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¿Por qué es tan difícil producir leña?

Raymond Noronha

RAYMOND NORONHA, sociólogo, es funcionario del Banco Mundial.

Los técnicos forestales deben manifestar la voluntad de comprender a la población para la proyección y la ejecución de los programas de plantación de bosques de aldea. La aceptación o el rechazo de estos bosques depende de factores sociales, culturales, económicos y de política local.

La madera es la principal fuente de energía utilizada por la mayor parte de la población mundial para cocinar, calentar las viviendas y permitir el funcionamiento de las industrias locales. Los bosques que producen leña están sometidos a una presión cada vez mayor ¹. Esto confirma la necesidad de considerar el bosque de aldea, como uno de los medios más importantes para superar la crisis de la energía maderera.

Cabe formular dos postulados fundamentales: primero, que se conocen bien las técnicas de plantación de bosques, y segundo, que los árboles satisfacen una vasta gama de necesidades s humanas y son una de las fuentes de energía más baratas. Si no hay desacuerdo sobre estos puntos, ¿ por qué no se están plantando bosques en todos los pueblos en los países en desarrollo que tanto los necesitan? Las causas no son de orden tecnológico sino sociales y políticas.

Son pocos y relativamente recientes los programas de plantación de bosques de aldea, en China, la República de Corea, India (Gujarat), Tanzania y Niger. Han dado resultados tanto buenos como malos, pero todos han sido objeto de amplios estudios 2.

Cortando leña en Africa del norte. (la producción de energía redunda en una mayor presión sobre los bosques)

China. En un periodo de treinta años, desde 1949 hasta 1978, la superficie boscosa de China aumentó en 72 millones de ha, o sea, en un 12,7 % de la superficie territorial. La causa principal de este aumento fue la movilización en masa de las comunidades campesinas. Se fijaron metas nacionales que ulteriormente se subdividieron a nivel de objetivos específicos de los distritos, brigadas y comunas.

El espíritu revolucionario que animaba a éste y a los demás programas de China era el esfuerzo de reconstrucción y de renovación. Ya habla una organización al efecto; la división de las tareas estaba prescrita uniformemente en todo el país y su ejecución correspondía a una eficaz jerarquía de funcionarios y cuadros.

República de Corea. La experiencia de Corea ha recibido mayor publicidad que la de China, como modelo para otros países en desarrollo, porque su apariencia es más espectacular. Hasta 1973 hablan fracasado todos los esfuerzos por controlar la degradación del bosque, y las plantitas colocadas por los forestales se cortaban a los seis meses de plantarlas. Tradicionalmente, el bosque habla sido considerado por los aldeanos como una fuente de leña gratuita, lo cual condujo a su progresiva desaparición en torno a los pueblos y al uso de combustibles diversos: hojas, hierbas, paja de arroz, rastrojos de maíz y otros residuos agrícolas. Corea inició en 1973 un programa cuádruple que consistía en el fortalecimiento del Departamento Forestal y en la promulgación de una nueva ley de bosques. Además, realizó una campaña de extensión e información pública. En esta forma fomentó la plantación de árboles, las medidas de conservación y el cumplimiento de la nueva ley. Aplicó la prohibición de recoger con rastrillo las hojas y el pasto seco de los bosques e inició un plan nacional de reforestación para plantar bosques leñeros en cada pueblo.

Preparación del pan en una aldea de Nepal (la mayor parte de la población mundial utiliza leña para cocinar)

Este programa se inspiraba en el espíritu de la Samaeul Udong (Nueva Comunidad), movimiento iniciado en 1971 basándose en el programa de desarrollo de las comunidades financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional en los años cincuenta. Tenía por objeto lograr un mayor grado de autosuficiencia y la descentralización en la toma de decisiones. Uno de los objetivos del programa era la a iluminación del espíritu», o modernización del pensamiento y de las estructuras sociales, para motivar a la población campesina a mejorar sus condiciones de vida. Dos estructuras organizativas conexas sirvieron de base a la formulación y a la aplicación de esta política. Por una parte, los organismos gubernamentales ordinarios, bajo la supervisión del Ministerio del Interior, ofrecieron fondos (en caso necesario), asesoramiento técnico y planes de desarrollo, de acuerdo con las prioridades señaladas por los habitantes del pueblo. Por otra parte, cada pueblo organizó un comité con un dirigente electo (que no era el jefe del pueblo, nombrado por el Gobierno), el cual mantenía relaciones con los comités de condado y de distrito.

