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Libros

Los técnicos forestales y la conservación de los bosques

Forest island dynamics in mandominated landscapes. R.L. Burgess y D.M. Sharpe, editores. Nueva York, Heidelberg, Berlín Springer-Verlag. Estudios ecológicos 41. 310 pág. ISBN 038790584-7.

Reseña de Laurence Roche

El Programa Biológico Internacional (PBI), iniciado a mediados del decenio de 1960, fue un estímulo de muchos estudios ecológicos. «Como actividad de cooperación entre los científicos de muchas naciones» - manifiestan R.L. Burgess y D.M Sharpe en el prefacio de este libro - «el PBI trató de aumentar nuestros exiguos conocimientos acerca de los procesos biológicos que rigen la función de los ecosistemas, y de analizar, sintetizar e interpretar la productividad biológica y su relación con el bienestar humano».

A fines del decenio de 1970, los estudios ecológicos realizados en los Estados Unidos en el marco del PBI indicaban la evidente necesidad de una evaluación más a fondo de los sistemas ecológicos en relación con las influencias, en el pasado y el presente, de la acción del hombre. Como consecuencia de ello, en agosto de 1977 se celebró en la Universidad del Estado de Michigan un simposio organizado por la Sociedad Ecológica de los Estados Unidos en cooperación con el Instituto Estadounidense de Ciencias Biológicas. El volumen que se reseña está basado en las actas de ese simposio. Su contenido ha sido actualizado y, como se indica en el prefacio, se han hecho varias adiciones para ampliar y profundizar los conceptos, y se han incluido ejemplos.

UN BOSQUE NATURAL EN ITALIA : en estos bosques han concentrado su atención los grupos pro conservación de la naturaleza (P.C. Collins)

En el transcurso de la historia, el hombre ha reducido, lenta pero constantemente, la superficie de la tierra cubierta de bosques. En una gran parte del mundo industrial sólo quedan restos de los bosques primarios y en las regiones semiáridas y húmedas de los trópicos continúa incesantemente la deforestación. Lo que actualmente atrae la atención de los partidarios de la conservación y de los medios de comunicación social es la deforestación de las zonas tropicales, y no lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo con los bosques y las tierras forestales de los países industrializados. Esta insistencia en la deforestación de esas zonas está muchas veces fuera de lugar, y es erróneo suponer que los problemas de conservación que plantea ese fenómeno sólo son graves en los trópicos.

Los setos de frondosas y las tierras forestales fragmentadas de la Inglaterra industrial son los restos de lo que en una época fueron grandes bosques, e incluso estos restos están sometidos a una constante erosión. Se estima que en los últimos 40 años la ecología de las zonas rurales de ese país ha sufrido una perturbación mayor que durante los cuatro siglos anteriores. El Canadá ha socavado la base de sus recursos de bosques primarios en una época relativamente reciente, como ha sucedido también en los Estados Unidos, en Australia y en Nueva Zelandia. El descuaje masivo de árboles de los setos en Inglaterra y la explotación por corta única, actividad desacertada desde el punto de vista ecológico y a la larga, también desde el económico -, de los bosques primarios del Canadá han sido, de diversos modos, tan perjudiciales para los objetivos de la conservación en el plano mundial como todo lo que está sucediendo en los trópicos.

La reacción de Inglaterra ante la masiva perturbación de sus ecosistemas naturales es típica de la respuesta del mundo industrial en conjunto. Se ha recurrido principalmente a un sistema de zonas protegidas. Este es indispensable, pero, en función de la superficie total protegida, representa invariablemente una mínima fracción del medio total terrestre y acuático de cualquier nación. Por consiguiente, la creación de tal sistema, pese a que fuere muy representativo de los ecosistemas naturales, no justificaría la destrucción de la naturaleza en gran parte del resto de la nación, ni brindaría protección contra este fenómeno.

La insistencia de muchos de los partidarios de la conservación en los sistemas nacionales de zonas protegidas - un criterio de conservación fundamentalmente estático ha tendido a restar importancia a la conservación como ciencia dinámica, con metodología propia, con un punto de vista especial acerca de la conservación y con una función importante en el desarrollo industrial, las actividades forestales industriales, y las de producción, elaboración y venta de productos agrícolas.

