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Los árboles de las granjas producen leña

Gunnar Poulsen

G. POULSEN, consultor danés en silvicultura y aprovechamiento de suelos, ha adquirido mucha experiencia en Africa.

Uno de los fundamentos de la ordenación forestal es la medición de los bosques, que incluye un inventario del volumen de madera en pie y una evaluación del índice de crecimiento. Los datos básicos para calcular el volumen de un árbol son: el diámetro a la altura del pecho, la altura de la parte comercializable del tronco o la medición hasta la copa, y el número de árboles por unidad de superficie. El aumento anual ordinario se halla combinando las cifras del volumen con los parámetros adicionales del crecimiento en diámetro y altura.

Con este procedimiento se pueden evaluar bastante exactamente el volumen de madera en pie y el índice de crecimiento de una plantación; no obstante, es casi imposible aplicar un método tan detallado y lento a superficies demasiado extensas, y mucho menos a todo el patrimonio forestal de una región o un país. Toda evaluación a gran escala tiene que basarse en algún tipo de muestreo; dicho de otro modo, es necesario limitar la medición efectiva a una parte pequeña pero representativa del bosque, y a partir de ella cuantificar el total mediante extrapolación. Una variante de este método consiste en eliminar la medición de los diámetros por separado - que consume mucho tiempo - y calcular el volumen midiendo directamente el área basal mediante un relascopio. Sea cual fuere el método utilizado, el principio básico es el mismo y los resultados se basan en el diámetro a la altura del pecho, la altura del árbol, el coeficiente mórfico, la densidad de la plantación (número de troncos por unidad de superficie) y los parámetros de crecimiento en diámetro y altura. Suele suponerse que las variaciones de densidad de la plantación, dentro de márgenes bastante amplios, no influyen en el índice de crecimiento del volumen; cabe señalar que esta suposición no es válida para todas las especies de árboles ni para todo tipo de condiciones ambientales.

El sistema de medición someramente descrito en este artículo puede emplearse para medir los volúmenes y los índices de crecimiento de diversos tipos de bosque, tanto naturales como plantados. En los trópicos, una proporción no insignificante y creciente de suministros madereros se obtiene no de las plantaciones forestales, sino de cientos de millones de «árboles de granja» y otras plantas leñosas diseminadas en los terrenos de cultivo y pastizales.

Este artículo, que comienza con la descripción del método más común para medir los recursos forestales, fue escrito para tratar de responder a la constante duda sobre la utilidad de dicho método para evaluar el potencial productivo (en cuanto a madera) de los árboles de granja, y sacar conclusiones respecto de la situación del suministro de madera, las necesidades de forestación, y otros problemas afines.

Los árboles de granja, ya se trate de Grevillea robusta, Croton megalocarpus o Eucalyptus saligna de algunas zonas montañosas del Africa oriental, o de Anogeissus leiocarpus, Daniella oliveri o Prosopis africana del norte del Camerún, necesitan un tratamiento silvícola poco afín con las prácticas forestales aplicadas actualmente en algunas zonas de reserva. Esto no significa que los árboles de granja sean mal administrados; por el contrario, muchos agricultores aplican a la perfección métodos racionales para el manejo de sus recursos forestales, métodos que tienen su lógica en el contexto de las necesidades y posibilidades de las pequeñas granjas.

Lo que caracteriza al manejo de los árboles de granja es la práctica generalizada de la poda total o parcial. A título de ejemplo, se ilustra a continuación el ciclo de vida de una hilera de árboles Grevillea en una pequeña granja típica en las laderas del monte Kenya.

Grevillea robusta es el árbol de granja que predomina en esta región; Croton megalocarpus y Eucalyptus saligna ocupan el segundo y tercer lugares. Se decidió observar aquella especie porque cuando se explota adecuadamente no afecta demasiado a las cosechas cercanas. Su sistema radicular crece sobre todo en profundidad, con sólo algunas raíces laterales superficiales, su follaje es escaso y da relativamente poca sombra. Además, Grevillea robusta es una especie fácil de establecer a poco costo mediante la siembra directa o la utilización de plantines. Por último, pero no en orden de importancia, su madera es valiosa como combustible y por sus aplicaciones industriales.

En una granja típica, pueden verse Grevillea alineadas a una distancia de 2 a 4 m entre troncos, o esparcidas uniformemente en los campos a espacios de unos 10 x 10 m. Clon frecuencia se combinan ambos tipos de espaciamiento. La densidad en una granja muy poblada puede ser de 100 a 200 árboles por hectárea, sin perjuicio de la existencia de parcelas más densamente pobladas.

