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La lucha contra los incendios en los bosques del Mediterráneo

España, Francia e Italia intentando modernizar sus procedimientos de control y extinción de los incendios. Comienzan ya a ciar fruto los nuevos esfuerzos de cooperación regional.

Giancarlo Calabri

G. CALABRI es Jefe del Servicio contra Incendios Forestales del Ministerio de Agricultura y Montes de Italia.

El fuego es la mayor calamidad que afecta a los bosques de tres países mediterráneos: España, Francia e Italia. Cada año, cerca de 20000 incendios arrasan una superficie de 160000 hectáreas de bosques en estos países, ocasionando grandes pérdidas. Desde luego, la gravedad de los incendios varía de un año a otro, según las estaciones, pero normalmente los veranos largos y secos típicos del clima mediterráneo, con elevadas temperaturas, bajo índice de humedad relativa y vientos fuertes, sobre todo en las tierras altas, son muy propicios a la aparición de incendios peligrosos. Otros momentos de gran peligro se dan en invierno y al comienzo de la primavera, en las montañas altas y en las zonas más frías, cuando el suelo se cubre de pequeñas ramas, hojas caídas y hierba seca que forman una capa sumamente inflamable.

Algunos incendios se deben a causas naturales, en particular rayos, pero la mayoría son de origen humano. El descuido es un factor frecuente, pero en muchos casos los incendios son el resultado de intenciones dolosas. La situación ha empeorado en los últimos años debido al desarrollo de la industria y del turismo, al aumento del nivel de vida y, sobre todo, a la urbanización de la población rural que antes explotaba los bosques.

Los bosques no explotados, sin aclareos ni limpias, están cada vez más expuestos a los incendios a causa de la gran acumulación de material combustible. El aumento del número de turistas, excursionistas y habitantes de las ciudades, que desconocen los problemas del medio, es causa directa de muchos incendios. Además no hay una población rural suficiente interesada en la conservación forestal, conocedora de las condiciones del suelo y habituada a manejar herramientas, por lo que es difícil o imposible una acción local rápida de lucha contra los incendios.

En los últimos años, los tres países mencionados han adoptado medidas especiales de protección contra los incendios, tanto para la prevención como para la extinción. En España, una ley de 1971 encomendó al Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), la prevención y extinción de los incendios. La política del gobierno español sigue tres principales líneas de acción: reducción del material combustible mediante la limpieza y la apertura de cortafuegos, campañas de educación y de propaganda, y creación de un sistema eficaz de extinción. Este último prevé una red de localización que abarca todas las zonas forestales, un método para determinar el índice de riesgo, una red de caminos forestales y de depósitos de agua alimentados mediante bombas de extracción en cada provincia, cuadrillas de retén equipadas con herramientas apropiadas, y un grupo de aviones que sobrevuelan el territorio. El sistema de extinción y las campañas educativas han sido fomentadas considerablemente.

La tarea de reducción del material combustible está más atrasada. La mayoría de los bosques de propiedad privada están prácticamente abandonados. Las actividades de extinción han conseguido reducir las pérdidas; la superficie afectada por el fuego aumenta menos que el número de incendios, lo que indica que, como término medio, se los ataja en menos tiempo. Sin embargo, aumenta el problema de los incendios de origen doloso, y se plantean muchas dificultades. Se han propuesto nuevas medidas administrativas y técnicas para reducir el material combustible y disminuir los riesgos de incendio, y para estimular el interés y la participación de la población en la conservación forestal.

UN ATESTADO CAMPAMENTO MEDITERRÁNEO. El verano es la estación punta de los incendios forestales

En Francia, las zonas forestales más expuestas a los incendios (la «zona roja») están en las regiones mediterráneas Provenza, Alpes, Costa Azul, Languedoc-Rosellón y Córcega. La ley del 12 de julio de 1966 prescribe una serie de medidas para proteger y reconstruir esas zonas. En 1971 se inició un programa oficial especial para financiar tales medidas y coordinar las actividades de los Ministerios de Agricultura y del Interior, y del Servicio Meteorológico Nacional. En 1972 se creó una comisión interministerial para la protección y ordenación de las zonas naturales mediterráneas.

