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Conservación de recursos genéticos en la ordenación de los bosques tropicales

R.H. Kemp

Ronald H. Kemp es consultor independiente especializado en ordenación forestal y en recursos genéticos forestales. Reside en Surrey, Reino Unido. Este artículo resume el contenido de un trabajo más extenso, Conservación de recursos genéticos de los árboles tropicales en bosques en producción, que el autor está preparando para la Dirección de Recursos Forestales de la FAO.

La diversidad biológica de los bosques tropicales es un rico acervo tanto en el ámbito nacional como internacional. El crecimiento demográfico ininterrumpido hace cada vez más necesario dedicar grandes extensiones de tierra para preservar esa biodiversidad. No obstante, la conservación de los recursos genéticos es esencial para que los ecosistemas forestales de los contienen puedan ser ordenados sosteniblemente. Al ordenar bosques productivos hay que prestar particular atención a la conservación in situ de los recursos genéticos, y en particular de los árboles, que son los que más contribuyen a determinar el potencial genético del sistema.

Los recursos genéticos forestales forman parte del patrimonio nacional, aprovechado y conservado como dispone al respecto la política nacional

La diversidad genética es producto no sólo del número de especies presentes sino también de los cambios sucesivos, desde la repoblación de claros por nuevas especies al estado de clímax del bosque maduro. La diversidad genética y los recursos aumentarán o se reducirán en algunas partes del bosque y en ciertos momentos de acuerdo con los sistemas de ordenación y de cómo se entienda la dinámica forestal.

La falta de ordenación activa, llegando a la exclusión total de intervención humana, puede a veces reducir la diversidad genética, aunque en ciertas circunstancias puede en cambio ser indispensable para conservar algunos recursos genéticos en particular. Las zonas que contienen una mayor cantidad de especies suelen ser las de bosque secundario en diferentes etapas de recuperación.

En muy gran medida cada zona forestal es única por lo que hace a sus recursos genéticos y, por consiguiente, por su posible contribución a la producción forestal nacional y a los objetivos de conservación genética determinados por las necesidades ecológicas, sociales y económicas. No sería posible ni conveniente conceder igual prioridad e intensidad a la conservación in situ en todos los bosques productivos.

Sin embargo, todos los planes de ordenación deben contener disposiciones para la protección del terreno, de los árboles reservados para semilla, y de la regeneración, así como para facilitar el crecimiento de las especies más deseables.

Por muy característico que sea cada bosque, los recursos genéticos pertenecen a la nación, y su aprovechamiento y conservación dependen de una política forestal nacional bien programada. Aunque la conservación se practique a nivel de cada bosque, tanto si depende de personas privadas como de comunidades, o del gobierno, para que la conservación genética tenga posibilidades de éxito debe formar parte integrante de políticas nacionales de desarrollo que abarquen no sólo el uso de los bosques y de la tierra, sino también las industrias y el comercio forestal e incluso sus vínculos con otros sectores. Corresponde al gobierno formular las políticas necesarias para la ordenación sostenible de los bosques y la conservación de los recursos genéticos.

Niveles de conservación genética

Para que se conserve una gran variedad de especies en los bosques naturales es indispensable mantener los elementos esenciales del ecosistema. Estos incluirán numerosas y complejas interacciones, por ejemplo, entre especies vegetales y los animales que las polinizan y dispersan su semilla. Por consiguiente, aunque el objetivo sea conservar algunas especies y poblaciones en particular, en la práctica será preciso conservar comunidades completas, por lo menos mientras no se sepa más de la dinámica del ecosistema (Gilbert, 1980; Terborgh, 1986; Whitmore, 1990).

El objetivo principal de la conservación in situ es mantener la diversidad dentro de cada especie socioeconómicamente valiosa, ahora y en el porvenir, con la intención de conservar poblaciones de una amplia base genética capaces de multiplicarse. Incluso si una población sobrevive, es posible que se pierdan valiosos recursos genéticos a nivel intraespecífico como resultado de los sistemas naturales de polinización y dispersión de la especie.

A nivel de los genes, las diferencias podrían ser la base de características valiosas, por ejemplo, de resistencia al ataque de insectos o a adversas condiciones ambientales. Por consiguiente, es esencial que los objetivos y las actividades de un programa de conservación incluyan todos los niveles de diversidad genética (Namkoong, 1990), aunque no siempre sea necesario conservar la diversidad genética en todas partes y a todos los niveles. Mientras algunas reservas forestales se dediquen a la conservación del ecosistema, otras se destinarán a conservar la variación intraespecífica en una red de zonas de conservación de ciertas especies seleccionadas. Por ejemplo, limitar al extremo la composición de cierta sección del bosque puede ser aceptable, cuando se conoce a pleno la dinámica del ecosistema, para favorecer una o unas cuantas especies, porque así se conservarán los recursos genéticos de las especies principales aun a expensas de la diversidad genética en esa parte del bosque.

