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El futuro del sector forestal mundial: la ordenación forestal sostenible

D.A. Harcharik

David A. Harcharik es Subdirector General del Departamento de Montes de la FAO.

Discurso de inauguración del 14 de octubre de 1997, XI Congreso Forestal Mundial, Antalya, Turquía.

David A. Harcharik, Subdirector General, Departamento de Montes de la FAO

Es para mí un honor inaugurar la sección técnica de este XI Congreso Forestal Mundial. Ante todo, permítanme expresar mi reconocimiento por la excelente labor de organización que ha realizado el Gobierno turco y, en particular, el Ministerio de Asuntos Forestales. Nuestros anfitriones han trabajado muy intensamente para preparar el terreno para nosotros y muchas otras personas han contribuido a elaborar la voluminosa documentación del Congreso. Nuestro cometido consiste en analizar, debatir y desarrollar esas ideas durante los ocho próximos días, utilizando los conocimientos de los mejores especialistas para formular una Declaración y alumbrar un conjunto de ideas que permitan que el sector forestal mundial inicie el siglo XXI más vigoroso, más seguro y con una mayor capacidad para hacer frente a los desafíos que debe afrontar.

El tema de este Congreso es «La actividad forestal para un desarrollo sostenible: hacia el siglo XXI». Así pues, este Congreso se centra en la contribución de los bosques y los árboles al desarrollo sostenible en general; se ocupa de los árboles existentes en los bosques, pero también de la miríada de plantas de otro tipo y de animales que pueblan los bosques, así como del suelo, el agua y el aire. Este Congreso se ocupa también de los árboles que quedan fuera de los bosques, árboles que protegen las tierras de cultiva, que nos dan frutos, forraje y leña y sombra. Este Congreso tiene en cuenta a las personas, a las que habitan en los bosques y las que residen lejos de ellos pero se beneficien de sus productos y servicios. Este Congreso se ocupa de cómo sostenemos los bosques y los árboles, de la forma de protegerlos y utilizarlos mejor por los beneficios que ofrecen a cada uno de los casi 6 000 millones de personas que pueblan la Tierra, y a los que aún tienen que nacer.

Si queremos aprovechar todo el potencial de los recursos arbóreos y forestales en pro del desarrollo sostenible, debemos considerarlos desde una perspectiva amplia, holística, y debemos manejarlos de acuerdo con esa perspectiva. Para ello debe existir un marco conceptual en el que se unan la ciencia y la conciencia social. En mi opinión, ese marco conceptual existe y está encarnado en el concepto de ordenación forestal sostenible. Lo diré con toda claridad: creo que la ordenación forestal sostenible es el concepto más importante de nuestra época y que influye directamente en el futuro de todos los bosques y de todas las personas del planeta. Este Congreso nos brinda una oportunidad inigualable para llenar de contenido técnico este concepto, para compartir experiencias exitosas en la práctica de la ordenación forestal sostenible y para determinar las carencias y lagunas de nuestros conocimientos.

El nuevo concepto de la ordenación forestal sostenible

¿Qué se puede decir acerca del concepto de ordenación forestal sostenible tal como lo entendemos actualmente? Como expresión resulta difícil de pronunciar y no es de fácil comprensión. Pero, en general, convenimos en que posee una dimensión ambiental, cuyo objetivo es el mantenimiento perpetuo de los recursos, una dimensión económica, que se concretiza en la producción de bienes y servicios, y una dimensión social, que supone la participación de las personas en los procesos de adopción de las decisiones que incumben a la ordenación forestal y a la distribución de los beneficios que reportan los bosques. Examinemos este concepto un poco más detenidamente.

La dimensión ambiental

Hace ya mucho tiempo que los especialistas forestales reconocen las funciones ambientales de los bosques y que como parte de su educación académica reciben formación sobre suelos, hidrología, meteorología, genética, ordenación de la fauna silvestre y ecología. Nosotros hemos incorporado los conceptos principales de estas disciplinas en los regímenes de ordenación forestal y, asimismo, hemos preservado zonas especiales para fines de captación de agua, conservación de la fauna silvestre, protección de las plantas y valores paisajísticos, culturales e históricos. Además, hemos fomentado la integración de árboles en los sistemas agrícolas, tanto por los beneficios ambientales que reportan como para su aprovechamiento comercial. Ciertamente, la mayor parte de los especialistas forestales se sienten orgullosos de la ética ecológica y conservacionista que les anima.

