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Los estudios superiores en tela de juicio

D.M. Griffin

D.M. GRIFFIN es profesor de ciencias forestales en la Universidad Nacional de Australia, Canberra, A.C.T., y Presidente del Comité Asesor de la FAO sobre Enseñanza Forestal.

UN ESTUDIANTE FORESTAL MALAYO SE OCUPA DEL PINO CARIBE EN KUALA LUMPUR cada vez más graduados asiáticos estudian silvicultura en sus propios países

Hay quien sostiene que el tradicional proyecto de investigación para optar al título de doctor es tan útil a los alumnos de los países desarrollados como en desarrollo, porque unos y otros aprenden a formular una hipótesis considerando atentamente los datos existentes, a decidir sobre el programa experimental para ensayar la hipótesis, a llevarlo a cabo, a analizar la información obtenido, a integrar la nueva información con la ya existente, y a presentar el trabajo realizado. En esto reside el valor del doctorado, más que en el problema resuelto o en el equipo y procedimiento empleados. Lo dicho es cierto, pero no suficiente. La mayoría de los proyectos de doctorado no son muy útiles a los que vienen de o vuelven a los países en desarrollo, porque los problemas estudiados suelen no tener ninguna verdadera relación con las cuestiones más importantes de esos países. Se induce a los jóvenes científicos a pensar que para la investigación se requiere un equipo complejo, del que raras veces disponen cuando regresan a sus respectivos países. En el peor de los casos esquivan los proyectos aplicados de vasto alcance, y suponen que no vale la pena hacer investigación si no disponen de un laboratorio bien equipado ni de una estación experimental.

Lo ideal es que, antes de aceptar a un alumno de un país en desarrollo que desee optar al doctorado, el profesor adquiera conocimientos sobre dicho país (o región), sus necesidades y posibilidades, para ayudar al alumno a escoger un proyecto de investigación pertinente a su futura labor. Así, un estudiante de Bangladesh que venga a Australia para hacer investigación sobre patología forestal podría escoger un proyecto relacionado con los parásitos de las hojas del género Avicennia, que tiene mucha importancia en los manglares de Bangladesh y se encuentra también en Australia, donde casi no se lo toma en cuenta. A un fisiólogo forestal de Tailandia se le podría asignar un proyecto sobre el arraigo de las estacas de teca. Tales proyectos tendrían la ventaja de poner el énfasis en técnicas experimentales relativamente sencillas y en observaciones precisas con el microscopio óptico, pero sin dejar de dar a conocer al alumno el microscopio electrónico más moderno y las técnicas bioquímicas.

No es que convenga restringir las áreas generales de temas para los alumnos de los países en desarrollo; lo que se sugiere es escoger los materiales experimentales y los métodos, teniendo presente el país de origen del alumno. De lo dicho se desprende que los departamentos que participan en las actividades forestales de los países en desarrollo, a través de profesores y de alumnos de posgrado, son los que ofrecen a los alumnos más oportunidades de adquirir experiencia en investigación que les sirva de punto de partida cuando regresen a sus respectivos países.

Los temas tratados en las tesis de doctorado suelen no tener alguna relación verdadera con las cuestiones más importantes de esos países.

Lo afirmado acerca del programa de investigación de doctorado vale también en gran parte para la investigación de licenciatura. Pero estos programas de investigación no abarcan algunas de las mayores necesidades de los países en desarrollo (ni de los desarrollados). En gran parte no es necesario ampliar las fronteras de los conocimientos sino aplicar e integrar los ya existentes. En los países en desarrollo la actividad forestal no suele quedarse a la zaga tanto por falta de conocimientos científicos como por el mal manejo del recurso en el más amplio sentido de la palabra. La ciencia forestal es una ciencia aplicada que comprende aspectos de economía y sociología aplicadas, las tres al servicio del manejo de bosques. Habría que aceptar alumnos que ya tengan por lo menos dos años de trabajo forestal después de haber recibido el título de licenciado, para que sigan un curso práctico de manejo de bosques. Esta práctica puede efectuarse con muchísima flexibilidad para adaptarla a alumnos con estudios académicos muy diversos, y a bosques de países cuyos niveles de desarrollo son diferentes. Por ende, la viabilidad del curso no depende de una matrícula constante de alumnos del país o del extranjero. Se cita, a manera de ejemplo, un curso de la Universidad Nacional de Australia.

Requisitos. Los aspirantes tienen que cursar ocho unidades semestrales y escribir un ensayo de fondo. Deben cursar por lo menos cinco unidades en el Departamento de Ciencias Forestales, y las demás en ese u otros departamentos, escogiendo entre las requeridas para optar a la licenciatura.