Dada la falta de información sobre la naturaleza y la distribución de la variación genética de casi todas las especies arbóreas en la mayoría de los bosques tropicales, la estrategia más segura será conservar una amplia gama de proveniencias geográficas y ecológicas. Se deberá también proteger la integridad de cada una de esas poblaciones contra la contaminación genética que tendría lugar si se introdujera otra proveniencia de la especie.

Por ejemplo, bien que el sistema de reservas totalmente protegidas incluya alguna parte de las subespecies, la conservación eficaz del conjunto de genes exige una gama mucho más amplia de poblaciones que representen todas las diferencias genéticas posibles aunque por ahora sólo existan hipotéticamente en ciertas situaciones geográficas o ecológicas (Frankel, 1970). Es probable que eso exija diferentes zonas de conservación que comprendan todas las subespecies, y que la mayoría de ellas tenga objetivos múltiples, incluido el de producir madera.

Explotación del bosque y diversidad genética

La tala selectiva en los bosques tropicales mixtos, como parte integrante de un plan general de ordenación, puede practicarse en teoría de modo que se mantenga el equilibrio entre las diferentes fases de la sucesión ecológica y se conserve la máxima diversidad genética, tanto de las especies introducidas como de las propias del clímax. Podría conseguirse esto con la tala rasa a intervalos muy prolongados para que cada sección del bosque tenga tiempo de volver a madurar, o abriendo pequeños claros y extrayendo separadamente de cada árbol, o sino adoptando soluciones intermedias. No obstante, cuando se hace con demasiada frecuencia una corta selectiva, aunque sea de poca intensidad, se afecta a la población reproductiva de las especies de crecimiento más lento si cambia mucho el número y la distribución de los individuos reproductivos maduros antes de que se inicie el subsiguiente ciclo de tala.

A voces coinciden los objetivos de la producción y los de la conservación genética por lo cual es importante dejar árboles reservados para semilla, de buena calidad fenotípica, particularmente si algún muestreo revela dificultades de crecimiento de las especies deseables. No obstante, en la práctica casi nunca se hace así, prefiriéndose obtener inmediatamente los máximos rendimientos y utilidades. La retención de grandes árboles portadores de semilla tiene algunas desventajas si son tan numerosos que su sombra afecta al crecimiento de otros árboles, o si más adelante, al cosecharlos y extraerlos, se perjudica al bosque en vías de regeneración. De todos modos, la pérdida de producción es pequeña en comparación con el peligro de depauperación progresiva de la calidad genética de las poblaciones en que se incurre al confiar demasiado en la regeneración de los pocos ejemplares restantes, probablemente pequeños, poco vigorosos y poco deseables.

Particularmente vulnerables al paso de los tractores pesados son los plantones de las especies del clímax cuya regeneración depende de que sobrevivan durante largos períodos bajo la cubierta forestal, en vez de crecer rápidamente en los claros, o de brotar de semillas en estado latente. Eso acentúa los efectos adversos de la corta que deja al descubierto grandes extensiones. Dado que esas especies propias del bosque en estado de clímax suelen depender de los animales para dispersar sus semillas, serán afectadas en la misma medida en que la corta afecte a la fauna. Ciertos estudios indican que algunas zonas reducidas del bosque pueden ser esenciales para la supervivencia de importantes especies faunísticas (Johns, 1989) y, por consiguiente, para la explotación sostenida de toda esa zona. Para conservar las especies y poblaciones deseables, conviene hacer encuestas que permitan conocer las existencias y la regeneración, así como programar debidamente la apertura de nuevos caminos y las operaciones de extracción.

La explotación selectiva de los bosques tropicales puede ser ordenada de modo que sea máxima la diversidad genética de las especies naturales e introducidas

La vulnerabilidad al fuego se acentúa con la intervención del hombre después de la corta. Si bien hay bosques que pueden sobrevivir a quemas periódicas, los efectos adversos del fuego en otras formaciones forestales más complejas pueden reducir radicalmente el número de especies así como los recursos genéticos. En algunos casos, por causa del fuego se llegan a perder poblaciones enteras.

En las formaciones boscosas complejas los incendios reducen el número de especies, así como sus recursos genéticos

Cuando la demanda de madera es muy selectiva, la extracción se concentra en los mejores ejemplares (fenotipos). Si no se aplican tratamientos silvícolas que favorezcan la regeneración y el crecimiento de las especies e individuos más deseables, la calidad genética de todo el bosque puede deteriorarse progresivamente. No obstante, incluso la escasa diversidad genética que quede después de talas sucesivas será mayor que la que habría si esa misma sección del bosque se convirtiera en plantación de árboles forestales y, por supuesto, mayor que bajo cualquier otra forma de uso de la tierra. Cuando más amplia es la variedad de especies que se explota, mayor es la posibilidad de incorporar una ordenación sostenible a los planes generales de ordenación.