La dimensión ambiental: reforestación en Mongolia interior

La dimensión económica: producción de carbón vegetal en pequeña escala en Cabo Verde

También vemos con orgullo uno de nuestros conceptos más notables y duraderos, el del rendimiento sostenido. Aunque hoy en día está muy en boga, lo cierto es que el término «sostenibilidad» entró a formar parte de la profesión forestal hace más de 200 años y es el principio esencial en el que ésta se basa. Cuando se ha practicado correctamente, el rendimiento forestal sostenido ha sido un instrumento eficaz para proteger los valores ambientales, además de producir un producto, la madera, de gran valor económico. Dicho esto, es preciso admitir que, por definición, el rendimiento forestal sostenido pone el acento en la obtención de madera, por encima de otros productos o valores. En ocasiones, esto ha dado lugar a abusos y se podrían citar muchos casos en que los responsables del manejo de la tierra se han centrado en la producción de madera y sólo han prestado una atención secundaria a los valores ambientales.

Uno de los procedimientos para rectificar esta actitud consiste en ampliar el concepto del rendimiento sostenido, de forma que el objetivo de «sostener» la madera deje paso al de sostener el bosque como sistema ecológico. Son muchos los esfuerzos encaminados actualmente a desarrollar las tecnologías necesarias para manejar los bosques como ecosistemas y a proteger mejor su valor como fuente de diversidad biológica, hábitat de la fauna silvestre, lugares de asentamiento de poblaciones indígenas, sumideros de carbono y reguladores de los cursos de agua y del clima. Esta visión más amplia de los bosques como ecosistemas holísticos, complejos, diversos y valiosos es una dimensión apasionante y de la máxima importancia en los enfoques actuales de la ordenación forestal.

La dimensión económica

Ilustraré ahora con un ejemplo las perspectivas cambiantes en los aspectos económicos de la ordenación forestal. Los bosques y los árboles que existen en el mundo proporcionan una amplia variedad de bienes y servicios que emplea en formas diversas prácticamente la totalidad de la población del planeta. Según las estimaciones de la FAO, la producción anual de leña y productos forestales a base de madera alcanza un valor de más de 400 000 millones de dólares EE.UU., que representa aproximadamente el 2 por ciento de la producción económica mundial. Las actividades forestales proporcionan ingresos y empleo por un total de 60 millones de años-trabajo, el 80 por ciento en países en desarrollo. Es claro que los productos forestales influyen en la vida de todos los seres humanos.

Sin embargo, ante la inquietud suscitada por la destrucción 0 degradación de los bosques se han hecho llamamientos para que se reduzca la utilización de los bosques. Debemos afirmar con rotundidad que sólo si se aprovecha todo el valor de los servicios y productos forestales, madereros y no madereros, será posible sostener los ecosistemas forestales. Mantener y ordenar el bosque ha de ser una opción más valiosa que su destrucción o su transformación para dedicar esas tierras a otros usos. La madera ha sido, y seguirá siendo, el producto de mayor importancia económica que ofrecen la mayor parte de los bosques. Nuestra obligación es mantener e incrementar su valor.

Pero también debemos ampliar la corriente de productos forestales, incluidos los valores y productos no madereros. Hace más de treinta años adquirió predicamento el concepto de actividad forestal polivalente. Aunque algunos han rechazado este sistema, sus más graves deficiencias no radican en problemas de orden técnico, sino que derivan de una aplicación insuficiente. Las actividades forestales polivalentes realizadas en el contexto de la ordenación forestal sostenible pueden reforzar y diversificar el valor de los bosques, particularmente los bosques tropicales, cuya gran diversidad biológica permite obtener centenares de productos tanto con fines de subsistencia como para su explotación comercial. Ahora bien, incluso en los grandes países septentrionales productores de madera, la venta de setas, helechos y otros productos no madereros se ha convertido en una actividad que mueve miles de millones de dólares. Unos de los cambios importantes registrados en el sector forestal es la creciente utilización comercial de los productos no madereros.

