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La enseñanza forestal y la investigación

J.L. Harley

J.L. HARLEY, Profesor de dasonomía, tiene a su cargo el Instituto Forestal de la Commonwealth, Oxford.

El investigador necesita siempre estar en contacto con el amplio e importante curso del pensamiento científico, así como con los problemas y soluciones relativos al bosque

Las actividades dasonómicas se apoyan en la tecnología y su futuro depende fundamentalmente de las ciencias biológicas, de la economía y, cada vez más, de otras disciplinas, como la química y la ciencia de materiales. Para mantener vigorosas esas raíces científicas de la dasonomía, es imprescindible mantener contactos con las ciencias básicas, en el seno de una universidad. Esto vale tanto desde el punto de vista de la enseñanza como del de la investigación.

Por tanto, al determinar la ubicación y naturaleza de las actividades de investigación, ha de tenerse en cuenta la necesidad de mantener contactos con una amplia gama de disciplinas científicas, tanto desde el punto de vista de la capacitación como para poder hacer uso de las distintas ciencias. Una facultad de montes debe reunir conocimientos sobre las ciencias de las que la industria forestal obtiene nuevas inspiraciones.

¿Cómo se puede conseguir eso? Un medio seguro para lograrlo es procurar que el personal docente se interese directamente en las investigaciones, de forma que, en conjunto, se disponga de conocimientos sobre una amplia gama de materias científicas. En biología se están haciendo muchos progresos que tienen interés para la dasonomía, como, por ejemplo: en materia de nutrición vegetal y aplicación de nutrientes; en la lucha contra las enfermedades con medios químicos o biológicos; en la preparación de herbicidas y plaguicidas selectivos; en microbiología de suelos, y en métodos de muestreo y estadísticas, por no citar más que algunos. Hay que estar al corriente de esos trabajos, llevándolos a conocimiento de los estudiantes.

Así, pues, la dasonomía necesita investigadores capacitados en investigación, que han de buscarse entre los graduados forestales que han obtenido títulos en investigación o que realizan investigaciones sobre materias forestales. Para formar a esos investigadores es necesario que haya en las facultades supervisores competentes que se ocupen de la investigación.

En muchos departamentos forestales (por ejemplo, en el Reino Unido) ha sido y sigue siendo habitual que los investigadores procedan de las filas de los funcionarios forestales en activo, mientras existe cierta prevención contra los graduados científicos o forestales especialmente preparados para la investigación. Quienes sostienen esta opinión aducen en su favor que el conocimiento de los problemas prácticos es esencial para poder realizar cualquier tipo de investigación; pero, aunque este enfoque tiene algún aspecto positivo, olvida que es necesario estar al corriente de los nuevos progresos científicos y de los métodos modernos de investigación y no prevé la capacitación en métodos de investigación. Probablemente, la mayoría estará de acuerdo en que lo ideal sería que la investigación forestal tuviera contactos en ambas direcciones: con la práctica, que es donde surgen los problemas y han de aplicarse las soluciones, y con la comunidad científica, donde se hacen y se perfeccionan los métodos de investigación.

¿Qué tipos de investigación convienen a las instituciones de enseñanza? Evidentemente, las investigaciones que exigen grandes superficies de tierra o largos períodos de tiempo no son convenientes, ni tampoco los estudios que necesitan equipo pesado, debido a las dificultades financieras o de horario de las instituciones de enseñanza. Hay que tener en cuenta, además, el tiempo que el personal ha de dedicar a la docencia. Es importante, pues, ver cuáles son los problemas que han de ser objeto de la investigación forestal.

Los problemas para investigación pueden proceder de dos fuentes: la práctica o las ciencias aplicadas, que tienden a generar tipos de problemas distintos. Los problemas que surgen en la práctica se refieren en su mayor parte a métodos, especies y materiales de empleo corriente, y lo que se persigue es, generalmente, perfeccionar o mejorar las técnicas existentes. En el caso de los problemas planteados por un investigador científico, lo más probable es que se trate del empleo de nuevos adelantos científicos. Por ejemplo: en horticultura se han empleado pulverizaciones de hormonas para evitar la ramificación en los árboles frutales, y en dasonomía podría plantearse la cuestión de si pueden utilizarse métodos similares para la poda. Este tipo de proyecto o ensayo de investigación tiene más probabilidades de plantearse cuando científicos de diversas disciplinas están en estrecho contacto entre sí, como, por ejemplo, cuando la facultad de montes está integrada en el marco de otras disciplinas universitarias.

Se puede argumentar, desde luego, que la principal ventaja de una universidad es su tamaño, y que un instituto de investigaciones forestales de grandes dimensiones podría emplear personas con una gama suficientemente amplia de especialidades. Pero se trata de una alternativa tan cara que es dudoso se pueda lograr alguna vez y, en todo caso, se pierde la ventaja de unir la investigación a la capacitación.

