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Los bosques de la CEE

F.C. Hummel

F.C. HUMMEL, ex Jefe de la División de Bosques y Medio Ambiente de la Comisión de la Comunidad Económica Europea, fue uno de los cuatro miembros permanentes de la Comisión Forestal del Reino Unido. El presente artículo es una versión actualizada de a «Forestry Policy in the European Community»que apareció en Resource Management and Optimization, Vol. I (1), Nueva York, en febrero de 1980. UNASYLVA agradece la autorización a publicarlo.

El estado de los bosques y de la actividad forestal en la Comunidad Económica Europea

Los diez estados miembros de la Comunidad Económica Europea tienen menos del 1% de la superficie boscosa del mundo, y absorben un tercio del comercio mundial de madera y sus productos. Todos estos países son importadores netos de productos forestales, y el saldo negativo global de sus balanzas de pagos asciende a unos 17,5 miles de millones de dólares EE.UU. al año, cifra sólo superada por la de importación del petróleo. Para la CEE es importante mantener un nivel elevado de producción en sus 34 millones de hectáreas de bosques, porque no tiene muchos recursos naturales. Al mismo tiempo hay exigencias crecientes, y en cierta medida contradictorias, en lo que se refiere a la conservación del ambiente y al esparcimiento, que ejercen presión sobre los bosques. Estas presiones son muy grandes a causa de la elevada densidad de población de la Comunidad, que tiene 267 millones de habitantes y sólo alrededor de 0,13 ha de bosque por persona.

Hasta la fecha no ha habido una política forestal única para la Comunidad, pero se han tomado algunas medidas específicas comunes. La necesidad de más coordinación de las políticas forestales nacionales y de más disposiciones al nivel de la Comunidad crece a medida que se desarrollan otras políticas de la CEE que influyen en, y son influidas por, la política forestal. El suministro de madera a las industrias forestales es un elemento esencial de las políticas de materias primas industriales muy vinculado con las políticas agrícolas y regionales, porque grandes superficies boscosas y agrícolas marginales y submarginales útiles se encuentran en las regiones más pobres de la Comunidad, donde la actividad forestal y las industrias relacionadas con ella dan oportunidades de trabajo y ayudan a la población local a alcanzar un nivel de vida aceptable. El principal aporte del bosque a las políticas sociales consiste en permitir a la población urbana disfrutar de la naturaleza. El papel del bosque en la conservación del suelo, agua, fauna y paisaje, lo pone en relación con la política ambiental.

Una pregunta que comienza a circular es si no debiera desplazarse el énfasis de la agricultura, a la que la CEE destina más de 10000 millones de dólares anuales de subsidios, a la actividad forestal, en la que gasta mucho menos del 5% de dicha cifra, teniendo presente el contraste entre los grandes excedentes de ciertos productos agrícolas y el aún mayor déficit de productos del sector forestal.

El patrimonio forestal

Los 34 millones de hectáreas de bosques representan el 21% de la superficie territorial de la CEE, o sea una extensión igual a la sembrada de cereales, y un tercio de la superficie cultivada total.

TARDE DOMINICAL EN EL LINDERO DE UN BOSQUE INGLÉS por esta razón tantos europeos apoyan la silvicultura

Los bosques están distribuidos de manera muy desigual entre los estados miembros: Francia sola tiene alrededor del 41% del total de la superficie boscosa y, junto con la República Federal de Alemania e Italia, casi el 85%.

Estos países no sólo son los más grandes sino también los de mayor densidad boscosa de la Comunidad Económica Europea, salvo Luxemburgo. Los contrastes entre estados miembros son aún mayores en cuanto a la superficie boscosa por habitante: en Francia, Grecia y Luxemburgo, ésta es dos veces mayor que en cualquier otro estado miembro, y más de diez veces mayor que en los Países Bajos.

Los cambios de uso de los terrenos agrícolas y forestales son reversibles' pero los destinados a la urbanización se pierden para siempre en la mayoría de los casos.

Las comparaciones con países no pertenecientes a la Comunidad revelan cuán escasos son sus bosques. En Estados Unidos, por ejemplo, la superficie boscosa por habitante es de alrededor de 2,4 ha, o sea casi 10 veces la de Francia, 20 la del promedio de la CEE y 100 la de los Países Bajos. Estas diferencias tienen importantes consecuencias políticas y administrativas. Mientras mayor es la población en relación con la superficie boscosa, mayor es la necesidad de medidas políticas tales como la zonificación según la función primaria, para lograr un equilibrio entre las funciones del bosque en cuanto a producción de madera, ambiente y esparcimiento.

Los bosques son de propiedad del Estado, de comunidades locales o de particulares. El Cuadro 2 muestra la superficie correspondiente a cada forma de propiedad; obsérvese sobre todo lo siguiente:

· el 57 % de los bosques son de propiedad privada; el 43 % restante se reparte más o menos por igual entre el Estado y las comunidades locales;

· la distribución de la propiedad varía mucho de un estado miembro a otro;

· la proporción de bosques del Estado es relativamente grande en la Rep. Fed. de Alemania, el Reino Unido e Irlanda; en Francia es grande, pero modesta en relación con el total de su superficie boscosa.

La forma de propiedad influye de varias maneras en la política forestal. Los bosques del Estado suelen consistir en unidades relativamente grandes, manejadas eficazmente por funcionarios e ingenieros forestales altamente calificados. Las nuevas políticas y los adelantos tecnológicos se pueden introducir fácilmente con medidas administrativas.

Por el contrario, los bosques privados se encuentran muy subdivididos. De los tres millones de propietarios de bosques, sólo unos 50 000 tienen más de 50 ha. Son muy pocos los propietarios que viven de la actividad forestal, independientemente del tamaño de sus bosques. En su mayoría son agricultores o simplemente habitantes del lugar; también hay algunos habitantes de la ciudad dueños de bosques que suelen comprarlos como refugio seguro del capital, o con fines de esparcimiento, o por la satisfacción de ser dueños de un bosque. La calidad del manejo de los bosques privados varía mucho; algunos figuran entre los mejor manejados del mundo, pero por término medio el manejo es peor que en los bosques del Estado. Es fácil comprender por qué: falta motivación cuando el fruto del mayor esfuerzo es escaso; en las propiedades muy pequeñas el manejo presenta dificultades, y en algunos casos los propietarios carecen de conocimientos forestales.

MADEREO SELECTIVO EN FRANCIA en la CEE, el manejo forestal tiende sobre todo a la producción de trozas de aserrío

En casi todos los estados miembros' los dueños de bosques particulares reciben ayuda del Estado. Además, si cumplen con ciertos requisitos de manejo, se les rebajan los impuestos.