ESPAÑA: «EL CONEJO». Difundir las medidas sobre la prevención de incendios

Las principales tareas en la lucha contra los incendios están a cargo del Servicio de Protección Civil, que depende del Ministerio del Interior, y que consta de brigadas de lucha contra el fuego (sapeurs-pompiers), bomberos profesionales y trabajadores voluntarios. Esas brigadas cuentan con la cooperación de trabajadores agrícolas, profesionales de la plantilla del Ministerio de Agricultura, sapeurs-forestiers, trabajadores forestales, personal del Ejército, de unidades militares y de protección civil, y otros voluntarios. Los aviones de mayor tamaño pertenecen al Ministerio del Interior, y algunos ministerios alquilan aviones pequeños durante las estaciones de máximo riesgo de incendio.

Hasta hace poco, la política francesa de control de los incendios se basaba en la infraestructura forestal (red de carreteras, cortafuegos y depósitos de agua), en la vigilancia y la rápida localización de los incendios, en el equipamiento y capacitación de los sapeurs-pompiers y en la información y propaganda públicas. Pero después de los graves incendios de 1979 se adoptaron nuevas medidas: apertura de tierras cultivables y pastizales para interrumpir la continuidad de las zonas forestales; limpieza de malezas con el mismo fin, incluso sin necesidad de la iniciativa de los propietarios; delegación de facultades plenas a las comunidades locales, con el apoyo técnico y financiero del Estado.

En Italia, la primera ley regional de protección forestal contra los incendios se promulgó en Lombardía en 1972, seguida de inmediato por otras regiones. Posteriormente, la ley nacional del 1° de marzo de 1975 organizó las actividades de competencia del Estado y de las regiones. Se concedía a éstas facultades para preparar planes generales con todas las medidas necesarias para prevenir y combatir los incendios y reconstruir las zonas afectadas. Los bosques se clasificaban en cuatro categorías según el índice de riesgo de incendios, teniendo en cuenta las estadísticas de incendios, el tipo de clima y vegetación y las condiciones económicas y sociales. La función de detectar y combatir los pequeños incendios corresponde ahora a las autoridades locales: consejos municipales, guardia forestal y fuerzas del orden público. La extinción de los incendios forestales mayores compete habitualmente a las autoridades forestales centrales.

El Ministerio de Agricultura ha establecido un servicio especial de lucha contra los incendios forestales mediante brigadas mecanizadas de guardas forestales y helicópteros ligeros. Este servicio cuenta con la cooperación de bomberos del Ministerio del Interior (que intervienen en todos los casos en que se vean amenazados inmuebles o personas), de trabajadores capacitados y equipados por cada región, y de voluntarios o de la población local organizada. En los casos de mayor gravedad también se hace intervenir a las fuerzas armadas. El Ejército del Aire interviene con aviones-tanque, y el Ejército de Tierra con helicópteros y aviones ligeros. Las regiones alquilan también aviones y helicópteros ligeros.

La principal responsabilidad de la protección contra los incendios forestales corresponde a las regiones, pero sus planes son insuficientes por falta de fondos, y por la consiguiente falta de preparación técnica. Corresponde al Estado el funcionamiento y control de la lucha contra los incendios por medios aéreos, así como la organización y capacitación de los cuerpos forestales del Estado. En la actualidad el servicio de extinción de incendios está mucho más desarrollado que el de prevención. En este campo, se necesita una coordinación mejor entre la política y las medidas estatales y regionales.

El triángulo del fuego

Tres son los elementos esenciales del proceso químico de la combustión: materia combustible, calor y oxígeno, que constituyen los lados del llamado a triángulo del fuego ». Para extinguir un incendio basta con eliminar uno de estos elementos: el material combustible, mediante la apertura de cortafuegos; el calor, mediante la utilización del agua; el oxígeno, sofocando el incendio con tierra o extinguiéndolo con agua. Estas medidas pueden aplicarse con simples herramientas manuales o con un equipo perfeccionado.

UN BULLDOZER ABRE CORTAFUEGOS. Tradicional método de lucha contra los incendios, que se usa cada vez menos

Por supuesto, la tendencia actual apunta hacia la mecanización y la utilización de medios más potentes, pero en algunos casos todavía se necesitan las herramientas manuales, por ejemplo para sofocar o extinguir incendios en zonas inaccesibles a los equipos mecanizados. Además, el uso de herramientas manuales precisa menos capacitación, y a voces son las únicas adecuadas para trabajadores temporales o voluntarios.