Se creó además una organización forestal semejante. A nivel de la aldea se vincularon las uniones de distrito y de condado a una federación nacional y a una nueva Asociación de Bosques de Aldea. La ayuda del Gobierno se daba por intermedio de los forestales destacados a nivel de unión y de condado.

La organización coreana, que ha asombrado a algunos observadores, suma un programa y una federación nacionales impuestos desde arriba a la toma de decisiones de las asociaciones de pueblos. Este programa dio resultados muy superiores a las expectativas. Cuando se pidió ayuda al Banco Mundial para ampliarlo, en 1976, se estaban plantando árboles a razón de 40 000 ha anuales.

India (Gujarat). En 1969 se tomó conciencia de la rápida disminución de la superficie de las reservas forestales de ese estado, a causa de las constantes incursiones de la población rural en busca de leña, forraje y madera de construcción. La población rural se veía obligada a usar cada vez más como combustible los residuos agrícolas y el estiércol, en desmedro de la producción agrícola. El Departamento de Bosques puso en práctica una doble política para invertir esta tendencia. Por una parte, demostró a la gente que es posible plantar árboles que producen utilidades con relativa rapidez y, por otra, lanzó una vasta campaña de información pública. Al ejecutar lo primero, se indujo al Gobierno a traspasar al Departamento de Bosques la jurisdicción sobre las orillas de los caminos y los canales para la plantación de árboles. La campaña de publicidad consistía en distribuir gratuitamente plantitas y consejos de extensión; en la proyección de películas y la exhibición de carteles; en concursos de plantación de árboles en las escuelas, los terrenos industriales y los recintos gubernamentales, y en celebrar ceremonias anuales de plantación. A los pocos años el gobierno de Gujarat ya respaldaba plenamente los esfuerzos del Departamento, y la corporación municipal de la ciudad más grande del estado (Ahmedabad) otorga ahora un certificado de terminación de un nuevo edificio sólo si el constructor ha plantado por lo menos cinco árboles en los espacios descubiertos que lo rodean. Actualmente el número de árboles plantados es tan alto, especialmente en los latifundios, que los 50 millones de plantitas distribuidas este año han sido insuficientes para satisfacer la demanda. La meta del próximo año es de 100 millones de plantitas.

El programa de plantación en terrenos gubernamentales y de fomento de la plantación particular puede considerarse un gran éxito, pero los resultados del programa de plantación de bosques de aldea han sido más discretos. A partir de 1974, el Departamento decidió tratar de interesar en la reforestación de los campos comunes a los panchayats, órganos de los pueblos elegidos localmente. Este método es muy diferente del utilizado en Corea. El Departamento pide al pueblo que destine parte de sus terrenos a la reforestación y realice labores de plantación, manutención y protección; son éstas plantaciones a supervisadas». En la época de la corta, el pueblo recibe la mitad del producto neto de las ventas.

Además, hay en los pueblos plantaciones de autoayuda para las cuales el Departamento de Bosques sólo suministra gratuitamente las plantitas y la asistencia técnica. Hasta ahora sólo hay plantaciones supervisadas en 2 500 pueblos y plantaciones de autoayuda en 70, o sea, en alrededor del 14% de los pueblos del estado. Los funcionarios del Departamento de Bosques ciertamente proyectan aumentar sus esfuerzos por convencer a un mayor número de panchayats a hacer plantaciones de bosques de las comunidades, pero es posible que sus esfuerzos no den tan buenos resultados como el fomento de la actividad forestal individual.

Tanzania. Los bosques de aldea en Tanzania tampoco han dado buenos resultados, pero el programa es relativamente reciente, ya que comenzó sólo en 1975. La organización y el proceso de toma de decisiones siguen muy de cerca al modelo de Corea. La unidad fundamental de un pueblo ujamaa es la asamblea, que elige un consejo y un líder, el cual es también secretario del partido. Además de trabajar en sus propias parcelas, los habitantes del pueblo tienen que realizar labores comunales. La formulación del programa se realiza a nivel de la aldea, y luego pasa al barrio, a la división, al distrito y a la región. A nivel de la aldea, el asesor y gerente es un funcionario nombrado por el Gobierno. Esta estructura contempla la planificación y la toma de decisiones directamente a nivel de la aldea. En todos los niveles hay una interrelación entre el personal gubernamental y el electo, pero el programa de plantación todavía no ha logrado resultados comparables a los de Corea o de China.