Sin embargo, si se comprenden bien los procesos ecológicos, la tala y la extracción de la madera como parte del plan general de ordenación pueden contribuir a la conservación de una ancha gama de recursos genéticos de las principales especies arbóreas. Pudiera ser difícil, y en algunos casos imposible, combinar un conjunto de objetivos diferentes de ordenación en una limitada superficie del bosque sin que disminuya la extracción de madera. Por otra parte, abriendo claros y refinando la población en diferentes lugares del mismo bosque es posible mantener mosaico de fases o condiciones ecológicas diferentes. En algunos casos se dejará que se sobrepongan las zonas, mientras que en otros será imperativo conservarlas geográficamente separadas. Esta subdivisión en zonas es también compatible con la demarcación de «cinturas amortiguadoras» alrededor del bosque y de «núcleos» dedicados a una protección rigurosa, con prioridad para los objetivos de conservación. Hay que fijar claramente los objetivos y las prioridades de cada zona, desde los núcleos dedicados ante todo a conservación de la biodiversidad, a las zonas circundantes en que se prefieran la madera y otros productos no madereros. Es esencial contar con la participación de las comunidades locales y prestar la máxima atención a todo lo que contribuya a la sostenibilidad del recurso. La medida en que eso se consiga y en que sea posible evitar la pérdida accidental de elementos sustanciales del conjunto de genes, dependerá del mantenimiento de una red de lugares reservados a la conservación, tanto en la parte productiva del bosque como en las zonas totalmente protegidas.

Dejando en pie ejemplares reservados para semilla se asegura la regeneración a la vez que la conservación, de la calidad genética

Inventario forestal

La base científica de la conservación de las especies y de sus recursos genéticos es el estudio y la interpretación de los datos taxonómicos existentes sobre las diferencias y afinidades genéticamente determinadas, sobre su distribución natural y sobre la ecología de los lugares en que crecen. Raramente se cuenta con datos suficientes de esos tres conjuntos y, en muchos casos, faltan por completo. Con frecuencia sólo se dispone del resultado de algún inventario tradicional, efectuado para determinar las existencias de madera en pie. En realidad, no se ha hecho mucho para determinar la composición de los bosques o su condición.

Uno de los principales problemas que se plantean en la ordenación de bosques naturales es, desde luego, la insuficiente información sobre la composición del bosque y sobre sus posibilidades económicas integrales y de su capacidad de regeneración (Wyatt-Smith, 1987). Dado el elevado costo de las actividades del inventario referentes a accesos al bosque y al trabajo en su interior, el costo de reunir información adicional a la estrictamente indispensable para conocer las existencias de madera es insignificante. La clave de un inventario económico es prever desde el primer momento el empleo de expertos botánicos, ecológicos y sociológicos.

Los productos forestales no madereros son, a menudo, lo que mejor demuestra a la población local el valor del bosque y, por consiguiente, son importantes para la conservación del bosque y su diversidad genética. Dado que la conservación de una amplia gama de recursos genéticos de los bosques higrofíticos tropicales depende del empleo de sistemas de ordenación que imiten las condiciones y procesos ecológicos naturales, las utilidades que hayan de reportar la recogida de los productos no madereros pueden ser básicas para la financiación de las actividades de conservación. En cualquier caso, es esencial tomar en cuenta los productos no madereros al levantar el inventario, especificando concretamente los objetivos en la ordenación de cada zona del bosque.

Centros nacionales de datos

La ordenación forestal para conservar in situ los recursos genéticos exige prácticamente los mismos datos sobre la ecología y la autoecología (la relación entre cada organismo individual y el ambiente en su conjunto) que sirven de base a la silvicultura de un bosque natural, pero con mayor insistencia en la fitotecnia y en la estructura genética. Con frecuencia hay datos de muy distinto origen - herbarios, notas de expediciones, tesis doctorales - que contienen mucha de la información necesaria sobre composición del bosque, distribución de las especies, fonología de la floración y fructificación, etc. Para almacenar los datos y para facilitar la interpretación de la información adicional conviene recurrir a algún moderno sistema computarizado (Jenkins, 1988). El uso de sistemas de información geográfica (SIG) facilita mucho la definición y la interpretación de los modelos de distribución de las especies con relación a las variables ambientales y a los tipos de vegetación. Análogamente, los sistemas computerizados apropiados para el manejo de información taxonómica, han mejorado el acceso a los datos existentes sobre diversidad genética.

