C 2003/INF/9


Conferencia

32º período de sesiones

Roma, 29 de noviembre – 10 de diciembre de 2003

23ª disertación en memoria de McDougall

DISCURSO DEL EXCMO. SR. MAHATHIR BIN MOHAMAD
EX PRIMER MINISTRO DE MALASIA
EN EL 32º PERÍODO DE SESIONES DE LA CONFERENCIA
DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTACIÓN
DISERTACIÓN EN MEMORIA DE MCDOUGALL
EN ROMA, ITALIA, EL SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DE 2003


1. En primer lugar, deseo darle las gracias, Excmo. Sr. Director, por su amable invitación a pronunciar esta prestigiosa disertación en memoria de McDougall en el 32º período de sesiones de la Conferencia de la FAO. Me siento muy honrado de que se me haya pedido, sin ser agrónomo, que me dirija a esta importante reunión de un organismo de las Naciones Unidas que se ocupa de la agricultura y la alimentación.

2. Deseo, con su amable beneplácito, compartir con ustedes algunos pensamientos sobre la manera de reducir el número de personas desafortunadas que carecen del sustento apropiado e incluso llegan a la inanición y mueren prematuramente por carecer de alimentos. Tal vez algunos no reciban de buen grado mis ideas. Pueden parecer demasiado idealistas, o incluso directamente absurdas. Ahora bien, en la historia de la sociedad humana ha habido muchas ideas absurdas por las que se ha luchado tan denodadamente que al final han llegado a gozar de tal aceptación que ahora consideramos absurdas las que han desplazado.

3. Así, en las antiguas monarquías absolutas feudales la libertad, la igualdad y la fraternidad se consideraban absurdas. Con el paso del tiempo, estas ideas comenzaron a ganar terreno, hasta que llegaron a gozar de tal aceptación que nos horroriza que pueda quedar todavía algún Estado autoritario feudal. Del mismo modo que los Estados feudales trataron de eliminar violentamente a los primeros defensores de la igualdad, ahora quienes defiende la igualdad tratan con igual violencia de derribar a los autócratas. Así se han instaurado las ideas relativas a la libertad, la igualdad y la fraternidad.

4. Lo que hay que señalar es que, aunque parezcan absurdas, las nuevas ideas deben no obstante ser objeto de alguna reflexión y hay que luchar por ellas si el objetivo es mejorar lo antiguo o lo presente. Quienes creen en las ventajas de las nuevas ideas deben persistir e insistir y luchar contra los obstáculos hasta que lleguen a aceptar o adaptar.

5. Vivimos ahora en un mundo que goza de una gran riqueza y abundancia. Nunca ha habido en la historia humana más de todo. Hay suficiente para alimentar, vestir y alojar a todos y cada uno de los de más de 6 000 millones de habitantes del planeta. El problema es que la riqueza y la abundancia no están distribuidas de manera uniforme. Hay lugares donde los alimentos son tan abundantes que mueren personas por comer demasiado y de obesidad, incluso después de arrojar a la basura grandes cantidades de alimentos. Luego, naturalmente, hay lugares donde la población nunca tiene suficiente comida para vivir, donde algunos mueren de inanición y donde en ocasiones la hambruna se convierte en un azote y se ven exterminadas comunidades enteras.

6. Es evidente que todos tenemos conocimiento de esta situación. Entonces, ¿dónde está la novedad? Pero antes de seguir con la formulación de algunas propuestas, tenemos que traer a nuestra memoria la situación que constituye la base para cualquier solución que se pueda proponer. En primer plano está el nivel de civilización que hemos alcanzado. Somos tan ricos y tan avanzados tecnológicamente que podemos ver literalmente el sufrimiento de quienes padecen hambre, las moscas que invaden y arracan literalmente sus ojos, su nariz y su boca, los cuerpos escuálidos, incluso cuando estamos sentados a una mesa con una comida de cinco platos y con vino y cigarros en nuestros lujosos comedores o restaurantes. Sin embargo, estas imágenes, habituales en la televisión, no nos conmueven como lo hacían en otros tiempos las de Belsen y Auschwitz. Nuestra conciencia no se inmuta ante esta miseria, presente en tiempo real ante nosotros. Nos hemos endurecido frente al sufrimiento de otras personas. Ahora bien, nosotros, nuestros miles de millones y nuestros enormes excedentes de alimentos pueden acabar completamente y para siempre con este azote. Todo es posible. En cambio, nos preocupamos de manera casi obsesiva por conseguir más millones, obligando a los países pobres a abrir sus puertas, de manera que podamos explotarlos más plenamente. En Singapur, Doha y Cancún se ha buscado enriquecer a los que ya son ricos, con apenas un pensamiento fugaz para la posibilidad de hacer llegar las sobras a los pobres. En el programa no figura nada que se oriente específicamente al alivio de la pobreza de la población que la padece.