Probablemente no sería ni práctico ni conveniente esforzarse por reducir drásticamente el número de propietarios, que en su mayoría tienen otra actividad como fuente principal de trabajo e ingresos. Son muy pocos los que tienen el capital o el interés necesarios para dedicarse por completo a la actividad forestal. Para racionalizar el manejo de los bosques pequeños, se han ensayado dos métodos principales:

· asociaciones de propietarios de bosques;

· empresas que se encargan a contrata de la corta y la venta de la madera y del manejo de los bosques. Algunas son relativamente independientes, y otras subsidiarias de las industrias forestales; su principal objetivo es asegurar el abastecimiento de madera.

Ambos métodos han dado buenos y malos resultados. Independientemente del método empleado para paliar los efectos de la subdivisión de la propiedad, el resultado dependerá en gran parte de las iniciativas que los propietarios mismos estén dispuestos a tomar

UN TÉCNICO FORESTAL EN SU REINO, EN LA REP. FED. DE ALEMANIA la mayor proporción de bosques estatales de la CEE

Un tipo de propietario importante en algunas partes del mundo suele no existir en absoluto en otras: es el caso de las industrias forestales. Algunas de estas industrias fomentan la producción de madera en varias formas; por ejemplo, realizan investigaciones sobre el álamo y otras especies de crecimiento rápido y suministran a los particulares plantines de vivero.

La superficie boscosa del Mercado Común Europeo cambia lentamente. Por muchos siglos disminuyó porque se incorporaban cada vez más nuevas tierras a la agricultura. Pero últimamente esta tendencia se ha detenido y en algunos estados miembros se ha invertido. Todavía no hay estadísticas completas, pero los datos disponibles dan una idea del cambio. En la Rep. Fed. de Alemania, por ejemplo, la superficie boscosa ha permanecido prácticamente igual durante los últimos quince años; anualmente se perdían alrededor de 10000 ha de bosque, casi todas destinadas a la urbanización, pero se plantaba una superficie semejante de terrenos agrícolas submarginales eriazos. También en Bélgica la superficie boscosa se ha mantenido inmutable en los últimos veinte años. En el Reino Unido ha habido en el mismo período un aumento medio neto de la superficie boscosa de 30 000 a 40 000 ha anuales de plantaciones realizadas en partes más o menos iguales por los particulares y el Estado. En Irlanda, donde la superficie boscosa es muy pequeña, la tasa anual de plantación ha sido de unas 10 000 ha aproximadamente, casi toda estatal, y prácticamente no se han talado bosques.

El cambio de uso de los terrenos agrícolas y forestales es reversible y no va necesariamente en desmedro del potencial de producción biológica del terreno a largo plazo. En cambio su destino a urbanización suele ser irreversible y retira definitivamente la tierra de la producción; por eso sus consecuencias son mucho más graves.

Se calcula que en la CEE hay unos 5 millones de hectáreas de terrenos agrícolas submarginales, idóneos para la forestación, que no se necesitan para otros fines. Una estimación más exacta sólo puede hacerse procediendo a la clasificación general de las tierras y formulando una política general de uso. Independientemente del tipo de propiedad, la forestación de estas tierras puede ser de interés público, siempre que se tomen las precauciones ambientales necesarias en zonas delicadas donde se considera conveniente conservar determinado tipo de ecosistema. Es poco probable la forestación inoportuna de terrenos cultivables, porque en la mayoría de los casos la agricultura es más lucrativa que la actividad forestal, y donde no lo es no hay peligro de que la forestación resulte incompatible con la política agrícola u otras relacionadas con el uso de la tierra. Tampoco se prevén excesivas presiones por incorporar nuevas tierras forestales a la agricultura. La corta de árboles probablemente se limitará, como en los últimos años, a bosques pequeños y a deslindes, con el fin de ampliar y facilitar las labores agrícolas. La repercusión de estas cortas sobre la futura producción de madera es insignificante; sin embargo puede causar erosión eólica y destruir el hábitat indispensable para la supervivencia de ciertas especies de animales y plantas silvestres.

La corta de bosques con fines de urbanización, según los actuales pronósticos, continuará en el futuro previsible, a pesar de que la natalidad está disminuyendo. La corta aumenta porque el valor de los terrenos urbanizados es muy superior al de los forestales. Gracias a las plantaciones, la superficie que abarcan esas operaciones es mucho menor que el aumento de la superficie boscosa, pero no tanto como para eliminar la preocupación. Con todo, este problema puede resolverse sólo en el contexto de una política general de uso de la tierra, y no de una política forestal solamente.

Cuadro 1. Distribución de los bosques en la Comunidad Económica Europea

 

Superficie boscosa

Total(000 ha)

Porcentaje de la superficie territorial

Ha por habitante

Bélgica

615

20

0,06

Dinamarca

470

11

0,09

Alemania, Rep. Fed. de

7 200

29

0,12

Francia

13 950

25

0,28

Irlanda

330

4

0,09

Italia

6 300

21

0,12

Luxemburgo

85

32

0,24

Países Bajos

310

8

0,02

Reino Unido

2 020

8

0,04

Grecia

2 500

19

0,26

CEE

33 780



Fuente: FAO.

Cuadro 2. Propietarios de los bosques en la Comunidad Económica Europea

 

Superficie (000 ha)

Estado

Comunidades locales

Particulares

Total

Bélgica

75

220

320

615

Dinamarca

135

50

285

470

Alemania, Rep. Fed.

de 2 250

1 800

3 150

7 200

Francia

1 720

2 480

9 750

13 950

Irlanda

250

-

80

330

Italia

350

2 150

3 800

6 300

Luxemburgo

5

30

50

85

Países Bajos

85

50

175

310

Reino Unido

880

-

1 140

2 020

Grecia

1 640

300

560

2 500

CEE

7 390

7 080

19 310

33 780

Fuente: FAO.

Producción de madera

La producción económica de madera ha sido el objetivo principal de la política forestal en la mayoría de los bosques idóneos. Los ingresos de la producción de madera han sido y probablemente seguirán siendo la fuente principal de financiamiento del manejo de los bosques, incluso de los destinados a la conservación.

La producción de madera de la CEE ha sido de alrededor de 80 millones de m3 anuales. La mayor parte de la madera proviene de los 20 millones de ha de bosques productivos, y parte también de los 7 millones de ha de retoños y de los restantes 5 millones de ha de otros terrenos clasificados como forestales, así como de árboles que se encuentran fuera de los bosques. El rendimiento de los retoños es importante sobre todo en Francia. En algunos Estados, los árboles que se encuentran fuera de los bosques producen una parte significativa del total. En los Países Bajos se plantan en gran escala hileras de átomos de crecimiento rápido entre los potreros y a la vera del camino; otro tanto se hace en Italia y en Francia, donde hay además grandes plantaciones de álamos. En Inglaterra gran parte del roble que se corta proviene de hileras de los deslindes y de ese tipo de bosquecillo que sigue siendo uno de los rasgos más característicos y amenos del paisaje.

