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Alimentos a base de hojas de árboles y arbustos

N.W. Pirie

N.W. PIRIE trabaja en la Rothamsted Experimental Station, Harpenden, Herts., Reino Unido. Este artículo es una versión reducida de un artículo publicado en Appropriate Technology Londres, noviembre de 1978.

Las hierbas y otras plantas pequeñas constituyen el alimento principal de los animales domésticos de pasto en Europa y América del Norte. Pero, incluso en el Reino Unido, los ciervos de las tierras altas pueden producir mas carne que las ovejas en una zona similar, ya que el brezo es un alimento importante para ellos (1). Los ciervos del parque de Hertfordshire se dedican más a ramonear que a pastar; las hierbas no representan más que el 10%, aproximadamente, de su alimentación (2). Los animales domésticos de las regiones tropicales dependen del ramoneo igual o más que del pasto.

Los asesores agrícolas capacitados en regiones donde predomina el pasto han tardado en reconocer la importancia del ramoneo, pero, ahora que ha quedado demostrado, se está dedicando, por fin, mayor atención a los árboles y arbustos. Un factor importante en este sentido es que los árboles y arbustos poseen raíces permanentes, y a menudo profundas, lo que contribuye a estabilizar el suelo en lugares donde lluvias intensas pueden causar erosión, y les permite utilizar aguas y nutrientes profundos que quedan fuera del alcance de la mayoría de las hierbas. Por ello, pueden permanecer verdes cuando las hierbas se secan. Hoppe (3) sugiere que, en los pastizales semiáridos, los animales que ramonean se desenvuelven mejor que los que pastan, porque seleccionan los tipos de hoja más jugosos.

CABRA RAMONEANDO UN ESPINO (ALTO VOLTA SEPTENTRIONAL) - algunos agricultores se muestran menos entusiastas

El reconocimiento de la importancia del ramoneo ha dado origen a algunos estudios sobre el valor nutritivo de las hojas de árboles. Nadie pretende demostrar que sean mejores que el forraje convencional, sino que vale la pena utilizarlas y que, a menudo, se encuentran en tierras marginales que, de otro modo, no se utilizarían. Uno de los sistemas para conservar los bosques es incrementar la producción de alimentos no cultivables. McLeod (4), Rees (5), Finzi y Giulini (6), y McKell (7) han estudiado muchas especies. Las hojas y otros subproductos secundarios de la industria del aceite de oliva constituyen un buen forraje para el ganado vacuno (8). Se cree que las hojas de roble pueden utilizarse para la alimentación de las aves de corral (9), aunque las hojas que caen espontáneamente sólo contienen un 1% de nitrógeno.

Los animales que pastan libremente saben muy bien que algunas hojas son venenosas y las evitan, pero, si se les suministran en forma de harinas forrajeras, probablemente no serán capaces de distinguirlas. Afortunadamente, son pocas las especies venenosas que es necesario excluir absolutamente, por ejemplo, las agujas del pino ponderosa (10). Las hojas de Leucaena son a veces venenosas, pero se están produciendo variedades no tóxicas (11).

Las hojas de árboles recogidas antes de la senescencia contienen un 2-4% de nitrógeno (12). En esto se parecen a las plantas forrajeras usuales. Por analogía con lo que ocurre en otras hojas, puede deducirse, que, probablemente, el 6080% de este nitrógeno se halla presente en forma de proteínas, pero no se han realizado mediciones sistemáticas. Tampoco se ha medido el valor nutritivo de las proteínas, después de separarlas de la mayoría de los demás componentes de la hoja. Siren (13) ha publicado una amplia serie de análisis de aminos en hojas de varias especies arbóreas que se parecen mucho a los análisis realizados en cultivos forrajeros. No sorprende esto, ya que Byers (14) observó que las proteínas derivadas de diferentes especies de hojas eran similares. La producción anual de proteínas extraídas procedentes de chopos cultivados en condiciones ideales en el sur de Suecia puede alcanzar hasta 7 t por ha (12). En condiciones más normales, la producción anual de hojas (materia seca) asciende a sólo 2-4 t. Ahora bien, a primera vista, parece haber razones suficientes para estudiar el rendimiento y la composición de las hojas de árboles, así como sus posibilidades como fuente de alimentación humana y animal.