7. En cualquier sociedad, cuando la disparidad es muy grande entre los ricos y los pobres siempre ha habido conflictos e inestabilidad. El grito de libertad, igualdad y fraternidad no vino de los ricos, sino de los pobres. Al principio, los pobres serían demasiado débiles para hacer cualquier cosa por sí mismos. Ahora bien, tarde o temprano tenía que surgir algún pequeño grupo de desesperados que recurrieran a algún tipo de protesta, y en último término a la violencia, para obtener alguna compensación. Si no se les hace caso, invariablemente se producirá una escalada de la protesta y más violencia.

8. La Revolución Francesa y la Revolución Rusa se debieron a estas disparidades extremas. La consecuencia es que la riqueza está ahora distribuida de manera mucho más uniforme en estos países y en otros muchos, debido a las enseñanzas de las revoluciones. Lo que no se ha aprendido es que las disparidades extremas entre los países que forman la comunidad de naciones actual puede llevar a una revolución violenta análoga. Al igual que los aristócratas de la Revolución Francesa se preocupaban muy poco de la pobreza de la población, vemos ahora que los aristócratas entre los países del mundo no sólo se preocupan poco de los países pobres, sino que, como ocurrió en la Francia prerrevolucionaria, se empeñan en explotar a los afectados por la pobreza. De ahí que la atención se concentre en la actualidad más en la Organización Mundial del Comercio que en la FAO. Es cierto que se dice que el libre comercio acarreará riqueza a la población pobre. Sin embargo, ¿con qué van a comerciar los millones de personas afectadas por la inanición? ¿Podemos imaginarnos a esas personas que mueren de inanición fortalecidas repentinamente por el hecho de que Cancún fuera un éxito?.

9. El mundo está propagando ahora la democracia como único sistema de gobierno para todos los países. Aunque tengamos que matar a personas y destruir sus países, impondremos la democracia a sus gobiernos.

10. Lo triste del caso es que no pensamos que deberíamos democratizar el sistema de gobierno mundial. El mundo se está globalizando con rapidez, eliminando fronteras y fundiéndose casi en una entidad, una comunidad mundial, prácticamente un país mundial. Ahora bien, no se habla de una democracia mundial en la que los países tengan igualdad de derechos. Lo mejor de la democracia es que los pobres gozan del mismo derecho de voto que los ricos. Debido a que hay más pobres que ricos, esto ha obligado a quienes desean gobernar a prestarles atención. Los numerosos países pobres mejorarán sin lugar a dudas si hay una democracia internacional.

11. Sin embargo, tal vez eso tarde mucho tiempo en llegar. Mientras tanto, hay más personas que mueren de inanición. No podemos esperar.

12. Afortunadamente puede haber un atajo, no para alcanzar una democracia internacional completa, sino para que los países pobres puedan adquirir algún peso en los asuntos internacionales, un peso suficiente para superar una pequeña parte de su miserable condición.

13. Ahora estamos negociando el libre comercio en la Organización Mundial del Comercio. Los ricos quieren que los pobres abran las puertas de sus países, para así explotarlos completamente. Los ricos son quienes establecen el programa, y su programa se orienta de manera ostensible a sus intereses. Si se acepta el programa ganarán, con independencia del resultado.

14. En Cancún los Miembros pobres o más pobres de la OMC se opusieron. (Los más pobres ni siquiera pueden sentarse a la mesa). Los ricos pueden considerar Cancún como un fracaso, pero para los pobres es una victoria, si se puede llamar así. Por primera vez los pobres presentaron un frente unido y se negaron a debatir el programa preparado.