Para un instituto de investigación de grandes dimensiones lo mejor sería que estuviera situado cerca de una universidad, como ocurre en Ibadán (Nigeria) y en el Reino Unido. En los alrededores de Edimburgo se ha establecido cerca de la Universidad un gran complejo de investigaciones, que incluye una vasta sección de la dependencia de investigaciones de la Comisión Forestal y un Instituto de Dendrobiología. De esa manera, el departamento de montes de la Universidad se dedica a la enseñanza y a una amplia gama de problemas de investigación de especial importancia para el sector forestal nacional.

La situación que ha venido a crearse en los últimos años ofrece algunas lecciones interesantes. Las investigaciones agrícolas se han organizado de manera que se mantengan en estrecho contacto con las investigaciones científicas pertinentes. Sin entrar en detalles, los niveles en los que se realizan investigaciones son esencialmente tres:

· En el plano de la agricultura práctica, el Ministerio de Agricultura dispone de explotaciones agrícolas experimentales, en las que se realizan ensayos y demostraciones de cultivos y métodos en sus últimas fases, antes de pasar a la aplicación práctica. Se cuenta, a este nivel, con un servicio asesor que ayuda a los agricultores a comprobar los resultados de las investigaciones.

· Las investigaciones estratégicas, encaminadas a resolver problemas prácticos, se realizan en estaciones experimentales agrícolas bajo los auspicios del Consejo de Investigaciones Agrícolas (ARC), donde se investigan cuestiones que proceden de la experiencia práctica de los agricultores, o son propuestas por los científicos de la estación. De la coordinación de los problemas de investigación se encargan comités asesores conjuntos, compuestos de agricultores, científicos, funcionarios del Ministerio de Agricultura y científicos del ARC. Es posible que hasta un 10% de las investigaciones realizadas en este nivel sean de carácter más fundamental y quizá más teórico en sus aplicaciones últimas, versando sobre cuestiones planteadas por los investigadores y no por los agricultores.

Durante su formación el forestal debe relacionarse con gentes de otras profesiones, abordando sus diversas especialidades desde el punto de vista de su propio trabajo.

· El ARC también destina un presupuesto anual para financiar investigaciones en universidades, cuyo programa se determina en comités de investigación en los que están representados los agricultores y los científicos. Los trabajos no se limitan a los departamentos agrícolas: participan también departamentos de carácter más teórico, como los de biología y ciencias físicas. Las investigaciones a este nivel sirven, además, para preparar investigadores y tener informados a otros científicos de las necesidades de la agricultura.

Este tercer nivel es especialmente importante, ya que en él las investigaciones básicas pertinentes para la agricultura o la dasonomía se realizan, o pueden realizarse, en el mismo marco en el que se lleva a cabo la capacitación. Es claro que un investigador no es siempre el mejor profesor, y viceversa, pero en la investigación el ejemplo puede ser más importante que la enseñanza y de ese ambiente pueden surgir investigadores jóvenes con una comprensión realista de los problemas agrícolas. En el Reino Unido, esta estrecha relación entre la investigación y la capacitación falta a menudo en el sector forestal, y sufrimos las consecuencias. La forma de organizar esa relación no es clara y las relaciones de este tipo se establecen siempre a pequeña escala.

Hasta el momento, se ha pasado por alto, en este informe, el empleo industrial de los productos forestales, cuestión que exige un estudio mucho más detallado del que aquí es posible. En la enseñanza y en la investigación puede resultar oportuno separar la dasonomía industrial de la biológica, pero, en una visión elevada y completa de su futuro, ambas deben aparecer estrechamente vinculadas. Este es el dilema que plantea el futuro: se están produciendo rápidos cambios en el empleo industrial de la madera para pasta y productos derivados, gracias a la ampliación del número de especies que pueden utilizarse y de los productos que es posible fabricar; pero, por otro lado, los recursos renovables de los que depende la industria están destinados a un producto final determinado con decenas de años de antelación, y no pueden cambiar con la misma rapidez. Mantener contactos constantes para fomentar la comprensión mutua de los problemas entre estas dos ramas de la dasonomía es cada vez más importante, y las universidades ofrecen un buen campo para esos contactos.

Las instituciones de enseñanza forestal deben mantenerse al tanto de los progresos realizados en otras ramas de la ciencia, dando a su personal la oportunidad de realizar investigaciones y estimulando los contactos con científicos de otras disciplinas. En sus programas de estudio deben incluir la capacitación de investigadores y, sobre todo, deben procurar que los científicos forestales no se aíslen de las principales corrientes del pensamiento y el progreso científico.


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