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Editorial

La mujer y la silvicultura

La silvicultura ha sido tradicionalmente una de las profesiones en las que los hombres han estado más firme y exclusivamente atrincherados. Hasta hace poco en muchos lugares sólo los hombres tenían acceso a las escuelas forestales y a la profesión misma. Los argumentos según los cuales la naturaleza del trabajo no era apropiada para las mujeres persistieron en la silvicultura mucho tiempo después de que hablan desaparecido en otras profesiones «masculinas». La situación está cambiando rápidamente. Las mujeres forman ahora una parte considerable del estudiantado de silvicultura en muchos países, si no en la mayoría. Actualmente suficientes mujeres ejercen la profesión de técnicos forestales, tanto en el servicio público como en el privado, para desmentir los mitos anteriores, aunque algunas contribuciones al presente número indican que tales mitos perduran en ciertos lugares.

Sin embargo, los grandes problemas que deben tratarse en cualquier estudio sobre la mujer y la silvicultura son mucho más profundos que la cuestión de las oportunidades de carrera y empleo en la profesión forestal, aunque ese asunto es importante. Más fundamentales son los problemas relacionados con la silvicultura y los productos forestales en la vida de la campesina en los países en desarrollo. Tres cuartas partes de las familias de esos países dependen de la leña para guisar sus alimentos, leña que usan y recogen sobre todo las mujeres. Los bosques son fuente de alimentos que enriquecen con proteínas, vitaminas y minerales una dieta predominantemente cereal, también se da en ellos una gran variedad de productos que las mujeres pueden recoger y vender. De las plantas que crecen en los bosques se obtiene la mayoría de las medicinas disponibles. Los árboles dan sombra al hogar y follaje para los pequeños animales que las mujeres crían generalmente en sus inmediaciones como una fuente más de alimentos y de ingresos. En muchos países las mujeres se dedican también a la manufactura en el hogar de productos menores de origen forestal.

La cuestión de la mujer y la silvicultura es, pues, un elemento central en el campo general de las relaciones entre la mujer, la alimentación y la agricultura que este año se pusieron de relieve en todos los países el 16 de octubre, con ocasión del Día Mundial de la Alimentación. Al dedicar este número de Unasylva a «La mujer y la agricultura» - tema del Día Mundial de la Alimentación - en los aspectos relacionados con la silvicultura, la FAO no desea limitarse a destacar los problemas y necesidades de las campesinas. Su propósito es estimular la acción para rectificar el abandono de que han sido víctimas en el pasado. Asimismo, en este número se pretende señalar lo que debe hacerse a fin de que las actividades forestales tengan más sentido para las campesinas. Como la leña representa aproximadamente las nueve décimas partes de toda la madera usada en el mundo en desarrollo, las mujeres son, en consecuencia, las principales usuarias de los productos forestales. En cuanto tales, tendrían buenas razones para esperar que la ordenación forestal se adaptara estrechamente a sus necesidades. En la práctica, sucede normalmente lo contrario. Cuando los técnicos forestales piden consejo a nivel local se dirigen, por ser hombres, a los hombres de los hogares o de las aldeas; hombres cuyas ideas de lo que es necesario o apropiado serán a menudo completamente distintas de las que tienen las mujeres. Incluso cuando éstas actúan como jefes de familia, lo cual sucede con una frecuencia sorprendente, hay una tendencia a ignorarlas en la ordenación forestal. Al prescindir de la participación de las mujeres, los técnicos forestales no sólo no logran satisfacer sus necesidades, sino que también pierden la oportunidad de beneficiarse de su conocimiento único de los árboles apropiados.

En este número, algunos autores sostienen que una medida necesaria para lograr ese resultado es que haya más mujeres en las profesiones forestales, - sobre todo extensionistas - a fin de facilitar la comunicación y la participación. Pero seria lamentable si se llegara a considerar que los intereses de la mujer deben encomendarse sólo a las mujeres activas en cuestiones de silvicultura. La conciencia de lo que debe hacerse a este respecto debe informar todas las actividades forestales. Para ello la FAO ha venido reuniendo y difundiendo información sobre la mujer y la silvicultura en varias partes del mundo en desarrollo. En una breve publicación titulada Rural women, forest outputs and forestry projects, que contiene la información disponible hasta ahora, se invita a los lectores a comunicar sus propios conocimientos y experiencia. En el presente número especial de Unasylva se hace extensiva esa invitación a los amplios grupos de lectores de esta revista.


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