15. Ahora bien, no podemos limitarnos a rehusar. Tenemos que presentar nuestro propio programa, que no sólo nos beneficia a nosotros, sino también a los ricos. Nuestro programa debe ser equitativo para ambos. Nuestro programa se debe concentrar en la equidad. En lugar del libre comercio, debemos insistir en el comercio justo y en que en el país mundial virtual quienes se beneficien de él deban pagar sus deudas, de manera que los pobres también puedan obtener un beneficio.

16. En la mayoría de los países, los ricos y las empresas pagan impuestos sobre la renta y de sociedades. Puesto que los ricos obtienen su riqueza de la sociedad, deben devolverle una parte de dicha riqueza. Cuanto más estable y solidaria sea la sociedad, mayor riqueza conseguirán los ricos. La consecuencia es que también serán mayores los impuestos que habrán de pagar los ricos.

17. De la misma manera, en un país mundial virtual las empresas que más se beneficien del comercio y las actividades mundiales deberán pagar impuestos sobre sus beneficios al mundo globalizado, a través de un organismo mundial, después de pagar y deducir sus impuestos en los países en los que actúan. No deja de ser lógico y natural que hagan esto, porque los países del mundo y la población son los que hacen posible que puedan obtener dinero en todo el mundo. Los pequeños comerciantes que actúan en un país no se benefician en absoluto de las actividades comerciales internacionales, por lo menos directamente. Por tanto, no tienen por qué pagar un impuesto mundial.

18. Llegados a este punto, será útil echar un vistazo a las multinacionales. Se supone que las inversiones extranjeras directas (IED) contribuyen a aumentar la riqueza económica de los países en los que se realizan. Esto es verdad hasta cierto punto. Sin embargo, la mayoría de las personas que hablan de dichas inversiones no se han decidido a examinar en qué consisten en realidad.

19. Malasia comenzó a promover las inversiones extranjeras ya en los años sesenta, mucho tiempo antes de que se difundiera el término de IED. Los salarios de nuestro país equivalían aproximadamente al 5 por ciento de los que se pagaban en los países de los inversores, pero esto no fue suficiente para atraer las IED. Tuvimos que ofrecer 10 años de exención fiscal. Después de 10 años las empresas extranjeras no tenían ganancias a causa de los precios de transferencia, de manera que no se pagan al país anfitrión impuestos sobre las sociedades de capital. Nos dijeron que esto también era un incentivo y que cualquier intento de interrumpir esta práctica provocaría el éxodo de las empresas e impediría nuevas IED.

20. Se supone que las IED comportan una afluencia de capital. Sin embargo, cuatro quintas partes del capital se piden prestadas a los bancos del país, y la quinta parte restante consiste en servicios y otros factores, no en dinero en efectivo. Así pues, en realidad no se produce una entrada de capital.

21. Actualmente la mayoría de los países en desarrollo desean atraer inversiones extranjeras directas, para lo cual ofrecen cada vez más incentivos. Ahora, los países con mano de obra más barata han comenzado a competir por las IED. Nosotros tenemos que adaptarnos a lo que estos países ofrecen. Inevitablemente, los que saldrán ganando son los inversores extranjeros.

22. Al mismo tiempo los países ricos perjudican a los países pobres al ofrecer gratuitamente tierras y capital a los inversores.

23. Lo que está claro es que las ganancias de las multinacionales proceden de las contribuciones de los países pobres en forma de salarios bajos, la posibilidad de evitar impuestos, el suministro de capital y un sinnúmero de incentivos más. Si las empresas pagaran un impuesto mundial reducido sobre sus ganancias, éste no alcanzaría la suma total que ahorran gracias a los bajos salarios, los incentivos, etc., que los países pobres les proporcionan. Esencialmente, el impuesto se pagaría con las ganancias obtenidas directamente de los países pobres. Sin duda estas empresas no deberían quejarse por un pequeño impuesto mundial después de todas las ganancias que obtienen gracias a los bajos costos de los países pobres. Sin embargo, la Organización Mundial del Comercio nunca ha considerado la posibilidad de incluir este tema en su programa. Ya es hora de que los Miembros más pobres de la OMC insistan en que se debe introducir una tasa mundial de las empresas como parte de las condiciones para la apertura de sus mercados.

