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II. La Situación Alimentaria Mundial

El Consejo examinó la situación alimentaria mundial y los problemas que aparentemente se confrontarán en el futuro.

La información de que dispuso el Consejo indica que a pesar de que las dos terceras partes de la población mundial se encuentran todavía crónicamente mal alimentadas, han ocurrido durante los últimos meses varios cambios en la situación alimentaria mundial, especialmente la aparición de excedentes en ciertos países, lo cual merece ponerse en conocimiento de los gobiernos, ya que dichos cambios probablemente tengan ciertas consecuencias económicas de gran alcance.

Debido a las excelentes cosechas de 1948 y a la continuación de las importaciones a un alto nivel, el consumo de alimentos en 1948/49 en la Europa Occidental y Central es aproximadamente 10 por ciento mayor, en términos de calorías, que en 1947/48. En los Estados Unidos de América, Canadá, Australia y Nueva Zelandia el régimen alimentario continúa a un nivel satisfactorio, mientras que en el Lejano Oriente, el Cercano Oriente y en ciertas partes del Africa y de la América Latina el consumo es cada vez más deficiente.

En 1948 las cosechas de los Estados Unidos de América fueron muy abundantes, principalmente la de maíz, que ha sido la mayor hasta la fecha. En Europa el tiempo favorable contribuyó a que la producción de los cultivos principales excediera aproximadamente en 30 por ciento a la del año anterior, que había sido anormalmente baja. En cambio, el Hemisferio Sur no ha tenido igual suerte, pues las cosechas de maíz en el Africa del Sur y en la Argentina fueron muy pobres. En el Lejano Oriente y otras partes del Africa y la América Latina la producción permanece a un nivel bajo, a excepción de algunas mejoras respecto a unos cuantos cultivos en ciertas regiones, como por ejemplo, el arroz en Tailandia y las semillas oleaginosas en el Africa Occidental. En las regiones poco desarrolladas la falta de capital y equipo, la carencia de asistencia técnica y los continuos disturbios internos constituyen los principales obstáculos al aumento de la producción.

La situación en cuanto a ciertos productos está cambiando rápidamente. La abundancia de las cosechas en la mayoría de los países exportadores de trigo tuvo como resultado que las exportaciones mundiales de granos en 1948 fueran las mayores que se hayan realizado desde 1930/31. En los Estados Unidos de América las existencias de trigo al lo de julio de 1949 serán mayores en un 50 por ciento que en julio del año anterior y las de granos ordinarios tres veces mayores. A excepción del Asia, la producción de azúcar fue superior a la de preguerra, a pesar de que Cuba redujo ligeramente su producción desde el nivel máximo alcanzado el año anterior. Existiendo perspectivas de que haya buenas cosechas de nuevo en 1949, los precios del azúcar y cereales están bajando en ciertos mercados y ya comienzan a acumularse excedentes locales en las regiones que exigen pago en dólares.

Por otra parte, la producción de arroz desafortunadamente no ha mejorado en el Lejano Oriente, mientras que la población sigue aumentando. Durante los meses recientes la restauración de las exportaciones de Tailandia ha sido parcialmente contrabalanceada por la paralización de la recuperación en Birmania.

La producción de grasas y aceites ha mejorado, mas debido al aumento del consumo en los países exportadores, las exportaciones mundiales todavía son inferiores en un 33 por ciento a las de preguerra.

En los países que tienen industrias pecuarias importantes la población ganadera está aumentando gradualmente, pero en Europa tomada en conjunto el número de cabezas de ganado y la producción de carne y leche permanecen muy inferiores a lo que fueron en 1934–38.

El comercio internacional de productos agrícolas sigue siendo substancialmente inferior al de preguerra. Sin embargo, la proporción en cuanto a las exportaciones de este comercio que le corresponde al Hemisferio Occidental se ha elevado del 38 al 60 por ciento entre 1937 y 1947, y la de Estados Unidos de América del 10 al 25 por ciento. En un renglón importante, cereales, este último país proporciona actualmente la mitad de las exportaciones mundiales. Durante el último año los demás países dependieron un poco menos de los Estados Unidos con respecto a ciertos productos agrí colas, debido en parte a un pequeño aumento en los embarques procedentes de otras regiones tradicionalmente exportadoras y también a la reducción de las compras totales de muchos países deficitarios. Sin embargo, en general no hay seña de ningún cambio verdadero en la nueva estructura del comercio internacional, el cual depende en gran parte del Hemisferio Occidental y en especial en los Estados Unidos de América.

