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¿Calidad o cantidad en la producción forestal del futuro?

Personal del departamento de montes de la FAO

Un importante problema actual de la administración de bosques tropicales es si conviene reforestar (o forestar) con plantaciones o con rodales naturales de mezclas. Las plantaciones ofrecen por lo general la perspectiva de un mayor rendimiento por hectárea, pero son caras, de mantener y sus efectos a largo plazo sobre el medio ambiente son inciertos. Los rodales naturales dan normalmente un rendimiento menor que las plantaciones, pero suelen ser más económicos, producen una mayor variedad de árboles y aseguran una mayor estabilidad al medio ambiente. En los primeros años de existencia de los servicios silvícolas de la FAO, hubo un debate similar: ¿dominaría la cantidad sobre la calidad en la producción forestal del futuro? Un documento de la FAO planteaba la cuestión en el Tercer Congreso Forestal Mundial, celebrado en Helsinki (julio de 1949). La mayoría de los delegados se pronunciaron en favor de la calidad. Algunos meses más tarde, Unasylva (vol. 4, N° 2, 1950) publicó un articulo preparado por el personal del Departamento de Montes de la FAO sobre la misma cuestión que en Helsinki «quedó más bien en el aire». A continuación se reproducen algunos pasajes.

CALIDAD DE LA MADERA más difícil de lograr

· En vista de las numerosas interpretaciones que pueden darse a la palabra «calidad", no es sorprendente el hecho de que el industrial y el silvicultor difieran a menudo en su modo de pensar.

Para el industrial, el factor principal es el valor de la madera según su adaptabilidad al uso para el que se la requiere. El consumidor no tiene interés en el vigor, la salud o apariencia del conjunto forestal del cual procede la madera que ha adquirido. El le fija su valor de acuerdo con la utilidad que preste y lo satisfactorio que resulte como materia prima para llenar las necesidades específicas de una industria determinada.

Para el silvicultor, «calidad», es una combinación sutil de buena apariencia y de valor. En lo que concierne al valor, el silvicultor se interesa más en el que tienen los árboles en pie que en el que pueda tener la madera que de ellos se obtenga. A pesar de esto, el silvicultor no puede evitar el asociar el valor de la madera obtenido y el valor del conjunto forestal que la produce, con el aspecto general de la cosecha forestal.

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La producción forestal ideal

Antes de considerar el mercado mundial, el silvicultor debe tomar en cuenta la demanda en su propia localidad. Debe, por lo tanto, establecer si, en el caso de que reduzca los limites señalados para el corte, no caerá en el peligro de reducir el tamaño y el grado del producto que puede ofrecer a su mercado.

¿Creará este procedimiento trastornos locales que podrían ser evitados por medio de una acción local más progresista, aunque las tendencias mundiales resulten ineludibles? Para decirlo de otro modo, ¿no habrá peligro-aun cuando volvemos a recalcar que estamos generalizando-de que el simple anuncio de que existe esta tendencia haga que los silvicultores traten de establecer tipos más uniformes de bosques, que si bien pudieran abastecer a algunas industrias no podrían proporcionar las materias primas que necesitan otras industrias? ¿No es tal vez contradictorio el propugnar el establecimiento de industrias integrales al mismo tiempo que se recomiendan medidas que podrían dificultar el suministro de madera para ciertas industrias que forman parte de dicho sistema integral?

La ponencia presentada por la FAO al Congreso de Helsinki tenía precisamente la finalidad de evitar este reproche, haciendo ver que las tendencias actuales de las necesidades de las industrias madereras señalaban la conveniencia de fomentar hasta donde fuere posible, la creación de bosques mixtos con árboles de diferentes edades, antes que producir especies uniformes y de la misma edad. Se expresó preferencia por lo que pudiera llamarse una silvicultura orientada hacia el crecimiento de cada árbol separadamente, más bien que hacia el crecimiento del bosque como conjunto.

Es conveniente fomentar, hasta donde sea posible, la creación de bosques mixtos con árboles de diferentes edades, antes que producir especies uniformes y de la misma edad.