BOSQUE TROPICAL EN ASIA - una cosecha de nutrientes abierta al investigador

Las hojas jóvenes de muchos árboles, por ejemplo el marango o la cañafístula en la India y el majuelo en el Reino Unido, se usan o se usaban como alimentos tradicionales. En algunas aldeas indias la cañafístula se deshoja hasta el punto de poner en peligro su supervivencia. Análogamente, se comen o se comían las hojas de algunas plantas muy idóneas para setos, especialmente la chaya en la zona tropical de América Central y el haya en Europa. Quedan aún muchas cosas por investigar. Es absurdo que en las zonas residenciales se derroche tanto esfuerzo en recortar setos y se desechen después las ramas, cuando, seleccionando debidamente las especies, podría cortarse una parte del seto cada cierto tiempo para utilizarla como alimento. Recientemente se han publicado muchos libros útiles que recomiendan el uso de plantas silvestres como alimentos, aunque ciertamente son discutibles algunas de las afirmaciones que se hacen en ellos. Seria conveniente que los autores indicaran claramente la cantidad de hojas que normalmente comen, ya que el peligro acecha en todo tipo de alimentos. Muchas de las hortalizas comunes, como la col, la col rizada y las espinacas son saludables si se comen con moderación, pero nocivas si se comen en exceso y diariamente. Aunque es imposible prescribir cifras concretas, el limite entre la «moderación» y el «exceso» puede colocarse en torno a los 150 g (peso en fresco). Es éste un argumento para utilizar más especies, en vez de menos, ya que las sustancias, posiblemente nocivas, que se encuentran en distintos alimentos son diferentes. A menudo, debería eliminarse el agua de cocción, a pesar de la consiguiente pérdida de vitamina C, porque la toxicidad es una cuestión cuantitativa.

Es fácil recoger hojas de árboles para uso doméstico, pero la recolección en grandes cantidades plantea problemas. Las hojas que caen en otoño (por ejemplo las hojas de roble) generalmente contienen pocas proteínas. Existen determinadas sustancias químicas que hacen caer las hojas en la época del año en que contienen más proteínas. Seria conveniente investigar el uso de estas sustancias, aunque es probable que se limite también el crecimiento al cortar a matarrasa los árboles cada pocos años. El crecimiento recto y sin ramas de los árboles cortados a matarrasa simplifica la recogida mecánica de las hojas. Actualmente se cultivan extensamente árboles cortados a matarrasa para la producción de pasta para papel y leña. La mitad de los árboles que se talan hoy día en el mundo se utilizan para leña y algunos países han planeado cultivar «plantaciones energéticas» de árboles cortados a matarrasa para la producción de energía industrial. Al escoger las especies y variedades para estas plantaciones, convendría prestar un poco de atención a la utilidad de las hojas que se descartan.

CORTA DE CACTUS SIN ESPINAS EN TÚNEZ - pienso para ovejas, durante la sequía, rico en agua, fibra y nutrientes

En la U.R.S.S., las hojas y ramitas que se recogen en las actividades forestales convencionales se secan, muelen, y fraccionan en una corriente de aire, y se utilizan como forraje para el ganado (15). En los Países Bajos, se vendió en el mercado, con la etiqueta equivoca de «alfalfa», harina de hojas de acacia, recogidas probablemente de esta forma (16).

En Rumania y Yugoslavia (17), se ha insistido en las ventajas de elaborar productos que se utilicen sobre todo como forrajes para rumiantes. Evidentemente, es mejor utilizar las hojas y las agujas de coníferas con este fin en vez de desperdiciarlas, pero seria preferible aún, de ser posible, utilizarlas para producir alimentos humanos y evitar la pérdida del 80-90% que se produce cuando los animales convierten las proteínas forrajeras en proteínas comestibles. En otro estudio se han examinado abundantes datos que prueban la utilidad de las proteínas de las hojas como alimentos (18). Se han extraído proteínas de agujas de pino por procedimientos sólo practicables en laboratorio: Gezelius (19) proporciona algunos datos. Los intentos preliminares realizados en Rothamsted para extraer proteínas de las hojas de algunas especies de latifoliadas indican que la extracción no es tan fácil como en los cultivos forrajeros comunes. Las proteínas pueden extraerse fácilmente de arbustos de saúco y de gliricidia (árbol tropical): Carlsson (texto inédito) lo ha conseguido con otras especies. Habría que examinar más especies y variedades, y ensayar diversas técnicas de extracción con vistas a descubrir, bien especies de las que se pueda extraer fácilmente con los métodos actuales, o bien métodos convenientes para uso a gran escala y que sean eficaces en las especies más recalcitrantes. No se comenzará a trabajar en este sentido hasta que los técnicos forestales y los que controlan los fondos para la investigación se convenzan de que estamos literalmente desperdiciando un subproducto potencialmente valioso, que probablemente será más abundante en el futuro.

Actualmente, los elementos que contienen las hojas caídas fertilizan los árboles y mantienen un ciclo más o menos cerrado. La madera que se extrae contiene principalmente carbono, hidrógeno y oxígeno, que se obtienen del aire y la lluvia. Extrañamente, los técnicos forestales se han mostrado reacios a reconocer que este estado de cuasi equilibrio puede no ser ideal y que los árboles, como otros cultivos, pueden crecer más rápidamente fertilizándolos debidamente. Los técnicos forestales se han convencido de que hay que fertilizar los viveros de árboles, pero los árboles adultos mejorarían también con una nutrición apropiada.

