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Editorial

Cincuenta años de silvicultura en la FAO


«Era necesario buscar un título para la revista internacional de silvicultura de la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO y se consideró que el título debía ser la expresión de una política. Al recuperar un lenguaje que en otro tiempo era común a todo el pensamiento científico, la Dirección de Montes ha pretendido poner de relieve la idea básica de que debe haber unidad de pensamiento si ha de existir «un mundo» que considere sus bosques como «un bosque» para uso de toda la humanidad. La evolución acelerada de la economía mundial y las circunstancias de nuestra vida presente exigen esa política.En un principio los bosques eran una inmensa reserva en la que el hombre podía obtener lo necesario para satisfacer sus necesidades inmediatas de hacer fuego y construir su vivienda. A medida que iban surgiendo nuevas aldeas y ciudades, las poblaciones se veían obligadas a desplazarse cada vez más lejos para encontrar la madera que necesitaban. Desde el punto de vista económico, los bosques no podían ser ya considerados como una propiedad exclusiva e ilimitada del individuo. Aprovecharlos de forma indebida suponía privar a la comunidad de un suministro esencial, no sólo porque se agotaba una fuente de materia prima valiosa sino porque se despojaba al suelo cultivado de un complemento indispensable y de una protección necesaria...
Cada árbol y cada tramo de bosque ha pasado a ser objeto de la atención del mundo entero. El cuidado de los bosques es, pues, una responsabilidad de todos que debe exigir, al menos, que se preste a los gobiernos y a los propietarios forestales la asistencia que puedan necesitar para realizar esa tarea, muchas veces tan difícil. En efecto, si los bosques han de ser considerados como un recurso mundial, ya sea como fuente de suministro de madera o por su función protectora de las tierras agrícolas, el mundo debe administrarlos con el mismo cuidado que un padre muestra hacia sus hijos. Como mínimo se debe fomentar una ordenación adecuada. Cada generación que ha disfrutado de este gran patrimonio debe legarlo intacto, o mejorado, a la generación siguiente. Deberán existir organizaciones internacionales que presten asistencia, de formas muy diversas, a aquellos en los que recae la responsabilidad de administrar esa riqueza.»

Estas palabras están tomadas del editorial del primer número de Unasylva, publicado en julio-agosto de 1947. En el cincuentenario de la FAO llama poderosamente la atención el hecho de que el contenido de ese primer mensaje sigue teniendo vigencia, aunque con el tiempo hayan adquirido importancia otras consideraciones. La búsqueda de un equilibrio entre el aprovechamiento eficiente de los productos y servicios de los bosques del planeta y la conservación de la base de recursos continúa siendo el objetivo que guía a cuantos han contraído el compromiso de conseguir que el sector forestal contribuya en la mayor medida posible al desarrollo sostenible. Produce tristeza pensar cuán lejos estamos de alcanzar este objetivo y alarma considerar las presiones cada vez más fuertes que se ejercen sobre los bosques e incluso las amenazas que ponen en peligro su supervivencia. Sin embargo, la atención, la preocupación y el compromiso de una comunidad cada vez más amplia resultan alentadores. La situación es dramática, pero parece existir ya la masa crítica necesaria para superar los desafíos a los que se enfrenta la silvicultura mundial. Sin embargo, el éxito depende de la utilización eficiente de todos los recursos disponibles, tanto financieros como humanos. Es necesario arrumbar los intereses mezquinos y superar los conflictos mediante un proceso auténticamente participativo en el que intervengan todas las partes interesadas.

Este número de Unasylva conmemora los 50 años de experiencia y dedicación de la FAO al desarrollo de la silvicultura internacional, pero al mismo tiempo dirige la mirada hacia el futuro. En los artículos escritos por oficiales superiores del Departamento de Montes se analizan los problemas fundamentales del sector forestal mundial y los desafíos del futuro. Además, se extraen enseñanzas de las experiencias del pasado. En este contexto reviste un especial interés la entrevista con René Fontaine, uno de los primeros especialistas forestales de la FAO, al igual que las breves «reflexiones » de antiguos miembros del Departamento de Montes.

Como complemento de los artículos del personal de la FAO y como muestra de la voluntad decidida de la Organización de cooperar con todos los grupos interesados en la silvicultura sostenible, este número de Unasylva incluye también artículos de otros organismos interesados en la ordenación sostenible del ecosistema forestal. El artículo del Presidente de la Asociación Internacional de Estudiantes Forestales ofrece la perspectiva de los técnicos forestales del futuro. El director de Greenpeace International presenta el punto de vista de las organizaciones no gubernamentales. El Presidente de la Asociación Sueca de Industrias Forestales examina la función de la industria forestal privada y el Director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) expone el punto de vista de otra organización intergubernamental que tiene asignada una función importante en el desarrollo de la silvicultura internacional. Este número de la revista se completa con la sección «El mundo forestal» más extensa de lo habitual dado que contiene informes y conclusiones de las numerosas e importantes reuniones celebradas en la Sede de la FAO conjuntamente con el período de sesiones del Comité de Montes de marzo de 1995; se da especial relieve al texto completo de la Declaración de Roma sobre Actividades Forestales aprobada en una reunión ministerial sobre cuestiones forestales celebrada los días 16 y 17 de marzo.

El primer editorial de Unasylva concluía con estas palabras:

«La Dirección de Montes y de Productos Forestales sólo puede esperar que Unasylva sirva [a la causa del desarrollo de la silvicultura internacional] analizando los problemas y contribuyendo a difundir la información y los conocimentos, cada vez más complejos, necesarios para una utilización plena de los bosques y de sus productos.»

Casi 48 años después, la finalidad de la publicación sigue siendo la misma.


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