La dimensión social

Me detendré ahora en lo que considero, desde muchos puntos de vista, el cambio más transcendente que se ha producido en la ordenación forestal: la dimensión social. Los problemas que plantean los cambios ambientales y económicos en el ámbito de la ordenación forestal son importantes, pero al menos los forestales pueden sentirse satisfechos de haber abordado esas cuestiones desde que, hace ya dos siglos, se configuró la profesión forestal. Pero la preocupación sobre la población - la dimensión sociocultural de la ordenación forestal moderna - es el desafío más reciente y de mayor envergadura, al menos para muchos de nosotros.

Sin duda, la dimensión social de la ordenación forestal sostenible no ha sido definida de forma tan precisa como las otras dimensiones aludidas, y en su mayor parte, los especialistas forestales están menos preparados para abordarla. Para explicar este aspecto exageraré un poco los argumentos. Si bien es cierto que en los últimos años se han introducido cambios importantes en los programas de enseñanza forestal, en épocas pasadas los técnicos forestales recibían una sólida formación en los ámbitos de la ciencia física, la biología y la economía, pero no en el campo de las ciencias sociales. Al manejar los bosques en beneficio de la población, nos enorgullecíamos de nuestra profesionalidad y de nuestro deseo de servicio público. Pero en la actualidad, las personas que viven en los bosques o en sus proximidades, e incluso las que están más alejadas de ellos, quieren participar en las decisiones sobre la forma en que se manejan los bosques y se distribuyen los costos y los beneficios que comportan. En lugar de ordenar los bosques para la población, debemos ordenarlos con la población. Este es el elemento crucial de la dimensión social. Supone un cambio radical en la ordenación forestal que tiene dimensiones técnicas y políticas.

Ordenar los bosques con las poblaciones significa escucharlas y aprender de ellas (los conocimientos y experiencia locales son aportaciones esenciales que en muchos casos no se han tenido suficientemente en cuenta). Significa ampliar la comunidad que administra los bosques incluyendo a científicos sociales que cooperen realmente con los responsables forestales técnicamente preparados. Significa también establecer nexos entre los numerosos y diversos grupos de interés: las comunidades, las organizaciones ecologistas y conservacionistas, la industria privada, los propietarios de tierras y los gobiernos, a todos los niveles.

Los desafíos

Algunos de ustedes pensarán que no hay nada nuevo en vincular los aspectos ambientales, económicos y sociales de la ordenación de los bosques, que eso es lo que durante siglos han hecho los forestales. No deja de haber una parte de verdad en esa afirmación, pero me atrevería a decir que lo importante no es si ése es o no un concepto nuevo, sino si se lleva a la práctica en la escala necesaria y si hacemos suficientemente bien nuestro trabajo. Desde mi punto de vista, debemos avanzar por el camino del perfeccionamiento permanente y es indudable que hay cosas que pueden ser perfeccionadas.

Formulémonos algunos interrogantes esclarecedores:

· ¿Porqué se talan anualmente alrededor de 13,7 millones de hectáreas de bosque en todo el mundo para dedicarlas a otros usos, prácticamente siempre sin planificación alguna y de forma destructiva? Sin duda, son muchas las razones que explican este fenómeno, pero ¿no se debe en parte a que no dedicamos el empeño suficiente para asegurar que las tierras forestales sean más valiosas como tales que dedicadas a cualquier otra actividad? ¿Hemos hecho todo lo necesario para optimizar y sostener el potencial económico de nuestros bosques?
· Por qué una parte tan extensa de la opinión pública considera que las operaciones de aprovechamiento forestal son los mayores destructores de los bosques y que cuando concluyen sólo quedan eriales y ríos contaminados? ¿Se trata únicamente de propaganda ecologista o acaso existen todavía muchos casos en que no se presta la atención necesaria a los valores ambientales de los bosques?
· ¿Por qué hay todavía casi 840 millones de personas que carecen de la nutrición y alimentos adecuados? Aunque los bosques y el sector forestal no pueden por sí solos solventar este problema, el sector forestal hace una contribución significativa a la seguridad alimentaria, contribución que sería aún más importante si se abordaran en la forma apropiada los aspectos sociales del desarrollo forestal.