En los países del Mediterráneo las herramientas manuales habituales son la pala, el hacha, la combinación de hacha. y azada, el rastrillo común y el rastrillo de incendios (un rastrillo con dientes triangulares), la podadera, y los batidores, que suelen hacerse de tiras de viejas mangueras o de láminas métalicas, y más raramente de correas de caucho vulcanizado. El batidor ha sustituido a otros medios improvisados, como las ramas de roble. Para utilizarlo se requiere cierta experiencia, porque el mal manejo de las palmetas tiende a extender el fuego y a cansar a quien las utiliza. Se han probado algunos tipos de herramienta universal como un mango único de metal y diferentes piezas ajustables, pero los resultados no han satisfecho ni práctica ni económicamente.

Otro equipo manual simple es la bomba común, transportada sobre la espalda. Es un depósito de 15 a 20 litros de capacidad, de acero galvanizado o material plástico, equipado con una bomba de palanca a mano, de latón o de plástico, y de acción sencilla o doble. La boquilla de la bomba puede ajustarse para conseguir un rociado de grandes gotas o un chorro directo a larga distancia. Este equipo requiere un trabajo fatigoso y duro.

Otros equipos mecánicos de uso individual son la motosierra y el cortador de malezas, que sirven para abrir una brecha en el material combustible, y la bomba transportada sobre la espalda, que funciona con un motor de gasolina (de 35 HP) dotado de un depósito de plástico de 12 a 14 litros para rociar sobre el fuego agua común o productos químicos. Ese mismo dispositivo, provisto de una boquilla especial, funciona como lanzallamas para crear contrafuegos. Sin el depósito, la bomba a motor proyecta una fuerte corriente de aire, que ha resultado muy útil en los incendios de malezas.

En cuanto al equipo de uso colectivo, suelen utilizarse los tractores para abrir cortafuegos. La mayor parte de los bosques del Mediterráneo tienen una topografía accidentada; para prevenir los incendios y luchar contra ellos, suelen utilizarse máquinas de movimiento de tierras en lugar de los tractores de arado. Pero la utilización de esas máquinas tropieza con dificultades de orden práctico y económico, a veces derivadas de la configuración del terreno. Los medios aéreos y los productos químicos parecen ofrecer mejores perspectivas. Por otro lado están abandonándose los cortafuegos tradicionales en los que se eliminaba todo el material combustible; en su lugar se crean espacios de combustible reducido, o sea franjas de tierra en las que sólo se elimina el combustible necesario para facilitar la lucha contra los incendios.

BRIGADA VOLUNTARIA ANTIINCENDIOS... El pastoreo es un medio eficaz para mantener limpios los cortafuegos

Cuando es posible, los incendios se extinguen con agua, el mejor «extintor» de doble efecto, porque elimina el calor del material en combustión y sofoca el fuego. En las zonas de mayor riesgo de incendios la infraestructura forestal incluye instalaciones de almacenamiento de agua, es decir, pequeños depósitos con capacidad entre 20 y 120 m3, hechos de materiales diversos (algunos tipos, formados por depósitos de plástico aun más pequeños, pueden montarse y desmontarse con mucha rapidez); en los lugares accidentados pueden formarse depósitos de agua de gran capacidad mediante excavaciones o diques de tierra u hormigón.

Se emplean diversos tipos de bombas portátiles centrífugas o bombas volumétricas positivas, con depósitos intermedios y largas mangueras, muy útiles especialmente en zonas de otra manera inaccesibles. Las bombas centrífugas con remolques y cisternas son excelentes. Las cisternas ligeras tienen una capacidad de 300 a 800 litros, las medias de 1000 a 2000 litros, y las pesadas de hasta 6500 litros. Las cisternas ligeras van siempre montadas sobre vehículos camperos, aptos para todo terreno. El modelo italiano está equipado con un sistema de módulos compuesto de dos unidades: un depósito (400 litros) y una bomba portátil fácilmente separable. Los remolques han resultado menos prácticos en las carreteras con muchas pendientes y curvas. El modelo más habitual de cisterna es un camión campero (122 HP) con una capacidad de almacenamiento entre 3000 y 3300 litros; la bomba centrífuga, que combina una presión normal con una alta, tiene un rendimiento de 1600 a 1700 l/min a 8 barías, y de 200 a 250 l/min a 40 barías.