24. Pero ¿qué se desea hacer con este dinero? Distribuirlo en forma de dádivas o prestarlo a los países pobres como se hizo anteriormente. Tenemos que admitir que la ayuda y los préstamos del pasado no han beneficiado a los países pobres ni a su población. Es más, lo que han logrado es que muchos países quedaran endeudados para siempre. Necesitamos un enfoque diferente para garantizar que el dinero produzca un buen rendimiento.

25. Sabemos que cuando se construye una carretera o un sistema ferroviario, la propia construcción creará empleos y oportunidades económicas. Cuando se haya completado surgirán nuevas ciudades, se crearán nuevas actividades, se lograrán mejores precios para los productos locales, precios más bajos para los importados e innumerables beneficios más. Sin embargo, la falta de fondos impide a los países pobres construir la infraestructura que necesitan, y al no poder construirla siguen siendo pobres.

26. Lo mismo ocurre con otras infraestructuras, como puertos, aeropuertos, centrales hidroeléctricas, sistemas de abastecimiento de electricidad y de agua, de telecomunicaciones, etc. Todas ellas generan ventajas económicas y crecimiento. Pero en muchos países donde escasean los alimentos, es más importante la infraestructura necesaria para la agricultura y la producción de alimentos.

27. La ciencia moderna ha hecho posible la producción de cultivos prácticamente en cualquier lugar del mundo. Es vergonzoso que no estemos haciendo lo que hicieron los antiguos egipcios con el valle del Nilo, convirtiendo el desierto en un territorio rico y fecundo, produciendo alimentos y creando una de las mayores civilizaciones de la historia. Lo mismo puede decirse de los ríos Éufrates, Tigris, Indo y Yang-tze. A lo largo de ellos crecieron grandes civilizaciones, ya que sus aguas permitieron regar las tierras, producir cereales para consumo humano y criar ganado.

28. Sin embargo, sabemos que incluso ahora hay muchísimos ríos y lagos que no se utilizan para el riego de tierras que producirían alimentos. Por más yermas y secas que sean las tierras, no demasiado lejos hay una fuente de agua. Si es posible transportar el gas y el petróleo por tuberías que recorren miles de millas a través del desierto, por el fondo del mar y cruzando montañas o anchos ríos, no cabe duda de que lo mismo puede hacerse con el agua.

29. Libia construyó su río artificial para regar los desiertos. Muchos se rieron de este esfuerzo y afirmaron que en poco tiempo se secaría el acuífero. En cambio, deberíamos ayudar a este país a mantener por más tiempo el acuífero mediante técnicas y sistemas mejores. Después de todo, cuando extraemos petróleo del terreno también estamos agotando un recurso natural. El agua no puede desaparecer como desaparece el petróleo, porque se recicla. Sería mucho mejor que estudiáramos la experiencia del gran río artificial de Libia y aprendiéramos de ella para entender cómo podría aplicarse el mismo sistema en otros sitios, en lugar de rechazar sin más esta idea como una locura de Ghaddafi.

30. La enseñanza más importante que se puede aprender de Libia es que cuando se dispone de dinero se puede hacer hasta lo imposible o lo absurdo. El problema es el dinero, no la disponibilidad de recursos, y tampoco la ingeniería o la tecnología.

31. Volvamos ahora a la cuestión de los impuestos que me he permitido proponer. Necesitamos dinero para construir una infraestructura que nos enriquezca, en particular la infraestructura agrícola. Si la preocupación es que ese dinero pueda estar mal administrado, como ocurrió en el pasado, debemos idear nuevas maneras y nuevos mecanismos para garantizar que se alcancen los objetivos previstos. Lo importante es recordar que las estructuras deben construirse. Los contratistas deben ser los más capaces de realizar el proyecto. Si no son locales, esto no debe suscitar quejas. Con independencia de quién realice las obras, los trabajadores, contratistas y proveedores locales saldrán beneficiados. También obtendrán ventajas las pequeñas empresas locales. Durante la construcción habrá sin duda una enorme afluencia de capital, que habrá de beneficiar al país y a su población.