EXPLOTACIÓN DE Grevillea robusta EN KENYA. El rebrote de las ramas representa del 60 al 80% de la producción

Supóngase que el agricultor sembró hace cinco años la hilera de árboles que se va a observar, y que éstos han crecido sanos. Los árboles, de 8 a 10 m de altura, comienzan ahora a causar problemas: son fuertes competidores de las plantaciones vecinas de café, maíz y caupí, sobre todo por lo que respecta al agua en una franja de cinco metros de ancho a cada lado de la hilera de árboles, cuya sombra también comienza a convertirse en un problema.

El agricultor dispone de una solución simple, que le permite «matar tres pájaros de un tiro»: podar los árboles y eliminar todas las ramas hasta dejar sólo el tronco, que aparecerá tan desolado como un asta sin bandera. Así, el agricultor reducirá casi a cero la competencia por el agua y la luz, y al mismo tiempo obtendrá un oportuno suministro de leña.

Pese a esta operación tan radical (desde el punto de vista forestal), el follaje retoña con sorprendente rapidez desde la base hasta la cima del tronco desnudo, dando a los árboles el aspecto de hisopos gigantes. Con el tiempo se vuelve a formar una copa abundante y vigorosa. Pero inevitablemente el crecimiento de la copa está acompañado por el incremento del consumo de agua, y por la expansión de la sombra. El agricultor llegará a la conclusión de que el nivel de competencia está sobrepasando el umbral tras el cual el efecto negativo sobre los cultivos es mayor que las ventajas que ofrecen los árboles. Realizará entonces una segunda poda, quizás tan extremada como la primera, iniciando un ciclo de podas que supone la eliminación de todas las ramas a intervalos de dos o tres años, y puede llegar a incluir un acortamiento de la yema terminal. El ciclo seguirá así durante 30, 40 ó 50 años, y supondrá hasta 15 ó 20 podas. A pesar de estas interferencias, los árboles continuarán aumentando en diámetro y altura, a menos que se pode la copa. El crecimiento seguirá un ritmo desigual; prácticamente se detendrá después de cada intervención, para recomenzar luego lentamente hasta alcanzar su punto máximo inmediatamente antes de que la nueva poda prive al árbol de sus estructuras de fotosíntesis. Pero en cierto momento el agricultor advertirá que los árboles han alcanzado un diámetro que hace económicamente atractivo talarlos para obtener madera de aserrío. El agricultor los aserrará en su granja o los venderá a un aserradero, y allí terminará el ciclo de vida de la hilera de árboles. Con el tiempo, se habrá obtenido una notable cantidad de madera de las numerosas podas y de la tala final de árboles enteros, que posiblemente será de importancia fundamental para la sana economía de la granja.

Es probable que no llegue a saberse mucho sobre la cantidad efectiva de madera producida, y menos aún cuánta corresponde a la madera de las ramas y cuánta a la del tronco; es razonable calcular que las ramas proporcionan del 60% al 80% del total.

Markhamia platycalyx, ESPECIE APTA PARA PRODUCIR LEÑA EN LAS FINCAS. La producción no se puede calcular partiendo sólo del d.a.p. y de la altura de los árboles

Los datos de las parcelas - si los hay - servirán poco para hacer una evaluación más precisa, porque se aplican a árboles cultivados en condiciones ambientales fundamentalmente diferentes, al menos en algunos aspectos importantes. Los árboles de las parcelas maestreadas sufren la competencia bajo tierra, en la superficie, y por los cuatro lados, mientras que los árboles de granja disfrutan por dos lados de la máxima radiación disponible, y están poco expuestos a competencia en los lugares donde sus raíces se extienden por debajo de las raíces de los cultivos, de ordinario más superficiales. Además, los respectivos tratamientos silvícolas tienen muy poco en común. Incluso la aplicación de datos «adecuadamente adaptados» de una parcela experimental tropieza con una gran dificultad: los árboles de la granja no ocupan una superficie definida que se pueda utilizar para los fines del cálculo. En rigor, sólo el área basal de los troncos es una superficie permanente y medible; el terreno que cubre la copa, varía entre casi cero y 20 ó 40 m2 por árbol. De todas formas, el follaje nunca alcanza una densidad y extensión tales que impidan el desarrollo satisfactorio de los cultivos. Así como no se pueden aplicar los datos del volumen/hectárea de la parcela experimental a árboles que no ocupan una superficie bien definida, tampoco tiene sentido aplicar datos similares de crecimiento a los árboles que crecen en una sola hilera o bien dispersos en los terrenos de la granja, expuestos a condiciones que tienen poco en común con las de una plantación cerrada. En el caso de los árboles de granja, tanto el crecimiento en altura como en diámetro fluctuará amplia y regularmente con los cambios periódicos de la cubierta de la copa, y alcanzará su punto máximo antes de cada poda, para descender casi a cero antes del comienzo de una nueva expansión.