Se necesitan mangueras ligeras y resistentes, fáciles de manejar y capaces de soportar elevadas presiones. El diámetro de las mangueras debe ser entre 23 y 45 mm; es muy importante que tengan empalmes que puedan manejarse con rapidez y facilidad. Las boquillas ajustables (de 6 a 18 mm) dan un chorro recto, líquido pulverizado o niebla. combinando la apertura de la boquilla con la presión del agua.

Las cisternas comunes sólo pueden usarse en las carreteras normales, pero son útiles como puntos de abastecimiento de agua para los vehículos camperos, e incluso para helicópteros, especialmente en las regiones secas.

El personal de lucha contra los incendios debe tener vestimentas y equipo adecuados para su seguridad personal. Cuando están combatiendo un incendio, todos deben llevar cascos de plástico, chaquetas o camisas de manga larga y pantalones resistentes al fuego, así como botas. Las gafas protectoras y las mascarillas suelen ser útiles cuando hay humo denso. También se recomiendan los guantes protectores, excepto cuando es preciso manejar herramientas que requieren mayor sensibilidad de la mano. (En Italia el personal del servicio contra incendios forestales lleva cascos blancos y ropas de trabajo rojas para ser más visibles en los bosques, especialmente en operaciones combinadas con la aviación.) Otros elementos de seguridad necesarios son una linterna para el trabajo nocturno, un botiquín, estuches con materiales contra la picadura de serpientes y raciones de alimentos.

Un sistema de comunicaciones eficaz y seguro es la clave más importante para asegurar el éxito cuando se trata de dar noticia de los incendios, planificar las estrategias, informar sobre el curso del fuego y garantizar la seguridad. Se precisa una red de estaciones de radio con frecuencias fijas reservadas para el servicio de lucha contra los incendios, y de radios portátiles móviles ligeras. Habitualmente se emplea un sistema de frecuencia muy alta/frecuencia modulada (VHF/FM). A menudo, la topografía accidentada hace necesario el telecomando con estaciones de repetición.

Es sobre todo esencial disponer de una organización eficaz sobre el terreno, debe haber solo un jefe en cada intervención, y el personal debe encontrarse en buenas condiciones físicas y tener la capacitación y la experiencia adecuadas.

Papel de la aviación

En los últimos años la aviación se ha convertido en parte importante de la protección contra los incendios forestales en los países del Mediterráneo. La gravedad de los incendios y la inaccesibilidad de muchas zonas forestales hacen su utilización imprescindible desde el punto de vista técnico. Además, la aviación ha ejercido desde sus comienzos una gran influencia tanto en el público como en los gobiernos porque, al margen de las razones meramente económicas, es el medio más eficaz, rápido y moderno de lucha contra los incendios. Actualmente se emplean varios tipos de aviones y helicópteros para la prevención, localización y extinción de los incendios.

ENTRENAMIENTO DE UN BOMBARDEO ITALIANO. Vestimentas y equipo adecuados son esenciales para la seguridad

En cuanto a la prevención, habitualmente confiada a avionetas equipadas con altavoces o que remolcan anuncios, su misión es avisar a la población del peligro de incendio durante los períodos de elevado índice de riesgo. Así se hace en diversas regiones italianas. Otras medidas de prevención de incendios, como la pulverización de productos químicos para crear o mantener cortafuegos, no son tan frecuentes en la actualidad.

La función principal de la aviación en este campo, es la detección y extinción de incendios. La detección se confía normalmente a avionetas, preferiblemente de dos plazas (piloto y observador), cuyas misiones suelen combinarse con un sistema de torres de vigilancia en tierra. Algunos tipos de aviones llevan depósitos, y pueden arrojar pequeñas cantidades de agua o de productos químicos para atajar el incendio desde su aparición. En Francia, diversas avionetas utilizadas en la agricultura se encargan de la llamada guet armé (vigilancia armada) con cargas de 1000 a 2000 litros.

Los aviones realizan «ataques directos», arrojando agua y productos químicos directamente sobre el fuego, y enfriando sus focos. Para los incendios mayores suelen ser necesarios «ataques indirectos», o sea la formación de líneas que puedan contener temporalmente el avance de un incendio.

