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El derecho a la alimentación en las emergencias

Programa mundial de alimentos4

Una mujer y su hijo en un centro de asistencia a personas afectadas por la guerra de Angola
Los conflictos han superado a los desastres naturales como causa principal de grandes hambres.

Para millones de personas, la posibilidad de obtener los alimentos que necesitan se ha visto repentina y gravemente amenazada por los conflictos armados y los desastres naturales. La miseria de esas personas pesa mucho sobre la conciencia de la comunidad internacional, y su hambre es con frecuencia cuestión de vida o muerte. Las pérdidas que acompañan al hambre son numerosas: pérdida de parientes por la violencia, hogares y tierras abandonados, bienes familiares como el ganado y los aperos que son de importancia decisiva para la producción y seguridad alimentarias desaparecidos, abandonados o saqueados. Los individuos, familias, comunidades y la sociedad en general ven destruidas ganancias duramente obtenidas. Los medios de subsistencia quedan perturbados y las actividades y objetivos de desarrollo apartados, a veces durante años.

Tanto las dimensiones como la naturaleza de las emergencias con que se enfrenta la comunidad internacional han cambiado marcadamente en el último cuarto de siglo. Los conflictos han superado a las sequías y otros tipos de desastres naturales como causa principal de grandes hambres. Cada vez se ha recurrido más a la comunidad internacional para atender emergencias complejas, definidas como crisis humanitarias, dentro de un país o de una región donde había una quiebra total o considerable de la autoridad, a consecuencia de conflictos externos o internos. Las emergencias complejas requieren una respuesta que va más allá del mandato o la capacidad de un solo organismo o programa de país en curso de las Naciones Unidas.

El aumento de las emergencias relacionadas con conflictos, la inseguridad y la falta de una autoridad estatal efectiva, así como el uso generalizado de minas terrestres, han complicado y, en ocasiones, impedido los esfuerzos tanto de socorro como de rehabilitación. El personal humanitario y los artículos de socorro se han convertido en objetivos en algunas situaciones de conflicto. El desplazamiento forzoso no es con frecuencia consecuencia de un conflicto, sino un objetivo o táctica bélica, y los civiles se han visto sometidos cada vez más a violaciones del derecho humanitario internacional y a abusos contra los derechos humanos. Por razones de conveniencia política o militar, las poblaciones afectadas por la guerra pueden ver denegado su acceso a la ayuda alimentaria y otros tipos de asistencia de emergencia.

GASTOS OPERACIONALES DEL PMA EN DESARROLLO Y SOCORRO 1971-1997
(miles de dólares EE.UU.)

 

1976

1979

1982

1985

1988

1991

1994

1997

Desarrollo

251 724

418 585

422 440

582 000

704 000

534 900

324 500

332 691

Socorro

33 877

88 209

189 759

159 500

174 000

228 400

845 700

703 366

Total

285 601

506 795

612 199

741 500

878 000

763 300

1 170 200

1 036 057

 

PARTICIPACIÓN DEL DESARROLLO Y DEL SOCORRO EN LOS GASTOS OPERACIONALES DEL PMA,
1971-1997
(porcentaje)

 

1976

1979

1982

1985

1988

1991

1994

1997

Desarrollo

88

83

69

78

80

70

28

32

Socorro

12

17

31

22

20

30

72

68

Total

100

100

100

100

100

100

100

100


 

Entre los mayores desafíos con que se enfrentan las Naciones Unidas en los últimos años están los relacionados con el desplazamiento forzado de poblaciones. Mundialmente, el número de personas desplazadas internamente ha seguido creciendo y sobrepasa ahora al número total de refugiados. Se estima que entre 20 y 25 millones de personas se encuentran desplazadas en el interior de un país en más de 40 países, mientras que el número total de refugiados se calcula entre 13 y 14 millones.

Como resultado de esos factores, la participación de la ayuda alimentaria mundial dedicada a salvar vidas en las emergencias (tanto naturales como causadas por el hombre) ha aumentado desde el 10 por ciento en los últimos años de la década de 1970 hasta aproximadamente el 42 por ciento en 1997. Hace veinte años, aproximadamente del 10 al 15 por ciento de los recursos disponibles para el PMA se invertían en operaciones de emergencia, normalmente asociadas con sequía o inundaciones. En 1997, casi el 70 por ciento de los recursos mundiales del PMA se dedicaban a apoyar actividades humanitarias.