Níger. Menos éxito ha tenido el esfuerzo por plantar 500 ha de bosques de aldea en Níger, en virtud de un proyecto del Banco Mundial. «Apenas se plantaban los árboles», decía un observador, a la gente los arrancaba, o permitía el ramoneo incontrolado» ³. De otro programa similar, financiado por el Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, se decía que a la participación local efectiva en la reforestación se ha visto sofocada por el hecho de basarse exclusivamente [...] en un sistema de bosques de la comunidad que no utiliza el contexto sociopolítico local como vehículo de los esfuerzos de reforestación...» 4. Tampoco en el Alto Volta han dado buenos resultados los programas de bosques de aldea 5.

Factores sociales

¿Cuáles son las causas de los éxitos y fracasos de los programas mencionados? ¿Hay algún principio que pueda desprenderse de ellos y usarse con provecho en futuros proyectos de bosques de aldea; o bien cada caso es único, como se insinúa a veces, y no hay ninguna posibilidad de relacionar la experiencia de un proyecto con la de otro 6?

El éxito del experimento de China puede atribuirse a una filosofía generalizada y a una firme estructura organizativa. En efecto, había una revolución política continua basada en una filosofía social particular, con un líder omnisciente, ejemplo y símbolo de la unidad. Además, existía una estructura organizativa, acompañada de la amenaza de penas y castigos, que descendía hasta el pueblo más humilde. Es claro que este ejemplo no es fácil de imitar, pero pone de relieve la necesidad tanto de una organización coherente como de una autoridad que respalde toda decisión, aunque no necesariamente en forma vocinglera y descubierta.

El éxito logrado en Corea se ha atribuido a su a tradición confuciana que insiste en la obediencia a la autoridad jerárquica y en la cohesión social» 7,8, pero este aserto no dice toda la verdad. Los calificativos del carácter nacional son notoriamente simplistas y limitados en el tiempo, y pasan por alto el proceso tan «democrático» de la participación de los aldeanos que caracteriza al programa.

Hay otros factores más importantes. Los pueblos de Corea son homogéneos; no están divididos en castas ni tribus. Las desigualdades económicas son leves. Por eso hay una relativa igualdad entre los habitantes de un mismo pueblo. Como en el programa de China, existe un compromiso del Gobierno de hacer plantaciones de aldea. Este cometido asume la forma de ayuda presupuestaria, pericia técnica, educación del público y aplicación de la ley. En tales circunstancias no es difícil a convencer» al propietario de tierras a desprenderse de sus terrenos boscosos a cambio del 10% de las utilidades producidas por la plantación de árboles. Además, no es difícil persuadir al aldeano a realizar su parte de los deberes de la comunidad, puesto que si no lo hace incurre en la pena que le aplican los demás habitantes del pueblo. La Samaeul Udong, que funcionaba en otras esferas de la actividad del pueblo, se incorporó con buenos resultados al movimiento de reforestación. La estructura organizativa llega hasta el pueblo y sirve de foro a la expresión, aunque, en última instancia, las necesidades y los proyectos se determinen a nivel nacional.

Gujarat presenta un contraste interesante, porque ha aumentado la plantación individual mientras que los bosques de aldea se han quedado atrás. Esto ha sucedido porque los pueblos de la India, a diferencia de los de Corea, son heterogéneos. Las numerosas castas sólo se reúnen para celebraciones tradicionales claramente reconocidas, por ejemplo, los festivales en los templos. En otras ocasiones, como en los matrimonios, algunas castas efectivamente actúan en común, pero sólo en los limites determinados por la tradición 9. No hay tradición de acción comunal para proyectos tales como los de plantación de árboles.

Horno portátil para la producción de carbón vegetal (los programas actuales sólo permiten satisfacer una mínima fracción de las necesidades)

Sin embargo, algunos pueblos han iniciado proyectos forestales de autoayuda. La opinión oficial lo atribuye a la falta de fondos. Es verdad que en su mayoría los panchayats carecen de dinero para realizar cualquier obra que no sea la más modesta, e incluso en este último caso tienen que contar con donaciones gubernamentales. Este estudio llevó, por el contrario, a conclusiones diferentes. Algunos pueblos que casi no tienen fondos han plantado bosques de aldea, mientras que otros, mucho más ricos, han preferido depender exclusivamente de los bosques plantados y patrocinados por el Gobierno. Esto se debe a que la presencia de facciones poderosas impide la acción común y es la causa principal del fracaso del fomento de las plantaciones.

En un pueblo donde las plantaciones de la comunidad prosperaron, el éxito logrado se debió a un líder dinámico. Un presidente de panchayat que inspiraba confianza comenzó por plantar árboles en su propia tierra y enseguida convenció a los habitantes del pueblo de que también a ellos les convenía hacer su propia plantación. Algunas de sus respuestas a las preguntas del autor fueron esclarecedoras. Prefirió el plan de autoayuda al plan en virtud del cual la iniciativa y los subsidios provenían del Departamento, porque se negó a dar a éste el 50% de las utilidades de su trabajo efectuado en el terreno de su propiedad, lo que en todo caso hubiera sido excesivo. ¿Dónde obtuvo fondos, dado que su panchayat es pobre? a La gente tiene confianza en mi», respondió. «Cuando necesito dinero me dirijo a los ricos del pueblo que me dan todo lo que les pido.»