Aunque tal tipo de silvicultura fuera posible-que no siempre lo es-es el más difícil de llevarse a cabo con éxito. Entraña la aplicación de métodos complejos de administración dasocrática y la constante vigilancia del bosque, lo que no es práctico si se carece de personal, de una adecuada red de senderos y caminos de penetración, de un buen equipo contra incendios y de un conjunto de industrias que puedan absorber la producción del bosque. No obstante, considerado como un ideal, éste es el medio más flexible para adaptar la producción forestal no solamente a las necesidades especiales de la industria, sino a cualquier modificación que se produzca respecto a ellas.

Cuando una industria determinada necesita ciertas variedades especiales o árboles de gran diámetro procedentes de un bosque cultivado con este criterio, las especies deseadas pueden recibir atención preferente y los árboles seleccionados dejarse crecer hasta que adquieran el diámetro requerido. Una vez que la demanda de dicha industria decae, la proporción de tales variedades especiales en el bosque en crecimiento puede modificarse, así como reducirse el límite de edad para la corta. Este cambio puede verificarse sin someter al bosque a un tratamiento drástico, o sin mayores modificaciones en el plan de trabajo, ni interrupción en el suministro de materiales para las otras industrias.

Si tal sistema de silvicultura fuera universalmente adoptado, seria virtualmente innecesario preocuparse de las tendencias que podría experimentar el consumo de las industrias madereras, ya que la adaptación de la producción forestal a las necesidades industriales seria prácticamente automática. Desgraciadamente, todavía estamos muy lejos de alcanzar este ideal y, como lo hemos anotado antes, tal sistema presupone un desarrollo armonioso de los métodos silvícolas y de las industrias forestales, lo que no es posible esperar que se produzca rápidamente. Sin embargo, es inconcuso que las tendencias actuales respecto a los requisitos que se piden de la madera favorecen tal desarrollo.

La conclusión a que se ha llegado en este artículo es que, desde el punto de vista de la silvicultura, no hay indicios válidos para suponer que en materia de producción la idea de cantidad desplazará a la de calidad. Tanto un árbol hermoso como todo un conjunto forestal de buena apariencia deberán conformarse en el futuro, tal como en el pasado, a ciertas normas universales que son la señal de una alta producción de materias primas de la calidad deseada. Aunque, de un modo general, las actividades de las industrias madereras parecen favorecer la idea de «cantidad» antes que la de «calidad», esta circunstancia no disminuye en forma alguna la necesidad de que los métodos silvícolas sean mejores y más eficaces. Es posible, o acaso seguro, que dicha tendencia obligue a efectuar ajustes más o menos considerables en la producción local. No obstante, tales cambios no tienen por qué hacer que el silvicultor modifique el ideal que se ha formado sobre un bosque de alta calidad. Cantidad y calidad en la producción son, más bien, factores que deberán considerarse conjuntamente como un medio para crear abundancia en los productos forestales a la vez que una silvicultura que resulte económica.

No se pueden, por supuesto, sentar reglas rígidas para el silvicultor, ya que éstas tendrán probablemente que seguir las tendencias que se observen en el aprovechamiento de la madera. No solamente existe gran elasticidad dentro de las condiciones locales, sino que cada país deberá formular su propia política, coordinarla con la de los otros países del mundo, por intermedio de la FAO o de sus organismos regionales.

La Dirección de Silvicultura y Productos Forestales trata de señalar las tendencias que surgen del estudio de datos estadísticos y del criterio general, deduciendo de ellas las consecuencias de importancia mundial. La ponencia presentada al Tercer Congreso Mundial de Silvicultura perseguía este objetivo, y otro tanto es la intención de este articulo.

¿Hasta qué punto están amenazados los bosques tropicales del mundo?

¿Qué puede hacerse para salvarlos?

Aquí están las respuestas de la FAO, en dos recientes libros sobre los recursos forestales tropicales ampliamente citados por los especialistas.

ESTUDIO FAO: MONTES 30 (1982) Los recursos forestales tropicales (disponible en español, francés e inglés)

ESTUDIO FAO; MONTES 37 (1983) Conservación y desarrollo de los recursos forestales tropicales (disponible en español, francés e inglés)

FAO-ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTACION


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