Estas operaciones se realizan habitualmente con aviones grandes y según técnicas de «bombardeo de agua» y «bombardeo antifuego». El primero consiste en arrojar agua dulce o salada, y es eficaz contra los fuegos grandes, a condición de que el agua caiga en cantidades suficientes y con la frecuencia necesaria para que cada descarga llegue antes de que haya cesado el efecto de la anterior y haya recomenzado el incendio. El bombardeo antifuego consiste en arrojar productos químicos que retrasan considerablemente el fuego y tienen un efecto duradero sobre el avance del incendio, lo que permite disminuir la frecuencia de las descargas. Por supuesto, esta técnica sirve principalmente para los ataques indirectos.

En cuanto a los aviones cisterna mayores, los países europeos eligieron en un principio la técnica de bombardeo de agua, utilizando aviones anfibios. El Canadair CL-215 puede hacer acopio de agua en vuelo rasante. El aeroplano carga el agua en depósitos de 5500 litros, mientras patina en un lago o en el mar, y luego la arroja sobre el incendio. Este método es muy eficaz cuando hay poca distancia entre el incendio y la fuente de abastecimiento de agua, especialmente en regiones llanas. Sin embargo, en los grandes incendios con distancias de 20 km entre fuego y agua, se requieren por lo menos dos aviones, y cuatro para distancias que superan los 40 km.

La técnica de bombardeo antifuego sólo puede utilizarse en operaciones con base en tierra a causa de la gran proporción de productos químicos de la mezcla (10% o más). Pero el tiempo que se pierde en ir al aeropuerto y volver, queda compensado por la eficacia de descargas menos frecuentes y por la velocidad de los aviones que es, por lo general, superior a la de los CL-215.

A comienzos de los años setenta, España y Francia compraron veinticinco CL-215. En 1979 Francia experimentó el bombardeo antifuego con un Douglas DC-6, que transporta una carga de 12000 litros de retardantes y los deja caer por gravedad.

REABASTECIMIENTO DE UN CANADAIR CL-215 PARA «BOMBARDEAR AGUA». El agua es el extintor más seguro

En Italia los experimentos comenzaron en 1978 con un Sistema Modular Aerotransportado de Defensa contra Incendios (MAFFS) fabricado en los Estados Unidos. Consiste en cinco depósitos modulares y dos colectores de descarga, que contienen cerca de 12000 litros. El contenido de los depósitos está bajo presión, lo que permite descargar el retardante a diversas presiones obteniendo una descarga similar a la pulverización con un tubo de aerosol. La pulverización permite bañar mejor la leña del bosque y reduce la incidencia sobre el terreno, lo cual aumenta la seguridad del personal y de los bienes. Este sistema puede montarse y desmontarse en un avión militar Lockheed C-130 en menos de dos horas, sin modificación del aparato.

Hasta ahora se han venido utilizando mucho en Italia los helicópteros ligeros, equipados con contenedores de pequeño tamaño para descargas de agua y productos químicos en los ataques iniciales. Los contenedores son por lo general cubetas de capacidades diversas, descubiertas, que se sujetan en eslinga a los helicópteros y se recargan mientras éstos sobrevuelan el punto de toma de agua, o bien tomando el líquido de un camión contra incendios, después del aterrizaje. Italia ha comprado últimamente dos Canadair CL-215 que mantiene en Pisa, listos para entrar en acción.

A pesar de los costos, los helicópteros dan resultados satisfactorios en la extinción de incendios, gracias a la precisión de las descargas. Además se pueden emplear con buenos resultados en las zonas montañosas e inaccesibles. El «heli-ataque» consiste en desembarcar una tripulación con material adecuado en el lugar del incendio, para atacarlo inmediatamente. Además de transportar personas y material, los helicópteros pueden evacuar a los heridos, llevar combustible, accesorios y alimentos, y funcionar también como cuarteles generales volantes para dirigir las operaciones aéreas y terrestres. Los modelos de helicópteros más utilizados son: Lama SA 315 (Aérospatiale), Agusta Bell 205 y 206, Breda Nardi NH 500-D, con contenedores de 300 a 1000 litros de capacidad.