Otro factor determinante en las plantaciones de aldea es la disponibilidad de tierras. Tiene que haber suficiente tierra agrícola para la comunidad local y los terrenos tienen que ser suficientemente grandes para que los habitantes no piensen que el destinarlos a las plantaciones va en desmedro de la satisfacción de sus propias necesidades, sobre todo las de pastoreo. La superficie reservada al bosque debe ser amplia, para que el producto de la corta pueda satisfacer las necesidades de todos los habitantes. Pero son pocos los pueblos capaces de cumplir con todas estas condiciones.

El apoyo del Gobierno al programa es indispensable. En Gujarat, el apoyo brindado al programa forestal es total, pero, tratándose del programa de las plantaciones comunes, el interés gubernamental es menor. Una de las razones de esta ambivalencia está en relación con las políticas contradictorias que caracterizan a la India. Los gobiernos tienden a considerar los terrenos comunes de los pueblos, a menudo degradados, como los únicos disponibles para distribuirlos a los trabajadores sin tierras y a los miembros de las castas más bajas. Se añade otro elemento de inseguridad: un panchayat nunca puede estar seguro de que la tierra destinada hoy a las plantaciones no reducirá su futura disponibilidad de tierras para otros fines, porque en cualquier momento pueden otorgarse como parcelas.

La capacitación de los forestales debiera abarcar la sociología práctica y las técnicas de extensión. Hay que eliminar la idea de que la actividad forestal sólo se ocupa de la conservación y de la reforestación.

Gujarat, lo mismo que Corea, ha pasado de la iniciativa individual a una organización flexible que conserva el espíritu del «iniciador», pero agrega una red de extensión que desciende hasta el nivel de pueblo. Desde el punto de vista sociológico, cabria afirmar que se ha verificado el paso del liderazgo carismático a la burocracia.

Sigue siendo difícil encontrar trabajadores para la plantación y la manutención. La mayoría proviene de tribus migratorias. Los trabajadores locales suelen estar atados a los contratistas o, por vínculos sociales y económicos, a los terratenientes, los cuales se muestran reacios a dejarlos en libertad durante las temporadas de actividad agrícola, que es cuando se realiza la mayoría de las labores forestales.

La distribución plantea diversos problemas que deben ser afrontados. No es probable que se dé preferencia a las personas más pobres de los pueblos. Es de prever que todas las personas deberán participar por igual en la corta si el panchayat decide distribuir la leña. Pero es aun más probable que la madera cortada se venda y las utilidades se destinen a la satisfacción de otras necesidades prioritarias determinadas por el panchayat. En este sentido las plantaciones de los pueblos pueden no alcanzar el objetivo de suplir la falta de leña de las personas y de reducir su actual dependencia de los residuos agrícolas y del estiércol para el combustible.

En Tanzania, a pesar de que la estructura organizativa se parece mucho a la de Corea, las dificultades con que tropiezan las plantaciones de los pueblos son semejantes a las de Gujarat. Tanzania es un país con costumbres tribales que obstaculizan la acción en común en una actividad no tradicional como la forestal. Un observador hace notar que no hay a ninguna comprensión de la importancia que tiene mantener las superficies boscosas». Además, las actitudes de las tribus hacia los árboles son diversas. Los sukuma son hostiles a los bosques, porque creen que los árboles sirven de reparo a las aves que destruyen las siembras; los haya y los chagga tienen opiniones diametralmente opuestas. Otra preocupación es la presión por la tierra para la agricultura y la ganadería 10.

El complejo sistema de tenencia de la tierra de Tanzania impide destinar terrenos a la actividad forestal. La abolición del feudo franco en 1963 y el traspaso de la tierra al Estado significa que el agricultor la recibe a título temporal. No está seguro de que obtendrá los beneficios de la corta de los árboles ocho o diez años después de plantarlos. Además, los aldeanos no desean reservar tierras que, no obstante la nacionalización, todavía consideran pertenecen a cierto grupo, y por lo tanto las utilizan y heredan de acuerdo con los sistemas tradicionales de tenencia. Por ejemplo, la tenencia kihamba, que sigue vigente en la región del Kilimanjaro, provoca una continua fragmentación de las propiedades por herencia, lo que hace que las parcelas sean ahora demasiado pequeñas para poder destinarlas a la actividad forestal 11.

