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APENDICE D
DECLARACION DEL DIRECTOR GENERAL

Señor Presidente:

Al dar la bienvenida hoy aquí al Consejo, me hago perfectamente cargo de que este 56o período de sesiones, al igual que otros análogos en años de Conferencia, se ocupará en buena parte de preparar la base para el próximo período de sesiones que ha de celebrar en noviembre. Por tanto, tendré presente esto al pasar reseña hoy brevemente a algunos de los temas más importantes que figuran en el programa del Consejo y a algunos otros asuntos sobre los que creo debo informarles. Como tienen un programa bastante largo, no les ocuparé demasiado su tiempo.

El tema de principal interés para ustedes supongo que será el Programa de Labores y Presupuesto para 1972–73. Ya expuse mis puntos de vista generales al respecto en el último período de sesiones del Consejo, en la Introducción al propio Programa de Labores y Presupuesto y ante las últimas reuniones de los Comités del Programa y de Finanzas. En líneas generales, por lo tanto, no creo que quede mucho que pueda yo añadir provechosamente en esta ocasión, si bien tanto yo como mis colegas estaremos dispuestos, naturalmente, a tratar cualquier punto que se suscite cuando pasen a examinar dicho Programa.

Uno o dos puntos concretos, sin embargo, podría mencionar ahora. Me complace declarar que, a reserva de la aprobación de este Consejo y del Consejo de Administración del PNUD, se ha llegado a un acuerdo entre el Sr. Hoffman y yo respecto a la cuestión de los Asesores Agrícolas Principales/Representantes de la FAO en los países sobre la base del Informe Weisl. Se trata del informe del consultor al que el Sr. Hoffman y yo pedimos que estudiara la situación de los Asesores Agrícolas Principales que actúan al mismo tiempo como representantes de la FAO en los países. En lo esencial, este acuerdo significa que esos funcionarios, aunque sean contratados y nombrados por la Organización y cuenten con la FAO para sus futuras carreras, se pondrán a las órdenes del PNUD durante el tiempo que dure su nombramiento. Ahora bien, aunque actúen en estrecho contacto con los Representantes Residentes y bajo su dirección política, seguirán recibiendo instrucciones de la FAO e informando a la misma en cuestiones agrícolas. Bajo el aspecto financiero, el PNUD sufragará en adelante dos tercios de los gastos de mantenimiento de este grupo de funcionarios en los países de su destino, a diferencia de la situación actual en que, prácticamente, pagamos nosotros la mitad de los gastos. Se propone asimismo que su número aumente de 55 a 62. Con arreglo a este acuerdo y a ciertos arreglos conexos, habrá un ahorro de 340 000 dólares en el monto presupuestario actualmente propuesto.

En segundo lugar, hay una cuestión planteada en la Introducción al Programa de Labores y Presupuesto que he presentado, donde como los miembros del Consejo habrán visto, expongo con cierto detalle los problemas que crea una gama cada vez mayor de funciones que han de ser desempeñadas por el Director General o por el Director General Adjunto personalmente y que no pueden, por su propia naturaleza, delegarse en ninguno de los Subdirectores Generales de “sector”. Como solución propuse la creación de un segundo puesto de Director General Adjunto-Los Comités del Programa y de Finanzas llegaron a la conclusión, al término de un prolongado debate, de que el problema podría resolverse satisfactoriamente creando un nuevo puesto de Subdirector General para Asuntos Especiales, que radicaría en la Oficina del Director General. Estoy dispuesto a aceptar las recomendaciones de los dos Comités sobre este punto y en el documento presentado al Consejo he explicado cómo veo yo las funciones del nuevo Subdirector General. La nueva solución propuesta llevará consigo a un ahorro de 15 800 dólares.

Por último, el Comité de Finanzas ha recomendado algunos reajustes, que he aceptado, y que, si bien representan una reducción de sólo 50 000 dólares en la cuantía del presupuesto, reducirían las cuotas de los Estados Miembros en unos 400 000 dólares.