A continuación se dan algunos datos sobre los medios aéreos que se emplean en estos tres países mediterráneos. En España, 14 Canadair CL-215 realizaron en 1979 cuatro mil horas de vuelo contra incendios desde las bases aéreas de Torrejón de Ardoz, Santiago de Compostela, Manises, Palma de Mallorca, Reus y Jerez de la Frontera. Diez avionetas, con capacidad de carga de 1000 a 1500 litros, realizaron unas 1035 horas de vuelo. Los Canadair del servicio forestal son manejados por personal del Ejército del Aire.

UN LAMA SA 315 DURANTE EL «HELI-ATAQUE». Desembarcar hombres y herramientas lo más cerca posible del incendio

En Francia, el Servicio de Protección Civil del Ministerio del Interior disponía en 1980 de tres Douglas DC-6 y 12 Canadair CL-215. Algunos departamentos alquilaron ocho avionetas para empleo en agricultura (dos Grumman AGT CAT con capacidad de 1200 litros, tres Dromader PZL de 1700 litros, dos Pilatus de 1000 litros, y un Trush Commander de 1200 litros) que volaron cerca de 560 horas, prestaron apoyo dos avionetas de reconocimiento (Piper Navaho y Cessna Centurion) y seis helicópteros pertenecientes al Estado.

En Italia, unos 30 aviones y helicópteros ligeros alquilados por algunas regiones realizaron ese mismo año casi 8000 horas de vuelo en servicios de localización y extinción de incendios. El Ejército operó en Cerdeña con cuatro avionetas Piper y cinco helicópteros AB 205, y la Fuerza Aérea cubrió el resto del país con un Lockheed C-130 equipado con MAFFS, desde el aeropuerto de Pisa (Toscana) bajo la dirección y a expensas del Ministerio de Agricultura.

En septiembre de 1979 el Parlamento Europeo propuso una estrecha cooperación en materia de defensa contra los incendios forestales entre Francia e Italia, especialmente en el empleo de la aviación. Se celebraron algunas reuniones preparatorias de carácter técnico. Se fomentará una mayor cooperación en esa actividad con la participación de otros países europeos.

Para resumir, existen buenas perspectivas de un mayor uso de la aviación en la defensa contra los incendios, especialmente para la extinción. Se pueden usar avionetas para la localización y lucha contra los incendios mediante ataques iniciales rápidos, y aviones grandes para dar un apoyo decisivo en la lucha contra los incendios mayores.

Sin embargo, la aviación por sí sola nunca conseguirá eliminar los incendios. Se necesitará siempre la cooperación de fuerzas de tierra, bomberos y personal forestal para resistir en las líneas de fuego, apagar los restos en las zonas quemadas, e impedir riesgos y gastos inútiles. Es cada vez más importante capacitar al personal de lucha contra incendios para lograr ese objetivo. Dicho personal deberá tener un conocimiento adecuado de las operaciones de la aviación, y comprender y respetar las normas y procedimientos correspondientes.

Productos químicos antiincendio

Los productos químicos pueden utilizarse en la lucha contra los incendios de dos maneras: como extintores, cuando se aplican directamente al fuego para apagar las llamas, o como retardantes, cuando se aplican por delante de la línea de fuego para reducir su avance o su intensidad. Los extintores pueden ser productos químicos líquidos, gaseosos o en polvo; los retardantes son, por lo general, líquidos. Casi todos los productos retardantes actúan como extintores cuando se aplican directamente sobre las llamas; aplicados a los incendios incontrolados, consiguen a menudo retardarlos y extinguirlos al mismo tiempo.

Los retardantes a corto plazo son productos químicos que modifican las propiedades del agua. Su eficacia depende de su capacidad para retener la humedad y mantener mojado el material combustible. Algunos son agentes humectantes, que reducen la tensión superficial de las gotas de agua, con lo que mejoran la penetración y la superficie de difusión. Otros son agentes viscosos o condensadores de agua que producen un tipo de gel mezclado con agua, que modifica las características del aire y reduce la dispersión y la evaporación. De esta forma el agua adquiere mayor poder de penetración, se adhiere a las ramas y a las hojas y resiste más tiempo al calor. El agua de composición modificada actúa siempre como un agente de enfriamiento, y su efecto retardante se mantiene hasta que se evapora.