32. Una vez construidas las infraestructuras, su funcionamiento y mantenimiento deberán estar a cargo de personal competente, que será local si es que lo hay, o extranjero si es necesario. Los costos de un funcionamiento eficaz de las instalaciones también deberán sufragarse con los fondos recaudados mediante el impuesto mundial. Con el tiempo, el país interesado estará en condiciones de hacer funcionar el sistema y sufragar los gastos de tal funcionamiento.

33. El resultado neto de la construcción y el suministro de las infraestructuras necesarias, en particular para la agricultura de los países pobres, debe ser la reducción de la inanición y el enriquecimiento de esos países y de su población. Si la población se enriquece, todos salen ganando.

34. He explicado antes cuál es el verdadero carácter de las inversiones extranjeras directas. Lo hice para justificar la propuesta de que estos inversores paguen un impuesto mundial de sociedades. Sin embargo, sería una negligencia de mi parte no reconocer que las IED pueden, de alguna manera, enriquecer a un país pobre.

35. Como he dicho antes, Malasia posee larga experiencia en materia de IED. Nuestro objetivo principal era crear empleos para nuestra población. En este sentido la actuación de las industrias extranjeras ha sido excelente, hasta tal punto que actualmente tenemos pleno empleo y debemos aceptar trabajadores extranjeros.

36. Además de esto, nuestra población ha prosperado gracias a una serie de actividades colaterales de construcción, suministros y servicios. En pocas palabras, nuestra población y nuestro país prosperaron gracias a las inversiones extranjeras directas.

37. Sin embargo, lo más importante es que los países ricos y sus empresas también se beneficiaron de otras maneras. Una Malasia próspera se ha transformado en un excelente mercado para los productos de los países ricos. El aumento de los ingresos disponibles que ha acompañado al crecimiento económico ha determinado un rápido incremento de las importaciones de productos extranjeros.

38. Un país pobre no puede ser un buen mercado. Esto es lo que Malasia ha aprendido. Por este motivo hemos adoptado una política denominada de “Fomento de la prosperidad de nuestros vecinos”. Creemos que si podemos ayudar a nuestros vecinos a alcanzar una situación más próspera se creará un mercado del que podremos beneficiarnos. Por consiguiente, hace más de 15 años pusimos en marcha un modesto programa denominado Programa de cooperación técnica de Malasia para ayudar a otros países a sacar partido de nuestra experiencia de desarrollo. Esta iniciativa ha dado abundantes frutos en lo que se refiere al aumento de las exportaciones malasias.

39. Si la experiencia de Malasia sirve de algo, podemos suponer que un mundo próspero constituiría un buen mercado para los países ricos. Deberían considerar que los impuestos que pagan son una inversión para su futuro, una inversión en un mundo más estable y un mercado más rico. Con ella ganarán más de lo que pagan.

40. No sé cuál es la situación financiera de la FAO. No obstante, dudo que reciba fondos suficientes para llevar a cabo la onerosa labor que le compete en el ámbito de la agricultura y la producción de alimentos. Sin duda no estará en condiciones de construir las infraestructuras que he mencionado. Pero las Naciones Unidas no podrán asignar más recursos. La única vía es establecer un organismo que recaude este impuesto como parte del sistema de las Naciones Unidas, a fin de recibir y administrar los fondos con la finalidad específica de construir las infraestructuras enriquecedoras necesarias en los países pobres. No cabe duda de que debe otorgarse prioridad a la creación de infraestructura agrícola en los países expuestos a hambrunas.

41. Las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio deben incluir este impuesto entre los temas de sus debates. Cobrar impuestos a los ricos para ayudar a los pobres es un objetivo deseable desde el punto de vista moral. Sin embargo, este impuesto también aumentará la riqueza de los ricos. Es, por consiguiente, un impuesto equitativo.

42. Gracias señor Director General, por haberme brindado esta oportunidad de referirme a un tema que ya había planteado Hainan, China, ante un público de hombres de negocios, funcionarios e intelectuales. La respuesta que obtuve fue el más absoluto silencio.

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