Como consecuencia de los ahorros o reducciones que he citado, el monto del proyecto de presupuesto revisado para el próximo bienio bajará de 87 090 000 a 86 684 200 dólares.

A pesar de estos ahorros o reducciones, el nuevo monto a que asciende el proyecto de presupuesto sigue sin duda alguna constituyendo un motivo de preocupación. No es precisamente el nivel total lo que perturba: está también el hecho de que los incrementos de costo, extraordinariamente fuertes, que se han producido a causa directa de la inflación y a los que se debe casi por entero el aumento hasta ese nivel, nos han obligado a limitar nuestras propuestas de un aumento real en programas a un grado en que quedan muy por debajo de lo justificado y necesario. Para los bienios futuros estimo que es esencial volver a una pauta de crecimiento más satisfactoria en nuestro Programa Ordinario. Sobre este punto me extenderé más en el Plan a Plazo Medio, que, si bien no se ha presentado al Consejo, está ya casi terminado en forma provisional y se presentará a la Conferencia en su próximo período de sesiones.

Pasemos ahora a algunos otros asuntos que figuran en el programa de este Consejo. En primer lugar la importantísima cuestión - pienso yo - del Estudio Prospectivo del Desarrollo Agropecuario Mundial. Como consecuencia de los debates habidos en el Comité del Programa les voy a presentar un documento suplementario sobre ulteriores medidas de aplicación de la Resolución 1/69. Según se propone en este documento, redundaría en el mayor interés de nuestros Estados Miembros, y se compaginaría con lo que podemos hacer dentro de los límites de nuestros actuales recursos, que el Estudio Prospectivo adoptase la modalidad de informes periódicos integrados, producto de una función constante y cada vez más perfecta de estudio prospectivo por parte de todas las dependencias técnicas de la Organización, bajo la dirección de la Oficina Asesora de Políticas.

El primer estudio prospectivo periódico quedará listo para que lo examine la Conferencia en 1973 e irá articulado especialmente con una cuestión que yo considero de gran importancia, la del reajuste agrícola internacional. Propondré a través del conducto adecuado, que es el Comité de Problemas de Productos Básicos, que sea esta cuestión uno de los temas principales, si no el más importante, de la Conferencia de 1973. Un estudio más completo, en coincidencia con el Examen de mediados del Segundo Decenio para el Desarrollo, se presentará luego a la Conferencia de 1975.

Estos son, más o menos, nuestros planes con relación al Estudio Prospectivo del Desarrollo Agropecuario Mundial. Los Miembros del Consejo tendrán ante sí los documentos pertinentes, y espero que el debate sobre este tema sea de gran utilidad.

Otro punto que quisiera señalar a la atención del Consejo es el documento que tienen ustedes en sus manos sobre la cuestión de los recursos para la producción de alimentos. Para quienes puedan sentir algún recelo a consecuencia de las propuestas hechas precedentemente sobre esta cuestión, permítanme insistir inmediatamente en que nuestro objetivo actual no es crear una nueva estructura orgánica fuera del ámbito de nuestras actividades actuales. Nuestro objetivo, como el documento mismo señala, es intensificar y ampliar activdades como el Plan de Fomento Lechero, el Programa de Fertilizantes, nuestros trabajos sobre los plaguicidas y nuestra asistencia técnica en el campo de la maquinaria y las herramientas agrícolas, iniciando al mismo tiempo un nuevo plan de mejora de semillas y promoviendo proyectos experimentales integrados que utilicen conjuntamente varios de estos medios de producción. Es, ésta, otra manera de abordar un problema que hemos tenido por años: el de intensificar la ayuda a los Estados Miembros en el campo de los elementos necesarios para la producción. Se planteó de nuevo en el Segundo Congreso Mundial de la Alimentación, tras de varias propuestas hechas al respecto, entre otras personas, por mi predecesor el Dr. Sen. Espero que podamos adelantar ahora en este camino, porque personalmente lo considero de extrema importancia. Los países necesitan los materiales que hacen falta para la producción, si es que han de proseguir con éxito la Revolución Verde.