El libro que se resana cobra en este contexto una considerable importancia; es muy posible que resulte ser un hito en el desarrollo de la ciencia y la metodología de la conservación - en la medida en que se refieren a los ecosistemas forestales - así como en la elaboración de planes de ordenación forestal para fines concretos de conservación

Mientras que las consecuencias sociales, económicas y ambientales de la deforestación han sido objeto de considerable publicidad, se ha prestado menos atención a la base científica de la ordenación de los bosques secundarios, sobre todo en las zonas tropicales, y de los restos de ecosistemas forestales muchas voces fragmentados, ubicados fuera de las reservas de bosques. Quedan aún muchos interrogantes, algunos de los cuales, expuestos en forma sencilla y general, son los siguientes:

· ¿Existe una base científica para la ordenación de los bosques tropicales húmedos de múltiples especies a fin de asegurar en forma perdurable la producción de bienes y servicios?

· ¿Cuál es la superficie mínima necesaria para mantener la integridad ecológica de un ecosistema forestal tropical en régimen de reserva, rodeado y protegido por un bosque que sea objeto de ordenación para fines productivos?

· ¿Cuál es la superficie mínima requerida para asegurar la integridad de un ecosistema forestal aislado en un gran medio agrourbano?

· Si en las actividades de conservación se hace hincapié en las especies de árboles y no en los ecosistemas ¿cuántos árboles reproductores son necesarios para asegurar la permanencia de las especies en un ecosistema?

· ¿Cómo puede mantenerse la variabilidad dentro de las especies?

· ¿En qué medida es la teoría biogeográfica insular aplicable a las islas forestales de las zonas naturales dominadas por el hombre?

En el libro se abordan algunas de estas cuestiones y otras de igual importancia. Aun cuando los datos que se presentan provienen sobre todo de las investigaciones sobre el bioma caducifolio fragmentado de la región oriental de los Estados Unidos, los principios que se examinan y las conclusiones a que se llega tienen validez universal.

La principal finalidad de los programas de investigación que se esbozan en la obra es acumular datos que permitan elaborar regímenes de ordenación para fines múltiples, inclusive la conservación. Ni siquiera los capítulos sobre la construcción de modelos, como por ejemplo el capítulo 10 («Construcción de modelos sobre la dispersión de semillas y la dinámica de las islas forestales») se apartan demasiado de las consideraciones prácticas. Así pues, el libro es una fuente abundante de hechos y cifras. En particular, no se hacen exhortaciones vagas en pro de la conservación o la preservación de por sí y a toda costa. La base teórica de la obra se expone claramente:

«Ya no es posible considerar cuál debería ser la situación en las zonas naturales regionales. Los ecologistas, los planificadores, los ingenieros y los políticos deben aceptar la situación que existe realmente. Por consiguiente la elaboración de normas regionales contendrá prescripciones para los planificadores que no sean de carácter meramente consultivo. Las zonas naturales regionales pasarán a ser entonces un recurso que hay que ordenar y no una ecología que es preciso mantener.»

Los 13 capítulos del libro revisten gran interés para los investigadores forestales, y varios de ellos tienen también un valor directo para los técnicos forestales de campo encargados de la ordenación y conservación de los restos de ecosistemas de bosques naturales. A este respecto los capítulos 2 («Tamaño crítico mínimo de los ecosistemas»), 3 («Las parcelas forestales como islas biogeográficas en la región sudoriental de Wisconsin»), 6 («La importancia de los linderos para la estructura y la dinámica de las islas forestales») y 12 («Sucesión artificial: una estrategia alimentaria para las grandes reservas de fauna silvestre») merecen especial mención. Con todo, es sorprendente que se trate en forma bastante superficial en el capítulo 2, la cuestión vitalmente importante del tamaño crítico mínimo. No obstante, como el asunto tiene una significación básica para el tema del libro, aparece con frecuencia en otros capítulos, por lo cual la deficiencia es más aparente que real.

En varios aspectos el capítulo 8 («Efectos de la fragmentación forestal sobre la fauna avícola de los bosques caducifolios de la región oriental») difiere de los demás del libro. Se trata con mucho del más largo y menos sucinto, y su estilo es algo académico. Además, la teoría básica de la conservación difiere claramente de la expuesta en el resto de la obra. Tras una brevísima reseña de la literatura técnica, los seis coautores llegan a la conclusión siguiente:

«La enseñanza a efectos de la conservación que puede derivarse de estos estudios es que la multiplicidad de factores a que da lugar la fragmentación del hábitat excluye por completo la posibilidad de que cualquier combinación de pequeños fragmentos de bosques sirva como reserva para la fauna avícola en los bosques caducifolios de la región oriental, ya que tales reservas deben ser de grandes dimensiones.»