Los rodales maduros de los bosques producen entre el 50% y el 65% del volumen de madera, y un porcentaje aún mayor del valor; el resto proviene de raleos de rodales jóvenes.

Las características principales de la producción de madera de la CEE son:

· la posición dominante de la Rep. Fed. de Alemania y de Francia;

· la producción total anual de 85 millones de m3, que representa sólo 2,5 m3/ha en relación con el total de la superficie boscosa, y 3,5 m3/ha respecto a la superficie de los bosques productivos. Esta proporción es muy baja, si se tiene en cuenta que en los bosques de manejo sistemático los rendimientos medios suelen ser de 5 a 8 m3/ha;

· en la Rep. Fed. de Alemania el rendimiento medio por ha es relativamente alto, porque gran parte de la superficie boscosa es de bosques productivos cuya proporción de coníferas es elevada;

· los muy bajos rendimientos de Italia se deben en parte a los accidentes del terreno, en parte a la preponderancia de frondosas y en parte a las grandes extensiones de retoños en terrenos buenos que podrían destinarse a bosques más productivos;

· los bajos rendimientos del Reino Unido e Irlanda pueden confundir; en realidad gran parte de la superficie boscosa es de plantaciones muy productivas pero demasiado jóvenes para dar un rendimiento significativo.

La CEE tiene potencial para duplicar su producción de madera para el ano 2050. La política y la economía determinarán en qué medida lo hará. Dado el aumento previsto de la demanda de productos madereros en la CEE-casi el 2% anual-sería imposible alcanzar la autosuficiencia.

En la CEE la mayor parte del manejo de los bosques tiene por objeto producir trozas de aserradero, cuyo precio es mucho más alto que el de la madera de pulpa cuyo costo de corta es menor. Este régimen de manejo exige rotaciones más largas y la permanencia en el bosque de un mayor volumen de madera en pie. Los economistas consideran esto una desventaja, no así la mayoría de los propietarios de bosques públicos y privados. Es fácil comprender que los dueños de bosques se preocupen más del ingreso neto y de la seguridad que da un capital de reserva, que de las estimaciones del porcentaje de utilidad sobre el capital invertido que representa el ingreso, sobre todo si estas estimaciones dan resultados dudosos en épocas de inflación. En algunos bosques pueden precisarse rotaciones largas, por razones ecológicas o de esparcimiento.

En 1980 los nueve países de la CEE importaron productos de madera por unos 25 000 millones de dólares. Este valor bruto de las importaciones se contrapone al de las exportaciones, que fue de 7,5 miles de millones; el valor neto de las importaciones de productos de madera fue de 17,5 miles de millones de dólares. Esta cifra es significativamente diferente de la de 1974, año en que la CEE importó sólo 9000 millones de dólares. La producción anual actual de la Comunidad es de unos 85 millones de m3 de madera, pero se espera que gracias a las políticas forestales nacionales aumente en alrededor del 1% anual hasta el año 2000, y que la demanda aumente un 2% al año, si continúa la tendencia actual. La necesidad de importar seguirá aumentando si los países de la CEE no toman nuevas iniciativas para producir más madera. Las siguientes consideraciones parecen indicar que hay motivos para tomar tales iniciativas.

· La Comunidad ya absorbe más de un tercio del comercio mundial de madera y sus productos. Como se observó, las importaciones de madera ocupan el segundo lugar entre los gastos de divisas, después del petróleo.

· No cabe esperar mayores exportaciones de Escandinavia, región que ya tropieza con dificultades para mantener el actual nivel con sus recursos madereros. Aunque siguiera habiendo más madera disponible en América del Norte, en la URSS y en el trópico, la de los bosques naturales tendría que provenir de zonas siempre menos accesibles, de modo que aumentarían los costos de corta y transporte.

· Aunque la producción potencial de madera de las plantaciones de especies de crecimiento rápido del trópico puede ser grande, todavía no se conocen con certeza las cantidades que efectivamente estarán disponibles.

· Para satisfacer sus mayores necesidades la CEE competirá con otros clientes, incluso con algunos países en desarrollo, en los cuales actualmente el consumo es bajo pero puede aumentar rápidamente si sus economías se desarrollan.

· Es probable que el valor de las importaciones aumente más rápido que su volumen, porque como es lógico los países de origen prefieren cada vez más exportar productos elaborados en vez de madera.

Durante siglos los bosques de Europa han sido talados para destinar los terrenos a la agricultura. La tendencia ahora se está invistiendo, y los terrenos agrícolas malos y abandonados vuelven a ser predios forestales.

Algunas maneras de aumentar las disponibilidades de madera y sus productos son evidentes: cortar más madera, aumentar el potencial de producción a largo plazo en los bosques ya existentes, proceder a la forestación de los terrenos improductivos, y utilizar la madera en forma más completa y eficaz (por ejemplo, fomentando la reutilización del papel viejo).

La corta de más madera repercutiría de inmediato en la oferta. En primer lugar hay rodales muy maduros, en los cuales la regeneración anticipada aumentaría el potencial de producción a largo plazo. Hay muchos rodales nuevos que podrían ralearse más intensamente sin pérdida de incremento, pero el costo de la operación es demasiado elevado en relación con el precio pagado por la madera. Con los incentivos económicos necesarios, la corta anual podría aumentar en unos 10 millones de m3 en los próximos años. El potencial de producción a largo plazo de los bosques ya existentes podría elevarse en unos 60 millones de m3 anuales, o sea de 85 a 145 millones de m3. Este aumento se lograría en parte mejorando una mitad de los bosques actualmente improductivos, y sometiendo a un régimen de manejo más intensivo los ya clasificados como productivos. Es claro que esta estimación es conservadora, porque 145 millones de m3 producidos en 34 millones de ha es poco más de 5 m3/ha/año, cifra muy inferior a los rendimientos que se obtienen en extensiones muy grandes de sitios comparables.

Se estima que la forestación de 4 a 5 millones de ha de terrenos eriazos submarginales para la agricultura pero idóneos para la actividad forestal-y que probablemente pueden destinarse a tal fin-elevaría a largo plazo la producción en otros 25 millones de m3 anuales. Vale la pena observar que en los últimos 30 años ya se han forestado más de 2 millones de ha, y que algunos estados miembros continúan desarrollando un activo programa de forestación. La utilización de tocones, ramas y raíces, la mejor utilización de los desechos de los aserraderos y una mayor recuperación del papel viejo, añadirán unos 20 millones de m3 anuales de madera en trozas o su equivalente a corto plazo, en unos 15 años, y casi el doble a largo plazo.