Un tercer punto al que quisiera rererirme - que se ha propuesto incluir en el programa del Consejo - es la importante cuestión de las investigaciones agrícolas, en la cual se ha dado recientemente un paso adelante muy significativo. Me refiero a la iniciativa de crear un Grupo Consultivo sobre la Investigación Agrícola Internacional, patrocinado conjuntamente por la FAO, el Bajo Mundial y el PNUD, a cuyo Comité Asesor Técnico facilitará la FAO los servicios de secretaría. Dada la precariedad en que la producción agrícola se ve situada en los países en desarrollo, donde el equilibrio puede desplazarse en uno u otro sentido por la disponibilidad o ausencia de medios adecuados de investigación, estoy seguro de que el Consejo aprobará esta iniciativa. No sólo se trata, como he dicho, de una cuestión de crucial importancia para el futuro de la agricultura en los países en desarrollo, sino que, además, dado el co-patrocinio de la FAO, el Banco Mundial y el PNUD, es un ejemplo insigne de colaboración entre organismos para abordar cuestiones tan importantes. Tras la reunión preliminar del pasado enero, se celebró una segunda reunión a finales de mayo, en la cual entraron a formar parte del Grupo ocho países, tres fundaciones y dos organismos de desarrollo, y varios de los que asistieron a la reunión como observadores indicaron que probablemente harían lo mismo en el futuro. Según cálculos provisionales, basados en las promesas de contribución ya hechas, el Grupo podrá disponer anualmente de unos 15 millones de dólares para intensificar determinadas actividades de investigación agrícola en beneficio de los países en desarrollo, actividades que, sin esa ayuda, estarían fuera de las posibilidades de dichos países. Estoy convencido de que este tipo de trabajo creador en equipo, que sirve de base a la idea del Grupo Consultivo sobre la Investigación Agrícola Internacional, es la mejor manera de realizar progresos significativos en este campo tan importante.

Más aún, la cooperación integrada de este tipo entre diversos organismos, es sin duda alguna la mejor manera de abordar un número considerable de problemas. Por fortuna el Comité Administrativo de Coordinación de las Naciones Unidas (CAC) se ha dado cuenta de ello y hemos empezado a progresar en tal sentido. Un paso muy importante ha sido la creación por parte del CAC, de un grupo funcional que estudie las repercusiones de la Revolución Verde en las políticas y actividades de varios de los organismos especializados. En el pasado, podía pensarse que una cuestión como la de las variedades de gran rendimiento era más o menos de competencia exclusiva de la FAO. Pero con una visión más amplia y considerando todas las repercusiones económicas y sociales resulta evidente que otros organismos se interesarán también en este importante problema. En consecuencia, aunque fue a mí, como Director General de la FAO, a quien se pidió, como era natural, que actuara como Convocador del Grupo Funcional, varios otros organismos participaron en dicho Grupo y en la preparación del amplio documento presentado a la última reunión del CAC, celebrada en Berna en abril pasado, donde dicho documento encontró muy buena acogida. El CAC presentará este documento - que indica las posibilidades de cooperación entre un número grande de organizaciones de las Naciones Unidas en pro de la Revolución Verde - a la reunión del ECOSOC de este verano y en noviembre yo lo presentaré a la Conferencia de la FAO, junto con las observaciones del ECOSOC. Se ha creado otro grupo funcional semejante, esta vez sobre el Medio Humano, convocado por mi colega el Dr. Davies, Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial, y se ha acordado en principio crear otro sobre el problema demográfico. Otro tema que se presta claramente para un enfoque integrado - al menos en mi opinión - que se traduzca en una acción en la que cooperen los organismos especializados, es el del desempleo, especialmente el desempleo rural.