Estrategias nacionales

La conservación eficaz de recursos genéticos forestales exige la acción coordinada de todos los elementos integrantes de la industria y el comercio forestales y afines y puede hacer falta estudiar las leyes y reglamentos vigentes. Para que los explotadores de un bosque presten la debida atención a los objetivos genéticos, es indispensable que haya un sistema coherente de incentivos, así como políticas condiciones apropiadas del mercado internacional y políticas de inversión favorables. Esos incentivos deberán ser formulados a escala nacional y es probable que exijan ayuda internacional.

Urge determinar el orden de prioridad de las especies, poblaciones y zonas de conservación de los recursos genéticos de cada país. Para ello hará falta tomar en cuenta la conservación ex situ e in situ de un programa coherente comprendido en la política nacional y que tome en cuenta las posibilidades biológicas de cada especie. La formulación de una Estrategia Nacional para la Conservación de Recursos Genéticos Forestales es un elemento indispensable para garantizar el mejor uso posible de la tierra y otros recursos que deban contribuir tanto a la producción como a la protección, así como para obtener la cooperación regional y la asistencia internacional.

El departamento forestal de cada país se encargará de formular dicha estrategia nacional, pero es indispensable que el gobierno central asegure una sólida cooperación intersectorial y la revisión de las políticas de desarrollo a alto nivel. Elemento esencial de ese proceso será la definición de las estructuras institucionales apropiadas para orientar y coordinar las actividades subsiguientes.

Los inventarios forestales no deben dejar de lado las especies cuya madera no tenga interés commercial

Conclusiones - Determinación de prioridades

No cabe duda que, a medida que su extensión se contrae, el interés por los bosques tropicales deberá continuar e incluso acentuarse. La escala de las actividades indispensables para satisfacer la necesidad nacional y local de mejorar al máximo la producción sostenible de las zonas restantes de bosque natural, y para conservar la decreciente diversidad genética, exigen hacer uso eficaz del tiempo y de los limitados recursos disponibles.

En todos los aspectos de la ordenación forestal y de la conservación genética, cuando no se cumplieron las recomendaciones y las condiciones establecidas resultaron perjudicadas las existencias de madera en pie y particularmente su capacidad para regenerarse. El interés común en la producción sostenible y la conservación de los recursos genéticos, aconseja vigilar muy de cerca las actividades para establecer si se cumple lo prescrito y para evaluar si conducen a los objetivos declarados. Como ya fue mencionado, no es posible ni conveniente imponer en todos los bosques productivos medidas de conservación genética con igual prioridad y rigor, porque se debilitaría convencimiento de los jefes forestales de lo importante que es la conservación y se invitaría a descuidar su aplicación práctica.

Los directores forestales (Palmer, 1989) necesitarán conocer mejor el amplio campo de la biología reproductiva, que abarca desde estudios de polinización y dispersión de semillas, a la dinámica de regeneración de los bancos de semilla y de plantones, cuya importancia para la conservación de los recursos genéticos es indudable. El número de especies que exigen un estudio de este tipo, incluso en un solo bosque, es muy elevado, y el personal capacitado para hacerlo es muy limitado. Por consiguiente, habrá que empezar por designar prioridades y coordinar las investigaciones. De lo contrario, se correría el peligro de desaprovechar la capacidad científica de los expertos, como ha ocurrido, en particular, en el campo de la biología reproductiva y en el de la genética de los árboles tropicales (Bawa y Krugman, 1991).

Conservación in situ de Baikiaea plurijuga en Zambia

También reviste importancia el estudio del efecto de la alteración del bosque y de la respuesta de las principales especies de utilidad económica en las distintas fases de su ciclo vital. Es mucho lo que falta por hacer en este terreno a todos los niveles de conocimiento y de experiencia y a todos los estados de adelanto de la tecnología.

A pesar de eso, con frecuencia se hicieron estudios ecológicos y autoecológicos que no teman aplicación directa a la ordenación forestal, porque no comparaban la situación en sectores del bosque talados y sin talar. Es probable que la investigación de varios países tenga muchos aspectos en común y, por lo menos a nivel regional, que todos se interesen por las principales especies que necesitan ser estudiadas.

El progreso de las ciencias de la información permite actualmente manejar e interpretar grandes y complejos conjuntos de datos hasta entender a fondo las relaciones funcionales necesarias para la ordenación del bosque. Se llegará a una mejor ordenación de la diversidad con mayor diversidad de ordenaciones. Es posible conseguirla de varias maneras y a varios niveles, desde el uso múltiple simultáneo o sucesivo - de un mismo sector del bosque por grupos separados, a la ordenación integral y diversificada de la totalidad de los bosques nacionales.

Finalmente, aunque la ordenación a nivel local de los recursos forestales y, en particular de su diversidad genética, debe hacerse en el marco de planes nacionales, queda lugar para la cooperación internacional. Un importante paso en esa dirección es la convención internacional sobre diversidad biológica que se está actualmente negociando.

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