La visión de conjunto que se presenta es que la disponibilidad de madera y sus productos obtenidos de recursos propios podría aumentar en unos 30 millones de m3 anuales a corto plazo y en unos 125 millones de m3 poco antes del año 2050. La economía y la política determinarán en qué medida se aprovechará este potencial. A pesar de un aumento tan grande de la producción, es difícil que se alcance la autosuficiencia, si se tiene presente el probable aumento de la demanda.

UNA ESCENA FRECUENTE EN EL MEDITERRÁNEO en Europa meridional, las cabras siguen siendo un problema para los técnicos forestales

La mayor parte de la madera que se produce en la CEE, proviene de sus 19 millones de ha de bosques de alto fuste. En Francia los retoños también son importantes' así como los bosques de álamo en los Países Bajos' Francia e Italia.

Tampoco sería razonable estimular la producción elevando el precio de la madera en el mercado interno a un nivel superior al del mercado internacional, porque las industrias alabo redoras de la madera de la CEE dejarían de ser competitivas, o habría que protegerlas de las importaciones, cosa contraria a la política comercial y a los múltiples intereses de la misma Comunidad Económica Europea.

Se podrían buscar otras soluciones, pero a pesar de todas las reservas, no hay razones valederas para suponer que la producción de madera de la CEE no se duplicará en el año 2050.

UN HIDROAVIÓN-TANQUE DEL SERVICIO FORESTAL ESPAÑOL los bosques mediterráneos arden cada verano

Conservación

La función de los bosques de la Comunidad en la conservación de la naturaleza tiene muchos aspectos, y en cada región algunos son más importantes que otros. En la región del

Mediterráneo y en los Alpes la prevención de la erosión y la conservación de suelos y aguas revisten suma importancia; de lo contrario no podría haber una vida rural civilizada. Los bosques son la clave de la conservación de los suelos y las aguas en estos extremos topográficos y climáticos. Las medidas específicas necesarias son:

· protección y manejo apropiados de los bosques ya existentes;

· rehabilitación de los bosques degradados por el pastoreo, el fuego o los excesos de la corta;

· forestación de las laderas denudadas, de ser preciso construyendo terrazas y otras obras de ingeniería;

· más investigación, para que las medidas mencionadas tengan una mayor eficacia.

La excelente labor ya realizada demuestra las posibilidades que ofrece el dar nueva vida a zonas donde la destrucción de los bosques ha dejado laderas estériles o ha transformado terrenos antes cultivables en terrenos de pastoreo pobres incluso para la frugal y destructiva cabra. En estas condiciones, la relación entre el desarrollo forestal y el agrícola es muy estrecha.

En condiciones climáticas y topográficas menos rigurosas, hay que prestar atención a los dos principales aspectos de la función de conservación de los bosques: el hábitat y el paisaje. En la mayoría de los bosques la producción de madera es compatible con la conservación, pero puede ser necesario modificar algo el manejo; por ejemplo, evitar grandes cortas rasas en laderas empinadas o en terrenos áridos y cálidos. Los bosques más importantes para la conservación, raras veces son los más idóneos para producir madera económicamente, porque suelen hallarse en sitios donde el terreno es malo y su configuración dificulta el madereo; en algunos casos los bosques sólo pueden ejercer su función de conservación si se excluyen del todo la corta de madera y el esparcimiento.

El bosque no puede proteger el ambiente si él mismo no es protegido, porque corre muchos peligros cuya gravedad varía con las circunstancias locales. Los más graves son el fuego, el viento y las plagas. El pastoreo excesivo en los bosques solía ser más frecuente antes que ahora, pero aún puede causar grandes daños, sobre todo en la región del Mediterráneo. Los últimos acontecimientos han acrecentado mucho el riesgo de daños causados por el hombre; la afluencia de visitantes ha aumentado el peligro de incendio; para hacer campos de esquí se han cortado bosques en laderas empinadas, que es donde más se necesitan para evitar la erosión; en algunas zonas la construcción descontrolada de segundas casas no sólo destruye el bosque sino que aumenta el peligro de incendio. Las decisiones sobre asuntos tales como la construcción de segundas casas en los bosques y de campos de esquí no suelen depender de los servicios forestales.

Es difícil cuantificar los costos y las posibles pérdidas de renta ocasionadas por las exigencias de la conservación en el manejo de los bosques; aún más difícil es cuantificar sus beneficios físicos y económicos, pero el no tomar en cuenta estos aspectos causa daños notables. Hay muy pocas estadísticas sobre la materia, dentro y fuera de la Comunidad. Al nivel de la Comunidad no se han hecho estudios sobre las medidas tomadas y los resultados obtenidos en relación con los objetivos ambientales de la actividad forestal en los estados miembros. Se tiene la intención de subsanar esta omisión a la brevedad posible.

Tradicionalmente, en la mayoría de los países de Europa el forestal ha sido un cazador que ha estudiado todos los aspectos del manejo de la fauna. Por eso no sorprende que en la mayoría de los estados miembros la autoridad forestal se preocupe tanto del manejo de la fauna. Los principales objetivos de los programas de la fauna pueden resumirse como sigue:

· mantener una población sana pero no excesiva de tantas especies como sea conveniente para una región, de acuerdo con las tradiciones del lugar,

· en la medida de lo posible, evitar interferir con otros aspectos del manejo de los bosques y la agricultura, en desmedro de la caza mayor.

Las leyes de caza varían mucho de un país a otro dentro de la CEE. Son muy avanzadas en la Rep. Fed. de Alemania, país donde acaba de promulgarse una ley federal de caza. Como las leyes y costumbres de caza están muy arraigadas en la tradición y responden a las condiciones del lugar, sería de escasa utilidad tratar de modificar la situación, salvo para establecer ciertos estándares mínimos en favor de la seguridad de la vida humana y la prevención de la crueldad contra los animales. Además, hay otros asuntos que exigen más acuerdos entre estados miembros vecinos que medidas de la Comunidad, por ejemplo, la temporada de caza en las zonas colindantes y las medidas de conservación propias de especies tales como la gamuza, cuyo hábitat es limitado. Las medidas de control de plagas que traspasan las fronteras nacionales (por ejemplo, las torcazas), pueden considerarse también en este contexto.

Por último, cabe observar que la Comunidad Económica Europea participa activamente en la preparación de medidas internacionales más amplias para la conservación de la fauna.

El programa de investigación forestal de la CEE

La Comunidad Económica Europea tiene un programa de bosques y productos forestales como parte de sus investigaciones sobre las materias primas. Este programa abarca todos los aspectos de la actividad forestal, la corta de madera, la elaboración primaria y secundaria y las posibles aplicaciones de la madera como materia prima química. La investigación sobre su uso como fuente de energía ya está incluida en el actual programa de investigación sobre la energía generada con biomasa.