Una cuestión, sin embargo, ha dado origen a una situación bastante difícil, y seguimos refiriéndonos a la cooperación e integración de las actividades de los organismos del sistema de las Naciones Unidas. Todos los miembros del Consejo conocen el Grupo Asesor sobre Proteínas que se creó hace algunos años bajo el patrocinio conjunto de la OMS, la FAO y el UNICEF para facilitar asesoramiento técnico sobre los problemas proteínicos a dichas organizaciones, que son las que se interesan principalmente por esa cuestión. El Comité Asesor sobre Ciencia y Tecnología de las Naciones Unidas, que realizó un estudio a fondo de los problemas proteínicos, recibiendo para ello asistencia sustancial de la FAO, opinó que era necesario reforzar las medidas actuales para reducir el desequilibrio proteínico, y sugirió que, dadas las nuevas dimensiones del problema, era necesario crear un nuevo órgano independiente. Consultados el Consejo y la Conferencia, manifestamos la opinión de que no era probable que un nuevo organo nos llevara más cerca de la solucion y que lo mas importante era intensificar los trabajos que ya se realizaban a nivel nacional e internacional. Además, en la última reunión del CAC se acordó que debía ampliarse la composición del Grupo Asesor sobre Proteínas, permitiéndose la entrada a todos los miembros del sistema de las Naciones Unidas que estuvieran interesados en patrocinar dicho grupo y participar en él. Se trata, evidentemente, de una forma más satisfactoria y eficaz de orientar todas las actividades de las Naciones Unidas hacia la solución del problema proteínico. A pesar de ello, las Naciones Unidas han continuado el examen de esa cuestión y un Cuadro de Expertos independientes creado por el Secretario General ha sugerido que, aunque tal vez no sea menester crear ningún organismo nuevo, sigue siendo necesario disponer de un órgano político o un comité sobre cuestiones proteínicas. Personalmente opino que un órgano de ese tipo, sumado al Grupo Asesor sobre Proteínas y a los órganos rectores de las organizaciones interesadas, no podría aportar ninguna contribución apreciable al problema. Temo, más bien, que pueda contribuir a hacerlo más confuso, viniendo a sumarse a la proliferación de nuevos organismos. Puedo asegurar al Consejo que soy resueltamente opuesto a tal proliferación. Se están constantemente creando nuevos órganos para resolver problemas de los que ya se ocupan otros. Ello no entraña ninguna ventaja en cuanto a la solución de los problemas sino que únicamente sirve para gastar más dinero: espero por consiguiente que el Consejo apoyará mi actitud, ya que tenemos que discutir de nuevo este problema próximamente en el CAC y posteriormente en el Consejo Económico y Social.

He tratado ya de algunos de los problemas que sin duda se plantearán durante las deliberaciones del Consejo. Hay algunos otros puntos que quisiera citar ahora. En primer lugar, el Consejo recordará que en su último período de sesiones, anuncié que habíamos otorgado una consignación de urgencia al Paquistán con cargo a los recursos del Programa Mundial de Alimentos por un importe de 4 millones de dólares. Esta suma se destinaba a las víctimas de las terribles inundaciones que había sufrido el Paquistán Oriental. Después de aquella fecha he visitado personalmente el país y estoy muy agradecido al Gobierno del Paquistán por haberme llevado a las zonas más afectadas y haberme ayudado a ver con mis propios ojos cuán necesaria era, y sigue siendo, esa asistencia.

Desde entonces han ocurrido muchas cosas y no voy a extenderme sobre ellas; todos vosotros las conocéis, pero el Programa Mundial de Alimentos y yo mismo nos vemos asediados de peticiones tanto de la India como del Paquistán de mayores cantidades de ayuda alimentaria, que naturalmente se encauzarían por conducto del Programa Mundial de Alimentos. Las cantidades que se nos piden superan con mucho los recursos del Programa Mundial de Alimentos; no hay duda ninguna de ello. No creo necesario mencionar ahora las cantidades concretas. Tan sólo puedo decir que como resultado de esas peticiones, he tomado dos medidas: he consignado un total de unos 3 millones de dólares para las personas que se encuentran actualmente en el lado indio de la frontera con el Paquistán Oriental, y también he dado mi acuerdo a que cualquiera que sea la proporción de la consignación anterior de 4 millones de dólares al Paquistán que no se haya utilizado aún, se podrá emplear en el Paquistán allí donde sea necesario, con sujeción naturalmente, según ha aceptado el propio Gobierno del Paquistán, a la supervisión de los funcionarios del Programa Mundial de Alimentos.