Los aldeanos sólo desean usar leña de frondosas como combustible. No aceptan la madera de las plantaciones industriales, porque consideran que se quema demasiado rápido, ni el carbón de madera de coníferas, a pesar de que tiene el mismo valor calórico efectivo por unidad de peso que la de frondosas, y su costo de producción es idéntico y su precio sólo la mitad del carbón de frondosas. Esto explica que los programas de plantación hayan tenido un comienzo lento en Tanzania. El Departamento de Bosques carece del personal y de la capacitación necesarios para asegurar la ayuda técnica; tampoco tiene el servicio de extensión indispensable para que un programa de forestación dé buenos resultados.

La opinión oficial de los forestales es que ellos conservan los bosques, extraen la madera, están en contacto con los cazadores, autorizados o furtivos y libran una batalla perdida por mantener su jurisdicción. Para que se produzcan cambios favorables, habrá que elevarlos de categoría.

Según John Spears, responsable forestal del Banco Mundial, la razón por la cual el proyecto del Banco en el Níger no alcanzó el objetivo de plantar 500 ha en los pueblos se debe a que a no se había pedido a la gente que participara en la formulación del proyecto y a que ésta consideraba que el terreno destinado a la plantación era su terreno de pastoreo tradicional» 12. Otros factores comprometen el éxito de los proyectos. La capacidad de acción colectiva es muy escasa en los pueblos. Los proyectos de autoayuda por lo general son impuestos por los funcionarios de gobierno sin participación local. Los planes de la comunidad requieren interdependencia y no se puede contar con que todos contribuirán al trabajo colectivo. Las utilidades provenientes de las plantaciones de la comunidad son demasiado escasas para estimular la participación. La migración es intensa durante el tiempo muerto del año agrícola, de modo que el peso de la manutención y de la protección de las plantaciones recae sobre muy pocas personas. La opinión general es que después de la corta, la leña no sería distribuida gratuitamente, y que el Gobierno o algunos ricos se quedarían con los beneficios. Como el Gobierno suministra todos los insumos, las personas no se identifican con el proyecto, lo cual los confirma en la creencia de que se trataba de un proyecto del Gobierno y que por eso no participarían en los beneficios.

Actividad forestal efectiva en los pueblos

Compromiso del Gobierno. Para que los programas de forestación den buenos resultados, el Gobierno debe cumplir con su compromiso, de tres maneras: dando prioridad a la forestación, prestando apoyo presupuestario y destinando personal. Si falta cualquiera de estos tres elementos, los programas de forestación fallan.

Hay grandes limitaciones históricas, sociales y políticas que comprometen el cumplimiento de este compromiso. Históricamente, los gobiernos han puesto el énfasis principalmente en la alimentación de la población y en lo posible en la obtención de excedentes para la exportación. Persiguiendo este objetivo han apoyado constantemente el asentamiento de personas en superficies boscosas. Se han hecho escasos esfuerzos por conservar los recursos madereros, en gran parte porque se consideraban más que suficientes hasta hace veinte años. En la planificación tienen prioridad la alimentación, los cultivos industriales y la industrialización, en desmedro de las especies madereras. En el conflicto entre la agricultura (en el sentido estricto de la palabra) y la actividad forestal, ha prevalecido aquélla.

Los organismos de planificación que influyen en el desarrollo económico de los países carecen de técnicos forestales; en cambio, cuentan con numerosos economistas, administradores, agrónomos y con un sociólogo o un antropólogo que prestan servicios ocasionales. En estas disciplinas las ciencias forestales juegan un papel secundario, porque la leña, por ejemplo, y su uso por parte de la mayoría de la población campesina no figuran en la contabilidad nacional, ya que es muy poca la que se compra. Los planificadores tienen contactos más frecuentes con la población urbana que emplea carbón de leña, madera (la cual llega a misteriosamente» del campo), kerosene. gas y electricidad. En la ciudad los problemas de la leña son más remotos; se construye con cemento, ladrillo, metal y madera. A pesar de que la madera proviene de la zona rural, el aumento de su precio fácilmente se confunde con el aumento general de los costos, resultado de la a inflación». Así, los problemas rurales de la leña se ven desplazados a segundo plano, y para los que toman las decisiones nacionales y viven en las ciudades, la vida de los habitantes del campo asume matices nostálgicos y sólo adquiere importancia en tiempos de elecciones.