Con ocasión del quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, es importante reafirmar el derecho fundamental de cada persona a no padecer hambre y tomar nota especialmente de las necesidades de los pueblos afectados por todo tipo de desastres. Los derechos universales requieren acciones universales, y en ninguna parte se ve mejor que al examinar la aplicación práctica del derecho a la alimentación de las personas que viven en países expuestos a sequías u otros tipos de desastres nacionales recurrentes y en las que padecen contiendas civiles. Las obligaciones de los Estados pueden considerarse a diversos niveles: respetar, promover y cumplir o ayudar a realizar ese derecho. Cuando los Estados disponen de recursos, tienen la obligación de atender las necesidades humanitarias de la población sometida a su jurisdicción. En las situaciones de emergencia, las necesidades de los afectados pueden exceder de la capacidad o, en algunos casos, la voluntad del Estado de atenderlas. En esos casos, existe la obligación de aceptar la asistencia de otras fuentes para proteger las vidas y los derechos humanos fundamentales de todas las personas afectadas.


 

PRINCIPIOS RECTORES SOBRE DESPLAZAMIENTO INTERNO

Al atravesar una frontera, las personas que huyen por razones de seguridad tienen acceso a un sistema establecido de protección y asistencia internacionales para refugiados. Sin embargo, las personas desplazadas dentro de su propio país sufren a menudo por la ausencia de base legal o institucional claramente definida para recibir protección de la comunidad internacional.

En los últimos años, el Representante Especial del Secretario General encargado de la cuestión de los desplazados internos ha trabajado duramente para crear un marco normativo apropiado para la protección y asistencia de las personas desplazadas internamente. En colaboración con un equipo de expertos jurídicos internacionales, ha elaborado un conjunto de Principios Rectores sobre el Desplazamiento Interno que refunden los elementos pertinentes principales de un amplio acervo de derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.

En la sección relativa a la protección durante el desplazamiento, los Principios señalan la obligación de las autoridades competentes, «cualesquiera que sean las circunstancias y sin discriminación», de proporcionar a las personas internamente desplazadas alimentos esenciales y asegurarles el acceso a ellos. Los Principios declaran también que las personas internamente desplazadas deberán ser protegidas del uso de la inanición como método de combate. Se espera que esos principios aumenten la conciencia internacional de los problemas especiales de los internamente desplazados y constituyan una referencia para poder seguir su tratamiento. Como tales, representan un instrumento útil para las comunidades humanitarias y de derechos humanos porque, entre otras cosas, subrayan la importancia de promover y proteger el derecho a la alimentación.

 

Socorro alimentario a las personas desplazadas
en Sri Lanka

El porcentaje de ayuda alimentaria mundial
dedicada a salvar vidas en las emergencias ha
aumentado del 10 por ciento a más del 40 por ciento
desde finales del decenio de 1970.

 


 

La necesidad de que quienes tienen mandatos de asistencia y protección se asocien nunca ha sido mayor. Al responder a los desafíos del trabajo en ambientes de emergencia complejos, las organizaciones humanitarias y de derechos humanos deben hablar con una sola voz, señalando el deber de los Estados –cualquiera que sea su sistema político, económico y social– de promover y proteger los derechos humanos. Esto se aplica especialmente al caso de las personas internamente desplazadas, en que el Estado puede ser responsable del desplazamiento de esas poblaciones y no estar dispuesto a reconocer su existencia o sus sufrimientos.

El acceso, o la falta de acceso, preocupa a una amplia variedad de organizaciones humanitarias y de derechos humanos. Lo mismo que la distribución de ayuda alimentaria y otras formas de asistencia de emergencia puede verse bloqueada, el despliegue de observadores de la situación de los derechos humanos puede ser paralizado. Por consiguiente, hay que definir el término «acceso» de forma que incluya, no sólo el acceso a asistencia y protección, sino también el acceso continuo y sin restricciones a todas las localidades y poblaciones, para evaluar las necesidades y observar la realización de las actividades de socorro.


 

EL DESPLAZAMIENTO INTERNO EN MOZAMBIQUE

La larga guerra de Mozambique se concentró en el campo, haciendo casi imposible la producción agrícola y obligando a más de una cuarta parte de su población de 13 millones a dejar sus hogares rurales a fines del decenio de 1980 y comienzos del de 1990. Muchas personas se convirtieron en refugiados en los países vecinos, pero la mayoría se vieron desplazadas dentro del país, buscando refugio en pueblos, ciudades y zonas costeras. Más de 3,5 millones de personas fueron desplazadas internamente por la guerra y la devastadora sequía de 1992 obligó a más personas aún a abandonar su tierra.