Unidades centrales. Por lo general, todos los alumnos cursan cuatro unidades centrales que son: una unidad de proyecto de investigación obligatoria que abarca el estudio individual y la investigación; una de biometría forestal, una de planificación forestal, y una de economía del manejo.

Unidades forestales facultativas. Las siguientes clases o unidades de seminario son optativas: inventario, silvicultura y corta I (bosque pluvial tropical), silvicultura y corta II (bosque de eucalipto indígena); comercio y economía del desarrollo, economía del transporte; plantaciones forestales tropicales.

Ensayo de fondo. El ensayo de fondo debe revelar vastas lecturas, comprensión, y dar pruebas de espíritu crítico y uso apropiado de técnicas avanzadas. Para otorgar el título se tendrán en cuenta tanto la calidad del ensayo como los resultados de los exámenes.

Duración. Para optar al título, un alumno a tiempo completo debe seguir el curso requerido durante un año civil (del 1° de marzo al 28 de febrero).

Que el título obtenido con dicho curso de posgrado se considera idóneo lo demuestra el hecho de que en 1980 se matricularon once alumnos de ocho países en desarrollo (Birmania, Chipre, India, Indonesia, Malasia, Pakistán, Singapur, Tanzania), mientras que de 1975 a 1980 sólo se habían matriculado trece en todo el período para optar al doctorado o a la licenciatura (en investigación).

Se induce a los jóvenes científicos a pensar que la investigación requiere un equipo complejo del que raras veces disponen cuando regresan a sus respectivos países. En el peor de los casos esquivan los proyectos aplicados de vasto alcance y suponen que no vale la pena hacer investigación si no disponen de un laboratorio bien equipado y de una estación experimental.

Los requisitos académicos suelen plantear un problema a los alumnos de los países en desarrollo. En primer lugar se presenta una dificultad para la admisión: en muchas universidades que siguen la tradición británica se requiere un título con honores de primera clase o de segunda clase superior (o equivalente), que con mucha frecuencia los aspirantes no tienen. Los alumnos que no cumplen con los requisitos de admisión, suelen matricularse en un curso preliminar o de calificación cuyo programa de lecturas y clases les permite llenar dichos requisitos. Pero se plantean otros dos problemas: algunos alumnos obtienen muy buenos resultados en el curso de calificación, pero no se matriculan en el curso para optar a la licenciatura. Se retiran de la universidad sin ningún certificado después de un año de estudios. Otros alumnos son aprobados al terminar el curso de calificación, pero por alguna circunstancia se ven obligados a matricularse en un curso de posgrado en otra universidad que puede no reconocer el curso de calificación, aunque el alumno haya sido aprobado, porque no se le ha dado ningún certificado. La Universidad Nacional de Australia ha decidido otorgar un diploma de Graduado en ciencias (en inglés, G.Dip.Sc.), a los alumnos aprobados en un curso equivalente al ex programa de calificación. El haber sido aprobado en el curso con suficientes votos de distinción servirá al alumno para matricularse en el curso de licenciatura.

Los requisitos para ser aprobados en el curso de posgrado también pueden plantear un problema. ¿Las mayores dificultades que enfrentan inevitablemente los alumnos de los países en desarrollo justifican que se les otorguen títulos de licenciado o de doctor aunque sus calificaciones sean inferiores a las requeridas en su país? La respuesta es a no». Hay que esforzarse por evitar la aplicación de un doble criterio. Un departamento universitario que admite a un alumno de un país en desarrollo debiera reconocer que está asumiendo una responsabilidad muy superior a la corriente. Por lo general estos alumnos requieren una mayor asistencia; por ejemplo, ayudarles a formular sus propias hipótesis y a defenderlas, a servirse de bibliotecas grandes y complejas, a relacionar su investigación con el trabajo que realizarán cuando regresen a su país. A muchos será necesario ayudarles en forma continua e intensiva a mejorar el idioma, sobre todo para que puedan preparar una disertación aceptable y resolver sus problemas personales o culturales.

En los países en desarrollo la actividad forestal no suele quedar a la zaga tanto por falta de conocimientos científicos como por el mal manejo del recurso, en el más amplio sentido de la palabra. La ciencia forestal es una ciencia aplicada que comprende aspectos de economía y sociología aplicadas, las tres al servicio del al servicio del manejo de bosques.

Si se presta suficiente atención a estos asuntos, puede evitarse el a doble criterio», y el alumno regresará a su país convencido de que su aprovechamiento no ha sido inferior al de ningún otro. Este objetivo sólo se alcanzará si el supervisor está dispuesto a dedicar mucho más tiempo de lo acostumbrado a su función de supervisión. Además, es útil la experiencia adquirida por el supervisor en los países en desarrollo y con su estudiantado, así como la presencia de alumnos de dichos países en su departamento.


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