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Editorial: Ciudades, árboles y población

Dados los enormes problemas con que actualmente se enfrenta el mundo - pobreza generalizada, degradación urbana, analfabetismo, deforestación en los trópicos y amenaza de una guerra nuclear, para citar sólo algunos - puede parecer fuera de lugar el dedicar un número de Unasylva a la cuestión, en apariencia trivial, de la silvicultura urbana. Cabe preguntarse qué importancia tener realmente la silvicultura urbana para millones de personas que carecen de hogar, de alimentos o de empleo.

Además, la silvicultura urbana evoca la imagen de avenidas bordeadas de árboles y de amplios parques floridos con ejemplares centenarios en los distritos urbanos más prósperos, en beneficio sólo de los sectores más favorecidos de la sociedad.

En efecto, la silvicultura urbana, en la forma en que a veces se practica, tiende realmente a beneficiar a los sectores prósperos a expensas de los desfavorecidos. Pero ello no tiene por qué ser así necesariamente. De hecho, la silvicultura urbana - como la silvicultura comunitaria orientada hacia el medio rural - ofrece una oportunidad para que la población aproveche directamente los beneficios de los árboles. Aunque esos beneficios pueden no ser tan conocidos como en el medio rural - o ser completamente distintos - existen, sin embargo.

Las ciudades pueden sin duda aplicar directamente la silvicultura urbana «convencional»: la plantación de árboles en las calles y avenidas, el establecimiento de parques y bosques urbanos, la complementación de los huertos familiares con árboles, etc. Esas actividades pueden realizarse de modo que beneficien a todos los sectores de la sociedad, incluidos los pobres. Estos pueden apreciar los beneficios de los árboles - sombra, espacio vital más atractivo, reducción del ruido, del viento y de la contaminación, e incluso producción de alimentos - tanto como sus vecinos prósperos, si no más.

Pero la práctica de la silvicultura urbana no termina ahí. El concepto de silvicultura urbana es relativamente nuevo, tanto para el personal forestal como para el público en general. Es también un concepto que se encuentra todavía en evolución. Con la aparición y el desarrollo de un núcleo importante de profesionales denominados «técnicos forestales urbanos» o «arboristas», la silvicultura urbana ha venido a significar no sólo la plantación de árboles en algunos lugares sino la planificación y ordenación en gran escala de toda la vegetación leñosa dentro de los limites de una ciudad y en su periferia.

También es perfectamente posible, como demuestra el articulo de R.R. Thaman en este número de Unasylva, comenzar a pensar en el pleno desarrollo de programas de «agrosilvicultura urbana» en muchas ciudades, y no sólo en los climas más húmedos. Tales programas pueden contribuir mucho a la producción de alimentos y a la generación de ingresos. Como indica Thaman, esos programas basados en los huertos familiares, pueden también incluir la agrosilvicultura a una escala relativamente grande en tierras urbanas sin ocupar.

Algunas ciudades, como Kampala y Debre Birhan - ambas incluidas en los 13 perfiles compilados por Farhana Haque - han organizado plantaciones urbanas para la producción de leña. Esas plantaciones incluyen a menudo árboles que tienen otros usos, además de la leña, como la producción de forraje o de madera para postes y estacas. De hecho, la silvicultura urbana podría contribuir de modo importante a resolver la crisis de la leña, por lo que es necesario promover más programas de plantación de árboles en las ciudades con tal fin. Pero la misma escasez de leña, descrita por R.J. Olembo y P. de Rham en su articulo sobre la silvicultura urbana en dos mundos diferentes, puede a veces representar un grave obstáculo para el desarrollo de la silvicultura urbana. La población muy necesitada de leña puede sencillamente no tener más solución que cortar cualquier árbol a su alcance, práctica que hace muy difícil el desarrollo de la silvicultura urbana.

La importancia para la silvicultura urbana de dos factores muy diferentes se indica en el articulo de Gary Moll y Deborah Gangloff sobre ese tipo de silvicultura en los Estados Unidos, país donde se están realizando ahora algunos de los mayores esfuerzos al respecto.

Uno de esos factores es lo mucho que la población puede aportar con su participación, especialmente por conducto de las organizaciones no gubernamentales. Estas organizaciones desempeñan ya un papel activo en muchas ciudades de los Estados Unidos, iniciando, ejecutando y manteniendo programas de silvicultura urbana. El otro factor es el gran componente tecnológico. Hay programas de computadoras preparados especialmente para los técnicos en silvicultura urbana, que les permitirán el inventario, el seguimiento y la evaluación de las actividades en esa esfera respecto de cada árbol en concreto.

Como su misión fundamental es prestar asistencia para el desarrollo de la agricultura, la silvicultura y la pesca en el medio rural, la FAO sólo ha contribuido indirectamente a promover la silvicultura urbana. Sin embargo, ello no quiere decir que no se reconozca su importancia. La FAO está dispuesta a prestar asistencia, cuando pueda, a los gobiernos locales, a los diversos organismos, a las organizaciones no gubernamentales y a otras entidades que promuevan programas de silvicultura urbana. Esos programas puedera beneficiar a todos los sectores de la población, tanto ricos como pobres, prácticamente en todas la ciudades del mundo.

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma


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