En relación con lo anterior está la opinión oficial acerca de la función del departamento de bosques, en los países donde éste existe en la práctica. El departamento de bosques ha tenido que conservar los recursos forestales del país y extraer especies madereras comerciales. La principal calificación del forestal ha sido su conocimiento de las especies arbóreas. Su contacto con la gente se ha limitado necesariamente a unos pocos cazadores furtivos, algunos pobres otros ricos. Ante el aumento de la población y el hambre de tierras ha debido librar una batalla perdida por mantener su territorio. Por eso, para que haya cambios, habrá que elevar de categoría al departamento de bosques. La capacitación debiera abarcar cursos de sociología práctica y técnicas de extensión, en un esfuerzo por eliminar la idea de que la actividad forestal se ocupa solamente de la conservación y la reforestación de los terrenos reservados.

Para muchos gobiernos de países en desarrollo el clamor a favor de la inversión en recursos leñeros es un paso atrás en su afán de progreso. Por generaciones, a los habitantes de los países en desarrollo se les ha dicho que la calefacción central eléctrica representa un progreso sobre la estufa a leña, que las locomotoras diesel son mejores que las de vapor, que el automóvil es mejor que el coche tirado por caballos. Que se les pida ahora dar más importancia a la madera es como exigirles que renuncien a los ideales del progreso y sean considerados retrógrados para siempre. Hay una línea divisoria que separa las iniciativas del mundo en desarrollo de las del mundo desarrollado, en la medida en que, por una parte, se predica que la conservación es necesaria y, por otra, se pretende seguir por la ruta de la industrialización creciente. La introducción de nuevos ideales y nuevos métodos para lograr el progreso requerirá mucho tiempo, y parece también que las consecuencias de las repetidas catástrofes naturales (por ejemplo, las inundaciones, causadas por la erosión) no podrán vencerse a corto plazo.

Transición. La difusión de ideas y métodos nuevos suele ser obra de uno o de varios individuos que ensayan otros sistemas para resolver problemas conocidos. Es fácil de comprender que el agricultor rico, con más tierras, sea uno de los primeros en adherir al programa: sólo él puede permitirse correr los riesgos de una nueva empresa y orientar a la opinión en su medio. Pero para que un programa se difunda y alcance proporciones nacionales, es necesario que nazca una organización que conserve el espíritu de sus promotores, y llegue, al mismo tiempo, hasta los niveles más bajos de los pueblos. Este proceso de transición es uno de los más difíciles, porque la rigidez de los reglamentos puede ser nefasta. Se trata de un proceso en dos etapas: la ejecución de acciones positivas y eficaces que, a su vez, conduzcan a la madurez y a la expansión 13. Las características de dicha organización se han formulado con claridad: a Debe tener capacidad de proponer políticas, facultad de aplicarlas, flexibilidad, suficiente personal capacitado, coherencia en la ejecución, posibilidad de comunicar y motivar, obtener información oportunamente sobre sus medidas, fomentar la participación de los beneficiarios y aprender de los errores» 14.

Participación de la gente. No se puede esperar que los habitantes de un pueblo participen en un programa del gobierno sin conocerlo. La participación se basa en cuatro principios básicos: reconocer el valor de los puntos de vista locales, incorporar al proyecto de organización la participación local en la formulación de los programas y en la toma de decisiones, explicar que el programa es un método para resolver o paliar los problemas de la comunidad y lograr que la comunidad acepte el programa.

En efecto, hay que convencer a los habitantes del pueblo de que son ellos y no los a magnates» del pueblo ni los funcionarios del gobierno los que van a obtener los beneficios producidos por el bosque de la comunidad. Si la participación en la toma de decisiones no constituye una tradición, quizás haya que esperar demasiado para que los puntos de vista del individuo se tomen en consideración. Si bien es cierto que los aldeanos conocen sus árboles y saben para qué sirven, no es menos cierto que esperar que todos comprendan la utilidad para su propia vida de una especie leñera de crecimiento rápido es pretender una capacidad de previsión que no tienen ni siquiera los países desarrollados.

Comprensión. La participación de la gente significa en primer lugar que hay que comprender sus puntos de vista, sus prioridades, su estructura sociocultural, sus necesidades económicas. Para un ecólogo foráneo el saqueo de los bosques quizás signifique la pérdida de recursos forestales de valor, pero para el habitante del pueblo, preocupado por sus necesidades diarias más que por el control del ambiente en el futuro, la destrucción del bosque significa nuevas tierras para la agricultura, una vivienda y leña para cocinar. Puede considerar que la disminución de la renta de la tierra. el aumento de la erosión y las inundaciones se deben, no a sus propios actos, sino a fuerzas naturales que escapan a su control. Por lo tanto, para llegar hasta el habitante del pueblo, e s preciso comprender su visión del mundo.

