron a anidar mucho más hembras de Dermochelys coriacea durante la temporada de 1982, hecho ampliamente comentado por los aldeanos, por ser poco común.

4.2.6 Marcado de las hembras

Como se mencionó anteriormente, marcamos las tortugas que vinieron a anidar. La marca se aplicó en el borde posterior proximal de la aleta anterior derecha.

A pesar de no contar todavía con las hojas de registro, los resultados del marcado de las hembras superaron nuestras esperanzas, ya que el personal reportó, en los tres tortugarios, el retorno de hembras marcadas.

Asimismo, en dos ocasiones, pescadores trabajando a bordo de barcos camaroneros nos informaron de la captura accidental de una tortuga marcada - por el proyecto.

Finalmente, recibimos de El Salvador una carta reportando la anidación de una tortuga marcada en Guatemala.

Cuando terminen las actividades en los tortugarios y que todas las hojas de registro de playa estén disponibles, podremos analizar detenidamente aquellos datos y determinar la frecuencia del retorno de las hembras.

Cabe mencionar que en julio de 1981 un pescador encontró, mar afuera, una tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) marcada en Costa Rica (playa Nancite) en octubre de 1980.

4.2.7 Factores económicos

Durante la temporada de 1982, la docena de huevos de parlamas se - vendió localmente a Q.1.75 la docena.

La docena de huevos de la especie Dermochelys coriacea alcanzó un precio hasta de Q.4.00 en el área de estudio.

Basándonos en la estimación del número de hembras que vinieron a - anidar, se calcula en 225,000 aproximadamente el número de huevos saqueados en el área de estudio, de junio a noviembre de 1982, pero como lo explicamos anteriormente, esta cifra puede ser subestimada.


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