El programa tiene dos objetivos principales. El primero consiste en evitar una innecesaria duplicación de esfuerzos, y fomentar la cooperación y la colaboración entre los estados miembros, financiando reuniones, visitas a otros países e intercambios de investigadores. El segundo consiste en estimular la investigación sobre determinados proyectos prioritarios o proyectos que superen la capacidad de un solo estado miembro. El programa se ha establecido con el objeto de beneficiar principalmente a la Comunidad, pero contempla la colaboración con otros países.

En cuanto a la madera, se pone el énfasis en las especies plantadas en la Comunidad, pero pueden tomarse en consideración las maderas importadas, incluso las tropicales que se elaboran y usan en los estados miembros. El presupuesto provisional del programa es de 12 millones de unidades de cuenta de la CEE (equivalentes a unos 12 millones de dólares) para un período de cuatro años. El valor de la unidad de cuenta de la CEE se basa en una media ponderada de las monedas de los estados miembros, y varía con el valor internacional medio de las monedas de los estados miembros en relación con las demás,

Esparcimiento

La apertura de los bosques al público y la instalación de áreas de picnic, playas de estacionamiento, centros de información y otros servicios, han pasado a ser elementos importantes de la política no sólo forestal sino también social de la Comunidad. Estos aspectos de la actividad forestal son los que más atraen a vastos sectores del grueso público, sobre todo en las ciudades y otras áreas de gran densidad de población. La apertura de los bosques ha contribuido a que el público conozca mejor los bosques y la naturaleza en general, pero ha acrecentado el riesgo de incendios y otros daños, incluso el vandalismo. Los bosques estatales y privados de los estados miembros suelen estar abiertos al público. La entrada a los bosques privados varía de un país a otro y depende no sólo de la legislación vigente sino también de su densidad de población, el grado de urbanización, la distribución de los bosques dentro del país, la superficie boscosa accesible por habitante, las costumbres del lugar y varios otros factores.

En la CEE, de unos 34 millones de ha de bosques sólo la mitad está abierta al público, y en promedio sólo 600 m2 de bosque están a disposición de cada habitante. Esta cifra varía entre los 2 400 m2 de Luxemburgo y los 150 m2 del Reino Unido y los Países Bajos. Hasta ahora se ha permitido la entrada de visitantes sin proveer instalaciones especiales, a pesar de la mayor demanda y de la necesidad de comodidades tales como playas de estacionamiento, áreas de picnic, campamentos y centros de información, a las que es necesario proveer de los oportunos servicios sanitarios. Estas instalaciones contribuyen a concentrar el público en ciertas áreas, donde las exposiciones, publicaciones y disertaciones de personal calificado pueden contribuir a despertar el interés y a dar a conocer mejor la naturaleza en general y los bosques en particular. La concentración de los visitantes en ciertas áreas reduce además la presión en otras partes del bosque donde la presencia del público es menos conveniente. Salvo raras excepciones, las instalaciones de esparcimiento en los bosques son una novedad de los últimos 15 ó 20 años, y difieren mucho de un estado miembro a otro en cuanto a cantidad e índole, según las circunstancias. Es evidente que la demanda llega al máximo en las áreas de mucha densidad de población, sobre todo si no hay playas u otros lugares de esparcimiento al aire libre de fácil acceso.

En la mayoría de los bosques, el objetivo no es ofrecer para los ratos de ocio las mismas comodidades que se encuentran en otras partes. Las personas que aman las aglomeraciones, el ruido y las máquinas, tienen oportunidades de sobra para disfrutar de ellas fuera del bosque. En cambio, cerca de las ciudades son normalmente pocas las oportunidades para disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza, si no es en los bosques. Los servicios forestales en su gran mayoría consideran que el acceso del público a los bosques debe permitirse principalmente a pie. La instalación y el mantenimiento de los servicios para los ratos de ocio en los bosques exige conocimientos especializados y suficiente supervisión; son caros y raras veces producen alguna renta. El costo de estas instalaciones, cuando no se limitan a permitir el acceso a pie y no se persigue ninguna utilidad comercial, generalmente lo sufraga el Estado y otros organismos públicos.

Los particulares suelen no estar obligados a ofrecer ni a permitir que otros ofrezcan estas comodidades en sus propios bosques.

2 Política y administración forestales

Ayuda forestal de la CEE a los países en desarrollo

El presupuesto de la CEE para ayuda al exterior abarca la asistencia forestal a los países en desarrollo; los que antes formaban parte de los imperios británico y francés han sido los principales beneficiarios, pero últimamente también han recibido ayuda otros países en desarrollo. Algunos ejemplos de proyectos forestales de la CEE y su respectivo valor aproximado en dólares EE.UU. son:

Burundi. Plantación de bosques contra la erosión en terrenos degradados. Se producirá madera de construcción y leña (2 200 000 $EE.UU.).

Islas Salomón. Plantación de árboles para producir madera de frondosas de buena calidad para el consumo interno y la exportación (625 000
$EE.UU.).

Trinidad y Tabago. Madera para muebles (1000 000 $EE.UU.).

Polinesia Francesa. Suministro de equipo y plantación de árboles en un programa a largo plazo para sustituir la importación de madera (900 000 $EE.UU.).

Mauritania. Proyecto piloto de reforestación para producir leña, impedir la erosión del suelo y producir goma arábiga (800 000 $EE.UU.).

India. Gran plan de forestación y conservación de suelos en las cuencas del Indo y el Ganges para sanear los terrenos erosionados e impedir las inundaciones (7000000 $EE.UU.).

Estos son ejemplos de proyectos en los cuales el elemento principal es el forestal. Los componentes forestales son también importantes en los programas de desarrollo rural integrado, donde se relacionan principalmente con la conservación de suelos y aguas y la producción de leña.

Organización

El lugar que ocupa el sector forestal en la administración pública varía mucho de un estado miembro a otro. En Bélgica, Francia, Rep. Fed. de Alemania, Italia y Países Bajos depende del Ministerio de Agricultura; en Irlanda del de Pesca y Bosques; en Luxemburgo del del Interior; en Dinamarca del Medio Ambiente, pero el Ministerio de Agricultura del que antes dependía toda la administración forestal todavía conserva algunas funciones relacionadas con los bosques privados; en el Reino Unido la Comisión Forestal, que tiene jurisdicción sobre Inglaterra, Escocia y Gales, depende de tres ministerios, pero no forma parte de ninguno. Estas diferencias de organización no son sorprendentes, porque la actividad forestal necesariamente es de la competencia de varios departamentos de la administración pública, y su ubicación es cuestión de criterio.