Los coautores señalan que el resto del capítulo es una exposición detallada de los argumentos en favor de esta conclusión, pero ello no es así. Tampoco hay nada en la breve reseña bibliográfica que justifique este dogmatismo. A lo largo del texto se hacen otras afirmaciones igualmente tajantes basadas en datos cuestionables. En realidad, la mayoría de los datos que se presentan en este capítulo llevan a la conclusión opuesta a la que han llegado los autores, es decir que los bosques fragmentados tienen un valor excepcional como hábitat para la fauna avícola. Sin embargo, la principal conclusión de los autores es que «el mantenimiento de comunidades de aves requiere zonas forestales de una superficie de cientos e incluso miles de hectáreas».

Tal vez esta afirmación general sea de hecho válida en el caso de algunas especies de aves y ciertos hábitat, pero no la confirman ni los datos presentados en el capítulo 8 ni los que figuran en otras secciones del libro. Es más, es rebatida por la información contenida en los demás capítulos. Por ejemplo, en el capítulo 3, James Levenson llega a la conclusión de que el tamaño aproximado que se requiere para que una isla forestal desarrolle un núcleo mésico (húmedo) suficiente para sostener un bosque explotable de frondosas de la zona septentrional es solamente de 4 ha, en el caso del hábitat músico meridional recomienda que se protejan zonas de una superficie superior a 4 ha.

La conservación perdurable del patrimonio de plantas y animales de la humanidad significa, si es que significa algo, que tiene que ser objeto de ordenación. Incluso habrá que ordenar finalmente las zonas protegidas si se quieren alcanzar los objetivos de la conservación. Con frecuencia la jurisdicción de un técnico forestal abarca una gran superficie de tierras. Incluso en los países industriales puede muy bien tener a su cargo más del 25% de la superficie de tierras de la nación. Estas tierras representan en mayor o menor grado el hábitat de diversas especies de plantas y animales. Por consiguiente, el técnico forestal no debe limitarse a hablar de la conservación. Tiene que ponerla en práctica, y ello, a diferencia del caso de la preservación exige que tenga conocimientos acerca de la conservación como ciencia dinámica y como parte integrante de la ordenación forestal.

UN BOSQUE OBJETO DE ORDENACION EN TURQUÍA : también es necesario este tipo de conservación (F. Iovino)

Si no acepta la parte que le corresponde en la responsabilidad de la conservación, se verá privado de sus funciones al respecto. Por supuesto esto ya ha sucedido en varios países. A los técnicos forestales que deseen hacer frente a esa responsabilidad y aumentar sus conocimientos acerca de la ciencia de la conservación se les recomienda vivamente la lectura de este libro.

Por último, el autor de esta reseña desea hacer una advertencia sincera a los editores de esta excelente obra. Ni ellos ni sus colegas han considerado oportuno incluir una referencia a un libro de la misma serie publicado en 1974 y titulado The genetics of forest ecosystems (Stern y Roche; Berlín, 1974, Springer-Verlag). Esta obra complementa perfectamente el libro que se reseña, es decir, Forest Island dynamics in man-dominated landscapes, en el cual se presta escasa o ninguna atención a la base genética de la supervivencia y adaptación de los ecosistemas forestales. Además, si los editores del libro hubieran sabido de la existencia de la obra anterior, tal vez habrían redactado de modo diferente el capítulo introductorio. De hecho, se limitan a repetir, incluso hasta el extremo de reproducir el mismo gráfico lo que Stern y Roche señalaron anteriormente en forma más detallada.

Deben mencionarse otros dos textos importantes de carácter complementario en el campo general de la conservación. Se trata de Conservation biology (Soulé y Wilcox; Massachusetts, 1980, Sinauer Associates, Inc.) y Conservation and evolution (Frankel y Soulé, 1981 Cambridge Univ. Press).

Laurence Roche es profesor de silvicultura y Jefe del Departamento de Silvicultura y Ciencias Forestales del Colegio Universitario de Cales del Norte Bangor, Reino Unido.

Cómo gravar con impuestos la madera

Forest revenare systems in developing countries. John Gray. Estudio FAO: Montes N° 43, Roma 1983.

Esta nueva publicación trata del problema de la fijación de los precios de venta de la madera de los bosques del sector público, especialmente los bosques tropicales de los países en desarrollo.

Un tema básico del libro es que las cantidades que se cobran por la madera se refieren al valor de la madera en pie, calculado a partir del precio de las trozas o los productos elaborados con ella menos la suma de los costos de producción, transporte y extracción, dejando un margen para la ganancia normal de las inversiones.

Por otra parte, los precios se fijan teniendo presente el objetivo de recaudar ingresos fiscales. Los gravámenes a este respecto, además de servir directamente para obtener ingresos, pueden tener por finalidad reforzar la ordenación apropiada de los bosques a fin de promover, por ejemplo, el pleno aprovechamiento de las especies, contribuir a una distribución equitativa de los ingresos o fomentar las actividades locales de elaboración y aumentar las oportunidades de empleo.