La dimensión social: campesinos indígenas trabajando en un vivero forestal comunitario en Columbia

El progreso

No quisiera, sin embargo, que mi intervención les dejara embargados por un sentimiento de condena y pesimismo. Aunque creo que podemos y debemos actuar mejor, hay indicios que permiten pensar que avanzamos por el camino correcto.

Según las estadísticas de la FAO, la tasa de deforestación de los bosques naturales de los países en desarrollo está disminuyendo. La pérdida de 13,7 millones de hectáreas anuales a la que he aludido anteriormente, aunque sumamente alta, supone una disminución con respecto a los 15,5 millones de hectáreas anuales que desaparecían en los años ochenta. Aunque es difícil saber si se trata de una tendencia hasta que no se disponga de más datos, ciertamente es un indicio positivo.

Por lo que respecta a la industria forestal, es mucho lo que se ha avanzado hacia el aprovechamiento sostenible y un proceso de elaboración más eficiente y más respetuoso con el medio ambiente. El incremento del reciclaje, la mayor utilización de residuos y el desarrollo de las plantaciones y de las actividades agroforestales permiten aumentar la oferta de productos elaborados con una explotación menos intensa de los recursos naturales. Incluso las organizaciones ecologistas radicales apoyan el principio de que la conservación debe ir acompañada del aprovechamiento para que los bosques cumplan su función en el desarrollo sostenible.

Muchos países están creando nuevos parques nacionales y espacios protegidos y el ecoturismo y el turismo basado en la naturaleza están creciendo a ritmo acelerado en las zonas forestales. Lo que es aún más alentador, es que la ordenación de los espacios protegidos se centra cada vez más en conseguir la participación de la población local y asegurar que sus miembros obtengan beneficios directos de los bosques.

Con respecto a la contribución creciente del sector forestal en el ámbito de la seguridad alimentaria, es importante mencionar la Cumbre Mundial sobre la Alimentación que se celebró en la sede de la FAO hace poco menos de un año. En la documentación de la Cumbre se refleja con toda claridad el papel real y potencial de la actividad forestal en la consecución de la seguridad alimentaria. Nos corresponde a nosotros transformar en políticas eficaces los compromisos asumidos por los dirigentes nacionales.

A todo lo largo y ancho del planeta son cada vez más los países que, a nivel nacional, avanzan con paso firme por el camino de la ordenación forestal sostenible, y el número de bosques ordenados de forma sostenible no deja de aumentar.

La cooperación

Al señalar los elementos que indican un progreso, me parece necesario subrayar la importancia de la cooperación. Un denominador común en todas estas experiencias satisfactorias es la cooperación entre el Gobierno, el sector privado, los propietarios de tierras, las comunidades locales y los grupos ecologistas en todos los aspectos de la toma de decisiones y de la ejecución en el contexto de la ordenación forestal. Cuando el empeño, la experiencia y los recursos de esta amplia comunidad de intereses se ponen al servicio de un objetivo común, la actividad forestal sostenible deja de ser una posibilidad para convertirse en una realidad. Lo pueden comprobar sobre el terreno.

Conclusión

En conclusión, comprometámonos a redoblar nuestros esfuerzos para ordenar los bosques del mundo aplicando procedimientos socialmente aceptables que promuevan sus valores ambientales y económicos, y a fomentar la cooperación entre los diferentes grupos interesados. Y hagamos que este Congreso nos sirva para aprender de las experiencias de otros, tanto de las positivas como de las negativas, y a trazar un rumbo que sea sostenible hasta el año 2000 y más adelante.


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