En algunos estados miembros, como la Rep. Fed. de Alemania y el Reino Unido, la administración forestal se encarga directamente del manejo de los bosques estatales; en otros, como en Francia, la autoridad de la administración pública encargada de los bosques privados está separada de la que administra los bosques del Estado. Las atribuciones de las regiones en virtud de la descentralización también son muy diferentes. En Francia, Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos y Luxemburgo hay mucha centralización, en cambio en la Rep. Fed. de Alemania cada uno de los 11 «Länder» tiene su propio servicio forestal autónomo. En Italia también hay un alto grado de descentralización por regiones. La actividad forestal suele seguir ciertas tendencias generales de los países mencionados.

GRANJA EN MEDIO DE UN BOSQUE TOSCANO histórica armonía europea entre la agricultura y la silvicultura

Los diferentes métodos de organización de la administración forestal de los estados miembros dependen en parte de circunstancias que no se pueden cambiar fácilmente (por ejemplo, el hecho de que los bosques estatales de la Rep. Fed. de Alemania pertenezcan a los Länder). Además, los métodos son cuestión de opción: en general, mientras mayor es la descentralización, más difícil es aplicar la política forestal. Al parecer es muy importante no dividir la responsabilidad de las actividades del sector de la producción de madera, de la conservación y del esparcimiento, sólo así se pueden coordinar estas funciones del bosque.

En los países de la CEE hay 5 millones de ha de terrenos de mala calidad que podrían destinarse a bosques. Así se compensaría la corta para, urbanización, que probablemente aumentará porque el valor del terreno urbanizado es mucho mayor que el forestal.

Legislación forestal

Hay una notable diferencia entre los estados miembros en cuanto a la filosofía de la legislación forestal. Algunos, como el Reino Unido, prefieren limitar la legislación al mínimo y complementarla con reglamentos administrativos en caso necesario. En cambio otros prefieren una legislación exhaustiva que deje poco a discreción de la administración. A causa de esta diferencia de filosofía, los propietarios de bosques de algunos estados miembros tienen mucha más libertad que otros para su manejo, pero son también los que menos ayuda financiera y técnica reciben del Estado.

En general la legislación forestal de los estados miembros parece ser suficiente e incluso más que suficiente para la aplicación de las actuales políticas. Una excepción importante en ciertos estados miembros es la legislación sobre los problemas relacionados con la apertura de los bosques al público. Esta carencia es comprensible porque el uso en gran escala del bosque para esparcimiento es relativamente nuevo.

Impuestos e incentivos. Los impuestos forestales y la ayuda financiera en los estados miembros fueron objeto de un estudio titulado Forestry problems and their implications for the environment in the member states of the European Community (Commission of the European Communities, Information on Agriculture series No. 25, 1976). El sistema de tributación forestal de los estados miembros se basa principalmente en el impuesto a la renta, y en algunos países se complementa con impuestos sobre el capital o el patrimonio, la tierra y demás bienes raíces, así como sobre la herencia y las donaciones y transferencias. Además, se paga un impuesto al valor añadido, de acuerdo con los principios corrientes, sobre la cifra de negocios de las propiedades forestales.

Tanto el impuesto a la renta como los demás difieren mucho de un estado miembro a otro en cuanto a su alcance y a su monto. Es difícil hacer comparaciones exactas por varias razones, por ejemplo, el efecto de la renta que recibe un propietario de bosques por otros conceptos, y los gravámenes no tributarios tales como el seguro social de sus empleados. Con todo, el estudio mencionado da algunas indicaciones útiles, y muestra cómo los diversos estados miembros tratan de adaptar su sistema tributario a las características especiales del sector forestal. A continuación se dan algunos ejemplos.

Impuesto a la renta:

· bajos o exención total en ciertas circunstancias,

· método sencillo de determinación (basado en la renta de la tierra, el rendimiento potencial y la calidad del terreno);

· compensación de las pérdidas en relación con la renta.

Impuesto de transferencia:

· índice bajo, o bien umbral de exención alto:

· pago aplazado si el nuevo propietario maneja la propiedad en forma satisfactoria por un período mínimo.

En general los impuestos bajan si el propietario cumple con ciertos requisitos de manejo. Evidentemente, no se puede coordinar la tributación forestal de la Comunidad independientemente de la tributación general, de la que constituye una parte relativamente pequeña. Sin embargo, es de esperar que un atento examen de los resultados del estudio permita a cada estado miembro, dentro del marco de su sistema tributario nacional, mejorar poco a poco los impuestos forestales para transformarlos en un instrumento más eficaz de su política.

La CEE se preocupa por el valor de sus importaciones de madera: una pérdida neta de divisas de 17 500 millones de dólares al año, sólo inferior al valor de las importaciones de petróleos y por ello está averiguando como producir más madera y utilizar mejor los bosques.

Es probable que el proceso haga confluir poco a poco los sistemas tributarios forestales, si bien esto no es un objetivo de por sí.

En la mayoría de los estados miembros, los bosques privados reciben ayuda del Estado. Hay grandes diferencias en cuanto a los objetivos de dicha ayuda, a la forma en que se otorga y a su monto. Los objetivos principales son:

· plantación de árboles fuera de los márgenes del bosque;

· elevación de la productividad de los bosques ya existentes, mejorando el terreno y con labores de cultivo;

· construcción de caminos y senderos forestales,

· adquisición de equipo forestal especializado (para el madereo, por ejemplo);

· medidas de prevención y extinción de incendios y sanidad vegetal;

· formación de asociaciones forestales;

· indemnización por los perjuicios causados por siniestros tales como incendios y vendavales;

· apertura de los bosques al público.

La ayuda directa con fines específicos, como la de la lista anterior, se adapta a las circunstancias y varía con los cambios de las necesidades mucho más fácilmente que la ayuda directa otorgada en forma de exenciones de impuestos. Con todo, para ser eficaz y mantener la confianza, debe haber una razonable continuidad en el otorgamiento de ayuda directa.

Una forma de ayuda que brilla por su casi completa ausencia es una bonificación de raleo con el doble objeto de lograr una buena silvicultura y el suministro de madera delgada a las industrias forestales.

La Comisión, órgano ejecutivo de la CEE, ha dado a conocer su intención de estudiar la conveniencia de una mayor participación de la Comunidad en el otorgamiento de incentivos financieros forestales con el fin de:

· ayudar a alcanzar los objetivos acordados de la política forestal;

· lograr que la actividad forestal contribuya de la manera más eficaz posible a la aplicación de las políticas regionales, agrícolas, ambientales, etc., de la Comunidad.