CLASIFICANDO LA MADERA EN MALASIA (G.A. Segerstrom)

La necesidad de un sistema dirigido de fijación de precios se debe a las imperfecciones del mercado. Estas son ocasionadas por la incertidumbre que supone un mercado volátil, la distancia entre el productor forestal y los usuarios finales; la capacidad de muchos comerciantes internacionales - como las empresas multinacionales - de ocultar los precios y costos verdaderos de mercado; la falta de suficiente información sobre el comercio de determinados productos y el carácter a largo plazo de la producción forestal.

En el libro se elabora el marco conceptual para establecer sistemas de recaudación de ingresos fiscales, se examina su valor para los compradores y los vendedores y se abordan aspectos como los criterios para evaluar distintas modalidades posibles de gravámenes desde el punto de vista de los ingresos fiscales que se obtienen, su costo administrativo y su viabilidad, sus consecuencias para la ordenación de los bosques y el patrimonio forestal, y los efectos económicos de la distribución. Se describen en detalle los métodos de valoración de La madera en pie y distintos sistemas posibles en cuanto a ventas y cargas.

Un aspecto importante de la obra es la descripción de las disposiciones relacionadas con la obtención de ingresos fiscales de los bosques, as [ como de los métodos de valoración que se aplican de hecho en varios importantes países productores de maderas tropicales de Africa y Asia sudoriental. En el libro también se describen los sistemas de valoración de la madera en pie que utilizan dos destacados productores de la zona templada, o sea los Estados Unidos y el Canadá.

Iniciación de actividades en el sector de la pasta y el papel

Establishing pulp and paper mills: a guide for developing countries. Estudio FAO: Montes N° 45. Roma, 1983. 93 págs. Se puede obtener gratuitamente de la Sección de Distribución y Ventas, FAO, Via dalle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia.

«Problemas tan importantes como las enormes necesidades de capital, el gran consumo de energía, fuentes poco seguras de materias primas, falta de tecnología y de mano de obra calificada competencia de los países que cuentan con una industria de la pasta y el papel implantada de larga data, una rentabilidad discutible, etc., no parecen disuadir a los países en desarrollo de sumarse al grupo aparentemente prestigioso de países productores de pasta y papel, porque esta industria es una de las indicaciones de desarrollo.»

Esto es lo que afirma Pedro Picornell en el principal artículo del volumen más reciente de la serie de Estudios FAO: Montes. El artículo de Picornell, que lleva por título «¿Qué es lo que induce a los países en desarrollo a establecer una industria de la pasta y el papel?», contesta el interrogante que plantea. El autor sostiene que los países en desarrollo necesitan instalaciones de fabricación de pasta y papel para crear nuevo empleo y lograr la autosuficiencia en cuanto al abastecimiento de papel, con lo cual economizan divisas.

Sin embargo, los resultados han sido diversos. Según Picornell, algunas fábricas construidas en los países en desarrollo han sido «grandes éxitos económicos»; algunas han desempeñado su función con cierto éxito pero sin utilidades reales, y otras han sido «rotundos fracasos».

Si bien no trata de asegurar «grandes éxitos», el volumen reseñado es al menos un intento de ayudar a los países a evitar «rotundos fracasos». Los 14 importantes artículos que contiene se refieren a: 1) las fases esenciales requeridas para crear nuevas industrias de la pasta y el papel en los países en desarrollo, y 2) las características especiales de su instalación. En tanto que algunos artículos son de carácter práctico, otros tratan de cuestiones más generales relacionadas con la pasta y el papel y en tres de ellos se expresan puntos de vista distintos acerca de la cuestión de la protección a la industria de la pasta y el papel contra las exportaciones extranjeras.

Otros temas objeto de examen son la identificación de conceptos y estudios de viabilidad; la financiación de proyectos; los trabajos por contrata, la construcción de las fábricas y la capacitación; la maquinaria apropiada en el sector de la pasta y el papel; la ejecución de proyectos, la eficiencia funcional y las necesidades de comercialización; la inspección técnica y la integración social. Los autores de estos artículos proceden de diversos medias: industrias estatales, empresas privadas, organismos financieros internacionales, firmas de consultaría y la FAO.

Los artículos del volumen fueron presentados como trabajos durante los períodos de sesiones vigesimosegundo a vigesimocuarto del Comité Asesor de la FAO de Expertos sobre la Pasta y el Papel entre 1981 y 1983. Los debates celebrados durante estos períodos de sesiones se resumen en una sección de 13 páginas que figura en la segunda parte de la obra.


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