Los agentes humedecedores como los «superficiativos» (agentes activos en la superficie) o detergentes, son eficaces en situaciones de incendio en que la penetración es importante, el a agua húmeda », por ejemplo, tiene de 6 a 8 veces más penetración en la madera o en el carbón vegetal que el agua común. Este agente no puede aplicarse por medios aéreos debido a que el «agua húmeda» tiende a disiparse y perderse durante la caída, aun más que el agua común. Por el contrario, los agentes viscosos son eficaces tanto si se aplican en tierra mediante bombas de aspersión como si se dejan caer desde aviones cisterna. Los geles o el «agua espesa» aplicados sobre el material combustible de los bosques, forman una película 20 veces más gruesa que la del agua común; las pérdidas por evaporación se reducen así considerablemente. Los agentes viscosos son algas orgánicas o polímeras inorgánicos. También se utilizan ciertas arcillas (bentonita y sobre todo atapulgita) para fabricar geles de agua. La concentración de una mezcla retardante a corto plazo es, habitualmente, menos del uno por ciento.

Los retardantes a largo plazo son productos químicos que reducen las llamas, lo cual altera el proceso de combustión por medio de reacciones químicas. Se trata de soluciones salinas que contienen alguna forma de fosfato o sulfato en combinación con amonio, y por lo general tienen un espesante (goma o arcilla), un anticorrosivo y un colorante, todo ello mezclado con agua. El agua prácticamente no contribuye al efecto retrasante, y actúa sólo como vector para aplicar los productos químicos a los materiales combustibles de los bosques. Incluso después que el agua se seca, los productos químicos siguen teniendo un efecto retardante a largo plazo, hasta que haya caído bastante lluvia como para eliminarlos. La combustión se reduce recubriendo y aislando el material combustible, con lo que se evita el escape de gases volátiles, y diluyendo los gases combustibles de la pirolisis con los gases no combustibles que emite el producto retardante en presencia de un foco de calor. De esta manera el combustible que está ardiendo queda sofocado, y el que todavía no ha ardido se vuelve prácticamente incombustible.

Los productos retardantes que se utilizan habitualmente son de dos tipos: polvos y concentrados líquidos. La proporción de productos químicos en la mezcla es normalmente elevada (10% o más). Los diversos productos forman retardantes análogos a la goma o al agua, que tienen más o menos ventajas según los tipos de combustibles forestales y el método de descarga. Esos productos químicos no son tóxicos para el hombre ni para los animales; se trata básicamente de fertilizantes agrícolas con aditivos para evitar la corrosión y el deterioro y para colorear el líquido. Como los fertilizantes, pueden crear problemas sólo si se utilizan en exceso o en espacios reducidos; una aplicación demasiado intensa puede quemar la vegetación, causar irritación o excoriaciones a las personas y a voces contaminar una superficie de agua. Además, son mucho más caros que los retardantes a corto plazo; algunos son difíciles de mezclar, y tienen un efecto abrasivo en el equipo de bombeo; requieren más facilidades logísticas para el almacenamiento, la mezcla y la distribución, y una capacitación apropiada para su manipulación y uso.

A pesar de estos inconvenientes, la utilización de productos químicos retardantes a largo plazo se ha afirmado en algunos países del Mediterráneo, así como en otras regiones del mundo que tienen graves problemas de incendios y escasez de agua. Actualmente los productos químicos, especialmente cuando se aplican con los métodos aéreos, parecen ser el medio más eficaz para defenderse de los incendios.

En España y Francia los aviones anfibios Canadair utilizan normalmente agua común, tomada del mar, de los lagos o de embalses hidroeléctricos. Sin embargo, en Francia los aviones ligeros han utilizado recientemente retardantes a corto plazo (coloides con una disolución de 0,7%) y a medio plazo (fosfato amónico diluido al 6%). Un producto químico hecho en Francia (INIGRAL MT), que contiene fosfato amónico en una solución saturada, más un producto para aumentar la viscosidad (un coloide mineral), un anticorrosivo y aditivos estabilizantes y colorantes, se utilizó mediante aviones Douglas DC-6 en 1979 y 1980 con buenos resultados. El personal de tierra ha experimentado con retardantes a corto plazo sólo en pequeña escala.