Cuadro 3. Producción de madera de los; países de la CEE en 1980

 

Total (millones de m3)

Coníferas

Frondosas

Total

Madera en rollo (m3/ha)

Bélgica

1,5

1,0

2,5

4,0

Dinamarca

1,2

0,8

2,0

4,2

Alemania, Rep. Fed. de

22,7

10,3

33,0

4,5

Francia

14,2

16,6

30,8

2,2

Irlanda

0,4

-

0,4

1,2

Italia

1,5

6,8

8,3

1,3

Luxemburgo

0,1

0,1

0,2

2,3

Países Bajos

0,6

0,2

0,8

2,6

Reino Unido

2,8

1,2

4,0

2,0

Grecia

0,6

2,2

2,8

1,1

CEE

45,6

39,2

84,8

2,5

Fuente: FAO.

Cuadro 4. Cómo utilizan sus bosques lar, países de la CEE

[Entre 1973 y 1980 hubo poca diferencia en los usos industriales primarios de los árboles de los bosques de los países de la CEE. Un cambio notable fue el gran aumento del empleo de la madera como combustible.]

 

1973-75

1980

Millones de m3 de madera en rollo

Aserraderos y fábricas de madera terciada

45

45

Fábricas de pulpa

13

14

Fábricas de tableros de partículas

7

8

Postes (telefónicos, telegráficos y de construcción)

3

3

Madera en rollo para minas

2

1

Otros usos industriales

2

2

Leña y carbón

8

12

Total

80

85

Fuente: FAO.

Investigación y desarrollo. Gran parte de la investigación y desarrollo forestal de la Comunidad Económica Europea es del más alto nivel, pero se halla muy dispersa y a cargo de un gran número de institutos, en su mayoría relativamente pequeños. Algunos dependen directamente de los servicios forestales, como la Dirección de Investigación de la Comisión Forestal Británica y la Bundesforschungsanstalt für Forst-und Holzwirtschaft, Hamburgo, y los institutos de investigación forestal de los Länder de la Rep. Fed. de Alemania. Algunos dependen de otros organismos gubernamentales, como el Centre national de recherches forestières, Nancy, Francia. Otros forman parte o dependen de una facultad de ciencias forestales, de una industria o asociación de industrias o de institutos de investigación ambiental. Esta gran dispersión de la investigación provoca también una innecesaria duplicación de esfuerzos; pero hay que poner de relieve que no toda duplicación es un despilfarro, porque el método particular aplicado por un grupo para resolver un problema de investigación puede ser mas eficaz que el de otro. Dados los orígenes históricos y el marco institucional de los centros de investigación, por el momento hay que aceptar su dispersión como algo natural. Esto no significa que no se pueda mejorar la rentabilidad de las labores de investigación forestal de la Comunidad. En efecto, ya se han dado los primeros pasos, aunque modestos, en este sentido.

Por indicación de los jefes de los servicios forestales de los estados miembros, la Comisión creó un grupo de trabajo oficioso de los jefes de los centros de investigación forestal gubernamentales. Este grupo se ha reunido una o dos veces al año desde 1974. Ha fortalecido la cooperación entre los estados miembros en ciertos aspectos de la investigación, principalmente en la mejora genética, y ha iniciado algunos programas de investigación que exigen medidas a nivel de la Comunidad; entre ellos, los de prevención y extinción de incendios forestales, sobre todo en la región del Mediterráneo; la madera como fuente de energía; aspectos forestales del uso de la tierra (clasificación de los terrenos, uso de las tierras marginales, etc.) y algunas enfermedades de los árboles, sobre todo la enfermedad holandesa del olmo. Para dar una base más sólida a la labor forestal, se encomendó en 1980 un estudio general de las labores de investigación de la Comunidad sobre bosques y productos forestales, para identificar sistemáticamente las prioridades de investigación, tanto a nivel de país como de la Comunidad. El resultado de este estudio es el programa de investigación forestal descrito en la Parte 3. Toda la investigación forestal de la Comunidad se realiza en estrecha cooperación con la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO), de la que la mayoría de los institutos de investigación forestal de la Comunidad Europea son miembros.

De las escuelas forestales de los países de la CEE egresa un número de profesionales mayor que el de plazas vacantes.

Enseñanza y capacitación. Los programas de enseñanza y capacitación de las personas que trabajan en la actividad forestal en la Comunidad han cambiado mucho desde la fundación de la CEE, pero ni siquiera así han podido mantenerse al día con las exigencias derivadas de la mecanización de las labores forestales y de las importantes funciones del bosque en cuanto a ambiente y esparcimiento. En todos los estados miembros, salvo Luxemburgo, hay cursos universitarios para los que desean seguir la carrera forestal. Los programas de estos cursos son muy diferentes, pero todos de nivel igualmente elevado. Bélgica, la Rep. Fed. de Alemania, Italia y el Reino Unido tienen varias universidades o escuelas de nivel universitario que otorgan títulos en ciencias forestales o de especialización forestal; Francia, con el 41% del total de la superficie boscosa de la Comunidad, sólo tiene dos, pero son suficientes. En otros países hay demasiadas escuelas, y más forestales profesionales que plazas en la actividad forestal y otras afines, como por ejemplo la planificación urbana y rural para la cual es indispensable un título forestal. Este es un aspecto en el cual se pueden hacer grandes economías.

El nivel de la capacitación preuniversitaria para formar supervisores jóvenes, difiere mucho de un estado miembro a otro, y sus objetivos no siempre son claros. En un extremo tenemos una capacitación demasiado elemental para las necesidades modernas, y en el otro una demasiado teórica. Sólo algunos estados miembros alcanzan el objetivo de capacitar organizadores prácticos y supervisores forestales competentes, con sólidos conocimientos de la tecnología moderna. Esto preocupa a la Comisión.

La capacitación de trabajadores forestales ha progresado enormemente en la Comunidad en los últimos años, pero queda mucho por hacer, sobre todo en lo que respecta a la actividad forestal como segunda ocupación. Los grupos de trabajo y las reuniones de expertos, auspiciadas por el Comité de la Madera FAO/CEE, en la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, dan orientaciones útiles sobre la capacitación de trabajadores forestales; al parecer, por el momento no hay necesidad de otras iniciativas a nivel de la Comunidad.

Estadística. El Servicio de Estadísticas de la Comisión, con sede en Luxemburgo, ha recopilado las estadísticas nacionales sobre corta anual, importación, exportación, superficie boscosa y estructuras (o sea, superficie de los bosques y régimen de propiedad) a nivel de la Comunidad desde hace algunos años. Salvo cuando hay razones específicas en contrarío, las estadísticas de la Comunidad se basan en definiciones iguales a las de la FAO, pero cuando es necesario son más detalladas. El grupo de trabajo de estadística forestal de la Comisión comenzó hace poco a abordar el importante problema de la estadística laboral, el de la balanza maderera anual y el de los cambios anuales de la superficie boscosa. Además, realiza un estudio de las definiciones que puedan ser útiles para futuras estadísticas relacionadas con el rol recreativo del bosque, para evitar las dificultades con que se tropezó en otras estadísticas que no eran comparables porque cada estado miembro había elaborado sus propias definiciones. Aunque no se prevé la necesidad de desarrollar más la estadística forestal en el futuro próximo, es probable que más adelante se precisen estadísticas sobre costos y precios, y también indicadores tecnológicos como la producción por año/hombre, e indicadores económicos como la inversión por plaza creada.

