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Un mundo, un bosque

Sir John Boyd Orr

El primer número de Unasylva apareció hace 38 años, en julio de 1947, dos años después del nacimiento oficial de la FAO. La Organización tenía entonces 48 Estados Miembros, menos de un tercio del número actual. El proceso de descolonización, e incluso el concepto de Tercer Mundo, no existían todavía.

Para algunos puede ser difícil en 1985 imaginar lo mucho que la segunda guerra mundial influía entonces en la orientación de los nuevos organismos del sistema de las Naciones Unidas. En la sede de esa Organización, en Nueva York, y en todos los organismos especializados la preocupación era la misma: cómo reparar los daños sufridos por todos los países afectados por la guerra, y cómo evitar un tercer conflicto mundial.

No todas esas preocupaciones pertenecen al pasado. Los mismos problemas existen hoy, sólo que en escala diferente o en diferentes partes del mundo.

Esa es la razón por la que el editorial del primer número de Unasylva, escrito por el primer Director General de la FAO, Sir John Boyd Orr, se reproduce 38 años después.

· La asociación entre los bosques y las cosas buenas de la tierra tiene una larga historia.

«La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj», escribió el profeta (salas. El rey Salomón cantó la «fuente de los huertos, pozo de aguas vivas, corrientes que del Líbano fluyen". En la Biblia hay más de cien referencias a los cedros del Líbano, y son innumerables las que aluden a las riquezas de las tierras cercanas.

Hoy esos bosques han desaparecido y el país que un día fue fértil es un erial. Hay una anécdota que cuenta la dolorosa sorpresa del difunto presidente Roosevelt, cuando, en su vuelo hacia Teherán, se percató de que el yermo rocoso debajo de su avión era todo lo que quedaba de los cedros del Líbano y de lo que en su día fue el centro de la tierra bíblica de leche y miel. La impresión fue profunda y reforzó la firme creencia de los Estados Unidos en que la proyectada Organización para la Agricultura y la Alimentación debería tener un importante departamento de montes.

En los últimos meses, mi propia experiencia me ha convencido de la relación entre los bosques y el bienestar humano. En mis dos últimos viajes por Europa vi casi en todas partes los daños que la guerra había causado en las viviendas. Adquirí la convicción de que, después de la gran crisis alimentaria, los problemas de la vivienda eran la necesidad más general y urgente en las ciudades y poblaciones del continente y de las Islas Británicas. La necesidad de madera es apremiante.

La reciente conferencia sobre la madera celebrada en Checoslovaquia ha sido un esfuerzo para acelerar y estimular la gran tarea de reconstrucción que tenemos por delante. Es para mi un motivo de satisfacción el que los delegados en esa Conferencia pudieran acordar planes constructivos para la cooperación entre los gobiernos, a fin de aliviar la escasez de madera y, al mismo tiempo, llamar la atención sobre los problemas a largo plazo de mantener y restaurar los bosques.

Hay otros muchos ejemplos, pero esos dos demuestran el lugar que la silvicultura ocupa en la labor de la FAO. En la larga marcha de la civilización el hombre ha acudido siempre al bosque para satisfacer gran parte de sus necesidades y de sus deseos de bienestar. En el complejo mundo moderno, la madera sigue ocupando el primer lugar como material de construcción, es indispensable como combustible y prácticamente es la fuente de todo el papel usado en el mundo y de otros varios productos industriales esenciales. Los descubrimientos recientes sobre modos de tratar y usar los productos forestales pueden situarnos en el umbral de una gran nueva era en el uso de la madera. Además, ahora se reconoce universalmente que los bosques son los guardianes del suelo y del agua, y que ejercen una gran influencia, para bien o para mal, sobre la agricultura "n todas las partes del mondo.

Así pues, la silvicultura y el uso de los productos forestales entran inevitable e inseparablemente en la esfera de actuación de la FAO. Los objetivos fundamentales de ésta se señalan claramente en el preámbulo de su Constitución. Esos objetivos son: primero, elevar los niveles de nutrición y vida de los pueblos de todo el mundo; segundo, mejorar el rendimiento de la producción y la eficacia de la distribución de todos los alimentos y productos alimenticios y agrícolas; tercero, mejorar las condiciones de la población rural, y cuarto, contribuir así a la expansión de la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad. La FAO no podría hacer un esfuerzo equilibrado para lograr ninguno de esos principales objetivos sin dedicar plena atención a los bosques y a sus problemas.

En relación con los bosques y los productos forestales, los 48 Estados que colaboran en el seno de la FAO siguen una política mundial con tres objetivos principales: la conservación de todos los recursos que tienen funciones sociales o protectivas útiles; el uso prudente de los suelos forestales del mundo para continuar una producción adecuada de materias primas, y unos sistemas nuevos mejores de elaborar y usar los productos forestales como medio de elevar el nivel de vida.

En la silvicultura, como en otras tareas, la FAO no está interesada meramente en estudiar y resolver problemas técnicos, como un fin en si mismo Por el contrario, nuestra labor en la esfera forestal es parte de la gran corriente de actividades de la FAO, globalmente considerada. Por ejemplo, la misión de la FAO a Polonia, estudiará los recursos y posibilidades forestales de ese país.

En el plano mundial, los problemas de la silvicultura y los productos forestales ofrecen un gran campo de acción. Una serie de problemas se refiere a la situación actual de emergencia debida a la devastación y perturbación ocasionadas por la guerra. En el momento mismo en que la necesidad de madera para reparar los daños causados por la guerra y para construir millones de nuevas viviendas y otras estructuras llega a su punto máximo, la capacidad de los bosques actualmente accesibles es ya insuficiente para satisfacer esas necesidades extraordinarias. Durante los próximos años el aumento de las cortas de las actuales zonas forestales de explotación comercial debe realizarse prestando la máxima atención a la conservación a largo plazo; mientras tanto, deben ponerse en producción nuevos bosques no explotados hasta ahora.

El segundo problema forestal a largo plazo en todo el mundo es satisfacer el aumento de la demanda de madera y otros productos forestales, procurando al mismo tiempo que los bosques estén en situación de continuar produciendo. En todo el mundo ha habido ya en la explotación forestal un despilfarro y una imprevisión excesivos. La lamentable tala de algunas zonas de uno y otro hemisferio es sólo una indicación de los perjuicios físicos y sociales que ello puede ocasionar.

Los problemas, tanto a corto como a largo plazo, requieren esfuerzos mundiales. Las tareas son demasiado grandes para un solo hombre o un grupo de hombres, y para una sola nación o grupo de naciones. Lo que sucede en Europa ya hace sentir sus efectos en los bosques de Siberia y de América del Norte y del Sur. Así como se está poniendo de manifiesto que las diversas tierras o pueblos de este planeta agitado forman un solo mundo, tanto en sentido literal como figurado, es también evidente que las zonas forestales del mundo forman en realidad un solo bosque. La función de la FAO en esta tarea que tenemos ante nosotros es la de coordinar, estimular y orientar la labor de las instituciones públicas y privadas de muchos países. A su vez, la FAO será sólo uno de los muchos organismos que cooperen en esa labor.

El nombre de la nueva revista de la FAO, Unasylva, está bien elegido: un mundo, un bosque. Esta nueva revista intentará aclarar todo tipo de problemas relacionados con la silvicultura y los productos forestales, comparar métodos usados en diferentes países y presentar las opiniones y sugerencias de expertos en los diversos campos. Espero y creo que será un arma nueva y eficaz en la batalla mundial para combatir la pobreza.


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