Los bosques de aldea ocupan un lugar muy secundario en la lista de las prioridades locales. Son más importantes el agua para regar y beber, los caminos, las semillas de variedades mejoradas, los fertilizantes y la salud pública. Pretender que los aldeanos cedan su tierra y aporten horas de trabajo para el bosque puede significar exigir demasiado, a no ser que se den otros incentivos.

No menos importante es el aspecto cronológico de los proyectos forestales. Los árboles, a diferencia del trigo, el arroz o el maíz, tardan años en madurar. Incluso las especies de crecimiento rápido no se pueden cortar antes de unos 5 años. La obtención de utilidades nunca será a corto plazo. Pedirle a un agricultor o a un aldeano que destine tierra a un cultivo cuyo rendimiento tangible tardará varios años es difícil, porque entretanto el crecimiento de la población crea la necesidad de disponer de más tierras para la agricultura y la ganadería, es decir, para la producción de alimentos. Los cálculos de las tasas de rentabilidad de los programas forestales revelan que éstas nunca son inferiores al 12% 15. Pero para la población la tasa de rentabilidad es importante sólo ,arando ve los árboles y éstos están listos para ser usados.

La mujer. La función de la mujer en la actividad forestal recién está comenzando a apreciarse y analizarse. Son demasiado pocas las mujeres que intervienen en la preparación de programas forestales y que podrían solicitar la participación de otras mujeres. En los países islámicos o en los sectores islámicos de la población es indispensable encomendar a la mujer la labor de información y de extensión. Pero las costumbres, y prohibiciones no le permiten actuar abiertamente en los programas de desarrollo. Estos problemas se resolverán con el tiempo, pero desde ya hay que aceptar el principio de que es natural que la mujer participe tanto en la preparación como en la ejecución de los programas forestales. No hay que concebirla simplemente como una recolectora de leña.

Vendedores de leña en Filipinas (la leña constituye una de las prioridades de la vida de la aldea)

Proyecto. Para que la plantación de bosques de aldea dé buenos resultados no basta la organización ni el conocimiento a fondo del pueblo mismo. Para interesar a la población hay que ofrecerle un programa que comprenda y que satisfaga sus necesidades, e incentivos que faciliten su participación. ¿Las especies escogidas son las que se conocen y usan? Si se considera que los árboles que se pretende plantar para producir leña no son satisfactorios, serán rechazados. En el Alto Volta, según un informe, la gente rechaza la leña de eucalipto porque estropea el sabor de los alimentos 16.

Los incentivos de los programas de plantación de bosques de aldea son: un paquete de labores agrícolas y forestales combinadas, el fomento de la agri-silvicultura (sobre todo en las zonas donde se practica por regla general la agricultura migratoria) y, como en Gujarat por ejemplo, pagos en dinero a los agricultores (equivalentes a un nivel de subsistencia) para que destinen sus tierras a la actividad forestal en vez de seguir usándola para una agricultura marginal. El empleo también es un incentivo importante, pero como interesa sobre todo a los más pobres, es difícil convencer de su importancia a todos los habitantes de un pueblo. Otros incentivos pueden contemplar la exención de los pagos de los gastos, la construcción de infraestructuras (caminos), las medidas de bienestar (salud, escuelas) y la mejora del ganado. No existe, sin embargo, un conjunto de incentivos completo que pueda aplicarse en todo lugar para estimular la participación en un programa de plantación de bosques, sin una previa adaptación a las necesidades y prioridades específicas de cada pueblo.

Ejecución. Escasos programas de plantación de bosques de aldea abordan los problemas que plantea la ejecución, por ejemplo, la manutención y la distribución de la madera cortada. En primer lugar, hay que cumplir con las obligaciones del contrato. La mayoría de los especialistas observan que la manutención de las plantaciones constituye un problema insoluble. En este punto radica la diferencia entre las poblaciones de autoayuda de Corea y las supervisadas de Gujarat. En Corea los aldeanos se ocupan de la manutención de su plantación; en cambio, en Gujarat el departamento de bosques contrata trabajadores, que, por lo general, vienen del exterior. Sólo cuando la población se encarga del cuidado de la plantación, ésta le pertenece.

Un problema igualmente difícil es el de la distribución de la madera cortada, que sólo se ha resuelto en Corea. En Gujarat las pocas plantaciones que llegaron a la madurez dieron origen a discusiones sobre la conveniencia de distribuir la madera en el lugar o venderla. En efecto, las prioridades de los aldeanos no se identifican necesariamente con las de los forasteros, los cuales pueden desear dar preferencia a los pobres.