Consultas. En la mayoría de los estados miembros hay comités o consejeros asesores que organizan periódicamente consultas exhaustivas entre el servicio forestal del país y las organizaciones de representantes del servicio de bosques, de los propietarios de bosques particulares, de los empleados, de la industria de la elaboración primaria de la madera, del comercio maderero y de los ecólogos. La estructura institucional de estas consultas difiere mucho de un estado miembro a otro, de modo que pueden aprender mucho recíprocamente. La Comunidad tiene reglamentos adecuados para las consultas entre la Comisión y los servicios forestales de los estados miembros, así como entre las organizaciones a nivel de la Comunidad, sobre todo las que representan a los dueños de bosques particulares (Comité central de la propriété privée forestière -CCPF) y a la industria de la pulpa y el papel (Confederación Europea de la Industria de la Pasta, el Papel y el Cartón -CEPAC). Se están desarrollando poco a poco organizaciones que representan los demás intereses del sector forestal en la Comunidad. Este proceso tropieza con dificultades porque estos intereses están organizados de manera muy diferente en cada país, sobre todo respecto de los empleados forestales.

3 El papel de los bosques en las políticas de la CEE

Hasta la fecha, la Comunidad no ha elaborado una verdadera política forestal, y es probable que esta materia siga siendo de la competencia de cada estado miembro. El objetivo fundamental es lograr una coordinación racional de las políticas forestales nacionales, tomando medidas comunes en el contexto de políticas más amplias de la Comunidad, o para alcanzar objetivos específicos que exceden la capacidad nacional. Este método de acción de la Comunidad, si bien cauto y pragmático, ha permitido ya tomar algunas medidas de política forestal, a las que seguirán otras.

El FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícolas) ha aportado en 1964, en virtud del Artículo 17/64/EC, recursos para financiar algunos proyectos forestales. Este método de ayuda ha sido reemplazado por una serie de directivas que tienen por objeto contribuir a mejorar las estructuras agrarias; fomentan la forestación de los terrenos submarginales para la agricultura, que son más idóneos para la actividad forestal sólo si la forestación contribuye a mejorar las estructuras agrarias. Desde el punto de vista forestal son medidas limitadas pero útiles.

La más importante de estas medidas, que el Consejo de Ministros aprobó en febrero de 1979, es un reglamento sobre medidas forestales para ciertas zonas áridas del Mediterráneo pertenecientes a la Comunidad (EEC Official Journal, No. 114, 14 de febrero de 1979), cuyo objeto es mejorar las condiciones geofísicas, etc., que dificultan la agricultura, sobre todo la conservación de suelos y aguas. Estas medidas abarcan la forestación, la mejora de los bosques deteriorados, y obras complementarias como la construcción de caminos forestales, terrazas, prevención y extinción de incendios y los indispensables estudios preliminares. Se prevé un aporte financiero del FEOGA de 230 millones de dólares para un quinquenio. En ciertas condiciones, proyectos con aspectos forestales limitados pueden tener derecho a bonificaciones del fondo regional y del fondo social. En la práctica, muy pocos proyectos forestales han recibido fondos. También el Banco Europeo de Inversiones otorga préstamos para proyectos de bosques e industrias forestales, pero se han usado poco.

La Comunidad ha tomado algunas medidas forestales, en virtud de los artículos 43 y 100 del Tratado de Roma, principalmente para facilitar el comercio interno:

· tres directivas sobre la calidad genética del material de reproducción forestal (p. ej., semillas de árboles forestales y plantines de vivero);

· una directiva sobre las normas de calidad exterior del material de reproducción forestal, y una directiva que trata de la clasificación de la madera en bruto.

Otras tres medidas con consecuencias forestales dignas de mención al respecto son:

· la Directiva 67/654/EEC del 24 de octubre de 1967, que trata de la libertad de plantación y prestación de servicios de las personas que trabajan por cuenta propia en la actividad forestal y el madereo;

· la Directiva 77/94/EEC, sobre las medidas fitosanitarias para minimizar el riesgo de importación de enfermedades que afectan a las plantas de interés agrícola o forestal de la Comunidad, e imponer restricciones mínimas a su comercio;

· la decisión del Consejo del 16/17 de mayo de 1977, que aprueba el Programa del Medio Ambiente 197781 y, en un breve párrafo, se refiere a la actividad forestal declarando que «las principales funciones de los bosques de los diversos tipos y regiones debieran estudiarse junto con la mejor manera de coordinarlas».

Se han establecido los primeros contactos a nivel técnico con los servicios forestales de Portugal y España para estudiar las probables consecuencias de la entrada de dichos países a la Comunidad. Se calcula que su ingreso a la Comunidad aumentará La superficie boscosa en alrededor de dos tercios y la producción de madera en poco menos de un tercio. De la información actualmente disponible se desprende que las consecuencias forestales serán limitadas. El único factor nuevo es que Portugal es de lejos el mayor productor de corcho, que figura en el Anexo II del Art. 38 del Tratado de la CEE como producto agrícola. La mitad de los 3 millones de hectáreas de bosques del país se dedican al cultivo del alcornoque. El efecto global de la ampliación propuesta de la Comunidad será un aumento de las necesidades netas de importación maderera, excepto las de corcho. La mayor parte de los bosques de Portugal gozan del clima del Atlántico; los de algunas partes de España, de un clima semejante a los de las zonas del Mediterráneo ya pertenecientes a la Comunidad, si bien la superficie boscosa es mayor. Sin embargo aún no hay estadísticas comparables.

Para echar sólidas bases de desarrollo de la política forestal, tanto a nivel de país como de la Comunidad, la situación forestal de la Comunidad ha sido objeto de un análisis exhaustivo. En primer lugar cada uno de los servicios forestales preparó una exposición sobre la actividad forestal de su país. En mayo de 1978 la Comisión presentó estas exposiciones al Consejo Administrativo como documento de trabajo, y en diciembre de 1978 presentó además la ya mencionada Comunicación al Consejo sobre Políticas Forestales de la Comunidad Económica Europea, que trata de los objetivos y principios de la política forestal nacional que todos los estados miembros debieran tener en común. Se han echado así los cimientos para crear una política forestal de la CEE con una orientación clara y que sea práctica y flexible en su aplicación. Sólo se propondrán medidas comunes cuando sea necesario alcanzar objetivos comunes, o para llevar a cabo las políticas más amplias de la Comunidad.


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