El PMA entregó alimentos de emergencia a la población hambrienta, indigente y desplazada, a pesar de los obstáculos de carreteras apenas transitables, sembradas de minas terrestres y objeto de ataques armados, así como en zonas de conflicto prohibidas a los programas gubernamentales. A medida que las condiciones mejoraron y muchas personas comenzaron a volver a sus hogares, el PMA trabajó para hacer posibles tanto el transporte alimentario como el reasentamiento, mediante proyectos de limpieza de minas, construcción de carreteras, reparación de vías de ferrocarril, reconstrucción de puentes, centros de salud y escuelas y limpieza de canales de riego. Las complejas dificultades con que se enfrentaba la población desplazada requerían soluciones innovadoras y flexibles, que los programas y microproyectos de alimentos por trabajo podían financiar.

En Mozambique, el problema persistente de las tragedias causadas por minas terrestres y de los derechos de propiedad discutidos de los desplazados es un residuo de los efectos destructivos a largo plazo de los conflictos armados. Sin embargo, el regreso de muchos de los desplazados a sus lugares de origen ha llevado a un continuo aumento de la producción agrícola del país, y el Gobierno y el PMA pueden desviar su atención de los conflictos armados y dedicarla a prevenir y afrontar los desastres y aumentar la seguridad alimentaria.

 

Distribución de alimentos del PMA en Mozambique
Las entregas de alimentos de emergencia del PMA se
hicieron en zonas de carreteras apenas transitables
sembradas de minas y sometidas a ataques armados.

 


 

Hoy hay más diálogo que nunca entre las comunidades humanitarias y de derechos humanos. Los debates entre ambas han sido fomentados además por el Secretario General de las Naciones Unidas en su programa de reforma de la Organización, que desafía a todas las organizaciones del sistema a que se aseguren que los derechos humanos se tengan en cuenta en todas sus actividades en curso. Las leyes de derecho humanitario y de los derechos humanos internacionales establecen el marco en el que ambos tipos de organizaciones realizan su trabajo. Sus principales objetivos compartidos son prevenir y aliviar el sufrimiento humano dondequiera que se de, logrando que se respeten la dignidad y el valor de cada persona y promoviendo el respeto a las normas internacionales relativas a la asistencia humanitaria y los derechos humanos.

Las emergencias suponen una gran amenaza para los esfuerzos por reducir el hambre y la malnutrición entre los pobres del mundo y, el derecho a una alimentación apropiada en las emergencias no debiera considerarse sólo desde el punto de vista de la distribución de asistencia alimentaria de esa índole. En el caso de sequías y de otros tipos de desastres naturales recurrentes o súbitos, la comunidad internacional debería apoyar a los Estados a reforzar su capacidad de preparación, prevención y gestión de los desastres. Con respecto a las emergencias complejas, debería prestarse más atención a fortalecer las capacidades de alerta anticipada y de prevención de conflictos. Cuando se producen las crisis, es esencial una coordinación eficaz de los esfuerzos internacionales para atender las necesidades de asistencia y protección de los afectados.

La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas reafirmó, en su 54º período de sesiones, que un ambiente político, social y económico pacífico, estable y propicio es esencial para que los Estados den prioridad adecuada a la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. La comunidad internacional debe hacer todo lo posible por facilitar los esfuerzos orientados a resolver conflictos y ayudar a recuperarse de la crisis. En los últimos años, los países de África, Asia y Centroamérica afectados por conflictos han comenzado a disfrutar de las ventajas de la paz, a medida que la tierra ha vuelto a ser productiva, se han reactivado los mercados y la seguridad alimentaria ha aumentado. La reintegración efectiva de los refugiados y de las personas internamente desplazadas es un elemento principal para tener éxito en los esfuerzos por consolidar la paz y realizar el derecho a la alimentación de forma de una seguridad alimentaria a largo plazo.

4 El Programa mundial de alimentos (PMA) es la organización de primera línea de las Naciones Unidas en la lucha por erradicar el hambre mundial. Al atender las necesidades de los refugiados, las personas desplazadas internamente y otras víctimas civiles del hambre, los desastres naturales y los conflictos, el PMA protege y promueve el derecho de los individuos a una alimentación adecuada. En 1997, el PMA destinó asistencia alimentaria para atender las necesidades de unos 15 millones de personas desplazadas internamente, 4 millones de refugiados y repatriados, y 10 millones de personas afectadas por la sequía y desastres naturales o causados por el hombre.

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