Durante los períodos del ciclo rotativo en que la cubierta de la copa es amplia, el índice de crecimiento podrá sobrepasar el de las plantaciones cerradas. Por el contrario, durante un cierto tiempo después de cada poda estos índices serán necesariamente inferiores a los de las plantaciones cerradas. El índice de crecimiento medio de los diferentes árboles será superior o inferior al de los árboles de una plantación, según la duración de los intervalos entre las podas. Se puede afirmar que el incremento anual medio está en función directa de la duración de los intervalos.

Los datos relativos a las parcelas maestreadas resultan de la medición de los parámetros del tronco y de las ramas en las plantaciones donde la interferencia silvícola es principalmente el aclareo periódico y la poda a dos tercios de la altura, sin esperanzas de que retoñen. Por consiguiente, estas cifras no servirán para evaluar el aspecto más importante de la producción maderera de la granja, que es el retoño de las ramas después de la poda.

Las técnicas convencionales de medición forestal no son inadecuadas sólo para los árboles de granja, sino que, en su forma elemental, tampoco sirven para registrar el potencial productivo de setos y otra vegetación de arbustos pequeños de los que las mujeres y los niños obtienen a menudo gran parte del abastecimiento de combustible doméstico; cabe recordar que con frecuencia son ellos los únicos responsables de esta actividad.

Grevillea robusta. DESMOCHADA A MENUDO. Cada árbol, una entera parcela...

La poda total de los troncos aplicada a Grevillea robusta en las tierras cultivables de Kenya y mencionada aquí para ilustrar algunas limitaciones de la medición, puede considerarse una variante extrema de la poda, pero no la más utilizada. Son más frecuentes otras tres técnicas de explotación que caben bajo la misma denominación: además de la poda total de los árboles, cabe distinguir entre la poda de la copa (o poda clásica), la poda de las ramas y la poda selectiva. Empero, cuando se trata de la medición, estas técnicas presentan problemas muy parecidos.

Cuando se aplica la poda de la copa, el tronco y las ramas se talan periódicamente a una altura de dos metros (fuera del alcance de una cabra), y luego se deja que se regenere mediante ramificación. En el caso de la poda de las ramas, el tronco y todas o la mayoría de las ramas principales se dejan intactas, y la explotación de los árboles de granja se limita a la eliminación periódica de las ramas secundarias; este método se utiliza en algunas zonas de la India, sobre todo para recoger forraje; en Africa es menos frecuente en su forma clásica. Por último, la poda selectiva consiste en cortar ocasionalmente algunas ramas en algunos lugares de las copas de los árboles, con el doble propósito de reducir la competencia y obtener un producto. Este método ofrece la ventaja de mantener las copas de los árboles en condiciones de capacidad productiva casi total.

En un articulo previo del Sr. Poulsen, titulado «Productos no madereros de los bosques africanos» (Unasylva, Vol. 34, 137:15-21), se omitió mencionar que el mismo se basaba en un proyecto de la FAO, financiado y realizado por cuenta de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Africa.

Adaptados a las condiciones de los terrenos de granja o de pastos, estos métodos presentan una importante característica común: conservan la base de la producción. Las raíces y una parte fundamental de la estructura de superficie de los árboles no se tocan durante la explotación, lo que garantiza la renovación constante de la estructura de fotosíntesis, incluso ante la fuerte presión de la ganadería.

Es un hecho innegable que los métodos descritos no siempre se aplican adecuadamente; por muchas razones, los agricultores explotan los recursos forestales de forma destructiva, pero esto no depende de las características silvícolas y económicas de las técnicas como tales. Al contrario, no cabe duda de que estas técnicas sensatas y prácticas se adaptan bien a muchas condiciones o necesidades ambientales, sociales y económicas. Debería fomentarse su uso generalizado, y adoptarse iniciativas para mejorarlas.

Pero el verdadero objetivo de este artículo es puntualizar la necesidad de idear técnicas de medición apropiadas para obtener datos fidedignos sobre las existencias y el índice de crecimiento de un tipo de vegetación arbórea en rápida expansión que cubre vastas superficies en los trópicos, sobre todo en Africa. Asimismo, deberían examinarse con más rigor los datos volumétricos de árboles de granja obtenidos con los métodos convencionales de medición.

Colección FAO: Capacitación 2

MOTOSIERRAS en los bosques tropicales

Este manual publicado por la FAO
y, la OIT EN 1980, es una guía
ilustrada y completa para el uso
de las motosierras en los trópicos.
Disponible en español, francés e inglés.

FAO-Sección de Distribución
y Ventas,
via delle Terme di Caracalla
00100 Roma, Italia


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