Todos los miembros del sistema de las Naciones Unidas están naturalmente muy preocupados con este problema, y tienen razón en estarlo ya que se trata de un problema muy grave. Desde el punto de vista humanitario tenemos el deber de hacer cuanto podamos por hallar una solución. Por ello estamos en contacto estrecho con el Secretario General de las Naciones Unidas, quien ha asumido un papel personal en esta cuestión y está examinando la posibilidad de nombrar un representante especial suyo en el Paquistán Oriental. Por lo que respecta a la India, ha nombrado al Alto Comisario para los Refugiados con objeto de que actúe de punto central de concentración de la ayuda. Me ha parecido que debía hablaros de toda esta cuestión ya que nos encontramos ahora en el centro de ese problema, pero creo es ya evidente que la contribución del Programa Mundial de Alimentos -aunque sea una contribución generosa desde el punto de vista de los recursos del Programa - será con toda seguridad insuficiente para prestar ayuda a una situación de urgencia de esta magnitud.

Por consiguiente estimo que es mi deber señalar este problema a la especial atención de los países donantes, de aquellos países que están en condiciones de prestar ayuda, pidiéndoles a ellos y a sus poblaciones que adopten una actitud de la máxima comprensión ante este problema que, como digo, debe enfocarse exclusivamente desde un punto de vista humanitario.

Quisiera ahora decir unas palabras sobre una de las organizaciones no gubernamentales con las que tenemos relaciones particularmente amistosas: la Federación Internacional de Productores Agrícolas, que ha celebrado su 25o aniversario en París, hace unas semanas. Me pidió que le dirigiera la palabra en nombre de la FAO y estoy muy agradecido a ese honor. Como ustedes saben, la FIPA es amiga y firme aliada de la FAO en los vitales intereses que las unen, especialmente en la esfera de los productos básicos y otros, en que la FIPA en muchas ocasiones ha prestado contribuciones muy valiosas. También cooperamos muy estrechamente con esta Organización en la esfera de las cooperativas agrícolas. Como saben ustedes, hemos creado un Comité Mixto para el Fomento de las Cooperativas Agrícolas (COPAC) en el que la FAO colabora activamente con la OIT, la FIPA, la Alianza Internacional y la Federación Internacional de Trabajadores de las Plantaciones Agrícolas y similares. Dado el interés de la FAO por la creación de cooperativas agrícolas en los países en desarrollo, nuestra colaboración con el COPAC, que es de creación relativamente reciente y dispone ahora del núcleo de una secretaría mixta situada en la sede de la FAO, es algo que consideramos de un gran valor potencial para el futuro.

Aparte las organizaciones agrícolas, cooperamos también, por supuesto, con las agrupaciones religiosas, sindicatos y otras organizaciones no gubernamentales interesadas en el desarrollo, cuyo nexo común es y sigue siendo la Campaña Mundial contra el Hambre.

Quisiera mencionar dos importantes casos recientes de la acción de la Campaña Mundial contra el Hambre en favor del desarrollo. El primero es su la cooperación con la Confederación Mundial de Organizaciones de Profesionales de la Enseñanza, órgano formado por unos seis millones de maestros de los países en desarrollo y desarrollados. A iniciativa de la CMCH, dicha organización ha adoptado la “Educación rural” como tema fundamental para 1971 y para su Conferencia General de este año. Ello supondrá una considerable labor por parte de sus miembros para mejorar los planes de estudio de las escuelas rurales, para fomentar en las escuelas urbanas una mayor atención hacia los problemas de la agricultura y de las zonas rurales y para mejorar la educación agrícola misma. Una actividad como ésta, en colaboración con una influyente organización no gubernamental, muestra cómo la utilización hábil y oportuna de una sola idea valiosa puede producir efectos benéficos en sectores muy amplios.