Conservación. Muchos programas de reforestación sólo se ocupan de la oferta de leña. Son pocos los que tratan de modificar los aspectos relativos a la demanda. Probablemente esto se deba a que los actuales programas sólo satisfacen parte de las necesidades mínimas. No obstante, si no cambia la política del uso de la leña, la oferta no satisfará nunca la demanda. Algunos programas han tratado de introducir métodos de conservación basados en la construcción de cocinas perfeccionadas. El único programa que parece haber dado buenos resultados es el de la cocina Lorena en Guatemala. En Africa esta cocina ha dado escasos resultados. La energía solar es demasiado cara para los pobres, que son los que más la necesitan, y no toma en cuenta las condiciones climáticas y socioculturales. El empleo de plantas de gas gobar tropieza con las mismas restricciones. culturales y económicas.

Los organismos que se ocupan del desarrollo internacional están proyectando aumentar su apoyo a los recursos de energía renovables, y consideran que las plantaciones de bosques de aldea son fundamentales17. Pero los problemas de aceptación o rechazo de estas plantaciones van más allá de los límites tecnológicos, porque son esencialmente de índole sociocultural, económica y de política local. Se trata, en definitiva, del deseo de comprender a la gente y de proyectar y ejecutar los programas en función de esta comprensión.

Referencias y notas

1. Council on Environmental Quality y Department of State. 1980. The global 2000 report to the President. Entering the twenty-first century. US Government Printing Office, Wáshington, D.C., julio de 1980. Vol. I, p. 26.

2. Véase Erik Eckholm. 1979. Planting for the future: forestry for human needs. Worldwatch Paper 26. Worldwatch Institute; FAO. 1978. Actividades forestales en el desarollo de comunidades locales. Departamento de Montes de la FAO, Roma; FAO. 1978. FAO/Nepal study tour on multiple-use mountain forestry. Informe presentado a la República Popular de China, 26 de noviembre-11 de diciembre. FAO, Roma; E.M. Mnzava. 1980. Village afforestation the lessons of experience in Tanzania. Informe TF-INT (SWE), FAO, Roma; John S. Spears. 1978. The changing emphasis in World Bank forestry lending. Informe preparado para el Congreso Forestal Mundial, Yakarta, octubre de 1978.

3. John S. Spears, op. cit.

4. J.T. Thomson. 1980. Bois de villages (Niger). Report of an investigation concerning sociocultural and political-economic aspects of the first phase of the project. CIDA, Centre File 3P-72-0095.

5. CILSS Ecology and Forestry Tea. 1979. Koudougou agriculture development project. Appraisal report for the Forestry Sub-programme. ClLSS, Ouagadougou, Alto Volta.

6. Organización de las Naciones Unidas. 1980. Informe del grupo técnico sobre energía de biomasa acerca de su primer período de sesiones. Informe A/CONF. 100/ PC/5, p. 6. Asamblea General de la ONU.

7. Erik Eckholm, op. cit. p. 46.

8. Banco Mundial. 1976. Appraisal of a rural infrastructure project. República de Corea. Informe 958 KO. Banco Mundial, Wáshington, D.C.

9. Las divisiones también existen en los pueblos de autoayuda. En uno de ellos, los habitantes exigieron la donación de tres crematorios mejorados, como incentivo para la participación en un programa de plantación de bosques de aldea. En efecto, cada grupo prohibía la cremación de miembros de otro grupo en su propio crematorio, y poco les importaba que su petición fuese «antieconómica».

10. E.M. Mnzava, op. cit.

11. Ibid.

12. John S. Spears, op. cit.

13. David C. Korten. 1980. Community organization and rural development. A learning process approach. The Ford Foundation and The Asían Institute of Management, Makati, Filipinas.

14. Raymond Noronha. 1980. Socio-logical aspects of forestry project design. Banco Mundial, julio de 1980.

15. John S. Spears. 1980. Overcoming constraints to increased investment in forestry. Ponencia preparada para el XI Congreso Forestal del Commonwealth, Trinidad, julio de 1980.

16. Marilyn W. Hoskins. 1979. Women in forestry for local community development. A programming guide. Office of Women in Development, AID. Sería imprudente generalizar la afirmación de Hoskins, porque en Gujarat no se hacen objeciones al uso de la leña de eucalipto ni se cree que estropea el sabor de los alimentos.

17. El informe del Banco Mundial, Energy in developing countries (Informe N° 3076, julio de 1980) recomienda un aumento de casi 300% de los préstamos para los programas de energías renovables en los ejercicios 1981-1985, por un total de 1 200 millones de dólares EE.UU.


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