En Italia no se utilizan habitualmente retardantes a corto plazo, espumas u otros extintores, en cambio, la aplicación en tierra y desde el aire de productos a largo plazo ha venido difundiéndose mucho desde hace algunos años, sobre todo en Cerdeña. Los productos químicos más utilizados son PHOSCHECK XA (Monsanto), desde aviones de ala fija; FIRETROL 936 (Chemonics), desde helicópteros y desde tierra; PHOSCHECK 259 desde vehículos cisterna. PHOSCHECK es un concentrado en polvo, y FIRETROL un concentrado líquido. El avión militar Lockheed C-130 lanzó una media anual de 90 toneladas de PHOSCHECK XA (cerca de 700000 litros de mezcla) en 1978 y 1979. La red nacional de ferrocarriles hace un mayor uso de PHOSCHECK 259, aplicándolo en los terraplenes para evitar incendios de las zonas de riesgo. El consumo anual ha alcanzado cerca de 400 toneladas. El efecto negativo que entraña el crecimiento de malezas y hierbas desde el punto de vista de los incendios, queda equilibrado por la protección que la vegetación ofrece contra la erosión y los deslizamientos de tierras.

En conjunto, la utilización de retardantes a largo plazo no ha provocado hasta ahora grandes inconvenientes, incluso tomando en consideración las consecuencias ecológicas. Los obstáculos principales para un mayor empleo son los elevados costos de los productos químicos y la necesidad de una organización adecuada de instalaciones para el almacenamiento, la mezcla y la distribución.

QUEMA CONTROLADA DE UN BOSQUE DE PINOS. Eliminación de combustible peligroso

El papel de las computadoras

Para una defensa adecuada contra los incendios deben tenerse en cuenta muchos tipos distintos de información. En las diversas fases de planificación y organización de la lucha contra los incendios, pueden ser muy útiles las computadoras electrónicas por su enorme rapidez, gran memoria y sistemas complejos de seguimiento. Ante todo, las computadoras electrónicas son esenciales para elaborar estadísticas, a fin de disponer de una información completa en un tiempo breve. Las estadísticas sobre el número y las causas de los incendios forestales, las zonas arrasadas. los materiales combustibles encontrados, y el personal y medios empleados en su extinción, constituyen un instrumento indispensable para adoptar medidas de prevención y extinción y para controlar los resultados.

El establecimiento de un sistema de estimación del riesgo de incendios basado en un conocimiento adecuado de las zonas forestales, en el pronóstico climatológico y en el modo de desarrollo del fuego, depende mucho de la elaboración electrónica de datos (EED), y de contar con un método de simulación de incendios. Es evidente que la planificación y organización de cualquier acción de lucha contra los incendios tendrá que basarse en cálculos precisos, para evitar las improvisaciones y los inconvenientes.

A pesar de la gravedad de los incendios forestales, el empleo de la EED en los países mediterráneos se ha limitado hasta ahora a algunas iniciativas parciales, y especialmente a las estadísticas de incendios. La extensión y el escaso valor económico de las zonas forestales, principalmente en zonas montañosas o accidentadas, las diferentes condiciones climáticas, la presencia de diversas actividades humanas, así como la distribución de competencias en materia de lucha contra los incendios entre los diferentes organismos públicos, causan preocupación.

En España, el ICONA tiene un programa de computadora para las estadísticas de incendios. En Francia comenzó en 1972, mediante la «opération Prométhée» el estudio de los incendios forestales en la región mediterránea, para mejorar los conocimientos y la eficacia del servicio contra incendios. El Centre de traitement de l'information, financiado por los Ministerios del Interior, Agricultura y Transportes, proporciona datos estadísticos ordinarios y especiales, incluso a pedido. También se está promoviendo un relevamiento cartográfico automático. En Valabre, el Centre de coordination zonale des moyens terrestres et aériens utiliza una computadora para reunir y elaborar datos y decidir las intervenciones. En Italia, además de las estadísticas de incendios, la utilización de computadoras se limita a los estudios locales en Piamonte y Véneto, sobre el modo de desarrollo de los incendios y sobre el pronóstico climatológico en relación con el fuego. Hasta ahora no se ha establecido ningún sistema de evaluación del riesgo de incendios, ni siquiera en zonas limitadas.

Razones prácticas de orden económico hacen que se tienda a aumentar la elaboración electrónica de datos en todos los campos. Existen buenas perspectivas para el desarrollo y despliegue de una tecnología moderna con el fin de proteger los bosques mediterráneos contra los incendios en el futuro.


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