El otro ejemplo que quisiera citar es la Marcha Internacional Pro Desarrollo y las actividades con ella relacionadas, que se llevaron a cabo en unos 50 países en el fin de semana del 7 al 9 de mayo, como consecuencia de una iniciativa del Segundo Congreso Mundial de la Alimentación. Se recaudaron entre 8 y 10 millones de dólares, pero, tal vez sea aún más importante el que haya servido para hacer conocer mejor la causa del desarrollo, congregando en una sencilla acción demostrativa en favor de éste, a muchísima gente de todo el mundo. La CMCH no organizó cada una de las marchas individuales, pero sí proporcionó el espíritu general coordinador de las mismas.

Aquí, en Italia, la Organización “Mani Tese” ha tenido una actuación espléndida, por la que le estoy muy agradecido, y en la que también participaron en gran escala funcionarios de la FAO. En el plano mundial, las personas que han ayudado a organizar estas marchas han dado pruebas de gran abnegación y han tenido a mi modo de ver un éxito considerable. Creo debemos darles las gracias más calurosas.

Algunos de los aspectos que he citado de nuestra cooperación con otros organismos de las Naciones Unidas y con las organizaciones no gubernamentales muestran el valor real del concepto de la integración internacional de las actividades, de la que se habla a menudo, pero que para muchos no pasa de ser una buena intención. Para dar fin a mis observaciones de hoy, quisiera decir algunas palabras más sobre este tema.

Pero antes, sin embargo, quisiera ocuparme de otros dos asuntos concretos: en primer lugar, como ya se informó a los Comités del Programa y de Finanzas, hemos recibido una importante comunicación del Gobierno de Italia, informándonos de que el ala restante del edificio de esta Sede Central quedará a nuestra disposición en 1972, y anunciando una cuantiosa contribución financiera, de 485 000 dólares, en 1971, en vista de la carga que para el Programa de Labores y Presupuesto ha supuesto la elevada renta que nos hemos visto obligados a pagar por los locales exteriores. En 1972 podrá prestar una contribución semejante. Quisiera aprovechar esta oportunidad para expresar mi más profundo agradecimiento al Gobierno de Italia por esta generosa contribución que nos permitirá desarrollar algunas actividades para las que, de otro modo, no dispondríamos de fondos. Tengo la seguridad de que el Consejo compartirá este sentimiento de gratitud.

Quiero ocuparme ahora de un asunto que, en cierta medida, me afecta personalmente. Se trata de la duración del mandato del Director General, otro tema que figura en el programa. He leído con gran interés el informe del CACJ sobre este asunto y en especial, sus observaciones sobre la propuesta de un mandato único, no renovable, para el Director General. Juzgando por mi propia experiencia, creo es conveniente que el Director General pueda dedicar toda su energía al servicio de la Organización, sin que su atención se distraiga a causa de las preocupaciones creadas inevitablemente por las perspectivas de tener que participar en otra elección.

Por esta razón, y porque creo que sería anómalo y nada conveniente que un candidato se presentara en 1973, por un período de dos años, mientras otros posibles candidatos se presentasen por un período de seis años, quisiera ahora aclarar que no seré candidato en ninguna elección posterior al próximo período de sesiones de la Conferencia. Mi único deseo y ambición es servir durante el nuevo período que me conceda la Conferencia lo mejor que pueda.

Para concluir, permítaseme que repita lo que dije hace un momento acerca de la integración. Ya sabéis que creo firmemente en una labor integrada en todas las direcciones, tanto dentro de la Organización como fuera de ella. La FAO misma debe estar cada vez más integrada como Organización; debe constituir un grupo de hombres y mujeres entusiastas que, aun cuando su número pueda aumentar, deben trabajar cada vez más como un solo equipo. La FAO ha de reforzar y consolidar sus vínculos con los Estados Miembros y establecer relaciones de trabajo cada vez más estrechas y armoniosas con las otras organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, las organizaciones gubernamentales y los hombres en general. Es esta una norma de conducta que el mundo entero tiene que adoptar, y pronto, si quiere sobrevivir en paz. Una organización intergubernamental como la FAO debe encontrarse entre las primeras que den el ejemplo.


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