Por lo tanto, resulta significativo que, a pesar de la continua alta producción de alimentos en ciertos países, especialmente en la América del Norte, y del continuo mejoramiento en la Europa Occidental, todavía hay millones de personas mal alimentadas, de manera que el consumo medio en todo el mundo aún no ha alcanzado el nivel de preguerra. Menos del 10 por ciento de la producción mundial de alimentos se intercambia entre los diferentes países, lo cual representa solamente las tres cuartas partes del volumen que tenía esa clase de comercio antes de la guerra. Del volumen actual le corresponde a la América del Norte una parte cada vez mayor, lo que ha dado por resultado que las variaciones que ocurren en la producción en esa región tengan ahora un efecto mucho mayor sobre los abastecimientos y precios en los demás países productores, y a la vez traigan consecuencias más graves para los consumidores de otras regiones, que lo que sucedería si el volumen del comercio internacional fuera mayor y estuviera más ampliamente distribuído entre las naciones abastecedoras del mundo.

Los niveles de nutrición en las regiones mal alimentadas del mundo pueden elevarse solamente aumentando la producción en esas mismas regiones o trasladando a ellas abastecimientos de los países que producen más de lo que ellos necesitan y que en muchos casos pueden todavía aumentar más su producción. Por otra parte, se puede evitar la acumulación de existencias onerosas en los países productores solamente trasladando los excedentes a las regiones deficitarias o reduciendo efectivamente la producción. En una época en que centenares de millones de seres se encuentran todavía hambrientos, no se debe tolerar la incapacidad del mundo para formular normas que harían que los países productores de excedentes no tuvieran que reducir deliberadamente la producción eficiente.

Evidentemente se debe encontrar la manera de aumentar el comercio internacional de productos alimenticios, así como de estimular la producción en las regiones deficitarias. Mas los alimentos tienen que ser cambiados por otros productos y servicios si se ha de mantener el intercambio internacional. Por consiguiente, el problema de fomentar el traslado de abastecimientos alimenticios de las regiones donde éstos se pueden producir más económicamente a aquéllas donde se necesitan es parte de un problema económico más amplio, el del intercambio. Se deben encontrar medios para permitir que los países deficitarios obtengan los abastecimientos disponibles de los países exportadores.

Actualmente la América del Norte, la región más prolífica en cuanto a alimentos, es también la región que tiene la producción industrial más desarrollada. Por tanto, resulta difícil hallar una base sobre la cual se puedan cambiar los excedentes de alimentos de la América del Norte por otros productos. Así, pues, además del problema que tienen los países poco desarrollados en adquirir alimentos debido a su bajo poder adquisitivo, existe también el problema especial de comprar abastecimientos en los países donde éstos abundan pero en que se exige el pago en moneda fuerte, debido a la dificultad de establecer una base de intercambio con estos países. Además, el satisfacer la demanda local con la producción local o con la de otros regiones de monedas de difícil conversión al dólar, lo que a veces se logra a grandes costos, no resolverá el problema de los excedentes en la América del Norte y en otros países exportadores que exigen pago en moneda fuerte.

Los excedentes, aunque no contribuyen en nada a alimentar los millones de personas hambrientas del mundo, sí afectan los precios -- no sólo en los países productores sino también en los países deficitarios. Los métodos modernos de comunicación facilitan la fluctuación de los precios independientemente de lo que sea el estado de los abastecimientos en el país. La baja de precios en un centro comercial produce la expectativa de una baja en otra región -- y esta expectativa se convierte muy pronto en realidad. Asimismo la baja del precio de un producto a menudo conduce a que bajen los precios de otros productos. No hay nada más perjudicial para los programas de producción que una baja desenfrenada de los precios; y el colapso de los programas para el aumento de la producción, en las presentes circunstancias, sería contrario a todo sentido humanitario y al mismo concepto de la economía mundial en desarrollo.

Mientras el consumo se encuentre en muchos países a niveles inferiores de los requeridos aun cuando está aumentando en ciertas regiones, la solución de los dos problemas está en estimular la producción en las regiones poco desarrolladas y en encontrar medios para trasladar a los países deficitarios los abastecimientos abundantes de las regiones capaces de producirlos económica y eficientemente. Ambos problemas tienen que ser confrontados de acuerdo con la relación que guardan entre sí, para asegurar que se logre un aumento ordenado de la producción sin agravar el problema del intercambio, y de tal modo que el intercambio se desarrolle sin obstaculizar aquel aumento adicional de la producción que el mundo necesita.


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