En experimentos anteriores (20, 21), se ha mostrado que la fertilización puede cuadruplicar la producción de madera. Miller (22) y Matthews (23) describen experimentos más recientes. Es lógico suponer que la reacción a los fertilizantes será todavía más positiva si se cortan regularmente las hojas para otros usos, en vez de dejarlas deteriorarse en la tierra en que han crecido. No obstante algunos intentos románticos de obtener algo a cambio de nada, existe ya un consenso general de que, si se sustraen regularmente elementos del suelo, es necesario restituirlos tarde o temprano para que cualquier tipo de cultivo pueda crecer adecuadamente. Los árboles de los que se extraen hojas necesitarán ser fertilizados regularmente.

Referencias

1. BLAXTER, K.L., KAY, R.N.B., SHARMAN G.A.M.; CUNNINGHAM, J.M.M. y HAMILTON, W.K. 1974. Farming the red deer. Department of Agriculture and Fisheries, Escocia Edimburgo, HMSO.

2. JACKSON, J.E.; CHAPMAN, D.I. y DANSIE, O.A. 1977. Note on the food of Muntjac Deer (Muntiacus reevesi). J. Zool. (Lond.) 183, 546.

3. HOPPE, P.P.; QVORTRUP, S.A. y WOODFORD, M.H. 1977. Rumen fermentation and food selection in East African Zebu cattle, wildbeest, Coke's hartebeest and topi. J. Zool. (Lond.) 191, 1.

4. MCLEOD, M.N. 1973 The digestibility and the nitrogen, phosphorus and ash contents of leaves of sume Australian treos and shrubs. Aust. J. exp. Agr. Animal Husbandry, 13, 245.

5. REES, W.A. 1974 Preliminary studies into bush utilization by cattle in Zambia. J. appl. Ecol., 11, 207.

6. FINZI, A. y GlULINI, P. 1975. Le foraggere della boscaglia della regione del Benadir (Somalia); raccolta, composizione botánica e chimica. Riv. Agric. Subtropicale Trop., 69, 129.

7. MCKELL, C.M. 1975. Shrubs - a neglected resource of arid lands. Science, 187, 803.

8. NIGH, H. 1977. The use of olive leaves as roughage for dairy cattle. Appropriate Technology, 4 (2) 11.

9. ROBEL, E.J. y FROBISH, L.T. 1977. Airdry tree leaves for use in a restricted dietary regime. Poultry Sci., 56, 715.

10. ANDERSON, C.K. y LOZANO, E.A. 1977. Pine needle toxicity in pregnant mice. Cornell Vet., 67, 229.

11. NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES. 1977 Leucaena: promising forage and tree crop for the tropics. Wáshington.

12. NEDORIZESCU, M. 1972 Producerea unor fainuri furajere din diverse resurse ale fondului forestier. Revista de Zootecnie di medicina Veterinaria 22 (12) 31.

13. SIREN, G.; BLOMBACK, B. y ALDEN, T. 1970 Proteins in forest tree leaves. Royal College of Forestry, Estocolmo, Publ. 28.

14. BYERS, M. 1971. The amino acid composition and in vitro digestibility of some protein fractions from three species of leaves of various ages. J. Sci. Fd. Agric., 22, 242.

15. YOUNG, H.E. 1976. Muka: a good Russian Idea.J. Forestry, 74, 160.

16. ANÓN. J. 1974. Flour & Animal Feed Milling. 156 (7) 45.

17. NADAZDIN, M.; DZINIC, M.; TERZIC, D. BUGARSKI, D. y BUKOJEVIC, J. 1974. Possibility of using vitamin-mineral conifer meals in feeding sheep. Quoted from Nutr. Abs. Rev., 46, 188, 1976.

18. PIRIE, N.W. 1978. Leaf protein and other aspects of fodder fractionization. Cambridge University Press, Londres.

19. GEZELIUS, K. 1975. Extraction and sume characteristics of ribulose 1, 5-diphosphate carboxylase from Pinus silvestris. Photosynthetica, 9, 192.

20. LAURIE, M.V. 1960. The place of fertilizers in forestry. J. Sci. Fd. Agric., 11, 1.

21. STOECKLER J.H. y ARNEMAN, H.F. 1960. Fertilizers in forestry. Adv. Agrom., 12, 127.

22. MILLER, H.G. 1969. Nitrogen nutrition of pines on the sands of Culbin Forest, Morayshire. J. Sci. Fd. Agric., 20, 417.

23. MATTHEWS, J.D. 1975. Prospects for improvement by site amelioration, breeding and protection. Phil. Trans. R. Soc., 271, 115.

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